Escenas de sexo 2 (Parte 16)

Continuamos con las grabaciones. Con un fin de semana libre el sexo inunda nuestra casa.

Siento la tardanza. El tiempo y la inspiración son enemigos a tener en cuenta. Espero que no me hayáis olvidado y sigáis disfrutando de mis relatos. Os quiero avisar, que intentare intercalar un relato de Javi y otro de Jessica. Por ahora la serie de "La leyenda de Terra" queda aparcada.

Los días pasaban y la convivencia con Cris y Ana era muy buena. Nos compenetrábamos bien en todo. Casi nunca había alguna discusión, y cuando la había eran muy pequeñas y casi siempre acababan en sexo. Entre una cosa y otra, nuestro pequeño proyecto quedó en segundo plano hasta que por fin un fin de semana vimos el momento perfecto para conseguir nuestro siguiente video.

Cris preparo un poco el terreno, pero al final tuve que ser yo quien llamara a la siguiente chica, para explicarle todo. Como no, aceptó en seguida e incluso fue ella quien propuso el tema. Todos de acuerdo quedamos para el viernes a la noche.


La Cosplayer

Tal como habíamos quedado, a las ocho y media de la tarde sonó el timbre.

-¿Quién es?- Pregunté.

-Soy yo. Ábreme, tengo un pequeño problema.- Respondió una voz femenina.

Yo en seguida abrí la puerta del portal y la deje entrar. Habíamos quedado para planificar un viaje a Barcelona. Más exactamente al Salón del Manga que se suele celebrar allí. Por eso me sorprendí cuando la escuche hablar de aquella manera. En poco menos de dos minutos, el ascensor llegó hasta nuestro piso y de allí salió Carla, vestida con unos vaqueros, zapatillas de calle, una camiseta roja de tirantes, un fino jersey negro, ya que últimamente no hacía muy buen tiempo, y el pelo rubio teñido recientemente. Además, me fijé en una bolsa de plástico que traía. Estaba llena pero no parecía pesar mucho, ya que Carla la movía con soltura.

-¿Que ocurre Carla?- Le pregunté dejándole pasar.

-Es que no me decido.- Dijo ella desquiciada.

-A ver, tranquila. Vamos al salón y explícame lo que pasa.- Le dije, mientras le acompañaba. -¿En que no te decides?- Le pregunté una vez sentado en el sofá.

-En el disfraz que voy a llevar.- Me explicó.

-Seguro que cualquiera que elijas te queda bien.- Le dije con una sonrisa, que ella me devolvió. -Además, es lo menos importante. Todavía tenemos que decidir otras cosas.- Traté de quitarle importancia a aquel tema para que no se agobiara.

-Espera. He traído unos disfraces. Y me los voy a probar, para que me digas que te parecen, ¿Vale?- Me explicó, sin dejarme aceptar o negarme. Carla, cogió su bolsa y se metió en mi cuarto.

Poco después salió vestida con una botas altas que llegan hasta debajo de sus rodillas, una cinta negra enrollada en su muslo derecho, una minifalda negra y una camiseta de escote palabra de honor azul clarito. En seguida la reconocí, pero su pelo rubio hacia que le quedara mejor que a la original (por lo menos para mi gusto).

-Jill Valentine.- Respondí ante su mirada.

-¡Me has reconocido!- Exclamó sorprendida. -¿Te gusta?- Me preguntó acercándose más a mí.

-Estas increíble. Incluso mejor que la original.- Me sinceré mirándola de arriba abajo sin parar.

-¿Te importa ayudarme con las botas? Es que la cremallera está mal.- Me dijo sentándose en el sofá a mi lado y colocando su pierna izquierda por encima de las mías para que le bajara la cremallera.

Realmente no me costó nada quitarle la bota, pero tras hacerlo y dejar a la vista su suave pierna, no pude evitar acariciarla. Desde los dedos de los pies hasta la mitad de su muslo. Aquello parecía estar gustándole a Carla, ya que no apartaba su pierna, aunque ya le había quitado la bota. Estuvimos un buen rato, hasta que Carla decidió no dejar de lado a su otra pierna, a la que le dediqué el mismo trabajo, tras quitarle la bota sin ningún tipo de dificultad.

Poco después mis manos recorrían ambas piernas, suaves y delicadas hasta que sin poder aguantarme ascendí hasta meter la mano bajo su minifalda y acariciar su vagina a través de un tanga negro, de tacto muy suave. En seguida comprobé el grado de excitación de Carla, ya que el tanga se estaba empapando.

-Te lo voy a quitar, porque si no las vas a estropear.- Le dije irónicamente, y con ambas manos en sus caderas, por dentro de la minifalda, deslicé aquel tanga negro por sus piernas. Carla se dejo hacer, mientras guardaba aquel tanga en el bolsillo de mi pantalón. Ni corta ni perezosa, Carla, separó ambas piernas dejándome a la vista su depilada y húmeda vagina. Hipnotizado por su entrepierna, estire mi brazo y empecé a jugar con su clítoris mientras notaba como mi mano se iba humedeciendo en grandes cantidades.

-Umm... Javi...- Carla empezó a gemir, mientras se revolvía el pelo y cerraba los ojos fuertemente por el placer.

Sin avisarle, introduje dos de mis dedos en su vagina a la vez que jugaba con su clítoris. Aquello hizo que los gemidos de Carla aumentaran de intensidad. Decidido a hacerle tener un buen orgasmo, estiré mi dedo pulgar hacia abajo, en busca de su ano. Ella lo notó y me miró completamente excitada, pero en seguida cerró los ojos, por el placer, al sentir como introducía mi dedo en ano, a la vez que lo hacía en la vagina y jugaba con su clítoris. No tardo ni medio minuto en tener un fuerte orgasmo, que la dejo jadeante en el sofá.

-Hacía tiempo que no disfrutaba así.- Me dijo mientras se incorporaba y yo saboreaba de mi mano los fluidos de Carla. -Pero esto no va a acabar así.- Rio pícaramente mientras se acercaba a mí.

Sin pensarlo dos veces, nos besamos uniendo nuestras lenguas. Ella estiro su mano y empezó a acariciar mi pene a través del pantalón. Yo aproveché para amasar suavemente sus pechos, que ahora colgaban, gracias a la posición a cuatro patas en la que estaba Carla para besarme. Pero antes de darme cuenta, Carla haba conseguido bajar la cremallera de mi pantalón y sacar mi pene, completamente erecto, de los bóxer que llevaba puestos y había empezó a masturbarme lentamente.

-Que rápida.- Le comente divertido.

-Es que no me aguanto, jiji...- Rio ella mientras se arrodilla delante mi. Me quitó los pantalones y los bóxers y tras ponerse cómoda empezó a lamer mis testículos sin dejar de masturbarme. Poco después empezó a subir por todo el tronco de mi pene hasta la punta y una vez allí se introdujo mi pene en su boca. Solté un pequeño gemido de placer al volver a sentir su boca, su lengua y su maestría envolver mi pene. Sin molestarla, agarre su pelo en una coleta para poder verle bien la cara y sentir así más sus movimientos, mientras ella me devolvía una mirada lujuriosa sin detenerse en su trabajo.

-Buf... Qué buena eres...

-Pues solo he empezado.- Me aviso, sacando mi pene de su boca. Acto seguido, se alejo unos centímetros sin dejar de mirarme y deslizo su camiseta un poco hacia abajo, lo justo para que sus pechos botaran libres de la prisión de su camiseta. Se los agarró y estrujo suavemente, con la mirada clavada en mi. Sin soltar sus pechos, introdujo sus dedos índices en la boca y los chupo, humedeciéndolos, para a continuación acariciarse sus pezones.

-Que golfa estas hecha.- Le susurré, sabiendo que le provocaría aun más.

Carla, excitadísima, volvió al trabajo sin dejar de mirarme. Poco después me sorprendió cuando dejo caer su saliva entre sus pechos, para luego introducir mi pene entre ellos y comenzar con una buena cubana. Aquello fue el paraíso, y todo mejoró cuando bajo la mirada para acercar su boca, y cada vez que mi pene emergía de sus pechos, este desaparecía en su boca. Aquello fue increíble, pero estaba alcanzando mi limite, por lo que cuando Carla lo notó se detuvo en seco.

-Todavía no, Javi...- Ronroneó excitada, mientras se levantaba. -Aun queda mucho por hacer.- Y sin desnudarse se arrodillo, colocándose a horcajadas sobre mí, dejando que mi pene rozara su vagina. Entonces agarró mi pene y tras apuntarlo en su vagina, descendió lentamente, hasta que estuvo completamente sentada sobre mí.

-Que apretada...

-Llevó tiempo sin una buena poya.- Contestó con una sonrisa picara, y entonces arrancó en un suave vaivén, cabalgándome. Sus pechos botaban al unisonó mientras Carla me abrazaba por el cuello y gemía de placer. Gracias al parón de antes, había conseguido relajarme lo suficiente como para no estar en mi limite y poder disfrutar tranquilamente de Carla. Sin avisarle, agarré uno de sus pechos, a la vez que le pellizcaba el pezón, mientras introducía el otro en mi boca. Aquello arrancó nuevos gritos de placer de Carla, que aumentó la velocidad de sus movimientos. Antes que yo, Carla tuvo un nuevo orgasmo.

-Ahora me toca a mí, Carla.- Le dije levantándola y poniéndola a cuatro patas sobre el sofá.

-Espera...- Su voz sonó entre cortada por la respiración agitada. -Follate a Jill, no a Carla.- Me pidió tratando de recuperarse.

-¿Qué?- Le pregunté sorprendido.

-Por favor Javi...- Me pidió casi suplicándomelo.

-Está bien.- Accedí. -Demuéstrame como gimes Jill.- Y acto seguido la penetré de golpe. De su boca salió un fuerte grito de placer, y sin esperar a que se recuperara, empecé con una serie de rápidas embestidas, las cuales provocaban fuertes gritos de placer por parte de Carla. El poco tiempo de recuperación tras su anterior orgasmo y esta serie de fuertes embestidas, hicieron mella en ella, provocándole un nuevo orgasmo aun más sonoro.

-Joder, Javi... Me vas a matar.

-Cállate, Jill. Todavía no hemos acabado.- Le avisé, sacando mi pene de su vagina y levantando un poco mas su minifalda, lo acerqué a su ano. Tenía el pene tan mojado por la vagina de Carla, que este entro fácilmente en su ano.

-Aaa... Javi...- Sus gritos mezcla de placer y de dolor, me excitaron aun mas, y comencé a penetrarla suavemente. -Dame más duro, cabrón.- Me pidió sin dejar de gritar.

-Tú lo has querido... Jill.- Le dije al oído, lo que le excito aun más, y yo aproveché para aumentar la intensidad de mis penetraciones. Sin darme cuenta acabé embistiéndola fuertemente, provocando que sus pechos se agitaran descontrolados. Por lo que sin dejar de moverme, estire una de mis manos para agarrar uno de sus pechos y pellizcar su pezón, mientras que con la otra mano le acariciaba el clítoris y le metía dos dedos en la vagina.

-Sí, Javi, si... No pares...- Carla estaba fuera de sí, gimiendo y gritando como loca. Durante un rato se giro hacia mí y agarrándome de la cabeza, nos besamos.

-Jill... Me... Corro...- Le avisé cuando sentía que todo el esperma que tenia acumulado estaba listo para salir.

-Llénamelo... Javi... ¡Lléname todo el culo!- Gritó Carla, haciéndome alcanzar mi limite, y eyaculando dentro del ano de Carla. Aun seguí moviéndome un poco , pero enseguida me tumbé en el sofá exhausto. Carla, lamio mi pene limpiándolo de mi esperma y después se tumbó a mi lado.


-Joder...- Gimió Cris, tras apagar la cámara. -Como me pone veros follar de esa manera.- Se sinceró Cris, sonrojándose un poco. Carla y yo la miramos con una sonrisa.

-Como para no ponerse.- Se quejó Ana a su espalda. -Yo estoy que chorreo.

La verdad es que era excitante grabar los videos, pero aun más, si había gente viéndolo, como era el caso de Cris y Ana, que nos estuvieron grabando.

-Por cierto, esta no es la primera vez que folláis, ¿Verdad?- Preguntó de pronto Ana.

-Tienes razón.- Admití yo, ante la sorpresa de Cris y Carla, que parecían querer ocultárselo.

-Ya lo decía yo. Se os veía muy... No sé cómo decirlo... Arg...- Se mosqueo consigo misma al no poder sacar la palabra que necesitaba. -Pero bueno, no pasa nada. Es más, espero volver a veros. Sois puro vicio, pero ahora, creo que una servidora necesita un pequeño apaño.- Me aviso mientras se daba media vuelta y se iba a nuestro cuarto. Cris me pidió que fuera por las moscas.

-Javi, creo que llevare este disfraz.- Me comento Carla mientras me marchaba.

-Me parece perfecto.- Le contesté guiñándole el ojo. Segundos después desaparecí dentro de mi cuarto. Poco después los primeros gemidos de Ana se hicieron escuchar mientras Cris y Carla hablaban y reían.

Al día siguiente Cris me comentó que lo tenía todo preparado para un nuevo video. Yo me quedé sorprendido. Tras unas semanas sin hacer nada, en dos días íbamos a tener dos videos. Bueno en realidad no me quejaba (ya me entendéis, jeje).


Amor de juventud

Todo había pasado muy rápido, sin darme cuenta ya era casi de noche y me encontraba viendo la tele y hablando con Cris y Teresa. Siempre se me había hecho raro que ambas se llevaran bien, pero en el fondo lo agradecía. Entonces un sonido familiar corto la conversación. El móvil de Cris.

-¿Dígame?- Preguntó Cris, al coger el móvil. -¡No jodas!- Exclamó de repente, y poco después colgó. Salió disparada al cuarto sin decir nada. En tiempo record, salió vestida con lo primero que pillo, unos vaqueros y un jersey, y nos contó por encima que su madre tenía un problema un poco grande y que se tenía que ir. Se despidió y como alma que lleva el diablo se marchó, dejándonos a Teresa y a mí, solos.

-Vaya... No sé qué decir, jeje...- Reí un poco nervioso.

-Tranquilo no pasa nada. En media hora tengo un autobús que me llevara hasta casa, así que no molestaré.- Me explicó con una de sus preciosas sonrisas, una de aquellas que tanto me habían cautivado siempre.

-Si quieres quedarte un rato mas no pasa nada.- Le dije tratando de ser cortes.

-No, tranquilo.- De nuevo aquella sonrisa. Y para ser sinceros no solo la sonrisa. Teresa, había mejorado con los años y se cuidaba todos los días. Era más alta que Cris, pero seguía siendo más baja que yo, el pelo larguísimo y castaño claro caía por su espalda, aquellos ojos verdes me seguían hipnotizando. Su cuerpo había sufrido beneficiosos cambios, sobre todo para la vista, sus pechos habían aumentado de tamaño, quizás no tanto como los de Cris, pero gracias al fino cuerpo de ella, estos parecían más grandes. Vientre plano y unas caderas de órdago, que finalizaban en unas piernas perfectas, adornaban la increíble figura de Teresa. Ya ni que hablar de su trasero, ni un gramo de celulitis, bien puesto y no muy duro, lo que permitía agarrarlo con ganas. Había venido vestida con unos jeans de color rosa acompañados por unas sandalias con un podo de tacón, y una camiseta de manga corta azul. Aunque también había traído una pequeña cazadora beige.

Sin darme cuenta tuve que empezar a tapar una pequeña erección que estaba sufriendo por culpa de mis pensamientos. Gracias a dios, Teresa no se dio cuenta y tras ver un poco la tele, se me pasó, pero seguía viendo aquel cuerpo en mi mente.

-Bueno, voy a bajar, que si no pierdo el bus.- Me dijo, sacándome de mis pensamientos. Habían pasado veinte minutos y yo ni me había enterado. Sin perder mucho tiempo, traje la cazadora de Teresa y le acompañé a la puerta.

-Gracias por venir y estar un rato con nosotros.- Le agradecí.

-Nada, es un placer estar con vosotros.- Me confesó con una nueva sonrisa.

Una sonrisa que me derritió. Se pegó a mí, y pude disfrutar de su aroma y el calor que emanaba, para darme dos besos de despedida, aunque no sé si fue queriendo o sin querer, pero por mi culpa nuestros labios se rozaron. Ambos nos sorprendimos y nos quedamos quietos con nuestros labios a escasos centímetros los unos del otros. Nuestras miradas se clavaron.

-Javi...- Susurró.

-Teresa...- Susurré yo, y ambos cerramos los ojos y nos dejamos llevar. Nuestros labios se pegaron y nuestras lenguas se entrelazaron mientras ella me abrazaba por el cuello y yo la cogía por la cintura.

Tras un largo beso, nos separamos y nos volvimos a mirar. No hizo falta nada más. Ambos lo queríamos, y aunque supiéramos que estaba mal, no podamos reprimir nuestro deseo. Cerré la puerta una vez ambos estuvimos dentro y le llevé hasta mi cuarto. Una vez dentro, Teresa se dejo caer sobre la cama y yo me coloqué sobre ella. Nos volvimos a besar.

-¿Te acuerdas de nuestra primera vez?- Me preguntó cuando nos separamos.

-Nunca podría olvidarla.- Le contesté con la mirada clavada en la suya.

-Yo tampoco.- Rio ella y se volvía a lanzar contra mí, uniendo su boca a la mía, y tirándome a un lado para colocarse ella encima de mí a horcajadas. Sin decir nada, agarró su camiseta por los bordes de abajo y tiro hacia arriba, dejando su torso desnudo excepto por un bonito sujetador liso de color rosa. -¿Te gusta?- Me preguntó exhibiéndomelo.

-Precioso, y te queda perfecto.- Le contesté sin dejar de mirarla.

-Si te soy sincera... Lo compre solo para ponérmelo cuando quedo contigo, por si... Por si...- Tenia la cara completamente roja y no le acaban de salir las palabras.

-Por si, ¿Qué?- Inquirí con tono suave para no agobiarla.

-Pues... Por si alguna vez podría ocurrir.- Respondió.

-¿Ocurrir, el que?- Pregunté sin darme cuenta de lo que hablaba.

-Que estuviéramos... Los dos solos.- Respondió mucha timidez.

-Teresa...- Respondí con voz suave, mientras me erguía y acariciaba su rostro con mi mano derecha. -Si me lo hubieras pedido, seguramente no hubiera podido resistirme a ti.- Le confesé, a lo que ella me miró sorprendida y tras esbozar una sonrisa de pura alegría me volvió a besar, con toda la pasión y dulzura del mundo.

-Javi...- Susurró mientras unas lagrimas recorrían su rostro.

-Teresa, no quiero que llores.- Le dije quitándole aquellas lagrimas.

-Lo siento.- Respondió ella tratando de tranquilizarse mientras se tumbaba sobre mi pecho.

Tras aquel momento, no sé si el ánimo estaba para seguir más adelante, por lo que esperé a ver su reacción. Poco después volvió a erguirse y me miro a los ojos.

-Javi... ¿Quiero pedirte algo?

-Hare lo que pueda preciosa.- Le contesté con una sonrisa.

-Hazme el amor.

Me quedé sorprendido sin saber que contestar. No quería que pensara que estaba desesperado ni nada por el estilo.

-Siempre que quieras.- Le contesté con una sonrisa.

-Gracias.- Me contestó lanzándose de nuevo a mis labios.

Esta vez, ella me quitó mi camiseta y acaricio mi torso, para de nuevo volver a besarnos. Sin previo aviso, separó sus labios de los míos y empezó a recorrer todo mi cuello con su lengua, mordiéndome suavemente de vez en cuando. Bajó por la clavícula, besándome el torso, mientras utilizaba sus manos para acariciarme entero. Antes de darme cuenta, teresa desabrocho el cinturón y me desnudo entero.

-Tan grande como siempre.- Comentó recordando nuestra relación y masturbándome lentamente.

Sin avisar, comenzó a lamer la base de mi pene, sin dejar de masturbarme. Lentamente empezó una ascensión por todo el tronco de mi pene hasta la punta, donde se entretuvo un poco, para finalmente introducirse mi pene en la boca. Quizás Teresa no era mejor que Carla haciendo una mamada, pero ella sabía lo que a mí me gustaba y tras tanto tiempo separados, parecía no habérsele olvidado. Ella siguió a lo suyo, sin prestarme si quiera atención. Disfrutando de mi, mientras yo disfrutaba de ella.

-Teresa... Voy... A acabar...- Le avisé, pero ella siguió a lo suyo, y acabé eyaculando en su boca. No se detuvo ni un segundo hasta que mis espasmos desaparecieron, y entonces se trago todo mi semen.

-Ummm... Y tan rica como siempre.- Rio con picardía mientras se relamía los labios.

-Y tu igual de buena que siempre.- Le contesté con la respiración entre cortada y recuperándome de mi orgasmo.

Teresa rio divertida ante mi comentario y me masturbó lentamente hasta conseguir que mi pene volviera a coger un buen tamaño. Tras eso se levantó y comenzó a moverse de forma muy sexy. Aquellas sandalias con tacón y el conjunto de pantalón y sujetador rosa le quedaban muy bien y si mi pene aun no estaba completamente erecto, no hicieron falta muchos movimientos para hacerlo crecer hasta el máximo.

Muy lentamente comenzó a desabrocharse el pantalón y a deslizárselo por sus piernas, dejando a la vista unas preciosas braguitas rosas. Teresa siguió bailando y yo me acerqué hasta el borde de la cama para sentarme y disfrutar del espectáculo más de cerca. Tras una bonita exhibición, Teresa, se acercó a la pared más cercana y apoyó las manos a la vez que ponía el culo en pompa. No hizo falta que dijera nada para saber lo que tenía que hacer.

Me acerqué hasta ella y me agaché para besarle y acariciarle las piernas desde abajo hasta arriba. Disfrute de su trasero y mientras lo besaba entero, llevé una de mis manos hasta su vagina la cual acaricié por encima de la braguita, la cual estaba empapada. Me levanté, aparté la parte de tela que cubría la vagina de Teresa y tras humedecer un poco la punta de mi pene, la penetré lentamente. Gracias a su altura y al poco tacón de las sandalias, Teresa estaba a la altura perfecta para la maniobra, y tras haber llegado hasta el fondo, comencé a moverme lentamente.

-Siempre has sabido lo que me gusta.- Le susurré al oído, lo que genero una nueva sonrisa en su rostro, tras la cual nos volvimos a unir en un pasional beso, sin que yo dejara de bombear, cada vez con más fuerza, sobre ella. Mis manos recorrían su cuerpo, sin que yo me detuviera un segundo.

Aquel "look" me encantaba, pero quería verla desnuda, por lo que desabroche el sujetador y este cayó al suelo dejando libres sus pechos que empezaron a botar al ritmo de mis embestidas.

-No pares, Javi...- Gemía Teresa casi clavando las uñas contra la pared.

Yo por mi parte, aproveché, ahora que sus pechos estaban libres, para agarrarlos y pellizcar suavemente sus pezones duros. Aquello pareció encantarle, ya que comenzó a elevar el volumen de sus gemidos. Al final, con un rápido sprint, Teresa tuvo su primer orgasmo entre fuertes gritos de placer.

-Increíble... Pero quiero mas...- Me dijo sentándose en la cama, a la vez que se quitaba las sandalias y las braguitas, quedando completamente desnuda.

Sin si quiera esperarme, se tumbo completamente en la cama y abrió sus piernas a la vez que llevaba una de sus manos a sus pechos y otra hasta su vagina, para masturbarse. Me quedé embobado mirándola.

-¿Vas a venir?- Me ronroneó, sin dejar de mover sus manos y yo, como hipnotizado, me tumbe un poco más abajo que ella y hundí mi cabeza en su entrepierna, la cual comencé a lamer. Sus flujos esparcían por todo el lugar y yo trataba de beberlo todo, sin dejar de lado su clítoris. Ahora con la otra mano libre, se dedicó de lleno a sus pechos y sus pezones, los cuales amasaba y pellizcaba con cierta fuerza. Tras una larga serie de gemidos y gritos de placer, Teresa llego a un segundo orgasmo.

-Pobres pezones...- Le dije, con cierto tono de tristeza, mientras ascendía por su vientre para dedicarme a lamer sus pezones, un poco rojos por los pellizcos de Teresa, lo que provocó, que volviera a gemir. Sin detenerme en mi labor, acerque mi pene hasta su vagina, y lo introduje casi de golpe. Teresa arqueó la espalda, ante mi invasión y atrajo mi cara hasta la suya y volvimos a besarnos mientras mis penetraciones empezaban a convertirse en rápidas embestidas.

-Eso es, Javi... Sigue...- Gritaba de puro placer Teresa, agarrándome del pelo.

Yo seguí embistiéndola mientras veía su cara de placer y escuchaba sus gemidos. La verdad es que Teresa era la única que hacía que mi excitación se disparase solo con sus gestos y demás. Obviamente aquello provocó que mis arremetidas fueran más fuertes de lo normal, llevándonos a ambos hasta nuestro limité.

-Teresa... Me... Corro...- Le avisé. Entonces yo me levanté sobre la cama y ella se arrodilló. Ambos nos masturbamos hasta alcanzar nuestro orgasmo y yo eyaculé sobre la cara, la boca, el pelo y los pechos de Teresa. Cuando ya no pude mas, Teresa trago lo que tenía en la boca y metiéndose mi pene en la boca, me limpio y saco hasta la última gota. Tras eso, Teresa se esparció todo el semen por la cara y los pechos, incluso por el pelo.


-Bufff... Estoy reventado...- Suspiré tirándome en la cama.

-No me extraña. Con semejante polvazo...- Exclamó Ana sentándose en la cama a mi lado. -Casi lloro cuando ella estaba encima. Qué bonito, jeje...- Rió.

-Había que darle cierto toqué emotivo, ya que éramos un antiguo amor.- Respondió Teresa tumbándose en la cama cansada.

-Pues ha quedado de cine.- Contestó Ana.

-No será que Javi te sigue haciendo hormigueos en el estoma, ¿Verdad?- Preguntó amablemente Cris, sentándose al lado de Teresa.

-Le tengo un cariño especial, si es lo que quieres saber.- Respondió Teresa, con el mismo tono que Cris. Cabe decir, que yo no noté ningún tipo de tensión entre ambas. -Es que como para no tenerlo. Es un chico magnifico.- Comentó en alto, sin dirigirse a nadie en especial, a la vez que me daba un beso en la mejilla.

-En eso tienes razón.- Le dijo Cris, mirándome con ternura.

-Qué vergüenza.- Exclamé, mientras me levantaba colorado.

-Oye, Javi... ¿Un apañito como el de ayer?- Me pidió Ana guiñándome un ojo.

-No, ya que la siguiente eres tu.- Le contesté, cosa que le agrado. De seguido, recogí la ropa interior de Teresa, las braguitas y el sujetador. -Y esto me lo quedó yo, si no te importa.

-Para ti.- Me contestó Teresa con una media sonrisa picara.

-Me voy a la ducha.- Les avisé tras guardar mi nuevo trofeo. -¡Ah! Y Cris, prepara cena para cuatro, ya no quedan autobuses para Teresa.- Esto último pareció contentar a las tres mujeres, que enseguida se levantaron y fueron a la cocina.