Escritorio y Ordenador

Al entrar al privado de desarrollo veo a mi ingeniero sexy y está solo, sentado frente al ordenador; él no se ha percatado de mi presencia porque está evaluando unas líneas de código que recién ingresó, sin que él lo note le pongo el pestillo a la puerta.

Gracias por la bienvenida que le habéis dado a mis relatos.

Esta tercera entrega está inspirada en un buen amigo Jon Pérez ( jonperez2011 ), para ti con cariño Jon.

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Iba llegando a la agencia después de una reunión de trabajo en las oficinas de un cliente y mi humor no era de lo mejor; había sido una cita muy estresante pues les estaba mostrando a un grupo selecto de los clientes los avances en el desarrollo del sistema que les estábamos diseñando, pero solicitaron modificaciones muy radicales ahora que ya casi estaba el 70% del proyecto concluido, fue una reunión muy intensa entre los estira y afloja de lo que estaban solicitando ahora contra lo que se había indicado en él contrato.

Entré en mi oficina, con ganas de quitarme el malestar y poderme refrescar un poco… el ambiente de mi espacio de trabajo es tranquilizador… como es habitual en mí, me descalzo, eso permite relajarme y enfocarme en el trabajo diario.

Me dirijo al baño, me lavo la cara, me cepillo los dientes y el cabello, respiro hondo…

Después de contestar dos mails y revisar mis pendientes en el ordenador, advierto la hora, sé que mis ingenieros de desarrollo me tendrían unas actualizaciones listas que necesitan mi revisión… voy a verlos, y en el pasillo me encuentro con Sol mi secretaria me informa que Carla la programadora se ausentó por que se sentía mal.

Al entrar al privado de desarrollo veo a mi ingeniero sexy y está solo, sentado frente al ordenador; él no se ha percatado de mi presencia porque está evaluando unas líneas de código que recién ingresó, sin que él lo note le pongo el pestillo a la puerta.

El simple hecho de verlo me levantó el ánimo y me hizo olvidar el mal día, me llené de decisión y me acerqué lento, posé mis manos en sus hombros y comencé a darle un suave masaje, debo aclarar en este momento que llevaba mucho tiempo con ganas de hacer esto, pero nunca me había atrevido.

Si Jon se turbo por mi atrevimiento no se notó, dejó que yo hiciera lo que quisiera; a medida que lo masajeaba él fue tomando confianza y el masaje se extendió hacia sus bíceps al principio y a las escápulas después… podía pasarme así un buen rato, pero algo empezó a moverse en mi interior… inicié un baile cadencioso mientras le daba el masaje, pero ya mi cuerpo se comenzaba a aproximar a su espalda, varias veces la rocé con mis pechos fue una delicia, entonces me dediqué a acariciarle la cabeza, me decidí y le besé el cuello, él echó su cabeza hacia atrás y le pude besar los ojos, las mejillas, la frente, la nariz, le bese las orejas succionando levemente los lóbulos, mientras con mis manos ya le acariciaba el pecho, él se dejaba mimar de una forma muy inteligente, alcancé a percibir su aroma fresco, limpio, muy sensual…

Él quería saber hasta dónde estaba yo dispuesta a llegar por lo que no decía ni hacía nada… en un momento desvié mi mirada a su entrepierna y descubrí que estaba respondiendo satisfactoriamente a mis caricias, eso me aceleró el corazón y percibí una sensación de tibieza en mis genitales… al acercarme a su oído le alcancé a susurrar… no traigo bragas…

Acto seguido, me atrajo hacia él, me tomo de una mano y como una experta amazona crucé la pierna por encima de él y quedé montada, que sensación más placentera, fue entonces cuando con sus manos sabias comenzó a acariciarme las nalgas. Al principio, con mucha ternura tomó mi cara con una mano y me acercó a su boca; fue el beso más dulce que me daban en mucho tiempo… poco a poco, fue bajando sus manos acariciando mi cuello, mis hombros, tomando mi cintura… sentíamos que estaba a punto de explotar un volcán, con toda la delicadeza, fue abriendo uno a uno todos los botones de mi vestido, le gustó lo que vio, un par de pechos grandes con urgencia de salir del sostén, comenzó a besarlos por encima y debo de confesar que me estaba poniendo a mil, yo deseaba que soltara el sujetador de una vez, pero él se tomaba su tiempo en cada una de estas acciones…

Por otro lado, yo ​estaba tratando de retirarle el cinturón de los jeans con la mano que tenía libre, pues con la otra le acariciaba el rostro y el cabello; que hombre tan sexy me decía para mí misma… Cuando pude liberar el cinturón y abrir el botón del pantalón vino la tarea más complicada, quitárselo… pero yo no me quería despegar ni un centímetro de su anatomía…

Me sostuvo en vilo por la cintura y de un tirón se liberó de éste… pude entonces por fin sentir su herramienta, mi madre, que hombre tan bien dotado, justamente como me gusta… me fui acomodando y comenzando a sentir esa hermosa pija muy cerca de mí…

Para esto Jon ya había metido sus dedos pulgares por debajo de mi sostén y había encontrado mis pezones, estaba comenzando a jugar con ellos, que locura…

Tomé con mi mano su bóxer y liberé esa polla que se alzó majestuosa, la dirigí a la entrada de mi centro y fui poco a poco acomodándome a la sensación de estar en donde pertenecía, estaba completamente ensartada en un monumental falo… que placer, y al mismo tiempo Jon descubría mi teta derecha y comenzaba a mamar de ella, con una mano me apretaba el otro pezón y con la otra me masajeaba una nalga… Nos comíamos las bocas en un interminable intercambio de fluidos, las lenguas se entrelazaban sin dar tregua… No supe en que instante la cadencia de subir y bajar sobre esa bendita parte masculina de ser suave y pausada, paso a ser frenética… los intercambios de besos y caricias ya no los tengo contabilizados, el tiempo fue perdiendo la dimensión conocida, los sonidos externos se volvieron huecos, dejando solo que los oídos captaran nuestros gemidos y susurros, frases inentendibles para nadie más, solo él y yo… a partir de ahí nos fundimos en un abrazo y se empezaron a confundir las partes; en un parpadeo llegamos al mismo tiempo a la explosión de placer y lujuria más hermosa y deliciosa que he sentido, si fue un minuto o una eternidad, no lo recuerdo. Pero tuvimos que suprimir los gritos que nos nacían del alma porque no queríamos hacer participes de nuestro gozo a toda la oficina…

(To be Continued)