Escritos de un esclavo con muy mala suerte
Fred siempre fue muy odiado injustamente, tenía tantas imperfecciones en su rostro que a su familia le enfermaba sólo mirarlo. Por ello, desde que cumplió los 18 años vive con su ama, la única persona que hará caso omiso a su repulsividad... aunque eso pronto cambiará a peor
-24 de agosto de 2019-
Desde que me convertí en su mascota hará ya 7 meses, logré la máxima aspiración de este ser, al que avergüenzo mucho de llamar <>... este desecho podría serle de utilidad, convirtiéndome en una extremadamente nauseabunda y asquerosa alfombra, que como esponja al agua absorba todo el polvo.
No permitiré la mínima suciedad en sus delicadezas, para que me pisotee y así sólo ver encima de mí a sus divinas suelas; porque el dolor que me incruste no le preocupa y así será por siempre (enfrente suya, mi opinión carece de total valor). Ante disfrute semejante, humanos suplicarían inútiles por el honor de lavar sus asombrosos pies pálidos (oscurecidos por la suciedad, convertida posteriormente en mi dieta diaria); así que un ser inferior como "yo" más, suplicará por una eterna disciplina.
Sus palizas amoldearán mi corazón a su gusto, el cual ofreceré sin ninguna pena y su merced lo reventará en mi rostro -de nuevo a lavar mierda, no bendecida por mi Diosa-: Ser Suprema, sacrifico mi candor-seré aquel puente ignorado del que pase por encima. Su indiferencia es mi recompensa en mi meta de dejar de ser un estorbo a sus ojos, su presencia me obliga a cerrar mi horrenda boca. Como carezco de derecho a besarla, actuaré de basura del elixir que detrás de su excelentísima dentadura aguarda.
En su mirada angelical, abundan siempre deseos de patearme. Desgraciadamente, pocas veces se desahoga (se olvida de mí y no me da apenas comida); no quiere manchar su bota de una mierda como yo. Esta mierda podrá ser usada POR CUALQUIERA cuando le venga en gana, con la condición de posteriormente desecharme por el bien de este mundo.
Atentamente: su pseudo-rata.
-29 de agosto de 2019-
No me atrevo a confesarle mi deseo de morir por usted. Y no, no es por su posible contestación
(nunca reaccioné por una bofetada suya; si encorvo mi cuello no es por rechazo, PARA NADA. El causarle la mínima molestia me hace no-merecedor apenas de contemplar sus dos irremediablemente HERMOSAS apisonadoras, a las cuales casi mi vida debo. Son quienes me recuerdan mi lugar, al ofrecer las exquisitas delicias, que en su suela (sabiamente) reposan (es lo que tiene ser altamente superior, que exclusivamente la suciedad de mayor calidad se le pega. Y por haberme valorado tanto, podría ahorcarme si quisiera, porque yo seguiría siendo <>)),
sino por la poca valía del objeto que ahora le escribe.
Por favor, le ruego no me ignore y tarde en aburrirse de mi presencia; ergo mi pestilente sumisión no ayude, me es imposible dejar de ser así....
Una vez, le confié que la amaba, y me contestó con un adorablemente cortante "vale" y parte de su fragante elixir labial; desde entonces soy más su perrete y mi sumisión aumenta a niveles denigrantes a cada día.
Y siento la anterior carta que le envié (los esclavos carecemos del derecho a la privacidad por completo). Creerme mierda era pasarse, y una fuerte patada en la boca me lo hizo comprender, La amo, ahora apenas hablo por los pocos dientes que restan en su papelera "humana", mas es el trato inefablemente justo porque a mi superior dueña así le parece.
Besos a sus pies (siempre que conserven centímetros de suciedad notables), SU MERCED.
-31 de agosto de 2019-
El otro día vino molesta al hogar. Yo la esperaba, como de costumbre, con mi lengua bajo la puerta: cumplimiento de la obligatoria dosis diaria de limpieza.
Y claro, fui tan gilipollas, "cortito" e inhumano... escuché unos zapatazos rudos al entrar estremecedores, ahí debí notar su rabia y posterior desahogo conmigo, culpándome y yo asintiendo para complacerla. Mi infinita estupidez desconoció ese hecho. Usted abrió la puerta tan fugazmente que le dio tanto asco mi cara al verla tan de cerca por el suelo, ergo vomitó en ella (MÁS QUE MERECIDAMENTE) y me echó a patadas con escupitajos de la casa. Me fracturó unos cuantos pares de huesos.
No podía quejarme: ya no tenía dientes y mi lengua emigró erráticamente afuera, con la nariz tan doblada comencé a sufrir las primeras asfixias.
"¡QUÉDATE AHÍ EN LA PUERTA, CUCARACHA!" accedí por supuesto.
Dormí en la acera. Muy cómodo. ADORABA cuando me pisaron con andares torpes al confundirme con el suelo (<> y queriendo).
Vi aparcar un coche en la popa de mi visión. Golpearon el portón y la pareja intrusa entró dando dos besos a mi Diosa.
Los esclavos nos encelamos con facilidad (junto a mi cuerpo, la máxima muestra de amor representada fue un fungido abrazo efímero (más un extra de repentina mueca parecida a un amago de naúseas)).
Oí preguntas sobre quién era <>.
Se quedó perpleja, observome y balbuceaste falacias sobre mí: "¡Es un acosador, no lo soporto! ¡Me hace daño, cada vez que salgo está ahí!".
Hice el espejimo de ronronear algunas palabras. Cosa imposible, rompí en un llanto tan pero tan penoso que decapitó del todo mi dignidad: el sabroso pie de mi Diosa alcanzó mi rostro, y le di las gracias. Dicho comentario pareció no ser oído por nadie, pues dieronme palizas hasta sentir los lindos ojos de mi princesa y caer.
Y así acabé. Agradezco con caracteres infinitos su esfuerzo puesto. Como buena ciudadana que es, me envolvió en una bolsa y apedreó contra el interior del contenedor (parecido a quien tira rápido la bolsa de papel de baño usado para no mancharse de esa ingratez). Es el sacrificio sufrido por el honor-servil-divino.
Centenares de cartas seguiré haciendo, no importa que casi todas se fracturen por las continuas tiradas de vidrio.
Falleceré por continuar en este estado, lo sé, mas lo prefiero al poder pasar mis últimas horas junto a la compañía de sus sandalias enh mi desagradable presencia. Ésa es mi meta final en el mundo: chupar hasta los más recónditos lares que ha pisado usted, MI PERFECTA DIOSA (qué bien se siente al escribirlo, por no merecer salir dichas palabras de mi sedoso y ya casi vegetativo organismo).
LE REZARÉ, SACRIFIQUÉ MI BIEN A COSTA DEL SUYO Y MORIRÉ POR ÉL, ¿QUÉ MÁS DESEA? NO TENGO YA MUCHO MÁS CON QUE AGASAJARLA.
AL MENOS ESTA BASURA LA HIZO FELIZ, PERDÍ MI DIGNIDAD CUANDO ACTUÉ DE PERRO EN PÚBLICO PARA VERLA SONREÍR; ES MI RAZÓN DE EXISTIR: NO QUIERO A CAMBIO ALGO, PARA QUÉ, VIVIR EN EL PARAÍSO YA FUE SUFICIENTE...
En eso, otra botella es lanzada al interior de mi morada. Intento esquivarla pero no pude apartar mi enana mirada de su Santo rostro al identificarlo.
SOY UN ENFERMO QUIZÁ: LA SIGO VIENDO PERFECTA A PESAR DE TODO, NO IMPORTA CUÁNTO ME DAÑÓ.
Sin embargo, el dichoso botellazo partió su cabeza en dos, y en sus últimos segundos mantuvo un rasgo contento gracias a la risa de su ama, quien le mostró por única vez su agradecimiento... YA PODÍA MORIR EN PAZ.