Esclava de una polla (3)

Me llamó Julia y esta es mi historia.

Cristina aún tenía esa cosa metida dentro de ella cuando nos advirtieron que nos diéramos prisa en apañarnos, pues el resto de los hombres no iban a tardar mucho más en volver y tenían tanto derecho como ellos a disfrutar de las putas.

Ella estaba tan fuera de si que apenas se enteró de que estaba pasando.

-Mierda - dije mientras le retiraba la escobilla de limpiar el retrete.

-¿Qué vamos a hacer? - preguntó ella.

-Abrirnos de piernas para todos los que hagan falta.

-Yo no puedo más, de verdad que no puedo más.

-Venga ya, si te metes las pollas de dos en dos. Esto no debería ser nada para ti. A m me acaban de desvirgar hace tres noches y mírame.

-Eso no es cierto. Yo no…

-No me jodas. ¿Eras virgen antes de llegar aquí? ¿Y Carlos?

-Solo nos tocamos, y bueno, sí, se la chupo. Pero solo eso.

-Oh.

Yo miré de nuevo la escobilla que tenía en mis manos, y por la cara que puso Cristina, supe que básicamente acababa de desvirgarla. Y me reí porque no pude evitar fijarme en la ironía de todo esto.

-Pues para salir de esta te vas a tener que meter pollas de verdad, y unas cuantas además.

-Julia, por favor.

Los papeles se habían invertido. Antes era yo la que suplicaba y ahora era ella. Era divertido verla así, pero solo hasta cierto punto. Y yo tampoco estaba mucho mejor que ella, siendo sincera. Tenía el coño irritado, muy sensibilizado y me costaba segregar fluidos debido al Gang Bang que acaba de tener, y no estaba para otro.

-De acuerdo, creo que ya sé lo que podemos hacer. ¿Estas dispuesta a chupar unas cuantas? ¿O a qué se sigan corriendo encima de tí?

Cristina no contestó, pero tampoco es que tuviéramos muchas más opciones. Mi plan era simple, pues eran tíos después de todo. Te presentas desnuda delante de ellos, te arrodillas, agarras una polla con cada mano y te metes otra en la boca y a correr. Y luego Cristina me lamería el cuerpo impregnado de semen mientras los otros tíos se corrían encima nuestra.

Un plan sin fisuras, que salió relativamente bien salvo por el pequeño detalle que a los tíos les dio por mearse encima de nosotras.

Cuando Cristina me vio ahí tumbada con la boca abierta mientras se meaban encima de mi, me copió.

No supe en ese momento porque ella decidió abrir la boca también y compartir mi suerte, pero lo hizo.

-Les diréis a vuestros padres que os quedáis la una en la casa de la otra.

Ninguna de las dos dijimos nada ante las órdenes de Hassim. Significaba alargar un poco más nuestro cautiverio, pero solo eso, un poco más. En algún momento todo esto tendría que acabar y regresaríamos a nuestras vidas normales.

Pobres idiotas éramos entonces.

Teníais que habernos visto mintiendo a nuestros padres como si no pasará nada, pero si en lugar de estar encerradas rodeadas de hombres, estuviéramos en una fiesta de pijamas solas las dos.

Hassim nos dio una habitación para poder dormir un rato, aunque llamar habitación al cuartucho donde nos metieron es bastante exagerado. Cuatro paredes, un techo, un par de colchones tirados por el suelo y una peste a orina insoportable porque estaba fatalmente ventilado y no dejaron ni lavarnos un poco.

Cristina se pegó a mi en cuanto nos dejaron a solas.

A mi todo esto se me hacía rarísimo, porque técnicamente la que había sido más dura con ella había sido yo. Y lo había disfrutado además.

-¿Lo habías hecho antes?

-Tragarte meadas, ¿Lo habías hecho antes?

-Sí - respondí sinceramente.

-¿Y te acostumbras al sabor?

-Es mucho mejor que no pienses en lo que tienes en el estómago o a que te sabe la boca.

-¿Crees que nos dejaran ir a casa mañana?

-No pueden retenernos mucho más, el instituto dará aviso de que no hemos ido y avisaran a nuestros padres. Y ellos nos buscarían. O los darán lo que pidan.

-Sí, lo harían - dijo ella sin ninguna confianza. -¿Cómo puedes aguantarlo?

Yo no supe que contestar. ¿De verdad me gustaba esto, ser follada por tantos hombres hasta el punto de que mi coño decía basta, ser meada e incluso tragar meadas? ¿O qué mi culo aún me doliera debido al brutal uso que le había dado Hassim?

-Será mejor que duermas y descanses, mañana va a ser un día muy duro.

Nos despertaron a las dos de buena mañana y dadas las miradas que nos echaban los hombres allí presentes, nos temimos lo peor.

Desnudas como estábamos nos dirigieron a la cocina donde nos esperaban un par de tazones llenos de semen y unos cuantos perros, porque uno de ellos se dedicaba a pasear perros y se los había traído a la casa.

No supimos cuantificar cuantas corridas había allí ni si todas eran humanas, pero sí que sabíamos donde iba a terminar su contenido.

Recuerdo la cara de asco que puso Cristina cuando la sentaron delante del cuenco.

Beber semen a palo seco recién te levantas de la cama es muy duro, se hace muy cuesta arriba.

Pero nos lo bebimos como si fuera leche caliente con azúcar y cola cao.

Y no nos engañemos, yo no lo estaba haciendo por las posibles represalias. A  la guarra que hay dentro de mi el semen le encanta y tener un gran tazón para mi sola me volvía loca. A la cuerda que había en mi no le parecía tan buena idea. A Cristina casi le pueden las arcadas, pero se lo tragó igualmente.

-Bien, chicas bien. Ahora darnos un buen espectáculo.

Por supuesto se refería a nosotras con los seis perros presentes, todos grandes y todos machos.

Cuando te pones a cuatro patas para que ser penetrada por un perro delante de un montón de hombres, piensas que es el peor momento de tu vida. Que es literalmente imposible caer más bajo. No es verdad, se puede caer aún mucho más bajo, pero lo piensas.

Aunque también pensé lo mismo cuando me tragué mi primera meada con Hassim sujetándome la cabeza para que no me moviera.

Luego sientes como este huele tu entrepierna, como se te monta encima y como busca penetrarte hasta que finalmente lo hace.

Y sientes placer. Y mucho además.

Los perros follan muy deprisa, con muchas ansias. Y tienen una polla grande y dura, y te llenan el coño de muchísimo semen y notas como este te corre por los muslos y… En fin, que lo disfrute.

Para cuando el perro que me estaba montando se corrió yo ya había llegado al orgasmo y luego tuve otro.

Fue mi primer doble orgasmo en una relación sexual.

En cuanto a Cristina, por alguna razón que yo no lograba entender aún, la estaban respetando su virginidad, pero no su boca. Ella estaba a cuatro patas comiendo la polla a uno de los perros.

Así que yo era a quien se iban a follar y ella quien los daría placer oral.

Eso significaba que solo me iba a follar a tres, que era en realidad lo que se suponía que me iban a follar desde el principio y… No, espera, se suponía que yo no me iba a follar ningún perro y ya estaba echando cuentas de que tres me parecían bien.

Cuando acabé con el tercero estaba agotada, no tenía fuerzas para nada más.

Pero Hassim tenía algo más preparado, una especie de ritual, aunque ninguna de las dos entendió que significaba todo eso.

Sin que presentásemos resistencia nos colocó un collar a cada una y luego nos pidió que le besáramos los pies

Después de todo lo que habíamos hecho, besarle los pies no era nada en comparación, así que lo hicimos sin tener conocimiento de que oficialmente pasaba a ser nuestro amo.

Y tan seguro estaba que tras la ceremonia, nos dejó bañarnos, limpiarnos, apañarnos e irnos al instituto como si nada hubiera pasado.

Volver a la normalidad como si nada hubiera pasado se nos hizo rarísimo a las dos.

Primero, por inesperado.

Y segundo, porque esta normalidad no era tan normal.

Sí, estábamos con nuestros amigos, nuestras vidas, haciendo lo que queríamos.

Yo me pase toda la mañana esperando un mensaje que no llegaba y Cristina no paraba de echarme miradas de reojo.

Pero yo sabía que cuando llegará a casa él iba a estar, y que seguramente, íbamos a follar, porque maldita sea, no me la metía desde hacía unas horas.

-No voy a dejarte sola con él.

-Estoy bien, Cris.

-No, no estás bien. Ninguna de las dos está bien.

Dimos unos cuantos pasos más sin saber qué decir.

-¿Y bien, qué se siente?

-¿A qué te refieres? - pregunté.

-A… Ya sabes, cuando te la ha metido… el perro.

-Es una polla. Da cosa al principio, pero solo es una polla.

-Pero no es una polla de un hombre, es la polla de un animal. ¿Tienes la menor idea de como sabe? Es asqueroso.

-No, no sé como sabe, pero supongo que voy a descubrirlo pronto.

-Por eso necesitas que te acompañe, no puedes seguir con él.

-Eso es asunto mío, Cris.

-¿Sabes cómo llaman a las que se comportan así? Esclavas sexuales, Julia. Eso es lo que somos.

Sí, dijo somos.

Cuando llegamos a mi casa no había nadie esperándonos. Yo esperaba encontrarme a Hassim, o a mis padres después de haber pasado toda la noche fuera, aunque tampoco era tan raro que me pasará la noche en casa de una amiga.

Subimos las dos a mi cuarto, no supe el porqué. Me apetecía jugar videojuegos, así que encendí la play. Pero ninguna de las dos estaba metida en el juego.

-Yo… lo siento.

-¿El qué?

-Lo de ayer, lo de azotarte. Y lo de la escobilla. Lo siento, no tenía que haberte clavado esa cosa.

-No tienes porque disculparte, yo me porté como una hija de puta contigo.

-Sí, lo hiciste. ¿Y por qué viniste conmigo?

-Pues para verlo. O sea, eres tú con un moro. Tenía que verlo con mis propios ojos.

-Pues bien caro te salió.

-Sí…

Seguimos jugando un rato más.

-No es que me importe, ¿Sabes?

-¿El qué?

-Los azotes y lo otro. Lo de la escobilla.

-Pues claro que sí. Duelen mucho porque veía tu cara cuanto te dolía y lo otro es básicamente una burrada. Si vas a meterte cosas métete verduras, zapatos, pollas… Que sé yo. Pero no escobillas de limpiar el retrete, que asco, por favor. Además, ¿Pinchan no?

-No mucho, estaba muy desgastada. Apenas la sentí.

Seguimos jugando un poco más.

-Sabes, deberíamos tener conversaciones normales, ya sabes, sobre chicos, moda y peinados, no sobre escobillas del váter entrando en nuestros coños.

-Estoy de acuerdo.

-Entonces, ¿Por qué demonios estoy pensando en meterte la que tengo en el cuarto de baño de aquí al lado?

-Por la misma razón que yo pienso en que ya estás tardando mucho en hacerlo.

Cris se tumbó en la cama y resultó que la muy guarra tenía las bragas empapadas.

Yo se las bajé y la abrí de piernas y me fui a buscar el instrumento para penetrarla.

Se la mostré en todo su esplendor.

Era una grande, nueva, que raspaba y que había comprado en los chinos más cercanos a casa, pero ella estaba cachonda perdida ante su visión.

Así que se abrió aún más de piernas y la penetré con ese instrumento mientras ella gemía de placer.

-Hija, ¿Se puede saber que estás haciendo?

-No es lo que parece, papá puedo explicarlo.

En realidad tener a una rubia abierta de piernas en tu cama con una escobilla de limpiar el váter clavado en su coño y llamándome AMA es exactamente lo que parece, pero no les iba a decir a mis padres que lo era.

-Hay una explicación perfectamente racional para todo esto.

Lo mejor del asunto es que Cris se corrió con un gran orgasmo y me llenó toda la cama de flujos vaginales.