Ese cuerpo es tuyo, pero me pertenece a mi.

Ella conocía las reglas y sabia muy bien que lo que implicaba venir vestida de esa manera.

Ya había pasado par de semanas de aquella noche común y sin corriente, nuestros encuentros se habían ido anulando por motivos externos. Eran las 8.50 de aquel jueves, cuándo tome mi teléfono para llamar a Andreina y avisarle que ya estaba afuera de su casa.

Vi cuando abrió la puerta y con una hermosa sonrisa me saludo, quizás era el tiempo sin verla, pero hoy lucía mucho más radiante, esas mechas amarillas combinaban con su cara angelical, un vestido corto color rosa que resaltaba  sus lindas piernas y podía apostar que había elegido esa outfit para provocarme.

Se montó en el carro y después de darme un beso, iniciamos el recorrido camino a mi casa y así disfrutar de una película, que ya con anterioridad habíamos conversado.

Mi mano iba sobre su pierna, cuando sujetándomela me dijo.

  • Te tengo una sorpresa.

  • ¿Cuál?

Llevo mi mano a entre sus piernas y pude notar q no llevaba ropa interior.

En nuestro primer encuentro le había comentado que era una de mis debilidades, tanto así, que me encantaba mandar a quitar la ropa interior cuando mi pareja iba en falda o vestido.

  • Que lento, pensé q nunca te ibas a dar cuenta. No te emociones y sigue manejando. Me dijo mientras retiraba mi mano.

Mi paz mental ya había sido perturbada y a partir de ese momento una serie de pensamientos obscenos se apoderaron de mí.

Llegamos a mi cuarto y mientras se acostaba en mi cama, yo disfrutaba de una de las mejores vistas de mi vida, su gran trasero se ajustaba perfecto a ese corto vestido. En mi mente solo existían planes para subirlo, nalguearla y hacerla mía toda la noche, de la manera más morbosa y excitante posible. Mostrándole de esa manera las consecuencias de venir vestida de esa forma.

A su vez ella  jugaba a la provocación encima de mi cama  y mientras se movía, iba cambiando  de posición, se ponía boca arriba y boca abajo, sabía que yo la observaba detalladamente.

Me acerque a ella y la comencé a besar apasionadamente, disfrutando de cada una de sus poses. No pude aguantar más y comencé a tocarla mientras iba subiendo el nivel de mis besos y simultáneamente estimulaba su vagina.

Me alegraba saber que en esa habitación no era el único que había perdido el control de la situación, ella me había descontrolado con sus outfit y ese nuevo perfume que traía, mientras por otra parte yo iba causando un desenfreno sexual y una eminente humectación en su parte más preciada.

Levanté su vestido por encima de sus hombros, dejándola en total desnudez sobre mi cama. En ese momento yo tenía todas las características de una persona con el síndrome de Stendhal, literalmente estaba al frente de una obra de arte.

Mis labios peregrinaban suavemente por todo su cuerpo con destino a su entre piernas.  Sentía como ella se iba excitando cada vez más, mi boca comenzó a descender desde su cuello hasta sus lindos y redondos senos. De manera simultánea mientras me llevaba mis labios a sus pechos, seguía tocando su vagina la cual desde hace varios minutos tenía más en común con las cataratas del Niágara que con cualquier parte del cuerpo humano.

Sus ojos mostraban deseo y lujuria, su mente se debatía en como yo lograba conseguir ese efecto en ella  y cada centímetro de su cuerpo me demandaba el desborde de mis besos sobre ellos. Yo seguía bajando por su abdomen y admirando ese lindo piercing que poseía en su ombligo, proseguí con pequeños besos por su monte del Olimpo, me situé en la parte interna de su muslo y mientras besaba y lo mordía suavemente me dijo.

  • No me vayas a dejar marcas.

  • Si te refieres a chupones y mordisco, sabes que no soy de ese tipo de hombres. Pero si te refieres a mentales creo q ya es muy tarde.

Pude notar como cada músculo en su cuerpo se contrajo. Aproveche la situación para hundir mi boca y lengua en su sexo. Sus ojos me miraban fijamente,  detallando cada movimiento de mi boca en su vagina. Mi lengua se movía en forma circular por sus labios, mi boca se acercaba lentamente a su clítoris e iba succionando suave y sutilmente, mientras mis manos iban en franco ascenso hasta esos hermosos senos.

El incremento en la frecuencia de los movimientos de mi lengua se iba notando en el rostro de Andreina. Ahora era yo quien la miraba fijamente, descubriendo cada una de sus debilidades, sus puntos claves y cada acto que le hacían perder el control.

Podía notar como se descontrolabas a medida que mi lengua se movía por su clítoris, acompañada de pequeños chupones en esa misma área. Sus ojos se encontraban cerrados, una de sus  manos se encontraba apretando con fuerza la cabecera de la cama, mientras que la  otra se situaba sobre mi cabello indicándome de manera no verbal el placer que mis acciones estaban ocasionando.

Por otro lado yo disfrutaba de su humedad, no solo porque era una muestra más que tangible de su excitación, si no que ese exquisito néctar tenía un sabor y olor delicioso del cual me quería embriagar. Pude notar como estuvo a punto de acabar, como su cuerpo se contuvo para no llegar al tan anhelado clímax, pero con un último aliento me rogó con voz avivada.

  • No aguanto más, házmelo ya.

Disfrutábamos de la postura del misionero en su versión "el asiento de loto". Yo gozaba del calor de su ser, ella sujetaba sus tobillos con ambas manos permitiéndome llegar cada vez más profundo y más duro. Sus ojos se dilataban, sus mejillas comenzaban a sonrojarse, sabía que era producto del bombeo de sangre en su organismo, sus pies se contraían yo admiraba cada detalle de su cuerpo totalmente excitado.

Sus piernas me apretaban con fuerza y mantuve aquel ritmo hasta llegar a la gota que derramó el vaso y me presentó uno de los mayores placeres para todo hombre, generar placer y orgasmo en una mujer importante para él. Ella acabo para mí, alcanzó su clímax complaciéndome profundamente. Yo seguía erecto dentro de ella, tomándola por el cuello y besándola apasionadamente.

  • Hazme tuya en cuatro. Me pidió

Se puso de perrito y mientras me situaba detrás de ella, pude notar lo mojada que aún se encontraba, deslice mi pene, tome su cintura, su cabello y comencé hacerla mía, la combinación de sus gemidos, la manera como mordía la almohada y hasta su propios brazos me descontrolaba, nalgueaba una y otra vez sus gran trasero, ella disfrutaba cada movimiento pero más lo disfrutaba yo y justo, en el momento cero, decidí retirar mis 18 centímetros de su interior y desbordar todo mi semen sobre sus nalgas.

  • Ya veo q no exageraban, cuando hablaban de tus cualidades a la hora de tirar. Me dijo mientras se dejaba caer completamente en la cama.

Yo me encontraba exhausto y no pude decir una sola palabra.

Habían pasado casi una hora y ella había comenzado a vestirse, debido a que tenía que llegar temprano a su casa.  Justo cuando solo le faltaba ponerse sus zapatos, su teléfono comenzó a sonar a causa de una llamada entrante, ella contestó y me hacía señales para que me vistiera, yo seguía acostado admirando su cuerpo.

Se montó encima de mí, continuaba conversando y comenzó a tocar mi pene, el cual de manera casi inmediata se puso erecto, proseguía hablando y jugando con él, mientras que yo con un poco de fuerza la levanté y le di el espacio necesario a mi miembro para que entrara en ella.

Ella sonrió y me hizo señales de que estaba loco.

  • Por ti. Le respondí señalándola.

Ella terminó rápidamente la llamada y luego de varios segundos encima de mí se levantó

  • Vamos tarde. Dijo sonriendo

  • Lo sé

Me puse un mono deportivo sin bóxer y un suéter que hacían conjunto. Me levanté y cuando me terminaba de poner los zapatos, la escuché decir.

  • ¡Tú piensas salir así!

El mono dejaba totalmente visible la erección que aún poseía.

  • ¿Te molesta?

  • Me dan ganas. Además ¿y si alguien te ve?

La tomé por la cintura le di una media vuelta y la pegue contra la pared.

  • En serio tienes el descaro de decirme eso, cuando tú vienes vestida así.

Levanté su vestido y le di par de nalgadas, la mantenía recostada a la pared, cuando le susurré.

  • Además recuerda, que cada vez que salgas vestida de esta manera, me estás dando el permiso de hacértelo cuando quiera y dónde quiera.

Dicho esto lleve mis dedos a su entre piernas y aunque suene repetitivo, ella volvía a estar totalmente húmeda.

  • Tenemos que irnos, vamos tarde. Me dijo mientras se mordía los labios

Yo la penetre suavemente. Y más allá del placer o de buscar un orgasmo, ella y yo sabíamos que lo estaba haciendo solo por morbo.

  • Vámonos antes que me cojas en cada rincón de esta casa. Dijo un poco excitada.

Yo sonreí, retire mi pene, la volví a nalguear y me arregle el mono.

Ya nos encontramos en la autopista camino a su casa y yo permanecía tocándola suavemente.

  • No es que te vas a demorar toda la vida para llegar.

  • Tranquila puedo ir más duro, si así lo deseas.

Acto seguido acelere fuertemente el auto y el movimientos de mis dedos se vio alterado como si trabajará simultáneamente con el  acelerador del carro.

  • No vas a poder hacerme acabar con tus dedos.

  • ¿Me estás retando?

  • No, solamente te estoy diciendo que es imposible.

Yo seguía manejando, tocándola y disfrutando de cómo iba reaccionando. Mis dedos se movían de forma circular sobre su clítoris.

  • ¡Ya, para!

  • ¿Por qué?

  • Igual no lo vas a lograr.

Mis dedos comenzaron a moverse aún más rápido, ella abría cada vez más su piernas y apretaba fuertemente mi brazo con sus ambas manos. Nos encontrábamos muy cerca de su casa, ella gemía y jadeaba fuertemente. Estaba nerviosa, en estos momentos se encontraba dudando de su palabra.

  • Acaso estás cuestionando tu seguridad de hace minutos. Le pregunté con voz  atorrante

  • Cállate.

Estábamos a par de curvas para llegar, ella apretaba mi brazo con mucha fuerza, su cabeza se encontraba apoyada sobre mi hombro, buscando aguantar como diera lugar estás dos curvas. Sentí sus dientes clavándose en mi brazo. Yo no soy amante de los mordisco, pero en ese momento era una de las cosas más excitante que había vivido.

Mi tiempo termino y finalmente habíamos llegado a su casa, ella suspiro, dejo de morder mi brazo, lo beso suavemente y buscaba recuperar tanto su ritmo cardíaco como el control de todo su cuerpo.

  • Te dije que no ibas a poder, me dijo con una sonrisa y un poco de picardía.

  • El solo hecho que hayas dudado de algo que estabas tan segura, me deja complacido. Además estoy seguro que para la próxima vez, no tendrás en la mente que sea algo imposible. Por otro lado, mira el asiento y dime q no logré excitarte al máximo. Le dije con una voz de soberbio mientras la besaba

Ella sonrió y mientras bajaba del carro me dijo

  • Nunca pensé q me hicieran  sentir sexualmente así, avísame cuando llegues a tu casa.

Anonimoentrelineas