Esclava Calva
Una chica desobediente y vanidosa, y un amo dispuesto a dar el castigo correspondiente.
No sabía en que categoría poner este relato, ya que contiene Dominación y Fetichismo del Cabello, espero que les guste.
A ella le encantaba jugar con su belleza, sabía que podía conseguir a quien quisiera, con esa figura esbelta y esa cabellera de color castaño, ni hablar de sus poderes de seducción para atraer a cualquier persona, ya sea mujer u hombre, todos caían rendidos a sus pies.
Por eso se empezó a aburrir, quería sentirse dominada, usada, así fue como conoció a un amo en internet, aunque en el fondo lo veía como un juego, sin embargo pronto se daría cuenta que él no estaba jugando.
Ella le desobedecía cada orden, pensaba que él iba a caer y podría usarlo a su antojo, pero le daba mucho morbo seguir y hacerle pensar que el controlaba la situación.
-Monserrat, ya van varias veces que me desobedeces, no estas tomando en serio esto, si ya no quieres seguir las puertas están abiertas.
-Perdón amo, ya obedeceré sus órdenes.
-Las palabras no bastan, sabes que cada acción tiene su consecuencia, si quieres continuar necesito que tu sumisión sea total y aceptes cualquier castigo.
Claro que ella no quería perder su último juego, era tan divertido todo esto, y aceptó sin dudarlo, ¿Total que podría hacerle? ¿Unas nalgadas y ya? ¿Ponerle unas pinzas en los pezones?
-Si amo, aceptaré lo que me imponga.
-Bueno siéntate aquí, no quiero escuchar ninguna palabra tuya.
Ella se sentó en una silla, él la amarro de las manos y los tobillos, le empezó a cortar la ropa con unas tijeras para humillarla más. Dejó expuestos sus pechos y le colocó unas pinzas en sus pezones, también dejó expuesto su coño, donde le dejó un vibrador, para distraerla de sus verdaderas intenciones.
Empezó a preparar sus instrumentos en un ángulo en el que ella no podía ver, ya tenía maquinilla, navaja, tijeras, espuma, y un pequeño espejo para mostrarle al final.
-Ahora sí Monserrat, estoy cansado de ver como te acercas a otros hombres, como te ven y tu le sigues el juego, mientras a mi me dices que eres mía, que todo tu cuerpo me pertenece, que haga de él lo que quiera, ambos sabemos que eres una coqueta y no vas a cambiar, pero no te preocupes yo te voy a ayudar.
Monserrat, no sabía a qué se refería, ¿Que iba hacer? Aunque por otro lado se estaba excitando debido al vibrador, solo quería que la cogiera y ya.
Él le hizo dos coletas, lo cual se le hizo raro a Monse, pero no preguntó nada, ya que él le dijo que no dijera ni una sola palabra y al parecer si estaba enojado.
Hasta que dio el primer tijeretazo y corto una coleta, Monserrat tomó conciencia de lo que le estaba haciendo.
-No, Sebastian, no me hagas esto, liberame ya no quiero jugar.
-Lo siento perrita, te has portado mal, sabías a lo que te metías, ahora cállate, te dije que no hablaras, pero se ve que nunca obedeces.
Fue por una cinta para ponérsela en la boca, ella estaba asustada pero la suerte estaba echada, así atada y vulnerable estaba a su merced, ojala que no se lo deje tan corto, pensó.
Mientras tanto, Sebastian continuó con su trabajo, siguió cortando hasta que ya no pudo usar las tijeras, usó la maquinilla sin guía y se la pasó por toda la cabeza.
-Ves perrita, lo que pasa si no obedeces a tu amo, pero no te preocupes, siempre quise tener una esclava calva.
Ella solo quería que terminara, oh espera dijo ¿CALVA? Noo, noo, ¿Por qué? Aunque sentía que se estaba liberando de algo pero no sabía de qué, cada pasada que daba en el fondo lo disfrutaba.
-Yo sé que al final te terminará gustando mi putita, pero todavía no acabamos.
Tomó la espuma y empezó a aplicarla en toda su cabeza para después afeitarla, lo hizo lento, cuando acabo, repitió otras 3 veces.
-Ya casi estas casi lista perrita, solo unos toques finales, te pondré una loción para que no se te reseque la piel y brille tu calva. Te estaré afeitando cada 3 días y no quiero quejas, o te afeito las cejas, recuerda que tu estas para mi placer, y como eres mi esclava, no tienes derecho a nada, al menos que yo lo decida, y yo decido que no vas a tener cabello, espero que ya no me hagas enojar de nuevo, o si no podría ser permanente, aunque realmente me excita tu nueva apariencia. Ahora agradece a tu amo, y mírate en el espejo.
Él le enseño el espejo mientras ella se veía sorprendida de su nueva imagen, sus hermosos rizos ya no estaban y no aparecerían pronto.
-Gracias amo por corregirme y ponerme en mi lugar.
Aunque Monserrat se sentía humillada, era en el fondo lo que estaba buscando.