Esclava Blanca en Africa (5)
El tiempo se hace eterno cuando esperas algo, pero pasados unos minutos, un hombre entró en la choza y volvió a encender las antorchas que rodeaban la misma. Sentía frío, mi piel estaba aterida.
ESCLAVA BLANCA EN ÁFRICA V
Nuevas sensaciones
El tiempo se hace eterno cuando esperas algo, pero pasados unos minutos, un hombre entró en la choza y volvió a encender las antorchas que rodeaban la misma. Sentía frío, mi piel estaba aterida.
Cuando termino de encenderlas todas salio y al instante entro el capataz con un largo látigo. Fue acercándose uno por uno a la docena de esclavos que allí estábamos y preguntaba algo a cada uno y según la respuesta le abofeteaba o le tiraba de los pezones en el caso de las mujeres o de los huevos en el caso de los hombres. Se acercaba a mí.
Al llegar a mi lado me cogió por el pelo y me levantó la cara "¿Está cómoda la zorra blanca?" preguntó en ingles, quizá pensando que yo no contestaría, "pronto serás usada como una buena esclava, tu amo ha pagado mucho por ese cuerpo blanco y caliente..." siguió antes de que yo pudiera contestar me miro despacio "please " sólo pude decir.
Me dio un bofetón que puso mi cara muy caliente, y tras retorcerme los pezones y palmearme las tetas se separo de mi "Así que vienes de lejos para jugar? ¡¡Pues juguemos¡¡" dijo y haciendo restallar el látigo sentí una laceración que me cruzo ambos pechos. Mire y una línea roja empezaba a formarse justo en el centro de mis pechos cruzando los pezones no tuve tiempo de reaccionar cuando un nuevo restallido termino con una nueva marca entre mis caderas cruzando mi vientre y un tercero marco mis dos muslos. Se detuvo y me miró
"Yo creo que lo pasaremos bien contigo zorra, por lo que me han dicho tienes madera de esclava y un cuerpo para torturarlo a placer" se acercó otra vez y tras pasar sus dedos con fuerza sobre las señales de mis pechos me cogió la cara y me escupió en la boca, entonces se volvió y riendo a carcajadas siguió la inspección de los otros esclavos.
Me dolían las marcas de aquel látigo, empezaba a tener miedo la aventura empezaba a ser peligrosa. No había visto no obstante como Hans observaba y grababa todo lo sucedido como después me mostraría.
A unos esclavos jóvenes que había un poco mas allá les dio algún latigazo y luego les metió el mango del látigo por el ano entre los gritos de dolor de los hombres, y a una de las mujeres la azoto durante varios minutos sin piedad por todo el cuerpo dejándole grandes señales e ignorando los gritos de dolor de la mujer.
Terminada la inspección el capataz salio. Entonces entraron varios hombres que fueron desatando a algunos esclavos y se los llevaron a rastras.
Pasados unos minutos el propio capataz vino a buscarme, me desato los tobillos y las muñecas, pero me puso unos grilletes en ellas y un collar de cuero con una traílla que sujeto e su mano. Llevaba una fusta en la mano y con ella me empezó a azotar las nalgas mientras me decía en ingles que me moviera.
" ¡Vamos puta zorra, muévete ¡¡¡ "
Salimos de la choza. Era ya de noche. A lo lejos vi una enorme casa con muchas luces y antorchas que la rodeaban. Caminamos por un sendero hacia la mansión, el me seguía azotando la espalda y las nalgas y me gritaba que acelerara el paso.
" hurry, dirty white slut!"
Cuando llegamos a la casa, había mucha gente, era como una especie de fiesta, pero el capataz rodeo la entrada y me llevo por una puerta trasera. Llegamos a un portalón y allí había una mujer negra grande y gorda esperando. El hombre me empujó hacia ella.
" ! empieza la fiesta, furcia!"
La mujer me agarró por los pelos y me introdujo dentro. Era como una especie de establo. Me llevo al centro y me hizo meterme en una especie de tina llena de agua y espuma. Dos mujeres mas se acercaron con unos grandes cepillos y entre las tres empezaron a frotarme todo el cuerpo. Me escocia al frotar y las señales de los latigazos me dolían de gran manera. Tras unos minutos me sacaron de la tina y la mujerona me enchufo con una manguera de agua a presión. Después me secaron el pelo y me pusieron unas coletas con abalorios. La mujer miro mi sexo peludo y les dijo algo a las otras dos. Estas cogieron unos cepillos más pequeños y me cepillaron el sexo hasta dejármelo casi en carne viva.
Entonces la vieja me hizo sentar con las piernas abiertas sobre un banco de piedra, las otras dos me sujetaron las piernas y aquella mujer sin pensárselo dos veces me metió casi toda la mano en el coño con una especie de guante de crin. Gemí y grite de dolor y vergüenza, pero ella siguió su faena rebuscando dentro de mi coño. Pasados unos momentos una de las mujeres le dio una especie de vasija con un ungüento azul que distribuyo por mis sexo externo e interno, luego con una especie de cánula lo lleno de agua varias veces hasta que se dio por satisfecha. Sin duda me había hecho una buena limpieza vaginal.
Después observó detenidamente mi sexo, pensé que me iban a depilar pero no lo hicieron. Después me pusieron una túnica blanca, con unos orificios que dejaban salir mis tetas cuyos pezones habían coloreado con unas pinturas, en rojo y marrón, y una abertura a la altura de mi sexo y culo, después me pusieron unas sandalias atadas a los tobillos.
Me miraron y se felicitaron riendo entre ellas.
Una salio y al rato volvió con el capataz.
"buen trabajo! " dijo el hombre cogiéndome de un brazo y riéndose añadió "...aunque poco le durara la limpieza a esta cerda". Me llevo hacia donde se oían las voces.
Entramos en un gran salón iluminado por antorchas donde una gran cantidad de personas de varias razas charlaban y bebían. Un hombre vestido de criado me puso un collar y una cadena al cuello y tras atar mis brazos a la espalda a la altura de los codos con dos correas, me llevo hasta el centro del salón, por la postura mis pechos se elevaban y salían hacia fuera.
La música se detuvo y todos se volvieron a mirarme lo que me causo una gran vergüenza. El hombre me había puesto unos grilletes en los tobillos unidos con una pequeña cadena para evitar que huyera, así que debía andar a pequeños saltos haciendo moverse a mis pechos.
El hombre que había pagado por mí en el mercado se acercó, de pie era mucho más alto y fuerte. Me acaricio la cabeza y me presento como su última adquisición en el mercado de esclavos aquella mañana. Y añadió que en cuanto me prepararan estaría a disposición de los invitados.
Hizo un gesto a sus hombres y estos me llevaron en volandas colocándome sobre una especie de silla con soportes para las piernas. Me ataron las manos por detrás de la nuca y me abrieron bien de piernas.
Entonces mi amo se acercó con una vasija de loza y una navaja muy afilada que brillaba, me mojaron el coño y el hombre con una maestría que me sorprendió empezó a depilarme mi sexo después de ponerse unos guantes de cirujano.
El silencio era total. Cuando hubo terminado un hombre se acercó y vertió un liquido color ópalo brillante sobre mi coño recién depilado creí morir del dolor, del escozor, un alarido salio de mi boca, y uno de los hombres trató de tapármela.
"Déjala que grite" le dijo mi amo, "me gusta oír bramar a las esclavas y aún mas si son blancas como esta, he pagado una buena cantidad por disfrutarla, gozarla y hacerla sufrir", dijo sonriendo con una extraña mirada que me asustó. Seguí gimiendo de dolor. Me desataron de la silla y volvieron a unir mis tobillos y atar mis brazos a la espalda.
Dos jóvenes que había visto también es la choza al llegar, que llevaban una faldita de tiras de piel y un tocado de colores en la cabeza se acercaron y me acompañaron tras una puerta. Apenas podía andar de la molestia en mi coño que me ardía como fuego y mi patoso andar entre los grilletes y el dolor hizo reír a los presentes.
Entramos en una sala iluminada con antorchas, había alfombras por el suelo y en el centro unas cadenas que colgaban del techo. Las chicas me quitaron la túnica y me soltaron el pelo. Después me hicieron sentar sobre un banco de piedra, dos hombres se acercaron y me inclinaron doblada sobre mi vientre, quitaron la cadena que unía mis tobillos y la sustituyeron por una barra de un metro que me hacia tener las piernas separadas. Después ataron mis muñecas con grilletes a los de los tobillos y me colocaron un collar rígido que me obligaba a tener la cabeza levantada.
Pasaron unas cintas de cuero por mi cintura y bajo mis muslos, y colocaron una cinta de cuero bajo mis brazos entre la cabeza y el pecho con un gancho en la espalda. De la cinta de cuero que ataba mi cuerpo a mis muslos también colocaron un gancho que unieron a una cadena. A su vez esa cadena la engancharon a las que colgaban del techo, al fondo un negro fornido tiro del otro extremo y empezó a levantarme.
Quede suspendida en el aire a medio metro del suelo. Uno de los hombres me hizo chupar un consolador negro que llevaba unas crines de caballo en la punta y después me lo metió por el culo de un solo golpe, fijándolo por delante de mi vientre con una correa de cuero.
Todos parecieron satisfechos del trabajo. Me dolía el cuello de no poder doblar la cabeza, pues también habían unido el collar a los ganchos que me suspendían del techo.
Me habían colocado de frente a una puerta. Por ella desaparecieron y minutos después varios hombres de la fiesta entraron en la sala bebiendo y riendo. Me miraron sorprendidos, tras ellos entro el anfitrión, aquel hombre negro que era mi amo desde hacia unas horas.
Todos me rodearon y empezaron a acariciarme. Mi amo se coloco frente a mí y me levanto más la cabeza, me miro a los ojos y me sonrió. Llevaba una fusta de cuero rígida terminada en una especie de hilo más flexible. Me rodeo despacio y me miro detenidamente ante la expectación de los presentes. Se colocó tras de mi y sin previo aviso descargo su fusta entre mis muslos, con varios movimientos rápidos que yo oía silbar, en mis muslos, sexo y nalgas notaba como si me cortaran con hojas de afeitar y el dolor era agudo. Empecé a gemir y acabe gritando. Entonces se detuvo y se coloco frente a mí.
"Solo quería saber de que color era la sangre de una esclava blanca" Después se abrió el pantalón y sacando su polla de un buen tamaño, que yo ya conocía, me la metió en la boca. Me sujetaba por la cabeza mientras me follaba hasta la garganta a un ritmo suave al principio pero que iba aumentando poco a poco. A cada empujón entraba más dentro y yo creía ahogarme. Los presentes todos hombres le jaleaban y el subía el ritmo llegando casi a asfixiarme en algún momento. Yo me balanceaba conforme él me empujaba y todos coreaban el ritmo.
Pasados unos minutos, salio de mi boca y vi aquel enorme miembro grande y duro brillar con mi saliva. Me hizo girar y colocándose tras de mi, me lo endosó por el coño, ya que en el culo tenia el rabo de caballo, que precisamente con sus envites se clavaba aun más profundamente en mi culo provocándome unos calambres como eléctricos que cortaban el placer de la follada. Siguió con sus envites a veces dejándome salir y balancearme para volver a insertarme hasta bien dentro con aquella polla, me dolía en cada penetración, imagino que por los cortes de la fusta, pero aunque yo gritaba el seguía a su ritmo. Por fin se corrió abundantemente y tras darme unas palmaditas en las nalgas, se puede decir que había inaugurado la diversión de los demás hombres para el resto de la noche.
Note las miradas de aquellos hombres clavadas en mi cuerpo e incluso me miraban a los ojos llorosos como queriendo entrar dentro de mi, aunque eso lo harían enseguida. Yo me sentía avergonzada y humillada mientras notaba el semen de mi amo, chorrear entre mis piernas.
Durante las siguientes horas mame varias pollas y fui ensartada varias veces, algunos hombres mientras les mamaba me obligaban a mirarles mientras me insultaban y abofeteaban. Aunque hubo ratos de descanso en los que las dos esclavas me daban bebidas, yo creo que afrodisíacas, pues cada vez estaba yo mas caliente y como flotando y me limpiaban mi coño con unas esponjas con espuma y lo dejaban listo para el siguiente invitado,
Me dolía la espalda por la postura y la suspensión cuando los dos hombres que me habían preparado decidieron bajarme y desatarme. Ellos mismos frotaron mis entumecidos miembros y tras frotarme con unas esponjas con espuma todo el cuerpo, me llevaron a una especie de choza de pocos metros con el suelo cubierto de paja donde me ataron las muñecas y tobillos con grilletes al suelo, dejándome allí tumbada.
Tenia hambre y debieron suponerlo, pues pasados unos minutos, una de las esclavas llego con una bandeja en la que había fruta y trozos de pescado y carne semicrudos, junto con cerveza fría o algo parecido.
La joven me desato del suelo las muñecas, pero tuve que comer sentada en el suelo, allí desnuda. La esclava salio de la celda y me quede comiendo. Tras terminarme casi todo, no porque estuviera bueno sino por el hambre que tenia decidí apartar la bandeja y tumbarme sobre la paja, una manta raída que había allí me sirvió para taparme y dormir.
Mi esclavitud continuaba, ¿Cuál sería mi siguiente experiencia?
(Historia real narrada por Alcior©)
Preguntas, comentarios y sugerencias a alcior@hotmail.com o a fansdejana@hotmail.com