Esclava Imperial 2 (reedición)
Pasa una semana desde que es capturada, y convertida en esclava. Disfrutará de la compañía de sus amos e ira aceptando a su nueva familia.
Me desperté antes de que el general y su familia se despertasen. Pasaba una semana desde que me convertía en una propiedad del general. Una guardaespaldas, pero sobre todo una amante. Le protegeré la vida en la misma medida en la que le chupo la polla. En la habitación no había nada que pudiera ponerme. Salí de la habitación y pregunté al guardia.
–Quisiera salir a hacer ejercicio fuera. ¿Podría ponerme ropa?
–Acompañame
Seguí al guardia. Él no mostraba interés aparente por mi, al estar desnuda esperaba que las hormonas hicieran su trabajo. Entramos en la habitación de Liviana, la cual dormía plácidamente. No pareció despertarse por el ruido que hacía la armadura del guardia. Sacó un vestido de entre sus muebles. Lo miré fijamente.
–Pero si esto no deja nada a la imaginación–dije en voz baja
Era una túnica transparente con un cinturón. Miré indignada al guardia.
–A no ser que tu amo cambie de idea eso es lo único que las esclavas tienen derecho a llevar. Tiene propiedades mágicas por lo cual te protegerá del frío o del calor.
El guardia no parecía dispuesto a ceder por lo que eso sería lo único que pudiera llevar. Me lo pense largo y tendido. Cogí el cinturón y me lo envolví alrededor de los pechos, para que estos no me molestaran a la hora de hacer ejercicio. La túnica me la envolví en la cintura para proteger mi sexo de bichos y la tierra.
–Si deseas hacer ejercicio lo mejor será que te lleve al patio. Fuera no hay sitio para hacer ejercicio tranquila.
El patio estaba guardado por varios guardias. Todos me ignoraron pero seguí sintiéndome incómoda. Yo empecé a hacer ejercicio como dije, que sea una esclava no significa que tenga que descuidarme.
–Me extraña que no me hayáis asaltado ya
–Si lo hacemos sin permiso del general, nos daría un duro castigo.
Lo malo de vivir en la capital es que no hay ni un solo lugar tranquilo en el que hacer ejercicio. Me siento como un animal salvaje en una celda. Tuvo que pasar bastante rato antes de que la primera persona se despertase, la hija. Se sentó en un rincón y se recreó con las vistas.
–Mi padre está cansado del viaje. Veo que tú no
–Si me descuido acabaré como un cerdo élfico–ella se rió
–Tienes razón–la miré de reojo, la tenía dura–¿Mi padre te obligó a servirle?
–No me obligó, ni me torturó, pero no tenía otra opción. Era eso o ser la puta de una hermafrodita con poderes mentales. Al menos tu padre demuestra ser amable en lo que a sexo se refiere.
–Si se te presenta la oportunidad, ¿Huirías?
–Por muy esclava que yo sea, tengo unos límites. No pienso ser la concubina de tu padre. Prefiero que me corte cuello antes que tener a un hijo de alguien que no ame.
–Pero eres una esclava, no tienes otra opción.
–Yo te lo vuelvo a repetir, no pienso ser concubina de nadie. Tengo mis principios.
–Mi padre tardará en despertarse lo suyo. Vamos a mis aposentos.
–¿A él no le importa?
–Soy su hija
La acompañé a ella. Al salir del patio me paró. Me quitó la túnica cutre y el cinturón. Al llegar a su habitación, ella también se desnudó.
–Mi padre tiene un problema conmigo. Soy hermafrodita, pero no puedo dar a luz. Lo normal sería buscar un casamiento con una mujer, pero él teme que sea rechazada, y que usen ese argumento para convertirme en sacerdotisa.
–Además tienes otro problema...
–Encontrar una esposa que esté dispuesta a lidiar con una sexualidad tan activa como la mía. Ven, elfa
Ella se acostó en la cama. Su polla estaba erecta, y esperándome. Me acordé ayer. Ella me estuvo dando unas cortas clases de felación. Esa polla necesitaba una boca. Me miró, y pareció entender lo que deseaba hacer. Se sentó en la cama, y yo me arrodillé frente a ella. Le di unas lamidas al miembro de Liviana. Su cara era todo un poema. Metí su miembro en mi boca, usé mi lengua. Entonces saqué su polla de mi boca, y me detuve.
–Ni se te ocurra parar
Sonreí, y volví a la carga. La verdad es que su sabor era distinto al de los hombres en general, pero no por ello más asqueroso. Apoyé mis manos sobre sus muslos mientras yo seguía metiendo y sacando su polla de mi boca. En un momento dado se me ocurrió usar mis pechos. Lo vi hacerlo a mi hermana, pero yo nunca lo he hecho. Pajeé su polla con mis pechos. Liviana solo podía gemir. Finalmente ella se corrió por mis pechos. Yo toda cachonda, unte su semen por ellos. Terminé de limpiar su polla de semen. Ella acarició mi cabeza, y la llevó de nuevo a su miembro. El cual con unas lamidas volvía a estar duro.
–Si era verdad lo de la sexualidad activa.
–Lo mejor sería tener una esposa como tú, hambrienta de sexo.
–Tu polla debe tener poderes mágicos. Nunca antes me había sentido tan cachonda y necesitada de sexo–ella me hizo volver a comérsela
Ella con su mano guió mi comida de polla. Mis sentidos se desactivaban, y solo pensaba en una cosa: Polla, esa era mi única meta en el propio acto.
–Mi padre es hijo de una hermafrodita. Yo he heredado el hermafroditismo, y mi hermano también. Nuestros miembros ejercen influencia mental sobre nuestros objetivos.
Quise levantar la cabeza y preguntarle, pero con un toque leve no volví a rebelarme.
–En resumen, en una semana serás una esclava adicta a tus amos. No son exactamente pollas mágicas. El contacto sexual influirá en tu mente, e irá cambiando tus necesidades. No te volverá una puta estúpida, tranquila–sentí una explosión de semen en mi boca
Me tragué lo que pude, el resto se me escapó por la comisura de mis labios. Liviana me besó, y se lamió el resto del semen. El sabor del semen era exquisito, por otra parte, era consciente de lo que había dicho ella. Quizás no me vuelva una puta estúpida, pero pasaré a ser una adicta al sexo. Una elfa que viva por y para satisfacer sus necesidades sexuales. Lo único que no me disgustaba era un hecho. Desde que soy esclava ya no tengo las pesadillas que me llevan atormentando años. Será por las propiedades de sus pollas.
–Ve a despertar a tu amo. Que se alegre de estar despierto.
Fui así desnuda a la alcoba de mi amo. El general estaba dormido bien cómodo por toda la cama. Para fortuna mía, el general yacía en la cama desnudo de la noche anterior. Estimulé su miembro con mis labios, en poco tiempo su ariete estaba duro. Él seguía durmiendo, desde luego que no se va a poder quejar. Monté su polla de elfo oscuro, supe que estaba despierto cuando sentí sus manos en mi cintura. Gemía, y le sonreía.
–Veo que mi hija ha estado contigo, se te ve cachonda
–Los imperiales estáis mejor dotados que los hizun, así sí da gusto follar.
–¿Si?
–Tienes una polla espectacular
Nos besamos el general y yo, mientras le montaba. Mi cara era puro placer y me daba igual haber sido emputecida por su hija. El general tardó en correrse en mi coño y no por eso su polla perdió su vigor.
–Decidme, amo. ¿Vuestra madre era hermafrodita?
Seguía teniendo su polla bien erecta en mi coño, si seguíamos así va a acabar produciéndome un embarazo.
–Si, ¿te sorprende mi aguante?
–Me gustas más que mi esposa, y eres más complaciente que ella.
Yo no respondí a su cumplido. No era mi intención meterme en sus problemas maritales. Me levanté de su polla, la cual me sorprendió ver dura después de correrse.
–Agradezco tu iniciativa esclava, pero hoy después de llegar tengo que irme a una reunión muy importante y no pueden ir esclavos ni esclavas. Quédate con mi familia y protégela–puso su polla en mi boca y la limpie
Me besó y se levantó de la cama. Él se vistió, y me volvió a besar. Yo me quedé durante un rato largo en la cama. Para mí suerte pude disfrutar de un momento de tranquilidad en la cama de mi amo. Debería estar repudiando la esclavitud, y todo lo que ello conlleva pero la verdad es que desde que soy su esclava ya no tengo pesadillas. Me atormentaban, y me arruinaban la vida. Si este es el precio de la felicidad, acepto pagar ese precio. Además podría ser peor, trabajar en minas, en el campo, en un prostíbulo y que todos los puteros me destrocen, o ser la puta de una bestia en un circo y que esta me folle y devore para disfrute del público. He tenido bastante suerte la verdad, no puedo quejarme. No hago nada que no me guste.
La puerta se abrió. Pensé que sería la hija que se había quedado con ganas de más, pero era la esposa. Me tomó por sorpresa, y al momento de verla me puse en lo peor y sentí miedo. Con ella venían dos esclavos y un vestido que dejó sobre mi cama.
–Quiero que salgas conmigo.
–¿A dónde, ama?
–Vamos, a salir. No tengas miedo, no muerdo.
Dejé que los esclavos me vistieran. Yo desconfiaba, la mirada llena de fuego que me había dado al verme me atemorizaba. Cuando me hubo vestido, ella me cogió de la mano y salimos.
–¿No quieres matarme o venderme?
–No–dijo incrédula
–¿Entonces por qué me miraste tan mal cuando me viste?
–¿No me reconoces?–fruncí el ceño–¡Nos enseñó el mismo mago!
–Ah, ahora lo recuerdo. Fuimos amantes hasta que tu familia te reclamó y tuviste que volver.
–Me dio celos, no por él. Sino por verte a ti con él.
–¿Sabes a dónde ha ido tu esposo?
–A una reunión militar, el emperador les tiene prohibido traer a esclavas. Por lo del espionaje.
–Los de mi raza no somos buenos espías precisamente.
–Ya, pero tú no digas nada
–¿Qué quieres de mí?–pregunté a la ama
–Iremos a unos baños, y presumiré de ti con mis amigas.
–Me parece buen plan. ¿Y el vestido? Pensaba que me ibas a hacer caminar desnuda.
–Estás más hermosa vestida que desnuda, la desnudez no es ninguna sorpresa. Pero tranquila, si lo que deseas es sexo, yo te daré sexo.
–Como en los viejos tiempos
–Mejor–sonrió mi ama con picardía
Llegamos a lo que parecían ser los baños. Fuimos al lugar de mujeres, y nos desvestimos las dos. Volvió a coger mi mano, y llegamos a los baños. Unas mujeres saludaron a mi ama, esas deben ser sus amigas. Ambas nos metimos en el agua. De todas las elfas de piel oscura, me fijé en una que era como yo en hizun y esclava.
–Se llama perra–fruncí el ceño
–Nueva vida, nuevo nombre–dijo la esclava
–Supongo...–dije no muy convencida
–¿Y tú? ¿Dejarás tu nombre hizun atrás?
–Es cierto, mejor llámala de otra forma porque su nombre hizun puede traer problemas.
–Akira está bien–dijo mi ama–Me gusta más Akira que esclava.
–A tu esposo no creo que le importe cuando me de por detrás–repliqué
–A mi si me importa–dijo molesta
Ella me hizo sentarme a su lado, marcando territorio con su esclava. Yo me acomodé en los baños, ojalá pueda estar tranquila bañándome. Al menos ahora.
–¿Cómo se siente siendo una esclava?–preguntó una de las amigas de mi ama
–Podría ser peor, creo que he tenido suerte. Mientras me dejen cuidar mi forma guerrera, todo estará bien.
–Una elfa del sur que no hace ejercicio no es una elfa del sur–dijo Liviana por detrás
–No sabía que ibas a venir–dijo su madre
–No quiero quedarme sola en casa–soltó la toalla y dejó ver su entrepierna hermafrodita
La hija tenía el miembro duro, quizás por verme a mí, o por todas las mujeres que hay juntas. Se colocó al lado de una de sus amigas, y se besaron nada más verse.
–Ya veo por qué ha venido–dije
–Tiene que cuidar su sexualidad.
–Ama, estás deseando poseerme–me senté encima de ella
–Si–nos besamos
Nos besamos con pasión. Ella me abrazó, y nos juntamos aún más. Estando cachonda tocó mis pechos.
–Pero aquí no, todavía tenemos que ir a su casa a tomarnos unos tes.
–Es verdad, ella tiene los mejores esclavos. Nuestros esposos están en la guerra o han muerto en ella. Debemos satisfacernos de alguna forma. Excepto ella, que tiene un esposo que bueno...digamos que no le gustan mucho las mujeres–miré a la que se estaba besando con Liviana
–Pobre lo que tiene que ser eso...–dije con lástima
Salimos del agua. Y nos fuimos a otra parte, en ella enjaboné a mi ama y luego eché agua sobre ella. Mi ama hizo lo mismo conmigo, se esmeró en lavarme bien el pelo. Echó agua sobre mi, y simplemente me abrazó por detrás.
–Siento que seas una esclava, no me gusta vernos en esta situación.
–No te molesta que te llame ama
–¿Te cuento un secreto? Me pone muchísimo tenerte como esclava, me encanta tener una sumisa a mi servicio.
–A tu esposo también
–Normal, eres hermosa.
–Vaya y yo que pensaba que lo sentías por mí–reí
Al salir, las amigas nos estaban esperando. De camino a casa de una de ellas. Liviana y su amante iban con nosotras. Siguieron hablando de cosas mundanas, así que me dediqué a ignorarlas. Todas llegamos a su casa, era del mismo tamaño que la nuestra. Las nueve amigas se sentaron juntas. Mi ama me hizo sentarme encima suya. Seguía teniendo curiosidad por la esclava del sur.
–¿Cómo acabaste aquí, perra?
–Por las mismas razones que tú, posiblemente.
–Mamá, ¿por qué no las ponemos a demostrarnos sus dotes de combate?–todas nos miraron a nosotras
–Es buena idea–respondí
–Traedles dos espadas
–Vais a disfrutar con las vistas–me desnudé como estaba Perra, es mejor hacerlo desnuda que con el incómodo vestido que me tocaba llevar.
Nos entregaron dos espadas. La mirada de la otra esclava cambió por completo, dejó de ser Perra para volver a sus raíces. Fue un combate fiero, Perra luchaba muy bien y no daba cuartel. Ambas disfrutamos del combate más de lo que disfruto ser montada. Forcejee con ella, y le arrebaté el arma.
–¿Que premio tengo?
–Siéntate allí, vas a pasarlo muy bien.
Que traigan los esclavos.
Yo obedecí sus órdenes, y mi ama me abrió de piernas. Se arrodilló frente a mi sexo, y empezó a lamerlo. Mientras tenía a mi ama haciéndome una espectacular comida de coño, Liviana y su compañera ya habían empezado a follar. Las demás se habían llevado a sus esclavos. Me retorcí de placer mientras tenía su lengua ahí abajo.
–Ama, ama, si, si–llegué al orgasmo
–¿Que se dice, Akira?
–Gracias, ama.
–Si es que me encanta tenerte como esclava, toca–toqué su entrepierna, ella estaba muy excitada
Me besó después de haberme corrido en ella. Me abrazó mientras me besaba. La desnudé para sentir su piel contra la mía. Mi ama se separó durante unos segundos de mi boca.
–Tienes una familia muy viciosa–dije y seguí besándola–Quizás tú ya seas una adicta al sexo
–O quizás seas mi posesión más preciada. Esto no sería lo mismo sin la magia de mi hija, ni la de mi esposo.
–¿Por qué dormís en camas separadas?–pregunté
–El fuego del amor en nuestro matrimonio hace tiempo que se apagó
–Pues no lo entiendo tú eres hermosa, y él es amable en la cama. Eso es una envidia de matrimonio
–Es complicado
–Yo podría ayudaros a avivar ese fuego
–¿Si? ¿Cómo vas a hacer eso?
–Ambos os sentís atraídos sexualmente por mi. Yo podría uniros, y además hace tiempo que yo no participo en un trío.
–¿Sabes que? Vamos a empezar hoy
Fuimos las primeras en irnos de allí. Mi propuesta le gustó, y estábamos seguras de que él no rechazaría un trio. Nada como el sexo para reconciliar a una pareja que de todas formas no puede separarse.
A la vuelta nos detuvieron unos guardias que no lo parecían, era mi intuición. No parecían rectos y entrenados.
–Dadnos vuestro oro y os dejaremos pasar.
–No os daré nada, así que dejadnos pasar–dijo mi ama sin miedo
–Mi ama y yo no llevamos oro encima, pero yo puedo arreglar esta situación–dije moviendo mi vestido–Mi condición es que la dejéis tranquila.
–Vayamos a un callejón. La guardia imperial merece disfrutar un poco.
Me bastó una mirada para convencer a mi ama. Yo no era tonta, y ella sabía que tenía algo planeado. Una vez en un callejón me desnudé.
–Quitaos esas armaduras hombre, no son para nada excitantes.
Mi ama miraba detrás de ellos. No llevaba encima una espada así que tendría que quitársela. Eso o hacerles desnudarse y actuar. Los asaltantes se quitaron la cota de malla y me rodearon. Me arrodillé y ellos dejaron a la vista sus miembros. Los excité y metí uno de ellos en mi boca.
–¡Ahora!–gritó mi ama
Le pegué un puñetazo en los testículos del asaltante y le robé su espada. Maté al otro y mi ama con una daga degolló al último. Mi ama excitada por el momento soltó el arma y se lanzó a mis brazos. Me besó con lujuria desmesurada.
–Vayamos a casa
–Deja al menos que me...–apenas me dió para alcanzar el vestido
Con una mano estaba sujeta a la ama, y con la otra usaba el vestido para taparme como podía. Nadie se fijaba en mí pero me daba vergüenza ir desnuda por la calle. Por suerte llegamos a casa pronto.
–¿Y mi esposo?–demandó a gritos.
–Estoy aquí–dijo detrás nuestra
–Estoy cachonda, Akrios. Follanos a las dos.
El amo me miró extrañado, como si su forma de actuar no fuera normal. La ama nos agarró a los dos de nuestras manos y nos llevó a su cama.
–¿Qué le pasa?–preguntó el amo con el ceño fruncido
–Creo que ha sido porque ha matado a alguien, y se ha puesto cachonda.
–Quiero me montes, maldito infiel. ¿Por qué fornicarte a mi antigua amante cuando me tienes a mí?
–¿Te han drogado?
–¿Me vas a follar o me busco quién me baje este calentón?–le exigió arrancándose el vestido
–De acuerdo, pero todo a su ritmo
El amo se desnudó, y se quedó a un lado de la cama. Me acerqué a su miembro y le di unas cuantas lamidas hasta que se puso duro. Mi dueña me apartó y se encargó ella de hacerle la mamada. Me coloqué detrás de ella, y la masturbé mientras ella lamía la polla de su esposo. Cambiaron de posición, dejando a su esposa como un perrito.
–La próxima, yo encima–dijo ella.
Supe que había sido penetrada cuando exhaló un gemido. Yo me quedé a observar y masturbarme mientras estos dos fornicaban. Acerqué mi coño a la boca de la ama, y ella se acercó para darme placer con su lengua. Mientras usaba su lengua para excitarme, el amo la follaba lentamente. Ella ya había tenido un orgasmo antes de que él se corriera en su coño. Ella sonrió contenta.
–Esclava, ahora te toca a ti.
Me coloqué en posición sumisa, con mi culo mirándole y mi rostro contra el colchón.
–Amor mío, trae esos aceites
Ella se ausentó y volvió con ese aceite. Mi amo lo usó para untarlo por todo mi culo y por su miembro. Cuando me penetró se deslizó sin ningún problema por mi ano, penetrándome hasta el fondo. Empezó un mete y saca, con el que yo solo podía gemir y pedir más. Su miembro era grande, y me sentía llena, aunque no lo suficiente para sentir dolor. Me agarró del pelo y me hizo echar la cabeza hacia atrás. Mis pechos botaban mientras el amo me penetraba de forma incansable.
–¿Que eres, sureña?
–Una esclava
–Podría entonces, correrme en tu coño y preñarte.
–No lo hagas por favor, no hasta que me ames como persona no como objeto.
–Amor mío, cumple sus deseos.
Sentí su corrida en mi culo.
Tenía que sacar el tema, yo estaba muy sensible y esperaba que no tuvieran que mencionarme aquello. Me fui de allí sin pedir permiso, con mis ojos húmedos. Me fui a un rincón del patio, a llorar. Por la familia a la que yo había perdido. Mi ama me siguió y me abrazó. Lloré en sus brazos.
–Se que soy una esclava, pero no tenéis derecho a pedirme algo así.
–Lo se, no me imagino perder a todas las personas a las que amo.
–No me disgusta mi nueva posición, ama, no tengo pesadillas. Esas que llevan años y años destrozando mi mente. No siento que quiera tirarme por un precipicio. Durante esta semana puedo decir que estoy bien–me sequé las lágrimas–Me atrae tu esposo, pero no quiero tener sus hijos si no siente algo por mi.
–Mi amo tiene amor para una mujer o dos más.
–Pensé que te ibas a enfadar.
–Hace tiempo que no teníamos sexo, y mientras Akrios fornicando con esclavas y putas. Yo solo te deseo a ti, mi querida elfa.
Estoy rehaciendo esta serie, he añadido al final una escena que no estaba antes. Es muy probable que a partir de aquí, la serie vaya cambiando. Y el próximo capítulo no sea el que era antes. Dicho eso, disfruten del relato.