Esclava Raquel

Me he divertido horrores recordando esto... Las cosas que pasan cuando se cambian los papeles y tomo el control.

Estaba muy excitado ante mi primera asignación como amo. Respiraba rápidamente y sentía el corazón acelerado, la erección se marcaba descaradamente en mis pantalones. Llegué a la puerta de la sala de "enfermería", respiré hondo y recordé los consejos de mi ama, tranquilízate, relájate, los sumisos caen por su propio peso.

Como había caído yo, pero eso era otra historia. Abrí la puerta y entré con paso decidido. La luz era muy tenue y la habitación bastante pequeña, había una silla de ginecólogo a un lado, varios estantes y mesitas con diversos instrumentos médicos.

En el centro de la habitación había una mujer con mirada desafiante, pero su situación era bastante comprometedora. Estaba completamente desnuda, suspendida del techo mediante un juego de cuerdas, estaba a media altura, boca abajo por así decirlo, con las manos amarradas a la espalda, las rodilladas flexionadas hacia el techo y los tobillos amarrados. Las cuerdas le recorrían el cuerpo, marcando sus pequeños pechos, y se hundía entre sus nalgas separando los labios vaginales.

– ¿Así que tu eres Raquel, el culo mejor entrenado de la mansión?

Sonreí. Mi pregunta no tuvo respuesta, la esclava tenía una mordaza con forma de bola de color púrpura en la boca, la saliva se escapaba por la comisura de los labios y goteaba en el piso, sus fríos ojos verdes estaban clavados en mí hasta que se le cansó en cuello y dejó caer la cabeza (estaba en una posición realmente incómoda), su cabellera castaña cayó sobre sus hombros.

Di una vuelta por la habitación buscando los instrumentos que necesitaba.

-Nuestra domina me ordenó que probase algo nuevo contigo… Hoy no te van a follar el culo.

Encontré la bolsa y la llené de leche fría, le conecté la manguera y la suspendí en lo alto. Agarré la boquilla de la manguera y le unté algo de lubricante, aparte la cuerda que tenía entre las nalgas descubriendo la piel roja debajo. Debía de llevar horas así. Le introduje la boquilla por el ano, ella no protestó, se lo tragó completo, ese si era un culo entrenado.

Y abrí en paso de la bolsa. La leche bajó lentamente por la manguera hasta el ano de la esclava, que al sentir la leche fría se removió inquieta, pero con cada movimiento las cuerdas se tensaban más y la apretaban más.

Al terminar el primer litro de leche volví a llenar la bolsa y repetí el proceso. La leche debía estar ahora recorriendo sus entrañas, abriéndose paso por lo profundo de sus intestinos, ella se removía inquieta.

Palpé su coño y estaba empapado, agarré un vibrador, lo encendí y lo introduje por completo sin ninguna dificultad.

–No lo dejes caer, perra.

-Mmm…- La leche comenzaba a hacer su efecto, pero ella solo podía soltar un murmullo.

Al terminar el segundo litro saqué la boquilla y retiré la bolsa.

-Aprieta ese culo, cierra el esfínter, no lo vayas a soltar o busco el látigo.

-Mmmm!!!

Me hacía gracia la cosa, un hilillo de leche salía de su culo y resbalaba por su piel, no iba a aguantar. Le puse un tapón de diámetro considerable para evitar expulsiones no deseadas. Le toqué el estómago y éste sonaba, la esclava se retorcía por las ganas de expulsar la leche, por el placer y dolor que se producía en lo más profundo de ella.

Recorrí su cuerpo, Raquel temblaba y sudaba frío pero ya no se movía, tanto tiempo suspendida, debía estar agotada. Le agarré el rostro y la obligué a mirarme, mordía fuertemente la bola y unas lágrimas se acumulaban en sus ojos. Saqué mi pene del pantalón que en todo momento estuvo erecto y palpitante, lo solté y pegó en su cara.

-Si quieres que te quite el tapón y te permita expulsar la leche tienes que hacerme acabar con tu boquita- le dije al tiempo que le quitaba la mordaza.

No dijo nada, a penas tuvo la boca libre buscó desesperada mi pene, yo lo aparté un poco para disfrutar de su esfuerzo, rebotaba una y otra vez en sus cachetes, hasta que por fin atrapó la punta. Comenzó a mamar desesperada, se movía frenéticamente hacia arriba y hacia abajo lo que mecía el resto de su cuerpo y este movimiento hacia que las cuerdas se tensasen cada vez más

Enrollaba su lengua alrededor mi miembro, la sensación era exquisita, nunca me habían chupado el falo con tanto entusiasmo, lo que podía hacer un poquito de motivación

Una lágrima escapó finalmente de su ojo, ya no aguantaba más, pero su dolor y humillación fue el detonante de mi orgasmo, la tomé por la nunca y la halé hasta que mis 20cm entraron por completo en su boca, eyaculé chorros de leche caliente en su garganta, de un solo golpe, sin dejarla respirar.

Cuando acabé me aparté, pensé que iba a escupir, pero primero cerró los ojos y tensó el rostro, estaba toda roja y las lágrimas no paraban de brotar… El tapón que tenía en el culo salió disparado seguido por un potente chorro de leche que pegó en la pared, al tiempo que tosía y arqueaba de forma incontrolable, devolviendo mi propia leche que le había obligado a tragar por la boca.

Era todo un espectáculo verla botar leche por la boca y por el culo al mismo tiempo. El vibrador se salió de su coño empapado en sus jugos, ella estaba acabando, estaba teniendo su orgasmo. Las cuerdas apretaban y se marcaban en su cuerpo con cada espasmo que le producía el orgasmo, la muy puta lo estaba disfrutando todo, el dolor en el culo, las contracciones en la vagina, mi semen en su garganta, las cuerdas torturando todo su cuerpo

Cuando terminó de expulsar los líquidos quedó inmóvil, suspendida en el aire, jadeando. No le quedaban fuerzas ni para levantar la cabeza. Me acerqué y le puse su mordaza nuevamente.

-Te van a hacer limpiar este desastre con la lengua- le dije al tiempo que salía de la habitación con una sonrisa dibujada en el rostro.

Relato dedicado a Lynn

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