Escondidos (2)

Cada día siente mas curiosidad, más odio a su vida... (Relato romántico... de momento no hay sexo XD)

Siempre me encantaba salir al campo. Ya era de noche, aunque fuesen las ocho, y salir a la hierba verdosa artificial, mientras esos grandes focos iluminaban el lugar, enorme, nuevo, me hacía pensar que era alguien famoso. Hacía fresquito, pero pronto se me pasaría. Los chicos y yo íbamos con pantaloncitos cortos sintéticos, camisetas del equipo local, y todas las protecciones necesarias

Carol estaba en las gradas, mirándome entrenar, observar como era uno de los mejores. Regateaba, pasaba el balón, metía goles

Mi cuerpo estaba bañado en sudor, y aunque no estaba extasiado, estaba algo cansado. Pude ver como Carol me hizo señas diciéndome que se iba, que había quedado. La despedí a lo lejos, con un beso mientras mis compañeros se reían.

-¿Te la has follado?- me preguntaban mientras corríamos y nos peleábamos para conseguir la pelota.

-Eso no es asunto tuyo- les decía mientras metía otro gol.

-¡Chicos, a la ducha!- nos gritó nuestro entrenador, con su voz ronca y autoritaria. Le llamábamos ‘El Malote’, ya que se comentaba que en su juventud había estado en la cárcel unos meses por ser un gamberro. Ahora tenía cincuenta y tantos, y lo que antes habían sido portentosos músculos, ahora eran fofas pieles, y su cara, yacía en arrugas en su sitio, descolgadas. Su pelo ya no brillaba en ese negro azabache. Era canoso, como la nieve. El tiempo había hecho su jugada.

Entramos en las duchas, nos desvestimos mientras comentábamos esto y lo otro, y nos metimos en las duchas. Me fijé en mis amigos: Era uno de los más pequeños, ya que todos tenían o uno o un par de años más que yo. Pero era respetado como el que más. Eran todos hombres, fibrosos. Y sus flácidas pollas… me acordé de Victor. ¿Lo haría con Jonatan? No sentí repulsión, me sentí desconcertado. ¿Había algo mejor que una tía?

Me encantaba el olor que hacían los vestuarios después de la ducha. Al llegar, hacía un olor insufrible, a sudor, pero al salir, olía a la mezcla de 20 champúes diferentes. El calor de las duchas fue contrarestado violentamente con el frío que hacía fuera, en el campo. Iba con el pelo mojado, una camiseta negra de tiras, y un chándal bakalero, de esos de mis amigos. Me sentía realmente bueno. ¡Qué razón tenía Jonatan, sobre los humos que traía!

En la entrada del campo de fútbol, nos reunimos un grupito para hablar cinco minutos, nos fumábamos un cigarro y esperaban a que les viniesen a buscar. Yo fue de los últimos en irme. Mientras andaba por la acera que rodeaba el campo, que estaba a las afuera de la ciudad, vi a un muchacho con un bóxer tirando de él.

-John, para, Shh, quieto- le decía.

Pude notar que era Victor, por ir de negro, por su voz, por él mismo. Al cruzar, ni me miró, pero yo quería disculparme por lo de Jonatan. Me haría sentir mejor.

-Ei, Victor- dije alzando la voz. Se paró en seco, dudó en girarse, y a dos metros de mí, lo hizo.

-¿Qué?- Respondió tajante.

-Quería disculparme por el balonazo que le di el otro día a… - me retuve, pues iba a decir ‘novio’- a Jonatan.

-¿Ein?

-Sí, lo del otro día en gimnasia- dije acercándome hasta donde se encontraba él.

-Ah, como nos hacéis tantas putadas ya no me acordaba- dijo, como para sí mismo.

-¿Pero que dices?

-No, nada- dijo zanjando el tema-. Las disculpas se las tendría que pedir a él.

-Ya, pero como tu también te ofendiste

-¿Por qué lo dices?- dijo haciendo fuerza, pues el perro seguía a la suya.

-Oí como me criticabas- dije con voz de chulo.

-¿Ahora no se puede expresar uno libremente?- me preguntó vacilándome.

-Sí, sí, pero eso podrías decírmelo a la cara- dije, intentando que sonase lo menos posible a amenaza.

-¿El qué? ¿Qué eres un chulo arrogante y narcisista que cree que el mundo gira alrededor de ti? ¿Eso?- me escupió a la cara. El chaval tenía cojones. En verdad, nadie se había atrevido a decirme eso a la cara sin recibir una paliza, y habían sido pocos. Pero no quería pelearme con él. Aunque quise mantener la compostura, me sentí realmente ofendido-. ¿Qué? ¿El Señor ‘Soy La Hostia’ se ha ofendido? Se te tendrían que bajar

-…los humos- le corté, mientras él hacía afán de girarse y continuar. Pero se paró en seco-. No soy como piensas que soy.

-¿Y? ¿Es que acaso te importa lo que piense? ¿O es parte de tu obra, conseguid el máximo de aduladores?

El chaval ese sabía como joder. Parecía increíble, ya que a mi ver, era un pringado.

-Vi como os besabais- dije, sin saber porque.

-¿Y? ¿Acaso no lo haces tú en cada esquina del instituto?- dijo. Estaba a la defensiva.

-¿No te da vergüenza?- le pregunté, pues no entendía como no le daba miedo ser pillado.

Pero por la cara que puso, supuse que me malinterpretó.

-Me daría más vergüenza ir de gilipollas por la vida- y definitivamente, giró y siguió.

Vi como caminaba, alejándose de mí. Me sentí sumamente culpable. No me refería a si no se avergonzaba de besar a un tío. Pero él lo entendió así. Y fue lo más normal, viniendo de un ser como yo.

Y sin mirar atrás, me fui.

-Preparad el trabajo con calma. Tenéis todas las vacaciones de Navidad para hacerlo- nos informó Antonio, el profe de historia-. Me lo entregaréis en Enero, al volver. Tiene que ser de un mínimo de 40 páginas, manuscrito y bien presentado. De él depende la nota de la evaluación.

De repente, un murmullo general se extendió en la clase. Tú vas conmigo, ¿vamos juntos?, y peguntas de por el estilo.

-¡Eh! ¡EH!- gritó Antonio para hacerse oír por encima del ruido-. Las parejas las hago yo.

Y los comentarios de protesta substituyeron a los anteriores.

-… Carol con Henar- dijo Antonio. Carol miró a la amiga de Victor y puso cara de desprecio. En cambio, Henar no pudo más que reírse, como sabiendo que la tonta de Carol no haría nada-…. Aída, con… espera… con Marta- otra amiga mía que iba con las raras-, Victor

Éste miró a Jonatan, sonriendo, esperanzado, pero el veredicto final jugó a mi contra.

-…Victor con Guillermo- mierda.

Ni si quiera se molestó en mirarme. Puso su cabeza entre sus manos y sollozó falsamente. No me gustó su reacción. ¿Se creería que no iba a hacer ni el culo?

-Y no quiero quejas de las parejas. Quien no haga el trabaja o no coopere con su compañero, quedará suspendido- y el timbre sonó. Salíamos al patio. Me relajaría con un cigarro.

Como rutina, nos encontrábamos en los arbustos. Las quejas y los insultos empezaron a florecer, como buen recado de Dios.

-No te quejes que a mi me ha tocado con la satánica esa- le decía Marta a Carol.

-Bah, no pienso hacer ni el huevo- decía Carol, dándole la razón a Henar.

De bien seguro que ellos se estarían quejando igualmente, pero con unos argumentos menos superfluos. Y yo me encontraba pensativo. Sin saber porque, esperaba ganarme la confianza de aquel chico bastante huraño con nosotros. Me hacía cierta ilusión, pero me daba pavor a la vez. Me levanté, sacudiéndome la tierra, para dirigirme donde estaban ellos, en el suelo, a unos 50 metros, en la sombra, para variar.

Me vieron llegar, a lo lejos, y cesaron sus risas para quedarse en el más absoluto silencio, un silencio delatador e inquisitivo.

-Hola gente- saludé en general. Unos ni me miraron, otros estallaron en carcajadas mal escondidas. Pero Victor me miró a la cara, desafiante.

-Hola- susurró. Percibí, levemente, como me miraba entero. Y no era para menos. Iba con una camiseta de mangas muy cortas, y algo corta, con un pantalón tejano estrecho. Se me veía la pelusilla de encima del pubis y debajo del ombligo. Iba bastante provocador. Pero asi era yo.

-Ems… ¿puedo hablar contigo?- le pregunté.

-Sí, claro- dijo, levantándose, apoyándose en Jonatan.

Sin decir palabra, nos apartamos unos diez metros.

-Que sepas que quiero hacer el trabajo, que no me importa hacerlo contigo- le dije. Quería mostrarme amigable: No era difícil para mí.

-Bueno, como quieras- dijo, apoyado en la pared del edificio, y con la cabeza gacha-. ¿Tenemos otra opción?

-No, claro- le contesté-. Tendríamos que empezar ya, ¿no? Tenemos tiempo, pero mejor no confiarnos.

-Sí, si. Tendríamos que quedar y eso...- soltó Victor como quien no quiere la cosa. Le observé un poco más. Iba con los pelos negros a ambos lado de la cara, pero sus ojos se entreveían. Eran verdes. Verdes pistacho. Sus labios eran morados, su piel blanca. Llevaba, como era habitual, sombra de barba. Iba vestido con una camiseta negra que ponía ‘I’d fcuk me’, un tejano largo y gris oscuro, descosido por las rodillas y roto por los bajos, donde los iba pisando, y un cinturón de tachuelas. Pude notarle unos pectorales ciertamente algo desarrollado. Y una barriguita adorable, donde se antojaban abdominales. ¿Qué cojones hacía?

-Claro… ¿Puedes esta tarde?

-En fin… había quedado con Jonny pero

-¿Tu perro?- le dije, pues había oído el nombre de su mascota el día del encuentro. Soltó una risa y contestó.

-No, Jonatan.

-Ah, perdón, no me refería a que él fuese

-Ya, ya, entendido- y me sonrió, por primera vez-. Pero mañana podría.

-¿Un sábado?

-Perdón, debe de ser tu día de quedar con tus veinte mil amigotes- dijo sarcástico.

-No, lo decía porque en mi casa los sábados se lía la de Dios… vienen mis primos, los tíos

-Podemos quedar en la mía- me respondió.

-Oh, como quieras.

-¿Sabes donde vivo?

-Sí. Al lado de la tienda esa de frutas, ¿no?- le dije. Se asombró de que lo supiese.

-Exacto. ¿A las cuatro?

-Perfecto- y como despidiéndome, le di un pequeño golpe en el brazo con el mío. Sin saber a que venía, sonrió risueñamente.

Continuará

[Bueno, gracias por los comentarios. Supongo que no ha dado tiempo a más xD Estoy en ello, estoy acabando La Acampada, pero no doy abasto gente, no doy abasto…puede que ahora las historias sean más cortas, pero es que si queréis relatos largos y publicados deprisa, es imposible. GRACIAS ^^]

Entumecido por tu presencia, mi corazón lleno de tristeza