Esclavizado por una adolescente karateka

Un relato diferente. El protagonista de la historia eres tú. Tus acciones las decides tú, pero tu futuro lo decide Ella... Has perdido momentáneamente la memoria. Un dojo femenino de artes marciales. Una hermosa adolescente Sen-sei. ¿Qué nexo los une? Quizá, la conoces más de lo que imaginas...

Este es un relato diferente. Este relato lo vas viviendo tú mismo a medida que avanzas en la lectura. El protagonista de la historia eres tú. Sólo tienes que seguir las indicaciones al pie de la letra (y al pie de Ella...).

Al final de cada bloque, o párrafo como se llamará de ahora en adelante, te encontrarás con dos opciones a escoger. Tú decidirás cuál de las dos opciones tomar. Al decidirte por una deberás pasar al párrafo que se te indica entre paréntesis al lado de tu elección.

Por ejemplo, podrías encontrarte al final del párrafo las siguientes opciones:

Te quedas tirado en el suelo (pasa al párrafo 16)

Intentas levantarte (pasa al párrafo 4)

Luego, si has decidido que te quedarás tirado en el suelo, deberás dirigirte directamente al párrafo 16 que se te indica entre paréntesis al lado de tu opción. Si has elegido intentar levantarte, deberás entonces dirigirte directamente al párrafo 4.

No intentes leer todo el relato de corrido (como normalmente se hace), ya que será totalmente incoherente y carecerá de sentido. Debes ir DIRECTAMENTE al párrafo que se te indica.

Sigue las instrucciones como te he recomendado y vivirás un relato de dominación femenina diferente, en el que tú eres el protagonista y tú tomas tus decisiones, aunque... tu futuro, será Ella quien lo decidirá...

Comentarios a Rsolo07@yahoo.com


No recuerdas cómo, ni porqué, pero te encuentras allí, tirado en el piso de lo que parece ser un dojo de artes marciales. Al intentar enfocar tu visión ves que justo delante de tu cara hay unos pies femeninos descalzos. Son tal y como a ti te gustan, son preciosos.

Vas levantando la mirada y sus piernas están cubiertas por un ancho pantalón blanco, que deduces debe ser un kimono, al llegar a la cintura, la misma está rodeada por un cinturón negro con algunas rayas en un extremo. Reconoces que la persona es cinto negro con incluso algunos grados más (o dans, como se les llama).

Al seguir subiendo la mirada te encuentras con el rostro bello de una adolescente. Ella te observa fijamente desde su alta posición en relación a ti, con las manos en la cintura.

Tiene el cabello medio castaño, recogido en una cola.

En ese momento decides hacer algo:

Le preguntas qué está sucediendo (pasa al párrafo 1)

Intentas levantarte (pasa al párrafo 2)


1.

Tratando torpemente de articular las palabras, le preguntas a esa chica: "¿qué es lo que está pasando, qué hago aquí?"

Una lluvia de carcajadas no se dejan esperar. En ese momento te das cuenta que alrededor tuyo y de la chica parada frente a ti, formando un círculo, se encuentran sentadas en el suelo otras mujeres más, hay algunas niñas, pero en su mayoría son chicas entre la adolescencia y los 35 años de edad.

La joven también ríe y aún con las manos en la cintura te pregunta:

-          ¿Acaso ya no te acuerdas?

Al tiempo que dice esto observas que levanta uno de sus pies y te lo pone sobre la cabeza. Entonces añade:

-          Parece que los golpes te han causado amnesia. Pues resulta que eres mi conejillo de indias, o mejor dicho, nuestro. Eso te pasó después que perdiste una apuesta conmigo en mi casa la otra noche diciendo que ninguna mujer podía vencerte peleando.

Honestamente tú no recuerdas quien es esa chica, ni como es que estabas en su casa, no recuerdas nada, pero prácticamente tampoco hay nada ya que puedas hacer. Una adolescente, cinturón negro te tiene contra el suelo con su pie puesto sobre tu cabeza. Además estas rodeado de muchas otras practicantes del arte marcial que de seguro te harán muy difícil el que puedas escapar.

En este momento tienes dos alternativas:

Esperas a que la joven te ordene qué hacer (pasa el párrafo 3)

Intentas a toda costa de escapar (pasa al párrafo 4)


2.

Haces un fuerte intento por levantarte, sientes que te duele todo el cuerpo. Alcanzas a ver que alrededor tuyo y de la chica parada frente a ti, formando un círculo se encuentran sentadas en el suelo otras mujeres más, hay algunas niñas, pero en su mayoría son chicas entre la adolescencia y los 35 años de edad. Tratas de incorporarte pero la bella joven al ver tus intenciones, te da una patada en el pecho e inmediatamente coloca su pie sobre tu cuello. Te tiene totalmente dominado.

-          Ni se te ocurra tratar de pararte o te rompo el cuello! (te grita la joven).

Mientras tratas de inhalar el poco aire que ella deja que pase por tu traquea, escuchas que la joven le dice a las demás:

-          ¿Ven?, de esta forma inmovilizan al individuo y lo mantienen en total control. El no puede hacer nada ya que su vida la tengo a mis pies, literalmente.

Desesperado tratas con tus manos de quitar su pie de tu cuello pero es imposible, ella te mira y presiona un poco más al tiempo que te ordena: "Quédate quieto!".

Entonces retiras tus manos de su pie pero señalas desesperadamente hacia tu cuello indicando que no puedes respirar.

Ella entonces le pregunta a las demás que si habían entendido, y es cuando las otras jóvenes responden afirmativamente que ella retira el pie de tu cuello. Tú te revuelcas por el piso jadeando tomando bocanadas de aire.

La joven entones coloca su pie esta vez sobre tu cabeza como si lo colocara sobre un balón de socker para que no se le escape. Sientes rabia y frustración al mismo tiempo por verte sometido de esta forma, entonces _evalúas las opciones que tienes:

Te la juegas a intentar escapar a toda costa (pasa al párrafo 4)

Piensas que lo más inteligente es hacer lo que ella quiere (pasa al párrafo 5)


3.

Sientes que puede ser terrible si tratas de escapar, así que permaneces como estás hasta que la joven decida qué seguirá haciendo contigo.

En ese momento la chica se dirige a las demás diciéndoles: "Muy bien, ahora veremos cómo pueden derribar a un atacante y sacarlo de circulación". Entonces dirigiéndose a ti, te ordena: "Levántate!". Luego de que a duras penas te pudiste poner de pie, la adolescente te dice que levantes la mano y hagas como si quisieras atacarla con un cuchillo. Tú, evidentemente, cumples y en cuanto levantas la mano, ella te bloquea el brazo impidiendo que lo vuelvas a bajar, al tiempo que te da una fuerte patada en el estómago.

Esto te hace encogerte y en ese momento te barre las piernas desde atrás ocasionando que caigas como plomo de espaldas en el piso, en ese momento ves que se para al lado de tu cabeza y le dice a las demás: "y es aquí cuando pueden dejarlo fuera de combate de por vida con una fuerte pisotón en el cuello, aunque también pueden dejarlo fuera temporalmente con un pisotón en la cara". Y en ese instante ves que levanta su pie sobre ti para luego verlo aproximarse hacia tu cara a una gran velocidad, pero se detiene en seco sólo faltando unas 2 pulgadas para que toque tu cara. En ese momento la joven Sen-sei le dice a sus estudiantes:

-          Al momento de pisar el rostro de su atacante pueden hacerlo casi en cualquier parte de su cara.

Mientras ella habla, observas la planta de su pie. Es lindísima, pero está bastante sucia obviamente por el polvo del piso del dojo. Ella continúa: "le pueden pisar la frente" y mientras dice esto posa su pie en tu frente; " o lo pueden pisar en los ojos", y ella va pisando cada parte de tu cara mientras va explicando. "...Lo pueden pisar en la nariz, donde le romperán el tabique, o lo pueden pisar en la boca, donde de seguro le bajaran algunos dientes, pero si lo van a hacer en la boca, deben darle con el talón del pie ya que los dientes son fuertes y de otra forma se podrían lastimar la planta del pie".

En ese momento posa su talón sobre tus labios para ilustrar a sus estudiantes. Luego, mientras les dice algunas cosas más, ella simplemente descansa su pie en tu cara, teniéndolo sobre parte de tu nariz y tu boca, mientras que miras hacia arriba a la jovencita que te tiene dominado. Te tiene oliéndole el pie y ella está muy cómoda apoyándolo en tu cara.

Llegado este punto, has reconsiderado algunas cosas, y piensas que tal vez si hablas francamente con la joven o si apelas a los sentimientos de las otras karatekas, quizá podrías quedar en libertad.

a.       Vas a intentar dialogar con la adolescente (pasa al párrafo 6).

b.       Piensas que apelar a los sentimientos de las estudiantes en lo mejor (pasa al párrafo 10)


4.

Piensas que ya has tenido suficiente. Ya te hicieron perder la memoria y no quieres averiguar qué más podría pasar, así que te empiezas a llenar de fuerzas para ese último impulso, miras hacia la puerta de salida, tu objetivo. Y a pesar de tus dolores vas a dar el todo por el todo. Inmediatamente, y sin pensarlo dos veces zafas tu cabeza debajo del pie de la adolescente y medio gateando, mientras te vas poniendo de pie, te diriges rumbo hacia la puerta de salida. Has visto las chicas que están allí sentadas con las piernas cruzadas obstaculizándote el camino. Reparaste en lo bellas que son todas las chicas que allí estudian, pero nada de eso te interesa, lo único que quieres es llegar a la puerta. Has calculado que vas a brincar sobre las estudiantes que están sentadas. Ya estás cerca de las estudiantes, y en ese momento sientes que te agarran por detrás una de tus piernas, lo que te hace perder el equilibrio y caer de boca en el suelo. Has quedado a escasos 10 centímetros del pie de una de las estudiantes de unos 35 años.

De pronto sientes un gran peso en tu espalda. La Adolescente Sen-sei se ha sentado en tu espalda, tira de tus brazos hacia atrás y te los inmoviliza con sus piernas. Te hala de los cabellos al tiempo que te dice: "Con que intentando escapar, eh?. Te has metido en un grave problema!"

Tratas de moverte pero te es imposible. La joven continúa:

-          ¿Y además querías saltar sobre una de mis estudiantes?, lo primero que harás será besar su pie y pedirle perdón!

Entonces la estudiante de cuyo pie quedaste cerca, lo aproxima hacia tu cara los 10 centímetros que faltaban y presiona la planta de su pie contra tu rostro. La misma estaba bastante sucia obviamente debido al polvo del piso. Entonces no te queda más que hacer que darle un beso a la planta del pie de la estudiante para luego pedirle perdón.

  • Hazlo hasta que yo te diga! (ordena la Sen-sei)

Así que prosigues besando la planta del pie de aquella muchacha y pidiéndole perdón. Puedes ver que hay una gran sonrisa dibujada en la cara de esa estudiante, la cual también es cinturón negro.

Así prosigues hasta haber besado su pie unas 100 veces o más.

En ese momento de humillación, te aborda el pensamiento de que no deberías estar a los pies de nadie, eres una persona con dignidad, así que consideras la osada idea de revelarte:

Te revelas y decides que pase lo que pase no obedecerás más órdenes de una jovencita (pasa al párrafo 7)

Lo piensas mejor y decides no aventurarte de nuevo y que es más seguro seguir sometido a estas karatekas hasta que todo termine (pasa al párrafo 8)


5.

Decides que, dadas las circunstancias, lo más prudente es obedecer a esta jovencita, porque presientes que si ella lo quisiera podría causarte un gran daño en 2 segundos, ya que su cuerpo es un arma letal, y ahora mismo tú eres la presa con la que ella está jugueteando, junto con las demás "depredadoras".

La bella adolescente, aún con el pie sobre tu cabeza, le dice al resto de las karatekas que ahora aprenderán algunas técnicas para someter rápidamente al contrincante. Ella retira entonces el pie de tu cabeza y te ordena que te pares y que simules estarla apuntando con un arma.

Tú sabes que lo mejor es obedecerla, así que como un corderito sigues sus instrucciones y con tus dos manos simulas estarla apuntando con un revolver. Ella entonces le explica a sus estudiantes que si se encuentran en una situación similar lo que deben hacer es realizar ciertos pasos, los cuales nombra pero son palabras en chino por lo cual tú no entiendes a qué se referirá con cada una de esas técnicas.

Ella entonces prosigue diciendo: "...ahora veamos el efecto que tienen estas técnicas aplicadas paso a paso en el individuo que intenta atacarlas. Presten atención." Y es aquí cuando la chica, con un rápido movimiento golpea tus brazos echándolos hacia un lado, luego toma una de tus manos y le aplica una llave girándotela, quedando ella de espaldas a ti, pero el dolor es tal que te obliga a arrodillarte. En este momento tú estas arrodillado, y ella está parada delante tuyo, pero dándote la espalda, es decir, tu cara esta muy cerca y casi a la altura de sus nalgas. En eso, ella mira de reojo hacia atrás para medir dónde está tu cabeza y te lanza un codazo en la mejilla que te hace caer de espaldas en el suelo.

Y entonces ella dice mientras camina en dirección a tu cabeza: "...y es aquí cuando lo tienen completamente a su merced", y diciendo estas palabras ves la planta de su pie aproximándose a tu cara. Reparas en que la misma está sucia seguramente debido al polvo en el piso del dojo. Pero eso no importa porque igual te va a colocar su pie en todo tu rostro. Y así lo hace. Su talón queda a la altura de tu mentón y tu boca, el arco de su pie presiona tu nariz, la plantilla está casi en tus cejas y sus dedos en tu frente. A duras penas tratas de abrir los ojos pero no lo logras del todo ya que su pie no te lo permite. Sientes la molestia en tus pestañas ya que, al tratar de abrir tus ojos, las mismas se topan con el pie de la chica.

Percibes la mezcla del olor típico de un pie con el olor del polvo.

Mientras ella te tiene así la escuchas decir: "...en este momento lo tienen tan dominado, que es el agresor quien hará cualquier cosa que ustedes quieran, fíjense:" Y entonces dice, dirigiéndose a ti:

-          ¡Bésame el pie!. ¡Y no pares hasta que yo te lo ordene!

Y tú, inmediatamente, te esfuerzas en besar la parte de su pie que está en tu boca. Te cuesta un poco realizar el sonido del beso ya que para ello tienes que levantar levemente su talón con tus labios. Pero aún así lo haces, una, dos, tres veces y así continúas. En ese momento el resto de las estudiantes rompen en aplausos. Esto lo hacen para halagar a su Sen-sei por la magistral forma en que controló a su atacante y lo sometió al punto de que lo tiene besándole el pie.

Luego de un largo aplauso, la adolescente se dirige a sus discípulas, aún sin decirte que dejes de besarle el pie, y les indica que la secuencia que acaban de presenciar puede ser terminada también de otra forma diferente.

Tú, aún sintiendo la presión de su pie en tu cara, percibiendo la mezcla del olor de pie y polvo, y forzando tus labios para besar el talón de aquella muchachita, piensas que tal vez si intentas hablar con ella, probablemente lo reconsidera y te deja libre.

Vas a intentar dialogar con la joven (pasa al párrafo 6)

Ya no aguantas más, decides entregarte, ser su esclavo (pasa al párrafo 9)


6.

Piensas que lo mejor es dialogar con ella, así que tomas su pie entre tus manos, con mucho cuidado y delicadeza para que no se enoje, y lo retiras lentamente de tu rostro y se lo colocas en el suelo. A ella le llama la atención y mirándote a los ojos, te deja que realices toda la operación.

Sabes que debes dirigirte a ella con mucho cuidado, midiendo cada palabra. Te decides a hablarle con el mayor respeto posible. El dojo está en completo silencio, esperando a ver qué sucede.

Entonces le dices a lo joven:

  • Disculpe Señorita, como Ud. sabrá ahora mismo no recuerdo absolutamente nada. Pero le agradecería atentamente que no me siguiera maltratando y humillando, ya que no creo que ningún ser humano se merezca esto.

Las sádicas estudiantes no pueden contener la risa.

La bella adolescente, que se encuentra parada cerca de tu cabeza te contesta desde su altura:

  • Escúchame bien. Te maltrato porque me lo gané en una apuesta que hice contigo. Eres un idiota que se atrevió a decirme que las artes marciales no servían para nada, y que ninguna mujer podría vencerte. Yo había estado esperando tranquilamente que llegara el momento. Es más, si no hubieras hecho la apuesta conmigo, igualmente te iba a maltratar y humillar porque ganas no me faltaban. La apuesta consistía en que si te ganaba, tú serías mi conejillo de indias y podría usarte como se me antojara para impartir mis clases, e incluso, como mi esclavo. El hecho fue que con la primera patada quedaste fuera de combate.

Tú escuchabas atentamente sus palabras. De hecho te parecía haber pensado alguna vez que las artes marciales no servían. Pero estabas arrepentido, ya que con ellas, una jovencita adolescente te tenía sometido a su voluntad. Ella continuó:

  • Así que como perdiste, esa misma tarde te hice venir conmigo a mi dojo. Todas mis estudiantes también te conocen, ya que como les imparto clases, me conocen desde hace varios años, y por ende a ti también.

Ella continuó:

  • A penas empezamos la clase de hoy, decidí que practicaríamos algunas técnicas contigo, así que le pedí a Alejandra, aquella joven latina de ojos verdes que ves allí, que te aplicara unas tijeras con las piernas, así que ella, muy decidida y segura como es, vino directo hacia tí. Tú, idiota, para tratar de defenderte, hiciste el intento de lanzarle un puñetazo a la cara, que ella rápidamente te esquivó. Luego te lanzó una patada en la cabeza que te hizo caer de rodillas. Allí, ella con un solo salto prensó tu cuello con sus tobillos, llevándose así rápidamente tu cabeza hasta el piso. Allí te mantuvo el cuello apretado hasta que casi pierdes el conocimiento por asfixia.

Mientras ella hablaba, levemente te parecía recordar muchos de esos hechos, pero tu mente seguía desconcertada. Según lo que te ha contado, parece conocerte desde hace bastante tiempo, pero aún no te ha dicho quién es ella, ni por ende quién eres tú. Eso te intriga.

Ella prosigue:

  • Alejandra te liberó a cambio de que le besaras los pies, así que en cuanto te liberó el cuello de sus tobillos, te plantó los pies en la cara y le besaste sus plantas. Como me pareció que la técnica de ella podía ser mejorada, te ordené que te pusieras de rodillas pero tú, como siempre de bruto, no hiciste caso, así que te di una patada en la cabeza que te hizo caer de rodilla de todas maneras. Tú me suplicaste como una niña que no te hiciera daño, pero eso de alguna forma me gustó, y me provocó hacerte más daño aún. Así que primero te di una bofetada para que te callaras, acto seguido, también de un brinco prensé tu cuello entre mis tobillos y te llevé al piso con tal fuerza que tu cabeza golpeó fuertemente con el suelo. Luego de eso fue cuando despertaste y ya habías perdido la memoria.

Entonces añade la joven Sen-sei, mientras que, no pudiendo contener su risa, su bella risa, disfrutaba tu dolor:

  • Así que no se si perdiste el conocimiento por las patadas o por la caída.

Su risa era lindísima, capaz de iluminarle el día a cualquiera, pero menos a ti, ya que su risa provenía de tu dolor, de tu sufrimiento, de la humillación en que te tenía, y te mira directo a los ojos para ver tu expresión de horror al ver la situación en la que te encuentras.

Luego poco a  poco a poco deja de reírse para, mirándote sádicamente, decirte:

  • Pero otra cosa te voy a decir, nunca!, vuelvas a tener la osadía de quitar mi pie de tu cara. (Y al tiempo que te dice esto levanta su pie y te pisa fuertemente el cuello).

Piensas que la traquea se te va a reventar. No puedes respirar.

  • Esto es para que recuerdes que yo tengo dominio de tu vida (te dijo en un tranquilo tono sarcástico), y nunca más se te ocurra tratar de liberarte de lo que a mí me da la gana de hacerte.

Sientes la cabeza caliente. Estas asfixiándote sin poder hacer nada.

Entonces ella quitó su pie de tu cuello. Sientes que te viene el alma al cuerpo.

Luego te ordena: "Y ahora, como castigo, quiero que vayas en cuatro patas, como el miserable que eres, y le beses los pies a todas y cada una de mis estudiantes."

Sabías que no tenías opción. Te vas gateando hacia el círculo de estudiantes mientras ves que todas, muy reídas, estiran sus piernas para dejar las plantas de sus pies expuestas. Habrían como unas 20 estudiantes. a la primera que te diriges es a Alejandra, la bella joven tipo latina con profundos ojos verdes a la que, según te contaron, ya le habías tenido que besar los pies. Te inclinas entonces ante sus pies, y le besas uno, y luego el otro.

Te mueves a la estudiante que está sentada a la mano derecha de Alejandra, y te encuentras con una muchacha de quizás unos 26 años, de cabellos negros, le llegaban por los hombros. Era de tez blanca. Usaba gafas, parecía una chica intelectual, pero muy bella. Te inclinas y besas sus pies también, y así prosigues con los pies de todas ellas. Besas los pies de las niñas, los de las mujeres maduras, los de las adolescentes. Sientes los olores particulares de cada uno de los pies.

No solamente sus pies estaban en tu cara, sino que tu boca tuvo que besarle los pies a más de 20 bellas karatekas de todas las edades.

Al finalizar te diriges todavía en cuatro patas al centro del círculo donde está tu dueña. Ella te ordena: "acuéstate boca arriba". Tú obedeces, sabes que no tienes escapatoria, incluso ahora le tienes miedo a esta jovencita. sientes temor ante ella..

En ese momento la joven adolescente coloca un pie al otro lado tuyo y se sienta sobre tu abdomen, de frente a ti. Con su cabeza erguida y mirándote a los ojos con altivez la ves levantar uno de sus pies y dirigirlo directamente hacia tu cara, donde lo acomoda bien para luego ordenarte: "Bésamelo".

Se lo empiezas a besar una, dos, tres y más veces mientras ella tranquila y ahora cómodamente le habla a sus estudiantes.

Les comenta sobre lo importante de ser duros con el enemigo, de humillarlo y de demostrarle todo el poder que uno tiene, ya que de esta forma, se consigue que el enemigo les tema, y que una vez el miedo se apodera de él, su oponente les pertenece.

Tú mientras, allí debajo de su pie, besándoselo una y otra vez. Tu abdomen te comienza a doler por el peso de ello sobre tu estómago. Pero ella continúa allí, no le importa.

Aún te has quedado con la duda por saber quién es ella y quién eres tú.

En este momento te vienen a la mente algunas alternativas:

a. Decides mejor esperar un rato más antes de preguntarle quién eres tú y de dónde te conoce (pasa al párrafo 16).

b. No resistes la duda, y decides preguntar inmediatamente a tu joven verduga quién eres tú y de donde te conoce (pasa al párrafo 12).


7.

Estás decidido a que no soportarás más humillaciones, ni le seguirás besando los pies a nadie, así que paras inmediatamente de besarle los pies.

La adolescente Sen-sei. aún sobre ti, te pregunta por qué te has detenido, a lo que tú le respondes que no seguirás obedeciéndola y que se te quite de encima.

Ves en el rostro de la bella joven una expresión de enojo, pero aún así ella se te quita de encima y se queda parada esperando que te levantes. Cuando por ya te has levantado, antes de que puedas pronunciar palabra alguna, te lanza una patada al rostro a una velocidad ineludible. Del impacto pierdes la noción de posición y no logras ni atinar en qué lugar está ella, todo te da vueltas. Pero antes de que te estabilices, recibes otra en uno de tus costados, lo cual te deja muy débil y sin capacidad siquiera de tirar un manotazo al aire. Luego toma tu mano y te aplica una llave girándotela por completo, que te hace arrodillar, quedando en esta posición con ella enfrente, pero de espaldas a ti, es decir, así arrodillado como estás, tu cara está casi a la altura de las nalgas de la bella joven.

En eso, ella mira de reojo hacia atrás para medir dónde está tu cabeza y te lanza un codazo en la mejilla que te hace caer de espaldas en el suelo.

Estando allí la joven vuelve a ponerte el pie en la cara, y con ese pie sobre tu cara, toma el impulso para poner el otro en tu abdomen, la adolescente está parada sobre ti y entre los golpes que aún escuchas en tu cabeza, la escuchas decir:

Eres muy atrevido!!, aquí la que da órdenes soy yo, y si yo decido que hagas algo, lo tienes que hacer!!! Aquí sólo estás destinado a servirme a mí y a mis alumnas, no hay otra opción para ti! Ahora, bésame el pie!!

Has comprendido muy duramente que lo mejor es obedecerla, que no te queda otra que ser el conejillo de indias de ellas. Sin más remedio comienzas a besar el pie de tu vencedora una y otra vez. Luego de mucho besárselo, ella le dice a la clase: "¿...Espero que estén aprendiendo lo duro que hay que ser para dominar a alguien por completo. Después de esto estoy segura que tenemos un esclavo, verdad gusano?" te dice esto mientras zurra el pie por toda tu cara. Ya te has acostumbrado al olor del mismo, y ya que no recuerdas ni quien eres, a veces sientes que tu destino será ser el juguete de estás karatekas.

  • Te hice una pregunta! (te dice la adolescente al tiempo que presiona su pie contra tu cara).

Tú se lo continúas besando y luego tratas de contestar a duras penas dado la cantidad de golpes recibidos, el peso que tienes en tu abdomen y el pie que también se apoya en tu cara.

a. Con el movimiento de tu cabeza respondes afirmativamente, indicando que serás su esclavo (pasa al párrafo 9)

b. Sacas fuerzas para contestar sin vacilar "sí, señorita" (pasa al párrafo 15)


8.

Reconsideras tu idea y decides que lo mejor será seguir sometido a estas karatekas. Sientes miedo de lo que podrían hacerte si te revelas ya que ellas son armas mortales en potencia, así que prefieres perder tu dignidad, a perder posiblemente hasta la vida.

Mientras, tu seguías en tu faena. Luego de haber pedido perdón (por buscar tu libertad) y de besar los pies de la estudiante quizás más de las 200 veces, la jovencita te libera los brazos y coloca sus pies en tus hombros. Tú los puedes ver a ambos lados de tu cabeza. Entonces te da otra orden:

  • Ahora quiero que retrocedas hasta el medio del círculo de alumnas arrastrándote como un gusano!

Las humillaciones a las que ésta jovencita, que apenas es una adolescente, te está sometiendo no tienen nombre. Lo peor es que no puedes contra ella. Te tiene. Le perteneces.

Con mucho esfuerzo tratas de arrastrarte en reversa con ella montada sobre ti. Es muy difícil, comienzas a moverte poco a poco con la ayuda de tus brazos. El peso de ella sobre tu espalda te lo dificulta mucho. Así prosigues lentamente hasta llegar por fin al centro del círculo. En ese momento, ves que sus pies se mueven un hacia adelante hasta que bajan de tus hombros y quedan apoyados en el piso, a ambos lados de tu cabeza. Ella permanece callada, como esperando a que tú hagas algo, pero no atinas a deducir qué es lo que querrá. En ese sientes que te toma del cabello y tira de tu cabeza fuertemente hacia atrás. Ella se inclina hacia adelante para que le veas la cara y te dice: "¿Qué esperas para besarme los pies!!?, ¡Ya lo deberías saber!!"

Empiezas entonces a besar el dorso de sus pies una y otra vez, alternadamente. Mientras, ella habla dirigiéndose a sus estudiantes ilustrándoles con tu ejemplo, lo mucho que les ayudan las artes marciales para conseguir dominar al extremo a cualquier oponente. Tú, debes seguir besando sus pies, el dorso, besas también sus deditos, besas el borde de la planta de los pies. Luego de un rato, al tiempo que la Sen-sei continúa con su plática, ella dobla los pies quedando apoyado el suelo sólo los bordes externos de la planta de sus pies. De manera que ambas plantas de sus pies quedan mirando hacia ti, una de cada lado. Tú tienes que seguir con tu obligación, así que prosigues ahora besando la planta de sus pies, la "planta" de los deditos. Sus pies están sucios, pero eso no es problema de ella. Tú obligación es besárselos. Sientes ese típico olor a pie cuando se mezcla con la suciedad del suelo. Besas el talón, el arco, la plantilla.

Luego de un rato en esto, la joven te da otra orden: "Levántate en cuatro patas!"

Otra vez tienes que hacer grandes esfuerzos. Ahora es mucho peor, sientes que ni siquiera puedes despegar la espalda del suelo ya que ella sigue sentada sobre ti.

Tratas de buscar la posición que te permita hacer la fuerza para levantarte, hasta que lo haces recogiendo tu pierna derecha y apoyando la rodilla en el suelo y haces fuerza al mismo tiempo con el brazo derecho. De esta forma logras levantarte primero de un lado y luego el otro. Tu jinete te toma por el cabello y te ordena que avances. Ella te "maneja halando tu cabeza mediante tus cabellos hacia un lado o el otro. Te hace ir cerca de las estudiantes y te mantiene dando vueltas mientras pasea delante de todas las estudiantes mostrándoles con tu ejemplo los beneficios de los conocimientos de artes marciales. En ese momento te dirige una pregunta mientras hablaba: "...como pueden ver, cualquiera de ustedes puede convertir en su esclavo a la persona que ustedes les de la gana, ¿verdad que sí?" Para que supieras que te hablaba a ti, te da una cachetada en la mejilla.

Entones tú procedes a responder:

a. Contestas: "Sí, cualquiera de ustedes puede tener su esclavo. (Pasa al párrafo 17)

b. Contestas: "Sí, pueden tener de esclavo a la persona que les de la gana. (Pasa al párrafo 14)


9.

La bella muchachita, al ver tu pasividad reconoce que estás completamente entregado, dispuesto a ser su esclavo. Ella solo sonríe al tiempo que quita el pie de tu cara y le indica al grupo, que hay otra forma de concluir esta técnica.

Te ordena entonces que te arrodilles. Tú lo haces y ella toma tu brazo y te lo tuerce, quedando en la misma posición de antes en la que tu cara estaba muy cerca de sus nalgas.

  • Presten atención (dice ella), si en este momento yo sólo empujo su brazo un poco hacia atrás (cosa que hace al tiempo que va explicando), pueden ver cómo logro que él, arquee su espalda un poco hacia atrás.

Ella continúa: "estando así, me es muy fácil pasar mis piernas por detrás de cada uno de sus hombros".

En ese momento, sometido aún por tu brazo, ella pasa su pierna derecha detrás de tu hombro derecho hasta volver a apoyar el pie en el suelo, y luego hace lo mismo con la otra pierna. De esta forma, tu cara queda pegada a sus nalgas. Mientras te encuentras así ella explica: "...es importante que toda esta operación sea realizada rápidamente para acabar de una sola vez con el contrincante. Yo ahora lo voy haciendo lentamente para que lo vean bien. Aunque no deben preocuparse, ya que de esta forma él no les puede hacer nada, sabe que podría terminar sin brazo, es más, lo tienen en este punto tan sometido que le pueden ordenar que les bese las nalgas y él obedecerá."

La Sen-sei continúa dirigiéndose a ti: "...esclavo! (es la primera vez que se dirige a tí como su esclavo), bésame las nalgas!"

Tú, como puedes, logras dar un beso a cada nalga de la preciosa pero cruel jovencita.

Continúas entonces con tu cara pegada a sus nalgas mientras ella continúa:

Y es ahora cuando deben dejarse caer sentadas con todo su peso. Ustedes caerán sentadas sobre el rostro de su atacante, razón por la cual no se lastimarán, sin embargo, él, podría tener un destino muy trágico.

En ese momento sientes que tu cara es empujada por sus nalgas súbitamente hacia abajo. Se ha dejado caer!, aquí podrías terminar con una fractura en la cabeza!, pero de repente, algunas pulgadas antes de llegar al suelo, ella se detiene en seco, quedando como si estuviera sentada en el aire, mientras que tú, con el impulso, sí terminaste con la cabeza en el piso, golpeándote, pero al menos no era lo mismo que si ella hubiera terminado de caer sentada sobre tu cara desde la altura inicial.

Ella entonces, como golpe de gracia, luego de que ya tu estás en el piso, se termina de dejar caer sentada sobre tu cara las pulgadas que faltaban. Sentiste que la cara te quiso explotar, sientes dolor en tu nariz, sientes sabor a sangre en tu boca, probablemente con su caída causó que tus dientes rompieran parte de tus labios por dentro.

Allí quedó felizmente sentada sobre tu rostro. La sientes acomodarse un poco mientras se dirige a sus alumnas:

¿Ven? de esta forma pueden también terminar de aniquilar a su oponente. Es necesario que sepan, que si alguien las va atacar, al ustedes defenderse y dominar a su oponente, este se merece cualquier golpe y cualquier humillación que ustedes le quieran proporcionar. Ya sea un oponente de pelea, o un oponente en una apuesta (dice esto de forma irónica, al tiempo en que menea un poco sus caderas para dar a entender que se refiere a ti con este último comentario).

Al mover sus caderas sientes que tu cabeza se mueve bruscamente de un lado al otro, siguiendo el ritmo de las nalgas de la letal jovencita.

Ella continúa: "...tal vez ahora se siente humillado, ¿verdad?"

  • Sí! (contestan en coro las estudiantes)

  • Pero tal vez no ha sentido del todo la humillación debido a la gruesa tela de mi pantalón, ¿verdad?

  • Sí! (contestan aún más entusiasmadas las estudiantes)

  • Es por esta razón, que para mi deleite, para realzar mi vanidad y para humillación de él, voy a hacer que se acostumbre bien al lugar donde pertenece y donde me servirá por mucho tiempo.

Tú, escuchando sus palabras, ya te anticipas a que efectivamente tu humillación será mayor.

En ese momento ella se levanta de tu cara, pero aún con sus pies a ambos lados de tu rostro empieza a aflojar su cinturón, de manera que le permita desamarrar las tiras del pantalón de su kimono. Mientras lo hace, ella comenta: "...pues como les decía, cualquiera que sea su oponente, deben someterlo y humillarlo..." La jovencita logra desatar las tiras, mueve un poco las piernas de manera que el movimiento y la gravedad causan que el pantalón se deslice por sus piernas hasta caer en tu cara. Ella prosigue: "...es por esto que voy a humillar más al que ahora es mi esclavo..."

Ella entonces retira uno de sus pies del pantalón, y con el otro pie lo lanza un poco lejos de donde están ustedes. Ahora logras ver, desde tu posición, la entrepierna de esta bella jovencita, cubierta por unas pequeñas bragas rosadas.

En ese momento se aprieta nuevamente el cinturón y antes de empezar a sentarse nuevamente, te mira sonriente y continúa diciendo: "...es por eso que ahora me perteneces, y serás mi esclavo de por vida, ¿verdad hermanito?..."

En ese momento lo recuerdas todo!. Ella es tu propia hermana menor!, ella te ganó una apuesta en la que tú no llevabas la menor oportunidad, y ahora has quedado convertido en su esclavo!

Ves entonces las hermosas nalgas de tu bella hermanita menor aproximarse hacia tu rostro, tus ojos no dan crédito a lo que te está pasando. Deberás servirle a tu propia hermana. Ahora ella es tu dueña. Es a tu hermana a la que has tenido que besarle los pies cuantas veces ella lo ha querido, te ha sometido a todos sus deseos, te ha denigrado, te ha hecho estar a sus pies.

Las nalgas de tu hermanita están ahora muy cerca de tu rostro, jamás te pasó por la cabeza que las verías desde esta posición. Logras ver los poros de sus nalgas, algunos lunares que jamás supiste que tenía, sus nalgas se aproximan cada vez más, puedes ver el tejido de sus pequeñas y delgadas bragas, logras apreciar el bulto de su sexo, el cual posará también sobre tu cara, ves.... ya no tienes tiempo para pensar más, su culo llega hasta tu cara posándose sobre ella. Tu nariz está  apachurrada, termina de descansar todo su peso sobre tu rostro.

Se mueve un poco acomodándose, logrando colocar tu nariz entre sus nalgas, su ano queda justo sobre tu boca. El olor de esta área del cuerpo, y luego de ejercitarse, no puede ser el mejor, es el olor natural en una situación así, pero tú te lo debes de aguantar todo, porque eres de ella.

La escuchas que sigue comentando algo a sus estudiantes, la humillación no te deja pensar con claridad. La respiración se te hace dificultosa, pero empiezas a sentir que en realidad eres poca cosa. Sientes que no vales nada. Sientes que tu vida sólo podría servir de algo si la utilizas para servir a tu hermana. No eres capaz de poder hacer nada más. No sirves.

En ese momento escuchas que tu hermana se dirige a ti: "esclavo!, de ahora en adelante tu cara será mi silla personal. Ya no será tu cara, cuando te mires a un espejo recuerda que lo que ves es mi silla, es el lugar donde yo, tu Ama, coloco cómodamente mis nalgas, entendiste?"

Tu respondes con un movimiento afirmativo de tu cabeza.

En algún momento ella se levantó de ti para hacer algo breve, y tú aprovechas para preguntar a tu hermana, llamándola primero por su nombre:

  • ¿te vas a volver a sentar en mi cara?

Ella no te contesta, se aproxima a ti y te patea la cabeza:

  • ¿No te dije que esa ya no es tu cara, sino mi silla?

  • Perdón, quise decir que si te ibas a volver a sentar en tu silla?

Otra patada más.

  • No me llames por mi nombre, para ti soy tu Ama! y cuando me pidas perdón me debes besar el pie!

Con cada mal trato de esta apenas adolescente jovencita, sientes que pierdes más energía, que pierdes toda tu dignidad mientras que la de ella se agranda cada vez más:

  • Perdón Ama, quise decir que si Ud. se iba a volver a sentar en su silla?

En ese momento te pone el pie en la cara y tu se lo besas. Luego lo quita y te contesta:

  • Claro idiota, y no me vuelvas a preguntar estupideces, vete acostumbrando.

Ella vuelve a sentarse igual que antes en su silla, para luego ordenarte:

"Ahora, bésame"

Empiezas a besar una y otra vez su ano el cual tienes sobre tu boca. No logras emitir el sonido, pero lo que le gusta a ella es sentir la sensación que le produce este movimiento de tus labios en su culo. Una y otra vez.

Ella sentada sobre su silla. Tú, denigrado hasta el punto de estar convencido de que tu vida sólo servirá para algo sirviéndole de esclavo a tu hermanita.

Lágrimas brotan de tus ojos pero no logran correr debido a las nalgas de tu dueña sobre ti, tus lagrimas solo sirven para refrescar las nalgas de tu hermana, de tu Ama, mientras que tus labios se esfuerzan en besar el ano de tu propia hermana, vez tras vez.

Estás en la oscuridad, no logras ver nada, sólo sentir el peso, sólo sentir el olor. Sólo sentir el dolor en el alma, sólo sentir la humillación.

  • Acaríciame los pies! (te ordena tu Ama)

Procedes a hacerlo, sin interrumpir los besos en su ano.

Pobre de ti.

FIN


10.

Decides intentar causar algo de lástima a las estudiantes para ver si interceden por tí, así que con tus manos levantas el pie de la adolescente de tu boca al tiempo que volteas la cabeza y miras en dirección a una parte del círculo de estudiantes y dices:

  • Muchachas, por favor, déjenme ir! Ya no recuerdo quien soy, ni cómo llegué aquí, apiádense de mí.

En ese momento todo el dojo lanza una carcajada. Las chicas ríen al escuchar tus palabras. La joven Sen-sei zafa su pie de tus manos, con el mismo pie te endereza la cabeza y vuelve a colocarlo sobre parte de tu boca y nariz. Y te indica que has sido muy irrespetuoso al quitarle el pie de tu cara, al tiempo que sientes que te la empieza a presionar fuertemente. Estando tu nariz y boca debajo de su pie, y presionándolo de tal manera, no te deja ni un ápice por donde inhalar el vital aire, a la vez que sientes que tus labios van a ser cortados por tus propios dientes. Ella continúa diciéndote que ahora todas las estudiantes practicarán sobre ti las posiciones del pie al momento de dar el pisotón que anteriormente les acababa de explicar.

La adolescente retira el pie de tu cara y la primera estudiante en aproximarse a tu rostro es una mujer cinto negro también, de unos 35 años de edad. Es bastante alta, no tiene un cuerpo de modelo, pero sin embargo es muy atractiva. Sus pies eran, evidentemente un poco más grandes que los de la adolescente, pero muy femeninos.

La mujer coloca su pie (sucio por el piso también, obviamente) sobre tu frente, luego sobre tus ojos, y así continúa mientras que la Sen-sei le va diciendo dónde colocarlo hasta que al final coloca el talón sobre tu boca.

En ese instante le toca el turno a una niña de unos 10 años, la cual fue llamada por la mujer que acababa de practicar sobre ti. Le dijo: "Hija, te toca, ven." La mujer se retira y se aproxima la hija de la mujer, la cual, igual que antes, sigue las instrucciones de su Sen-sei, colocando su pie sobre las distintas partes de tu cara, al colocarlo sobre tu boca la niña coloca la planta de su pie. Entonces la adolescente instructora la corrige mostrando sobre tu boca cómo debe ser en esta área.

La niña vuelve a hacerlo y esta vez coloca bien su talón sobre tu boca y la Sen-sei la premia ordenándote que le beses el sucio talón a la niña. Te cuesta un poco porque para hacer el sonido del beso debes elevar un poco con tus labios el pie de la niña, pero lo consigues, le besas el pie y la niña se va feliz a su puesto.

Y así continuas con todas y cada una de las estudiantes, con tu rostro siendo pisoteado por todas ellas.

Al finalizar, la joven instructora coloca un pie al otro lado tuyo y se sienta sobre tu abdomen, de frente a ti. Con su cabeza erguida y mirándote a los ojos con altivez la ves levantar uno de sus pies y dirigirlo directamente hacia tu cara, donde lo acomoda bien para luego ordenarte: "Bésamelo".

Se lo empiezas a besar una, dos, tres y más veces mientras ella tranquila y ahora cómodamente le habla a su grupo de estudiantes.

En este momento te vienen a la mente algunas alternativas:

a. Decides preguntarle a tu joven verduga quién eres tú y de donde te conoce (pasa al párrafo 12)

b. Ya no aguantas más y te revelas negándote a hacer lo que te ordenan (pasa al párrafo 7)


11.

Tratas de salir, pero te intercepta tu principal verdugo, la jovencita instructora. Al ver que tratas de salir dice en voz alta: "miren quien trata de irse de aquí, aún no has terminado!". Ella se sienta en una de las bancas que allí se encuentran y te ordena arrodillarte delante de ella. Cuando lo has hecho, ves que ella levanta uno de sus pies y lo coloca sobre tu hombro, luego levanta el otro y te ordena que se lo sostengas con tus manos. Tú así lo haces, pero no sabes qué más te pedirá. Observas su pie, tan increíblemente bello a pesar de la suciedad, pero que tantos golpes te ha dado, tanto que te ha hecho sufrir, y a pesar de eso tantas veces ya has tenido que besarlo.

Entonces ella te dice:

  • "Como puedes ver, mis pies están sucios, así que quiero que me los limpies muy bien, pero con tu lengua. Asegúrate de dejar cada espacio, cada dedo completamente limpio. Al hacerlo con tu lengua, también me servirá de masaje ya que los tengo un poco cansados".

Entonces llama a las estudiantes anunciándoles que las que quieran el mismo servicio que se formen en una fila. Rápidamente se forma una fila de unas 6 karatekas, algunas ya solo tienen las bragas puestas, pero no les importa y esperan por tu servicio. Las que estaban un poco más apuradas se lamentan de no poderlo recibir pero reclaman que luego de la clase de mañana, sí van a reservar tiempo para la limpieza y masaje de pies.

Ya sin nada más que hacer, llevas el pie de tu cruel ama hasta tu boca. El olor a la mezcla de pie y polvo se hace manifiesto. Sacas tu lengua y empiezas por la plantilla de su pie. Una y otra vez, luego por el arco, comienzas a ver al quitar el sucio, más detalladamente cada contorno y detalle en la planta de su pie. Ella solo se ha recostado y ha cerrado los ojos para descansar mientras disfruta de esta especialidad.

No das crédito a la humillación en la que te encuentras. Además de todo lo que te han hecho, el que más cansado está allí eres tú, pero eso no importa. Más importante es la comodidad y el descanso de ellas. Así te encuentras tú, lamiéndole los pies a la que es apenas una adolescente. Una chica tan joven te tiene dominado a su voluntad. Tu continúas lamiendo sus pies. Poco a poco vas retirando todo el sucio de su pie, sin embargo, eventualmente debes tragarte el sucio de sus bellos pies para que tu instrumento de limpieza pueda dar su mejor servicio.

Sigues lamiendo su talón, arco, plantilla, entre sus dedos, etc. Pero para que sus dedos queden bien limpios no te ayuda mucho la lengua, y ya que no quieres enfadarla, decides que tendrás que meterlos en tu boca y chupárselos delicadamente uno a uno. Así que empiezas con el dedo más gordito del pie. Sus uñas están perfectamente bien cuidadas. Lo metes en tu boca y lo succionas suavemente para luego limpiarlo por todo su alrededor con tus labios, chupándolo delicadamente una y otra vez. Escuchas suspiros de placer que vienen de la que para ti es una desconocida adolescente. Continúas así con cada uno de sus dedos. Cuando has acabado con ese pie, lo colocas en tu hombre y tomas el otro. Comienzas entonces el mismo proceso.

Luego le tocó el turno a la siguiente karateka, Ella ya se había quitado el pantalón del kimono, así que estaba en bragas. Tu de rodillas y ella sentada delante tuyo. Tú mismo le levantas uno de sus pies de manera que ella no se tenga que esforzar para nada, y lo colocas sobre tu hombro. Luego levantas el otro y empiezas con tu faena. Lanzas una mirada a la fila y ves que aún te faltan 5 estudiantes más. Al reparar en eso, y en verte a ti mismo lamiendo los pies de la karateka que tienes ahora delante tuyo, sientes ganas de llorar. Te aborda una profunda lástima de ti mismo. Lo peor es que no puedes dejar de lamerle los pies. Sientes lástima de ti, y aún así debes seguir lamiendo los pies de otro ser humano que en teoría es igual a ti, pero que en la práctica te tiene de esclavo.

Mientras estás en tu labor aparece ya cambiada de ropa tu principal bella y joven ama, y te dice: "...Voy a ver si mañana en la mañana te mando algo de alimento, deberás estar listo para la clase de mañana en la tarde, agua hay en el bebedero del dojo." Entonces de dirige al grupo de chicas que aún esperan: "...la última en salir cierra el dojo y déjenlo encerrado aquí. Recuerden que él es su esclavo y le pueden ordenar lo que quieran, él lo tendrá que hacer. Si no, ya han aprendido qué hacer con él". La cruel jovencita te mira a los ojos y sonríe perversamente. Da media vuelta y se va.

Ya eres el esclavo de estas chicas. No tienes donde más ir. Estas condenado a ser su prisionero y esclavo por siempre.

FIN


12.

Aún con el pie de tu joven verduga en tu cara ya que sabes que te puede costar caro la osadía de volvérselo a retirar, decides preguntarle quien eres tú. Luego de hacer la pregunta sigues besándole el pie. Entonces ella te contesta: "Parece que el efecto de los golpes han sido fuerte, ¿acaso tanto para que ya no te acuerdes de mi, queridito hermano?".

Tu continúas besándole el pie, mientras que una lluvia de imágenes y recuerdos invaden tu mente. Ya lo has recordado todo!. Ella es tu hermana menor, la que desde muy niña se metió a tomar clases de artes marciales en las cuales destacó, mismas clases que a ti nunca te interesaron. Por tu expresión ella se percata de que efectivamente ya recordaste quién era ella.

Tú aún continúas besándole el pie a tu hermana mientras que ella permanece cómoda sentada sobre ti. No te atreves a parar de besárselo.

Ves por un extremo de tu ojo que ella sonríe por cómo ha logrado tenerte: humillado a sus pies.

Posteriormente continúa hablando a sus estudiantes:

  • Tienen que saber que luego de que amedrentan a cualquier oponente, hasta tenerlo en este estado de dominación, pueden ya hacer con él lo que se les plazca, porque él les teme. Y se los voy a demostrar.

En ese momento ella se levanta un poco y se aproxima hacia tu rostro colocando sus rodillas casi a ambos lados de tu cara. Crees saber lo que va a hacer tu hermana, pero tratas de pensar que no será eso.

Te equivocas. Tu adolescente hermana comienza a bajar sus nalgas hasta plantarlas sobre tu cara. Luego sientes que da unos 2 leves saltos sobre tu rostro hasta que está  cómoda y descansa sentada completamente sobre tu cara. Sientes que coloca el dorso de sus pies sobre tus clavículas. Soportas la mayor parte de su peso sobre tus ojos y nariz, aunque también sientes presión en tu boca. Calculas que su ano debe estar justo donde se encuentra tu nariz.

Ella tenía razón, a estas alturas sientes un miedo terrible y abandonas por completo la idea de tratar de escapar. Te limitas a seguir siendo utilizado, humillado y denigrado por tu hermana.

En ese momento escuchas la orden que te da: "Acaríciame los pies!"

Por estar sentada en la típica posición de descanso de los karatekas, sabes que si el dorso de sus pies están sobre ti, la planta de sus pies están expuestas hacia arriba. Diriges entonces tus manos hacia la planta de sus pies y se las empiezas a acariciar suavemente. Vas desde el talón, pasas por el arco, llegas a la plantilla, hasta alcanzar sus dedos, los cuales acaricias uno a uno para luego volver a bajar por su plantilla, el arco de su pie, su talón, y así sucesivamente.

Allí te encuentras tú, no puedes ver nada, sólo sientes una fuerte presión sobre tu cara ya que tienes a tu hermana sentada sobre ella, y como si no fuera ya suficiente humillación, te tiene acariciándole los pies.

Sientes temor hacia ella. Y tienes miedo al pensar como será de ahora en adelante tu vida con ella. Lo más seguro es que te tendrá de esclavo cada vez que ella así lo quiera.

FIN


13.

Decidiste no salir del vestidor y esperar órdenes. Aún sientes los dolores de la cantidad de golpes que te han dado, y además ahora se suma el dolor espaldas por llevar tanto peso sobre ti. Pero eso es algo que a ellas no les importa.

En ese momento entra la joven instructora, te ve dentro del camerino y te dice: "...así que te has quedado aquí para ver a las chicas en paños menores eh? Y para acabar estás allí tirado sin hacer nada!, pues si eso querías, eso tendrás!"

Sus palabras no te agradaron para nada. Todo lo que habías recibido de esta jovencita han sido humillaciones, y piensas que esta no será la excepción.

Lo primero que hace es soltarse el cabello, es hermoso. Posteriormente se empieza a quitar el kimono, dejando ver su sostén, luego que quita el cinturón y el pantalón lo deja deslizar por sus piernas, dejando ver una bellas bragas rosadas dibujando la formas de las nalgas más preciosas que jamás has visto. Ella recoge todo su kimono y mientras se dirige hacia su bolso para guardarlo, te ordena que te metas en uno de los baños, te quites la camisa que llevas puesta, abras la regadera y que te acuestes boca arriba en el suelo del mismo.

Obediente cumples la orden, temiendo más humillaciones. Allí aguardas acostado en el piso del baño con el agua cayéndote encima. En eso se abre la cortina del baño y aparece la Sen-sei. Te mira directamente a los ojos con expresión de altivez, y mientras te mira se quita el sostén y luego se baja las bragas como hasta las rodillas y luego las deja caer hasta sus tobillos. Saca entonces un pie y el otro que tiene las bragas lo levanta para retirarla con la mano. Al tiempo que está haciendo esto te dice: "¿Querías espiar a las chicas no?, y además querías estar tirado sin hacer nada? Pues eso tendrás!" Toma entonces las bragas y las arroja dentro de su maletín para venir a dar un paso dentro del baño, pero no puso el pie en el suelo, sino sobre pecho, luego metió el otro y lo colocó sobre tu cara.

Tú lo sólo te habías quedado en el vestidor para evitar problemas y lo que hiciste fue conseguirte uno mayor, parece que hicieras lo que hicieras, siempre serías perjudicado. Después de todo eres un esclavo.

Te agobia la sensación de tener a una persona parada sobre ti. Tu cara te comienza a doler, pero ella continúa mojándose tranquilamente. Ella aprovecha unas barras de hierros que hay en el baño para a veces agarrarse allí mientras está parada sobre ti. A veces cuando retira el pie de tu rostro, logras ver esa bella figura encima de ti. Unos pechos bonitos, los bellos púbicos mojados, y esas nalgas preciosas. Lamentablemente no importa que tan bella sea, ya que esa belleza no te ayuda en nada, por el contrario, te somete a las más denigrantes situaciones. Lo que ocupa tu mente es que a pesar de ser bella, es un ser humano igual a ti, y tú en teoría no deberías ser humillado por otro ser humano. Sin embargo, te han logrado dominar hasta ese punto.

La jovencita toma entonces el jabón y empieza a enjabonarse los pechos, pero pronto se percata de que cuando el jabón descienda hasta ti, ella podría resbalar, así que la ves como pensando un poco y luego dice para sí misma: "ah!, ya se!". Es allí cuando se para en el piso con sus pies a ambos lados de tu cabeza, y empieza a agacharse en posición para sentarse. Tu sólo ves aquella entrepierna mojada bajando directamente hacia ti. No puedes creerlo!, te ha humillado hasta el límite. Ves cada vez mejor todos los detalles de sus nalgas. Te percatas que por debajo, cerca del área del ano son un poco rosadas. Ves los poros y líneas de la piel. Ves hasta algún pequeño lunar, las nalgas tocan tu cara, comienzas a sentir el peso aumentando sobre tu rostro. Es casi inaguantable. Sientes que se levanta levemente y vuelve a sentarse, luego se zurra un poco y listo. Ha quedado cómodamente sentada en tu cara. El peso es demasiado, todo está oscuro. Todo se apagó. No puedes respirar bien y sientes una asfixia angustiante. Solamente escuchas el ruido del agua cayendo. Tratas de abrir un poco la boca para ver si se cuela algo de aire, pero también tienes que tragar el agua que resbala del cuerpo de tu adolescente Ama y lidiar con parte de su bello púbico que entra en tu boca. Mientras tanto, ella, cómodamente se está enjabonando. De pronto sientes que ella empieza a mover las caderas de un lado al otro, lo que hace que tu cabeza entera se mueva al ritmo de sus movimientos. Lo hace como regocijándose de tenerte bajo sus nalgas. Ella entonces comienza a cantar alguna canción mientras se enjabona, está feliz.

-          ¿Te gusta como cantó? (escuchas que te pregunta)

Aunque realmente no canta muy bien, tú tratas de contestar que sí, pero no puedes, solo te sale algún sonido ahogado.

-          ¡No te escucho! (te dice)

Prácticamente has tenido que levantarla un poco con todos los músculos de tu cara, para poder emitir un escuálido "sí". Relajas cansado los músculos de tu rostro y ella sigue allí cantando de lo más tranquila.

Mientras, tú sigues con la boca medio abierta tratando de respirar y de pronto sientes que el agua que se mete en tu boca está caliente. También le sientes cierto sabor. Ella ha orinado sobre ti y has tenido que tragártelo casi todo. La oyes entonces reír un poco, ufana por la degradación en la que te tiene.

Luego ella se levanta, colocando nuevamente sus pies a ambos lados de tu cabeza, para tomar el shampoo para el cabello. Lo abre y vierte un poco en su mano. Luego de cerrarlo lo coloca en su lugar, y nuevamente ves sus nalgas descendiendo directamente hacia tu rostro. Ella se sienta y se acomoda para empezar a lavarse el cabello. Inmediatamente sientes que coloca sus pies uno en cada una de tus manos y te ordena: "Acaríciamelos!".

Sin más remedio que obedecer, le empiezas a acariciar los pies a esa jovencita, mientras ella continúa cómodamente sentada sobre tu cara, cantando y lavando su cabello.

No sabes quién es tu adolescente Ama, lo único que sabes es que te tendrá como su esclavo de por vida.

De saber quién es la jovencita que ahora mismo está desnuda y felizmente sentada sobre tu cara, mientras que tú le tienes que acariciar los pies, de seguro te sentirás mucho más humillado aún.

FIN


14.

Mientras paseas a tu bella jinete, contestas lo siguiente: "Sí, pueden tener de esclavo a la persona que les de la gana".

  • ¿Ven? (dice la adolescente), mi esclavo ha confirmado que ustedes pueden tener de esclavo a quien ustedes deseen. Como ustedes han podido ver yo, por ejemplo, tengo de esclavo a mi propio hermano.

En ese momento una lluvia de recuerdos te vienen a la mente. Todos van apareciendo y enlazándose unos con otros. Al fin has recordado quien eres tú, pero lo peor es que has recordado quién es tu pequeña hermana. Tu hermana menor es la que tienes montada sobre ti en este momento. La que te ha hecho arrastrarte con ella sobre ti como si fueras un gusano. La que te ha tenido besándole los pies. Tu propia hermana menor.

Ahora cabalgas con ella a cuestas. Mientras sigues caminando volteas hacia los lados y sólo alcanzas a ver los bellos pies de ella mientras se mueven un poco con el movimiento de tus pasos. Tu pequeña hermana pasea tranquilamente montada sobre ti. Te tiene completamente dominado.

  • Ahora sí me recordaste, hermanito? (te pregunta con un claro tono sarcástico y de placer)

Tú contestas afirmativamente haciendo un movimiento con la cabeza.

  • Me alegro (te dice ella), es bueno que sepas quién es tu Ama de ahora en adelante. Ahora soy tu dueña y no te voy a permitir equivocaciones. Me vas a servir en todo, sino ya sabes lo que te puede pasar.

Ya estaba escrito. Estabas condenado a ser el esclavo de tu propia hermana.

Ella, como un valor agregado, les empezó a explicar a sus estudiantes las grandes ventajas y comodidades que pueden tener a costas de su esclavo, principalmente si es una persona que vive dentro de sus casas. Entre esas la función que ahora misma te tenía realizando. Poder coger a tu esclavo como caballo e ir sobre él a cualquier parte de la casa de la manera más cómoda, y sin tener que caminar.

En eso logras ver que una estudiante de unos 10 años le pregunta a la mujer a la que tú hermana hizo que le besaras los pies hace un rato: "¿Mamá, eso me gusta, crees que podemos tomar a papá de esclavo?"

A lo que la mujer le responde: "Puedes estar segura. Hoy estaremos paseando las dos juntas montadas sobre él. Haremos que nos paseé por toda la casa".

El sólo hecho de conocer que la que te tiene humillado en este momento es tu propia hermana, te causa sentir que tienes mariposas revoloteándote en el estómago. Sientes nauseas, en este momento estás viviendo la peor humillación de tu vida.

Tu hermana continúa diciendo que a parte de servir para otras funciones como asearles las alcobas, lavarles las bragas a mano, lavarles las medias a mano, limpiarles el retrete, limpiarle los zapatos, etc. También sirven para otras funciones de comodidad.

En eso te gira la cabeza fuertemente tirándote del cabello haciéndote ir hasta el centro del círculo. Mientras vas camino hacia allá les dice: "..¿cuántas veces quisieran estar sentadas en un lugar cómodo y suave mientras leen algún libro o mientras miran la televisión?..." Ella continúa: "...y que además el respaldar sea reclinable al gusto sólo con ordenárselo?, ¿ y que además le acaricie, le de masajes en los pies, y hasta se los limpie, todo mientras ustedes ven tranquilas la telenovela o se leen su libro favorito?

Todas quedaron muy entusiasmadas con esto y ávidas por saber cómo colocar al esclavo para hacer esto posible.

Tu hermana te ordena: Acuéstate boca arriba y recoge un poco las piernas. Entonces le habla a las alumnas: "¿Qué lugar puede ser más suave y acolchonado para sus nalgas que el estómago de una persona?" Continuó: "Si se fijan, pueden sentarse tranquilamente en el estómago del esclavo, tienen como respaldar los propio muslos de él".

Las sádicas estudiantes quedaron encantadas.

Entonces tu hermana para demostrarlo, pasó uno de los pies al otro lado tuyo. Te estaba mirando directamente de frente, desde su altura. Reparas en lo bella pero al mismo tiempo, en lo amenazante que se ve con su kimono y ese imponente cinturón negro amarrado a su cintura.

Luego empezó a agacharse lentamente. Mientras se sentaba mantuvo todo el tiempo la mirada fija en ti, con una sádica sonrisa en los labios. Sus nalgas tocaron tu abdomen y depositó todo su peso. Entonces da algunos saltitos en tu abdomen mientras al tiempo que dice a sus alumnas: "Ven que acolchonado que está?"

Esto te empieza a causar cierta molestia en el estómago. El peso de alguien sentado en tu estómago va causando dolor poco a poco. Tus órganos se van aplastando y moviendo de lugar por la presión de las nalgas y el peso que hay ahora sobre ellos.

Ella entonces se recuesta cómodamente sobre tus muslos y te ordena: "baja las piernas un poco más". De esta forma ella queda un poco más arrellanada.

Entonces tu letal y bella hermana  mueve una de sus piernas, y mientras te miraba con altivez, con engreimiento, ves la planta de su pie derecho venir hacia tu cara, pero no es así, la pasa por un costado de tu cabeza y sigue estirando la pierna, hasta que a un costado de tu cabeza queda el muslo de ella.

Comienza entonces a mover su otra pierna y ves la planta de su pie venir hasta tu cara. Esta vez sí. Observas la sucia planta de ese bello pie venir derecho hasta tu cara. Apoya su pie en todo tu rostro. Sientes el olor característico. Pero ahora sabes que es el pie de tu hermana. La humillación es mayor. Solo puedes ver a tu hermana por parte de uno de tus ojos. tratas de abrir el otro y te molestan las pestañas al encontrarse con la planta de su pie. Pero ahora también te molesta porque tienes las pestañas con polvo de sus pies y algo del polvo se ha metido en tu ojo. Ella lo sigue presionando con su pie.

Sin saber el porqué sientes una tremenda erección, como nunca antes. Probablemente es por sentir el peso de tu hermana sobre tu abdomen, o tal vez porque te excita la humillación en que te tiene tu hermana. Te sientes triste y deprimido por la degradante situación en que te encuentras. En este momento tienes lástima de ti mismo, pero al mismo tiempo estas excitado. Comienzas entonces a pensar que tal vez es que naciste para ser esclavo de tu hermana. Empiezas a sentir que no sirves para nada y que tu única misión en la vida es la de servir a tu propia hermana. No todo el mundo nace con el mismo destino. Algunos nacen para ser humillados y esclavizados por otra persona. Y ya esa persona se dio cuenta de esto y te ha cazado como un animal. Igual que un depredador juega y humilla a su presa antes de comérsela. Así te tiene tu propia hermana menor. Te ha esclavizado.

Te ordena que con tu mano le sostengas la pierna cuyo pie tienes en tu cara, ya que como eres su esclavo debes procurar su total comodidad. Te pide entonces que con tu otra mano le acaricies el otro pie, así que tu procedes a estirar tu brazo hasta atrás, hasta alcanzarle el otro pie. Comienzas a acariciárselo suavemente.

Luego de un par de minutos, retira su pie de tu cara deslizándolo hacia atrás, quedando su talón apoyado en tu pecho a unas pulgadas de tu cara y el resto del pie levantado. Te dice que inclines tu cabeza hacia adelante. tu lo haces ya que tiene el pie levantado sólo apoyado con su talón sobre tu pecho, logras ver claramente la planta de su pie. En ese momento logras dar varios parpadeos rápidos que te permiten sacar el polvo que tenías en el ojo.

Entonces te ordena: "Abre la boca". Tu lo haces sin preguntar para qué. Ella entonces mete dentro de tu boca parte de su pie que abarca los tres dedos más chiquitos.

Luego te ordena "Límpiame todos los dedos de mis pies, con tu boca!"

Tu has aceptado tu triste destino. Cierras suavemente los labios para no lastimarle los deditos de su pie, y con ellos dentro de tu boca, mueves tu lengua limpiando primero el dedo más chiquito. Tú continúas sosteniéndole la pierna. Le lames el dedito por debajo, por encima, entre uno y el otro. Eventualmente lo chupas para extraer con tus labios todo el sucio que pueda haber en él.

Que bajo has caído. Tienes el pie de tu hermana en tu boca y le limpias los deditos con tu lengua y tus labios. Sientes dolor en tu estómago, que no sabes si es por la erección o por el peso de tu hermana sobre él.

Así sigues con cada uno de ellos, una y otra vez limpiándoselos con tu boca. La ves a ella sonreír del placer que le causa verte tan denigrado. Te mira sonriendo, y lanza algunas risas. El resto de las estudiantes están encantadas con la idea y admiran por esto más a su joven Sen-sei. Por ver que su poder es tal que pudo esclavizar a su propio hermano. Ellas se dedican a disfrutar del espectáculo.

Ahora mete su dedito gordo en tu boca. Pudiste reparar en lo bien cortadas que tiene las uñas y el lo bien cuidado de sus pies. Limpias este dedo por abajo, por encima, lo chupas para extraer el sucio, el cual te tienes que tragar.

Luego que le limpiaste todos los dedos, te ordena que le limpies el resto del pie.

Procedes a obedecer a tu Ama, se lo lames una y otra vez, en algunas ocasiones tienes que utilizar los labios, a veces utilizas suavemente los dientes para sacar alguna partícula muy adherida. Ella sólo te mira, fascinada de tanto placer, disfrutando de su comodidad, del lavado de sus pies, del poder. Está pensando en todas las satisfacciones y comodidades que tendrá en adelante a costa tuya.

Mientras, no has dejado de acariciarle el otro pie.

Por fin terminas de limpiarle el primero y puedes ver claramente la perfección de este pie, todas y cada una, hasta la más pequeña línea en la planta de su pie, las huellas dactilares de sus deditos, el color del mismo, el tono rosáceo en su talón, en la plantilla y en la "planta" de los dedos. El tono de piel tan claro en la parte del arco o puente de su pie. Estos pies tan bellos, que tanto dolor de han causado, y que sin duda tanto dolor seguirán causándote.

Tu adolescente Ama, al ver que ya ese pie está limpio. En silencio lo retira de tu cara, extiende la pierna a un lado de tu cabeza, y entonces recoge la otra. Ves la planta del pie que aún no has limpiado, sucia, dirigirse hacia ti. Entonces la orden: "Abre la boca!"

Tu erección no cesa. Definitivamente estás convencido que has nacido para ser esclavo de tu pequeña hermana. Todos nacen con diferentes destinos. El tuyo es el de estar sometido siempre a su voluntad.

FIN


15.

Luego de tu segura respuesta en la que reconoces que eres y serás el esclavo de estas karatekas, la joven Sen-sei se baja de ti y le anuncia al resto de su clase: "muy bien chicas, espero que hayan aprendido a cómo dominar a alguien al punto de poderlo convertir en su esclavo..." Como ella ya se ha bajado de ti, te comienzas a incorporar, pero obviamente sin levantarte del piso. Ella se da cuenta y te manda a ponerte en cuatro patas. Tú lo haces sin vacilar, ni preguntar para qué. Entonces ella continúa diciendo a su grupo: "bueno,  la clase ha terminado, y aquí tenemos un caballito que va a llevar a dos de ustedes hasta los vestidores, ¿quienes quieren montarlo?"

Las interesadas no se hacen esperar, todas te quieren utilizar, pero la Sen-sei llama a dos del grupo. La primera en acercarse en una hermosa joven de raza negra. Eres el esclavo de todas ellas, por tanto todas son tus superiores. La joven se aproxima hacia ti sonreída y enseguida pasa una de sus piernas sobre tu lomo y comienza a sentarse suavemente sobre la parte alta de tu espalda, como para poder "saborear" el poder de tenerte así. Esta raza de mujeres se caracterizan por tener muy buenas nalgas, por lo que sientes suavemente cuando se posan sobre ti hasta ir incrementándose el peso en tu lomo cuando ya queda bien sentada y acomodada.

La otra mujer en venir es una joven del tipo latino, de tez trigueña y unos profundos ojos verdes. Se acerca amenazadora. Sin dudarlo pasa su pierna sobre tu espalda, para sentarse detrás de la joven negra, y se deja caer con todo su peso. Sientes que la espalda se te va a quebrar y que no sabes como podrás llegar con tanto peso hasta el vestidor. La espalda se te hunde, pero aún así giras en dirección al vestidor, y cuando has dado algunos pasos, la Sen-sei te ordena que te detengas ya que ve que hay espacio para una más.

Tú no lo puedes creer!, el abuso hacia tu persona y la humillación no tiene límites. Entonces se aproxima hacia ti una de las niñas, de aproximadamente unos 10 o 12 años, la cual te ordena que te agaches un poco. Tú obedeces lo mejor que puedes y la niña pasa su pierna por encima de tu cabeza y echándose un poco hacia atrás queda sentada apenas unos centímetro más atrás de tu nuca, delante de la bella joven de raza negra, y sus piernas cuelgan a los dos lados de tu cuello.

El peso es inaguantable, sientes que tus brazos te tiemblan, pero sabes que no te puedes equivocar, así que con todo tu esfuerzo das el primer paso hacia el vestidor, luego el segundo, y a medida que lo haces sientes como sus cuerpos se mueven de un lado al otro sobre ti. Las escuchas conversar tranquilamente. Mientras tú les sirves de caballo, las tres, cómodamente sentadas sobre ti, sólo esperan a que las termines de llevar a su destino.

Cuando por fin llegas, las chicas se bajan de ti y se dirigen a cambiarse.

Las otras van llegando también, junto con la Sen-sei.

En ese momento, no sabes que hacer, ya que te encuentras en el vestidor de damas.

a. Prefieres salir, antes de buscarte un problema por estar allí mientras ellas se cambian(pasa al párrafo 11)

b. Piensas que por tu bien es mejor quedarte ya que nadie te ha ordenado que salgas (pasa al párrafo 13)


16.

Has decidido intentar esperar un rato más antes de preguntarle quién eres tú, no quieres volver a hacerla enojar.

Mientras has estado este tiempo besando su pie, sin embargo, ves que retira el pie de tu cara. Te anticipas al alivio que tendrás, ya que tu abdomen te estaba doliendo demasiado, piensas que probablemente ya se va a levantar.

No es así, ella levanta entonces su otro pie y lo aproxima hacia tu rostro. Lo ves acercarse cada vez más mientras ella indiferente continúa hablando a sus estudiantes. A pesar de lo sucio que está, su belleza es evidente. Su forma, la forma de sus deditos, la perfección de su arco, la piel, todas las líneas de la planta del pie. Su pie llega hasta tu cara y lo acomoda allí. No te queda más que besárselo, ya que ella no te ha ordenado detenerte.

Así transcurre el tiempo, con ella utilizando tu adolorido estómago de colchón para sus nalgas y con su pie acomodado sobre tu rostro mientras tú se lo besas.

Luego de un largo rato en esto, por fin decide ella quitar este pie de tu cara y levantarse. En ese momento sientes cómo tus órganos tratan de recuperar su lugar original, los sientes acomodándose y moviéndose dentro de ti. Tu reacción reflejo es voltearte boca abajo, agarrarte el abdomen con una mano y la otra la mantienes en el suelo, cómo si fueras un perro con tres patas. Sientes que así la gravedad ayuda más a tus órganos a regresar donde les corresponde. Luego, quitas la mano del suelo y quedas de rodillas sentado sobre tus talones.

Mientras estás así y terminas de reponerte del dolor, decides que ya es tiempo de preguntar a la joven sobre tú identidad:

  • Por favor señorita, dígame quién es Ud. y quién soy yo, por lo que me contó antes nos conocemos desde hace ya algún tiempo.

Escuchas nuevamente las risas de las estudiantes al escuchar tu pregunta.

La hermosa Sen-sei adolescente se para delante de ti con una postura desafiante, con las manos en la cintura y las piernas un tanto separadas una de la otra.

Entonces te contesta:

  • Escúchame bien (te dice en un tono amenazador), independientemente de si nos conocemos desde hace años, tú de ahora en adelante eres mi esclavo. Eres mío.

Sientes que te corre un frío por la espalda, sientes que tu cuerpo tiembla. El horror se apodera de ti.

Ella continúa mientras se acerca hacia ti.

  • Tú mismo aceptaste que si yo te vencía, serías mi esclavo.

Ella está justo delante de ti. Lo que es la parte de su sexo está a la altura de tu cara. Tu miras hacia arriba, observando sus ojos, escuchando atentamente lo que te dice. Ella te observa y se dirige a ti amenazante, mirando hacia abajo donde te encuentras en tu posición de inferioridad. Ella continúa:

"Es por esta razón..." (mientras dice esto, levanta una de sus piernas y la pasa por encima de tu hombro hasta apoyar el pie en el piso por detrás de tu espalda, quedando tu rostro tocando la parte donde está su sexo) "...que de ahora en adelante..." (al decir esto levanta su otra pierna y también la pasa por encima de tu otro hombro, hasta apoyar el pie en el piso, obligándote así a arquear un poco tu espalda hacia atrás, quedando tu rostro, específicamente tu boca y nariz, justo debajo de su sexo, haciendo contacto con él) "...te usaré para satisfacer todos mis deseos..." (en ese momento, ella cierra un poco sus piernas aprisionando tu cabeza entre sus muslos. Tus ojos todavía alcanzan a ver su cara, ya que ella inclina un poco su cabeza para poder seguir mirándote a los ojos mientras concluye: "...¿verdad, querido hermano mayor...?"

En ese momento ella empieza a descender con tu cabeza aún aprisionada entre sus muslos. La bella joven disfruta mientras desciende, viendo tu expresión. Tú no lo puedes creer!, una lluvia de recuerdos inunda repentinamente tu mente. Ahora lo recuerdas, ella es tu pequeña hermanita menor. Tu desestimabas sus conocimientos en artes marciales a pesar de los innumerables torneos internacionales que ella había logrado. No imaginabas lo veloz y hábil que era en estas técnicas. Ahora, el precio de tu error es tu esclavitud ante ella! Continúas descendiendo lentamente. Sientes que tu boca empieza a salivar y que mil mariposas revolotean en tu estómago.

Ella disfruta viendo tu expresión. De pronto tu cabeza toca el suelo, y con ello, el peso de la jovencita sobre tu rostro comienza a aumentar, a medida que ella termina de dejar descansar todo su peso sobre su silla. Es decir, tu cara.

Allí quedó ella, sentada sobre tu rostro, mirando directamente hacia tus ojos, tu expresión de angustia, asombro y horror. Tu propia hermana adolescente es ahora tu dueña, y la tienes sentada cómodamente sobre tu cara.

En ese instante, ella deja de mirar a tus ojos y da un pequeño salto hacia adelante, quedando ahora sentada sobre todo tu rostro, incluso sobre tus ojos, tu nariz resiente este salto. No puedes ver nada, todo está negro. Sólo sientes la gran presión que su peso ocasiona sobre tu cara.

La escuchas decir algo a sus estudiantes, pero la humillación y el miedo turban tu mente y no prestas atención a lo que dice.

Allí se está un largo rato más sentada mientras dialoga con sus alumnas.

Luego de un tiempo, se empieza a levantar y le anuncia a las estudiantes que la clase ha terminado por hoy.

Inmediatamente te ordena que te pongas en cuatro patas. Estando así se para delante de tí y te ordena que le beses los pies. Tu entonces desciendes hasta uno de sus pies y se lo besas. Luego aproximas tu rostro hacia el otro, hasta que tus labios tocan el dorso de su otro pie, y le das un beso también.

Seguidamente ella se va a un extremo tuyo y pasa una de sus piernas sobre tu espalda, y queda sentada sobre la misma como si fueras un caballo. Sientes que tu espalda se hunde con su peso.

En eso ella te ordena: "llévame hasta el vestidor!"

Tu empiezas a desplazarte con tu hermana y nueva Ama, a cuestas. Las otras chicas también se dirigen hacia el vestidor. Recordaste que incluso conocías a muchas de esas chicas a las que le tuviste que besarles los pies, ya que algunas veces por cuestiones rutinarias tuviste que visitar el dojo de tu hermana.

Te detienes dentro del vestidor pero tu hermana permanece sobre ti. Tú para evitar problemas mantienes la mirada hacia el suelo mientras las otras chicas se cambian.

Poco a poco comienzan a retirarse las estudiantes, despidiéndose de su Sen-sei, felicitándola por su nuevo esclavo. Escuchas a alguna que dice: "bye!, me alegra que lo esclavizaras, no me caía muy bien". Escuchas a tu hermanita reír de felicidad.

Luego de un tiempo sale la última de las estudiantes y se retira. Ahora sólo quedan tu joven Ama y tú. Es entonces cuando ella se baja de ti. Tú permaneces en tu posición a cuatro patas esperando sus órdenes.

Ella empieza a retirar su cinturón. Luego procede a desamarrar las tiras de la parte superior del kimono, se lo quita y lo coloca a un lado, quedando sólo con un hermoso y delicado sostén rosado. Posteriormente empieza a desamarrar el pantalón. Cuando ya lo estuvo, lo deja caer deslizando por sus hermosas piernas. Sus pequeñas y delgadas bragas rosadas hacen juego con el sostén.

Ella entonces se sienta con las piernas abiertas en una de las bancas del vestidor y recuesta su espalda a la pared, arrellanándose en la banca, al tiempo que toma una revista de las tantas que allí se encuentran.

Es entonces cuando te ordena:

  • Ven y arrodíllate delante de mi, y besa mi coño hasta que yo te lo ordene.

Sabes que en adelante tu vida será esa, ser humillado constantemente por los caprichos de tu hermana menor. Te parece mentira que a pesar de ser varios años menor que tú, te tenga esclavizado y humillado de esa forma.

Tú te aproximas a ella en cuatro patas, te arrodillas ante ella y te sientas sobre tus talones. Aprecias a pocos centímetros de ti, el bulto que corresponde al sexo de tu hermana.

No lo puedes creer.

Ella lee apacible su revista.

Acercas tu cara entre sus piernas abiertas. Sientes el olor de esa área del cuerpo. Ves los detalles del tejido de sus bragas, alguno que otro bello púbico que se escapa de las bragas. Acercas tu cara y proyectas tus labios hasta que los mismos tocan exactamente el centro de su coño, tus labios besan ambos de sus labios vaginales al mismo tiempo.

Luego vuelves a besarlos otra vez. Sigues besando su sexo, una, otra, otra y otra vez. Por distintas partes.

De pronto ella, sin apartar la vista de su revista, levanta una de sus piernas y la coloca cobre tu hombro. Tú sigues besándola. Luego, levanta la otra y también la coloca sobre tu otro hombro, quedando tu cabeza aprisionada entre sus hermosos muslos. Sientes que eventualmente extiende alguna de sus piernas para después dejarla caer, lo que causa que su talón te golpeé en la parte baja de tu espalda.

Tú continúas besándola ahora sin poder prácticamente despegar tu cara de su coño.

La joven entonces, quita una de sus manos de la revista y la dirige hacia la parte de atrás de tu cabeza, y la hala haciendo presión para pegarte el rostro más contra su sexo.

De pronto, te parece escuchar un suave gemido.

Tú tratas de mirarla, y ves que retira la revista de su vista y la coloca a un lado, mientras con la otra mano continúa presionando tu rostro contra ella.

Entonces, suavemente se desliza por la banca para hacerte quedar nuevamente debajo de su sexo y con tu cabeza aprisionada por sus muslos. Comienza entonces a descender hacia el suelo con tu cabeza entre sus piernas igual que lo hizo antes en el dojo.

Tu no paras de besarla.

Ella se termina de sentar en tu cara. A pesar del peso tus labios siguen haciendo su labor.

No puedes creer esta humillación. Besar el coño de tu propia hermana. Estando ella sentada en sobre ti. Tus ojos no dan crédito a lo que te está pasando. Realmente le perteneces!

Ella mira hacia tus ojos, y al ver tu expresión de asombro y miedo, se excita aún más. Ahora cierra sus ojos. Empieza a moverse lentamente sobre tu cara. Lentamente hacia adelante y atrás. Eventualmente presiona su entrepierna fuertemente contra tu cara.

Sigue moviéndose a un ritmo suave, con las presiones eventuales sobre tu rostro.

Vuelve a abrir sus ojos, mira a tus ojos entre sus piernas y te pregunta: "¿De quién eres?"

La verdad es que ya estás consciente que le perteneces a ella, que serás su esclavo, quizá de por vida. Esto te horroriza, la época de la esclavitud ya pasó, sin embargo, tu propia hermana te ha sometido, y de qué forma.

Tú, tristemente intentas contestar, a pesar de los movimientos sobre ti:

"soy tuyo..."

  • No te escuché bien (te dice ella)

Te esfuerzas más, para que pueda escuchar tu balbuceo respondiendo:

"Soy tuyo!"

Ella entonces muerde sensualmente su labio inferior, se sienta completamente sobre tu cara, incluso sobre tus ojos y aumenta un poco la velocidad de el ritmo de su entrepierna sobre tu cara.

La sensación de poder, el saber que te tiene humillado y denigrado de esa forma, la excita increíblemente.

El ritmo es cada vez más rápido, la fuertes presiones de su entrepierna contra tu cara se hacen más frecuentes. Tú escuchas sus leves gemidos.

El alto grado de humillación, de denigración, comienza a influir en tu mente. Te sientes terriblemente mal, te sientes basura. Empiezas a sentir que tal vez realmente no sirves para nada, que tu vida sólo sirve si eres esclavo de tu hermana.

Tu mente se empieza a convencer de que efectivamente, todos pueden realizar muy bien alguna función en el mundo, y que la tuya es la de servir a tu propia hermana menor.

Las lágrimas empiezan a brotar de tus ojos. La piel de tu rostro se mueve al ritmo de las caderas de tu hermana.

Ocasionalmente ella se echa hacia atrás para poder observar tus ojos y tu expresión. Ella logra ver que estás llorando, y esto la excita aún más todavía.

Inmediatamente lanza un gemido y presiona fuertemente su sexo contra tu cara, su ritmo aumenta aún más, la piel de tu rostro se estira y mueve al ritmo que tu hermanita impone. El ritmo es rápido. Entonces ella, rápidamente se levanta, y se baja las bragas dejándolas caer sobre tu cara.

Apresuradamente saca un pie de las mismas, y con el otro las lanza lejos, para volver a sentarse, ahora desnuda, sobre tu rostro. Ves su bella y húmeda entrepierna descender rápidamente hacia tu cara.

Sientes nuevamente el peso sobre ti, y el rápido ritmo de sus caderas. Hueles su entrepierna: sientes el olor de su sexo y el del medio de sus nalgas.

Su ritmo ha aumentado estrepitosamente, la joven está cabalgando sobre tu cara, puedes escuchar sus gemidos, tus lágrimas se mezclan con sus flujos vaginales.

El movimiento sobre tu rostro es intenso, hacia adelante, hacia atrás, te presiona la cara, brinca sobre ella, sientes que tienes un huracán sobre tu cara.

Una vez más, y sin perder el ritmo ella mira rápidamente hacia tu ojos. Vuelve a tapártelos con su entrepierna, el ritmo está al máximo, brincando sobre tu cara, presionándotela, surrándose sobre ella hacia adelante y hacia atrás. El ritmo está al máximo, es como un violento huracán sobre tu rostro. Hasta que de pronto, los gemidos se hacen muy audibles y sensuales, son gemidos de placer, de climax, de la máxima excitación... el ritmo baja su velocidad, sientes las presiones sobre tu rostro, tu rostro está mucho más mojado que antes. Escuchas los gemidos mezclados con suspiros y jadeos del cansancio de tu hermanita. Lentamente concluyen los movimientos sobre tu rostro. Sientes su sensual jadeo.

Cuando ya todo terminó, se queda un rato allí sentada hasta recobrar el aliento. Ella se levanta un poco, quedando de rodillas, pero con tu cara debajo aún de su entrepierna. Suavemente, y aún visiblemente cansada te dice:

  • Límpiate la cara.

Tú extraes un pañuelo del bolsillo trasero de tu pantalón y allí acostado como estás, te secas toda la cara con el pañuelo.

Cuando la adolescente ve que acabas, te ordena:

  • Ahora límpiame a mí.

Pero antes de que puedas hacer algo, ella te especifica:

  • Pero con la lengua!

En ese momento quedas completamente convencido. Sólo eres útil para ser el esclavo de tu hermanita menor.

Levantas tu cabeza un poco hasta alcanzar su entrepierna, y comienzas a lamérsela toda. Lames su coño, prácticamente peinando sus bellos con la lengua. Lamiendo y tragando sus flujos. Lames todas sus nalgas, sin olvidar lamer en medio de ellas. Insertas lo más que puedes tu cara entre sus nalgas para que tu lengua limpie muy bien todo, incluyendo su ano.

Cuando ya estuvo limpia, ella se levanta, y toma la revista que antes había dejado inconclusa. Mientras ella hace esto, te dice: "Ay hermanito, creo que te esclavizaré más tiempo del que te imaginas. Serás mi esclavo de por vida"

La adolescente toma su revista y se vuelve a colocar sobre tu cara en posición para sentarse. Nuevamente sus entrepierna se posa sobre tu rostro. No puedes ver nada. Sólo sientes el agobiante peso de esa persona sentada sobre ti, de tu Ama sentada sobre ti, de tu hermana, desnuda, sentada sobre ti.

Logras escuchar las páginas de la revista. Ella lee tranquila su revista mientras permanece cómodamente sentada desnuda sobre el rostro de su esclavo.

Eres ya esclavo de tu hermana menor. No tienes escapatoria.

Entonces la escuchas decir, mientras da unos saltos sobre tu rostro como para sancionarte: "¿Acaso te dije que dejarás de besarme?"

Comienzas a besar nuevamente la entrepierna de tu hermana. Ahora mismo es su ano el que besas ya que está justo sobre de tus labios. Ella, mientras, lee tranquila su revista. Tu adolescente hermana, desnuda, usando tu cara como su silla.

Este es tu destino, servirla en todos sus deseos.

Tu sigues besándole el ano. Eres indigno. Estas siendo denigrado al extremo, teniendo que besar el ano de otra persona, que además te hace tanto daño a ti. Sin embargo, es para ser esclavo de esta chica que sientes que es tu función en la vida. La de ser esclavo de tu hermanita.

De pronto, sientes que ella se comienza a mover lentamente sobre tu rostro.

Escuchas un leve gemido. Su entrepierna presiona fuertemente tu cara.

Tu hermanita otra vez se dispone a deleitarse del dolor y la humillación en que tiene a su hermano.

La esclavitud ante tu hermana menor es tu destino de por vida.

FIN


17.

Contestas que efectivamente cualquiera de ellas puede tener su esclavo. Luego de tus palabras, la jovencita continúa diciendo al tiempo que te hala el cabello hacia atrás en señal de que te detengas: "efectivamente cualquiera de ustedes puede tener su esclavo, incluso las más chicas. Es bueno que desde chicas aprendan que ellas son las que tienen la autoridad sobre su oponente". En ese momento la Sen-sei se baja de ti y luego dice: "Annie, ven acá". En eso se levante de entre el grupo una niña de unos 10 a 12 años de edad, cinturón chocolate y se aproxima hacia ti. La Sen-sei le dice: "utiliza a este esclavo como tu caballo para que aprendas a dominarlo y te acostumbres a sentir el poder".

La niña sin vacilar se para delante tuyo y te ordena que le beses los pies. Así que tú, tragándote la humillación de ser sometido incluso a los pies de una niña, te inclinas hasta sus pies y se los besas.

Luego te ordena que te agaches. Tú obedeces hasta quedar bastante agachado, de manera que ella se te puede montar fácilmente. Cuando ya sientes su peso sobre ti y que se ha acomodado bien, te levantas nuevamente. Ella te toma del cabello y te ordena que camines. Comienzas entonces a caminar con tu nueva jinete sobre ti. Sin embargo te das cuenta de que hay un problema. La niña te hala el cabello hacia un lado, pero se enfada porque no te dirigiste al parecer dónde ella quería. Parece que Annie está un poco inexperta en esto.

La Sen-sei se percata de la situación y le dice a otra de las estudiantes: "Verónica, puedes ir a ayudar a tu hija". En eso se levanta la estudiante de 35 años cuyos pies habías tenido que besar tantas veces hace unos momentos. Es bastante alta, no tiene un cuerpo de modelo, pero sin embargo es muy atractiva. Se acerca con autoridad. Lleva puesto su cinturón negro. Se acerca hacia ti y le dice a Annie que se corra un poco hacia adelante. Annie lo hace, de esta forma quedando libre la parte baja de tu espalda.

De forma segura y decidida pasa una de sus piernas encima tuyo y se deja caer sobre la parte baja de tu espalda. Pensaste que se te iba a quebrar.

Sientes que tiran de tu cabello con más fuerza que antes y Verónica te ordena que camines, mientras moviéndote violentamente la cabeza, te encamina a donde ella desea ir.

Tienes a una madre con su hija cabalgando encima de ti. Te han montado como si estuvieran cabalgando sobre cualquier bestia. Pasean sobre ti tranquilamente.

Luego de un rato la madre le da el control de ti a su hija, la cual te toma del cabello y esta vez sí, moviendo firmemente tu cabeza hacia donde ella se le antoja, la niña decide el rumbo hacia el cual te debes dirigir.

De pronto la adolescente Sen-sei anuncia que eso es todo por hoy, y que la clase ha terminado. Pero le hace la salvedad a Verónica de que no te deje escapar, ya que te deberás quedar encerrado en el dojo aguardando a la clase del día siguiente.

Te mantendrán en cautiverio por el tiempo que ellas quieran.

La niña se baja de ti, y ves que las otras estudiantes se levantan, algunas van al vestidor, otras se quedan charlando en el dojo. Verónica también se levanta y aún estando en cuatro patas y sin esperártelo te lanza una patada en todo el estómago.

Esto provoca que te desplomes y te retuerzas en el suelo. Cuando te estás retorciendo hay un momento en el que quedas cara arriba, e instantáneamente Verónica aprisiona tu cabeza con sus tobillos para evitar que la sigas moviendo. El resto de tu cuerpo lo continuas moviendo debido al dolor, pero la cabeza no la puedes mover.

Entonces, ves que Verónica comienza a agacharse sobre tu cara. Aquella alta y atractiva mujer cinto negro está por sentarse en tu rostro. Ves esas anchas caderas acercarse cada vez más hasta plantar todo su culo en tu cara. La presión que sientes es tremenda. Es sumamente agobiante.

Escuchas entonces cerca de ti la voz de la joven instructora que le pregunta a Verónica: "dónde fue que lo pateaste?". "En el estómago" le responde ella. Inmediatamente sientes un fuerte peso caer sobre tu estómago. La adolescente cae sentada sobre tu estómago con el propósito de hacerte más daño. Ahora ni siquiera podías retorcerte, por el contrario, tu estómago ahora soporta el peso de alguien. Las dos ríen instantáneamente. Tu dolor es el regocijo de ellas. Luego ellas empiezan a conversar frente a frente de distintos temas mientras te utilizan a ti como silla. Cuando Verónica está hablando, debido a que gesticula mientras platica, sientes tu cara menearse de acuerdo a la forma en que ella mueve los brazos o su cuerpo. Tú no puedes hacer nada, tu cabeza se mueve al ritmo que su culo te impone.

Luego de un rato escuchas lo siguiente:

  • Verónica, levántate, que yo quiero sentarme en la cara de él. (Dice la adolescente)

  • Claro! (contesta Verónica mientras se levanta de tu cara).

La joven instructora se levanta también y las ves cambiar de lugar. Verónica pasa un pie al otro lado de tu abdomen y se deja caer sentada con todo su peso. El dolor que sientes es terrible, ella te mira y se ríe.

Entonces la adolescente se para con los pies a ambos lados de tu cabeza y comienza a descender lentamente. Ella es la que te ha dominado por completo y la que te convirtió en esclavo de ella y de toda la clase. Y ahora va a utilizar tu cara para sentarse.

Sigue descendiendo. La que te robó hasta lo más ínfimo de tu dignidad va a utilizar tu rostro como su silla.

Las nalgas de la bella y cruel jovencita se posan sobre tu rostro y sientes el peso de ella. Ya has conocido que tener a una persona sentada sobre tu cara no es algo sencillo. Por el contrario el peso y la presión que se encuentran sobre los delgados huesos de la cara no han sido hechos para soportar tal cantidad de peso. Es por eso que sientes dolor en la cara. Además se te dificulta la respiración. Sin embargo, muy tranquilamente, esta jovencita, la cual crees no conocer, ya que ni siquiera logras recordar quien eres tú mismo, se encuentra sentada a horcajadas sobre tu cara, indiferente a tu dolor. Ella puede poner su culo sobre tu cara, sólo por placer, por humillarte, cuantas veces quiera. Ya eres su esclavo, le perteneces. Luego de que descubras quién es esa jovencita, tu situación no cambiará para nada. Eres de ella, te puede humillar y utilizar cuando le plazca.

FIN