¡ Escuela Nocturna !

Estudiar nunca fue su fuerte, por eso ahora debe sacarse el titulo en la escuela nocturna. Claro que esta profesora no es igual que las que tuvo de pequeño en el colegio.

¡ESCUELA NOCTURNA!

Ricardo acababa de cumplir treinta años y aun no tenía el graduado escolar. Estaba cansado de escuchar en casi todas las fiestas con sus amigos las malsanas bromas que le gastaban a causa de ello. Fue por ese motivo y no por otro como adujo el, mejorar en el ámbito profesional si era posible, por lo que se apunto a la escuela nocturna para poder al final sacárselo. Pero pronto recordó el  por que no había conseguido sacárselo todavía, no le gustaba estudiar, era del mínimo esfuerzo, le costaba muchísimo hacer los deberes y lo único bueno de  asistir a las clases por las noches era poder ver a Natalia, su profesora. Cada noche antes de entrar a clase imaginaba cual iba a ser el vestuario de su profesora favorita. Alta, morena de pelo largo, a veces suelto, a veces recogido en un moño, delgada, con unas caderas sinuosas, bien dotada de pechos, y un culo espectacular. A veces iba vestida con un vestido provocador para el de mente retorcida, quizás normal para el resto de los humanos, otras veces llevaba un traje que la sentaba como si fuera una alta ejecutiva sexy dispuesta a todo y  otras veces llevaba unos pantalones finos ajustados que le daban a su trasero unas formas que invitaban al deseo. Todo un bombón para el deleite de sus ojos, y para  el resto de la clase evidentemente. Al final de la clase y ya de vuelta a casa siempre se preguntaba, ¿por qué una tía así no se fijara nunca en el?

Las noches fueron pasando, los meses, y sin darse cuenta se presento a solo una semana de el examen final donde se lo jugarían todo a una carta. Natalia les había dicho que sería muy sencillo, que prácticamente solo con estudiar un poco tendrían en sus manos el tan anhelado diploma, sin embargo Ricardo sabía que en su caso eso era prácticamente imposible. No había entregado casi ningún trabajo, algo que restaba nota al examen final, y que Natalia le había recriminado en varias ocasiones, amenazándole incluso con castigarle como si fuera un niño pequeño. Y por si fuera poco, no había atendido en clase casi nada fantaseando mentalmente con ella, montándoselo cada día en un lugar diferente. Y, por supuesto lo de estudiar por el día en sus ratos libres era algo improbable, por no decir imposible. De esta forma era evidente que el suspenso iba a ser algo matemáticamente posible, y una vez mas tendría que soportar las bromas y las chanzas de sus amigos.

A tan solo tres días del examen Natalia le pregunto cómo llevaba el temario, pues era solo uno que abarcaba todas las asignaturas, y el, ingenuo como nadie había respondido que estaba más que preparado para superar el examen. No sabía muy bien porque lo dijo, de hecho la sonrisa irónica y el movimiento de cabeza de su profesora le hizo comprender que su contestación había sido engreída y poco creíble por lo realizado a lo largo del curso. Sin embargo Ricardo pensó que lógicamente en algún lugar debía de estar ese maldito examen y solo con tenerlo un día antes en sus manos, le bastaría para poder responder correctamente al cuestionario y así conseguir ese maldito titulo que tanto se le resistía.

Durante todo un día pensó donde podría estar el examen, y teniendo en cuenta que Natalia llegaba justo a la vez que ellos al colegio y nunca portaba maletín alguno, deduzco que el examen debería estar a buen recaudo en alguno de los cajones de su mesa. Así que decidió colarse en el colegio por la mañana disfrazado con su uniforme de trabajo que bien podía pasar por el de alguien de mantenimiento de las instalaciones. Le fue relativamente sencillo llegar hasta la clase, y forzar el pestillo para colarse dentro. Tenía pensado inmiscuirse en la clase entre clase y clase, pensando que ese aula sería utilizado por algún curso durante el día, pero para su suerte no era así, y estaba cerrado y vacio.  Una vez dentro, solo tuvo que mantener la calma, acercase hasta la mesa, y rebuscar entre los cajones. Justo en el segundo había una copia del maldito examen, hizo una foto con el móvil a las respuestas y listo, solo quedaba por desaparecer y prepararse la chuleta con las respuestas para la noche siguiente.

Ya en su casa al día siguiente se apunto las respuestas por orden para copiarlas tal cual en el examen, pensando fallar una, dos o incluso tres respuestas para no levantar ningún tipo de sospecha. La noche del examen llego, y con total tranquilidad se sentó esperando el momento de ir contestando las preguntas de aquel sencillísimo examen, como muy bien les había dicho su profesora. Natalia escogió para la ocasión un traje conjuntado de blusa blanca y falda negra ajustada, con medias negras y zapatos de tacón. El pelo lo llevaba recogido en un moño sujeto con algo parecido a un palillo chino, y que para Ricardo guardaba todo un misterio, ¿Cómo se podría sujetar toda esa cantidad de pelo que tenia en un moño tan pequeño, y con ese palito de madera?

-Bien chicos y chicas, voy a repartir los exámenes y os adelanto que tenéis solo una hora para hacerlo. Tenéis tiempo más que suficiente, así que no os precipitéis en las respuestas. Es tipo test, de modo que solo tenéis que marcar la letra de la respuesta que creáis que es la correcta. Suerte y por ello, Podéis.

Mientras les hizo esta entrada tan amigable y entrañable, pues sentía un gran afecto y respeto por todos los allí presentes, no era fácil sacarse el graduado a nuestra edad cuando la mayoría de la gente lo hace de pequeños, había ido dejando el examen encima de las mesas de cada uno de nosotros, y cuando llego a la de Ricardo, le miro directamente a los ojos y le sonrío. Ricardo no supe muy bien como tomarse aquello. Era una mirada desafiante, era una mirada de aliento como insuflándole ánimos de cara al objetivo final.

Ricardo se relajo y fue contestando las preguntas tranquilamente, las leía, miraba su chuleta hábilmente escondida y apuntaba la respuesta. Ni demasiado rápido, ni demasiado lento, el tiempo suficiente entre cada una de ellas para no levantar sospecha. No fue el primero en terminar, pero tampoco el ultimo, ya saboreaba el titulo ansiado, ya nadie mas podría reírse de el por no tenerlo. Natalia dio unas palmadas levantándose de su silla tras la gran mesa, e indico a todos que dejaran de escribir y dieran la vuelta a los examines.

-Bien chicos y chicas, parar de escribir y dar la vuelta a los exámenes, el tiempo ha terminado. Os deseo mucha suerte y pasado mañana os daré los resultados, ok?. Podéis abandonar el aula.

Ricardo se levanto dejando pasar a dos o tres compañeros que habían sido mas rápidos al levantarse para salir por delante de él, y cuando ya enfilaba la salida, escucho pronunciar su nombre por aquellos labios carnosos y sensuales que tenía su amada profesora.

-Ricardo, ¿puedes esperar un momento por favor?, tengo algo de comentarte.

-Si, claro, espero. – alcanzo a decir Ricardo comenzando a ponerse nervioso, pero era imposible que ella supiese algo ya. Quizás al final del curso se le declarara, quizás también el la gustaba a ella.

Natalia cogió su examen el último y se sentó en su silla depositándolo en la mesa. Extrajo una cartulina con unos circulitos hechos a lo largo de ella que puso por encima del examen de el. Comenzó a puntearlo y al cabo de dos minutos ya tenía el resultado.

-No has acertado ninguna respuesta Ricardo. Un fracaso total y una grandísima decepción para mí.

Es imposible, me sabía todas las…..

Ricardo dejo la frase a medias al ver como su profesora tornaba la cara alegre que había tenido durante toda la noche por otra mucho más seria.

-Sin embargo si cojo esta otra plantilla del año pasado y la pongo sobre tu examen. – dijo extrayendo otra plantilla igual que la anterior pero con los círculos hechos en ella de otra forma distinta- Que casualidad, habrías acertado casi todas sacando un sobresaliente. ¿Puedes decirme cómo es posible esto?

Natalia se giro tras acabar de puntear de nuevo el examen de Ricardo esperando una respuesta.

-No sé a que se refiere, el examen no era difícil y me lo sabía, quizás haya equivocado las plantillas. – dijo Ricardo en su defensa.

-Basta ya Ricardo, ¿Cómo puedes tener tanta cara? – dijo Natalia dando una fuerte palmada sobre la mesa, que hizo retroceder en el tiempo al estudiante muchos años atrás, cuando es situaciones parecidas le habían pillado ya antes en el pasado. – Has robado el examen de mi cajón,  este examen es el del año pasado, y no el de este, por eso has acertado todas, y has fallado solo algunas a propósito, ¿Tu me crees que me chupo el dedo?

Natalia se levanto de su silla y se dirigió hasta la puerta de salida echando el pestillo de forma que quedaron ambos encerrados en el aula. Se giro y se fue directamente hacia su silla nuevamente quedándose de pie tras ella, mirando fijamente a Ricardo.

-¿Nada que decir?

-No, yo no he robado nada.

-Te grabo aquella cámara de allí atrás Ricardo.

Ricardo se giro hacia la parte trasera de la clase donde apuntaba Natalia, y vio una cámara de video que había pasado inadvertida para él durante todo el año.

-Es una cámara que instale yo, y que esta conectada al ordenador personal de mi casa, de modo que te he pillado infraganti jovencito.

-Yo, yo, yo lo siento pero es que….

-¡Pero es que nada¡. No has estudiado durante todo el año, no has hecho casi nunca los deberes, y cuando los has hecho casi siempre mal. Vamos que no has hecho ningún esfuerzo por sacarte el titulo, y encima robas el examen y me vienes de chulito.

-Lo siento. – contesto Ricardo.

-Si, si lo vas a sentir Ricardo, porque voy a tratarte como a un colegial, y ¿sabes lo que les pasa a los colegiales cuando su profesora les pilla robando un examen?, ¿Cuándo les pilla mintiéndoles y les hacen parecer una tonta?

-Supongo que estoy suspendido.

-Por supuesto que estas suspendido, ¿pero que mas les pasa?. – pregunto nuevamente Natalia, sacando una regla de madera de un metro de largo y bastante gruesa para palmearse la izquierda con ella de forma amenazante.

-Ahhh no, ni se le ocurra profe, suspéndame pero por ahí no paso. – repuso Ricardo de forma poco convincente.

-Si, si vas a pasar, y vas a tener otra semana para prepararte de nuevo el examen, y con mi ayuda, una ayuda especial para sacarte este puto titulo. Pero ahora y aquí voy a dejarte el culo que no vas a sentarte en una semana a gusto, ¿Entendido? – replico Natalia gritando esta última palabra.

Ricardo asintió, no sabía muy bien porque. ¿Por que la ponía cachondo así vestida y en esa pose?, ¿Por qué se sabía culpable del delito? ¿Por qué no sabía reaccionar ante una mujer con carácter tan fuerte y dominante?.  Definitivamente estaba enamorado de ella, y ella podría hacer lo que quisiera con el.

-Suelta tu mochila, y sitúate justo delante de la mesa con las manos sobre ella. Te quiero con los pantalones bajados e inclinado para que tu trasero quede bien expuesto y hacia fuera. Las piernas separadas, y cuanto mas tardes en asumir esa posición, mas me cabreare contigo y mas azotes te daré.

Todo este mini discurso lo dijo la profesora mirando fijamente a Ricardo a los ojos, y sin dejar de palmearse la mano izquierda con la regla, que con el sonido que esta producía ya hacía temblar de pánico a cualquier estudiante ante lo que se le venía encima. Ricardo soltó su mochila al lado de la gran mesa y la bordeo hasta situarse de espaldas al resto de la clase. Se desabrocho los pantalones y se los bajo, apoyo las manos sobre la mesa inclinándose y separo sus piernas tal y como le habían mandado.

-Muy bien, pues empecemos con el castigo ladrón de exámenes. Espero que se te quiten las ganas de hacerlo de nuevo y de jugar con el esfuerzo de la gente. El de tus compañeros que si han estudiado, y el mío que lo he puesto en enseñaros.

Natalia bordeo la mesa pasando por la espalda de Ricardo que permanecía callado como no teniendo respuesta ante tales afirmaciones. La profesora despareció por la espalda del estudiante que esperaba ya el primer reglazo, sin embargo lo que sintió primero fueron las manos de Natalia bajando sus slips, por lo que quedo con el culo al aire ante la mirada de su profesora. Ricardo estaba pálido, sintió una gran vergüenza que le hizo olvidar lo que se le venía encima hasta que sintió las caricias de la regla suavemente sobre su trasero.

-Voy a darte cincuenta reglazos Ricardo. Vas a contarlos todos y me vas a dar las gracias por cada uno de ellos diciendo lo siguiente. “Gracias profesora, me lo merezco por robar el examen. Por favor deme otro más”. Si te equivocas al contar comenzaremos desde el principio, si te llevas las manos al culo para protegértelo o para consolártelo a lo largo del castigo, recibirás cinco reglazos más por cada vez que lo hagas. ¿Lo has entendido?

-Si profesora. – contesto Ricardo.

Natalia no le hizo esperar mas, se puso en paralelo a el, llevo su mano izquierda a la cadera, se abrió de piernas todo lo que su falda negra ajustada le permitió y llevando la mano hacia atrás comenzó el castigo. Ricardo resoplo y dijo:

-Uno, gracias profesora, me lo merezco por robar el examen. Por favor deme otro más.

Y así fue cayendo uno tras otro los azotes que Ricardo se había ganado con su comportamiento. La regla fue tiñendo poco a poco aquel diminuto culo de un tono rosáceo al principio, que se fue convirtiendo después en un rojo intenso. A la mitad del castigo Ricardo se llevo las manos al trasero pues este le ardía demasiado.

-Veinticinco, gracias profesora, me lo merezco por robar el examen. Por favor deme otro más.

-Te acabas de ganar cinco mas. Gírate y vuelve a la posición de castigo Ricardo, - le recrimino Natalia que le tenía justo frente a ella dando saltitos y frotándose el culo con ambas manos, sin percatarse de  que estaba dejando sus partes nobles ante los ojos de su profesora. Ricardo unos segundo después retomo la posición pues el castigo no había concluido.

-Cuarenta y dos, gracias profesora, me lo merezco por robar el examen. Por favor deme otro más.

Ricardo volvió a llevarse las manos al culo cayendo de cuclillas sin dejar de consolárselo.

-Cinco mas, vamos que ya casi hemos terminado. – dijo Natalia que sabía del dolor que debía sentir su alumno en el trasero pues estaba siendo impasible con el, pero creía que se lo merecía y por eso no le perdono esta nueva falta. Ricardo con lágrimas en los ojos se levanto, coloco sus manos en la mesa, se inclino de nuevo, apretó los dientes, separo las piernas y saco el culo para afuera.

-Sesenta, gracias profesora, me lo merezco por robar el examen. Por favor deme otro mas.

El castigo termino y Natalia dejo la regla sobre la mesa justo delante de los ojos de Ricardo, que la observo con miedo, con temor a hacer algo malo y volver a tener que enfrentarse con ella. Natalia se acerco a el y le acaricio con ternura las nalgas, sintiéndolas extremadamente calientes. Se dio cuenta que le había propinado una zurra muy dura, merecida si, pero también muy dura y sintió pena por el joven, que tenia tres años mas que ella, pues acababa de cumplir la treintena. La profesora se acerco al oído de Ricardo sin dejar de sobarle el culo, y le dijo.

-A partir de mañana clases particulares en mi casa. Si vuelves a las andadas allí tengo unas zapatillas que están deseando calentar tus posaderas.

Natalia hizo un pequeño intervalo, su mano derecha no dejaba de acariciar las nalgas de Ricardo, pero lo que mas le sorprendió a este fue cuando con su mano izquierda la profesora cogió su miembro y comenzó a meneárselo para continuar diciéndole al oído.

-Ahora súbete los pantalones y sígueme hasta casa, vivo aquí cerca, tengo una crema especial para estas ocasiones, te la pondré en el trasero. Creo que me he excedido un poco, pero te lo has ganado a pulso cariño. Luego quizás juegue contigo de otra forma.

Y guiñándole un ojo le dejo camino de la puerta con la seguridad de que aquel hombre la seguiría, aunque antes de salir de clase le dijo.

-Estoy segura de que aprobaras, ¿sabes por que?

-Porque confías en mi. – contesto Ricardo.

-No cariño, porque este castigo lo he grabado y supongo que no querrás que tus amigos lo vean, ¿verdad?. – y sonriéndole abandono el aula y Ricardo subiéndose los pantalones, cogió su mochila y la siguió corriendo mascullando entre dientes.

-¡Zorra!

-Te he oído corazón, ya me lo pagaras.

-Mierda.