Esclava Blanca en Africa (13)

De vuelta a … ¿casa?

Esclava en África "¿Epilogo?"

De vuelta a … ¿casa?

Después de un largo y reparador baño, Hans me presentó a una chica de unos 20 años "será tu ayudante y masajista, esta a tu servicio" me dijo.

La chica, que llevaba un minúsculo tanga por toda vestimenta, era muy atractiva, rubia, buenos y firmes pechos, con rosados y duros pezones, piernas largas y brazos cuidados y unas manos finas y largas. Me hizo gestos para que me tumbara sobre una mesa con una enorme toalla, y así lo hice.

Sus manos eran gloria y mi cuerpo empezó a relajarse y a sentir cada palmo de mi piel acariciada o macerada por aquellas manos que no dejaron sin masaje ni una sola partes de mi cuerpo… ni una sola, lo que me proporciono dos intensos y largos orgasmos.

Cuando acabó cuido con cariño cada zona erosionada de mi piel, me aplico aceites y ungüentos que iban restañando las señales aún visibles del duro castigo que había recibido durante una larga semana de esclavitud.

Después, me ayudo a vestirme con una toga y una túnica, me calzo unas sandalias y me acompaño al comedor de la casa donde Hans me esperaba junto a una copiosa cena.

Casi no hablamos durante el transcurso de la cena y temía preguntarle si por fin volvería a casa al día siguiente como estaba pactado.

Fue él el que abordó el tema.

"Bueno pareces más tranquila, te diré que tu historia en imágenes esta siendo muy solicitada y también tengo varias ofertas sobre ti…" me miró.

"¿Ofertas?" pregunté yo haciéndome la sorprendida "¿Qué tipo de ofertas y sobre que?"

"Veras, tu entrenamiento ha sido magnífico, ninguna mujer hubiera soportado en algunos casos el castigo que tu has sufrido, y tus amos y entrenadores han hablado de ti maravillas, por lo cual han surgido nuevos candidatos a amos que quisieran incorporarte a sus cuadras"

"¿Y bien?" volví a preguntar impaciente y angustiada.

"En este caso la decisión no era solo mía, sino también… de tu marido, al que perteneces, ya que entre los papeles que me firmaste para el contrato del reportaje, figuraba uno en el que reconocías ser propiedad exclusiva suya y mía y como socios todas las decisiones que tomáramos deben ser de acuerdo mutuo"

"¿Y yo…? Pregunte enfadada, "¿Yo pinto algo en eso?" volví a gritar, "Ese contrato que valor tiene, yo soy una mujer un ser humano y no podéis tratar conmigo como si fuera una mercancía o un animal"

"Lo siento pequeña, pero en este mundo en el que decidiste entrar esos contratos son ley, y si sales de este mundo a las bravas, tendremos muchos problemas"

Me quede aterrada, era una simple esclava, un cuerpo para sufrir y dar de gozar a los demás, y no sabía realmente el mundo en el que me había metido por mi deseo de experimentar cosas nuevas y tratar de alcanzar el clímax en el sexo y el dolor.

Hans me acompaño a mi habitación, después de tantos días, podría dormir en una cama como un ser humano, y con la tranquilidad, al menos momentánea, de que mañana regresaría a casa.

Tuve varios sueños esa noche, algunos agradables, otros no tanto, pero dormí profundamente.

Me levanté más animada y Hans me acompaño a desayunar, después tendríamos un largo viaje de casi 12 horas en un jet privado que algún personaje influyente amigo de Hans le había dejado.

Deberíamos volar primero a Paris, dónde Hans decía tener un compromiso ineludible, y luego ya regresaríamos a casa.

Era media mañana cuando llegábamos al aeropuerto. Yo iba bastante contenta, hacia un buen día y yo vestía informal y sin sujetador, pues tantos días sin usarlo me habían acostumbrado a no llevarlo y además mis tetas estaban aún algo doloridas de los duros castigos que habían recibido.

Al ducharme pro la mañana, había visto en el espejo que en algunas partes de mi cuerpo aún quedaban señales de los latigazos y torturas, pero ya estaban casi indelebles.

También mi ano volvía a la normalidad, aunque sufría ya una dilatación bastante acusada, aunque no molesta, que parece ser sería ya definitiva.

El vuelo hasta Paris fue tranquilo y en el Hans me dijo que no me preocupara, pero que tal vez una vez en casa debería organizarme para recibir alguna visitas de personajes importantes o acudir a citas relámpago, pero el me organizaría todo.

Quise protestar, pero el me dijo que estábamos en un camino inicialmente sin retorno, y que sólo si daba con un mecenas que pudiera comprar mi libertad, volvería a ser libre.

Me parecía una situación irreal, pero el mundo del sexo duro, me dijo Hans, funcionaba así y una vez que una mujer como yo, era considerada una pieza valiosa y entraba en el mercado, era muy difícil salir.

No volvimos hablar del tema y ya atardeciendo aterrizamos en Paris en una zona privada del aeropuerto, dónde fue un coche a buscarnos y trasladarnos al hotel.

En el hotel nos recibió un hombre de unos treintaitantos, elegante y agradable que nos acomodo y después nos indico que deberíamos bajar a cenar, pero que luego estábamos invitados a una fiesta privada. Imagine cual sería mi labor en esa fiesta privada, pero al menos parecía que sería de un nivel superior a lo vivido por mi en los últimos días.

Me vestí para la ocasión, con un vestido negro ajustado, con un escote pronunciado, con falda mini, seguía sin ponerme sujetador, con lo cual se notaban mis pezones, casi constantemente erizados después del trato recibido y se observaba mi "canalillo" entre mis comprimidas tetas. Un tanga era mi ropa interior abajo, y unas medias grises con brillos de esas que se sujetan por presión en el muslo, con unos zapatos plateados de tacón fino. El pelo recogido en un moño.

"Estas preciosa" me dijo Hans y cuando llegamos a cenar el francés, Jean Pierre, halago mi belleza y mi estilo vistiendo y no paro de mirarme, sobre todo al escote, durante toda la noche.

Terminamos de cenar y nos dirigimos hacia el centro de Paris, por la zona de Montmatre, allí llegamos a una casa grande, iluminada y donde se veía gran cantidad de gente disfrutando de una agradable fiesta.

Entramos y Has y Jean Pierre me presentaron gran cantidad de gente. Tome alguna copa y baile con ellos y con algún otro hombre que me saco a bailar, todo era música para bailar pegados, y con los que hable en francés.

En un momento determinado Hans vino a buscarme "tengo que presentarte a alguien" me dijo. Me cogió de la mano y me llevo a un salón apartado. Allí nos esperaba un hombre negro, de complexión fuerte, de casi dos metros de altura y sonrisa taimada. Bien vestido, con un tarje azul y corbata dorada sobre una camisa malva.

Sentí un escalofrió por la espalda, pero Hans me apretó la mano.

"Este es Mr. Haussmann, un industrial sudafricano, con plantaciones de algodón y fibras en Ciudad del Cabo" el hombre me tendió la mano y se inclino sobre mi, seguro que para, desde su altura ver mejor mis tetas "Encantado, señorita…?" me dijo en un perfecto castellano.

"Jana" respondí yo algo ruborizada.

"Muy bien Jana" y me invitó a sentarme en un sillón junto a él. Hans se sentó enfrente de nosotros. "Creo que ha tenido una experiencia en África un tanto especial" me dijo cogiéndome una mano y sonriendo.

Mire a Hans y me hizo un asentimiento con la cabeza.

"Si ha sido algo diferente, creo que he descubierto muchas cosa sobre mi en esos días"

"Me alegro que lo tome así, pues sin duda ha entrado en un mundo en el que aún se puede aprender mucho más y pueden conseguirse experiencias muy gratificantes con un tratamiento adecuado" me dijo apretándome la mano.

Hans se levantó y saludándonos se marcho a pesar de mis gestos de no dejarme sola con aquel hombre que me inquietaba aunque por otro lado me sentía cómoda con él.

Cuando Hans hubo salido el hombre me hizo levantar y me indico que caminara por al habitación, quería verme. Me sentí otra vez azorada, pero su mirada era imperativa, así que le obedecí.

Se levanto del sillón y se acercó a mí. Me cogió por los hombros y me plantó un morreo que me sorprendió en principio, pero al que después correspondí. Su olor agradable era penetrante y embriagador, me abrazo y beso largo rato y después me dijo suavemente que me desnudara.

Yo note su erección a través del pantalón y por lo que veía no estaba mal armado.

Decidí calentar aún más la situación así que fui desnudándome lentamente. Me baje el vestido, hasta el suelo quedando en tanga y con las medias, y el me miraba con detenimiento, se acercó a mi, y palpo mi piel, sopesó con firmeza pero con delicadeza mis pechos, "hmmmmm" susurró mientras lo hacia, note que tocaba alguna de las marcas que quedaban en mi piel, y asentía como complacido.

Me soltó el moño y se alejo par observarme.

Por un lado del salón parecieron entonces tres chavales que apenas llegarían a los 18 años. El les sonrió y ellos se detuvieron como pidiendo permiso. El asintió con la cabeza y los tres chicos se acercaron a mí y comenzaron a acariciarme, las tetas, la espalda, el culo, uno más atrevido metió su mano bajo mi tanga en mi sexo y me lo quitó mientras me besaba apasionadamente.

Me deje llevar tras la sorpresa inicial y decidí sentir.

Los chavales parecían saber lo que hacían, pues me pusieron a cien en un momento. Uno de ellos me llevo hacia el sillón y me hizo poner a cuatro patas apoyada en el.

Entonces vi de reojo a Mr. Haussmann, bajarse los pantalones y sacar un monumental pene que imagine enterraría en alguno de mis agujeros. Avanzó hacia mí y entonces uno de los chicos me separo las nalgas, mientras los otros dos me sujetaban los brazos y las piernas.

El dolor fue increíble, aquel grueso y duro pollón me taladraba el culo y yo pensaba que gracias a su dilatación había evitado que de ser unos días antes, mi culo hubiera sido roto de verdad por aquella polla.

En silencio, mientras los chicos me sujetaban y el me cogía del pelo para poder tirar hacia tras y enterrase mas en mi culo, el hombre siguió empujando sin piedad, entrando y saliendo con gran fuerza y violencia.

"Estas bien entrenada zorra" me dijo mientras seguía bombeando "han hecho un gran trabajo en ese culo, lastima no habértelo cogido virgen, para que hubieras sentido como te lo rompía" y siguió su ritmo de mete y saca hasta que un espasmo me indico que llegaba la corrida. Entonces salió de mi culo y haciéndome volver y arrodillar me enchufo su polla en la boca.

Apenas podía tenerla dentro ni de ancha ni de larga, pero el me sujetaba con las manos la cabeza y sus chicos me inmovilizaban, cuando un enorme caudal de semen me inundo la boca y casi me hace ahogarme, forzándome a tragar deprisa una cantidad de leche increíble.

Cuando termino, me indico que le lamiera y limpiara la polla, y con gran estilo se retiro.

"Jana, volveremos a encontrarnos muy pronto y tal vez la situación no sea tan placentera, para ti claro, creo que ese cuerpo y esa mente, están en un punto en que necesitan un trato más duro y correctivo" les hizo un gesto a los chavales y salio.

Los chicos no tardaron ni un segundo en acabar de desnudarme y tras tirarme sobre el sillón, empezaron a sobarme y mientras uno me la metía en la boca otro tocaba mis tetras y el tercero decidía estrenar mi coño.

Empecé a pensar en aquel hombre, tenia lago que me había subyugado, me sentía como si le perteneciera y la verdad es que estaba a gusto.

Durante una largo rato tal vez algunas horas, los chavales disfrutaron de mí a su antojo y recibí y trague mucha leche joven y caliente.

Un rato después llego Hans, me hizo vestir y volvimos en silencio al Hotel. Me dio un beso al despedirme y me susurro "Está encantado contigo… hablamos mañana"

Me di una ducha y me acosté, no me dio tiempo a pensar, tan sólo que mañana estaría de vuelta en casa.

En el viaje de regreso Hans me hablo de este hombre con grandes industrias en Sudáfrica y que se había quedado prendado conmigo, me dijo que tal vez me visitara alguna vez y que había tanteado la posibilidad de que yo viajara a Sudáfrica.

Le dije que ahora solo quería volver a casa y descansar y que ya hablaríamos.

Cuando aterrizamos mi marido me esperaba. Le vi distinto, como si de pronto mi actitud hacia él fuera de sumisión, como si en vez de mi marido fuera mi amo, me sentí extraña, pues de vuelta a casa en el coche, cada vez que veía un hombre atractivo, me imaginaba sometida a él…, atada, desnuda, azotada, follada… y un escalofrío me recorría la piel con una agradable sensación.

¿continuará?

(Historia real adaptada, novelada y narrada por Alcior©)

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