Esencia divina

Relato que intenta responder los eternos interrogantes del hombre (no erótico).

ESENCIA DIVINA

(por César F. Mondaca)

BASE NEIL ARMSTRONG, ESTADOS UNIDOS, AGOSTO DEL 2052

-6... 5... 4... 3... 2... 1... ¡Ignición!

Volutas de humo y lenguas de fuego se levantan en torno a la torre de lanzamiento. Toda la base parece temblar durante el instante en que la MAV-1, única aeronave en el mundo diseñada para soportar velocidades muy próximas a la de la luz, comienza a ascender lentamente, taladrando los primeros kilómetros de los quinientos que componen la masa de aire de la atmósfera terrestre. A bordo de ella me encuentro yo, Charles Fullman, calificado como uno de los mejores pilotos de la fuerza aérea estadounidense, y como el más experimentado astronauta. Con éste completaría mi cuarto viaje al espacio.

-Ninguna anormalidad, control, la computadora lo maneja todo a las mil maravillas. Cambio

-Bien Charles, déjanos esta primera fase en nuestras manos, tú dedícate a descansar. Hablaremos nuevamente antes de iniciar fase dos. Cambio y fuera.

Al cabo de unos minutos, la nave sale del campo de gravedad terrestre e ingresa al mar infinito del cosmos. Tengo por delante doscientos treinta mil cuarenta millones de kilómetros que, traducidos a velocidad luz, equivalen unas doscientas trece horas. La nave viajará a una velocidad promedio de cincuenta mil kilómetros por segundo con lo cual rondaré los cincuenta tres días de viaje antes de iniciar la segunda fase, cincuenta y tres días en que tengo que dedicarme únicamente descansar.

Sumergido en el silencio de mi soledad, repaso el motivo de la misión, y el solo pensar que el sobrevivir a esta expedición es prácticamente imposible, me causa una profunda angustia y hace que cuestione mi determinación de haberla aceptado. Soy como un conejillo de indias pues seré el primer ser humano en intentar atravesar un "agujero negro" del espacio, punto a uno de los cuales, la MAV-1 se dirige.

"Agujeros negros" del espacio se denomina a las zonas de dimensiones muchas veces superiores a nuestro sistema solar. Se forman con la muerte de grandes estrellas que, al colapsar, crean un campo de gravedad tan grande que ni siquiera la luz puede escapar a él. Todo esto serviría para formar un "túnel" el cual, teóricamente, sería un atajo para sortear grandes distancias medidas en años luz, o para unir dos universos paralelos. Por supuesto que todo esto se maneja en el campo de las hipótesis, y es por esa causa que me dirijo hacia uno de estos agujeros, para confirmar o desmentir esas teorías con el riesgo que ello implica.

La misión se divide en dos fases. La primera parte está completamente a cargo de los ingenieros de la base, quienes permanecen en contacto permanente con Simón, nombre de la computadora de la MAV-1. Simón retransmite todos los datos pertinentes de la nave, pasando revista constantemente de todo el instrumental de a bordo, proyectando en la base central la estructura de la nave con sus partes en una imagen holográfica a escala y en tres dimensiones. En caso de que alguna de estas partes o circuitos no llegasen a funcionar bien, se ordena la intervención inmediata de los micro-robots mecánicos, comparables a la función que cumplen los glóbulos blancos en el ser humano, para que se aboquen a la refacción de la zona dañada. También es controlado desde la base todos mis signos vitales, ya sea temperatura corporal, latidos, presión sanguínea, hasta mis propias excreciones.

En esta primera fase yo estoy obligado a descansar, y si no lo puedo hacer por mis propios medios tengo dos opciones: inyectarme una droga especial para inducirme al sueño cada veinticuatro horas o utilizar el sistema de realidad virtual y sumergirme en una bella fantasía. La segunda fase, si es que la hubiera, está a cargo de Simón y de mí, en realidad más a cargo de Simón que de mí. En los últimos diez años de los viajes realizados al cosmos, la importancia del hombre en la conducción de las naves ha sido relegada a un segundo plano, siendo desplazado por los ordenadores de inteligencia artificial, minimizando la tripulación a un solo astronauta, presente solo por sí ocurre algo inusual en el viaje, algo inusual que aun no ha sucedido: un contacto extraterrestre.

Ya ha pasado una hora del despegue y poco a poco la Tierra se vuelve tan solo una pequeña esfera azul. Tengo que descansar, así es que opto por colocarme el .C.R.V (Casco de Realidad Virtual). En honor a la verdad, debo decir que soy un adicto a estos "viajes" electrónicos. Uno puede elegir lo que se le antoje, como caminar en Marte, bucear en las profundidades del mar, o hacer el amor con las chicas más bellas. Esto es la realidad virtual, como por ejemplo tirarse de un avión sin paracaídas y sentir la desintegración de tu cuerpo y el frío aliento de la muerte sin ningún tipo de riesgo físico, el mental no lo puedo asegurar.

La obligación a descansar en estos cincuenta y tres días es prioritaria, y la base se encarga y vigila que realmente lo haga. El motivo es solo uno: mantener la mente despejada y alejada por completo de lo que es la misión en sí. Cabe destacar que cada veinticuatro horas me despiertan para alimentarme con comidas sintetizadas y balanceadas desarrolladas específicamente para mi organismo. Después de comer llevo a cabo un plan de ejercicios físicos controlados para mantener en forma mi composición muscular y evitar que ésta se atrofie por lo prolongado del viaje. El comer y ejercitarme, me demanda alrededor de dos horas de vigilia, para luego volver a recostarme e inducirme al sueño o al viaje virtual.

Me coloco el casco. Solo basta cerrar los ojos y pensar donde se quiere estar y que hacer. Elijo para mis primeras veinticuatro horas de fantasía, un hermoso paisaje con un lago azul perdido entre blancas montañas y verdes bosques, algo que ya desapareció en la Tierra. Una vez metido en el paisaje virtual, me recuesto a orillas del lago con mi caña de pescar entre mis manos; el sol y la suave brisa acaricia mi rostro y una sensación de paz me embarga. La línea que se tensa y mi primer pez, y la alegría, y la paz, y el descanso... el descanso... el descanso...

-Charles, Charles, despierta Charles

Escucho la voz de la base resonar como un eco a lo largo y lo ancho del bello paisaje. Debo volver.

Abro los ojos, y lo primero que veo son las frías estrellas con sus luces temblorosas. Las primeras veinticuatro horas pasaron en un abrir y cerrar de ojos.

-Lindo momento eligieron para llamarme. Justo me disponía a saborear una rica trucha arco iris. Cambio

-Siento haberte despertado de tu sueño Charles. ¿Cómo te encuentras? Cambio

-Digamos que con ganas de desayunar, almorzar, cenar, todo junto. Cambio

-Está bien. Puedes levantarte y consumir tu primera comida. Después de comer recuerda descansar treinta minutos. En ese lapso puedes leer los periódicos del día que están disponibles en el banco de datos de Simón. Luego inicia tus ejercicios diarios. Cambio.

-Ok muchachos. Por lo visto no dejan nada librado al azar. Cambio

-Hacemos lo mejor que podemos por ti Charles. Cambio.

-¡Tanta humildad me conmueve! Nos vemos, muchachos. Cambio y fuera

Me levanto y me desperezo, gracias a la gravedad artificial no tengo que flotar como los primeros astronautas del siglo veinte. Me dirijo a la gran pantalla y contemplo el espacio, el monótono pero cautivante espacio. No me canso jamás de mirarlo. Es un espectáculo que tan solo unos pocos privilegiados pueden apreciar desde la posición en que me encuentro. Ver las estrellas desde la tierra o desde un telescopio es una cosa, pero apreciarlo desde el espacio mismo, sentirse rodeado por completo de esa magnificencia infinita, es algo único. Me embarga una sensación de pequeñez absoluta y realmente lo es. Tratar de comprender lo infinito es imposible, va más allá de nuestra capacidad de raciocinio. Calcular las distancias a que se encuentran aquellas minúsculas señales de luz que emiten las estrellas más distantes, es solo cuestión de números traducido a miles de años luz, pero medir el universo… ¿A dónde llega todo esto? ¿A dónde termina? ¿Qué hay más allá del más allá? ¿Cómo entender que no existe un límite? ¿Cómo entenderlo? Un filósofo del siglo veinte dijo alguna vez que el infinito se esconde en la pequeñez y en la inmensidad, y que en estos dos puntos extremos radica la incomprensión de nuestra existencia.

Mejor será dejar mis abstractos pensamientos y dedicarme a comer y luego a mi sesión de entrenamiento físico.

Los días pasan rápidos y poco a poco me acerco al objetivo indicado. Todo se reduce a comer, ejercitarse y dormir, con un aseo cada cinco días. El viaje hasta las cercanías del "agujero negro" se desarrolla con normalidad, sin ningún contratiempo técnico de la nave ni físico de mi parte.

Así llegamos al día cincuenta y tres desde que se inició este viaje, quizás mi último día entre los mortales.

-Bueno Charles, es la hora de la despedida. No vamos a ser hipócritas y no reconocer que tus opciones de sobrevivir bajan estrepitosamente. De aquí en más, cuando estés adentro, no podremos comunicarnos; es así que te deseamos la mejor de las suertes. Cambio

-¡Oh, vamos, no me van a decir que ahora se han puesto sentimentales muchachos!

-No es por ti Charles, es por Simón¡ ¡Jajaja!

-¡Muy graciosos! Bueno muchachos, gracias por la despedida y espero verlos pronto. Cambio y fuera

-Bueno Simón, acá estamos tú y yo. ¿Qué nos deparará el futuro? Eso si que no lo sé

-Si quieres te puedo dar una lista de probabilidades y teorías.

-¡Oh, no Simón! Gracias. Cuando asumes la postura de científico eres realmente aburrido.

-Por lo visto no me tienes en buen concepto Charles.

-No te ofendas Simón, eres muy didáctico. Lo que pasa es que ya estoy viejo para soportar las explicaciones y enseñanzas, sea de un humano o un ordenador. Quizás, después de este viaje, piense en retirarme. ¡Pero basta de charla y emprendamos el viaje! ¡Adelante!

La MAV-1 avanza hacia el abismo. Durante los primeros minutos todo marcha bien. La oscuridad absoluta devora la nave. De repente una fuerte sacudida la estremece.

-¿¡Qué sucedió Simón!?

-Un meteorito nos sobrepasó muy cerca. Ellos están siendo arrastrados por la fuerza de gravedad del agujero, nosotros avanzamos más lento porque vamos frenando, aconsejaría apagar los motores y dejarnos arrastras libremente y de esta forma igualar la velocidad de otros posibles meteoros y evitar cualquier riesgo de choque.

-Muy preciso tu informe Simón, pero ¿por qué no informaste de la presencia del meteorito antes de que nos sobrepasara?

-Ya había sacado los cálculos, y estos decían que la nave no corría peligro.

-Está visto que llevo las de perder con los ordenadores en una discusión. Apaga los motores.

La MAV-1 es arrastrada por la atracción gravitacional del "agujero". El indicador de velocidad ubicado en el extremo superior izquierdo de la pantalla, muestra que vamos a veinte mil quinientos ochenta kilómetros por segundo, velocidad que va modificándose continuamente hacia arriba. De pronto, la gran succión. El velocímetro salta de los veinticinco mil seiscientos que llevaba en ese momento, hasta los cuarenta mil, sesenta mil, ochenta mil y en aumento. Es tan solo un milisegundo que quedo expuesto a tamaña aceleración, pero es suficiente para sentir como mi cuerpo se hunde contra el asiento, como si un gran pie invisible me aplasta sin piedad. El sistema de protección se acciona automáticamente, y una burbuja protectora desciende sobre mí nivelando la presión que soporto. Me siento desfallecer y tardo varios minutos en recuperarme.

-¿Te sientes bien Charles?

-¿¡Qué si me siento bien!? ¡Pedazo de chatarra! ¿¡Por qué no accionaste el sistema antes!?

-El sistema se acciona apenas se sobrepasan los 65 mil kilómetros por segundo, pero la variación de velocidad fue muy brusca en ese lapso.

-Perdóname Simón, la culpa no es tuya, es de los idiotas que te crearon. Ahora sé lo que siente un mosquito al ser aplastado.

-Observa la velocidad Charles

Miro la pantalla y quedo asombrado: ¡ciento noventa y siete mil novecientos treinta kilómetros por segundo y en ascenso!

-¡Dios mío! ¿Hasta cuando seguirá aumentando?

-No lo sé Charles, pero si sobrepasarnos el límite nos transformaremos en escombros

-¿No podemos aunque sea mantener la velocidad estable?

-Imposible. Los cohetes retro-propulsores no servirían de nada, se sobrecargarían en un abrir y cerrar de ojos y esto originaría el estallido inmediato

No me queda más remedio que esperar. El rojo titilar de la alarma se enciende e informa que nos acercamos al límite teórico que puede soportar la nave: doscientos cuarenta mil kilómetros por segundo. Miro el tablero, doscientos veinticinco mil y en ascenso. De pronto, todo empieza a vibrar, parece una gran coctelera lumínica.

La MAV-1 ha superado su propio límite teórico. Todas las luces interiores se apagan. El indicador de velocidad desaparece de la pantalla. El tablero de mandos se desconecta y el oxigeno que era inyectado a mi burbuja es interrumpido.

-¿¡Por Dios Simón, qué sucede!?

Simón no contesta. Todos los sistemas están muertos. Acciono el oxígeno de mi traje, es lo único que tengo, la burbuja puedo abrirla manualmente, pero si lo hago me desintegro. Tan solo me resta esperar y rogar que el viaje a través del túnel culmine antes que se acabe el oxígeno de mi traje. Me duermo...

Sigo sumido en la oscuridad. El oxígeno se acaba y la desesperación se apodera de mí. No aguanto más, abro la burbuja y todo sucede en menos de un segundo, pero eso basta para dame cuenta y sufrir las consecuencias de tamaña locura. Esta vez el pie invisible me aplasta con toda su fuerza. Mis ojos son los primeros en implotar, el traje se me pega a la piel y junto con ella se desgarran dejando al desnudo la carne. Esta se abre paso a través de mis costillas que también se aplastan junto con los órganos formando una sola papilla sanguinolenta estampada contra el asiento. Un último y horripilante grito surge de mi cadavérica boca, hasta que al final mi cráneo se pulveriza.

Me despierto de aquella espantosa pesadilla completamente bañado en sudor, a aquella realidad que no dista mucho de lo soñado. Todo sigue igual. Miro el reloj del traje, solo me queda una hora de oxígeno. Esperaré hasta el último segundo antes de arriesgarme a salir de la burbuja, lo único que me indica que seguimos adentro del agujero viajando a una velocidad imposible, son las constantes sacudidas de la nave, pero eso es pura suposición, el estar sin Simón es como estar ciego y sordo y nada puedo hacer, únicamente rezar y esperar.

Cinco minutos restan para que todo termine, y de pronto, la nave se sacude con más violencia. Pienso en el final, pero en ese instante todas las luces de la MAV-1 se encienden, al igual que la pantalla central que muestra una velocidad de 230 mil kilómetros por segundo y en retroceso. Ya no necesito el aire de mi traje para respirar, la burbuja es invadida nuevamente por el oxígeno salvador.

Un destello luminoso se observa por la pantalla central, es una estrella, y a esta se le van sumando otras. Jamás me alegré tanto en la vida de volver a verlas. Absorto en ellas, la voz monótona e impersonal de Simón resuena en mis oídos

-Charles, debo conectar el escudo protector. A esta velocidad los micrometeoritos nos pueden destruir

-¡Simón! ¿Dónde te habías metido? Has lo que tengas que hacer, ¡pero, por favor, frena este armatoste!

Simón coloca el escudo protector. Este comenzó a recalentarse. La alta velocidad en un espacio lleno de residuos cósmicos lo empezó a perforar de poco hasta dejarlo inútil. Entonces llega la hora de probar con los cohetes retro-propulsores. Se enciende el primero de los cuatro, dura muy poco pero logra llevarnos a doscientos mil kilómetros por segundo. Simón conecta los tres restantes, la frenada es brusca, explotan dos antes de detenemos por completo. Los daños en la MAV-1 son cuantiosos.

-Daños, Simón

-¿Por dónde quieres que empiece?

-Por lo esencial

-Nos quedarnos sin escudo protector. Poseemos solo un cohete retro-propulsor, por lo que podemos alcanzar una velocidad crucero sin arriesgarnos a quedar sin freno. Cinco de los diez ojos ópticos están destrozados por completo. Daños estructurales en un treinta y cinco por ciento. Sistema de comunicación averiado y cientos de daños menores en mis distintos circuitos.

-Muy alentador tu informe. ¿Posibilidades de reparación?

-Algunos de mis circuitos, el resto de los daños son irreversibles.

-Por favor Simón, ordena a tus "mecánicos" que reparen todo lo posible. Mientras tanto, sitúame donde nos encontrarnos.

-Nos encontramos a unas doscientas diez horas luz del Sistema Solar y a doscientas trece horas luz de la Tierra, pero en nuestras actuales condiciones...

-¡Espera, espera, espera Simón! ¿Acaso dijiste Sistema Solar, Tierra?

-Eso dije

-¡Pero aquí debe haber un error Simón! Muéstrame lo que puedas con tus ojos ópticos sanos

Simón dividió la pantalla en cinco partes y reflejó en cada una de ellas distintas secciones del lugar en el cual nos encontrábamos.

-¡No puede ser! ¡Es la misma disposición del mapa celeste que dejamos antes de entrar en el "agujero"! ¡Allá está el Sistema Solar, y acá tenemos a nuestro famoso "agujero negro" que por poco no nos partió en mil pedazos! Es como si no hubiéramos avanzado nada. ¡Quizás ni siquiera entrarnos, quizás entramos y nos volvió a escupir! ¡Por Dios, Simón, volveremos nuevamente a casa! ¿¡Cuánto calculas que tardaremos!?

-A pesar de los daños, podremos emplear el tiempo de cincuenta tres días si no surgen nuevas dificultades, viajando a cincuenta mil kilómetros por segundo

-Intenta una comunicarte con la base

-Imposible. Los daños en nuestro sistema de comunicación son irreversibles.

-Ok, no importa. Ya nos deben estar monitoreando desde la Tierra

Me siento feliz, muy feliz, pues regresaré nuevamente. Jamás vi la muerte tan de cerca como en esta oportunidad, pero a la vez me siento decepcionado, nada extraño o desconocido hemos descubierto, únicamente que la nave pudo soportar todos los limites establecidos y los había superado.

Ordeno a Simón que levante la burbuja y me libero del cinturón de seguridad de mi asiento. Me levanto y camino un poco ya completamente tranquilo. Después de la euforia previa, reflexiono sobre lo acaecido.

-Simón, ¿dónde te habías metido cuando estábamos adentro del agujero?

-Simplemente en mi programa no existe una probabilidad tan amplia de superar límites no establecidos por el hombre, en dos palabras: me desconecté. A semejante velocidad me consideraba destruido y al volverse a reducir y entrar dentro de rangos preestablecidos, nuevamente entre en funcionamiento

-Me parecía que tan perfecto no eras. ¿Cuánto falta para culminar las refacciones?

-Una hora

Aprovecho esa hora para comer y obviar los ejercicios físicos.

Una hora después.

-Refacciones culminadas

-Bien. Volvamos a casa

Suavemente nos ponemos en marcha. Por delante nos esperan cincuenta y tres días, tiempo suficiente para satisfacer mi adición a la realidad virtual.

Largas jornadas paso sumido en lugares desconocidos. Me despierto solo para comer cada veinticuatro horas, luego, vuelvo nuevamente a mis fantasías.

Cuando faltan tres días para llegar, y me dispongo a saborear mi postre, después de una abundante cena (o almuerzo) con productos sintetizados, algo me sobresalta de tal manera que casi me ahogo con la comida.

La conformación de los continentes que se me presentan ahora claramente a través de la imagen reflejada en la pantalla, no eran para nada conocidos. Le pido a Simón una ampliación de la imagen del planeta.

-Simón, ¿qué planeta es ese?

-La Tierra

-¿Seguro?

-Sin lugar a dudas

-Has una comparación de la conformación de los continentes de la Tierra que dejamos, con la supuesta Tierra que tenemos en frente.

-No coinciden para nada, pero es la Tierra

-Quiero que me des un análisis completo de ese planeta.

-Imposible Charles, recuerda que tengo varios sistemas inutilizados

-Por lo menos dime si su atmósfera es respirable

-Ciento por ciento. La atmósfera de esta Tierra no posee agentes contaminantes. Su ecosistema esta en perfecto equilibrio.

-Bueno, algo es algo. Vamos a bajar en ese planeta sea lo que sea.

A menos de un día de aquella Tierra, puedo ver maravillado un planeta hermoso, con el verde como un común denominador cubriendo en un noventa por ciento su superficie continental.

-¿Qué crees Simón de todo esto?

-Las teorías que ustedes me inculcaron, retroceso en el tiempo, avance hacia un futuro promisorio, mundos paralelos. Realmente no sé Charles.

-¿Hay vida?

-No lo puedo asegurar con exactitud pues no lo detecto con mis instrumentos averiados, pero como veras a simple vista se observa vegetación. Eso es vida

-¿Y de carne y hueso?

-No lo sé

Estoy intrigado y asustado. No sé lo que pueda hallar en aquel planeta, pero sí o sí debo descender, la MAV-1 no está en condiciones de viajar. Ansío encontrar la tecnología necesaria para repararla e intentar un posible retorno, caso contrario quedaré atrapado para siempre en un mundo desconocido.

-Estamos a punto de ingresar a su atmósfera Charles, asegúrate a tu asiento.

Me acomodo en mi asiento. Estoy ansioso. Cuando comenzamos a ingresar a su atmósfera, algo extraño sucede, la nave comienza a avanzar cada vez más lento hasta detenerse por completo y quedar suspendida sobre aquel planeta.

-¿Qué pasa Simón? ¿Por qué nos detenemos?

-No nos detuvimos Charles. La nave esta siendo frenada.

-¿Hay una especie de escudo protector?

-Ningún escudo protector. Una fuerza desconocida nos repele, como si se tratase de antigravedad.

-¡Eso es ilógico Simón! ¡Acelera!

Simón acelera pero no avanzamos ni un centímetro.

-¡Más potencia Simón!

-No sirve de nada Charles, por más potencia que apliquemos no avanzaremos. Es como el principio de acción y reacción, a medida que incrementamos la fuerza de empuje recibimos una igual y contraria la cual nos mantiene inmóviles y está provocando que los cohetes impulsores se estén sobrecargando peligrosamente. Jamás podremos aterrizar sobre este planeta existiendo dicha fuerza.

-Apaga los motores.

Simón obedece, y poco a poco, muy suavemente, la nave es repelida hasta quedar fuera de la atmósfera de aquel planeta similar a la Tierra.

-Un campo antigravitatorio. ¿Un universo negativo, Simón?

-Otras de las teorías. Un universo inverso

  • ¿¡Qué haremos ahora!?

-Es tu decisión Charles

-¡Pero dime al menos que otra posibilidad tenemos con este cacharro!

-Ninguna. Nuestra única posibilidad yace a más de quinientos kilómetros bajo nuestro, y nos es imposible descender.

-Voy a descansar Simón. Estoy agotado. Voy a dormir a ver si despierto de esta pesadilla. Después tomaré una decisión.

Duermo no sé cuantas horas, ya no me preocupo por los tiempos. Despierto y lo primero que veo es aquel planeta en la pantalla que supuestamente es la Tierra de no sé que tiempo y al cual no podemos descender. ¿Fuerzas inversas actúan en este universo? Tengo mis serias dudas. ¿Y si existiera una civilización inteligente que por miedo no me dejan ingresar al planeta? ¿Cómo comprobarlo? Quizás estén tratando de comunicarse y yo no lo sepa pues el sistema de comunicación de la nave está destruido. ¿Qué hacer? Lo más lógico sería comprobar una u otra teoría, un universo negativo o seres protegiéndose de mi. Ojalá sea lo último.

-Vamos a la luna, Simón. Vamos a comprobar si este universo negativo es tal.

-Avanzaremos muy lento Charles, mil kilómetros por segundo, dentro de seis minutos y medio estaremos llegando.

-Has como quieras.

Pronto estamos girando alrededor del satélite natural de aquella Tierra.

-Haz una comparación de esta luna con la nuestra.

-Todos sus componentes indican que es la misma luna, pero la conformación de sus cráteres en nada coinciden con los que tengo registrados en memoria.

-Bien. Comencemos el descenso y cruza tus cables que yo cruzaré mis dedos para que podamos alunizar.

La nave empieza a descender sobre un gran valle lunar. Estoy nervioso. En cualquier momento espero el rechazo, pero de pronto, la alarma que más temiera que se encendiera, empezó a sonar: la alarma de colisión. Simón comenzó su informe fatídico:

-Meteorito de masa diez veces superior a la MAV-1. Imposible evitar la colisión. Con el escudo protector no habría problemas en aumentar un cincuenta por ciento nuestras probabilidades de soportar el impacto, pero en estas condiciones la destrucción será total. Tres segundos...

No siento nada ante estas palabras de Simón. Solo veo por la pantalla central, la masa voluminosa acercándose a gran velocidad. Lo último que atino a decir es "Adiós Simón", y todo se estremece e ilumina, a la vez que me parece ser transportado a través de la nave y el meteorito. Aparezco de pronto al otro lado de la escena, flotando en el espacio fuera de la nave, y a la vez veo como ésta se reduce a partículas impactando contra el gran meteorito. Todo sucede en breves segundos. Por último, el meteorito se estrella contra la luna produciendo un gran cráter.

Comienzo a trasladarme a gran velocidad en dirección a aquel planeta similar a la Tierra. Intento ordenar mis pensamientos y tratar de comprender lo que me está pasando y lo que pasó, pero me es imposible, estoy muy confundido. Lo único que sé es que fui despedido de alguna u otra forma de la nave, pero ¿cómo?, y ahora me hallo en el espacio viajando a gran velocidad en dirección a aquel planeta sobreviviendo no sé por qué causa.

Ingreso a la atmósfera de la extraña Tierra y esta vez no soy rechazado. ¿Habré sido salvado por seres superiores? Empiezo a descender sobre un gran valle encerrado entre montañas altísimas con picos coronados por la blanca nieve. Sobre el fondo de aquel valle encerrado como en una especie de "U" por el cordón de montañas, se divisa la mole de rocas más grande que jamás haya visto ser humano. Es una gran montaña a la cual le calculo el tamaño de cuatro Everets juntos. Sigo descendiendo, y abajo me aguarda un gran bosque de árboles gigantescos y frondosos. Paso entre medio de las copas de estos y me deposito con suavidad sobre la hierba verde, fresca y húmeda, decorada por multicolores flores silvestres. Allí quedo parado, confundido y extasiado por el aire puro y fresco, por los miles de pájaros exóticos, por un cielo azul como el mar y por un sol acariciador. Después de salir de mi asombro, me doy cuenta que me encuentro desnudo, "valla situación" me digo, y empiezo a caminar. No sé hacia donde voy, tan sólo camino. Y así paso un tiempo indeterminado, caminando y caminando, sin sentir el cansancio en absoluto.

Me detengo unos instantes para tomar uno de los desconocidos frutos que se me ofrecen, entonces escucho un murmullo a mis espaldas, como de pasos sobre la hierba. Volteo para observar y los veo, un montón de personas a mis espaldas, cientos y cientos de hombres, mujeres, niños y ancianos, todos ellos me miran y sonríen, yo también les sonrío, nuevamente miro hacia adelante y cientos y cientos de personas hay delante de mi y hacia mis costados. Es como si siempre hubieran estado y yo había ido a parar en el centro de esa multitud. Todos sonreímos y comemos los frutos, todos estamos desnudos y comenzarnos a caminar otra vez. El viaje no se nos hace largo ni tampoco se nos hace corto, transcurre en un tiempo indefinido, carente de medida, en el cual gozamos ante tanta belleza que se nos ofrece, y gozamos de nuestra presencia. Estamos alegres por saber (ahora sí lo sé) que vamos "allí" sin saber lo que es ni donde queda y que nos espera, pero que vamos a llegar eso si que es seguro.

Pasa el tiempo indescifrable, me siento como en el primer momento en que posé mis pies sobre aquel planeta, ellos se sienten igual.

Al fin llegamos. Allí está El, majestuoso, imponente, protector y temerario, el gigante rocoso, La Gran Montaña. Nos detenemos por un rato a sus pies, deleitándonos con su grandeza, con su exquisita aspereza y solemne tranquilidad. Reiniciamos la marcha. Ahora viene la segunda parte. Tenemos que escalarlo. Hay que llegar más alto que las blancas nubes que lo rodean. Subimos, subimos y subimos sin cansarnos, sin detenernos, sin ir rápidos ni lentos, sin hablar (nunca lo hicimos desde, que llegamos al planeta), sólo sonreímos. Cerca están las nubes brillantes que nos invitan a envolvernos en ellas. ¿De lo que me pasó después del accidente?, no tengo deseos ahora de pensar en ello. Sé que trasponiendo aquellas nubes está la respuesta a todos mis interrogantes.

Las nubes nos envuelven, nos cobijan, nos individualiza. Aparezco al otro lado de las mismas, estoy solo, y no me sorprendo. Estoy solo frente a un imponente palacio enclavado en la montaña misma, de una blancura inmaculada. Estoy desnudo de espalda al mundo, de frente al universo mismo. Así estoy y así están todos los demás, cada cual por su lado, cada cual frente a un imponente palacio, que en realidad es el mismo. La divina estructura se halla resguardada por dos colosales columnas que se pierden en las alturas.

Comienzo a caminar muy despacio. Traspaso el umbral y ente mi se abre el universo. Estoy rodeado de estrellas, constelaciones, nebulosas, estoy en el espacio nuevamente, caminando sobre algo invisible. Una luz surge de pronto en el firmamento, una gran luz más intensa que todos los soles juntos. Comienza a bajar. Yo dejo de caminar, estoy como hipnotizado. La gran luz desciende hasta la altura en que me encuentro, está frente a mí pero no me ciega ni tampoco me quema, solo emite un suave calor reconfortante. La luz comienza a subdividirse en dos más sin perder tamaño ni intensidad, las tres son de las mismas dimensiones, las tres me rodean.

Una voz surge entonces, una voz que a la vez parecen tres:

-Bienvenido seas, Charles Fullman. En estos momentos te encuentras frente al tribunal celestial, dispuesto a juzgar tus actos durante tu breve lapso en la vida terrenal. Muchos son los interrogantes que te abruman, algunos te serán respondidos, otros, ya veremos. Tú eres la conciencia que habitaba el cuerpo de Charles Fullman, el mismo pereció en el impacto sufrido por su nave. No se equivocó del todo al decir que éste es un universo negativo digamos que éste es en realidad el positivo, el universo negativo es de donde él venía. La razón por la cual fue rechazado con su nave cuando quiso ingresar, es muy simple, él era un mortal y es imposible que un mortal logre entrar a la Tierra Divina. Ahora, has las preguntas que tengas que hacer.

No daba crédito a lo que acababa de escuchar. ¡No puede ser! ¿¡Yo muerto!? Si aún me siento de carne y hueso. Realmente estoy muy confundido.

-Usted… o Ustedes, ¿es Dios… son Dioses?

-Para ti soy Dios, La Santísima Trinidad

-¿Por qué para mí?

-Por el sistema de creencias que mantuviste en vida, y aunque hayas sido un cristiano muy superficial, esto que se ofrece ante ti es el sistema de creencias que adoptaste.

-¿Este es el verdadero?

-No hay ningún sistema de creencias que sea falso mientras todos guíen hacia un fin único que es el bienestar del espíritu. Todos los sistemas son valederos mientras se rijan por normas basadas en el bien.

-¿Entonces a aquellos que son de otras religiones, qué juicio les espera?

-A aquellos que son de otras religiones no se encontraran con la Santísima Trinidad, si no con lo que su sistema de creencias les indique.

Quedo en silencio por unos instantes meditando cada respuesta y pensando en todos aquellos interrogantes existenciales que tuve en vida (aún me cuesta creer que estoy muerto), y vuelvo a preguntar.

-¿Quién eres Dios?

-Una conciencia suprema. Yo soy todo y todos, tú puedes ser Dios, como Cristo y el Espíritu Santo son Dios. Dios es la suma de todas las conciencias que una vez instruidas se elevan, y al decir todas no me refiero únicamente a los seres humanos, me refiero a todo ser viviente del universo, todo aquello que contenga alma, llámese animales, plantas o extraterrestres como lo llaman los humanos.

-¿Extraterrestres?

-Así es, ¿o acaso crees que un universo infinito esta sólo hecho para los seres humanos?, existen infinitos mundos con infinitas formas de vida más desarrolladas y más primitivas, con sus infinitas formas de creencias.

-¿Cuál es el fin de la vida?

-Instruirse, elevarse y ser Dios, como tú lo llamas.

-¿Y el infierno?

-No existe en la forma que tu crees que puede ser. Al ir a instruirte en la vida mortal, puedes hacer de ella un "infierno" o un "paraíso", tu lo eliges, por tu conducta, por los pasos que das, por los caminos que tomas, pero el infierno en espíritu no existe.

-¿Qué pasa entonces con aquellos que no se desenvolvieron bien en la vida mortal, con aquellos que no hacen los méritos suficientes como para ser elevados y pertenecer a ti?

-Esa es una pregunta que tendrá su respuesta después de tu juicio, salgas o no beneficiado.

-Si tú creaste el universo, ¿quien te creo a ti?, ¿como surgiste de la nada?

-Yo nada creé, yo nada hice, el universo por siempre ha estado, yo soy el universo mismo, tú eres el universo mismo, todos somos la misma esencia. El hombre avanzó mucho en su ciencia para descubrir que hubo un comienzo de este universo, un Big Bang, como lo llaman ellos, pero antes del Big Bang, estuvo el mismo universo desarrollado con otras conformaciones, otras leyes físicas proveniente también de un Big Bang, pero esto viene sucediendo infinitamente y sucederá infinitamente, y tu estuviste y estarás ahí, por siempre, para siempre. Cada final que es un comienzo, es como una inhalación y una exhalación, un intercambio, una purificación.

Nuevamente quedo en silencio ya sin preguntas que me acucien. Entonces la Gran Luz continúa hablándome.

-Si ya has saciado tus interrogantes, que comience el juicio final para ti.

Asentí con un movimiento de cabeza. Tres rayos surgen, los cuales se unen y forman uno solo, cuyo vértice se dirige a mi corazón. Siento un leve cosquilleo en el cuerpo y comienzo a iluminarme y a iluminar todo a mí alrededor. Entonces aparece ante mí una gran balanza de dos platos. Sus platillos difieren uno del otro en cuanto a color se refiere, uno es de un azul intenso que irradia una gran luz, el otro es de un rojo incandescente envuelto en grandes llamas. No siento temor por esto pues sé que son simples símbolos de mi sistema de creencias. Y hacia la gran balanza se dirige mi cuerpo trasladado por aquel rayo, y no soy depositado en ninguno de los dos platillos, quedo parado sobre un pedestal invisible situado entre los dos símbolos. Comienzo a iluminarme aún más, el cosquilleo se acrecienta en todo mí ser y entonces miles y miles de "Yo", a una velocidad impresionante, comienzan a surgir de mí, depositándose en uno u otro platillo. Comprendo muy bien lo que está sucediendo, está siendo analizado cada segundo de mi vida mortal, cada instante de mis pensamientos, cada acto ejecutado, hasta completar los treinta y seis años que duró mi existencia. Estoy siendo vaciado, nada me acuerdo solo vivo el presente, y cada segundo transcurrido lo olvido. El rayo cesa. Me miro, soy un contorno, solo un contorno igual a las figuras depositadas en los platillos. La balanza se inclina muy levemente, pero se inclina. El fuego ha triunfado. Sin palabras comprendo lo que debo hacer, sin palabras comprendo que debo afrontar otra prueba.

Las tres luminosidades vuelven a ser una. No siento temor ante ella ni ante su fallo, sólo un profundo amor y un gran respeto, y la gran necesidad de poder responderle como es debido. Las palabras surgen de mí ser inmaterial:

-Hágase tu voluntad, Señor.

Lentamente la Gran Luminosidad asciende hasta desaparecer por completo en el infinito. Todo queda muy oscuro, ni estrellas ni constelaciones se divisan, solo soy yo y la profunda oscuridad.

Un punto de luz aparece frente a mí a lo lejos, en el infinito, y hacia él viajo. El punto se va acrecentado convirtiéndose en paredes de luces multicolores envolventes, como si de un cono se tratase. Estoy dentro del cono de paredes multicolores junto a miles y miles de contornos que esperan su turno antes que yo y después de mi, su turno para la Gran Prueba. Adelante y a lo lejos los colores giratorios se unen en un solo punto de luz, aquel es el destino de todos, aquel es mi destino.

Mi turno llega y los colores comienzan a cerrarse alrededor mío. A cada paso que doy mi contorno se reduce conforme a las dimensiones del cono multicolor, llegando a un grado mínimo y absoluto, hasta que los colores desaparecen y se funden en un punto de luz infinitamente pequeño. No soy nada y soy todo, y por un instante tengo la certeza del infinito y el conocimiento absoluto, por un instante soy el universo, por un instante soy Dios. Paso a través de aquel punto luminoso y esa sensación única e inexplicable desaparece, entonces me sumerjo en una luz incomparable, y me acomodo en un habitáculo acuoso, cálido, exquisitamente reconfortante, y en aquellas condiciones me adormezco...

ARGENTINA, JULIO DEL 2053, EN UNA TRANSMISION TELEVISIVA DE UN NOTICIERO

-...y después de varios meses de tras la desaparición de la MAV-1, se ha dado por concluida la búsqueda de la misma. Los científicos han descartado por completo que el piloto haya podido sobrevivir a las tremendas fuerzas cósmicas a que fue sometida la nave al ingresar a un "agujero negro". Con éste único y fallido intento, la NASA pone punto final a un ambicioso proyecto en la búsqueda de nuevas formas de viajar por el espacio.

En otro orden de cosas, la cancillería argentina...-

EN UN HOSPITAL DE USUHAIA, TIERRA DEL FUEGO, HORAS DESPUES DE ESTA TRANSMISION

SALA DE PARTOS 2-A

-¡Felicitaciones señora! ¡Es usted madre de un hermoso varoncito!

FIN