Escenas de un Cornudo 04

Otro año más de vacaciones en el complejlo iberal, aunque en esta ocasión será muy diferente a las anteriores, hace meses me convertí en el sumiso de mi mujer y ya me avisó que durante las vacaciones tendré prohibido usar mi poya salvo para mear.

Otro año más hemos venido de vacaciones al complejo liberal, aunque en esta ocasión me temo que será muy diferente a las anteriores, principalmente por que desde hace meses me he convertido en el sumiso de mi mujer y ya me avisó que durante las vacaciones tendré prohibido usar mi poya salvo para mear.

Para asegurarse de que eso sea así, nada más llegar me ha puesto un cinturón de castidad, este mantiene mi pene dentro de una funda rígida que impide la erección, de echo es tan pequeña que incluso estando flácido le mantiene presionado.

Entramos al bar, por supuesto desnudos los dos y yo con el cinturón puesto. Nada más llegar me ordena comerla el coño delante de todo el mundo hasta que se corra, quiere follar con alguno de los tíos que estén allí y lo quiere hacer sin preliminares, para eso me tiene a mi, para ponerla a punto.

No pongo objeción alguna, me arrodillo entre sus piernas, meto mi cabeza entre sus muslos y comienzo mi trabajo. Mi poya intenta ponerse dura, pero es imposible, el cinturón hace muy bien su función y no tardo en darme cuenta que mi cuerpo responde a esa restricción anulando la erección, pero a pesar de no poder empalmarme estoy más excitado que nunca.

Apenas han pasado diez minutos desde que comencé a lamer el coño de mi mujer se acerca un tipo, no le puedo ver bien, pero si les escucho hablar, su conversación es muy escueta, apenas ha saludado a mi mujer, ella le dice que se la podrá follar en cuanto yo haga que se corra y le ofrece mamársela mientras espera. Por supuesto acepta y los ruidos me indican que ese tipo será el primero que disfrutará de mi mujer durante estas vacaciones.

La verdad es que no se si será mejor conseguir que mi mujer se corra rápido o lento, temo que si lo hago lento ese tío se correrá en la boca de mi mujer incapaz de aguantar su mamada, algo en lo que es muy buena, pero a ella siempre la gusta que me esmere en hacerlo despacio y mi trabajo es darle el mayor placer.

Como suponía, antes de que mi mujer se corra el otro tío lo hace en su boca, pero cuando por fin saco la cara del coño de mi mujer me encuentro con unos diez tipos esperando turno para follársela, así que lo único que puedo hacer es sentarme y observar como se la van follando uno tras otro sin ni siquiera decir nada, se ponen entre sus piernas, le meten la poya bombean hasta que se corren y se van del mismo modo.

Nuestro mes de vacaciones acaba de empezar y mucho me temo que esto será el día a día hasta que nos vayamos, al menos espero que al volver a casa mi mujer me recompense con una buena corrida por haber sido un buen cornudo.