Esclava 24/7

Fantasía de esclavitud 24/7. Una esclava se traslada a vivir con su Amo. Quién pudiera vivir así...

Llevo una semana conviviendo con mi Amo JM. Soy su puta sumisa, su esclava, y le pertenezco desde hace un año. He dejado mi trabajo y mi familia para estar con él, mudándome a otra ciudad a 800 km de mi tierra por mi Amo, 22 años mayor que yo.

Llevábamos un año viéndonos uno o dos fines de semana al mes. Cada vez que venía a mi ciudad, lo recogía en la estación de tren, y lo primero que hacía era meterme en los servicios para follarme la boca y correrse en ella. Su semen era el primer trago de un fin de semana de tortura y emputecimiento. Me humillaba y torturaba hasta las lágrimas, y sin dejar de hacerlo mientras lloraba. Cuando se iba el domingo por la noche, lloraba de tristeza, porque quería más. Me encerraba en un cinturón de castidad y se llevaba la llave.

Me pidió que me mudara con él. Fue una decisión difícil. Era abandonarlo todo por el hombre que me domina. He venido con miedo y sabiendo que ya no será un fin de semana, y las órdenes que recibiera por el móvil. Ahora es a todas horas, todos los días de la semana, siendo su puta y su criada, ocupándome de la casa, de limpiar, fregar, y cocinar, y recibiendo palizas todos los días. Era consciente de ello y agradezco cada vez que me llama por mi nombre (“puta”), me azota y descarga su néctar sobre mí.

Aún no he salido de la casa y la ropa que me traje no me ha servido para nada. He estado veinticuatro horas desnuda, los siete días de la semana. Mi Señor trae lo que le pido para hacer la comida o limpiar, y no manejo dinero ninguno. Todo el que tenía se lo di, y cerré la cuenta.

Ayer, mientras planchaba sus camisas, entró en la casa. No me dijo de dónde venía ni tengo derecho a saber ni preguntar. No me dijo nada. Me quitó la plancha y la puso a un lado. Me hizo reclinarme sobre una mesa y me folló el culo. “Gracias por usar mi culo, Señor”. Siempre debo agradecerle todo lo que me haga, y verdaderamente me siento agradecida por todo. Por cada mirada, por cada desprecio, por cada uso, por cada momento de dolor. Después, me hizo arrodillarme en un rincón y allí quedé durante una hora.

“Zorra, ¿dónde está mi comida?”.

“Se la voy a calentar Señor.”

“¿Qué es esto?”

“Es un filete con patatas, Señor”.

“¿En esto me gasto el dinero?”

“Pensaba que era lo que quería, Señor.”

“Hoy no, pero me lo comeré. Ya sabes qué pasa si no me gusta la comida...” Y me sonrió con malicia.

“Sí Señor”

Recogí los platos y la mesa cuando terminó, quedándome siempre a su lado de rodillas, por si necesita algo.

Siempre como después que mi Señor, en la cocina, y sin plato ni cubiertos. La comida está directamente en el suelo. Así lo hago desde que me entregué a él hace tiempo cuando me quedaba sola en casa. Hoy, por equivocarme en lo que quería de comer, me ha tocado comer una plasta de comida de perro. Me entrenó para hacerlo cada vez que hacía algo que no le gustara en mi día a día.

“Así me gusta, perrita obediente. Que comas como lo que eres y la comida que te corresponde. Qué suerte tuve de encontrarte”. “Gracias por enseñarme quién soy, Señor. Gracias por elegirme como su puta perra”.

Mi Señor después se duerme la siesta mientras termino de recoger la cocina. Es el rato en que puedo relajarme, sentarme en el sofá y ver la tele. Eso sí, debo tener el café preparado para cuando se levante mi Señor, una hora después. Él me echa a veces su merienda al suelo para que me coma los restos.

La tarde suele transcurrir también tranquila. Debo ofrecerme como reposapies de mi Amo, aunque no siempre me usa así. Cuando no, debo permanecer de rodillas a su lado, o en la esquina hasta que quiera hacer uso de su objeto.

Por la noche, tras la cena, vamos a la cama. Por ahora he tenido suerte y me ha dejado dormir con él después de azotarme con el látigo, o la vara, de ponerme pinzas en las tetas o en el clítoris, y, por supuesto, tras follarme por cualquiera de mis agujeros hasta correrse. Dormimos, y el día vuelve a empezar por la mañana.

"Mañana es el gran día, esclava. Mañana serás mía para siempre. He pedido cita con el tatuador para que tengas mis iniciales en ese pubis que me pertenece: JM."