Escritor

De como detras de un gran escritor, siempre habrá una bella esposa dispuesta a ayudarle en su carrera...

"El escritor"

Llegué a la oficina del editor del periódico con mis dos mas preciadas posesiones: mi último cuento erótico y mi señora esposa; la secretaria, en vez del esperado "el señor se encuentra en una junta y mandó decir que le dejara su texto", nos dijo que el editor quería vernos y que pasaramos a su oficina, ahí dentro nos sentamos a esperarlo sentados en unas sillas, sin atrevernos a mancillar su legendario diván. Un burocrático tiempo después apareció el editor quien tras dirigirnos una mínima sonrisa y mascullar las "buenas noches" se dedicó a destrozar mi cuento. Con un lapíz rojo en una mano y mas de treinta años de experiencia en autopsias periodísticas fue tachando todas y cada una de las frases que yo había escrito para terminar arrojándome el quebrantado papel al rostro con un "esto no sirve, vuélvelo a escribir".

Hasta el momento que yo balbucié un "disculpeme, prometo intentarlo mejor" y nos levantamos para salir fue que él reparó en mi esposa. Con una ojeada rápida e instruida en los años de retratar mujeres para su sección, expresó su juicio con naturalidad "Oye" me dijo "¿a tu señora no le interesará salir en la sección gráfica?" Sin darme tiempo a preguntarle a ella la respuesta asentí con una sonrisa, creyendo así ganar los puntos que mi artículo me había restado. "¿Con esta ropa?" fue lo único que se atrevió a protestar mi esposa. "Metete al baño y ahorita te traigo algo que te pongas" contestó el editor señalando raudo una puerta.

Mi esposa obedeció esta orden tan asertiva, mientras él buscaba en el closet su cámara y algún vestuario digno de esta ocasión. Al poco tiempo mi esposa salió del baño vestida solo con un baby doll de encaje beige, una pequeña batita del mismo encaje y altos zapatos de tacón, se sentó en el diván mientras él empezaba a afocarla. "¡Sonrie!", "¡cruza las piernas!", "¡bájate la bata hasta los hombros!", el editor se hallaba inspirado esa vez y al poco rato mi esposa era una gran modelo en sus manos, "¡agáchate y enséñame tu escote!", "¡híncate sobre el sofá y levanta las nalgas!", "súbete un poquito el calzón... un poco mas... mira, así!" su labor creativa llevó al editor a no tener reparos en subirle él mismo el elástico del calzón a mi mujer, en poner sus pezones lo suficientemente erectos para el close-up y en enseñarle el modo correcto de acomodar el vello púbico en los calzones; mi esposa se hallaba acostada con las piernas abiertas y el editor encuadrando su púbis cuando se acabó el rollo, él se volvió hacia mi con una sonrisa de confianza que nunca le había visto y me dijo "Oye, tu esposa está bastante buena, ¿le puedo llegar?" y mientras decía esto comenzó a abrirse la bragueta. Inmediatamente yo respondí sonriendo "por supuesto señor, todo lo que usted quiera".

Mi mujer se arrodilló frente a él para buscar en esa bragueta abierta y comenzar a besar, chupar y mamar todo lo que ahí encontrara, el editor echó la cebaza hacia atrás en satisfacción con el trabajo de mi esposa y comenzó a mover la pelvis rítmicamente.

"A ver mi amor, ¡hasta adentro!" le decía y sujetaba la cabeza de mi señora para hacerle llegar su aparato hasta la garganta, lo sacaba y volvía a meterlo en su totalidad, haciendole mover el cuello del modo que mas le satisfacía. Después se salió de ella y solo le ordenó "¡ponte!", mi esposa inmediatamente se levantó, se quitó la bata, dejó caer el baby doll a sus pies y conservando los zapatos se acostó boca arriba, con las piernas bien abiertas y ofreciéndole las tetas con las manos. "¡Mmmhhh!" exclamó él al penetrarla "¡que apretadita está! Se ve que tu casi nunca te la cojes". Yo sonreí y quise murmurar un "es que luego no tenemos mucho tiempo", pero él ya estaba moviéndose con tal pericia que mi mujer gemía, se lamía los labios, gritaba y alcanzaba un orgasmo tras otro, ofreciéndole los pezones a la boca de él como agradecimiento. "¡Así no, mamacita! ¡muévete mas rico! ¡muévete más!" le ordenaba todo el tiempo. Yo los ví ha ver, tratando de aprender alguna técnica secreta.

De pronto, él se detuvo y se volvió hacia mi para preguntarme "Oye y encular, ¿se deja?" A pesar de que al menos por mi nunca se había dejado, yo contesté inmediatamente "Sí señor, se lo va a agradecer mucho". "¡Que maravilla de vieja te conseguiste!" me dijo dándole otro beso en el pezón a mi señora para recalcar su admiración. ¡Orale mi putita, voltéate! le indicó con una nalgada y mi mujer lo obedeció en el acto, hincándose de nuevo en el diván y levantando bién el trasero, él aprovechó la lubricación de la vagina para penetrarla facilmente por el ano, mi mujer cerró los ojos y aguantó los gritos, empujando hacia atrás para lograr que el miembro la ensanchara bien. "¡Muévete bien rico, mi putita!" le dijo y empezó a dirigir el movomiento agarrándola por la cadera, cuando mi mujer entendió el movimiento, él alargó una mano para acariciarle los senos con fuerza, casi estrujándolos, cosa que hizo acelerar el movimiento de ella. Al rato de este ejercicio, el editor le dió otra nalgada para hacerle saber que su orgasmo se avecinaba, mi esposa apretó las nalgas y pronto recibía chorros y mas chorros de esperma en su recto. Tras unos segundos de descanso, aún adentro de ella, el editor se salió dándole una última orden: "párate y quédate de pie sin limpiarte, me encanta ver a las mujeres cuando les escurre el semen por las piernas".

Mi esposa lo obedeció (de todos modos, no iba a poder sentarse en un largo rato) y pronto el fluido espeso y blanco le empezó a chorrear de su a n o, corriendo por los muslos, las pantorrillas y los tobillos hasta manchar los zapatos de tacón. Tan bella imagen era esta, que el editor, sin limpiarse siquiera, le puso otro rollo de película a su cámara y le sacó otro juego de fotos a mi esposa: parada, arrodillada,, doblada en ángulo y abriendo las nalgas con las manos, acostada con las piernas en "V" , mostrando la vulva, tratando ella de lamerse el semen de los tobillos... acabando esto, él entró al baño a lavarse, le dio su ropa a mi mujer, ella se vistió y nos fuimos; a la semana siguiente fui a llevarle mi nuevo cuento al editor.

Al verme, me dijo que era imperativo que yo llevara a mi esposa de nuevo, cosa que hice al siguiente día. En cuanto nos recibió el editor, mi mujer se arrodilló frente a él inmediatamente para abrirle la bragueta y chuparle el miembro. Mientras lo hacía el editor me enseñó el motivo por el cual había llamado a mi esposa esta vez, eran las fotos que habían sido reveladas y él quería que mi esposa autografiara una de ellas: en la foto aparecía de espaldas, con las piernas chorreadas de esperma, abriendo su vulva con las manos y sonriendo de un modo encantador.

Mi esposa firmó esta foto con "Al editor del periódico. Gracias mi amor por todo lo que me diste" yo conservé otra foto que ahora guardo en mi cartera, es una polaroid que el editor sacó inmediatamente, después de que ella le firmara la foto, ahí aparece mi esposa, despeinada, con los labios despintados, la mirada turbia de placer y unas gotas de semen escurriendo de su sonriente boca. Mi esposa me la firmó diciendo: "Me encanta cuando me pides que te ayude en tu carrera de escritor."