Esclavo de la Carne (03)

Juanca continúa con sus aventuras, pero siempre bajo la identidad de Felicia, jamás bajo su forma de hombre. Pero eso cambia cuando se encuentra con Luis, su primer gran amor...

Esclavo de la Carne 03

Buenos días, nuevamente soy yo, Juan Carlos Ovalle, hermano mayor de Laura, a quien ustedes conocen como Garganta de Cuero. Ya les conté algunas cosas importantes de mi vida, como por ejemplo, mi primera vez y de cómo me convertí en Felicia para un viejo amigo. Luego, sería Felicia para varios otros hombres, créanme que mi trasero no descansó mucho durante mi adolescencia.

Pero bueno, esas son experiencias de las que les hablaré en el futuro. El día de hoy, les quiero hablar de una experiencia que tuve cuando estaba en la flor de mi juventud, a los 16 años. Antes de ese momento, todas mis experiencias sexuales habían sido con amigos, y yo como Felicia, por supuesto. Pocas fueron las que tuve en mi identidad normal, y siempre con David, Francisco y Chucho. Estaba adentro de ese grupo que me daba seguridad y protección, pues con ellos siempre se hacía solo lo que todos queríamos, si algún día yo o el Piojo no teníamos ganas de dar el culo, no lo hacíamos, nos respetaban y no teníamos necesidad de convencer a nadie de hacerlo.

Podría decir que nunca había salido de el, siempre que cogía con alguien nuevo, era bajo el auspicio o la protección de mis amantes más antiguos. Tan solo una vez me atreví a buscar aventuras por mi cuenta, y en mi forma de Felicia. Creo que se los comenté, fue una vez que me salía a la calle vestida de niña, la primera vez que lo hacía, y me cogieron hasta por las orejas.

Pero la vida nos va cambiando a todos, llega el momento en que cada uno toma el camino que desea para su vida y que, invariablemente, lo termina alejando de otros, que tomaron caminos opuestos. Piojo, David y yo cumplimos los 16, Guillermo, el Chucho, ya andaba por los 19 y estaba entrando en otra etapa de su vida. universidad, su primer trabajo, poco a poco se fue alejando de nosotros. Y los demás, amantes mucho mayores que ya andaban por los 21 o 22, ni hablar, con nuestros 16 estábamos ya muy pequeños para ellos.

El problema no fue la edad, sino que cada uno comenzó a hacer con su vida lo que quería. Los mayores, algunos dejaron de buscarnos, decidieron que les gustaban más las mujeres; otros ya no tenían tiempo, y otros encontraron amantes de su edad. David halló novia, y siendo el un tipo amable y bonachón como siempre fue, le quería ser fiel. Obviamente Piojo y yo lo apoyamos. Y el Piojo… o mejor dicho, Diana, también se consiguió un novio, un tipo abusivo que hacía con el lo que se le daba la gana. Por más que le hablamos no entendía que no le hacía bien. Al final, me quedé solo sin esperármelo, nunca me había sentido así, solo.

Juanca, no es culpa de nadie, estas cosas siempre pasan.

Pero lo que no entiendo es por qué solo soy yo el que lo siente.

Porque te quedaste atrás

¿Cómo así?, no te entiendo. – estaba discutiendo con David.

Mirá, es inevitable que la gente cambie, por eso se va haciendo más viejo. No podés pretender que siempre, todo el mundo, sea como cuando tenían 16 o 17. El Chucho es feliz con lo que está haciendo ahora, el Piojo también

El anda con un hijo de puta.

Si, y por más que nos duela y nos preocupe, es su vida y no podemos hacer nada. Y yo estoy enamorado… Juanca, tenés que seguir adelante con tu vida también. Además, el hecho de que uno cambie, no quiere decir dejar de ser uno. Por más viejo que me haga, siempre voy a ser David y siempre me vas a gustar… aunque tenga otra pareja y le sea fiel. – es fácil saber porqué David era tan querido por todos.

Pues bien, David tenía la boca llena de razón, así que tomé una decisión, iba a empezar a buscar mi propio camino, iba a buscarme mis propias experiencias, pero no me iba a ir de boca, recuerden que, aunque caliente, soy y siempre he sido, un tipo reflexivo y calculador, muy pocas veces en mi vida me he tirado a ciegas… bueno, no tanto así como muy pocas… aunque Felicia lo hace a cada rato

Entre las decisiones que tomé, estaba hacer deporte. Debido a que solía vestir de mujer para todos mis amantes, tuve que cuidar mi cuerpo para que se viera más femenino. De esa manera era un muchacho flaco y de porte delicado, fino se podría decir. Hasta un poco amanerado me estaba volviendo, lo que me preocupaba pues eso, indudablemente, llamaría la atención de mi papá… ¡y Troya iba a arder como nunca lo había hecho antes!

Me metí a un gimnasio de karate y empecé a hacer deportes. También me metí a clases de baile y empecé a acompañar a papá a su negocio, una gran distribuidora ferretera. Claro que estaba de vacaciones, por eso tenía tiempo para todo aquello.

Salía a correr por las mañanas con ropa deportiva. Me veía muy chistoso, un muchacho flacucho como yo, que parecía que hasta el aire me iba a llevar volando. Pero con el tiempo mi cuerpo se iba haciendo poco a poco más duro y fuerte… pero lo flaco y desgarbado no me lo quitó nadie.

Vivíamos en la zona 1 de la capital, en el mero centro. En aquellos días era seguro, no había tanta delincuencia y la policía era confiable. Por mi ruta deportiva habían muchos negocios, entre ellos una cafetería que también era venta de revistas. A veces paraba allí para comprarme algún refresco.

Un día, me encontré allí con algo que no me esperaba. Pasé a comprarme una coca, cuando, ojeando las revistas, vi a lo lejos lo que parecía ser una publicación para adultos. Pero lo que en verdad me llamó la atención es que un pene muy erecto sobresalía en la portada. Inmediatamente, Luis, el dueño del lugar la tomó y la escondió entre todas las demás. Me puse algo rojo, pero no tanto como el, lo que me dio la pauta para asumir que le pertenecía. Desde ese momento, comencé a sospechar de el.

Luis era un hombre de 33 años, casado hacía 6 y con 2 hijos. Era muy amable y a mi me gustaba bastante, la verdad. Era moreno claro, usaba bigote y su complexión era redonda, pero no gorda. Su esposa era una mujer muy amable y dulce, de piel blanca y bajita, ella si era redondita. Sus ojos vivaces brillaban como perlas en esa carita ovalada y aniñada que tenía.

Comencé a pasar más seguido al local, y pude notar como Luis se me quedaba mirando siempre, a veces nos reíamos juntos, cayendo yo en la cuenta de que le estaba coqueteando inconscientemente. Entonces, me decidí: había dicho que me buscaría mi propia vida y ahora era el momento. Me tiraría al agua para ver si podía nadar sin salvavidas.

Ese día me puse un calzoncito celeste, tipo bikini, muy femenino, regalo de uno de mis amantes. Aun conservaba la ropa de mujer que me dieron, celosamente guardada adentro de una vieja maleta con candado que era mía. Ropa deportiva y me fui, estaba muy nervioso, aquella sería mi primera aventura por mi cuenta, sin estar como Felicia.

Hice mi recorrido de siempre, no me animaba a entrar al café, pero al final lo hice. Luis me vio llegar y me saludó como siempre hacía. Tomé asiento en una banca y le pedí una coca… no había, entonces un jugo de naranja.

Había una señora allí también comprando cosas y viendo revistas, parecía no quererse ir nunca. Al fin pagó y se fue, yo ya no podía perder más tiempo, tenía que aprovechar que nos quedamos solos.

Don Luis, quisiera comprar una revista. – dije, no sé como no se me iba la vos.

¿Cual?

Mmmmm… no sé… ¿me deja ver cuáles tiene?

Claro, dale patojo… – estaba poniendo todas las técnicas de seducción que aprendí con mis amigos, lo malo es que siempre las usaba estando vestido de Felicia, por lo que tenía que cuidar no ser demasiado femenino.

Aquí no está la que quiero

¿Y cuál querías?

Esa que es suya… – le dije a quemarropa, el palideció.

¿Cuál revista?

Una que tenía un foto bastante… peculiar en la portada y que usted no quiso que yo viera. – me la estaba jugando al todo por el todo, al cabo de un minuto Luis recobró algo de aplomo.

Esa revista es solo para hombres

Yo sé

Si la querés ver, va a ser en privado.

Mejor así… – Luis me sonrió con lujuria.

¿Podés venir esta noche?

¿A qué hora?

A las 6:30.

Muy bien, a las 6:30 estaré aquí

Salí de la cafetería más caliente que un motor viejo de camión sin agua, aquella noche sería sin duda de sexo y sexo. Le dije a papá que iría a la casa de David un rato, que me diera permiso, pero antes le dije a este que me cubriera. No estaba muy de acuerdo con aquella aventura, pero igual me cubrió.

En la llegué puntualmente a la cafetería, Luis estaba cerrando ya, me sonrió cuando me vio. Entré sin decirle nada, el tampoco, ninguno de los 2 quería dar el primer paso. Al final fui yo.

¿Y su esposa?

En la casa de mis suegros, la van a venir a dejar como a las 10

¡Qué conveniente! ¿Y la revista?

No hay revista… yo pensé que venías para otra cosa

¿Cómo qué? – le pregunté acercándome despacio.

Mmmm… bueno, como esto. – me dijo besándome suavemente – Vamos… - me dijo, llevándome de la mano al interior de su casa.

Su habitación estaba en el segundo piso, era amplia y muy ordenada, con un estilo muy femenino, seguro su mujer la decoró. Volvió a besarme y esta vez me tocó las nalgas, yo llevaba otro calzoncito, este tipo tanga. Yo me dejaba llevar, poniéndome a chuparle la lengua y a acariciarle la espalda.

Poco a poco sus manos se fueron pasando a mi ingle, notando rápidamente el abultamiento que formaba mi pene erecto. Poco a poco se fue pegando a mi hasta que nos pusimos a restregar nuestros paquetes uno contra el otro.

Me manoseó todo el cuerpo, y a el, estábamos impacientes por devorarnos uno al otro. Así, poco a poco nos fuimos desnudando. Me agradó su estilo, casi siempre yo terminaba desnudo muy rápido, mis amantes no se tomaban su tiempo para excitarme y estimularme, algo que Luis si hacía.

¡Traés un calzón de mujer! – me dijo sorprendido.

Si, ¿no te gusta?

Si, mucho… ¡sos una puta patojo!

No… solo un poquito "rodado".

¡Rodado y cogido!

Desnudo se separó de mi, mostrándome un bonito pene, de unos 16 cm, bastante normal. Leyéndole la mente, me arrodillé, entonces el se acercó. Empecé a lamerle y a mamarle la verga, lo hacia con toda la ciencia que había aprendido luego de casi 6 años de coger y coger. Luis puso su mano tras mi nuca mostrándome el ritmo que más le gustaba. Su pene crecía un poco más en mi boca cada vez. Terminamos en un 69 sobre su cama, yo sobre el. Luis era muy bueno mamando también, aunque no el mejor que he tenido.

Paramos, ya era hora de pasar a otra parte.

Juan, sos increíble… tenés un cuerpo de lujo… un culo delicioso, ¡qué rico estás!

Gracias Luis, vos también estás muy bueno.

Te la quiero meter

Hoy soy tuyo, haceme lo que querrás… – definitivamente eso es que lo que quería oír.

Sentí un dedo en mi interior, que hurgaba entre mis entrañas. ¡Delicioso!, ya llevaba algunos meses de sequía y aquello terminaba con eso. Luis se dio cuenta de que no era mi primera vez, algo que a esas alturas ya era obvio, creo yo.

No necesitás mucho trabajo, ¿querés que entre en ti ya?+

Si… por favor… - le respondí entre suspiros.

Ponete en cuatro entonces

No, mejor de frente y contigo encima… - siempre era en 4, una forma muy impersonal a pesar de ser tan rica.

Me acosté cómodamente mientras el se ponía entre mis piernas. Yo se las abrí en abanico, dejándole mi ano y genitales totalmente expuestos. Restregando un poco su pene en mi entrada, me comenzó a penetrar. No usamos condón, en aquellos tiempos el SIDA era aun algo que simplemente no existía. Vean, era el sexo era seguro y volar peligroso, je, je, je.

Con un poco de vaselina terminó en entrar en mi por completo. Luego de eso, fue una hora de gozar y gozar, sudar y sudar. Sus acometidas eran fuertes, más no salvajes como todos, el me estaba tratando como a una dama. ¡Qué rico!, me gusta la rudeza, pero como la ternura no hay.

Y así me dio por un buen rato, hasta que, en medio de gemidos, agarró mi pene erecto y se uso a pajearlo hasta que ambos estallamos en un poderosos orgasmo. Yo lo derramé sobre mi vientre y pecho, el adentro de mi ano.

Así terminó ese encuentro, desde entonces me hice novio de Luis, al que veía casi todos los días. Duramos unos 2 años, hasta que hubieron problemas con su mujer. Decidimos que lo mejor era terminar. Pero siempre recordaré aquella relación con mucho cariño. Hasta luego. Continuará

Garganta de Cuero.