Eso (05)

A los jóvenes les gusta jugar con fuego... ¿Y qué? Una historia que podría ser real, personajes que podrían ser cualquiera de nosotros. ¿Que pensaste que era imposible hacer y finalmente hiciste?

Capítulo XXI

Tratándose de la "Gran Fiesta" debió haberlo supuesto, la casa era de Jaime, uno de sus compañeros que, aunque no del gusto de Raúl, si que se caracterizaba por intentar suplir su peso, le sobraban unos kilos, con alardes dinero. Su padre era un promotor inmobiliario con cierto éxito, por lo que su casa era una auténtica mansión a las afueras.

-La tenemos libre para nosotros. –Murmuraba Jaime al tiempo que se tenía que poner de lado para salir por le estrecho pasillo del autobús.- Alcohol, música, diversión... No hay vecinos, así que podemos hacer lo que queramos, mis padres están en un viaje de negocios...

Mientras algunas de las chicas aplaudían y le daban cariñosos besos en la mejilla, el resto abandonaba en tropel el autobús, donde el conductor y su suplente revisaban que nadie hubiera dejado un "regalito" de nuevo, siempre temerosos.

Era un enorme chalé, con una parcela gigante, una piscina privada que era todo un alarde de vanidad, el suelo de baldosas y seis mesas de piedra que había diseminadas por ahí, eran el lugar perfecto para montar una pequeña fiesta. Además, dentro también había espacio y, lo mejor, dos neveras llenas de alcohol.

El cambio fue rápido, en cuestión de diez minutos la gente ya tenía nuevos cubatas en la mano, Raúl intentó librarse de ellos, pero Adrián y su marcaje especial de esa noche le llevaron a tener que beberse uno por no quedar mal. Jaime, el anfitrión, se mostraba eufórico, cada vez ofrecía más cosas, comida, bebidas más exclusivas que sus padres guardaban para ocasiones especiales...

El tiempo era cálido, empezó a cundir la sensación de que sobraba la ropa, hecho que se hizo aún más intenso cuando se encendieron las luces de la piscina, invitando al baño. Pronto seis o siete personas chapoteaban, desnudas o en ropa interior, ante las risas y la música que ya había empezado a sonar en el potente grupo de la casa. Fuera de los potentes focos de la parcela, no se veía una sola luz, estaban solos.

-¡Esto es genial! –Gritó Jaime, al tiempo que babeaba al ver pasar a una de las chicas completamente desnuda.- Anímate Raúl, están como locas por mojar, y tu pareces algo deprimido...

-Fóllatelas, Raúl, te gustará. –Felipe había resurgido de las sombras, tan solo portaba su ropa interior, un bóxer, que marcaba perfectamente su "animado" paquete.-

Marta estaba preparando una especie de cóctel con ron, ginebra y vodka, Ana intentaba secarse, su sujetador había perdido un tirante, reía como pocas veces la había escuchado, Nadia era de las que ya estaban desnudas, a decir verdad, Raúl era de los pocos que tenia aún todas sus prendas, incluso Jaime se había quitado la camisa...

-¡Voy a por toallas! –Gritó por encima del barullo, ganándose los silbidos de sus amigos, que pensaban que se acobardaba.-

El piso superior de la casa de Jaime era inmenso, cuartos grandes y bien decorados, baños lujosos... No le costó encontrar toallas, más que nada porque se tomó la voluntad de abrir puertas a diestro y siniestro, se cortó un poco al ver que un par de parejas se estaban liando en el cuarto que debía ser de la hermana mayor de Jaime, que, sino recordaba mal, estaba aprendiendo inglés en un colegio mayor de Londres. Con los brazos cargados de toallas y albornoces, bajó.

Apenas tuvo tiempo para dejarlos encima de una de las mesas, en la que tuvo que apartar copas y botellas, antes de que media docena de los invitados se le echaran encima y le desnudaran por completo. Entre el barullo pudo ver como le quitaban todo menos la ropa interior, él se dejo hacer, entendiendo que se habrían confabulado durante los minutos que había estado ausente.

-¡Al agua con el cura! –Ese fue el grito de guerra que escuchó antes de que le tiraran a la piscina, acto seguido, se tiraban también sus agresores, pronto una decena de personas chapoteaban, jugaban y se tocaban bajo las aguas.-

-¡Alto¡ ¡Alto! –Una chica de pelo rubio ondulado, que Raúl conocía solo de vista, les pidió atención.- ¡Tenemos que hacer el brindis oficial antes de seguir!

Jaime llegaba en esos momentos con una jarra enorme, en su interior, una bebida de tonos rojizos y mucho hielo, que estaba siendo removido en esos momentos por una de esas cucharas de cristal que solían utilizar en las películas.

-Este es mi cóctel especial, ¡No os decepcionará!

Entre Jaime y la chica fueron sirviendo unos vasos, unos por cortesía, otros por vicio, la mayoría acabó brindando e ingiriendo ese licor de gusto dulzón. Después del alto, la fiesta continuó.

Raúl sentía las mejillas encendidas, tenía calor, mucho calor, prácticamente le ardían. El ambiente era altamente sexual, las caricias pronto se sucedieron a los juegos, todo parecía descontrolado, como si todos hubieran perdido la cordura. Del poco pudor acostumbrado en estado de embriaguez y confianza, estaban pasando a lo explítico... De poco más fue consciente antes de que sucediera el apagón mental.

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Apenas podía moverse... Raúl sentía la calidez del Sol golpearle en la cara, algún pájaro piaba lejos, muy lejos... Intentó abrir la boca, pero la tenia pastosa, asquerosamente pastosa, tuvo que tragar saliva varias veces para poder gesticular a gusto... Abrió los ojos poco a poco, le dolía la cabeza, sentía pinchazos en una de sus piernas, eso sin contar el terrible dolor de espalda.

Se incorporó.

La escena fue aclarándose poco a poco, sus retinas parecían no querer enfocar tan extrema escena. Cuerpos, cuerpos desnudos, abrazados, mezclados entre si... Ahí estaban todos, casi todos... El suelo estaba recubierto de toallas, reconoció alguno de los manteles de la casa, incluso las cortinas del salón...

Pero en realidad no tuvo mucho tiempo para fijarse en el suelo, las personas, todas ellas, parecían sacadas de una orgía salvaje, una bacanal sin medida... Raúl se tensó al instante.

-"¿Qué ha pasado?" –Pensó.- "Joder... No recuerdo nada..."

Percibió que tenía un moratón en la pierna que le dolía, pero, al instante, percibió una mancha blancuzca en su muslo, sin lugar a duda, era semen. Estaba desnudo, pudo percibir a simple vista todos los signos de que había follado, el problema es que no sabía con quien ni como. Se sobresaltó cuando una mano acarició su espalda. Era Marta, aún estaba dormida, pero estaba a su lado.

Se le hizo un nudo en la garganta. Los pechos de la chica estaban recubiertos de marcas rojizas, mordiscos sensuales, empezó a deducir, todo indicaba que también ella había participado en los juegos sexuales, sobretodo porque tenia una mancha reseca de semen en la comisura de los labios, una imagen que en otra circunstancia le habría resultado tremendamente erótica, pero ahora solo le asustaba más. Nunca se había emborrachado tanto como para perder la cabeza, eso solo pasaba en las películas.

Al otro lado de Marta estaba Ana, más que la otro lado, la abrazaba por detrás. Pudo divisar a Felipe, tenía encima a una chica, Adrián estaba cerca de la escalera de la piscina, boca abajo, con la mano alrededor de la cintura de una mujer y con un chico al otro. Así, uno tras otro, se dibujaba la escena. El corazón de Raúl iba a mil por hora, pensó que le saldría del pecho.

Pero no tuvo tiempo para pensar mucho más, unas poderosas nauseas se apoderaron de él. Se levantó con cuidado de no despertar a Marta, caminó intentando no pisar a nadie, pese a su urgencia. La puerta de la casa estaba completamente abierta, en el sofá del salón pudo ver a una pareja dormida en posición fetal, no pudo aguantar mucho, por lo que fue al baño de la primera planta, vomitó.

Se enjuagó la cara con agua fría, salvo el dolor de cabeza y la sensación de mareo, todo parecía correcto. Buscó algo que ponerse, pero su ropa flotaba en la piscina, junto con incontables objetos, incluidos una silla, un par de botellas y un teléfono móvil...

-¿Qué coño ha pasado? –Reconoció la voz de Nadia, pese a que sonaba ronca, casi afónica.- Joder, mi cabeza...

Raúl cogió sus pantalones de la piscina y se los puso, chorreando se acercó a la pelirroja.

-Parece que la fiesta se nos fue de las manos... –Murmuró.- ¿Qué hora es?

-No sé... –La chica se acarició las muñecas.- He perdido el reloj...

El primer movimiento de Nadia fue ir directamente hacia su vagina, introdujo dos dedos, exploró detalladamente y después se los llevó a la nariz.

-Joder... Es la primera vez que me despierto sin saber a quien me he tirado... –Parecía preocupada.- No soy de esas que llegan al coma y se dejan meter mano por todos...

-No te preocupes... –La ayudó a levantarse.- Todos estamos así.

Nadia también tuvo la necesidad urgente de vomitar, por lo que Raúl la guió al baño y le sujetó el pelo mientras ella procedía. Se estaba convirtiendo en una costumbre para él.

-¿Despertamos a los demás? –La pelirroja llevaba uno de los albornoces que habían quedado desperdigados por el suelo.- Algunos ya vuelven en sí.

Poco a poco fueron volviendo en sí, los focos aún seguían encendidos, pero el potente Sol los dejaba inservibles, debían ser más de las doce de la mañana. Una de las chicas se puso a llorar mientras se tapaba la cara con las manos, entre balbuceos, Raúl pudo entender que había sido su primera vez y que no se acordaba de nada, que se sentía una puta.

-Raúl... –Marta le miró, tenia los ojos muy abiertos.- Hace un rato me desperté pero volví a dormirme... ¿Eras tu el que tenia al lado?

-Eh... Sí... Lo siento, yo no recuerdo que...

-Ah... –Ella soltó aire, casi como aliviada.- No importa, pero yo tampoco, no creo que bebiera tanto...

Los baños se colapsaron de gente vomitando, algunos incluso aprovecharon las zonas verdes del jardín, Nadia y Raúl se decidieron a preparar algo de café y a asaltar el botiquín de la familia de Jaime para robarles las pastillas para el dolor de cabeza.

-Raúl. –Nadia sostenía la jarra de café en la mano.- Esto no es normal.

-Claro que no, no debimos hacerlo, ha sido una gilipollez...

-No, digo que... Creo que no es "normal".

-¿A qué te refieres?

-Nos despertamos todos desnudos, con signos evidentes de haber follado como leones, y ninguno recuerda nada. ¿Es normal? El alcohol no produce amnesia, solo lagunas, y eso si te bebes tres botellas de ginebra a pelo... Es... Es que creo que nos dieron algún tipo de droga.

-Droga... –Raúl empalideció.- No sé... Joder... Bueno, veamos como van...

La gente había improvisado vestuarios, presos de un repentino pudor, mientras escurría su ropa o directamente la buscaba, Raúl se sonrojó al darse cuenta de que un tanga de hilo, perteneciente a una chica que no había visto en su vida, estaba dentro de su bolsillo derecho.

Jaime tenia la cara blanca, había vomitado más veces que nadie, parecía asustado.

-No hemos usado condones... –Advertía una de las chicas.- Yo uso la píldora, pero... Espero que nadie tenga nada contagioso...

Casi como dándose por advertidos, uno por uno fueron aclarando que no tenían nada, ninguna enfermedad venérea, eso calmó un poco el ambiente, no era plan de que el temido VIH hiciera acto de presencia.

-Pues yo no tomo la píldora... –Lloraba otra de las chicas.- No sé que ha pasado, no sé con quién he estado... Solo sé que no me gustaría quedarme embarazada...

Se estuvo hablando durante un rato, poco a poco la ropa fue volviendo a su lugar, pese a que Raúl no encontró sus calzoncillos, al igual que muchos otros no encontraron sus pantalones o camisetas... Una de las chicas incluso había perdido su piercing de la nariz...

El silencio hizo acto de presencia en un momento dado, todos parecían tensos, según lo que Nadia le susurraba al oído, parecía que no había follado con una sola persona, tenia la vagina inflamada, eso significaba mucha marcha durante la pasada madrugada...

-Te digo que no...

-Sí, sí es eso...

-No, no lo es, y cállate o te van a oír...

-¿De que habláis?

Jaime y la chica con el pelo rubio ondulado estaban discutiendo, apartados del resto. El chico parecía profundamente afligido.

-Veréis... –Empezó él.-

-¡Cállate! –Ella le agarró del brazo.-

-¡No! No puedo, esto ha sido por nuestra culpa... –Parecía a punto de llorar.- Es por el cóctel, el de ayer... Nos dijeron que solo animaría la fiesta, que desinhibiría a la gente para que se divirtiera sin prejuicios...

-¿Qué? –Los murmullos se levantaron, Nadia y Raúl intercambiaron una mirada significativa.-

-No recuerdo como se llamaba, Murundanga, algo así... –Explicaba el grueso anfitrión.- Me dijeron que no pasaría nada malo, yo... Lo siento, no sé que... Yo no sabia que pasaría esto, no creí que fuera tan fuerte...

La ola de insultos se elevó, pese a todo, algunos incluso intentaron llegar a las manos, especialmente Adrián, que le lanzó un directo a Jaime, que quedó tendido en el suelo, agarrándose la cara y gimoteando como un cochinillo.

-¡Eh! ¡Eh! –Intentaron calmarse.- Eso no va a solucionar a nada, es un gilipollas, sí, pero el mal ya está echo, ahora lo importante es vestirnos, ordenar todo esto... Creo que pasarnos por un centro de planificación familiar a la vuelta no estaría mal, una píldora del día después para cada chica y listos, esto no ha ocurrido, ha sido un error...

La calma llegaba, casi tan rápido como su ropa se secaba. El autobús llegó una hora después para llevarles a su zona conocida. Atrás quedaron Jaime, la chica rubia y un par de personas más. El resto, cabizbajo, realizó el trayecto en silencio.

En el centro de planificación les observaron llegar con gesto divertido, como si fuera patente en sus caras todo lo que había sucedido... Algunos chicos esperaron fuera, otros acompañaron a las mujeres, una a una, fueron rellenando el documento pertinente y tomando la píldora. Algunas, sobretodo las que tomaban la píldora anticonceptiva, no lo hicieron, pero la mayoría optó por no arriesgar.

Mientras esperaba y tomaba agua, que salía gélida de una maquina que tenían en la zona de espera, la mente de Raúl se fue aclarando, todo estaba difuminado, le dolía mucho al recordar, pero... Poco a poco, estaba empezando a verlo.

-Nos vamos... –Ana y Marta le despidieron con dos besos en la mejilla, Raúl no pudo evitar sentir un escalofrió en su estomago.- Ya nos llamamos si eso...

-Yo hoy prefiero dormir. –Felipe se rascó la entrepierna por trigésima vez ese día, la noche le había ocasionado un molesto picor.- Mañana ya veremos...

Se fueron separando en grupos, que a su vez, se separaban llegando a la intersección que cada cual necesitaba que ir a casa. Raúl al final estaba solo, delante de su puerta, dándose cuenta de que no tenia las llaves encima, que aún estarían en el fondo de la piscina de Jaime. Su cartera sí, estaba completa, aún mojada, pero completa. No tuvo más remedio que llamar al portero automático.

-¿Quién? –La voz malhumorada de su hermana le atendió.-

-Yo.

-¿Raúl? –Preguntó esta, en medio de un bostezo.- ¿Has perdido las llaves?

-Sí, abre.

-Joder, menuda juerga debiste correrte... –Ella rió.- ¿Te liaste con alguna?

Justo en ese momento pasaban por delante del portal un par de señoras mayores, al observar el deplorable estado del joven y escuchar las palabras de la chica, le dedicaron una mirada reprobatoria.

-Abre, joder, abre de una puta vez.

-Amargado...

En el ascensor respiró profundamente, no lo había sentido debido a la tensión, pero la verdad es que tenia sueño, mucho sueño, estaba muerto en vida, incluso le picaban los ojos al mantenerlos abiertos...

-Date una ducha y vete a la cama. –Fue lo único que le dijo su hermana al abrirle la puerta de la casa.-

-Buenas noches... –Ironizó él.-

En el reloj de pared de la cocina marcaba que eran casi las tres de la tarde, estaba hambriento, tenía sueño y aún le dolía la cabeza, pero, sobretodo, se sentía pegajoso. En la ducha pudo apreciar con el tacto lo que parecía ser más que un polvo nocturno. El efecto que los flujos vaginales causaban al secarse en la piel eran muy parecidos a los del semen, se volvían densos y pegajosos, aunque incoloros, así como emitían un fuerte olor. Pues bien, Raúl tenia el pecho, la entrepierna, y las rodillas cubiertas de flujo vaginal. Por otro lado, su pene, rojo y con algunas rozaduras dolorosas.

Recordó su etapa de pajero adolescente, que nunca antes, ni siquiera tras ocho pajas en una noche, había visto su miembro en semejantes condiciones, de verdad es que tendría que haber follado como un bestia esa noche para que todo quedara así. "Es para desinhibirse" recordó las palabras del infeliz de Jaime.

-Pues si que tenia cosas de las que desinhibirme... –Murmuró para sus adentros.-

La cama le esperaba casi con amorosa pasión, se embutió en ella y, casi sin pensarlo, se durmió. En los sueños, las imágenes borrosas se hacían claras, los recuerdos olvidados regresaban...

-"Esto es lo que siempre he querido." –Escuchaba su propia voz, lejana.-

-"Cállate y fóllanos." –La aflautada Ana le tapaba la boca con un beso.-

-"Sí..." –Marta le arañaba con cariño los testículos.- "Parece que vuelves a estar listo... Esta vez me toca a mi primero..."

-"Os quiero, os quiero, chicas, os adoro..." –Eran algunas de sus palabras.-

Pero tan solo era el prolegómeno romántico de una sesión maratoniana de sexo duro, sucio y violento... Después no hubo palabras, solo sexo, semen, clítoris, caricias, sexo oral y gemidos, muchos gemidos...

Raúl se despertó cubierto de sudor frío. Por sus ojos discurrían, otra vez, las imágenes que había visto mientras dormía, nítidas ante sus retinas. Pero la pregunta era otra, ¿Era eso lo que había sucedido o simplemente un sueño?

Capítulo XXII

Estaba destrozado, a lo largo del día sus viajes al baño para vomitar fueron frecuentes, con el consiguiente dolor de cabeza y estomago que eso conllevaba. Llamó a Felipe y Adrián para saber como estaban, por su endeble voz, supuso que como él. Demasiado alcohol, mucha "marcha" y, además, esa droga... Como eran las ocho y media de la tarde y no quería quedarse dormido por sus urgencias estomacales, revisó en Internet el nombre que le había dado Jaime.

En efecto, era una nueva droga importada de iberoamérica, en pequeñas dosis desinhibía, en dosis medias, provocaba inconsciencia, en dosis altas, desde el coma hasta la muerte. Todo esto aderezado de una fuerte amnesia transitoria si se la mezclaba con alcohol u otras drogas.

-Cojonudo... –Murmuró para sus adentros, al tiempo que se acariciaba el antebrazo.-

Supuso que el efecto de la murundanga era transitorio, por eso había podido recordar tan claramente lo sucedido, tanto soñando como despierto, todo estaba tan claro, incluso podía rememorar las sensaciones, los sonidos, los gritos...

Se inclinó en su silla al tiempo que colocaba la cabeza lo más cerca de las piernas que podía, el solo hecho de recordarlo hacía que su estomago volara y amenazara con estallar, era todo tan irreal, tan de ciencia ficción... Ni siquiera imaginando que su vida era un largometraje con guión lo podía entender.

-"¿Qué he hecho? ¿Lo sabrán ellas? ¿Qué pasará? ¿Todo seguirá igual?"

Bip Bip Bip

Recogió su teléfono móvil, que estaba enchufado cerca del respaldo de la cama. Era un mensaje, corto, breve... Demasiado breve.

"De: Marta

Mensaje: Raúl, tenemos que hablar"

Se tendió en la cama, abatido, sabedor de que todo eso era su sentencia, que ya nada sería como antes, que había dado un paso, no hacia la madurez, sino hacia el infortunio... Prometió que nunca jamás volvería a traicionar a la cerveza, nada de bebidas extrañas, nada de aceptar cócteles de cretinos... Solo él y su cerveza, nada de sustos, nada de "accidentes".

[---]

-Este es mi cóctel especial, ¡No os decepcionará!

Raúl recordaba con todo lujo de detalles las escenas sucedidas...

-Venga, venga, una más. –Ronroneaba Ana.- Inténtalo.

-¡Yo primero! –Marta depositó un hielo en su boca y se tendió hacia él, dispuesta a todo.- Fenga, fe feme fae...

El joven tendió sus labios, apretó su cuerpo con el de la chica y entremezcló su lengua con el gélido tacto del hielo y con el edulcorado sabor de Marta, el hielo pronto llegó a su boca, y pudo deleitarse una vez más con ese elixir.

-Ya no queda más. –Comentaba Jaime, al tiempo que se dirigía hacia el interior de la casa con la jarra vacía.- Cambiaré de música, algo más relajado...

-Dios, estoy ardiendo. –Nadia se frotaba los ojos, varias de las personas decían lo mismo, sus rostros estaban colorados en algunos de los casos.-

-¿Tienes calor? –Felipe la miró de arriba abajo.- ¡Pues al agua!

Entre dos chicos tiraron a Nadia al agua, la piscina parecía volver a convertirse en el foco de las atenciones, pese a que ya parecía haber tenido su momento de gloria. Entonces, las cosas empezaron a precipitarse, efectivamente, la música cambió, el estruendoso "Chimpun Chimpun" dejó pasó a algo más calmado y melodioso.

Raúl se acuclilló, alguien aprovechó para pellizcarle el trasero.

-¡Eso es traición! –Fingió un falso enfado mientras se abalanzaba hacia Marta y Ana, que corrían en dirección contraria, inmersas en un mar de risas.- ¡Reclamo una compensación!

-Sí, sí... –Carcajeaba Ana, cubriéndose detrás de uno de los bancos de piedra.- Te sacan fuera del agua y eres súper lento, como cuando eras pequeño, siempre eras el último.

-¡Oye! ¡Es verdad! –Marta pareció recordar.- Siempre perdía en las carreras, se ponía a llorar diciendo que le habían ganado dos chicas... ¡jajaja!

Crispado y tocado en su orgullo, Raúl se abalanzó hacia ellas, pese a estar descalzas, le driblaron con pasmosa facilidad, ambas se internaron en la casa, el chico no pudo dejar de observar el contoneo febril de sus pechos al correr, era una visión fascinante, temió que ante su ropa interior como única prenda, comenzara a notársele la erección que tenia.

Las chicas se habían atrincherado en el salón, una vez que la pareja que ocupaba el sofá se había marchado, ellas saltaban, habían juntado los dos que había, improvisando una cama, los cojines del sofá, de tipo rinconera, volaban, al tiempo que las risas y la ropa. Entre los juegos de "te devuelvo el pellizco" y "pues yo te doy otro" pronto los toqueteos fueron evidentes, las manos de los tres volaban, la parte superior de la ropa interior de las chicas voló entre cosquillas y abrazos de oso, Raúl pudo sentir varias veces como alguna de las chicas le acariciaba fugazmente el paquete, que no hacía más que crecer y crecer.

A causa de la lucha y del cansancio, habían perdido el aliento, se dejaron caer en la "cama", con la respiración entrecortada, tan exagerada que casi parecían gemidos. De vez en cuando se les escapaba una risa, las miradas volaban. El primer beso se lo dio Ana, fue un beso gracioso, puesto que antes de unir sus labios, se dedico a frotar sus narices, un beso esquimal.

La temperatura estaba arriba, muy arriba, Raúl se sorprendió de lo que sucedía, de vez en cuando alguna pareja o grupo subía o bajaba por las escaleras, estaban a la vista de todo el mundo, aunque si bien es cierto que la gente parecía inmersa en sus propios asuntos, sobretodo sexuales, parecía que era la noche oficial del polvo fácil.

-Oye, oye, si queréis os dejo solos. –Se quejó Marta.-

-Anda ya, ¡Estrecha! –Emitió Ana, sarcásticamente.-

-Las dos sois unas estrechas. –Musitó Raúl, entre risas.-

-¡Qué dices! –Ana le pellizco de nuevo, clavándole la uñas.-

-Sí, lo sois.

-Que no, que tu flipas. –Marta también dio buena cuenta de sus uñas.- Aún me acuerdo cuando te ponías a llorar porque te habíamos visto la "picha", en tu casa.

-Aún me acuerdo de eso, fue impresionante, se puso rojo como un tomate. –Las chicas rieron.-

-Sino fuerais unas estrechas entonces no tendríais problema en hacer lo que os pidiera, todo lo que os pidiera. –Había lanzado la frase con un deje de actor, esperando que comprendieran que era una simple figuración, emulando a la típica película americana donde sucedían este tipo de situaciones.-

-A ver, dinos, espero que se te ocurra algo lo suficientemente "atrevido". –Las miradas de las féminas le taladraron, la mente del chico se llenó de imágenes de sexo explicito, pese a que había recuperado el aliento seguía respirando con dificultad a causa de la excitación.-

Se acercó a la oreja de Marta y susurró "Finge un orgasmo", la chica emitió una carcajada y comenzó su representación. Incluso lo escenificó, acarició su entrepierna y pellizco con suavidad sus pezones, aún llevaba braguitas, pero estas, mojadas, poco ocultaban los pliegues de sus labios mayores. Los sonidos orgásmicos de la rubia eran fascinantes, muy conseguidos, pronto tuvo que parar, no solo porque se estaba poniendo de verdad, sino porque la risa le impedía continuar.

-Ahora tu. –Se acercó a Ana y le ordenó.- "Sal fuera y vuelve con una ropa interior diferente a la tuya."

Ana chistó, salió de su improvisada cama y cruzó la puerta abierta, no tardó ni dos minutos en volver, llevaba unas braguitas rojas de encaje, también mojadas.

-Qué fácil. –Murmuró con autosuficiencia mientras mostraba sus braguitas y un par más adicional.- Ahí fuera se está montado una buena, parece que están todos muy "felices".

-¡Otra!, ¡Otra! –Marta le cogió del brazo y ofreció su oreja para que le susurrara su nueva orden, en esa posición tan sensual, Raúl estuvo a punto de devorarle el cuello.-

-Bien... –Pensó en seguir sus reclamaciones de película, algo que fuera más difícil, para que finalmente reconocieran que si eran unas estrechas, aunque no fuera así.- "Enróllate con Ana".

Los ojos de la chica se abrieron mucho, pareció dudar.

-¿Qué te ha dicho? –Preguntó Ana, tras los segundos de vacío de la otra chica.-

-Lo ves, no se atreve. –Rió el joven.- ¡Estrechas! ¡Todas sois iguales!

Antes de que pudiera terminar su primera carcajada, Marta se abalanzó sobre una sorprendidísima Ana. Sus besos se unieron, fue un poco violento, pero Ana, que pareció comprender de inmediato, suavizó las cosas. Pronto sus labios dejaron paso a sus lenguas, y se sucedieron las caricias. Raúl, atónito ante lo que veía, había esperado un beso y poco más, pero ellas seguían, y seguían, y al mismo tiempo, su polla crecía, y crecía... La temperatura ya era peligrosa, temió que el sofá saltara en llamas en cualquier momento. Hacía tanto calor que incluso le pareció una sensación artificial, como si estuvieran en un horno... Pero todo el sentido común de su cabeza estaba ahora volcado en sus dos pequeñas musas, que se comían la una a la otra.

Fueron largos minutos los que pasaron, Ana succionaba uno de los pezones de Marta, que se dedicaba a acariciar su cuello y a besarla por donde podía. Raúl temió que en cualquier momento se correría "en seco" uno de esos episodios tan temidos por los chicos, que aunque no solían pasarle nunca, siempre habías escuchado del "amigo de un amigo" y era horrible. Finalmente, se separaron un poco, Ana susurró unas palabras imperceptibles en la oreja de Marta, esta, por su parte, respondió con otras.

-Eh, tú, valiente, tengo un reto para ti. –Ana prácticamente se tumbó encima del pecho de Raúl, sus pezones estaban duros, tanto que le causaron un escalofrió a causa del rozamiento.- "Fóllate a Marta."

Su respiración se acrecentó aún más, desde hacía unos momentos, quizás a causa de la excitación, quizás a causa de que no tenia ningún control sobre sus actos, habría podido hacer cualquier cosa, desde entrar en la jaula de un león untado de sangre hasta acostarse con Marta, su antigua musa, aquella a la que quería mantener impoluta en su memoria y que se le ofrecía ahora mismo. No fue voluntario, antes de que pudiera completar un razonamiento, ya tenia su sexo delante, estaban desnudos, ella gemía, y su lengua barría sin cesar, una vez y otra, las partes más erógenas de su anatomía.

-"Así, campeón, fóllala con tu lengua, haz que se corra de gusto..." –Ana estaba en una situación de equilibrista, al lado de la pareja pero con su mano en la ya libre polla del joven, masajeándola muy lentamente, en algo parecido a una paja pero a cámara lenta, no buscando el orgasmo, sino la máxima erección.-

-Ah... ¡Ah! –Marta apenas respiraba, sus caderas se contoneaban.- Me voy a... Me voy a...

-No, no, tan pronto no. –Reía Ana, pese a que la mano que tenía libre hacia rato que acariciaba su propio clítoris.- Aguanta, aguanta.

-Sí, aguanta. –Raúl despegó sus labios del sexo de Marta, sus copiosos fluidos proporcionaron una escena muy húmeda y brillante.- Puesto que el nuevo reto de Ana será "hacer que Marta se corra".

La chica volvió a chistar, normalmente era decidida, pero sin perder su alo de fragilidad, esa noche no existía nada de eso, era otra, un súcubo enviado a la tierra, y Raúl no era dueño de sus actos, su conciencia hacía largo tiempo que se había apagado, su cerebro era ahora un mástil de carne hirviente. Ana se inclinó exageradamente, poniéndose de rodillas y dejando su sexo justo en la cara de Raúl, al tiempo que ella lamía el coño de Marta, él comenzó a hacer lo propio con el suyo, una posición probablemente sacada de cualquier película porno.

La rubia no pudo aguantar mucho más antes de correrse, entre muchos gritos ahogados, en un orgasmo más intenso que el fingido y que hizo que por su cadera pasaran mil vatios de potencia.

-Sigue... Sigue... –Rogaba Ana ante los atentos cuidados que le estaba dando Raúl por detrás.- No mucho más, ya casi...

Pocos segundos más tarde y ante el esfuerzo sobrehumano de Raúl, Ana se corría brutalmente, tanto que incluso no pudo mantenerse en la posición de rodillas, sacando culo, en la que se encontraba, y se desplomó encima de Marta. Ambas, sudorosas, pegadas, inflamadas de pasión, quedaron unidas, la polla del chico pensó que bien podría correrse en ese momento, encima de ellas, que sería lo más bonito que jamás hubiera podido imaginar, y eso que había imaginado muchas cosas.

-Nuevo reto... –Marta, aún con los ojos cerrados y con semblante de eterno disfrute.- Ana, tienes que hacerle una mamada...

-Y tu... tu... –Ana aún recuperaba la respiración, sus abultados pechos subían y bajaban a un ritmo elevado, esas tetas que muchos codiciaban y que ahora tenían un dueño, al menos esa noche.- Tu también, las dos... No, todo, hacerlo... Todo...

-El reto para los tres es... –Raúl ya no pensaba, recitaba las más oscuras intrigas que su mente escupía.- Follar sin parar, no dar descanso a ninguno, hacer que sigan corriéndose, una vez tras otra...

-Follar como leones... –Marta, a la que pocas veces había escuchado una obscenidad, la había dicho acercándose a su polla y mirándole con cara de cordero degollado.- El que más veces se corra pierde.

-Vamos uno a cero. –Se jactó Raúl, al tiempo que la chica se introducía su polla en la boca.- Aunque el empate está cerca...

Ana le ofreció sus tetas, él las aprovecho, las lamió, las acaricio, las estrujo, besó a la chica, la mordió, estaba encendido en la llama de la lujuria, no le habría importado nada, ni que fuera su amiga, ni su hermana, ni a su propia madre...

-Esto es... –La voz de Ana venia de otro sitio.- Lo que queríamos... ¿Recuerdas?

"¿Nunca has tenido un sueño subidito de tono con nosotras?"

Sin compasión, le introdujo un dedo en el coño, ella se irguió, recibiendo la violenta entrada, pronto ese uno fueron dos, pasaban sin problema, la cantidad de lubricante y saliva era enfermiza, Ana retozaba mientras le comía a besos, algunos pasionales, otros lentos y calientes, otros propios de cualquier novio. Raúl le mordió los pezones con especial fuerza, ella arqueó el torso, sin embargo, su cara quedó teñida por una sonrisa. Estuvo a punto de correrse, Marta no quería desprenderse de su mástil, pero aceptó a cambio de ser la primera en recibirlo.

-Espera, déjame a mi. –Ana, liberada de los dedos infames de Raúl, agarró el miembro duro del chico y lo aproximó a la vagina voluntariosa de Marta, que parecía en un estado de locura total, deseaba que la penetrara ya.- Pero tranquilos, con lentitud.

Raúl quería penetrarla ya, rápidamente, de un solo golpe, pero Ana, maliciosamente, lo agarraba con fuerza, dejándole solo que su glande acariciara los labios vaginales de la chica, ocasionándoles un doble sufrimiento.

-Puta... –Gruñía Marta, en medio de un delirio.- Déjalo ya... Tendrás tu parte...

Raúl empujaba, Ana apresaba su miembro con fuerza y le impedía penetrarla, de improviso, la tetuda lo soltó, la polla hirviente del chico se clavó en las entrañas de la joven, que no pudo más que emitir un grito sordo. Hubo un par de segundos de calma, acto seguido, Marta, con unas lagrimas tímidas en los ojos, rogó más.

Comenzó el acto, dentro, fuera, dentro, fuera... Raúl estaba apunto, su orgasmo se había retrasado solo por el improvisado bajón de ritmo que había provocado Ana, por lo demás, comenzó a notar ese pinzamiento que indicaba el inminente orgasmo.

-Aguanta, aguanta... –Ana, que se masturbaba con frenesí, dando buen haber de las tetitas de Marta, inclinó su cabeza hasta llegar justamente hacia la zona de penetración. Eran posturas imposibles, dignas, una vez más, de una película porno. La lengua de la morena pasaba con rapidez de la polla de Raúl a los genitales de marta, todo se llenó de saliva, la sensación fue indescriptible.- Un poco más, un poco...

Marta, con la cara rojísima, permanecía en silencio, con los ojos muy cerrados, intentando contener la furia que brotaba de su interior, pese a todo, su semblante era de placer enfermizo.

-Aguanta...

-No, no pue...

Apenas tuvo tiempo para agarrar con fuerza el cabello de Ana y tirar hacia atrás, su polla salió lanzando chorros de leche, fueron tres grandes descargas, la mayoría se lo llevó Marta encima, pero Ana, codiciosa, también recibió una en sus tetas.

Muscularmente, Raúl se sintió muerto, destrozado, normalmente después del orgasmo el chico necesitaba recuperarse, pero esta vez estaba literalmente destrozado, no sabía como moverse, estaba muerto, le costaba mucho respirar, tenía los ojos cerrados. Marta, por su parte, había recibido las caricias de dos de los dedos de Ana, que, untados en semen, se introducían en sus carnes a mucha velocidad. El "toque final" fue con la uña de la chica, acarició muy suavemente los alrededor del clítoris, el orgasmo fue bestial, más gritos si cabe que en el primero, aunque menos fluidos.

Semen, saliva, flujos vaginales... Por unos minutos, aparte de la música y un ruido de jadeos masculinos que llegaba de fuera, no se escuchó nada. Sus respiraciones se acompasaron, una mano femenina buscó la del chico, no supo de quien era porque tenía los ojos cerrados, sin embargo, prefirió no abrirlos, tan solo la estrechó.

[---]

Raúl jugó con el semen que se había depositado en sus dedos, recordándolo con todo lujo de detalles, no había podido evitar masturbarse, incluso teniendo el miembro en carne viva... Pese a todo, mientras recuperaba el ritmo, se resignó.

-"Aún falta mucho más..." –Pensó mientras ladeaba la cabeza.-

Capítulo XXIII

Las pastillas que se había tomado mejoraron ostensiblemente su malestar general, se sentía bien, cansado, pero bien. Respondió al mensaje de Marta, esta le citó en una cafetería cercana, pese a que no eran horas, la noche ya había caído hacia rato, pasaban varios minutos de las nueve.

-Hola. –Saludó tímidamente al tiempo que le daba los besos en la mejilla de rigor.-

-¿Todo bien? –Preguntó ella.-

-Sí, bueno... –Se rascó la barbilla.- Cansado, claro.

-Noche movidita. –La rubia bajó la mirada unos instantes.- Oye...

-¿Has estado recordando? –Raúl quería librarla del mal trago.- Sí, yo también.

-Bueno... –Entrelazaba sus dedos, nerviosa.- Y que...

-Pues... No te preocupes, fue culpa de Jaime, ¿No? Es algo que no podíamos evitar, ¡Estábamos drogados! No debes sentirte culpable, yo, por mi parte, lo siento, lo siento mucho, debí haber sido más...

-¡Jajaja! –La risa inocente de la joven fue audible en gran parte del local, los de la mesa más cercana se voltearon a ver qué le causaba tanta gracia.- Mírate...

-¿Qué? –Preguntó atónito.-

-Excusándote, pidiendo disculpas... Pareces un personaje de novela pidiendo perdón por haber manchado el vestido de una chica... –La tensión existente pareció desaparecer.-

-Bueno, es lo correcto. –Justo en ese momento llegaba el agua con gas que habían pedido por partida doble, no tenían el estómago para mucho más.- Pero, de verdad, lamento haberte echo esas cosas...

-Que violento suena... –Dio un trago a su vaso sin quitarle los ojos de encima, parecía feliz.- Como si me hubieras violado...

-Bueno... No era completamente dueño de mis actos...

-Yo tampoco, pero, sea lo que fuera la cosa que nos dieron, no hizo más que romper barreras...

-¿Barreras?

-Siempre tan lento... –Suspiró.- Tu siempre has sido la persona que me protegía... En el colegio, cuando las otras niñas se metían conmigo... Siempre que discutía con Ana eras el que nos unía, eras prácticamente nuestro salvador...

-Eran cosas de niños...

-Sí, cosas de niños, ya... –Cerró dulcemente los ojos, mientras se acomodaba en la silla.- Me sentía tan culpable... Cuando llegamos al instituto, yo estaba muy nerviosa, Raúl, mi primer amor verdadero, lo tenía delante y...

Raúl guardaba silencio, comprendía que la chica se estaba sincerando, estaba muy nervioso, no podía evitar mover las piernas de un lado a otro.

-No supe como decírtelo... Intente ocúltalo bajo la alfombra, ¿Se dice así? Todos los días, debajo de los falsos saludos cordiales... Yo intentaba decírtelo, que todo siguiera igual... Pero, crecíamos, y cada vez estábamos más distanciados... –Una lágrima brotó de sus ojos cerrados.- Después lo di todo por perdido, y... No sé... Todo ha sido muy rápido estos meses... No lo entiendo, y... Ayer... Bueno, lo hicimos, nos acostamos... No es como lo había soñado para nuestra primera vez, pero... Me sentí tan rechazada cuando dormí a tu lado y ni siquiera me tocaste, pensé que ya estaba todo perdido, que solo seriamos amigos, que no había posibilidad para...

-Marta...

-Porque me sentía como una imbécil... –Se enjuagó las lágrimas con el dorso de la mano.- Y encima conocí a otros imbéciles... Si supieras como fue mi primera vez, ese capullo solo quería... Bueno, ya te lo puedes imaginar...

-Marta...

-Lo de ayer quizás no fue premeditado, pero, al menos por mi parte... En cierto sentido... –Dudó.- No es algo de lo que me arrepienta.

Estuvieron en silencio un rato, hasta que sus vasos acabaron vacíos y las excusas para no hablar se agotaron.

-¿Algo más? –El camarero volvió para tomar nota.-

-No, dígame cuanto le debo. –Raúl sacó su cartera y pagó.- ¿Qué tal si tomamos un poco el aire?

Estaban cerca el uno del otro, ninguno con palabras lo suficientemente claras como para hablar.

-Mira... –Intentó empezar.- Sabes que eres muy importante para mi... Creo que sé por lo qué has pasado, yo también sentí algo parecido... Durante mucho tiempo me sentí tan solo... Tan... Abandonado...

Pararon ante un paso de peatones, el semáforo estaba en rojo.

-Te mentiría si te dijera que no me atraes, que no he deseado estar contigo muchas noches... –Tragó saliva.- Pero... ¿De verdad crees que funcionaría?

-Es cuestión de intentarlo... –Susurró ella, desanimada.-

-Sabes que después del verano estaremos lejos, la universidad será un mundo completamente diferente, y yo no soy suficiente como para cambiar el cauce de tu vida.

-¡Por qué no! –Le agarró del brazo.- Mira, sé que es difícil, y precipitado, pero... Raúl, si me das una oportunidad, si me...

Raúl la abrazó, estaban obstaculizando el paso de la gente por el paso de peatones, pero no le importó, fue un acto espontáneo.

-Marta, eres la chica más simpática, adorable y guapa que conozco. –La besó tiernamente.- Encontrarás a alguien que te merezca, yo soy Raúl, tu amigo... Ya hemos hecho muchas locuras, ya hemos traspasado muchas barreras... Vale que la juventud está muy mal, pero... No te perderé, no pondré lo nuestro en riesgo... Joder, tu eres de las pocas cosas que me dan fuerzas para levantarme por las mañanas...

-Son palabras demasiado serias para mis oídos. –La chica se acurrucó en su hombro.- Con un "No" me hubiera conformado, pero... Está bien...

-Marta, Marta, Marta... –Le limpió las lágrimas.- Si vuelves a llorar conseguirás que lo haga yo.

-¿Llorar? –Negó con la cabeza.- ¡Pero que va! Si solo era atrezzo para ver si te animabas, yo solo te quería por tu cuerpo, ibas a ser mi juguete sexual.

-¿Juguete sexual? –Raúl la estrechó hacia él, consciente de que necesitaba esas irreverencias para conservar un poco de su dignidad.- ¿Aún puedo replantearme la respuesta?

-Solo si me invitas a cenar... –La chica pasó su mano alrededor de su cintura.- Tengo hambre, apenas he comido en todo el día...

-Bueno... ¿Qué te parece una hamburguesa?

-Qué romántico. –Ironizo.-

-Sí, puede que no sea romántico, pero es real.

-¿Recuerdas cuando intercambiábamos los juguetes que nos regalaban con el menú?

-Tú siempre me quitabas los míos. –Gruñó Raúl.- Aún me acuerdo del perro con el balón de fútbol...

-¡Dios! ¡Qué tío! –Vociferó ella, riéndose.- Aún se acuerda del perro con la pelota, pero si teníamos seis años...

-Hay cosas que nunca se olvidan. –Sentenció.- Me debes un perro con una pelota, sino, no te lo perdonaré.

-Cuanto dolor para mi corazón...

La noche transcurrió entre risas, comieron, hablaron, saltaron, retozaron... Quizás Marta había perdido un novio esa noche, pero había vuelto a pescar un amigo para toda la vida. Raúl la dejó en la puerta de su casa y la despidió con un beso en los labios, casi como un flash back de todo lo acontecido la noche anterior, aún mucho por contar, sintió que por esa chica haría cualquier cosa, le deseó buenas noches, ella le pidió que la llamara un día de esos.

El chico anduvo hacia su casa, consciente de todo, aún recordando con cierto pavor lo acontecido la noche anterior, lo que acababa de pasar con Marta... No pudo evitar poner una sonrisa maliciosa.

-"He hecho un trío con Marta y Ana." –Se jactó.- "El sueño de mi adolescencia cumplido."

Su sonrisa disminuyó cuando recordó la segunda parte de su "trío", lo que había sucedido el resto de la noche no era tan bonito, quizás era más salvaje y pasional, un oscuro sentimiento... Llegó a casa, se duchó. Su hermana no estaba, él, cansado, se acurrucó entre las sábanas, alguien las había cambiado, por lo que estaban frías y suaves. Antes de que pudiera remediarlo, el sueño le alcanzó.

La buena compañía de la noche le impidió darse cuenta de que había olvidado su teléfono móvil en el escritorio, teléfono cuya pequeña luz parpadeaba. Eran casi las doce, había un mensaje sin leer en su buzón:

"De: Estela

Mensaje: ¿Dónde estás?"

Capítulo XXIV

Se había despertado relajado, muy relajado. Hacía mucho tiempo que no descansaba en condiciones, pero, esas horas de sueño, habían curado las mil heridas espirituales que le atormentaban. Había soñado otra vez con el segundo episodio de su "noche de drogadicción". Algunas escenas aún le provocaban escalofríos, sin embargo, ahí, protegido por sus sábanas, no podía evitar excitarse, era una faceta que no se conocía, que dudaba volver a utilizar jamás, pero...

-"Es sorprendente". –Rió en sus pensamientos.- "Hace nada todavía era un chico virgen que se mataba a pajas, y ahora..."

Suspiró. Desde su ventana entraba un cálido Sol, no quiso mirar que hora era, estaba muy cómodo en la cama, se acurrucó entre las sábanas y volvió a visualizarlo...

[---]

Ana estaba encima de él, ¿Dormida? ¿Inconsciente? ¿Agotada?, no lo sabía, pero le daba igual, sentía sus dos tetas aprisionadas contra su torso, irradiaban calor, mucho calor. Con Marta tenía estrechados los dedos en un gesto fraternal, quedó agotado después del acto, no pudo evitar cerrar los ojos, no habría podido jurar que permaneciera despierto todo el tiempo, sin embargo, era consciente de lo que pasaba a su alrededor.

Un sonido del exterior les hizo volver en sí, Ana fue la primera en reaccionar, se revolvió y clavó sus ojos en los del chico, este pudo ver como aún seguían inflamados en deseo. La chica de generosos senos y pálida piel comenzó un suave movimiento, arriba y abajo, apenas perceptible, salvo por Raúl, que sentía como las tetas de esta le acariciaban, causándole un cosquilleo que se extendía hasta su entrepierna.

De nuevo, un gemido brutal del exterior, Marta se incorporó y caminó, como un zombi, abandonando el fortín que habían construido con los sofás. Ana la siguió, sin soltar la mano de Raúl, que no tuvo problema con dejarse llevar.

La situación fuera rozaba lo irreal. Era una orgía, una bacanal, la mayor parte ya estaba completamente desnudo, el que más ropa llevaba, arrastraba los pantalones por los tobillos o un camisa cubriéndole el pecho, pero pronto todo voló, seguía haciendo calor, las mejillas de la mayoría estaban enrojecidas, frías gotas de sudor perlando su frente...

Raúl sintió algo duro y caliente rozar su muslo, se dio la vuelta y comprobó como uno de los chicos le había rozado con su miembro viril al pasar. Fue una sensación intrigante, una caricia diferente... No tuvo mucho tiempo para seguir pensándolo, puesto que un nuevo gemido le llevó a mirar hacia una de las mesas de piedra. El suelo, cubierto de ropa y toallas, parecía una colchoneta enorme en la que fornicar, pero en las mesas también había parejas, o tríos, o cuartetos...

El cabello rojo de Nadia se le hizo aún más brillante esa noche, parecía estallar en llamas por momentos, casi tanto como sus mejillas, cubiertas de pecas, que se contraía con cada uno de sus lamentos. Sus dedos volaban, hasta cuatro metía en su vagina, manchada de semen de alguno de los chicos, insuficiente, al parecer, para saciar el apetito de la lanzada pelirroja.

Había perdido de vista a Ana, pero Marta estaba delante de él, contemplando con fijación la escena. Raúl la abrazó por detrás, cogiendo sus pechos como si manzanas se trataran, procurando clavar su ya bien animado miembro entre sus glúteos, deseando que sintiera el calor lujurioso que irradiaba.

La brutal forma de masturbarse de Nadia, las otras escenas de sexo y las caricias de Raúl, terminaron por animar a la rubia, Raúl apretaba sus rosados pezones entre sus dedos, los pellizcaba y estiraba... Su respiración se fue volviendo inestable, se estaba excitando... Raúl la empujo ligeramente hasta uno de los bancos que había frente a la mesa que "utilizaba" Nadia. Como si fuera una muñeca, levantó la pierna derecha de la rubia y la apoyó en el banco, el sexo y el ano de esta, aún húmedos de la tanda de sexo anterior, aparecieron completamente ante su vista.

Se arrodilló ante tan bello cuerpo y lo besó, lo lamió, lo mordió... Casi hubiera preferido comérselo, pero no podía, le gustaba el sabor, adoraba las contracciones de la joven cada vez que él aceleraba el ritmo, le excitaba sobremanera la forma con que la rubia miraba la brutal paja a la que se sometía Nadia, que parecía retrasar y acelerar su orgasmo, preparando uno realmente brutal.

Raúl cogió su polla y la dirigió hacia la cueva secreta de la chica, la penetró lentamente, las paredes vaginales le acogieron con alegría, Marta jadeó, él empezó el vaivén, una, dos, tres veces... La penetraba profundamente, lo que obligó a la joven a inclinarse un poco hacia delante, al final, quedó con un pie encima del banquito y las manos apoyadas en la mesa, totalmente expuesta, Raúl aceleró el ritmo, quería someterla, quería hacerla gritar...

Sus manos se enredaron en el pelo de la rubia, tiraron de él, la chica gritaba, Nadia no paraba, sus dedos entraban y salían de su coño a una velocidad sobrehumana, su rostro estaba rojo, tanto que incluso parecía peligroso, sus pulmones se hinchaban y vaciaban a una velocidad equivalente a sus jadeos...

Entonces, Raúl tiró más fuerte del pelo a Marta, y la penetró salvajemente, sintió sus paredes someterse a su dura vara de carne, la chica parecía a punto del orgasmo, él quería verla llorar... Marta, inclinada, tenia la cabeza a pocos centímetros de la vagina de Nadia, fue testigo de primera línea de lo que iba a pasar.

Nadia gritó fuertemente, un continuado "Aaaaah", largo, larguísimo, sus piernas, flexionadas, empezaron a moverse de forma arrítmica, como sacudidas por una corriente eléctrica atroz, que también afectó a su vientre, pero lo mejor fue su vagina, se expandió al comienzo de su orgasmo, lanzando al aire un enorme chorro de líquido, bañó por completo el rostro de Marta y también el torso de Raúl. Nadia se había convulsionado con tanta fuerza que había estado a punto de caerse de la mesa, pero quedó tendida, como muerta, mirando con los ojos cerrados al chico. Este no supo que era, si orina o algún tipo de fluido sexual, pero si supo que le había excitado sobremanera, que quería ver a Marta igual. Sacó su miembro del coño de Marta y colocó la punta en su ano, la rubia hizo un leve ademán de retirarse, pero Raúl, que aún la tenia cogida del pelo, tiró de ella.

La embistió con dureza, apenas había entrado su glande, metió todo lo demás. La rubia grito, casi se dejó caer sobre la dura mesa, pero, acto seguido, tuvo un orgasmo. Fue corto y no muy intenso, pero lo tuvo. Su primer orgasmo semi-anal. Raúl, que parecía encantado de tirarla del pelo, condujo su cabeza hasta el coño de la aparentemente inconsciente Nadia.

La empujó hasta casi ahogarla en el inundado coño de la pelirroja, Marta comprendió, y lamió, con tanto esmero, que pocos minutos después todo el coño de la chica y gran parte de la mesa estaban limpios de ese líquido que había salido como un chorro de su vagina, la pelirroja se movía de vez en cuando, pero parecía agotada como para reaccionar de otra forma, apenas si abría los ojos. Raúl se masturbaba lentamente, en su polla, las venas se marcaban como nunca antes las había visto, estando en condiciones normales le hubiera dado miedo, pero en esas, bajo los efectos de la misteriosa droga, tan solo se masturbaba.

Alguien jadeó cerca de él, se giró. Algo denso y caliente impactó en la comisura de sus labios, Raúl supo lo que era al instante, por el fuerte olor. Semen. Alguna corrida intensa le había alcanzado, él ni siquiera buscó quien había sido, sintió un escalofrío cálido, sacó la lengua... Y lo probó. Era la primera vez que lo hacia directamente, antes solo lo había hecho después de besar a una chica que le hiciera una felación, nada más. No estaba rico, pero tenia un sabor... Especial.

Sintió su orgasmo próximo y se apretó con fuerza el pene, hasta que los efectos se relajaron, no quería perder esa extraordinaria erección que tenía... Marta seguía, casi obsesivamente, con su particular lamida al coño de la pelirroja, que poco a poco volvía en sí.

Alguien le cogió de la mano, una chica, de pelo castaño y tetas pequeñas, le miraba con lujuria, le arrastró unos metros, él se dejó llevar. La chica tenía unos ojos marrones intensos. Le llevó hasta una toalla en el suelo, en ella estaba Felipe, con una tremenda erección. Su pubis estaba a medio rasurar, dejando solamente vello alrededor del mástil, que se alzaba, imponente. Poco a poco, la chica se acuclilló, se sentó de espaldas, encima del pene de su amigo, clavándoselo en el culo, insertándoselo hasta lo más profundo de su ser. Lentamente, se tumbó encima de él, abrió ligeramente las piernas...

Raúl comprendió, lo había visto en alguna película, de todas formas, hubiera sido eso o no lo que quería, lo habría hecho, no tenía forma de establecer reglas... Con cuidado pero con impaciencia, se inclinó, colocó su polla frente al coño de la chica, la penetró lentamente... Se acomodó. Era una sensación diferente, la polla de Felipe oprimía el interior de la chica, haciendo su vagina más estrecha, por lo que le daba más placer, aún más placer, además, estaba más caliente... Pero lo mejor fue cuando empezaron el mete saca, sentir "otra cosa" moviéndose tan cerca, esa calidez, esa estrechez... La chica gritaba y jadeaba, casi desde el principio, muy excitada, pero los chicos disfrutaban, al menos en el caso de Raúl, era su primera doble penetración, y seguramente en el de Felipe también.

Aceleraron el ritmo hasta hacerlo brutal, la penetraban sin compasión, buscando su máximo placer, la chica no tardó muchos minutos en deshacerse, el placer la llenaba por sus dos orificios, terminó de forma rápida y ruidosa. Pese a todo, Felipe y Raúl no habían acabado cuando la "rápida" mujer intentó zafarse de su doble "abrazo", por lo que tuvieron que utilizar un poco la fuerza. Finalmente, Felipe se corrió, Raúl pudo sentir el chorro de semen de su amigo, golpear con fuerza el interior de alguna pared de carne, dentro de la chica. Esta, desagradecida, le quitó de encima, sonreía, y negaba con la cabeza, como queriendo decir "Tú no vas a terminar..."

Le dolían intensamente los testículos, Marta y Nadia, recuperada aparentemente, jugaban encima de la mesa, lamiéndose mutuamente. Cerca de él, un chico le hacia una felación a otro, Raúl se acarició los huevos y buscó un objetivo, alguien que le apeteciera sobremanera. Adrián estaba follando con una chica negra, con calma, sin prisas, pasó por su lado, la chica se pellizcaba los pechos mientras Adrián la penetraba. Raúl finalmente encontró una incauta, estaba con otra persona, en una maraña de cuerpos, pero con la casualidad de que estaba follando de rodillas, con la cara justo a la altura de su polla. Se la metió en la boca sin mediar palabra, tan hondo que tuvo que se atragantó, le reprendió con la mirada, pero sin embargo, como las otras, estaba henchida de deseo.

La succionó con ansia, ayudándose en las caricias con la mano que no tenia ocupada. En esa fiesta no importaba la poca experiencia o los roces ocasionales con los dientes, Raúl pronto no pudo más, apartó a la chica de su camino y se lanzó con voracidad sobre la negra a la que había visto antes, Adrián ya había terminado y estaba en el suelo, respirando a grandes bocanadas, la chica disfrutaba aún del cosquilleo de un orgasmo. Se corrió en su cara, soltó dos potentes chorros, estaba cansado, pero pudo observar el excitante contraste del blanco semen y su negra piel... La chica le miró con una sonrisa irónica, sin embargo, se humedeció los labios y le clavó una mirada aprobatoria. Raúl estaba agotado, el dolor de testículos continuó. Se dejó caer unos metros más allá, sobre un abrigo. Marta estaba ahí, por sus muslos correteaba, aparte de la mancha pegajosa de su excitación, una gota de sangre, que había formado una línea escarlata. Raúl la abrazó, no pudo más que besarla la nuca antes de caer, agotado.

[---]

Se quitó la sábana de encima y se incorporó, abrió la ventana entera, lo pasado la otra noche le había puesto inmensamente caliente, no podía evitarlo. Perezosamente, se estiró. Fue cuando terminaba de hacerlo cuando vio que la lucecita de su teléfono móvil parpadeaba, signo inequívoco de que tenia una llamada perdida o un mensaje sin leer. Cuando lo leyó, creyó que el alma se le caía a los pies...

Capítulo XXV

Estela no respondió a sus llamadas, ni siquiera le abrió la puerta, Raúl se personó frente a su casa en varias ocasiones, pero no pudo acceder a ella. Le mandó varios correos electrónicos explicándole los sucedido, pero tampoco recibió respuesta. Por casualidades del destino, la encontró una tarde, en el hipermercado. Ella frunció el ceño al verle.

-Hola... –Saludó él, tímidamente.-

-Hola.

-Oye, sobre lo de la otra vez...

-No pasa nada. –Explicó, fingiendo normalidad.- Leí tus correos y, bueno, no pasa nada, no estoy enfadada ni nada por el estilo...

-Entonces... ¿Por qué no respondiste ninguna de mis llamadas?

-Pensé que sería mejor que estuvieras relajado antes de que lo habláramos.

-Bien, sí, estoy... relajado... –Toqueteaba un bote de tomate con nerviosismo, ella lo observó y negó con la cabeza.- Me tienes que dar una oportunidad, tienes que...

-No, Raúl, mira... –Se mordió el labio.- Creo que podemos ser amigos, o sea, bueno, en estos meses todo ha cambiado mucho, no sé, cuando termine el verano te irás lejos, yo también debo seguir mi vida, y...

-Pero...

-Yo creo en el destino, tú apareciste cuando no tenía a nadie, cuando tenía... –Volvió a dudar unos instantes.- Malos pensamientos... Gracias por eso, te doy las gracias, eres un buen chico, pero creo que me obsesioné un poco, que fue una chiquillada pensar que a estas alturas podríamos...

-Sí, bien, está bien... –Raúl comprendió que todo lo que le estaba diciendo era un discurso aprendido, que lo había estado reflexionando durante esos días, que no tenía nada que hacer y que cualquiera de sus palabras solo lo empeoraría todo.- Pero te debo una cena, ya nos veremos...

El chico avanzó por el pasillo del hipermercado con paso ligero, tan centrado en intentar no derrumbarse y quedar en ridículo que ni siquiera fue consciente del acto reflejo de la chica al intentar detenerlo. Pagó la lata de tomate, el único artículo que había cogido, y se marchó.

-¿No ibas a comprar? –Le preguntó Laura, al tiempo que revisaba con curiosidad la única bolsa del chico.- ¿Tomate?

-Pide una pizza o algo, iré esta tarde, me había dejado el dinero y la lista y... Bueno, iré esta tarde... –Se escabulló de la ceja levantada de su hermana y se dirigió a su cuarto.-

-"Soy un gilipollas". –Se reprendió mentalmente, amargado.- "No solo la he cagado al dejarla plantada, tampoco debí decirle que estuve con Marta, ¿Por qué se lo puse en los correos?, se ha debido pensar que..."

Se dejó caer en la cama, con los ojos abiertos y la respiración acelerada. El verano había comenzado, en un par de meses dejaría todo, su casa, sus amigos, su vida... La universidad le esperaba. Había escogido aposta la universidad más lejana de su casa, quería aires nuevos, pero, ahora, no estaba tan seguro, de todas maneras, no tenía mucha elección, y quizás le sentara bien...

No salió mucho esos días, prefería ordenar sus asuntos, tenía muchas cosas que pensar y hacer, ya tenía una plaza en su nueva facultad, pero había otras cosas, como decidir que se llevaría y que dejaría, aún tenia mucho tiempo, pero le costaba asumir la realidad. Por unas semanas había pensado que Estela era su media naranja, y entender que la había perdido por una tontería, era difícil. Pese a todo, entre Laura, Cristina, Felipe y Adrián, consiguieron volver a sacarlo a la calle.

La playa nunca le había gustado especialmente, pero jugar al fútbol playa le animaba y todos parecían dispuestos a dejarse las piernas en la arena, con el secreto fin de que alguna chica les viera y quedara impresionada por su arrojo y entrega. Raúl, mientras tanto, jugaba para divertirse. Su relación con Estela no volvió a ser tan estrecha como en épocas anteriores, pero si se hablaban de vez en cuando, y se mandaban muchos correos electrónicos, por lo menos no la había perdido como "amiga", y eso le consolaba, poco, pero poco es más que nada.

-¡Mira que sois malos! –Adrián y Felipe chocaron sus manos, acababan de marcar otro tanto.- Os ganamos de cinco...

-No cantéis victoria tan rápido... –Raúl se hizo con la pelota que había sacado uno de los miembros de su equipo, regateó a Adrián, hizo una pared con su compañero, y marcó con facilidad.- De cuatro, y solo porque nos estamos dejando.

-Sí, sí... –Rieron, al tiempo que sacaban el balón.- Acordaos que hemos apostado que el perdedor invitaba a cervezas esta noche, nada de rajarse.

-Hum... Hum...

Los seis se dieron la vuelta, la persona que había emitido ese sonido era una mujer, de poco más de veinte años, llevaba en sus manos un balón de voleibol.

-Querrían... –Su acento inglés quedó claramente marcado.- Jugar... Volleyball...

-Eh... –Adrián le estaba mirando con fijación la parte superior del pequeño bikini, Felipe tuvo que darle un pequeño golpe en el hombro para que se cortara un poco.- ¿Jugar al voleibol?

En la red de voleibol, casi al lado de donde jugaban, había tres chicas más, todas ellas bastante guapas, cada una a su modo, parecía un grupo de turistas inglesas que viniera buscando Sol, fiesta y playa, las habían visto toda su vida, más de una vez se habían masturbado cuando las recordaban haciendo topless, pero eso eran pecados de juventud, ahora le estaban pidiendo que jugaran con ellas.

-¿Qué decís, chicos? –Andrés, el chico que jugaba como compañero de Raúl, tomó la iniciativa.- ¿Descansamos un poco las piernas y usamos las manos?

Raúl percibió que sus palabras iban con segundas y no pudo disimular la sonrisa, la verdad es que si le pesaban las piernas, llevaban varios días dándose auténticas palizas en la arena, tanto que buena parte de su grupo había preferido dejarlo por el momento, de ahí que fueran cuatro ese día, y ahora, cuatro turistas atractivas les ofrecían "jugar" con ellas.

-Claro, por qué no...

Al principio los grupos quedaron chicos contra chicas, los varones se sonrieron con suficiencia, pero las inglesas no eran tan malas jugando como parecía, y pronto se hizo evidente que les estaban dando una paliza.

-Joder... –Murmuró Felipe, con una media sonrisa.- Si todo lo hacen igual...

-Sí, oye, yo tengo dignidad, hay que hacer equipos mixtos...

Les costó hacerlas entender en qué consistía lo de los grupos mixtos, la chica que les había echo la proposición fue la que captó el mensaje y cogió a una de sus compañeras, arrastrándola al otro campo. Los equipos quedaron más nivelados, Felipe, Raúl, la que les había propuesto jugar y una de sus compañeras, contra el resto. Pronto se fueron marcando puntos de gran belleza, los chicos optaban por pegarle fuerte a la pelota, y ellas, por colocarla. Cada vez que se lograba un punto solían chocar sus manos, o incluso abrazarse si era especialmente bonito.

-¿Cómo te llamas? –Preguntó Raúl a la chica que les había dado la oportunidad de jugar, el balón acababa de salir del campo.- Tu nombre...

-Elizabeth... –Pronunció la chica, clavándole sus grandes ojos azules.- Liz.

-¿Liz? –Raúl sonrió y se señaló, en realidad sabía algo de inglés, pero le daba vergüenza quedar mal por su deficitaria pronunciación.- Yo me llamo Raúl, Raúl...

-Raoul...

-Raúl, sin o...

-Ra...

Quizás porque estaba demasiado embobado mirando como los finos labios de la inglesa pronunciaban su nombre, quizás por casualidad, el balón, sacado por uno de sus compañeros, fue a estrellarse estrepitosamente en su cara.

El golpe no fue tan doloroso como sentir las risas de las inglesas, que comentaban en su lengua nativa el accidente, Raúl sintió como su vanidad y amor propio eran heridos profundamente. Liz, mientras tanto, se había acercado a él para comprobar si estaba bien. Un par de furtivas lágrimas escaparon de sus ojos, no por el dolor, sino porque el balón llevaba arena impregnada y se le había colado en el ojo.

-¿Estás bien? –Preguntó ella.-

-Eh... Sí, no es nada... –Intentó ocultar su rostro, pero ella le cogió del hombro y le obligó a girarse.- Que no es nada, de verdad...

-Aún... Arena en el ojo... –La chica, que medía un poco menos que él, se inclinó y, en un gesto sensual y fraternal, sopló dulcemente para eliminar los restos de tierra que quedaran en su lacrimal.-

Raúl no dijo nada, sentir tan cerca la inglesa, sus labios casi rozando los suyos, su piel, suave y con la textura de la crema... Ella era alta, delgada, demasiado para el gusto de Raúl, con piernas extensas, piel poco bronceada, ojos azules y pelo de color paja. No tenía mucho pecho, ni un trasero espléndido, sin embargo, tenía uno de los rostros más bellos que había visto en su vida.

-¿Mejor?

-Sí... Gracias... Gracias... –Cogió la pelota del suelo, se aclaró la garganta para recuperar la compostura y reprendió a sus amigos, que se habían unido a las inglesas en sus risas, acrecentadas por su torpe reacción.- Venga, que tenemos que ganar...

Siguieron jugando bastante rato, entre punto y punto, Raúl y los chicos habían conseguido conocer al resto de las chicas, la que mejor hablaba su idioma era Liz, pero las otras, Gwen, Keira y Camila, también se defendían. Supieron que eran de Manchester, que acababan de terminar su primer año de universidad, las cuatro estudiaban medicina, estaban de vacaciones y querían divertirse.

Al principio, les intimidó que fueran uno o dos años mayores que ellos, pero después no le dieron mayor importancia, querían divertirse y, salvo Raúl, más tímido y reservado, los otros parecían dispuestos a colaborar. Cuando el Sol empezó a descender, decidieron dar por terminada la velada playera, tenían los brazos adoloridos, pero no les importaba, las chicas eran simpáticas, e incluso graciosas, físicamente tampoco estaban mal, así que...

-Ha sido muy divertido... –Liz utilizaba una de las duchas públicas para quitarse la arena que se acumulaba en su cuerpo.- Tus amigos son muy diversión.

-Divertidos. –Aclaró Raúl.- Tus amigas son muy simpáticas.

-Simpáticas. –Repitió la chica, intentando asimilar la palabra.- Tu también simpático.

-Y guapo, naturalmente. –Bromeó él.-

-Muy guapo. –Rió ella, cerró los ojos para recibir el chorro de agua en la cara, la verdad es que la estampa era muy sensual, el joven apenas pudo desviar la mirada para que no se notara lo turbado que se había quedado ante sus últimas palabras.- Pero sonríes poco.

-¿Sonrío poco? –Se quedó perplejo, no se lo había planteado nunca, no era tan dicharachero como sus conocidos y amigos, pero creía que tampoco parecía soso ni nada por el estilo.-

-Más guapo cuando sonríes. –Abrió uno de sus ojos para examinar su reacción, Raúl negó con la cabeza y ella amplió su sonrisa.-

Estaban sentados en el pequeño muro del paseo marítimo, secándose, ligeramente apartados del grupo, que hablaba a voces, riéndose y comentando cosas. Andrés y Adrián estaban exhibiendo su ridículo nivel de inglés, de donde se derivaban las carcajadas de las chicas, que, pese a todo, parecían encontrarles muy graciosos.

-Las chicas han quedado esta noche. –Explicó Liz.- Tus amigos estarán, ¿Vienes?

-Eh... –Les había escuchado decir a voces que conocían un sitio marchoso donde divertirse y tomar unas copas, había dado por sentado que se pasaría por ahí, pero el interés de la chica por su asistencia le hizo sentirse aún más interesado.- Sí, iré.

Se avergonzó de su escasa palabrería, se tenía por un chico culto y locuaz, pero sus respuestas no dejaban de ser esquemáticas y cortantes.

-Bien... –Ella sonrió de nuevo, se inclinó para coger su bolsa de playa, Raúl apartó inmediatamente la vista, dado que el escote de su bikini se acrecentó y había quedado justo en su línea de visión.- Te daré mi número...

Estuvo rebuscando durante unos segundos, al parecer, buscando un bolígrafo y un papel, sin embargo, lo único que encontró fue una barra de labios. Alzó los hombros, sin perder la sonrisa, y cogió el brazo del chico, donde escribió su número de teléfono.

-Nos vemos luego. –Se despidió, esperó unos instantes que sucediera algo que él desconocía, finalmente, frunciendo el ceño, lo dejó claro.- Creía que aquí se saludaba y despedía con dos besos.

-¡Oh! –Raúl saltó como si tuviera un muelle en el trasero, volviendo a sentirse ingenuo, le dio dos besos, se encontró con los ojos de la chica clavados en los suyos mientras pasaba de una mejilla a otra, sintió un escalofrío.- Te llamaré.

-Sí, lo harás. –Aclaró ella, segura de si misma.-

Hizo un gesto a las chicas y estas se incorporaron, después de la rigurosas despedidas, se marcharon en dirección contraria, comentando en su lengua nativa como les habían ido las cosas, sus risitas fueron una buena señal.

-Dios... –Felipe observaba como se perdían a lo lejos.- Me las follaba a todas...

-Sí... –Adrián asintió.- Esto parece una película, que cuerpazos...

-No seáis superficiales... –Raúl se hizo el ofendido, pero sus ojos y el número de teléfono que llevaba escrito en el brazo, le delataron.-

-¡Mira quién fue ha hablar! –Le amonestaron los otros.- Pero si no te has despegado de Liz en ningún momento.

-Elemental, mi querido Watson... –Andrés asintió.- Hay química entre los dos, si os dejamos un poco más solos, acabáis desnudos y retozando en la arena...

-Anda ya... –Observó de nuevo el número de teléfono grabado en su brazo.- Bueno, nos vemos esta noche, poneos guapos.

-Y traed condones. –Añadió Felipe.-

Entre risas, cada uno tomó la dirección que más le convenía para volver a su casa. Raúl no pudo evitar pensar en esos ojos acuosos y penetrantes de Liz, no le habría importado retozar desnudo con ella, se sonrió.

Continuará.

PD. Dedicado a todos los que con vuestros ánimos habéis conseguido que Raúl "viva" un día tras otro. Muchas gracias, Iván.