Esclava madura para Amo joven (fin de semana)
Y hay putas como mi esclava, que nacieron para estar sometidas a un hombre superior. yo a mi puta la trato como se merece y le gusta, y ella sabe que es lo mejor para ella.
Continuación de https://www.todorelatos.com/relato/151689/
"Y ella no pone problema porque la trates así? No te dará líos luego? Además yo quiero verte con una buena chica, hijo...". Fue la preocupación de su madre.
"Mira, mamá, a lo mejor es genético, no lo sé y no me importa. Hay mujeres que se comportan de manera respetable como tú, y seguramente me casaré y tendré un hogar con una. Y hay putas como mi esclava, que nacieron para estar sometidas a un hombre superior. yo a mi puta la trato como se merece y le gusta, y ella sabe que es lo mejor para ella. La traje a casa para acelerar su aprendizaje, que aprenda su posición, inferior a mí y a ti, y a los sirviente y a las mascotas y muebles de la casa".
Yo escuchaba todo esto sin sacar mi cara del cuenco con la comida, mientras sus palabras se me iban grabando en la mente, aceptándolas como ciertas.
Al terminar de cenar, haló la cadena y me hizo ponerme de pie, y me hizo apoyar los hombros en la mesa del comedor, con los tobillos separados, encendió el vibrador y empezó a masajearme el clítoris. Parece que no sólo debería estar desnuda delante de quien fuera, parece que también mi Amo me haría calentar y venir sin importar el público. Una parte de mi cabeza quería oponerse, negarse, salir de allí, exigirle respeto, pero ganaba mi excitación, la sensación de calentura, las ganas, y la facilidad de no pensar, no decidir, sólo dejarlo hacer. Mis gemidos eran cada vez más fuertes, mis jadeos, mi movimiento de cadera acomodado al de mi Amo, sin importarme su madre que me veía así, ni los sirvientes que pasaban y me veían o me escuchaban, sólo disfrutaba estar caliente, el clit hinchado, el placer. Sólo hasta después de 3 orgasmos se detuvo mi Amo, yo todavía jadeante, él sólo se despidió de su madre y me llevó a su casa.
A mitad de camino me hizo arrodillarme al borde de la piscina, y se sacó su verga dura y tuve que chuparla allí. Mi cabeza no me permitía pensar. Había sido excitada y follada por horas, acababa de tener 3 orgasmos en sucesión, a lo mejor él tenía razón, a lo mejor esta era la vida que yo debía llevar. Su verga entraba y salía de mi boca rápidamente, fuertemente. Era de noche, pero estaba iluminado. Había guardias que transitaban la propiedad, y cualquiera de los sirvientes que se asomara o pasara por allí me vería así. Arrodillada, desnuda, con collar, chupando obediente la verga de mi Amo. Luego me botó al suelo de espaldas, me sacó el vibrador y lo reemplazó con su verga, haciéndome venir de nuevo, haciendo que le pidiera permiso a gritos para mi orgasmo, que suplicara como una puta con Dueño.
De ahí me llevó, ahora sí, a su casa, me ató sobre la cama boca abajo, con los brazos estirados hacia el frente y las rodillas flexionadas, lo que hacía que quedara mi culo expuesto, de donde sacó el plug. Empezó a acariciar suave mis muslos, mis nalgas, mi espalda, pasaba sus dedos con suavidad, su lengua. Mi calentura no bajaba, no importaba cómo me tocara, cualquier cosa despertaba mi excitación. Supongo que hacía eso mientras me recuperaba un poco de los orgasmos. Pasaba los dedos por la parte interna de mis muslos y apenas rozaba mi vulva. Yo trataba de mover mis caderas buscando su contacto en mi clit, pero él lo evitaba, desesperándome. Me tenía ronroneando como una gata y con ganas como una perra en celo.
Se acomodó entre mis piernas y empezó a clavarme en la concha, cambiando el ritmo, a veces suave, casi como una tortura, a veces me clavaba de una sola vez, a veces eran rápidos y fuertes, sin parar. Me dio permiso de venirme, así que me dejé llevar muchas veces, sentía los muslos empapados con mis jugos. Llegó un punto en que sólo deseaba que se viniera, porque yo ya no aguantaba más. Pero ya había aprendido que mis orgasmos paraban cuando él decidía.
Salió de mi concha y sentí que untaba lubricante en mi culo. Con él había aprendido a disfrutarlo, aunque al principio lo hacía sólo por complacerlo, también me gustaba que me clavara por el culo. Así que los orgasmos continuaron. Ya no podía más, sentía que iba a desmayarme en cualquier momento, ya no tenía fuerzas, pero mi cuerpo seguía respondiendo, temblando, arqueándome, jadeando.
Salió de mi culo y yo en un susurro intenté pedir clemencia: -"no puedo más, Amo, por favor..."- Pero no sé si no escuchó o no le importó, sólo sentí que ponía su cara entre mis piernas, y jugaba con su lengua. Y sus dedos en mis huecos de concha y culo. Yo sólo pedía, suplicaba que parara, pero mis jadeos eran cada vez más fuertes, y mis súplicas se transformaron en pedir más. Sentía descargas eléctricas cada vez que movía su lengua. Al fin se levantó y me soltó. Yo parecía una muñeca de trapo. Mi cuerpo no respondía, no podía moverme del agotamiento. Boca arriba, me acomodó para que sacara mi cabeza de la cama y me folló la boca. Yo me sentía desfallecer, con las pocas fuerzas que tenía, intentaba lamer y chupar lo mejor qué podía, mientras mi Amo me decía lo deliciosa que era la puta que tenía, lo contento que estaba con mi nivel de calentura y emputecimiento y obediencia. Se vino en mi boca, se salió algo de su semen, lo recogió con los dedos y me lo hizo tragar con el resto. Luego me acomodó en la cama y se puso a mi lado y me quedé dormida.
Cuando mi Amo me despertó, aún era de noche, no sabía cuánto tiempo había pasado, no había mirado ningún reloj, pero aún estaba oscuro, y aún estaba agotada. Me dijo que mi entrenamiento no podía parar, y que teníamos poco tiempo. Me levantó, me llevó a la ducha, nos balamos, me secó y me devolvió a la cama. Me ató en X y empezó a poner los aparaos de nuevo. Yo sollozaba, le decía que no podía más, que sólo un poco de descanso, que sería buena y obediente, pero él sólo iba ajustando los succionadores de pezones, vibradores en concha, culo y clítoris. Y todo conectado a un temporizador que los encendería y apagaría cada 15 minutos. Luego se acostó a mi lado y me dijo que dejara de molestar, que él necesitaba dormir.
Llegó la mañana, apagó el temporizador, me quitó los aparatos, me soltó y me dio un beso en la boca. Mis músculos estaban engarrotados y mi cerebro aletargado, no podía pensar en nada, sólo sentía cansancio. Supongo que esa era la idea de mi Dueño, que ya no tuviera fuerzas físicas ni mentales para resistirme a nada. Una nueva ducha, y salimos al prado, al lado de la piscina. Mi Amo cargaba su portátil y me dijo que trabajaría un rato, yo me recosté a sus pies y me quedé dormida por fin. Al poco tiempo me despertó mi Amo. Me dijo que no debía dejarme mucho tiempo descansar de la calentura, que era importante para mí acostumbrarme a estar excitada la mayor cantidad de tiempo posible.
Así que me levantó, y cuando estuve de pie empezó a manosearme, yo aún no despierta del todo, pero mi cuerpo reaccionaba automáticamente a sus estímulos, así que pronto estaba mojada. Abrió una pequeña bolsa de la mesa y sacó dos dildos, que metió en mis dos huecos. Me señaló una silla a su lado, donde me acomodé, y vi que se acercaba su madre a nosotros. Él la invitó a sentarse, diciéndole que yo aún no había desayunado. Yo saludé cortésmente y mi Amo pidió que me trajeran un bol con fruta picada.
Cuando llegó la fruta, mi Amo retiró los cubiertos, pero me permitió comer con la mano. Intentaba controlarme, porque estaba hambrienta. Tantos orgasmos continuados y la excitación constante me habían dado mucha hambre. Parecía que todos en la casa empezaban a aceptar mi presencia y mi condición como algo "normal". Incluso, mientras comía, no sólo mi Amo si no su madre acariciaban mi cabeza como si fuera una especie de mascota.
Finalizó el desayuno y continuó mi "educación". Durante el fin de semana estaba caliente, excitada y usada casi todo el tiempo. Mi Amo me permitía parar por ratos, para descansar. A veces podía hacer cosas "normales", como ver televisión, pero siempre desnuda, con las rodillas separadas, y la mayor parte del tiempo, con vibradores, bolas chinas o dildos. Me estaba acostumbrando a que cualquier lugar era válido para un orgasmo, una mamada, una dedeada o lo que fuera. No me había vestido desde que había llegado a esta casa, y mis agujeros y cualquier parte de mi cuerpo estaban a disposición de mi Amo, para usarlos directamente o con juguetes. Podía lamer mis pies, usar mis manos para masturbarlo, dedearme, lamerme, ponerme a chupar, castigarme, lo que fuera, donde fuera, como él quisiera.