Esclavo por accidente.
Un joven veinteañero es víctima de tres adolescentes que buscan divertirse.
Hola, aqui empiezo a escribir esta historia ficticia en la que narro la pesadilla que vivirá Gonzalo un joven veinteañero que por accidente se convertirá en esclavo de tres maléficos adolescentes. No se hasta donde llegaré con el relato ya que eso dependerá de vosotros pero si veo que gusta intentaré publicar a menudo. Podéis dejarme las críticas que queráis. Gracias
Capítulo 1: Así empezó todo.
Tenía la baraja en la mano, cuando de repente se me acercaron un grupo de adolescentes que decidieron hacer campana en el instituto. Uno de ellos me preguntó si podía tenía un cigarro. Yo al instante le respondí que no fumaba, e inmediatamente al ver con el mazo en la mano me preguntó si querría jugar a una partida. Aquella pregunta me extrañó no la esperaba, supuse que sería la típica partida para pasar el rato y luego irse a clase o a donde ellos creyesen oportuno. Tras pensarlo unos segundos acepté por el hecho de que se les veía simpáticos. Nada más sentarse en el otro lado de la mesa se presentó.
—Me llamo Andrés— dijo él.
—Yo Gonzalo.
Inmediatamente y saber a que sabíamos jugar nos decantamos por el póker.
—¿Qué quieres apostar?— preguntó él
—¿Apostar? Pensé que jugábamos por jugar.
—No me gusta jugar sin apostar algo.
—Decide tú.
Finalmente decidimos apostar dinero, era algo que a mi no me gustaba pero no quería entrar en otras cosas.
—Tengo una idea mejor, lo hacemos a una partida. Un todo o nada, ¿hace?—preguntó mi rival.
—Vale—dije yo sin pensar a la vez que empecé a mezclar las cartas.
—Todo—volvió a repetir él.
La partida transcurría normal, con las respectivas manos hasta llegado el momento final en el que hubo que destapar las cartas de ambos. Por insistencia de él yo destapé primero.
—Full—hizo una mueca de desagrado. Vaya, vaya.
Sus otros dos amigos rieron tímidamente.
—Póker de reyes, lo siento amigo perdiste.
Me sentó fatal perder y mas porque era un experto jugando, había muy pocas personas que me ganaran en este juego. Nada más terminar de lamentar la derrota deje todo el dinero encima de la mesa.
—Siento decirte que aquí no está todo.
—¿Cómo que no? Ahí está todo mi dinero no llevo mas y si quieres compruébalo.
—No me refería al dinero precisamente.
—¿A que entonces?
—La ropa.
—¿Cómo la ropa? ¿Mi ropa?
Me los quedé mirando, aquello no me gustaba nada cuando él dijo todo pensé por un momento que se refería a todo el dinero no a todo lo mío que llevaba encima en ese momento.
—Sí, has perdido y dijimos que era o todo o nada.
—Pero…
En ese momento vi como uno de ellos iba a ir bacía a mí, podía salir corriendo pero sería inútil me seguirían y al ser 3 me acorralarían y entonces sería peor. Así que tras ver que iban en serio me puse en pie y empecé a quitarme prendas, primero los dos zapatos, los calcetines, la camiseta interior, la camisa y los pantalones, todo o dejé encima de la mesa.
—El calzoncillo también—dijo Andrés.
—Ni de coña.
—Hemos dicho todo, no tienes que tener nada puesto.
—Pero luego me devolveréis la ropa ¿no?
—Sí te portas bien sí.
Me quité el calzoncillo y lo dejé encima de la mesa. Como podía ser que un adolescente de apenas 17 años me humillara de esa manera, no podía consentirlo.
—Bueno te voy a dar la opción de que recuperes tus cosas. Pero esta vez no vamos a ser nosotros los que decidamos, será la suerte para que veas que así no hacemos trampas. Si ganas te devolvemos todas tus cosas… pero si pierdes te comprometes por escrito a ser nuestro esclavo. ¿Entendido?
—Y si me niego al pacto
—Pues entonces, cogemos la ropa, nos vamos y te dejamos así.
—¿No seréis capaces?
—Quieres verlo.
Hizo el amago de coger mi ropa para guardarla.
—Está bien creo que no estoy en condiciones de negarme.
—Ni en la de negarte ni en la de negociar.
Raúl, otro de los chicos sacó una moneda dándome a elegir entre la cara y la cruz.
—Cara—elegí.
Ellos me pasaron la moneda para que yo la lanzara al aire, al tenerla en mi mano mire que fuera una moneda normal donde no tuviese dos cruces o dos caras. Tras hacerlo y ver que todo estaba en orden, lancé la moneda al aire confiando en que saliera cara y rodo acabase. Cuando ésta cayó al suelo todos comprobamos del lado del que había caído.
—Cruz, parece que hoy no es tu día de suerte. En fin ya sabes lo que te toca.
—Pero…
—Sh, a callar ahora me toca hablar a mí, hablarás cuando se te pregunté. A partir de ahora y como hemos acordado tú serás nuestro esclavo, harás todo lo que te digamos, como te digamos, y cuando te digamos ¿entendido?
—Sí.
—Si amo debes de responder cuando se te pregunte. ¿Cómo tienes que responder?
Aquello no me gustaba y en vista de que sus miradas asesinaban no quise buscarme más problemas así que respondí como me ordenaron.
—Si amo.
—Bien, veo que aprendes rápido. Ahora vas a vestirte y venir con nosotros y cuidado intentes hacer malo porque entonces será peor.
Me dieron la ropa y me vestí, lógicamente para que no hiciera trampas y me fuera corriendo no me dieron el calzado, ni la cartera, móvil y llaves. Tras andar y seguir el camino indicado por ellos durante al menos diez minutos llegamos a casa de Mario, el tercero de mis amos, una vez en ella empezaron su cometido.
—Bien, como los tres somos tus amos, nos llamaras por igual para que así no haya diferencias, y cuando respondas tendrás que hacerlo a la orden de “si señor o si amo”, no podrás hablar al menos que te demos permiso para hacerlo, no podrás tampoco mirarnos a los ojos, tendrás que ir siempre desnudo, y a cuatro patas. Ten por seguro que si no cumples alguna de estas normas serás castigado de la forma que nosotros decidamos, ¿te ha quedado claro?
—Sí, amo—dije mirando al suelo.
En ese instante Raúl sacó su móvil y me hizo una foto para así poderme tener pillado con colgarla en algún momento si fuera preciso.
—Guau, que guapo sales, ahora que lo veo ganas mas desnudo que vestido. Nos lo pasaremos bien contigo.
CONTINUARÁ
Agradecería cualquier tipo de comentario sea bueno o malo para saber si la historia va gustando y ver si el camino por el que voy es el correcto o no. Gracias y un saludo a todos.