Ese delicioso coño peludo

Los mejores polvos con mi ex mujer eran sin duda los del sábado por la noche. Os diré por qué.

Los mejores polvos con mi ex mujer eran sin duda los del sábado por la noche. Os diré por qué.

El caso es que a mí me gustan las mujeres naturales, sin artificios, lejos de la absurda moda que vivimos de la depilación y la delgadez atlética. O sea que me gusta exactamente lo contrario, los muslos y el culo generoso, las caderas anchas, unos pezones grandes y un coño con mucho pelo. “Me depilo por higiene” dicen la mayoría de las mujeres hoy. Supongo que con “higiene” quieren decir reducir el olor y el sabor de su sexo...gran error. Millones de años de evolución han hecho que el vello esté donde está naturalmente entre otras cosas por motivos sexuales. El vello conserva el olor de las feromonas que nos vuelven locos de deseo y eliminarlo, por lo tanto, le quita morbo al tema.

Mi ex me daba el gusto de darme lo que me gustaba, un gran coño que jamás depilaba, lo que hacía que en verano incluso se le notase abultadito el bikini...y en invierno dejaba crecer algo el vello de las axilas...Me excitaba un montón verla meando, empapando sus pelitos y el coño que luego iba a devorar.

Porque esa es una de mis pasiones, comerme un delicioso coño peludo, tomarme mi tiempo para disfrutar y hacer disfrutar.

Pues bien, mi ex tenía la costumbre de ir al gimnasio los viernes por la tarde y ducharse allí. Si el sábado no salíamos de casa, cosa que sucedía a menudo, aprovechaba ella para limpiar,, cocinar y demás y llegaba a la cama por la noche sin haberse duchado, la mayoría de las veces.

Yo lo deseaba y según pasaba el día iba relamiéndome pensando en el banquete que me esperaba. Nos metíamos a la cama y empezaba a besarla para ponerla cachonda, le metía la mano en las bragas y se me iban los dedos directos a su ano, jugando, tocando, metiéndole un poco un dedito en el culo...eso le volvía local aunque no lo admitiese. Luego le decía las palabras mágicas: quiero comerte el coño, meterte la lengua bien adentro...ella se quitaba las bragas, trepaba hasta mi cara y de rodillas, ponía todo su coño en mi cara, sentada en mi lengua…

Joder qué paraíso, su coño estaba jugoso, oloroso y sabroso. Ese día y medio sin lavarse hacia concentrar cada sabor y cada olor en su justa medida. Sus pelos estaban impregnados cerca de la vagina de restos blancos de flujos y más arriba, en el clitoris, cambiaba el sabor y el olor a orina...mmmmm...dios, me volvía loco…

Cuando ella no podía más, se abría bien de piernas y me hacía clavarle la polla hasta dentro, mientras yo la,besaba profundamente haciendo que saborease su propio coño, algo que me ponía a mil...la corrida era rápida y fuerte por parte de ambos.