Esclava madura para Amo joven (4)

La clavada era deliciosa, su amigo se movía fantásticamente, pero todo el placer era cortado por sus azotes, primero en una de mis tetas, luego la otra, mientras me llamaba desobediente, me decía que tenía que entender que yo estaba ahí para follar, que ese era mi puesto en esa casa...

Continuación de: https://www.todorelatos.com/relato/151744/

Todas las noches desde que llegué dormía atada en X y con vibradores en vagina, culo, clítoris y pezones, que se apagaban y se encendían cada 15 minutos, lo que me impedía dormir y descansar, y que me mantenían cansada y en constante excitación.

Al amanecer del lunes mi Amo no me quitó los aparatos, se bañó y se vistió, y me dijo que él tenía que ir a la universidad y la empresa, que más tarde su madre vendría por mí, que la tratara siempre de "señora", que fuera muy obediente y no diera problemas, y que él regresaría a mediodía.

No sé cuánto tiempo después llegó la Señora, me saludó y me dijo que mi Amo le había pedido que lo ayudara con mi "educación" en su ausencia, que esperaba que yo fuera tan obediente como él le había dicho. Apagó los aparatos y me los sacó, me desató, puso la cadena en mi collar y empezó a caminar, saliendo de la casa de mi Amo, hacia la casa principal. Yo ya estaba acostumbrada a estar desnuda delante de todos, así que ni siquiera hice el intento por taparme. La Señora entró a la casa principal y subimos las escaleras hacia su baño. Una vez allí sacó un cepillo de dientes nuevo, hizo que me cepillara la boca y me metió a una bañera enorme.

Me dio la orden de levantar los brazos, y desde afuera de la bañera agarró la manguera de la ducha y empezó a mojarme, me dijo que abriera las piernas, que me abriera las nalgas para que me llegara bien el agua, y luego levantar los brazos otra vez. Luego empezó a enjabonarme, y yo no pude evitar empezar a excitarme, cuando pasaba las manos por mi cuello, mi nuca, mi espalda. Cuando llegó a mis tetas, se entretuvo un rato en ellas y empezó a pellizcarme los pezones, y yo no pude evitar empezar a dar pequeños gemidos.

  • Veo que esto te gusta, perrita - Me dijo.

Yo estaba avergonzada de estarme excitando con ella y sólo pude responder:

  • No, no, Señora, perdón, no me gustan las mujeres, yo soy sólo de mi Amo.

Ella sólo se rió y siguió enjabonándome, calentándome en los pezones y luego en la vulva, pasaba los dedos por mi clit con maestría, luego los sacaba y sólo acariciaba mi raja, y luego otra vez al clit, y yo no soportaba más la excitación.

  • Parece que la perrita sí se excita con mujeres, seguro estás deseando que te haga llegar, no, puta?

Yo lo necesitaba, necesitaba sus dedos, necesitaba ese orgasmo.

  • Sí, Señora, por favor hágame llegar- fue lo que pude decir.

Me hizo dar la vuelta y apoyarme sobre la pared de la ducha, el agua me seguía corriendo en la espalda. Metió los dedos en mi vagina, y otro más en mi culo, mientras que con la otra mano me pellizcaba uno y otro pezón. Yo empecé a gritar y a correrme como loca, no sé cuántas veces. Al fin me dejó de dedear, volvió a poner la cadena y me llevó al cuarto. Allí me puso balas vibradoras en vagina y culo, y una pinza en cada pezón.

Fuimos al patio y se sentó en una silla y me ordenó sentarme al lado, me trajeron fruta de desayuno, esta vez tuve que comerla de un cuenco en el suelo, sin usar las manos, mientras la Señora jugaba con los controles de los dos vibradores, y cuando estaba muy excitada tenía que ofrecerme a ella, ponerme en 4 con la cara pegada al piso y ofrecerle mi culo y mi concha para poder llegar al orgasmo.

En cierto momento vi que se acercaba un caballero, la Señora agarró la cadena y se levantó de la silla para ir a su encuentro. Yo tuve que levantarme de afán para poder seguirla. Lo recibió con un beso apasionado en la boca. Me sorprendió, porque mi Amo había dicho que su padre no volvería hasta dentro de un mes o más.

  • ¿Y qué tenemos aquí? - preguntó, mirándome.

  • Ah, mi hijo, sabes cómo es, ahora se le dio por tener una esclava puta, y la estoy cuidando mientras él está fuera. - Le explicó la Señora.

  • Jajajajaja, vaya con tu pequeño, cuando llegue tu esposo creo que estará sorprendido. - dijo él.

La sorprendida fui yo, al darme cuenta que la Señora tenía un amante de manera tan descarada, que hasta lo llevaba a su casa. Se dieron la vuelta y yo tuve que caminar tras ellos, entraron a la casa principal y subieron las escaleras, dirigiéndose al cuarto de la Señora.

  • Bueno, mi hijo quiere que lo ayude a educarla, para que sea mejor puta, así que me servirá tu presencia aquí. Y también empezaré a enseñarle a comer conchas y follar con mujeres. - dijo la Señora mientras ambos se estaban desnudando.

  • Pero... Señora, yo soy sólo de mi Amo... además, a mí no me gustan las mujeres y... - empecé a protestar.

Me lanzó una mirada fulminante que me hizo quedarme callada.

  • Sabes cuál es una de las peores cosas que puede hacer una esclava? - Me dijo la Señora. - Pues protestar! Una esclava obedece, pero no te preocupes, que también te educaré en eso. Además que muy bien te la pasaste antes en la ducha conmigo. Ahora te vas a subir a la cama calladita.

Me di cuenta que no me convenía seguirme oponiendo así que me subí a la cama. La Señora me acomodó boca arriba con los brazos estirados y me ató de las muñecas al cabecero. También ató mis rodillas a los laterales para que mantuviera las piernas abiertas, y empezó a jugar con el control de los vibradores, y sus dedos en mi clit. Mi respuesta fue inmediata, el clítorís empezó a hincharse mientras yo me excitaba más, y todo fue peor cuando cambió sus dedos por su boca y empezó a chupar y lamer mi clítoris deliciosamente, sin apagar los vibradores.

Su "amigo" tenía una erección durísima viendo cómo la Señora jugaba conmigo, y en un momento la Señora se levantó de mi concha, me sacó el vibrador de allí, y le dijo que me clavara. La verga de su amante entró fácilmente, de lo mojada que estaba, y yo estaba tan excitada que no me importaba quién me follara, sólo deseaba más, ser montada, clavada, tener más y más orgasmos. Cerré los ojos para disfrutar la clavada, pero apenas unos segundos después sentí un ardor muy fuerte en una de mis tetas.

  • No dejes de clavarla. Esta puta tiene que aprender su lugar y a obedecer. - Le dijo la Señora, mientras azotaba mis tetas alternadamente.

La clavada era deliciosa, su amigo se movía fantásticamente, pero todo el placer era cortado por sus azotes, primero en una de mis tetas, luego la otra, mientras me llamaba desobediente, me decía que tenía que entender que yo estaba ahí para follar, que ese era mi puesto en esa casa, que era una insolente. Yo empecé a gritar, a pedir perdón, a jurar que obedecería, a pedirle, a rogarle que parara, pero no le importó lo que dijera y se entretuvo un rato más azotándome, lo que parecía excitar aún más a su amigo, porque me follaba cada vez más duro, pero yo no lograba llegar al orgasmo por el dolor que me estaba provocando la Señora. Al fin dejó de azotarme y, a pesar del dolor, la follada de su amigo hizo que me ganara el placer de nuevo y tuve 3 orgasmos continuados.

Su amigo se quitó y la Señora me desató las rodillas y me ordenó que cambiara de posición, boca abajo, con las rodillas dobladas y separadas. Mi cabeza quedaba pegada a la cama y la presión de mis tetas hacía que me dolieran más, pero ya no me atrevía a desobedecer. Escuché que la Señora le decía a su amante:

  • Ven, juega con esto un rato.

Me di cuenta que "esto" era un dildo y un succionador de clítoris, ya que pronto empecé a sentir los aparatos, que me hicieron olvidar del dolor mientras volvía a venirme. Pero no sabía que mi castigo no había terminado. Así como azotó mis tetas, la Señora empezó a hacerlo con mis nalgas, fuerte, impidiéndome disfrutar del todo lo que hacía su amigo en mi concha. Yo le gritaba que parara, que estaba obedeciendo, que ya no volvería a protestar nunca, que sería una buena esclava. Las nalgas me ardían y dolían cada vez más. Y mis súplicas no importaron para nada, de nuevo se detuvo sólo cuando consideró que yo ya había tenido suficiente.

  • Ahora sí, vamos a follar como lo tenía planeado desde el principio, espero que sin tus interrupciones estúpidas - dijo la Señora, soltándome las manos.

Me acomodó bocarriba sobre la cama, y empezó a acariciarme suave, y a besarme. Tenía una de sus piernas entre las mías y presionaba mi concha mientras se inclinaba sobre mí y me besaba lo boca y el cuello. Quitó la pierna y empezó a tocarme el clit y dedearme mientras besaba y lamía mis tetas y chupaba fuerte mis pezones. Yo no entendía cómo la misma persona que podía mostrar tanta crueldad conmigo era también capaz de darme tanto placer como el que ahora sentía. Luego volvió a poner su boca en mi concha y me sentí en el paraíso, entonces cambió de posición y se puso en un 69.

Era la primera vez que tenía una concha en la boca, así que me esforcé por hacerlo bien. No sólo por evitar un castigo, si no porque me sentía agradecida con todo el placer que la Señora me había dado. En un momento ella se levantó y se quedó a horcajadas sobre mi cabeza, así que yo seguí con lo que estaba haciendo, mientras ella se entretenía pellizcando y halando mis pezones. Sentí que su amigo agarraba mis rodillas y las levantaba, sacando el vibrador que aún tenía en mi culo.

  • "Métele algo en la concha si la vas a encular, mi hijo me advirtió que debía tener la concha llena" - le advirtió la Señora.

Así que me clavó un vibrador y lo encendió, y levantó un poco mi cadera y me la clavó en el culo. Yo tenía mis dos agujeros llenos, la concha de la Señora en la boca y mis pezones torturados por ella. Y los orgasmos llegaban uno tras otro. No sólo por todo lo que me hacían, si no por sentirme a merced de ellos, porque realmente me hacían sentir como una esclava puta sin derechos que sólo sirve para follar.

Estuvieron follándome y usándome un rato más, yo sólo obedecía. Se turnaban la boca en mi cuerpo, y también tenía yo que lamer y chupar lo que me pusieran en la boca: la verga, la concha, otra boca, pezones... Mis huecos, todo mi cuerpo fue usado, tuve manos y bocas en los pies, el cuello, la espalda, los muslos y cualquier lugar imaginable. Cuando al fin acabaron, no me di cuenta cuando me quedé dormida.

Me desperté porque la Señora estaba halando de la cadena, así que me levanté de la cama con mucho esfuerzo, estaba agotada, no dormía bien, estaba excitada casi las 24 horas del día y no paraba, no dormía bien por los vibradores, estaba a punto de desfallecer, pero la seguí al baño donde se repitió la escena, pero ahora ella se metió desnuda conmigo y volvió a dedearme y usarme.  Me llevó de nuevo al patio y me dejó echarme en el suelo, aunque con vibradores de nuevo en mis agujeros y pezones. Ya no resistiría estar de pie.

Mi Amo llegó al poco tiempo y yo intenté salir corriendo a su encuentro, pero mi cadena estaba atada a la pata de la silla donde estaba sentada la Señora. Sin mirarme siquiera, le preguntó a su madre cómo me había comportado, y ella le dio quejas de mi comportamiento y le dijo que había tenido que castigarme para que fuera obediente, aunque también le dijo que yo era muy caliente y que tenía potencial para convertirme en una buena esclava puta. Mi Amo me revisó, vio las marcas que quedaron en mis tetas y nalgas y me dijo:

  • Qué desagradecida eres. Mi madre se toma de su tiempo para educarte y tú protestas. Ella ya te castigó por desobedecerla, pero falta tu castigo por desobedecerme a mí.

Yo imaginé el dolor que vendría, pero no me importaba si eso significaba que mi Dueño me perdonara. Me preguntó:

  • Qué es lo que más te gusta en el mundo, putita?

  • Que usted me use, Amo. - respondí sin tener que pensarlo.

  • Bueno, pues entonces tu castigo es que el resto de la tarde sólo vas a estar follada por máquinas. No vas a tocarme. Ya por la noche veré si te mereces que yo te use. Entendido? - Me dijo.

  • Sí, Señor - respondí, bajando la cabeza, mientras se me empezaban a escurrir las lágrimas.