ESCUELA DE DISCIPLINA Capitulo 3
En este tercer capitulo centro una de las escenas, a los aficionados de mis seguidores al ABDL. Elisabeth es atendida por la Sra. Freyre mimandola al cambiarle los pañales siendo muy cariñosa, pero tambien muy severa con su zapatilla RELATO DE SPANKING DISCIPLINA REAL
ESCUELA DE DISCIPLINA Capitulo 3
Sir John se encontraba ensimismado en su trabajo, había disfrutado de una tarde bastante interesante como spanker, se estaba encargando de pasar al papel toda las incidencias, sentado en su mesa del despacho revisaba los expedientes uno a uno, en ellos añadía los hechos e incidencias que había observado durante las entrevistas, empezando por Penélope Riggs anotando la azotaina de la tarde anterior, así como remarcando subrayado, el motivo por el cual la había castigado, así como la azotaina administrada por la propia Sra. Freyre, por llegar diez minutos tarde deliberadamente. La azotaina que le había dado el mismo con el cepillo, anotando el motivo del porqué, así como subrayando al ser una reincidencia de la tarde anterior, había recibido varias azotainas en las últimas horas, sonriendo al recordar el precioso y encantador trasero de la joven. Al igual que la penitencia que había realizado en la cocina, de tener que copiar quinientas veces la frase que la Sra. Freyre había creído oportuna… “Debo prestar atención al vestir de forma adecuada en todo momento”. Dejando sonriendo su expediente archivado en su cuartilla depositándolo a su izquierda, escogió el siguiente expediente para anotar sus comentarios , en este caso era el de la Sra. Jenny Frentón, subrayando que había recibido una advertencia por vestir inadecuadamente, teniendo que volver al día siguiente perfectamente con vestuario apropiado. El siguiente expediente era de la Srta. Elsa Palmer, la profesora de educación sexual de cuarenta y cinco años, así como el castigo recibido, además de la prueba de sexo. Adjuntando una nota adhesiva pegada, de informar que su violenta escena de sexo, se habían tomado medidas disciplinarias contra el agresor, el Sr. Lexington. El siguiente expediente correspondía a Anna Bradford, anotando claramente su rebeldía pues le había disgustado su acción infantil. Nota: Ponerse una braga faja para dificultar la prueba. El siguiente era de la Sra. Amelia Davies, anotando con particular satisfacción hacia su forma de actuar como persona especializada, así como su comportamiento al ser castigada comportándose, como una muchacha de dieciocho años, algo que le había encantado su naturalidad y personalidad, adjuntando como en el expediente de Penélope Riggs, spankee personal. Luego hizo anotaciones en el del Sr. Lexington para finalizar. Buscando en el tercer cajón extrajo una cuartilla en blanco, asi como del segundo cajón cogió varios papeles ya imprimidos, pero en blanco sin rellenar para nuevas incidencias, como era el caso de la nueva sirvienta, Kathy.
Mirando su reloj de bolsillo con la cadena de oro, viendo que ya era hora de bajar a la cocina para levantarles el castigo a las muchachas, no porque se lo merecieran por su comportamiento, pero si al acercarse la hora de la cena, levantándose de su sillón reviso con la mirada que todo estuviera en orden, para que su asesora no tuviera problemas, al buscarlos para realizar las copias pertinentes, encaminándose hacia la puerta. No le llevo más que unos minutos bajar por la escalera de servicio, entrando en la cocina viendo a la Sra. Freyre atareada al estar próxima la hora de la cena. Ella se encontraba en el departamento de platos fríos, una espaciosa estancia de las cuatro dependencias que se componía la cocina, en la cual había una mesa rectangular de tres metros de larga, por dos ancha, y en las tres paredes repletas de paellas, sartenes, ollas, cazuelas y otros utensilios útiles de la cocina, todo ello bien ordenado en estanterías y clasificadas por tamaños. Justo enfrente de ella estaba la segunda estancia, entre estancia y estancia las separaba una gruesa pared, ya que estas eran huecas albergando en su interior puertas correderas contra incendios, que en caso de incendio se cerraban automáticamente, aislando una estancia de otra, para evitar propagarse el fuego, estancia comunicada a la primera por un arco circular de pared a pared, siendo el arco de piedra dando una apariencia atractiva y rustica, siendo esta estancia menor en espacio con armarios en dos de las paredes de las cinco en forma de pentaedro, excepto en la que se encontraban las chicas castigadas de cara a la pared, una a cada rincón de esa pared, en la cual había en el suelo un listón de dos metros y un centímetro de diámetro siendo este circular, teniendo como uso para castigo de sirvientas, en caso de ser necesario un reajuste de conducta, las hacían ponerse de rodillas sobre el listón, dando la casualidad que hacían contraste al tener sus traseros bien colorados, al permanecer en el rincón castigadas con sus manos sobre sus cabezas, Penélope con su falda tableada azul marino sujeta en la pretina de la cintura, con sus braguitas rosas de encaje bajadas a sus rodillas, en el otro extremo en el otro rincón, la chica nueva del servicio de cocina, Kathy. Con la falda circular de su vestido del uniforme azul celeste, arremangada y sujeta en la pretina de su cintura por dos cintas sujetas a un botón sosteniendo la falda, teniendo sus bragas bajadas a medio muslo en donde su fondillo quedaba expuesto, viéndose una pequeña sombra de humedad, y la cinturilla por debajo de sus rodillas dando cierto contraste de colores, al llevar las bragas blancas con dibujos de frutas variadas y sus colores característicos, como el amarillo de unos plátanos, el color naranja de la fruta misma, las uvas de color lila oscuro, o peras de color verde.
La estancia colindante era similar con un arco que daba a la estancia de cocina, la otra pared a la izquierda estaba ubicado el despacho del mayordomo, desde el cual supervisaría a su llegada al servicio, como a las doncellas, en la tercera estancia era donde estaban ubicados los fregaderos, como una maquina industrial de lavavajillas. Mientras en la cuarta y última estancia era la cocina principal, en donde había una cocina de ocho planchas, y diez fogones así como la parte de abajo eran ocho hornos, y en la pared de enfrente varios hornos eléctricos y de microondas, todo preparado para poder preparar cenas o comidas para quinientas personas, algo que solo sucedía en señaladas fechas durante el año, que acudía toda la nobleza británica o empresarios accionistas como sociedades privadas, a las fiestas que solía organizar su madre, o si eran de negocios por el padre, bajo supervisión de la esposa.
(Sir John) -. Como esta todo aquí abajo Rose Mery, ya está preparada la cena? Se han portado bien las chicas o les has tenido que llamar la atención alguna de ellas? .- Las muchachas al escuchar su voz, se pusieron rígidas y derechas. Dirigiéndose hacia las muchachas, les dio permiso para arreglarse sus ropas. -. A ver! Vosotras chicas!!! Kathy y Penélope, podéis subiros vuestras bragas y arreglaros la falda, cubriros el culo antes de que me arrepienta y os lo vuelva a calentar de nuevo.
Observando a las chicas como su primera acción, fue el llevarse sus manos a sus traseros doloridos, sobándoselos friccionándoselos con fuerza, sobre todo cogiéndose la base de sus nalgas subiendo y bajando sus manos friccionándose con vigor, bien por los picores que hacía rato que sentían y sus molestias que durante una hora no se habían podido sobar.
Sir John no perdió detalle alguno al verlas como al hablarles giraron sus rostros hacia él, contemplando sus colorados traseros, así como ver el culo respingón de Penélope, o lo pequeño que tenía el trasero Kathy, teniéndolo incluso demasiado pequeño para su tierna edad. Después se inclinaban despacio, pues el tensar su trasero al doblar sus cuerpos hacia delante, sentían nuevos y fuertes picores, al tiempo que bajando sus manos, rebuscaban entre sus bragas enrollada sobre sí misma en el caso de Penélope, la cinturilla ribeteada de puntilla elástica rosa para subírsela, ajustándosela a su cintura pero al pasar por su inflamado trasero, lo hizo muy lentamente y estirándola bien al ajustarla a su cintura, para luego soltar la falda de la pretina que se mantenía sujeta al llevar velcro para fijarla, dejando caer por su propio peso el vuelo de su falda tableada azul marino.
En el caso de Kathy tuvo que agacharse, ya que el fondillo de sus bragas lo tenía a medio muslo, pero su cinturilla la tenía por debajo de sus rodillas, por lo que sus bragas habían estado bien visibles y expuestas viéndose el reverso de ellas. Por lo que al vérselas ella como las mostraba mientras había estado en el rincón, sintió mucha vergüenza de sí misma. Subiéndoselas rápidamente pero con sumo cuidado al pasarla por sus nalgas, ajustándosela por encima de sus caderas ya que le subían por encima del ombligo al irle un poco grandes, supuestamente por que la Sra. Freyre al facilitarle su uniforme no disponía de bragas de su talla, y las que llevaba puestas al llegar, no eran las reglamentarias de la casa. Una vez se había subido las bragas, pasando mucha vergüenza al hacerlo, pues era consciente que eran muy grandes las bragas, sobándose el culo por encima de ellas una vez más, se soltó los dos botones de su espalda en su cintura que sujetaban enrollada su falda circular, sujeta por dos tiras finas a modo de presilla cosida por un extremo y el otro con un botón para sujetar bien la falda, en caso de ser castigada, tal y como lo había sido ella. al dejarla caer se tallo la falda para quitar las arrugas, y una vez arreglada se colocó al lado de Penélope esperando instrucciones.
(Sra. Freyre) -. No se han portado mal, John. Kathy sin dudas la he tenido que avisar un par de veces que dejara de sobarse el culo, pero no he querido regañarla más, para ser su primera hora en esta casa va bien servida la joven. Por cierto John! Antes no te he podido presentar a la cocinera, la Srta. Abesón de veintiséis años de edad, recordaras a su madre trabajaba antes de irte de la casa, aprendió de su madre a cocinar las preferencias de la casa, a ella no llegaste a conocerla de niña, pues vino al mundo seis años antes de haberte ido de la casa y aún era muy pequeña para corretear por esta casa. Mañana a primera hora llegaran las otras cuatro chicas, dos sirvientas y seis doncellas para limpiar la casa, también empezara el Sr. Johnson el mayordomo, al cual conoces ya que erais amigos de niños, su padre fue su antecesor en la casa, el jardinero Thomas también llegara mañana, desea que se la presente? Ella está en la dependencia de platos calientes.
(Sir John) -. Muy bien, pero mejor dejarlo para mañana, cuando esté el resto del servicio que pasen a presentarse a mi despacho, entonces ya conoceré a la cocinera con los demás, ahora no me encuentro de muy buen humor, por razones de conducta de ciertas jovencitas... La dejare siga con su trabajo, no olvide de arreglar a la pequeña Elisabeth para que baje a cenar, así como a la Sra. Amelia atiéndala bien en todos los aspectos, que se arregle de forma correcta para bajar a cenar, es como una jovenzuela a pesar de su edad, téngalo en cuenta cuando le de vestuario adecuado. -. Mirando a Penélope le dio instrucciones de las tareas que debía realizar antes de la cena. -. Tu desvergonzada!!! Sube a mi despacho y haz las copias de los expedientes que hay sobre mi mesa, mañana te encargaras de llevar esas copias a la oficina y entregar a mi secretaria que las archive, también te encargaras de revisar que se incorpore como debe hacerlo una secretaria, y no, como iba hoy vestida, yo no podre acudir, hasta media mañana al menos, cuando abre acabado las entrevistas citadas. Por cierto déjame sobre mi mesa el expediente de las dos entrevistas de mañana, a qué esperas para subir, o esperas que me saque el cinturón y te haga moverte con rapidez?
La Srta. Penélope Riggs salió de la cocina como “alma que lleva al diablo” lo más rápido que podía andar, tratando de caminar mostrándose indiferente, para que no vieran como le dolía el culo, pero las molestias de su trasero a cada paso que daba, sentía unos pinchacitos muy molestos, así como las molestias del roce de sus braguitas, jamás hubiera imaginado que unas braguitas tan cómodas y ligeras al ser de encaje, le molestarían tanto o más de lo debido, sobre todo por la inflamación de sus nalgas que las sentía que le pesaban más de lo acostumbrado, pero los poros de la piel por la inflamación rozaban en el encaje quedando trabados, y al ser más ligeras sentía como esos poros se enganchaban en el encaje. Teniendo la necesidad de llevarse una mano al culo y sobarse, tallándose la falda disimuladamente, porque se sentía avergonzaba hacerlo ante la nueva sirvienta, por ser Kathy más joven que ella. Mientras habían estado en el rincón de cara a la pared, la chica no hacía más que observarla viéndole el culo a Penélope lo morado que lo tenía, y Penélope respondía sacándole la lengua. Siguió su camino dirigiéndose al despacho para escanear los expedientes, al llegar al vestíbulo viéndose sola pues no veía a nadie, introdujo sus manos bajo su falda y se sobaba sobre las bragas por debajo de sus nalgas, subiendo sus manos por el culo acariciándose trazando círculos.
Aun estando Sir John en la cocina observando como la pequeña Kathy, se puso a ayudar a la Sra. Freyre teniendo que llevarse la mano al culo, cada vez que se tenía que inclinar a recoger algunas frutas del almacén o recoger un cuchillo que se le cayó al suelo al temblarle todo su ser, al sentir la presencia de Sir John muy cerca de ella.
(Sir John) -. Voy a subir a tomarme una copa, avíseme cuando la cena esta lista.
La Sra. Freyre abandono la cocina en compañía de Sir John, separándose en el vestíbulo cuando él se dirigió hacia el salón, y ella subía por las escaleras hacia el primer piso. Al llegar arriba al rellano, escuchaba sonidos extraños procedentes de una de las habitaciones. Abriendo la primera puerta más cercana, vio a la Sra. Amelia Davies que ya se había dado una ducha, estando vistiéndose teniendo el culo al aire muy colorado, al estar aún desnuda de cintura para abajo, se estaba poniendo la falda habiendo dejado para última hora ponerse las bragas, estando estas sobre la cama extendida, tal y como la Sra. Freyre se las había dejado. La mujer no se había dado cuenta de su presencia en el umbral de la puerta, por ello cerrando la puerta dejándola entornada avanzo hasta la siguiente habitación, al abrir la puerta averiguo de donde salían aquellos ruidos. Eran los muelles del somier lo que hacían aquel sonido, ya que sorprendió a la pequeña Elisabeth saltando sobre la mullida cama, como si se tratara de una cama elástica.
(Sra. Freyre) -. Se puede saber que escandalo es este? Tienes suerte mi pequeña! Que no te haya pillado Sir John saltando sobre la cama, te habrías ganado una buena tunda! Venga! Deja de jugar que voy a arreglarte para bajar a cenar, ven aquí niña!!! Deja de jugar!
Acercándose a la cama para poder cogerla, pues no cesaba de saltar por lo contenta que estaba, aunque seguramente tenía su trasero muy dolorido, pero se sentía feliz por volver a ser la baby, que llevaba meses que no podía disfrutar y ser ella misma. La Sra. Freyre dándole un fuerte azote en el culo sobre su bragas cubriendo su pañal, sonando a hueco al llevar puesto el pañal, la detuvo y agarro a la pequeña Elisabeth colocándola boca abajo, le desabotono el pijama por detrás, tras girarla poniéndola boca arriba, le quito primero la parte de arriba de las mangas del pijama de cuerpo completo, teniendo que regañar varias veces a la pequeña que no se dejaba desnudar, para luego quitárselo bajándoselo por sus piernas, depositándolo sobre la cama para ponérselo a la noche para dormir. Le bajo las bragas de algodón junto con las bragas de plástico, levantándole las piernas reviso el estado del pañal, encontrándolo bien mojado.
Poniéndole una cara de desagrado y meneando la cabeza a la muchacha, le acabo de quitar las bragas de algodón y las de plástico anti fugas. Luego teniéndola echada sobre la cama, la niña empezó a patalear jugando de nuevo, con lo cual le dio un azote en los muslos para que se estuviera quieta, y se dejase quitar el pañal, la Sra. Freyre le sonreía a la joven, pues disfrutaba viéndola tan feliz como estaba, le soltó los adhesivos laterales y con delicadeza le retiro el pañal dejando su sexo rasurado a la vista, luego levantándole las piernas para que levantase el culo que lo tenía morado, pues la azotaina con el cepillo había sido muy severa, le retiro el pañal enrollándolo en sí mismo, dejándolo caer al suelo, acercándose unas toallitas húmedas para limpiar y asear a la joven baby.
…Recordaba la Sra. Freyre en esos momentos, cuando la pequeña Elisabeth comenzó hacerse pis en la cama, teniendo doce años. Su mama tuvo un niño un hermanito para Elisabeth, ella se alegró mucho al tener un nuevo hermanito, pero al cambiar los pañales al pequeño, Elisabeth veía con que cariño su mama se lo cambiaba, haciéndole todo tipo de carantoñas, con lo cual Elisabeth sin saber cómo empezó a tener celos de los mimos de su mama a su hermanito, ella deseaba sentir aquel cariño que veía en su madre hacia su nuevo hermanito, al no prestarle la atención que requería. Fue cuando empezó a mojar la cama, así fue como logro aquel cariño de su mama con ella, y desde entonces había sido necesario ponerle pañales para dormir, y aun siendo toda una muchacha de veintiséis años, según el psicólogo llegaría un día que dejara de ser necesario, pero al ser mayor seguía igual, incluso su padre tuvo que contratar a una cuidadora durante sus estudios en la universidad, para ocuparse de ella. Esa cuidadora era una mujer estricta, y en la creencia que a esa muchacha lo que necesitaba era mano firme y disciplina, así que cada día que la encontraba con las sabanas mojadas por la mañana, pues a pesar de tener instrucciones de ponerle el pañal, no lo hacía, por lo cual cada mañana que mojaba la cama, le daba una azotaina sobre las rodillas. Con el tiempo se orinaba a cosa hecha sobre las bragas a pleno día, para recibir la correspondiente azotaina, haciéndose su pequeña Little Baby Girl, que tras el tiempo al no lograr quitarle la costumbre, la mujer empezó a ponerle pañales de nuevo incluso durante el dia.
Al acabar la universidad, su padre despidió a la cuidadora y la pequeña, enfurruñada como enfadada con su padre, se fue a vivir con ella durante un tiempo, hasta que dicha señora se mudó de la ciudad para casarse no pudiendo llevarse a la chica con ella, entonces fue cuando se separaron por primera vez. Pero a pesar de todo, Elisabeth había continuado su conducta como Little Baby Girl, así que su padre indignado a no dar abasto con ella, la llevo a la escuela de disciplina, durante un tiempo se encargaron de ella, pero el accidente la había obligado a cambiar. Por lo que en la oficina siempre tenía ropa para cambiarse, ya que acostumbrada a hacerse pis encima frecuentemente, se orinaba en las bragas sin darse cuenta de que lo hacía.
Una vez aseada le puso los polvos talco para escoceduras, poniéndole un pañal limpio así como unas bragas con un oso rosa en el culo y otro osito delante, no le puso las de plástico para que no hicieran ruido al caminar, luego la vistió con un vestido rosa que apenas la falda le cubría el abultado pañal, cualquier mujer de su edad estaría avergonzada de vestir de ese modo, pero en cambio Elisabeth estaba radiante de felicidad viéndose tan guapa en el espejo, levantándose la falda para ver sus braguitas con el osito rosa, cuando la Sra. Freyre se detuvo ante el espejo de cuerpo entero para verla bien, llevándola de la mano se dirigían hacia el salón a cenar, deteniéndose antes ante la puerta de Amelia. Al abrir la puerta…pudo ver como Amelia se contemplaba ante el espejo así misma.
(Sra. Freyre) -. Amelia! Estas lista para bajar a cenar?
La Sra. Amelia Davies se sobresaltó al ser descubierta observándose en el espejo, como se daba la vuelta una y otra vez, viéndose como el vuelo de su falda al girarse se acampanaba, dejando ver casi al completo sus bragas blancas de algodón con dibujos de florecillas en color rojo escarlata, que le encantaba llevarlas puestas, pero que sin duda le encantaba el lucirlas. Al escuchar la voz de la Sra. Freyre viéndola en el umbral de la puerta.
(Sra. Davies) -. Ho…hola! Perdón que decía…? Si claro… Ya estoy arreglada para bajar a cenar Sra. Freyre. Así es como debo bajar?
(Sra. Freyre) -. Es que no te gusta la ropa que te he preparado? He creído que sería la más adecuada para ti, dado que luego te tienes que presentar ante Sir John. Además te sienta muy bien ese uniforme de colegiala! Pero si no te gusta, te busco a ver que encuentro…
(Sra. Davies) -. No es eso Sra. Freyre. Es que me encanta vestir así, ojala en mi infancia hubiera podido tener un uniforme así para ir al colegio.
(Sra. Freyre) -. La verdad! Es que John no me ha informado de ti gran cosa, con el humor que tiene hoy, no le he querido preguntar! Pero me ha comentado que eras como una jovenzuela. He supuesto que dada tu edad para una jovenzuela, debe de gustarte como “rol”, a tu edad con tus sesenta años, era fácil presuponer que te encantaría poderte quitar años de encima, viéndote como una colegiala de catorce años, además te sienta de maravilla esa falda tableada escocesa, con esos cuadros de rojo brillante que la hace resaltar más, y al ser de peto en el pecho y con tirantes cruzados a la espalda, así como la corta falda que apenas te cubre tus braguitas, te da un aire de jovencita. Te convierte en una adolescente, además tu apariencia te hace más joven…mucho más joven, pues tienes un rostro encantador de niña. Si estas lista bajemos al salón a cenar, aun debo pasar por el despacho a avisar a Penélope.
El rostro de Amelia cambio de manera radical, de la sonrisa en su cara de satisfacción de verse como una adolescente, al recordar las palabras de Sir John que la informaba que se ocuparía de ella antes de acostarse por su grave ofensa, cambiando no solamente su rostro feliz, también su cuerpo se la podía observar cómo se estremecía, solo de imaginar lo que se le avecinaba en unos minutos, que a ella le iban a parecer eternos tener que estar sentada a la mesa cenando, ante las miradas de Sir John como las chicas Elisabeth, Penélope y la Sra. Freyre sentadas a la mesa, o el servicio sirviendo la cena, solo esa idea la hacía avergonzarse más aun de sí misma.
(Sra. Davies) -. Si señora! Pero no puedo evitar ruborizarme que las muchachas me vean así vestida, mire a esta muchacha como se sonríe al verme.
(Sra. Freyre) -. Por la pequeña Elisabeth no debes preocuparte… ella es muy risueña y muy feliz en su rol, al igual que se te ve a ti, en el tuyo! Uy! Se me olvidaba darle algo a la niña! .- Metiendo la mano en el bolsillo derecho de su bata, extrajo un objeto plastificado, que tras rasgar el plástico saco un chupete con el extremo anillado rosa, poniéndoselo a Elisabeth en la boca, la cual movía muy graciosa sus mofletes al jugar con el chupete con su lengua. -. Como puedes observar la pequeña Elisabeth tiene su rol en una bebe de cuatro años, ósea que no debes preocuparte que la niña te vea así vestida, pero si debes prepararte para la azotaina que tu Tutor te va a dar después de cenar. Ahora bajemos a cenar, o te daré yo misma una azotaina por hacerme perder el tiempo!!!
La Sra. Freyre espero a que saliera de la habitación, y andando delante con la pequeña Elisabeth llevándola de la mano, bajaron las escaleras al vestíbulo encaminándose hacia el despacho de Sir John en donde debía de estar la Srta. Riggs acabando su tarea encomendada, al abrir la puerta la Sra. Freyre en su costumbre de entrar sin llamar primero, la muchacha se sobresaltó como si estuviera haciendo algo que no debiera, al tratar de esconder algo en la espalda. Un hecho que no pasó desapercibido para la Sra. Freyre, acercándose a ella entrando al despacho, dejando fuera a las niñas. La cara de Penélope cambiaba de color por momentos al tener cada vez más cerca a la Sra. Freyre, hasta detenerse a escasamente un metro de ella.
(Sra. Freyre) -. Que ocultas dime? Muéstrame lo que me escondes!!!
Justamente Penélope hacia tan solo unos instantes, había estado con la oreja pegada a la puerta, como si estuviera tratando se escuchar si se acercaba alguien, luego se encamino hacia la mesa del despacho haciendo algo que quizás no debería de hacer, justo cuando se abrió la puerta sorprendiéndola inesperadamente…
(Srta. Riggs) -. No tengo…nada…
(Sra. Freyre) -. No me hagas perder la paciencia niña! Entrégame eso que escondes, ahora mismo!!!
En ese instante entraba al despacho Sir John, intrigado al encontrarse a Amelia y Elisabeth afuera, esperando ante la puerta de su despacho, viendo que la Sra. Freyre regañaba a Penélope sobre algo que ocultaba la joven… acercándose más a ellas hasta situarse al lado de su “Ama de Llaves”. Ante el temblor del cuerpo de Penélope al ser sorprendida, ahora además ante la presencia de su jefe Sir John, lo que escondía a su espalda se le cayó al suelo, agachándose a recogerlo el propio Sir John. Penélope empezó a sollozar ante la inminente regañina que la esperaba, como su temor a que aquello no iba a terminar bien para ella. Solamente con un regaño severo, pues había sido sorprendida infraganti haciendo algo que bien sabía que no debía hacer.
(Sir John) -. Que haces con estos papeles tú?
(Srta. Riggs) -. Los…los llevaba a… a…guardar…los acabo de escanear… en su mesa esta…la cuartilla…
(Sir John) -. Bien, pues guárdalos y vamos a cenar…
(Sra. Freyre) -. Si los llevaba a guardar? Porque se ha negado a mostrarlos? .- Sir John que ya se encaminaba hacia la puerta, se detuvo volviendo sobre sus pasos. -. Aquí hay gato encerrado, John! Estoy dispuesta a averiguar qué es!!! -. Acercándose hasta la mesa, miro las cuartillas. -. Aquí están las dos cuartillas, la original está vacía! Y las que has debido copiar están en el interior de su cuartilla guardados, ya!!! Entonces los que tienes en tus manos, no son las copias!!! Explica porque has mentido, si tenías las originales en tus manos y a varios metros de distancia de la mesa, cuando yo he entrado!!! Que estas ocultando sinvergüenza!!! Donde deberías de guardar en sus cuartillas que están sobre la mesa, junto a la cuartilla de las copias, y que sus copias ya están guardadas, entonces que hacías con los originales… leyéndolos sin permiso verdad, sinvergüenza!!! Estabas leyendo las anotaciones que siempre se suelen hacer después de haber habido cambios! Estabas fisgoneando que había escrito John de ti misma!!! -. Por toda respuesta, Penélope se puso a llorar sabiéndose descubierta, y al llorar ella misma acababa de responder que la Sra. Freyre estaba en lo cierto. -. Ya te voy a enseñar yo!!! A decir mentiras desvergonzada!!!
Agarrándola del brazo izquierdo la condujo casi arrastras, mientras zarandeaba a la muchacha, ella se cubría el culo con sus manos ante el temor que le pudiera dar unos azotes, tratando de resistirse al ver que la llevaba hacia la silla de la pared. Las intenciones de darle una azotaina era inminente, teniendo como respuesta por parte de la Sra. Freyre según la llevaba, le asestaba un azote sonoro tras otro en el culo dándole en los muslos, al tener las manos cubriéndose el culo, teniendo que retirar sus manos Penélope, al sentir un azote sobre ellas y dolerle sus manos, momento que aprovechaba la “Ama de Llaves” para darle otros sonoros azotes sobre la falda de su trasero, la muchacha trataba de alejarse de ella pero sin tener mucho éxito, al llegar a la silla en el otro extremo del despacho, tomo asiento colocando a la secretaria y asesora de Sir John, sobre sus rodillas boca abajo ante la atenta mirada de él. Que observaba la escena con claro gesto de enfado por los acontecimientos, pues estaba claro que había mentido y ocultado los papeles al ser sorprendida espiando, por lo que estaba totalmente de acuerdo con lo que iba a sucederle a la chica. Silenciosa sobre sus rodillas echada boca abajo, intentaba levantarse del regazo y escapar por el dolor que sentía en su trasero, lloraba ante el temor de la azotaina que iba a recibir de nuevo, así como sabía que le iba a doler muchísimo más, al tener como tenía el culo de dolorido.
La Sra. Freyre estaba fuera de sí muy enfada, nunca le habían gustado que la mintieran, y mucho menos le gustaban las fisgonas, así que con gestos bravos avanzo su pie derecho, golpeando con la puntera de la zapatilla en el suelo, extrayendo su pie de la zapatilla al tiempo que se inclinaba para recogerla del suelo por el talón, para Penélope iba a ser su segunda azotaina en ese mismo día con la zapatilla, en su mente aun la tenía muy presente su visión al recordarla con su feo aspecto, al ser una zapatilla bastante vieja de paño, con flores con el color deslucido y desgastado por el paso del tiempo, así como la suela delgada y fina forrada de la llamada suela de crepé, que resulta más abrasiva amarilleando con el paso del tiempo y de desgaste prolongado en el tiempo, teniendo la particularidad que la suela se endurecía por ser muy vieja y de nuevo iba a sentirla en su trasero.
En breve se confirmaron sus claras sospechas de como dolía la zapatilla en su trasero, pues lo tenía muy sensibilizado por su estado, pero ello no le impidió a la Sra. Freyre descargar con fuerza su zapatilla, mientras la joven del dolor brincaba sobre sus rodillas a cada zapatillazo en el trasero, aullando de intenso dolor en el culo, pataleaba con sus piernas y forcejeaba con su brazos tratando de huir, aunque no había levantado la falda dolía exactamente igual para ella. Aunque eso fue solamente durante unos azotes, pues con su mano izquierda con la cual la mantenía sujeta, liberándola unos segundos de su fuerte presión en su cintura, la falda se la levanto en un instante, descubriendo sus bragas de encaje rosas cubriéndole el culo, viendo a través del encaje de sus bragas lo colorado que tenía el culo, y como las nalgas tenia aureolas de color más oscuro, claramente las tenía moradas, además se las había visto en el rincón de la cocina como las tenía moradas entonces, y en un momento dado fue Sir John que se acercó a la Sra. Freyre, sujetándole el brazo indicándole que cesara de darle la azotaina con la zapatilla, soltando de muy mala gana, dejándola caer al suelo la zapatilla, le bajo las bragas del enfado al tener que dejar de zurrarla con la zapatilla, bajándole las bragas a Penélope hasta las rodillas, continuando la azotaina con la mano sobre sus nalgas desnudas, que aunque pareciera que dolería menos la mano, para Penélope no noto diferencia alguna, pues el culo le dolía de todas formas demasiado como para notar el cambio. Así estuvo dándole la azotaina con la mano, durante varios minutos, hasta que el propio Sir John volvió a detenerla de nuevo, lo que respondió mirándole a él con los ojos lanzándole rayos.
(Sir John) -. Sra. Freyre por favor! Ya basta por hoy, creo que la muchacha aprendido la lección de no volver a decir mentiras…
La Sra. Freyre le miro a los ojos de Sir John, claramente estaba muy enojada por que la hubiera detenido, primero no dejándola zurrarla con la zapatilla, y luego al cabo de unos minutos de severa azotaina con la mano, la había vuelto a detener de nuevo. Sus ojos desprendían rayos que de ser así hubiera fulminado a Sir John. Pues ella cuando estaba enfurecida solía zurrar con su zapatilla, y de no haberla parado la habría dejado el culo ardiendo como brasas.
(Sra. Freyre) -. Pequeña sinvergüenza!!! Tienes suerte que tu spanker se apiade de ti! Yo te habría despellejado el culo con la zapatilla por mentirosa, si algo odio con todas mis fuerzas, es la mentira!!!
La dejo que se levantara de su regazo, pero al intentar salir corriendo, Penélope trastabillaba con sus propias bragas bajadas en sus tobillos, no pudiendo escaparse y poder subirse las bragas. La Sra. Freyre se levantó con rapidez agarrando de un brazo a la joven, mientras la sujetaba con su mano izquierda, de la muñeca izquierda a Penélope, se la levantaba en alto, y con la mano derecha le iba dando azotes sobre la falda, Penélope intentaba escapar de ella, pero seguía trastabillando con sus bragas en los tobillos, solamente al traspasar la puerta que daba al vestíbulo, tuvo que soltarla. Momento que al verse liberada se agacho a coger sus bragas subiéndoselas delante de las muchachas que aguardaban afuera, con caras asustadas de verla como salía llorando y subiéndose las bragas. La Sra. Freyre estaba muy enfadada con la muchacha, hacía tiempo que Sir John no la veía en tal estado, solo recordando las zurras que recibía de ella siendo un niño.
Al salir al vestíbulo aun recibiendo algún que otro nuevo azote, mientras era regañada por la Sra. Freyre, viendo Penélope a las chicas esperando fuera, reconoció a Elisabeth nada más verla, viendo como abultaba sobre su corta falda rosa del vestidito, divisando entre lágrimas el bulto correspondía al pañal que llevaba puesto, pero la otra joven no la reconocía, intrigada por ello y llorando. Tuvieron que aguardar a que se uniera a ellas la Sra. Freyre, pues en vestíbulo se dio cuenta que iba descalza de un pie, así que entro de nuevo al despacho a buscar su zapatilla, volviendo a aparecer poco después.
Llegaron ante la puerta que daba acceso al anexo del salón principal, siendo una estancia acogedora solamente para desayunar, comer o cenar los días de diario. Pues corriendo unas mamparas plegables, se convertía en un enorme salón para quinientas personas mínimo, en la enorme residencia había otros dos salones, uno era donde se organizaban bailes, y otro menor para doscientos comensales. Al anexo del salón al que entraron, tenía en el fondo una mesa ovalada con una lámpara de araña de cristal fino, que colgaba del techo tan grande como la misma mesa, que constaba con doce sillas. Enfrente de la entrada a la izquierda junto al gran ventanal, habían dos acogedores sofás uno enfrente de otro, habiendo en la pared del fondo una gran chimenea encendida, a la derecha del ventanal, entre los sofás en medio una mesa rectangular baja para tomar el té. Así como las paredes estaban adornadas con cuadros de la familia, incluso un tapiz de una rustica aldea, con un paisaje de flores y un rio con pescadores de fondo, cubriendo las mamparas que separaban del gran salón, haciendo la estancia muy acogedora, al disponer de la luz natural durante el día de una enorme ventana de madera rustica, apenas a tres metros de la puerta de acceso.
Las chicas se quedaron prendadas de la belleza del salón, excepto Penélope que bastante tenía con ir atenta a su trasero, pues llevaba sus manos posadas sobre él, porque así con el suave contacto de las palmas de sus manos le dolía menos, cuando vislumbraba la sombra de la Sra. Freyre, que movía el brazo para darle otro azote, haciéndola brincar sobre sus pies de nuevo. Estaba conociendo quien era la Sra. Freyre, y porque le había dicho Sir John que era mejor no verla enfadada, estando en esos momentos conociéndola bastante bien, incluso antes de hacerla sentar en la silla, la coloco bajo su brazo izquierdo levantándole la falda, asestándole varios azotes sobre las bragas, al sentarla en la silla la propia Sra. Freyre, le levanto la falda para que apoyara el culo sobre la silla, ya que antes de bajarle la falda le bajo las braguitas, sintiendo sus nalgas sobre la dura madera del asiento. Siendo solamente las sillas de las chicas de asiento de madera, el resto eran acolchadas y muy cómodas.
(Sra. Freyre) -. Como te vea despegar el culo de la silla vas a ver sinvergüenza!!!
(Sir John) -. Por favor Rose Mery! La muchacha ya ha aprendido la lección, cálmese usted de una vez…y vuelva a permitirle subirse las bragas, que vamos a cenar! La muchacha está teniendo un día duro, ha recibido bastante por hoy! Que no se lo tenga que volver a repetir!!!
(Sra. Freyre) -. A mi John ni se te ocurra amenazarme, o te prometo que te vas a dormir bien caliente esta noche como cuando eras un niño!!! Con lo buena muchacha que parecía ser esta mañana! Pero esta tarde me está sacando de mis casillas, como me desobedezca le pongo el culo más colorado que ya lo lleva!!! Y tú no me vas a detener si me saco la zapatilla!!! Súbete las bragas desvergonzada!!! Por suerte tienes quien te mime más de lo que mereces… Si fuera por mí te ibas a la cama sin cenar…!!!
Una vez de nuevo todos sentados a la mesa, tras levantarse Penélope para subirse las braguitas. Estaban sentados a la mesa ya preparada para la cena, la Sra. Freyre autorizo a la Srta. Abesón a servir la cena. Siendo ayudada por la joven Kathy, una vez ya instruida de sus labores, que debía realizar y cuales no debía volver hacer, como abrir la puerta principal a nadie. Penélope sentía en sus nalgas como mil agujas que le pinchaban el culo, al apoyar su trasero sobre el asiento de la silla, pero no se atrevió a moverse y mucho menos expresar sus molestias ante el temor de la presencia muy cercana a ella de la Sra. Freyre. A los pocos minutos mientras Kathy ayudaba a la cocinera a servir la cena, al no disponer de más servicio en la casa en ese momento, su visión borrosa por efecto de sus lágrimas al secárselas fue cuando reconoció a la otra chica, era la Sra. Amelia Davies la cual no había reconocido, pues su uniforme de colegiala le había rejuvenecido varios años, pareciendo una muchacha de catorce o quince años, al tener el atractivo de su rostro muy bien cuidado, vestida con ese uniforme nadie diría que tenía sesenta años.
Durante la cena ninguna de las chicas se atrevió a levantar la mirada de sus platos, excepto la pequeña Elisabeth que sentada al lado izquierdo de la Sra. Freyre, ya que ella le iba dando de cenar, ya que la pequeña se centraba en su papel de Little Baby Girl, negándose a cenar ella por sí misma. Aunque Sir John la regaño, la Sra. Freyre contesto que la pequeña era cosa suya nada más. Penélope levantaba su mirada hacia las chicas del servicio, ya que la Srta. Abesón la cocinera y Kathy estaban frente a ella en la pared del fondo de pie, esperando a ser necesario su servicio, ambas vestían su uniforme de cocina, el vestido azul cielo o celeste, con el delantal blanco viendo a Kathy cuando nadie la miraba, como ocultaba su mano izquierda a su espalda, viendo como la falda circular se movía, acción clara de que se estaba sobando el culo. Hasta que en cierto momento Sir John llamo a la cocinera, con un tono de voz grave, ya bien conocido por ella al escucharle regañar a la joven Kathy, era claramente de no estar muy complacido por algún motivo.
(Sir John) -. Srta. Abesón puede acercarse por favor! .- La cocinera se acercó hacia el extremo de la mesa donde se hallaba sentado Sir John, con un paso muy decidida y sin ningún temor, deteniéndose a un metro de distancia. .- Quiere usted hacer el favor de probar esta sopa? .- La Srta. Abesón puso cara de sorpresa, no se esperaba esa demanda así que volviendo sobre sus pasos, hacia donde se encontraba anteriormente, ya que era donde se hallaba el carro de servir, cogiendo una cuchara limpia, volviendo y con permiso de Sir John le entrego la cuchara, para que el mismo llenara la cuchara de su plato, al probar la sopa hizo claros guiños de sus ojos al encontrarla muy salada e incomible, poniendo un rostro de sorpresa, pues no comprendía nada, la sopa estaba muy salada y ella la había probado antes de servirla en la sopera, para subirla al salón, estando en su punto de sal, algo había sucedido que no comprendía. Por ello se desplazó a la izquierda hacia las otras dos soperas, de la que estaban cenando las chicas, y cogiendo el cazo de servir introdujo una nueva cuchara y la probó ella misma. En ese momento cogiendo una de aquellas soperas se la acerco a Sir John, ofreciéndole probarla. A disgusto al estar muy enfadado con la cocinera, a pesar de ello le hizo caso y la volvió a probar, pues estaba claro que si la sopa estaba salada, las demás soperas también lo debían de estar, poniendo un claro gesto de sorpresa. -. Como ha podido ocurrir esto Srta. Abesón? La sopa de las chicas están al punto exacto de sal, y en cambio la que han puesto para servirme esta salada que no se puede ni comer!
Tanto la Srta. Abesón como el propio Sir John dirigieron sus miradas hacia Kathy, pero la chica estaba mirando hacia otro lado, pero de reojo les miraba viendo en sus rostros su enfado. Estaba claro que alguien había manipulado la sopera de Sir John y la culpable no se hallaba lejos.
(Sir John) -. Bien, acabemos de cenar por el momento! Luego me ocupare de usted jovencita!!! Pues está muy claro quien ha manipulado mi cena, y el motivo por el cual lo ha hecho puedo imaginármelo! Si por un momento ha pensado que sería despedida de su trabajo, está muy equivocada en ese pensamiento, pero puedo asegurarle que se va arrepentir de haber hecho esta diablura atentando contra mi persona… Ahora Sra. Freyre acabemos de cenar, si puede ser sin más contratiempos!!! Pero se puede usted ir preparando para la azotaina que le voy a dar después de la cena… Srta. Abesón! Le pido disculpas por haber pensado mal de su profesionalidad como cocinera, está claro que mis sospechas eran infundadas, por supuesto usted estará presente en el castigo de la joven… Porque si no hubiera tenido ese temple, y probar el resto de las soperas, y hubiera aceptado el hecho tal cual, quien habría sido castigada hubiera sido usted, siendo la que recibiera la azotaina por esta negligencia en su trabajo, ósea que no únicamente ha atentado contra mí la joven sinvergüenza, si no, que de haberle salido bien su travesura, usted habría recibido la azotaina en vez, de que la recibiera la verdadera culpable de estos hechos.
A Kathy se le abrieron los ojos como platos al escuchar que iba a ser castigada, ya que la habían descubierto claramente. Maldiciéndose así misma por su estupidez, ya que la travesura no se le había ocurrido que pudiera ser descubierta, al menos no, con tanta rapidez como habían transcurrido los hechos. Ahora se encontraba muy angustiada consigo misma, así como el tener en su mente el recuerdo de lo que había dolido la azotaina en el despacho, y las consecuentes consecuencias de volver a recibir en la cocina, por su error aunque no había tenido ninguna intención de molestar a nadie, simplemente creía hacer lo correcto al haber llamado a la puerta alguien y ella pasaba por delante en esos momentos abriendo, acudiendo después contenta al despacho a avisar de la visita, entregando la documentación entregada al abrir.
En ese momento se le acerco la Srta. Abesón a ella, para hacerle la indicación de retirar los platos de la mesa de la sopa. Y cuando estaba una delante de la otra, la Srta. Abesón le hizo un comentario en voz baja… “Te ha salido mal, ahora te jodes que te van a zurrar a ti”… Kathy al escucharla puso sus ojos inyectados en sangre de la irá y de la rabia, que sintió incontenida en ese momento, y empujo deliberadamente de improviso a la joven cocinera, la cual desconcertada perdió el equilibrio, con el revuelo de su falda circular azul celeste mostrando sus bragas blancas de algodón cayendo de culo al suelo.
(Sir John) -. Qué diablos está ocurriendo si puede saberse? Luego ya me responderá joven! Por qué ha empujado de esa forma a la Srta. Abesón, ahora retírese al rincón del fondo junto a la ventana, no deseo volver a verla por el momento, se pone cara a la pared castigada hasta que sea requerida a mi presencia…Sra. Freyre! Hace el favor de ayudar a la Srta. Abesón a servir la cena, por favor… A ver si ya podemos acabar de cenar de una vez, sin más contratiempos por hoy!
Durante la cena no transcurrió nada que debiera tenerse en cuenta, al menos no en ese momento, Kathy desde el rincón solía girar la cabeza de vez en cuando, claramente se encontraba aterrada y muy nerviosa, como temerosa de que acabasen pronto la cena, pues sería el momento de que la iban a calentar el culo con una azotaina, y era de esperar que estuviera muy nerviosa, como temerosa de que llegase ese momento. Quien también se mostraba muy nerviosa era Amelia, pues después de cenar se suponía que iba a ser ella la castigada, por la grave ofensa contra la palabra de Sir John, y en su mente rondaba la situación en la cual se iba a encontrar, nada favorable para ella pues Sir John estaba muy molesto con la joven llamada Kathy, lo cual la hacía pensar que no la favorecía, en nada ese enfado de Sir John para ella y a su trasero, lo cual al pensar todo ello, podía notar como sus bragas limpias recientemente cambiadas, las sentía muy húmedas incluso debía de traspasar la tela, del fondillo de sus braguitas mojando el asiento.
Enfrente de ella tenía sentada a Penélope Riggs, a la cual aún alguna lagrima brotaba de sus rojos ojos de tanto llorar, pues debía de dolerle el trasero bastante por su forma de removerse en la silla, la que menos demostraba molestias era la pequeña Elizabeth, al parecer llevar puesto el pañal la hacía aguantar con más comodidad estar sentada, ya que ella también había recibido esa tarde nada más llegar de comer, pero Amelia esto lo desconocía al no estar presente en esos momentos. En cambio sí había visto a Penélope recibir esa tarde en el despacho, y antes de la cena había escuchado como la habían vuelto a castigar, mientras ella en compañía de la baby Elisabeth, escuchaban el sonido de los azotes, así igualmente como lloraba la muchacha en el interior del despacho recibiendo la azotaina.
Después de la cena y se sirviera el café a Sir John…
(Sir John) -. Srta. Abesón mientras recoge todo el servicio de la cena y se lo lleva a la cocina a fregar, cuando haya acabado espero que luego vuelva a subir para que la Srta. Kathy nos aclare porque se ha comportado tan mal con usted, y el haberme salado mi sopa, así como el estar presente a su castigo. Usted Sra. Freyre se puede llevar a la pequeña Elisabeth a la cama, y espero que esta noche duerma bien caliente, eso lo dejo en sus manos para que se encargue de ella. Luego hace el favor de honrarnos con su presencia para presenciar, la azotaina que debe recibir la sinvergüenza de Kathy!!! Pueden ustedes retirarse!!! Ustedes dos, No!!! Usted Amelia tiene también una cita pendiente conmigo, pero eso será después de encargarme de la joven Kathy. Ahora quédense las dos muy obedientes en sus sillas, mientras voy a fumarme un puro y tomar una copa.
Pocos minutos después se escuchaban ruidos muy característicos, la zapatilla de la Sra. Freyre debía de estar en plena acción, provenientes del piso de arriba. Así como el llorar de la pequeña Elisabeth que estaba siendo castigada por algún motivo, ya que la azotaina estaba durando más de lo esperado, pues la chica debía acostarse bien caliente de una azotaina, pero algo debía de haber sucedido y debiendo de ser por algo grave por como aullaba de dolor la joven, entre sus lloriqueos del dolor de la azotaina que recibía.
…Al subir la Sra. Freyre llevando en brazos a la pequeña Elisabeth, la subía con un solo brazo cogida, mientras la muchacha se agarraba al cuello muy feliz, pues le encantaba que la trataran como la niña de cuatro años de su rol, pero claramente a sus veintiséis años debía ser algo pesada para llevarla “aúpa”, pero la Sra. Freyre, era mucha señora sin duda alguna y al no haber tenido una hija, le encantaba ocuparse de la joven como si fuera su mami. Al entrar en la habitación la puso de pie sobre la cama, para desnudarla quitándole el vestido y ponerle su pijama para meterla en la cama.
(Sra. Freyre) -. Bien peque! Quieres que te lleve al baño hacer popo? No se te ocurra hacértelo en el pañal, porque eres muy mayor para no pedirlo, si tienes que ir al baño solo me lo tienes que decir, y mama te lleva. Vamos a mirarte el pañal si lo has vuelto a mojar, después de cenar….- La Sra. Freyre había quedado intrigada al ver como la joven cambiaba su angelical rostro, por uno claramente de preocupación al decirle que debía pedir para ir al baño, señal clara de que algo sucedía a la niña, y sus sospechas… se vieron confirmadas al bajarle sus braguitas y mirando separando el pañal como un olor nada agradable surgía del interior. .- Que te había dicho mamá? Eh! Ahora vas a ver tu lo que les sucede a las niñas que se ensucian así, pero antes te voy a bañar para que duermas bien, aunque el culo te lo voy a poner morado con la zapatilla!!!
Le quito el pañal lo primero, aunque antes de nada había colocado una sábana de plástico debajo de ella, para no manchar las sabanas de la cama. Con toallitas húmedas que iba extrayendo del paquete según utilizaba, hasta dejarla bien limpia de toda suciedad. Luego la desnudo por completo cargando con ella bajo su brazo derecho, llevándola hasta un sillón en el rincón de la habitación, a la derecha y al fondo en el rincón de donde estaba la cama. Sentándose en el sillón la coloco boca abajo sobre sus rodillas, desnuda y comenzando a darle una azotaina sobre el trasero desnudo con su mano derecha, resonando los azotes por toda la habitación. Luego cuando ya debía tener el culo en llamas, y al escucharla como gemía de placer, separándole las piernas pudo verle su sexo bien mojado por la excitación, pasando las yemas de sus dedos entre su sexo, no tardo en venirse de nuevo la muchacha con aquella caricia intima. La Sra. Freyre era ante todo spanker, conociendo bien las necesidades de una spankee, sabiendo perfectamente que al hacerse popo en el pañal, la pequeña estaba muy excitada sexualmente, por lo que una azotaina con la mano, la haría tener un orgasmo con rapidez, y con unas caricias intimas con las yemas de sus dedos al separarle los labios exteriores y tocarle su botón mágico, volvería a tener un nuevo orgasmo.
En ese instante la llevo cogiéndola de nuevo igual, colocándola bajo su brazo derecho colgando su medio cuerpo y brazos a su espalda, y llevando el culo de la muchacha al frente, no librándola de recibir una nueva azotaina así en volandas hasta llevarla al baño para bañarla. Al volver poco después con ella envuelta en una toalla de baño en brazos, la seco bien y una vez bien seca, había llegado el momento de castigarla por haber ensuciado su pañal. Así que colocándola sobre su regazo de nuevo, se sacó la zapatilla con rapidez, y cogiéndola por el talón empezó a azotarla en el culo con fuerza, esta azotaina no era para que la disfrutara, era un castigo real y debía de dolerle como lo que era, poniéndose la joven a llorar apenas recibiera los primeros cincuenta buenos zapatillazos en su culo desnudo, no era ninguna chiquilla, tenía veintiséis años y estaba habituada a ser castigada cuando era necesario. La azotaina se podía escuchar perfectamente desde el piso de abajo, pues al tener la puerta abierta el sonido se escuchaba en toda la casa, aun recibiría durante varios minutos de buenos azotes de la zapatilla, dejándole el culo completamente colorado y ardiéndole como brasas al rojo vivo. Después de darle una buena azotaina en el trasero a base de zapatilla, la acurruco entre sus brazos abrazándola, agradeciendo la muchacha el abrazo tan cariñoso, después de haberle puesto el culo ardiéndole como un volcán en erupción, una vez que estuvo mas calmada sollozando, la tendió en la cama boca arriba para ponerle la camiseta de tirantes, antes de ponerle el pañal, cogió una pomada para la irritación untándosela con suavidad en los labios del sexo, así como en el culito para que no tuviera escoceduras, pero para más seguridad le puso unos polvos de talco para bebes, le levanto las piernas sujetándoselas en alto, pasándole bajo el trasero el pañal extendido, al bajarle las piernas le puso el pañal entre ellas cubriendo su entrepierna, aunque la pequeña tenía ganas de jugar, sonriendo mostrándose muy feliz por como la mimaba su mami queriendo ser juguetona, así que con las piernas retiro el pañal, ganándose un par de buenos azotes en el culo poniéndola de costado, volviendo a colocarle el pañal bajo su caliente y dolorido trasero, así con el pañal limpio tras haberle ajustado sus adhesivos, paso aponerle unas bragas de plástico, como otras bragas de algodón con dibujos de ositos de talle alto por encima del ombligo, para que no se las pudiera bajar ella. Tras ponerle un pijama abotonado a la espalda, metiéndola en la cama poco después, arropándola con cariño dándole un beso de buenas noches poniéndola a dormir, no sin antes darle su chupete introduciéndolo entre sus labios para dormir, luego subió las barreras laterales de la cama, a modo de cuna para que no se cayera de la cama o se levantara ella sola.
Al bajar al piso inferior entrando al salón, Sir John paseaba por el salón de un lado a otro, fumando su puro con su copa en la mano, mientras en el rincón junto a la ventana continuaba la muchacha de la cara a la pared castigada, apoyando sus codos entrelazados en la pared, y mirando disimuladamente al poner la cabeza oculta entre ellos, para así poder mirar que sucedía detrás de ella, pues acababa de escuchar los pasos de alguien, viendo que se trataba de la Sra. Freyre que ya había bajado de acostar a la pequeña Elisabeth que hacia largos minutos se la había dejado de escuchar llorar.
(Sir John) -. Y bien… le ha dado problemas la pequeña, ha tardado usted bastante en bajar.
(Sra. Freyre) -. Esa niña se ha ensuciado el pañal, he tenido que bañarla y encargarme de ella, sabe bien que no debe ensuciar el pañal, que para aguas mayores debe pedir que la lleve al baño, pero ya la conocerás con el tiempo, es el mismo diablo cuando se quiere portar mal y desobedecer es su mayor divertimiento.
(Sir John) -. Esa niña!!! Bueno, se está haciendo tarde y tenemos que resolver lo que ha ocurrido durante la cena, puede usted hacerme un favor más! Puede acercarse a mi despacho y traerme el cepillo que está en el primer cajón de la mesa de mi despacho? Mientras yo bajare avisar a la Srta. Abesón que ya puede subir. -. En ese instante apareció abriéndose la puerta del servicio. .- Bueno ya no es necesario, ya ha aparecido ella. Todo correcto en la cocina? Srta. Abesón.
La joven asintió con la cabeza, colocándose en su lugar junto a la puerta del servicio, de acceso que bajaba a la planta inferior y a su derecha estaba situado el montacargas para subir los platos desde la cocina, colocándose de pie con sus manos rectas pegadas a su cuerpo, como si estuviera en el ejército en posición de firmes! Entre la puerta de acceso al salón desde el vestíbulo, donde la joven Kathy estaba castigada justo en ese rincón junto a la puerta y un enorme ventanal que daba al exterior, entre esta y la puerta del servicio habían unos seis metros de distancia, la cual para llenar ese espacio había un clásico diván de dos metros de largo con un respaldo y brazos todo de un pieza circular de unos treinta centímetros, tapizado en cuero de un color verde manzana, horrible que desentonaba con el excelente gusto de cuadros y mobiliario. Para rellenar el espacio había dos repisas de pequeñas columnas, réplicas de tallado de la antigua Grecia, de un metro veinte cada una de mármol blanco con dos bustos, uno de mujer y otro de hombre uno a cada lado del diván, que eran de los abuelos de Sir John. Una vez junto al diván Sir John tomo asiento en él…
(Sir John) -. Kathy! Puede usted acercarse hasta aquí, por favor! Y usted también Srta. Abesón haga el favor.
Las dos jóvenes se acercaron al unísono quedándose detenidas de pie justo a unos dos metros delante de Sir John, mientras Kathy con sus manos enlazadas nerviosas sobre su delantal blanco, la Srta. Abesón permanecía con los labios apretados enfadada, pues aunque no iba con ella el asunto, la intranquilizaba el tener que estar junto a Kathy, la chica que había estado cerca de hacer que la castigaran por su culpa, de no haber estado avispada en demostrar su inocencia.
(Sir John) -. Veamos! Primero quiero que me expliques por qué hemos llegado a este extremo. A ver Kathy! Que te ha hecho pensar que te iba a salir bien tu travesura? Tan disgustada estás conmigo por haberte dado una azotaina en el culo, en tu primer día de trabajo en esta casa? Porque sabes? Me he fijado en tus braguitas, cuando te he dado la azotaina en la cocina esta tarde, y las tenías bien mojaditas! Por lo cual el atentado hacia mí, salando la sopa, no pega ni con pegamento! Es que acaso crees que no te la merecías? Te has tomado unas libertades de abrir la puerta principal, cuando esa no forma parte de tus tareas en la casa, a menos que se te mande el hacerlo, y… se te había mandado que lo hicieras?
(Kathy) -. No…No señor.
(Sir John) -. Por el momento ya hemos aclarado un tema! Que no has añadido la sal para vengarte de mí, esto ya lo tenemos bien aclarado, que ese no ha sido el motivo! Pero si eres muy rencorosa quizás no conmigo, por supuesto que no soy la causa! Por haberte calentado el culo, no ha sido! Ya que es justo lo que te merecías!!! Pero entre el tiempo que has estado castigada en la cocina, y el tiempo que has trabajado hoy, no existe margen posible, para haberte creado enemigos o enemigas en la casa! Verdad que no has tenido tiempo?
(Kathy) -. No…No señor…
(Sir John) -. Entonces porque lo has hecho, o por qué has echado sal solo a mi sopa únicamente? Es porque pretendías hacerle algo a alguien, pero tú no se lo podías hacer, porque esa persona tiene autoridad sobre ti?
Kathy se encogió de hombros negando con la cabeza, viendo en ese preciso instante entrar a la Sra. Freyre llevando en su mano el cepillo de madera, acercándose hasta el diván se lo entrego a Sir John que agradeciéndole por traérselo, lo deposito encima del diván con las cedras hacia arriba, la muchacha al ver el cepillo sobre el diván, se la podía ver cómo le costaba tragar su propia saliva, y como sus ojos vislumbraban terror hacia el instrumento de castigo. La Sra. Freyre tomo asiento al lado izquierdo de Sir John, apoyando su brazo izquierdo sobre el brazo del diván mirando muy seriamente a la joven.
(Sir John) -. Que vas hacer… Me vas decir por qué han sucedido estas cosas esta noche? Al añadir más sal de la debida a mi sopa!!! Vamos… Estoy esperando una respuesta, o quieres que te baje las bragas ya! Probando el cepillo?
(Kathy) -. No… no era contra usted… señor.
(Sir John) -. Si no era contra mí! Eso ya lo hemos aclarado! Como ha sido que mi sopa era la única que estaba salada! Mientes muy mal jovencita…
Sir John ya se le estaba agotando la paciencia, ante las respuestas inconcretas de la joven. Levantándose del diván yendo a por la joven, al agarrarla del brazo tirando de ella hacia él, la muchacha al verse en serios problemas ya casi sobre sus rodillas se apresuró a decir….
(Kathy) -. Ha sido por culpa de Laura! Yo no quería atentar contra usted, solo quería que la castigase a ella, por reírse de mi cuando estaba castigada en la cocina…
(Sir John) -. Como dices, Laura! Quien es Laura?
(Srta. Abesón) -. Eso es mentira!!!
(Sir John) -. Tú, eres Laura?
(Sra. Freyre) -. Si, John. Es Laura Abesón.
(Sir John) -. Y usted porque se reía de la joven?
(Srta. Abesón) -. Eso no es verdad, yo no me reía de ella…
Sir John aún continuaba de pie entre las dos muchachas, cuando entre ellas se llamaban mentirosa la una a la otra, hablando las dos al mismo tiempo, acusándose una a la otra vociferando entre ellas… viendo las cosas bastante claras de lo sucedido, aunque solo era una idea, pero estaba seguro que pronto se iba averiguar todo el embrollo entre las dos muchachas.
(Sir John) -. Entonces tratabas de inculparla a ella en venganza, no? Y el empujarla aquí en el salón durante la cena tiene algo que ver, por lo que la has empujado haciéndola caer al suelo?
(Srta. Abesón) -. No señor! Se lo está inventando todo…
(Kathy) -. No me invento nada…! Durante la cena me ha dicho que me había salido mal! Y a quien iban a castigar no era a ella, si no, que me iban a zurrar a miii…. Por eso la he empujado, porque se burlaba de mí de nuevo…
(Sir John) -. Vaya, vaya, vaya! Ósea que ustedes dos no vienen a esta casa a realizar sus trabajos, si no, a meterse la una contra la otra! Creen ustedes que les pago un sueldo, para que vengan aquí a mi casa a pelearse entre ambas? Creen que en esta casa se les va a consentir este comportamiento? El cual es una verdadera vergüenza!!! Que dos señoritas se comporten como unas niñas pequeñas!!! Silencio!!! Dejad de acusaros la una a la otra como cotorras!!! Compórtense!!! Que no son unas chiquillas ya!!! Pero las voy a castigar a las dos!!! Porque las dos se lo merecen!!! Ella por haber añadido sal a la sopa, y encontrándomela salada!!! Pero nada de esto habría sucedido si usted Srta. Abesón no hubiera desatendido su trabajo para ir a donde se encontraba la pequeña Kathy castigada por mí, ya que ella no se podía mover del rincón, así que usted joven, desatendía su trabajo para ir a meterse con ella, y por ello, ha tratado de corresponderle metiéndola en problemas!!! Con lo cual yo he pagado con las consecuencias de sus berrinches personales… pero ahora se van arrepentir las dos, ya lo creo que se van a arrepentir!!! Porque les voy a poner el culo a las dos!!! Que no se van a sentar en una semana!!! Así como su comportamiento incomprensible!!!
Soltando el brazo de Kathy libre, agarro del brazo a la Srta. Abesón tirando de ella hasta sentándose de nuevo sobre el diván, la coloco sobre sus rodillas boca abajo, mientras la muchacha aun con su rostro congestionado por su sorpresa de verse sobre las rodillas, sintió como las manos de Sir John le levantaba su falda circular azul celeste de su vestido, y hurgando en su cintura cogió el elástico de sus braguitas blancas de algodón bajándoselas de una sola vez hasta los tobillos, cogiendo el cepillo empezó a darle una azotaina con él, mientras la muchacha forcejeaba por liberarse con sus brazos y sus manos, pero no contaba que participara la Sra. Freyre que estaba sentada en el diván, y que prácticamente la cabeza de la joven se posaba sobre su falda, acabándose viendo como la Sra. Freyre le sujetaba sus brazos manteniéndoselos inmovilizados. Mientras la muchacha hacia toda clase de guiños, con sus ojos de dolor en su trasero desnudo, ya que el cepillo resonaba sobre sus nalgas desnudas, haciéndola agitar moviendo las piernas según caían los azotes del cepillo, bien sobre su nalga derecha o bien sobre su nalga izquierda, pero a pesar del intenso dolor intentaba no llorar, aunque en sus ojos ya brotaban de sus pupilas las primeras lágrimas.
(Sir John) -. Alguna vez Rose Mery te has encontrado con unas chicas tan irresponsables trabajando en esta casa? Porque mira como menea el culo la desvergonzada, eso es que le duele el culo con cada azote que le doy…te aseguro que esta desvergonzada va aprender a como se trabaja en esta casa!
(Sra. Freyre) -. Desde luego John, en mis tiempos que llevo trabajando no me había encontrado con unas niñas así de traviesas, tu padre que en paz descanse, a la que se desmandaba un poco, la agarraba de la mano llevándosela al despacho, a los pocos minutos volvía la chica sola llorando a mares, y con el culo como un tomate, para su vergüenza le hacía llevar sus bragas en la mano, para que todo el servicio vieran que la habían castigado. Dale más fuerte!!! La muy desvergonzada se está proponiendo no llorar con la azotaina que le estas dando, zúrrala más fuerte!!!
Laura con los comentarios que escuchaba, rompió a llorar desconsolada de la vergüenza que estaba pasando, más que por el intenso dolor, o por cómo le abrasaba el culo que ya no aguantaba más, pero lo peor es que estuvieran Sir John y la Sra. Freyre hablando de ella mientras las estaba dando la azotaina con el culo desnudo y sus bragas bajadas como a una niña pequeña, a sus veintiséis años. Y el entablar una conversación, de cómo meneaba el culo o si lloraba o no lloraba la hacía avergonzarse de sí misma, aunque pronto ya no pensaba, y ya no escuchaba nada, bastante tenía con aullar de dolor mientras la azotaina parecía no acabar nunca. Sus “Ayees” eran uno tras otro a cada azote de cepillo que recibía, así como sentir como el culo la quemaba de una forma tan horrible, meneando sus caderas a la desesperada del terrible dolor que sentía en el culo, y que no parecía que fuera acabar nunca.
Aunque ella no podía ver a Kathy a pesar de tenerla a su derecha, pues bastante tenía con el dolor en el culo por la azotaina que estaba recibiendo, era tal el dolor intenso, que ni pensaba que ella la pudiera estar mirando y viendo como la castigaban, habiéndose salido con la suya de vengarse de ella. Pero para la pequeña Kathy para nada sentía satisfacción, de haber logrado que la castigaran, aunque al principio al ver como la colocaba Sir John sobre sus rodillas, si sonrió así como también al poder ver como le levantaban su falda, para poco después ver cómo le bajaba las braguitas blancas sonriendo ante esa imagen. Pero poco después cuando empezó a recibir la azotaina con el cepillo de madera, al escuchar como resonaban los azotes en sus oídos y ver como el culo de ella iba cambiando del tono de color su piel, del blanco al bajarle las bragas, al rosado a los pocos azotes del cepillo, pasando a verlo poco después completamente colorado, y ahora a estas alturas después casi diez largos minutos de azotaina interminables, ya lo tenía completamente de un rojo escarlata oscuro y a pesar de ello, y de lo mucho que debía de dolerle la azotaina continuaba recibiéndola, y no parecía que Sir John tuviera intención de detenerse.
Kathy esa visión ante ella empezó a temer que le llegase su turno, no había más que mirarla para ver lo arrepentida que estaba de haber metido en problemas a Laura. Desde niñas habían sido muy buenas amigas, pues Laura era hija de la antigua cocinera de la casa, al igual que su madre era una de las sirvientas o camareras. Eran como hermanas prácticamente, por ese motivo quizás era por lo que se peleaban muy a menudo, incluso ahora ya siendo mujeres la dos siempre se hacían bromas, por ello estaba siendo castigada Laura, y luego le llegaría el turno a Kathy. Motivo por el cual sentía un miedo atroz al estar viendo a Laura, como se agitaba retorciéndose de dolor, mientras el cepillo continuaba azotando su trasero por el fuerte brazo de Sir John.
Si su angustia no fuera ya suficiente, además escuchaba a la Sra. Freyre como le decía que le diera más fuerte al culo de Laura, que se resistía a llorar la muchacha, algo que no era así, porque ella conocía muy bien a su amiga, sabiendo que ella lloraba de esa forma cuando su madre la daba una azotaina, pues nunca había sido de llorar abiertamente, por ello a Kathy viéndola se le erizaba el vello de su cuerpo, de temor a que le llegase su turno y al igual que ella recibir una azotaina tan severa como la estaba recibiendo Laura.
(Sir John) -. Bien pequeña sinvergüenza!!! Con esta azotaina que te acabo de dar se te van a quitar, el tener de nuevo las ganas de volver a comportarte como hoy, aprenderás que no se debe una muchacha como tú, reírse del mal ajeno y mucho menos desatender tus obligaciones en la cocina!!! Puedes levantarte pequeña Desvergonzada!!!
Con serias dificultades se levantó de las rodillas de Sir John, cuando la Sra. Freyre le soltó sus manos. La falda se le bajo por si sola cubriéndole el castigado trasero, la muchacha continuaba sollozando amargamente, sin llegar a romper a llorar pues ella era así desde niña, no como podría ser el caso de la misma Kathy, que ya estaba llorando estando de pie, esperando que le llegase su turno de ser colocada sobre las rodillas.
Amelia desde su lugar en la mesa la observaba muy preocupada, pues no había perdido detalle alguno de la azotaina a la joven, lo que le hacía temblar como un flan de postre al servirlo en un plato, una vez extraído de su molde. Amelia se sentía fatal por sí misma, pues el ver cómo era castigada la joven cocinera, había tenido serias consecuencias en el fondillo de sus braguitas, pues disimuladamente se había llevado su mano derecha bajo su falda, e introduciéndola bajo sus bragas la había llevado a su sexo, masturbándose en silencio sin perder detalle alguno de la severa azotaina, teniendo un orgasmo que había silenciado mordiéndose la mano izquierda, esperando haber tenido suerte y que no hubiera sido descubierta de sus maniobras bajo su falda. Ella misma había observado a Penélope que también la había visto de reojo cómo sus labios temblaban, por lo que las manos ocultas de ella bajo la mesa, era más que probable que también se hubiera masturbado. Algo que para Amelia le preocupaba mucho, pues ya durante la cena había notado lo mojadas que tenía sus bragas, pensando entonces que debía de haber mojado el asiento de su silla, pero ahora tras el orgasmo que había tenido, era seguro que la silla estaba mojada o muy mojada. En ese instante justamente coincidían sus miradas, Penélope mirándola a ella, y Amelia a Penélope mirándose bajando sus miradas avergonzadas las dos.
Sir John y la Sra. Freyre se miraban entre ellos mientras conversaban, llegando a fijarse en su “Ama de Llaves” que se le atirantaba la piel del rostro, lo que significaba que algo estaba sucediendo a sus espaldas, pero no quiso volverse a mirar. Pues en breve lo iba averiguar al ver como se levantaba del diván, caminando hacia la mesa en donde permanecían sentadas las chicas y que algo malo debían de estar haciendo, porque el rostro de la Sra. Freyre era un poema el verla.
Al verla dirigirse hacia la mesa, en ese momento se giró para ver que sucedía, aunque Sir John ya se lo estaba imaginando, pues no era algo que fuera difícil de ocultar, porque el rostro de las chicas lo decía todo, pues las dos tenían cierto aura de relajamiento que las delataba a ambas. La Sra. Freyre primero fue hacia Penélope, pues claramente la tenía tomada con ella desde que le mintiera en el despacho, algo que jamás había tolerado la señora, las mentiras las odiaba con todas sus fuerzas. Al estar junto a Penélope asiéndola bajo su axila derecha, la levanto de la silla al tiempo que con su otra mano retiraba la silla, colocando la silla inclinada hacia Sir John de tal forma que viera el cómo estaba el asiento de madera mojado donde supuestamente segundos antes reposaba el sexo de la joven, y que sus fluidos habían traspasado la tela del fondillo de sus bragas.
(Sra. Freyre) A ver cochina!!! Levántate la falda y muestra tus bragas!!!
Penélope avergonzada completamente con sus mejillas ruborizadas, se levantó la falda por delante, mostrando sus bragas rosas claramente a la vista de Sir John. Viendo como el fondillo mostraba claramente una humedad con un tono más oscuro, así como unos hilillos de fluidos que se deslizaban por sus muslos y un par de gotas que estaban a punto de caer del fondillo de sus braguitas al suelo. La Sra. Freyre, dejando en el suelo la silla. Con la mano izquierda le bajo las bragas a Penélope, hasta medio muslo de forma que el fondillo de sus braguitas quedaba bien visible, siendo fácilmente visible una sustancia viscosa amarillenta en el centro del fondillo, donde había reposado su sexo.
(Sra. Freyre) -. No le vas a decir nada a esta desvergonzada? Ni le vas a dar unos buenos azotes con el cepillo a esta cochina?
(Sir John) -. Rose Mery entiendo perfectamente que estés indignada, y si, tienes mucha razón que se merece una azotaina, no por el haberse masturbado que es suficientemente grave, si no por haberlo hecho mientras una empleada estaba siendo castigada, al igual que ella misma es otra de mis empleadas, estando muy feo lo que acaba de hacer. Pero ya ha recibido por hoy suficiente, si lo desea usted! Le da una azotaina con la mano por cochina antes de acostarse, pero ya tiene el culo morado del cepillo de esta tarde, si le doy otra azotaina con el cepillo ahora, la voy hacer sangrar al tener las nalgas muy inflamadas, y los poros de su piel al contacto del cepillo reventaran al instante, por ello no le doy una azotaina ahora mismo, pero tiene usted mi consentimiento para darle una azotaina con la mano, antes de acostarla y sea usted severa con ella, pero de ninguna manera recibirá hoy más cepillo o zapatilla, como ningún otro instrumento de castigo. A ver… Penélope!!! Tal y como estas con las bragas bajadas y la falda levantada, colócate aquí delante mía para verte y no te puedas volver a tocar de nuevo…
La Sra. Freyre estaba muy disgustada, ella a pesar del estado del trasero de la joven, la habría vuelto a castigar con el cepillo sin duda alguna… Para ella lo único que valoraba era el comportamiento de la joven, siendo muy merecedora de ser castigada a pesar de cómo pudiera tener el culo. Por ello enfurecida fue hacia el otro lado de la mesa de dos largas zancadas hacia Amelia, que viéndola ir hacia ella temblaba de terror, pues sabía que iba a ocurrir en cuanto le revisara sus braguitas, asi como revisar el asiento de la silla que bien sabia Amelia como estaba. Cogiéndola bajo la axila con la mano derecha levantándola de la silla, al tiempo que retiraba su silla con la izquierda mostrando la silla, así como unas gotas de líquido resbalaban por el asiento, al mantenerla inclinada la silla hacia Sir John, estando claramente mucho más mojada que la que ocupaba Penélope. Estaba tan furiosa que dejando la silla en el suelo, le levanto ella misma la falda escocesa tableada de cuadros rojos muy brillante, dejando a las miradas sus bragas de algodón blancas, con unos dibujos de florecillas de color rojo escarlata, al ser blancas en el fondillo apenas se le veía humedad, por ello se las bajo de un tirón a las rodillas, apareciendo su sexo desprovisto de vello al tenerlo depilado, dejando el fondillo de las braguitas bien expuesto, mientras Amelia estaba roja de la vergüenza hasta las orejas, la Sra. Freyre estaba muy disgustada ahora con Amelia…Ya apenas recordaba a Penélope al estar centrada en Amelia…
(Sra. Freyre) -. También me vas a decir que esta joven desvergonzada no merece aplicarle disciplina? Una niña a su tierna edad no debería tener esta conducta, es más propia de una sinvergüenza!!! En tu casa siendo un Lord como tú, que crees que pensarían de saberse esto en una niña de la casa! Es completamente intolerable!!! Requiriendo un severo castigo!!! .- Pasándole la mano por entre las piernas. -. Has visto cómo estás desvergonzada, mira cómo has dejado mis dedos de mojados, cochina!!! -. Lo dijo hablándole a ella, que cerró sus ojos verdes de la vergüenza.
(Sir John) -. Jovencita!!! Como puedes explicar esta conducta a tu edad? Así es como te han educado desvergonzada!!! El que una muchacha explore su cuerpo, eso es una cosa diferente, pero que te crees que hacías tocándote en este salón ante todos? Una adolescente puede estar descubriendo su cuerpo en la intimidad, no es digno de una señorita como tu! Pero puedo llegar a comprenderlo, pero no tolerarlo de ninguna manera! Ya que es una acción intolerable, por ello la Sra. Freyre tiene la obligación de revisaros, por las mañanas al levantaros de que no habéis cometido actos impuros y dignos de unas buenas muchachas!!! No creo que tu mamá te hubiera permitido semejante conducta, sin ponerte el culo colorado como un tomate maduro! Y yo tampoco lo voy a consentir pequeña!!! No pienso tolerarte esas marranadas en esta casa!!! Y mucho menos, desvergonzada!!! Que las hagas en mi presencia escondiendo tus manos bajo tu falda. Sra. Freyre me hace el favor de traerme a esta cochina desvergonzada, la voy a enseñar cómo se debe comportar una señorita de sus edad a sus catorce años!!!
Amelia no podía imaginarse que pudiera sentirse tan abochornada y avergonzada, hasta el punto que de sus pupilas de la vergüenza brotaban unas lágrimas sin poder hacer nada, sintiéndolas resbalar por sus mejillas, ya que se encontraba derrotada mentalmente y físicamente. Ni ella misma se lo hubiera imaginado que podría sentirse tan mal, se sentía terriblemente avergonzada como si realmente tuviera catorce años, ya que tanto la Sra. Freyre, como el mismo Sir John, la estaban tratando como a una niña, sus mejillas le ardían como si le hubieran dado dos bofetadas, completamente ruborizada deseando que la tierra se la tragase, sus manos reaccionaron de forma que ni ella misma se hubiera esperado, pues lo normal hubiera sido cubrirse el sexo expuesto a las miradas con sus manos, pero su mente reaccionaba como una chiquilla en apuros, que más que preocuparle su pudor, le preocupaba la azotaina que le iban a dar, llevándose las manos a su trasero protegiéndoselo sobándose, como si ya le estuviera ardiendo de la azotaina que le iban a dar en breves momentos. Pues en esos instantes, no se veía a sí misma como la mujer de sesenta años, si no, como una chiquilla de catorce años que estaba en serios problemas. Al igual que cuando la Sra. Freyre le paso la mano por su entrepierna, y la regañina que le hecho al mostrar sus dedos mojados de sus propios fluidos, cerrando sus ojos de la vergüenza al no atreverse a mirar, no fueran a interpretarlo mal y le diera ahí mismo unos azotes dado el enfado de la Sra. Freyre.
Sir John impaciente de esperar se levantó del diván claramente disgustado por su conducta, Amelia al verle ir hacia ella, trato de refugiarse detrás de la Sra. Freyre como si esperara su protección, exactamente como habría reaccionado una chiquilla, de haber podido pensar con calma, seguro que se preguntaría como hacia algo así, pero su miedo a ser castigada era mucho mayor como para pensar en nada, viendo como Sir John alargaba su brazo derecho hacia ella, agarrándola del lóbulo de su oreja izquierda, y tirando de la oreja como si se tratara de una chiquilla, la obligo a acompañarle hasta el diván donde vio aterrada como tomaba asiento, como le soltaba el lóbulo de la oreja izquierda y rápidamente la agarraba de su muñeca, tirando de ella hacia él, haciéndola caer de bruces sobre sus rodillas, teniendo que apoyar sus manos en el suelo para no golpearse la cabeza en él, tras la brusca maniobra y por su estatura de su metro noventa, debido a lo bajo que era el diván ya que Amelia, quedo atravesada sobre el regazo, sus codos rozaban el suelo, y sus rodillas prácticamente tocaban el mismo, por lo que su trasero quedaba bien expuesto, ya que la corta falda tableada se le había subido por sí sola, descubriendo por completo su trasero desnudo aún bastante colorado, de la azotaina recibida durante su entrevista, pues las bragas las tenía bajadas, al haberlo sido por la Sra. Freyre tan solo hacía unos breves instantes. La mano derecha de Sir John comenzó a resonar sobre el trasero de Amelia, la cual demostraba de nuevo su poquísimo aguante cuando la castigaban, pues a los diez azotes de la mano derecha de Sir John, ya estaba llorando desconsolada como haría una chiquilla. Algo que durante la tarde al castigarla le había encantado a Sir John, porque recibiendo la azotaina apenas se movía sobre sus rodillas, pero al contrario de lo que no hiciera su cuerpo, de sus labios no cesaba de aullar de dolor que sentía en el culo, agitando la cabeza de un lado a otro, mientras sus manos permanecían apoyadas en el suelo, la azotaina con la pesada mano de Sir John era constante, de forma que la mano abierta como firmemente extendida, repartía los azotes por el espléndido trasero de Amelia con firmeza, poniéndole el culo de un colorado intenso todo su trasero. Tras una larga e intensa azotaina de un aluvión de azotes, que no cesaban de ser firmes, fuertes, y sin pausa alguna, incluso azotándola en el inicio de sus muslos, zona que hacía a Amelia aullar con más ímpetu, al dolerle mucho más en esa zona de su trasero e inicio de sus muslos.
La escena en sí misma no podía ser más variopinta o desvariada, vista desde el techo como si una supuesta cámara la enfocara… El cuadro no era cuando menos más que excitante, por un lado sobre el diván se encontraba Sir John, sentado levantando su brazo derecho una y otra vez, resonando fuerte al impactar su mano con firmeza sobre el culo, así como las nalgas formando una ola al impacto de la mano, como una onda expansiva que hacia agitarse la nalga, al estar dándole una azotaina a la muchacha, que tenía su falda levantada por encima de su cintura, que formaba una corona circular con los pliegues de su falda tableada como un abanico abierto, con sus bragas blancas de algodón bajadas, con unos dibujos de florecillas rojo escarlata, que las hacia resaltar entre sus piernas. Enfrente de Sir John a su izquierda de pie, estaba Penélope con sus manos sujetándose la falda levantada, mostrando su sexo depilado, mostrando su pequeño sexo como la rajita de una hucha para introducir las monedas, teniendo sus bragas rosas bajadas a medio muslo. A un metro de distancia de Penélope, a su izquierda pero entremedias de ella y de Sir John, estaba de pie la sirvienta Kathy, la cual se la podía observar como muy nerviosa miraba la escena, de cómo Amelia recibía la azotaina con la mano, mientras sus manos nerviosas las tenía posadas en su trasero y se lo acariciaba. Algo más retirada pero como a unos tres metros de distancia de Kathy, justamente a su izquierda se encontraba la Sra. Freyre, que manteniendo sus brazos cruzados, miraba fijamente como Amelia era castigada recibiendo la azotaina, teniendo el trasero de la chica perpendicular a ella, por lo que observaba perfectamente los azotes y sus efectos en consecuencia cambiantes. Delante de la Sra. Freyre de pie, se encontraba la cocinera Laura que seguía en el mismo lugar, pues al acabar de darle la azotaina con el cepillo, al dejarla levantar se había quedado de piedra, observando entre sollozos la escena que sucedía al regañar a las chicas, resultando ser por lo escuchado que se masturbaban mientras ella era castigada, al mandarle ponerse de pie, se había quedado quieta en silencio sollozando, teniendo sus bragas aun bajadas a sus tobillos, como nadie la había autorizado a subírselas, seguía de pie sobándose el dolorido culo, con las bragas bajadas. Delante de Laura a un metro escaso, estaba sentado Sir John dando la azotaina a Amelia, totalmente era una escena totalmente de película.
En esos momentos Sir John había echo una pequeña pausa de darle azotes a Amelia, Pues se había detenido para coger el cepillo de madera que estaba junto a él, continuando la azotaina ahora con el cepillo de madera. Algo que rápidamente acuso el trasero de Amelia, pues ahora lloraba mucho más fuerte desgañitándose, así como sus piernas que hasta ese momento se movían ligeramente, habían pasado a separarse una de la otra, todo lo que la traba de sus bragas de algodón le permitía separar, al estirarse las bragas dando todo lo que la tela de algodón permitía estirarse. Así como flexionar sus rodillas levantando sus pies, tratando de cubrirse el culo con ellos, una y otra vez intento por todos los medios que podía, intentar protegerse el trasero, pues con la mano aunque lloraba a mares, apenas agitaba sus piernas. Pero ahora el cepillo era insoportable el dolor de los azotes, por lo que trataba una y otra vez de cubrirse con sus pies. No dejando más alternativa a Sir John, que pasarle su pierna derecha sobre las de ella para inmovilizárselas, colocándola de costado sobre su muslo izquierdo, con lo cual, al hacerla girarse a Amelia, esta quedo con su mitad del cuerpo sobre el diván echado boca abajo, en vez de tener como había tenido hasta ese momento, sus manos apoyadas en el suelo. Otra de las consecuencias, era que las piernas de Amelia habían quedado separadas, al pasarle sir John su rodilla izquierda entre ellas, con la consecuencia añadida que el sexo de Amelia, había quedado posado sobre su rodilla frotándose sobre ella, con lo cual su sexo quedaba abierto y expuesto totalmente, pudiendo vérselo bien Sir John como de húmedo lo tenía la muchacha, y el frotarse en su pierna a pesar de los gritos de dolor que sentía Amelia en su trasero, también se escuchaban gemidos entre cortados al frotarse su sexo con su rodilla, no tardando en tener un orgasmo tras otro Amelia. Manchando el pantalón de sir John, que viendo satisfecho el tono del trasero de Amelia había adquirido, detuvo su castigo ayudándola a levantarse viéndola como lloraba y respiraba agitadamente tanto por el intenso dolor del trasero, como por como había sentido sus orgasmos sin atreverse a mirarle, y mucho menos levantar su mirada del suelo tremendamente avergonzada.
Sir John le subió sus bragas de improviso ajustándoselas a su cintura, dando ella un respingo al pasarle la prenda por sus nalgas doloridas, enviándola colocarse de pie junto el Sofá a al igual que lo estaba Penélope en el otro sofá, pero no sin darle un par de azotes sobre la falda al darle ella la espalda, llevándose rápidamente sus manos de nuevo al trasero frotándose. Sir John claramente estaba sudoroso tras haber castigado a dos chicas, por lo que pidió a la Sra. Freyre algo para refrescarse, trayéndole un vaso de agua de la jarra que aun permanecía sobre la mesa, el cual se lo bebió en dos largos tragos. Mientras observaba como la Sra. Freyre le subía las bragas a Laura, pero sin darle permiso a retirarse. Por lo que la joven cocinera siguió en el mismo lugar, y de tanto en tanto se sobaba el culo sobre su falda, pues claramente le dolía bastante, pues su azotaina con el cepillo había sido larga y propinada con firmeza.
Kathy se mostraba muy nerviosa, durante la cena lo había pasado francamente mal, pues se sentía estremecer solo de pensar en la azotaina que iba a recibir, pero las circunstancias habían transcurrido de una forma inesperada sobre todo para ella. Cuando recibió la azotaina en el despacho, la había cogido totalmente de sorpresa, pues ella no había buscado ser castigada, aunque sabía antes de ir a buscar trabajo a la casa, lo que sucedía si no hacías bien las tareas. En ningún periódico o revista de ofertas de trabajo, había esa información de la disciplina de la casa, ella lo sabía por qué de pequeña se había criado en ella, su madre la tarde anterior había recibido una llamada de la Sra. Freyre, preguntando si ella estaba disponible para volver a la casa a trabajar, su madre al parecer le dijo a la Sra. Freyre que no, pero que enviaría a su hija Kathy. Antes de salir de casa su madre la advirtió… “Mucho ojo con portarte mal, porque en esa casa la disciplina es férrea con el servicio, te pondrán el culo rojo a la mas mínima falta que cometas…”. Kathy se había criado desde niña en esa casa, recordando las veces que el Sr. Tyler la había castigado sobre sus rodillas de niña. Aunque en la casa quien la castigaba con frecuencia era la propia Sra., Freyre, cuando era sorprendida haciendo travesuras, que al tener como su mejor amiga a Laura Abesón, siempre se metían en problemas las dos. Luego al crecer se separaron, ya que ella fue a servir a una casa donde no se aplicaba disciplina, pues no deseaba estar bajo esa intriga de ser castigada. Pero en esos momentos se encontraba sin trabajo, y su madre la envió a la Sra. Freyre sin consultar si deseaba ir o no. Simplemente la mando que fuera porque no podía estar sin trabajar, y en casa su madre no tenía intención de tenerla holgazaneando.
Así que sin tener otro remedio se presentó en la casa, con la mala fortuna de cometer un error nada más llegar, siendo castigada en el despacho y luego en la cocina recibió una segunda azotaina sin saber siquiera como se había metido en problemas, en su primera hora en la casa. Encima para colmo Laura la había estado chinchando, mientras estaba castigada en el rincón. Reaccionando como chiquillas igual que cuando eran unas niñas, habiéndose de nuevo metido en problemas, al no pensar en sus consecuencias seriamente. Mientras había permanecido en el rincón, había tenido tiempo de pensar lo tonta que había sido, tenía el culo dolorido por descuidada. Y en esos momentos solo se le pasaba por su cabeza, como diablos se había comportado siendo tan estúpida. Cuando fue llamada por sir John que se acercara a él, se acercaba temblando del miedo que tenía aquel señor, pues no lo conocía de nada, pues cuando ella era niña, él no vivía en la casa por lo que no le conocía de nada, pero si sabía lo pesada que tenía su mano. Para su fortuna, como la fortuna para su trasero, Sir John no se había creído en ningún momento que atentara contra él, porque la azotaina que le había dado era totalmente justa, el error lo cometió ella en la creencia que estaba obrando bien, ni se le había pasado por la mente, que el abrir la puerta le supondría un problema serio, acabando sobre las rodillas recibiendo una azotaina.
Estando junto a Laura siendo interrogada no sospechaba que pudiera salir airosa, no es que fuera un éxito el ser castigada, pero si, el lograr que Laura fuera castigada también, pues tal y como había descubierto Sir John, la principal culpable era su amiga de infancia, al dejar su trabajo e ir a chincharla a ella al rincón donde estaba castigada. En el salón ella había tenido de nuevo otro gran error, por su carácter rebelde había actuado sin pensar en las consecuencias, pero ahora se daba cuenta de la suerte que había tenido, pues Laura se descubrió ella sola al verse atrapada. Volviendo a ser afortunada de nuevo, pues Sir John decidió castigar primero a la verdadera culpable, aunque ella tampoco se iba a librar de recibir una azotaina, y al ver el cepillo que traía la Sra. Freyre, Kathy casi se hace pis en las bragas de miedo. Viendo como su mejor amiga era colocada sobre las rodillas, se le subía la falda y le bajaban las bragas blancas. Empezando a darle bien fuerte con el cepillo en el culo, Kathy sonreía al verla como se retorcía bajo el efecto de los azotes, pero luego se arrepentía pues ella iba después, incluso sintió lastima cuando empezó a llorar desesperada por lo que le dolía el culo. Cuando vio que soltaban a su amiga, ella ya estaba temblando de miedo pues le había llegado su hora, sintiendo una terrible angustia al ser la siguiente. Cuando vio levantarse con rapidez a la Sra. Freyre casi le da algo, pues creía que iba acercarla a sir John para darle la azotaina, del miedo que hubiera llegado su turno cerro los ojos. Pero pasaron los segundos y no sintió que la agarrase a ella, al abrir los ojos tuvo que girar su cabeza para ver que sucedía, en ese momento aún se asustó mucho más, pues viendo como regañaban a Penélope por tener las braguitas mojadas, y luego la propia Amelia, ella se estremeció de nuevo, pues ella también las tenía muy mojaditas. Aunque para Kathy resultaba algo inesperado, porque ella no había sentido hasta ahora esas sensaciones, ni sabía que se pudiera excitar una muchacha por ver castigar a otra. Aunque ella misma las tenía muy mojadas, aunque suponía que eran gotas de orina que se le escapaban del miedo que sentía.
Poco después vio como Amelia ocupaba su lugar, siendo esa tal Amelia a quien estaban dándole una azotaina y ella estaba situada apenas a un metro de distancia viéndolo todo, sin perderse detalle alguno. Así como en un momento la colocaron atravesada sobre el muslo, colocándola de forma que su sexo quedaba completamente visible, sobre todo para Kathy que veía el sexo desde un primerísimo primer plano, aun mas extrañada cuando vio que la chica se frotaba contra la pierna ella misma, a pesar del intenso dolor de la azotaina que le estaban dando. Pudo ver como del interior del sexo, emanaba un líquido blanquecino o amarillento que se abría paso entre pliegues de los labios interiores, sabiendo como es natural que la chica se acababa de correr, eso a ella le pareció muy excitante tanto, que empezó ella misma a frotarse un muslo contra otro, así como simulando sobarse el culo, paso su mano entre su entrepierna desde atrás, corriéndose ella misma sorprendida al tiempo que aquella muchacha que no paraba de aullar de dolor, se corría de nuevo al tiempo que lo hacia ella misma. Sorprendiéndose a sí misma la propia Kathy, pues en esos momentos deseaba que la castigaran igual que habían castigado a Amelia, lo que le parecía una locura poder pensar algo así. Pero cada vez estaba más nerviosa, pues el momento no podía tardar demasiado, Sir John ya se había bebido el vaso de agua, y parecía que estaba a punto de tocarle a ella, por lo que sus nervios estaban a flor de piel, al igual que estaba terriblemente asustada, como angustiada de que en nada iba a ser ella la que estuviera llorando… Porque prácticamente ya se le salían las lágrimas, ya que ahora ya no habían ninguna chica más para castigar, solo ella.
(Sir John) -. Veamos Kathy… Ven aquí y siéntate en mi pierna mientras hablo contigo, quiero que me acabes de explicar que ha ocurrido esta tarde.
Kathy le temblaba todo su cuerpo de temor que tenía, pero obediente se acercó a Sir John pues estaba apenas a un metro de él, dando los dos pasos que la separaban se acercó a él, poniéndose entre medias de sus piernas, al tenerla a su lado la giro despacio sentándola en su muslo izquierdo, acampanándosele la falda se sentó sobre sus braguitas en su pierna. Al tenerla sentada mientras la sujetaba con su brazo izquierdo rodeándola por su cintura, la mano la poso sobre la pierna de la muchacha que temblaba al estar tan cerca de él.
(Sir John) -. Eres muy jovencita con veinte añitos, pero debes contarme todo tal y como ha sucedido, sabes! No me gustaría tener que ser contigo igual de severo que he sido con Laura, sabes porque he sido tan severo con ella? -. Kathy estaba a punto de echarse a llorar, haciendo pucheritos frotándose los ojos, así como arrugando sus bonitos labios haciendo un mohín con ellos, pero no se atrevía a responder a su pregunta debido a su miedo a la azotaina que iba a recibir. .- veo que no quieres colaborar, sabes eso no te va a beneficiar nada. Pero te voy a decir por qué a Laura la he castigado tan severamente. Ella hoy en la cocina es la máxima autoridad, hasta que mañana empiece a trabajar el mayordomo, ya que él será el encargado del servicio, y quien os castigara a partir de mañana, solo en faltas muy graves me encargare yo en persona. Pues como te decía, ella hoy es la máxima autoridad en la cocina, y debería de haberse comportado como una profesional, por lo tanto el abandonar sus labores, e ir a donde tú estabas castigada de cara a la pared, solo ese motivo ya es muy grave para su condición, luego aparte está el no haber supervisado la cena, pues vosotras las sirvientas no estáis para subir la cena desde la cocina, debe de ser ella quien lo haga y supervise. Y si no he sido más severo con ella, ha sido por haber unos servicios mínimos en la casa, pero de todas formas aún no he acabado con ella. Tu pequeña, no debías haber tenido acceso alguno a la cena, tu trabajo es ayudar en la cocina en lo que se te mande, y luego subir al salón a servir la cena, pero en ningún caso a manipularla. Imagínate de tener invitados importantes esta noche, y que hubiera sucedido esto, mañana se publicaría en todos los periódicos y medios de comunicación, ves la gravedad de sus actos, su conducta es totalmente intolerable solo lo sucedido con la sopa, a lo que se debe añadir su comportamiento infantil en la cocina. Y ahora pequeña me vas a contar lo sucedido?
(Kathy) -. Pues eso que usted…dice…que ha…venido a…chincharme… cuando…estaba… en el…rincón… y me daba azotes… tenía que sobarme… luego aparecido la Sra. Freyre y me ha regañado por sobarme, pero… yo no quería… desobedecerle… y luego pues eso, he tratado de vengarme… de ella…con…la sopa… Pero me ha salido mal, y luego ha vuelto a venir a chinchar otra vez y la…he…empujado…
(Sir John) -. Ves pequeña! No era tan difícil contármelo todo. Por ser sincera conmigo, con una buena azotaina con la mano bastara por hoy, ahora levántate y échate sobre mis rodillas, venga todo acabara muy rápido y te podrás ir acostar… -. La muchacha arrepentida y consternada se levantó de la pierna de Sir John, pero al hacerlo sintió que la mano de Sir John la retenía haciéndola girarse hacia él. .- Me quieres explicar que es esto, desvergonzada!!! -. Haciéndola mirar a sus pantalones. Al tiempo que le subía la falda por la parte delantera, descubriendo sus bragas blancas de algodón, con dibujos de frutas de varios colores, y pasándole su mano con las yemas de sus dedos hacia arriba, se los paso por el fondillo de sus braguitas sobre su sexo, al extraer la mano, sus dedos estaban completamente mojados, pues los fluidos traspasaban sus braguitas, por ello él tenía una mancha de humedad en sus pantalones, siendo el motivo de retenerla con su mano. .- ahora vas a ver desvergonzada que les pasa a las niñas cochinas como tú!!!
Al instante la tenía colocada boca abajo sobre su pierna, pasando su rodilla entre las piernas de Kathy, sin más explicaciones le levanto la falda circular del vestido azul celeste, colocándosela sobre la espalda, y acto seguido empuñaba el cepillo de madera por el mango, comenzando a darle una azotaina con el cepillo sobre las bragas aun protegiendo su trasero, aunque la fina tela de las mismas poco o nada la podían proteger, por la fuerza que empleaba al darle la azotaina, era tal que la muchacha se hecho a llorar enseguida, más por su miedo a la azotaina, que por lo que le podía doler el culo en esos momentos. Aunque en breve ya sentía el culo como le abrasaba como si le hubieran puesto brasas al rojo vivo entre sus braguitas, pues estas no le protegían en nada en absoluto. Pero después de una sonora azotaina decidió ver con sus propios ojos los efectos en el culo, por lo que de un tirón le bajo las bragas sacándoselas del todo de sus pies, arrojándolas a varios metros de distancia cayendo lentamente hasta posarse en el suelo como una grácil mariposa. Continuando así dándole una ejemplar azotaina por mancharse las bragas y ensuciarle el pantalón por segunda vez, pues la primera había sido por Amelia. Pocos azotes después ceso la azotaina de Kathy, la cual lloraba desconsolada, habiendo vuelto de nuevo a mojar los pantalones de sir John, pero ahora era directamente de su sexo al frotarse en su rodilla, lo que hubiera ocasionado mojar sus pantalones. Al ponerla en pie, la muchacha se sobaba con vigorosidad el culo, por lo mucho que le abrasaba y le dolía. Caminado un poco doblada hacia adelante por el intenso dolor del culo.
(Sir John) -. Sra. Freyre!!! Llévese a las chicas a sus habitaciones, y Kathy que recoja sus bragas llevándolas en la mano, espero que se encargue personalmente de acostar a cada una de ellas, no sin darles su buenas noches como es debido, tal y como las muy desvergonzadas se han comportado esta noche, no hay ninguna que no se merezca una buena azotaina antes de meterlas en la cama. A Laura la llevare yo mismo a su habitación, pues aún tenemos una cuenta pendiente que resolver. Vosotras dos, quitaos las bragas y llevarlas en la mano también por cochinas!!!
La Sra. Freyre se llevó con ella a las tres chicas, Penélope, Amelia y Kathy, las tres iban avergonzadas teniendo que llevar sus bragas en sus manos, según iban subiendo las escaleras, la primera en meter en la cama fue a Amelia, que en breve se la escuchaba llorar de nuevo, mientras Penélope y Kathy aguardaban afuera en el pasillo, que acabara de calentarle el culo, para luego ser ellas las que recibieran. Siendo luego Penélope la que lloraba al recibir una azotaina con la mano, tal y como había ordenado Sir John, mientras Kathy esperaba afuera llorando, luego fue Kathy la que lloraba en su habitación, pero ahora con verdaderos motivos, pues ella recibió una azotaina como las demás.
Después de haberse bebido un vaso de agua Sir John, se acercó hacia Laura que gimoteaba por lo que temía que le esperaba, con su brazo izquierdo extendido, espero que la chica le tendiera su mano, cogiéndola de la mano derecha se la llevo, pero antes se pasaron por el sofá a recoger el cepillo de madera, y llevando de la mano a Laura esta rompió a llorar, pues ella al ver que se lo llevaba con ella el cepillo , Sir John tenía la convicción de usarlo en su habitación dándole una nueva azotaina a Laura con él. La cual al entrar en su habitación, ya escuchando llorar a una de las chicas, escuchando solo un murmullo de fondo al entrar tras cerrar la puerta, las otras chicas que aguardaban en el pasillo, ya la escuchaban como lloraba y como sonaba el sonido característico del cepillo de madera en su trasero. esa noche durmieron todas con sus traseros en llamas, teniendo que acostarse boca abajo, por las molestias de sus traseros, teniendo que dormir sintiendo la presión que ejercían sus bragas de algodón sobre sus maltrechas nalgas, sin poder evitar el roce de sus nalgas con el tejido, el cual parecía que tuviera en el, granos de arena o un papel de lijar del cinco, el más grueso por cómo le raspaban sus bragas a todas las chicas, incluso a la pequeña Elisabeth su pañal le resultaba muy molesto, además de que a esas horas ya lo había vuelto a mojar, teniendo que soportar las escoceduras de la orina con sus inflamadas nalgas, por la azotaina recibida con la zapatilla de la Sra. Freyre antes de acostarla.
(Continuará…)