Esclava madura para Amo joven (introducción)
- "Mamá, me conseguí una esclava, la tendré en casa unos días, voy a jugar con ella un rato y después cenaré contigo". - Dijo mi Amo, como si fuera lo más normal. Y se volteó a mí y dijo: - "A ver, saluda, pensará mi madre que no te eduqué bien" -
Esta es apenas la introducción, nada muy fuerte aquí, sólo para crear la atmósfera...
R era un jovencito que lo tenía todo. Era atractivo, inteligente, encantador y millonario. su padre era el dueño de la empresa en que trabajo. Aún no entiendo por qué se fijó en mí. Le llevo 17 años, no soy nada atractiva y mi trabajo es de bajo perfil. Tal vez justamente porque sabía, sin conocerme, que podría convertirme en lo que él deseara.
Me sedujo fácilmente, un par de salidas y ya me había convertido en su amante, y unas pocas semanas y cada vez me llevaba más a convertirme en una especie de adicta al sexo y a él, cada vez accedía a más cosas. Me recogía en el trabajo a la hora que quería, mi jefe no le iba a negar nada al hijo del dueño. Me hacía usar juguetes durante horas después de haberme follado, hasta dejarme casi desmayada. Ser follada y usada se convirtió en parte de mi rutina diaria, ahora dormía poco, por las horas dedicadas a los orgasmos continuos.
También había empezado a humillarme, a decirme que era una puta, SU puta, que no tenía derecho a decidir, que él haría conmigo lo que quisiera, que sólo servía para follar y estar caliente, que en vez de en esa empresa debería llevarme a un prostíbulo, que me convertiría en su esclava y mil cosas más. Y todo eso, no sé si por el efecto del sexo y los orgasmos constantes que eran como una droga, se me iba metiendo en la cabeza cada día más. Cada día era más difícil resistirme a lo que pidiera, cada día lo sentía más y más superior a mí, y con más derechos sobre mí.
No protesté cuando me compró gargantillas que debía llevar diario como muestra de ser su propiedad, ni cuando me hacía usar collares, más como de esclavas de pelis porno fuerte, cuando estábamos a solas, ni cuando me dijo que me estaba prohibido usar ropa frente a él si estábamos en privado, ni cuando empezó a ponerle una cadena al collar y hacerme caminar tras él.
Tampoco me opuse cuando me dijo que debía "educarme", "adiestrarme", y por eso, para que aprendiera, tendría que castigarme ocasionalmente, cuando no me portara bien. Ya prácticamente no tenía voluntad. Así que, aparte de los juguetes, también había ahora un arsenal de floggers, paddles, fustas y demás. Pero los castigos iban más allá, controlaba mi vida, me prohibía ver un programa que me gustara, o me premiaba permitiéndomelo, y yo lo obedecía, siempre, aunque no estuviera él presente.
Así que tampoco protesté cuando me dijo que me llevaría a su casa durante una semana. Le pidió, más bien le avisó, a mi jefe que yo estaría ausente, y el viernes me recogió y me llevó a su casa. Pensé que viviría solo, ya que tenía el dinero para hacerlo, pero vivía en una casita afuera y cerca en la propiedad de sus padres, cruzando la piscina.
Tan pronto llegamos a su casa, me desnudé y me puso el collar y la cadena, muñequeras y tobilleras, y me dijo que eso sería lo único que podría vestir hasta que terminara mi temporada allí, que esto sería un "entrenamiento intensivo". Me puso también un plug con cola de zorra, un vibrador a control remoto en la concha, y pinzas en los pezones con cadena. No sólo me había acostumbrado a la tortura de pezones, si no que me ponía aún más caliente. Empezó, además, a sobar mi clítoris con experticia, así que pronto ya estaba jadeando y gimiendo.
Y de repente sonaron unos golpes en la puerta - "R, hijo, abre, no me has saludado"- Afuera se escuchaba la voz de una mujer como de mi edad. De repente me congelé del miedo, me sentí como una adolescente a la que hubieran atrapado in fraganti. Mi Amo retiró la mano de mi concha, agarró la cadena, así que tuve que seguirlo, y abrió la puerta. Yo quedé petrificada mirando al suelo. No sabía qué hacer.
- "Mamá, me conseguí una esclava, la tendré en casa unos días, voy a jugar con ella un rato y después cenaré contigo". - Dijo mi Amo, como si fuera lo más normal. Y se volteó a mí y dijo: - "A ver, saluda, pensará mi madre que no te eduqué bien" -
Yo estaba petrificada, sólo miraba al suelo fijamente, sin poder pensar. Sólo pude tartamudear un "B-b-bu-bue-n-n-nas no-no-ch-ch-ches".
"Ay, hijo, qué es eso de una esclava? En qué enredo estás metido ahora?" Contestó la señora.
"Mamá, déjame tranquilo, prometo que te lo explicaré en la cena".
Por supuesto, mi Amo era un niño mimado, acostumbrado a hacer lo que se le antojara, y a salirse con la suya, así que su madre terminó por darse la vuelta y dejarnos solos. Yo no lograba entender lo que pasaba, lo miré intentando encontrar un por qué.
- "Quiero que vayas acostumbrándote a tu condición. Mi idea es que pases a ser mi esclava 24/7, y eso significa que cualquier persona pueda reconocerte como tal".
Y sin dar más explicaciones, haló de la cadena e hizo que me apoyara sobre el espaldar de un sofá, agachándome hacia adelante. Y encendió el vibrador, y yo ya no pude pensar más. Y metió su mano entre mis piernas y empezó a sobar mi clit, yo me excitaba cada vez más, sentía el clit hinchado, los pezones duros... y empezó a hablar:
- "Y una esclava tiene que reconocer su condición inferior frente a las personas, por eso a mí debes tratarme de Amo y a los demás de 'Señor' o 'Señora', entendido?" Y aunque respondí "sí, Amo", empezó a nalguearme cada vez más fuerte con la mano. - "Pues eso no fue lo que vi hoy con mi madre, qué irrespetuosa fuiste, tú una simple puta hablándole así a una señora respetable!" - Y empecé a pedir perdón, a prometer que lo haría mejor, pero no sirvió de nada, obtuve mi castigo completo hasta que me ardían las nalgas, me latían, y algunas lágrimas se me escurrían por la cara. Al final, como cada vez que me castigaba, debía disculparme de nuevo y agradecerle por enseñarme a comportarme mejor.
Después del castigo me mantuvo en esa posición, pero se sentó en el suelo y metió la cara entre mis piernas, lamiendo y chupando mi clit, y metiendo la lengua. Mi concha chorreaba, babeaba, yo gemía y gritaba pidiendo más, luego mi Amo empezó a tirar de la cadena con las pinzas en mis pezones y ya no pude contenerme, empecé a venirme en su cara, gritando como posesa, las piernas me temblaban mientras él seguía lamiendo. Luego se puso de pie y sacó el plug y la bala, y la metió en mi culo y la encendió, y me clavó en la concha sin piedad. Así me sacó aún más orgasmos, diciéndome lo puta que era, y cómo ahora lo iba a ser más, que iba a ser una esclava en forma.
Me folló incansablemente, hasta que al fin se vino, yo caí al suelo, ya los orgasmos me habían quitado todas las fuerzas. Sirvió un par de vasos de refresco y me dio uno, ahí en el suelo donde estaba, y a los pocos minutos haló de la cadena para que lo siguiera y fuimos al baño, donde nos lavamos mutuamente, y me quitó las pinzas.
Al salir del baño me puso boca arriba en la cama, me puso unas pinzas para pezones con vibración, vibradores en concha y culo, y un hitachi sobre el clit, todo conectado a un temporizador, que haría que todo se encendiera o se apagara por intervalos de 15 minutos. - "Necesito descansar. Si haces ruido o te mueves y me despiertas antes que suene la alarma, te voy a castigar". - Yo ya sabía que no valía de nada oponerme o tratar de convencerlo de que me quitara los aparatos. Me estaba acostumbrando con él a que debía mantenerme siempre caliente.
Pasaron creo que dos horas. Me dolían aún las nalgas por el castigo, me ardía el clit por la fricción con el hitachi, y ya no tenía más orgasmos. Tenía tenso el cuerpo de tener que controlar los movimientos y sonidos cada vez que los aparatos arrancaban, para no despertar a mi Amo. Ahora estaba en sus manos, no quería imaginar lo que podría significar un castigo. Sonó la alarma y sentí que eran campanazos celestiales. Mi Amo se levantó y me quitó los aparatos. Se arregló y me dijo que tendríamos que ir a cenar, que esperaba que estuviera lo suficientemente cansada para que fuera muy dócil, o tendría que tenerme así otro rato. Yo le dije que no sería necesario.
Entonces agarró la cadena de nuevo, yo me puse de pie lentamente, sentía los músculos engarrotados. Abrió una bolsa de compras que estaba en el cuarto, y vi que sacaba dos cuencos de perro. Yo tenía dos en mi apartamento, porque a él le gustaba que comiera allí de vez en cuando. Sin decirme nada, empezó a caminar hacia afuera, halando la cadena de mi cuello, diciendo: -"Vamos a cenar", y empezó a andar hacia la casa principal, no sin antes poner en mi culo de nuevo el plug con cola de zorra, vibrador a control remoto en la concha y pinzas con cadena en mis pezones.
Caminaba muy rápido, así que al intentar tener su ritmo tintineaba la cadena de mis pezones. Nunca había estado en una situación así, desnuda, caminando por un lugar semi público, llevada de una cadena. Entramos a la casa y mi Amo se dirigió al comedor. Se sentó en una silla cerca de donde ya se encontraba su madre y yo me quedé de pie a su lado. Dije lo mejor que pude, aunque sólo me salió un susurro - "Buenas noches, Señora".
De la cocina salió una mujer con una bandeja con comida, y mi Amo le dio los cuencos, pidiéndole que cortara la comida en trozos pequeños para que a mí me quedara fácil comerlos, y que pusiera agua en el otro. La mujer puso cara de sorpresa un segundo, pero luego asintió como si nada, supongo que le pagaban un excelente sueldo por no objetar nada a las excentricidades de sus patrones. Yo no podía creer que no le importara exhibirme así delante de cualquiera, y que yo lo estuviera aceptando, a pesar de la vergüenza que me daba.
Cuando regresó la mujer con mis cuencos, mi Amo le señaló un lugar en el piso a su lado, donde los puso. Luego me miró y me dijo: -"Come, debes estar hambrienta después de lo de hoy". - Yo no era capaz de moverme. Su madre miraba más con curiosidad que con desagrado. Yo miraba los cuencos en el suelo, y sentía como si mis piernas fueran de madera, no podía moverme. Pensaba en que cuando me agachara, quedaría completamente expuesta frente a su madre, la cola de zorra saliendo de mi culo aún rojo.
- "Parece que te empiezan a gustar los castigos, porque te estás buscando uno fuerte por desobediente... 1... 2..."
Antes que llegara a tres, yo ya me había abalanzado al suelo, y estaba a cuatro patas comiendo como una perra. Que su madre y los sirvientes me vieran así era mucho mejor que lo que pudiera ocurrírsele como castigo por desobediencia.
- "Bueno, madre, no hay mucho que contar. Ella es mi esclava sexual. Ambos disfrutamos de que yo la use y la humille y le haga entender que es inferior y que sólo sirve para follar. Es bastante obediente aunque siempre está aprendiendo. Como te darás cuenta por sus nalgas rojas, a veces tengo que castigarla. Y ella poco a poco ha ido aprendiendo que nada es más importante que obedecerme y estar a mi disposición, y es feliz haciendo mi voluntad". - Fue una explicación simple la que dio mi Dueño, y escuché cada palabra y yo no tenía cómo refutar lo que decía, porque todo era cierto.
Continuará...