Esclavo de la Carne (06)

Es duro cuando se comprender que tu familia no es la mejor, peor ser la roca sobre la cual tu madre se apoya... luego de que viste como tu propio padre la viola como a un objeto. Capítulo final de la serie.

Esclavo de la Carne 06

Hola, nuevamente regreso con una nueva historia de mi vida, creo que este será el capítulo final de este conjunto de narraciones, aunque no creo que sea el último que yo escribiré. Todo depende de qué tan bien sea recibida mi vida plasmada en la pantalla de sus computadoras.

Quisiera agradecer a mi hermanita Laura, Garganta de Cuero (algún día les contaré por qué se apoda de esa forma, si es que ella no lo hace antes), por la invitación y la oportunidad de dirigirme a ustedes a través de este medio.

Me parece bueno, para terminar esta serie de relatos, contarles otro de los eventos que contribuyeron de manera extrema para seguir cambiándome la vida. Aquello ocurrió el día de mi graduación del colegio, un evento familiar de dimensiones épicas, creo que ya se los había dicho. Yo, el segundo hombre de la casa, el hijo único varón de mi padre, un hombre muy machista, me estaba convirtiendo en hombre y me graduaba con honores del colegio.

Papá tiró la casa por la ventana para celebrar, hubo licor para ahogarse, comida, músico, de todo. Mis hermanas tan solo miraban de lejos con envidia, una muy justificada envidia por cierto. Sabían que me merecía la fiesta, era un buen alumno y un buen hijo. Pero también sabían que ellas no tendrían nada siquiera parecido. De hecho, papá no pasó de organizarles más que una escueta cena, no más. Me sentí mal por ellas, por mi felicidad, pero no estaba acostumbrado a expresar ese sentir. De hecho, me habían enseñado que era normal que una mujer se sintiera inconforme con su vida, "así son ellas mijo" me decía papá, "nada quieren y todo les enoja".

Así fue como crecimos todos en aquella casa, yo, siendo educado para despreciar a las mujeres, y mis hermanas para dejarse de los hombres, con cero autoestima, tan solo eran como objetos que se podían utilizar.

Ellas no lo aguantaron por siempre, en cuanto pudieron se casaron y se largaron de la casa. Nena (así el decimos a Lucía) fue la primera, en cuanto tuvo edad y un buen candidato se casó y se largó de la casa. Arturo, su esposo, es un muy buen hombre ella tuvo suerte de encontrarlo, pero aun así no nos llevábamos bien al principio. Nena me guardaba muchos sentimientos de encono que transmitía a su esposo, quien no podía soportar que alguien hubiese hecho sufrir tanto a su señora.

Luego se casó Majo, con Ricardo, un tipo sinvergüenza y canalla que la engañaba con cuantas mujeres podía. Tan solo le dio una casota y mucho dinero, pero como Majo nunca tuvo vos para defenderse, se dejaba de el de todo. Laura se casó después, con Kike, a ellos ya los conocen bien, y no esperó ni a que su situación mejorase un poco (a pesar de que yo ofrecí ayudarlos) para largarse de la ciudad al pueblo de este.

Así, la familia se desquebrajaba, ante la tristeza y gran dolor de mamá. Pero así tenía que ser, nadie se llevaba bien, todos peleábamos. Incluso mamá, que era tan pacífica y pasiva, tenía problemas con ellas, Nena la despreciaba, la culpaba por la niñez y juventud tan infeliz que papá le dio, y en parte tenía razón, mamá solo contemplaba en voz baja todas las abusiveces e injusticias de que eran víctimas de papá.

Majo jamás había tenido ni voz ni voto, siempre vivió aislada y escondida, atemorizada por todo. Laura se largó huyendo y Vero, la más pequeña, hacía su vida muy lejos de todos, ella siempre fue la más rebelde de la casa. así, mi familia estaba desintegrándose.

Pero mejor regreso a lo que les estaba contando al principio

Recuerdo bien que papá se puso una tremenda matraca, algo nada raro en el, y se puso a reñir con un vecino, que si no fuera porque el estaba menos bolo, hubieran terminado con los golpes. Mamá se metió a tratar de calmar a mi padre, como siempre, ganándose una buena paliza una vez que todos los invitados se fueron… como siempre.

Supongo que ya se habrán preguntado en dónde quedó mi madre, luego de leer en mi primer relato como fue que la vi siendo casi violada por mi padre, pues precisamente a eso voy.

Pues bien, papá se puso violento luego de la fiesta, como muchas veces hacía. El tenía problemas con el alcohol, no es que tomara todos los días, pero casi siempre se le pasaba la mano durante las celebraciones. En sus últimos años este problema se hizo más evidente y agudo, a tal punto que tuve que intervenir yo enérgicamente.

Ese día la tomó con mamá, como siempre hacía. Lucía siempre se interponía entre ella y papá, y muchas veces se llevaba la peor parte. Mis otras hermanas se iban a encerrar a su cuarto y a taparse la cabeza con las cobijas para no ver ni oír nada, muertas de miedo. Yo fui por Lucía, la agarré de los brazos y forcejeé con ella, no quería que le pegaran. Claro, ella no lo comprendía así, ella creía que yo lo estaba ayudando a el para que pudiera pegarle a mamá.

Pues bien, logré mantenerla lejos mientras los gritos y golpes pasaban, luego se fue a dormir con una mirada de odio hacia mi en sus ojos. Y mamá, ella no salió de su cuarto, lo que me decía que papá le había dado muy duro, pues siempre iba a darnos la bendición antes de dormir, sin falta.

Me armé de valor y salí de mi habitación, avancé despacio hasta la de mis padres. A medida que me acercaba empezaba a distinguir algunos sonidos en el aire, como pujidos, pero no podía reconocerlos.

La puerta estaba entreabierta, la empujé un poco más para poder ver algo, y cuando lo logré, me quedé frío. Allí estaba mi padre, de pié, con la camisa abierta y el pantalón y el calzoncillo en sus tobillos. Su cuerpo rollizo y corpulento se veía… no sé como, pero definitivamente era repelente. Tenía a mamá de rodillas frente a el, ella tenía su vestido desgarrado, la cara enrojecida camino a llenarse de moretes, la nariz sangrante y largas marcas rojas en la espalda y pechos, seguro producto de golpes de cinturón.

Papá la sujetaba de los cabellos mientras le metía violentamente su falo por la boca, seguro que ensartándoselo hasta la garganta. Literalmente se la estaba cogiendo por la boca mientras ella trataba de empujarlo, tímidamente, para poder tomar un poco de aire.

Pero el no se detenía, estaba como loco, totalmente fuera de si. Sus ojos desorbitados brillaban por la fuerza de la lujuria que cargaba, pero una lujuria enferma como jamás había visto antes. Me asustó y llegué a sentir un genuino temor por la seguridad de mi madre. A cada golpe de sus caderas, su rostro se deformaba un poco más, hasta quedar convertido en una mueca histriónica de una verdadera cara humana. En ese momento terminó. Lo oí rugir, bufaba y se reía como un loco mientras descargaba uno a uno los chorros de esperma dentro de la garganta de su maltratada esposa, que se afanaba, con lágrimas escurriendo por sus mejillas, en tomar un poco de aire y no ahogarse.

Papá la soltó por fin, y mientras se derrumbaba pesadamente sobre la cama, ella tosía en el suelo, escupiendo cada gota de esperma que le había depositado. Tosía y lloraba, y se preguntaba en voz baja "¿por qué?, ¿por qué?", mientras su esposo ya estaba roncando.

Entonces volteó hacia donde yo estaba, cuando me vio no mostró una mirada de sorpresa, no, más bien era una mirada lastimera, como pidiéndome perdón por algo que no había hecho. Les juro que me partió el corazón y no pude más que salir corriendo.

Cada día me enfermaba y asqueaba más aquella situación, ver a mi amada madre siendo usada con tanto salvajismo y violencia con mi padre, como si fuese un objeto que se puede maltratar a su voluntad. Aquello me recuerda ahora la publicidad que utilizaba la compañía automotriz Toyota en mi natal Guatemala: "No lo use, maltrátelo".

Me tapé la cabeza con una almohada y logré quedarme dormido a pesar de que me dolía horriblemente el alma, todo aquello por mi celebración de graduación, hubiera preferido que papá no me organizara nada. Como a eso de las 4 de la mañana, desperté por unos gemidos que provenían de la habitación de mis padres. "¡Otra vez!" me dije muy molesto, creo que mamá ya había tenido suficiente.

Me levanté y me dirigí a su habitación, recuerdo que iba medio dormido, pero podía oírlo todo con total claridad. Los gemidos aumentaban cada vez que me acercaba a la habitación. No estaba seguro de lo que vería, y a la vez ya lo sabía de antemano, la cosa es que me armé de valor y, muy despacio, me asomé, la puerta no estaba cerrada.

¡¡OOOOHHHHH!! ¡¡OOOOHHHHH!!… ¡¡JUAN!! ¡¡MMMMMM!!… ¡¡JUAN!!

¡Abrite perra!

¡¡JUAN, YA NO AGUANTOOOOO!!… ¡¡¡POR FAVOOORRRRJJJUUUUAAAANNNNNNN!!!

¡Abrite perra! ¡Yo sé que a las perras como vos les gusta que les den así! ¡¡ABRITE Y CALLATE!!

¡¡JUAN!! ¡¡JUAN!!… ¡¡POR FAVOR AMOOOORRRR!! ¡¡TE LO SUPLICOOOOOOO!!

¡¡A CALLAR!! - ¡zap, zap, zap!, papá le metió 3 fuertes bofetadas a mamá, que lloraba a mares por un terrible dolor que sentía - ¡¡QUÉ RICA ESTÁS MUJER!! ¡¡OOOHHHH, QUÉ RICO!!

Mi viejo estaba encima de mi madre, metido entre sus piernas abiertas y enterrándole como un loco salvaje y desesperado toda la verga. El rictus de dolor de mamá me decía que no estaba disfrutando en los más mínimo, al contrario, le dolía horrores todo aquello. Sus grandes senos de mi viejita adorada se mecían a pesar de estar aplastados por el pesado cuerpo de su marido viejo. Ella seguía gimiendo.

¡¡¡OOOOHHHHHMMMM!!!… ¡¡¡OOOOHHHHHMMMM!!!… ¡¡¡YA JUAN, YA-YAAA!!!

¡¡¡CALLATE VIEJA PERRA!!! ¡¡¡OOOOHHHHH!!!

¡¡¡YA NO AGUANTO JUAN!!! ¡¡¡YA NO AGUANTO DE VERDAD!!!… ¡¡¡ME HACÉS DAÑO AMOR, ME HACÉS DAÑO!!!

¡¡AGUANTÁ VIEJA PERRA!! ¡¡A VOS TE GUSTA QUE TE DE ASÍ!! ¡¡A VOS TE GUSTA QUE TE TRATEN COMO UNA PUTA!!… ¡¡¿CON CUÁNTOS HAS ESTADO MALDITA?!! ¡¡¿CON CUAAAAAANNNNTOOOOOSSS?!! – a cada grito era un nuevo y brutal golpe contra la ya hinchada y enrojecida cara de mi madre.

¡¡¡AY¡¡¡ ¡¡¡AY¡¡¡… ¡¡¡YA NO ME PEGUÉS POR FAVOR¡¡¡… ¡¡¡AY¡¡¡ ¡¡¡AY¡¡¡ ¡¡¡AY¡¡¡

¡¡¡SUCIAAAAA¡¡¡… ¡¡¡ASQUEROOOOSAAAAAAA¡¡¡ ¡¡¡PEEERRRRAAAA¡¡¡

¡¡¡OOOOUUUUGGGGHHHHHMMMM!!!… ¡¡¡DIOOOOOOOOOOSSSSSMIIIIIOOOOOO!!! – papá estaba completamente fuera de sus cabales, era como un loco, como un demente, nunca lo había visto tan violento, tan, tan… tan así.

¡¡¡TE VOY A ROMPEEEERRRR ESA PUSA DE PUTA ANTES QUE LA SIGÁS REGALANDO EN LA CAAAAALLEEEEEE¡¡¡ ¡¡¡PEEEEERRRRRAAAAAAA¡¡¡

¡¡¡MMMMMM!!! ¡¡¡MMMMMM!!!… ¡¡¡¡¡AAAAAAYYYYYY!!!! ¡¡¡¡¡AAAAAAYYYYYY!!!!… ¡¡¡¡¡JUAAAAANNNNN!!!!!… ¡¡¡¡¡JUAAAAANNNNN ME LASTIMÁS!!!!! ¡¡¡¡¡ME VAS A ROMPEEEERRRR!!!!! ¡¡¡¡¡MMMGGGHHHMMM!!!!!… ¡¡¡¡¡YA NOOO!!!!! ¡¡¡¡¡YA NO AGUANTOOO!!!!!

De nada servían sus súplicas, solo incitaban a más a ese viejo asqueroso en que se había convertido mi padre, que se sentía grande y poderosos montando una yegua de pura sangre como lo era mamá. Yo no tenía ni la más mínima idea de cómo es que ella lo soportaba, en aquellos tiempos aun no alcanza a comprenderlo del todo.

La agarró de las piernas y se las puso sobre los hombros, así le volvió a caer encima, aplastándola con su peso, barrenándola con todas sus fuerzas. Como ella comenzó a forcejear, la sujetó de las muñecas para que no se moviera. Levantaba las caderas rápido, y con igual rapidez la penetraba de nuevo de golpe, arrancándole gemidos de dolor.

Y yo, yo no sabía ni mierda, no sabía qué hacer, ¿ayudarla?, ¿defenderla?, ¿o simplemente salir corriendo? ¡Ya no era un niño inocente, maldición!, pero ¿qué se hace en esos casos, como se debe reaccionar? Y mientras pensaba en esto, mama trataba de ahogar sus gemidos pues no quería armar ningún escándalo… claro, ya era muy tarde para eso, podía ver como mis hermanas asomaban sus caritas llenas de espanto por el umbral de su habitación.

Vi como al final, papá le metía la verga tan violentamente que toda la cama se estremecía. Ya no estaba sobre su cuerpo, estaba parado junto a la cama, con las piernas de mamá sobre sus hombros y el sujetándola con demasiada fuerza de los senos, casi enterrándole los dedos y las uñas, como tratando de arrancárselos con saña. Le estaba provocando un gran dolor, ella lloraba a viva vos, ya no pudo seguir ocultando todo su sufrimiento por más que quisiera, sentía que le estaban desgarrando los senos y el alma.

Entonces papá comenzó a jadear más fuerte, su respiración se tornó muy agitada y sus ojos se pusieron blancos. ¡Al fin, al fin iba a terminar aquel horrible tormento para mamá!

¡¡¡¡¡YAAAAAA!!!!! ¡¡¡¡¡YAAAAAA!!!!! ¡¡¡¡¡YAAAAAA!!!!! ¡¡¡¡¡YA NO AGUANTO!!!!! ¡¡¡¡¡YA NO AGUANTOOOOOO!!!!! – seguía gimiendo mamá.

¡¡¡¡¡YA CASI!!!!! ¡¡¡¡¡YA CASI!!!!! ¡¡¡¡¡YA CASI!!!!!

¡¡¡¡OOOOHHHHHUUUUUGHHHHHHHAAAAAAA!!!!

¡¡¡¡¡SIIII!!!!! ¡¡¡¡¡SIIII!!!!!… ¡¡¡¡¡AAAAOOOOOUUUUUUGGHHHHH!!!!!

¡¡¡¡¡POR FAVOOOORRR… YA BASTAAAAA!!!!!

¡¡¡¡¡AAAAAAAGGGGGGHHHHHH!!!!! ¡¡¡¡¡PERRRRRRRAAAAAAAA!!!!! – papa sacó su gordo y palpitante pene del interior de mamá y eyaculó en medio de gritos sobre su enrojecido y maltratado cuerpo.

Papá bañaba el cuerpo de mama con su espeso semen, que ya de por si estaba bañado en sudor. Y cuando terminó, se puso a embarrárselo con los dedos, diciéndole que así quedaban las putas después de ser cogidas por sus clientes.

En cuanto hubo saciado sus asquerosos deseos carnales, papá se acostó al lado de mamá. La veía lascivamente, tirada en la cama, con las piernas abiertas, la boca abierta y los ojos cerrados, en un gesto de agotamiento, llorando y lamentándose en vos baja, como paralizada.

Entonces ocurrió algo en mi. A pesar de verla allí, tirada, llorando desesperada, cuerpo increíble me parecí sumamente deseable. Sus senos grandes descansando sobre su pecho, lastimados, enrojecidos, llenos de marcas rojas, se inflaban al ritmo de su respiración. Sus pezones rojos e hinchados, tan salvajemente mordidos hasta casi arrancarlos; su pecho, cuello y cara cubiertos de marcas rojas, subían hasta su esa carita preciosa de muñeca de porcelana morena. Más abajo, sus caderas se abrían para anidar allí sus genitales, rojos, inflamados y tan lastimados, brillosos de una combinación de líquidos, semen y sangre. Me avergoncé yo solito de semejantes pensamientos y solo pude irme a mi habitación mientras papá ya roncaba como si nada hubiese pasado.

Me metí entre las sábanas de mi cama, mi alma estaba herida e intranquila, mi corazón agitado… y ¿mi pene parado? Por supuesto que no, es cierto que soy medio puto… más bien, bastante puto, pero jamás me excitaría con aquello. Quiero aclarar que esos pensamientos que tuve al verla allí, tendida en su cama, los deseché de inmediato, sentía mucho asco al ver como la hizo papá.

Pasé como 45 minutos tratando de conciliar el sueño, cuando sentí que alguien entró a mi cuarto. No hice nada, solo me hice el dormido. Esa persona tomó asiento a mi lado y se puso a acariciarme el cabello, supe de inmediato que era mamá.

Juanca, ya sé que estás despierto, sabés que no me podés engañar.

Sabiéndome descubierto, me volteé hacia ella y abrí los ojos. Allí estaba ella, con su mirada cálida, pero esa noche sus ojos brillaban de tristeza, mojados, con uno cerrándose por un visible hematoma. Marcas por todos lados, moretones, papá la había agarrado como si fuese un trapo. Vestía tan solo una vieja camisa de franela de el, cerrada a la altura de su ombligo, por lo que parte de sus senos morenos y turgentes quedaban a mi vista.

Juanca, ya sé que viste todo lo que tu padre me estaba haciendo… – me quedé callado, ¿qué le podía decir? – y yo solo quería decirte que, pues… esas cosas pasan y… a veces una de mujer las tiene que aguantar para que el hogar siga funcionando. – hizo una pausa para continuar buscando más mentiras que decirme, pero no las habían, terminó rompiendo en llanto - ¡Prometeme que nunca vas a ser así mijo! – me dijo sollozando en voz baja para que no la escucharan - ¡Prometeme que nunca vas a ser como tu padre, por favor!

Es terrible cuando tu madre te suplica eso, pero más duro cuando le respondes que si… pues sabes que tiene toda la razón

Después de eso ya no me pude quedar al margen de toda esa situación, me metí a trabajar y a estudiar, y con mi sueldo le pasaba dinero a mamá para que se pudiera dar, por primera vez en su vida, algunos lujos. Pero papá se puso peor, comenzó a tomar demasiado y descuidó la ferretería, el negocio que mantenía a la familia.

Inexperto y demasiado joven, me tuve que hacer cargo de esta perdiendo varios años de estudio. Aun hoy no sé como agradecerle toda la ayuda que David me dio, pues sin el, seguro habríamos quebrado. Aquella situación me llevó a asumir el papel del hombre de la casa, a tal punto que llegué a imponer mi autoridad sobre mi padre. Al principio hubieron serios líos, pero con el tiempo mi viejo… se dejó, vivía casi todo el tiempo borracho, no tenía mucho que opinar.

Así, la vida de mamá mejoró notablemente, pues mi política era, si yo llevo la comida a la casa, la casa es mía, y papá nunca pudo volver a lastimarla otra vez, yo me convertí en un fiero defensor de ella. Tímidamente comenzó a hacer amistades, ella no tenía amigos, y a hacer vida social. La convencí para que hiciera algún tipo de deporte, pues ya estaba en plena menopausia y me preocupaba que le diera osteosporosis y demás enfermedad propias de las mujeres de esa edad. Escogió la natación… y pronto comenzó a verse mejor, la verdad, hasta creo que rejuveneció.

Entre los 2 nació algo, que no sabría como describirlo al principio. Ya sin la presión de mi padre, mama comenzó a hacer cosas por su cuenta, y a ser ella misma. Todo aquel proceso me trajo una serie de agradables sorpresas, pues descubrí que mamá estaba muy lejos de ser una mujer sumisa y tímida, su carácter era alegre y molestón, casi no la reconocía. Y nuestra relación se fue transformando, hasta que caí en la cuenta de que ya no éramos como madre e hijo, sino más bien un par de amigos. Llegué a verla como mujer y ella a mi como hombre, durante varios años vivimos una especie de incesto psicológico… pero esto se los contaré otro día.

La suma de las influencias positivas que llegaron a llenar mi vida, me llevaron a intentar acercamientos con mis hermanas, varios de los cuales fracasaron, pero, eventualmente tuve éxito. Aun recuerdo bien la cara de profunda humillación que tenía Lucía el día en que me llegó a pedir dinero prestado para pagar el tratamiento del asma a mi sobrino. Ellos estaban pasando por muy serias dificultades económicas, así que ella tuvo que perder todo su orgullo y dignidad.

La recuerdo bien, roja como un tomate, con la mirada clavada en el suelo, atragantándose con su orgullo, dándome una larga serie de argumentos, previamente preparados, para que yo accediera a prestarle el dinero que con tanta urgencia necesitaba.

¿Será que con esto basta por ahora? – le dije extendiéndole un cheque bastante generoso, ella no creía que le hubiese dicho que si incluso antes de terminar de oír sus argumentos.

Con Majo y Lala usé a mis sobrinos para acercarme a ellas, con la Nena también hice aquellos. Además recibí la ayuda de mamá, a la que llevaba para verlos a cada rato. Con el tiempo me convertí en el tío consentidor y la tensión con ellas disminuyó.

Papá murió, lo que desencadenó una larga serie de acontecimiento que me llevaron a averiguar la verdad sobre la Nena y Lala. Luego lo haría con las vidas de Majo y Vero. Pero bueno, todas esas historias se las voy a contar más adelante… o tal vez Lala lo haga, ya revisé toda la lista de sus relatos publicados y he leído la mayoría, es una chismosa.

Por lo pronto quiero darles las gracias por su atención, ojalá y no haya resultado ser un escritor aburrido y les haya gustado estos breves pincelazos de lo que fue mi vida. Gracias y hasta la próxima.

Fin.

Garganta de Cuero.