Escenas de mi loca vida.

Tras mi primera novela (Que no se te olvide: el sexo alivia la tensión, el amor la aumenta) quiero mostrar algunos fragmentos eróticos de la segunda parte, a ver qué os parece y cómo puedo mejorarlos.

Me dirijo hacia el baño para retirar mi maquillaje y cepillarme el pelo, que con la humedad, ha quedado más ondulado de lo habitual.

James entra haciéndose un sitio a mi lado para lavarse los dientes, poco después, yo salgo y me quito los zapatos, los pantalones cortos y deposito esas prendas en una silla.

No tardo en volver a estar acompañada, esta vez él se quita los calzoncillos, luego, los lleva hacia una bolsa donde meticulosamente va acumulando la ropa sucia. Sonrío por lo bajo, esto me recuerda a escenas de matrimonio.

Seguimos danzando por la habitación recogiendo todas nuestras cosas, yo abro la maleta y saco el pijama, lo dejo sobre la cama mientras me despojo de mi ropa interior, antes de que logre cubrirme, los brazos de James han rodeado mi cintura desde  detrás.

-¿Te he dicho alguna vez lo irresistible que eres?

Inclino la cabeza, dejando que trace un camino de besos por mi cuello.

-No con la frecuencia que lo necesitaría. -Contesto sonriente-

-¿Ah, no? -Pregunta dudoso- pues eso tiene fácil solución. -Susurra mientras sus manos van recorriendo mi barriga suavemente y se detienen sobre mi depilado monte de Venus- Ya estaba harto de estar en esa plaza, rodeado de indeseables que miraban de forma lasciva lo que es mío.

-¿Y qué miraban? -Pregunto orientando mi cuello hacia el otro lado, siguiendo el recorrido que hace con sus besos-.

-Te miraban a ti.

Sonrío recostando mi cabeza hacia atrás. Sus manos se han colocado a ambos lados de mis ingles, automáticamente mi respiración ha empezado acelerarse.

-No lo creo. -Susurro a sabiendas que esa curiosa observación es cierta.-

Uno de sus dedos se ha colocado justo entre los labios vaginales y los separa poco a poco abriéndose camino. De mi garganta brota un jadeo involuntario, es como si mi piel le necesitase, en cuanto me toca, todo mi cuerpo arde en llamas y se estremece de placer ante la perspectiva de volver a percibir un nuevo contacto.

-Te miraban con deseo, con ganas de tocar y acariciar tu suave piel morena.

Vuelvo a jadear de forma involuntaria cuando por fin, su dedo ha entrado en mí, percibo incluso la dureza de su miembro al presionar mi nalga derecha, inevitablemente, me convierto en gelatina, no me hace falta más estimulación para empezar a humedecerme.

Palpa mi humedad y su respiración también se agita mientras introduce y retira lentamente su dedo en mí.

Su otra mano resbala por mi cadera y se acomoda a mi nalga izquierda, la aprieta mientras sigue empalándome en su dedo una y otra vez.

-Joder Anna, -jadea junto a mi cuello- tengo ganas de hacerte el amor toda la noche...

Sonrío extasiada ante su comentario. Relajo mi cuerpo, abandonándolo en sus expertas manos que recorren cada parte de mi anatomía con una precisión increíble, se conoce cada pliegue, cada pequeño montículo, músculo, lunar... a la perfección. Entonces vuelve a hablar, sin dejar de tocarme, interrumpiendo el sonido de nuestras respiraciones entrecortadas.

-Tengo una fantasía... -empieza con prudencia, haciendo una pausa para que pueda ir asimilando poco a poco lo que está a punto de revelarme.- Se repite en mis sueños día a día desde el momento en que te conocí...

Entonces su lengua recorre lentamente mi cuello, mientras una de sus manos no deja de acoplarse a mi nalga, clavándome de forma suave las uñas, mientras la otra, sigue empleándose a fondo por estimular mi clítoris.

Suerte que no puede verme ahora, porque estoy convencida que tengo los ojos en blanco de pura excitación. Respiro hondo, antes de recobrar el aliento necesario para poder hablar:

-¿Cuál es tu fantasía? -Pregunto con un hilo de voz, desatando todo ese morbo que suscita la situación-.

James me da la vuelta, nuestros ojos, empañados por el deseo se encuentran y él me enviste con fuerza, me besa con una intensidad que debería estar prohibida y yo simplemente me esfuerzo en corresponderle. Sus manos han abandonado mi vagina y ahora sostienen mi cintura mientras va conduciéndome entre besos, hacia la cama.

En cuanto la parte trasera de mis rodillas perciben el mullido colchón, él me obliga a sentarme, mirándome desde las alturas mientras una de sus manos acaricia mi mejilla con delicadeza, por primera vez, este imponente plano que obtengo de él me hace sentir vulnerable, su altura y su cuerpo alto y perfectamente esculpido hace que le vea como a un Dios perdonándome la vida.

Su cuerpo cede repentinamente delante del mío, se coloca de rodillas en el suelo frente a mí y ambos quedamos a la misma altura. No puedo negar que me siento algo intimidada, cada uno de sus movimientos me desconcierta y mientras mi mente intenta anticipar sus pasos, él disfruta generando todo este misterio, teniéndome en clara desventaja y a su merced.

Su mano abandona mi mejilla y recorre mi cuello apretándolo ligeramente, permanezco muy quieta, concediéndole su tiempo y para qué negarlo, toda esta situación me está excitando sobre manera.

Sus manos finalizan el barrido por mi cuerpo en cuanto llegan a mis caderas, las masajea poco a poco con rotaciones de pulgar y con una voz cargada de erotismo susurra:

-Abre las piernas...

Trago saliva para aliviar el nudo de emoción que siento en mi garganta. Esto es algo diferente, excitante, morboso... muy despacio, ayudada por sus manos separo las piernas dejándole ver todo mi sexo.

-Más...

Inquiere y yo obedezco, incapaz de negarme a cualquier cosa que me pida ahora.

Entonces me dedica una fugaz sonrisa antes de zambullirse y apresar con su boca mi vulnerable vagina.

Sus insistentes lametones me producen espasmos, deseo cerrar las piernas para apresar todo ese placer pero él las retiene impidiéndomelo, empleándose a fondo para arrancarme descontrolados gemidos. Siento que voy a desfallecer cuando sus dientes se entretienen con mi clítoris y sus dedos siguen estimulándome rítmicamente, hundiéndose en mí, acompasando mis movimientos desesperados por sentirle más profundamente.

-Fóllame... -Le suplico con la voz entrecortada-

-Lo voy a hacer, -susurra haciéndome cosquillas sobre mi sexo- pero aún no.

Mi cuerpo se tumba derrotado sobre la cama mientras él separa los pliegues de mi vagina con los dedos e introduce su lengua en mí. Me retuerzo de placer con cada uno de sus movimientos, soy incapaz de contener todo ese cúmulo de sensaciones que atraviesan ahora mismo mi cuerpo.

Percibo como poco a poco se retira, no sin antes introducir dos dedos dentro de mí de una certera estocada. Sin abandonar su deliciosa acometida, su cuerpo asciende lentamente, recostándose ligeramente sobre el mío para buscar mi boca. Me lanzo a besarle con una urgencia desmedida, percibiendo el sabor de mis propios jugos aún en sus labios. Lo lamo, lo saboreo e inspecciono con mi lengua el interior de su boca, encontrándome con su juguetona lengua.

-Fóllame... -Repito en su boca y él que había detenido el movimiento de sus dedos en el interior de mi vagina, empieza a hundirlos en ella más y más, con fuerza, sin contemplaciones, siguiendo la marcha de un ritmo devastador-.

-Quiero follarte amor mío... -Susurra cerca de mi rostro, percibo su cálido aliento pero no tengo fuerzas para abrir los ojos y mirarle, sus deliciosas manos se empeñan en arrancarme desmedidos jadeos mientras se mueven con fuerza de dentro hacia fuera.- Pero quiero hacerlo por otro sitio...

Sus palabras me hace sonreír, me incorporo poco a poco y sus manos salen de mí sin perder detalle de cada uno de mis movimiento. Me coloco como una gata sobre la cama, mirándole a través de las pestañas mientras escalo por su cuerpo desnudo hasta colocarlo boca arriba. Con cierta perversión paso la lengua lentamente por mis labios y desciendo sutilmente hasta llegar con la boca a su perfecto pene. Me lo introduzco lentamente, chupándole la punta como si fuera un caramelo. Lo lamo, lo acaricio con los dientes y vuelvo a introducírmelo hasta el fondo de la garganta una y otra vez.

James suspira y se deja llevar mientras mi lengua le arranca descomunales gemidos que brotan de su garganta, entonces, sus manos se colocan a lado y lado de mi cabeza retirándome de él con suavidad.

-Así no... -Dice con una sonrisa divertida que esconde un secreto, y antes de darme tiempo a reaccionar, da una vuelta empujándome violentamente hacia atrás para volver a colocarse sobre mí, como un león que acaba de saltar sobre una despistada gacela-.

Me apresa las manos por encima de la cabeza y sus besos se centran únicamente en mis pechos. Intento no dejarme llevar por la situación, todavía no sé qué pretende hacer conmigo y estoy expectante.

-Quiero... -Empieza poniéndome nerviosa, mi respiración acelerada le hace detenerse para continuar con tiento- me gustaría... -corrige para no parecer algo impositivo- que me dejaras utilizar tu culito.

El aliento se queda atascado en mi garganta. Mis ojos le miran desorbitados y todo el esfuerzo que ha invertido en las caricias, es como si ahora no hubiesen servido de nada.

-Pero yo no...

-Shhhhh... -Me interrumpe- Lo haremos muy poco a poco, -Continua jadeante- prometo que te va a gustar... -sus labios detienen el temblor de los míos, al mismo tiempo que se esmera con las caricias hasta que empiezo a recobrar la excitación perdida.- Solo vamos a intentarlo, ¿de acuerdo? podemos parar en cualquier momento... -Su mano vuelve a colocarse sobre mi vagina y la mueve poco a poco, estimulándome. Cierro los ojos y me concentro en ese contacto, intentando olvidar lo que estoy a punto de hacer por complacer a un hombre.-

Me retuerzo nuevamente debajo de él, su persuasión es infinita y ni siquiera mi voluntad de hierro es tan fuerte como para no ceder ante su capricho.

Cuando ve por mis reacciones que la rigidez de mis músculos se ha destensado y he vuelto a dejarme llevar, orienta cuidadosamente mi cuerpo con sus manos hasta dejarme a cuatro patas frente a él.

Empiezo respirar con dificultad, tengo miedo y él lo sabe.

Sus manos recorren mi espalda mientras él se cuadra tras de mí. Acaricia mis nalgas y con cuidado va inclinándose sobre mi cuerpo, su mano me acaricia la vagina desde atrás, estoy tan lubricada que no tarda en palpitar ante su nuevo roce, se contrae con fuerza al sentir la presión de sus dedos en mi interior, resbalando de dentro a fuera, dilatando de forma circular las paredes de mi vagina. Emito otro jadeo cuando ese ritmo se repite un poco más fuerte y casi sin darme cuenta, percibo el húmedo estímulo de su lengua sobre mi ano, sus lametazos son fuertes, largos y certeros para despertar tanto mi placer como mi curiosidad.

Lentamente retira los dedos de mi vagina, moviéndolos hacia atrás, lubricando bien toda la zona con mis propios fluidos. La suave y resbaladiza fricción me estimula, me relaja y hace que me entregue a él sin reservas. Emito un gemido de placer cuando uno de sus dedos empieza a introducirse lentamente en mi ano, ya habíamos hecho esto antes, pero ahora me parece mucho más estimulante, por lo que me muevo para acomodarme a esa nueva intrusión, animándole a que profundice un poco más la penetración.

Parece intuir mi deseo y me complace, su dedo se mueve ahora lentamente, trazando circulitos, primero hacia un lado, luego hacia el otro. Seguidamente, varía el ritmo moviendo su dedo de dentro hacia fuera y cada vez que lo retira, vuelve a introducirlo un poco más profundo. Vuelvo a chillar, pero me dejo hacer, hasta ahora es soportable.

Me quedo un poco desconcertada cuando James se inclina para coger un bote que hay sobre la mesita, alcanzo a ver que es aceite hidratante y sin pensárselo dos veces, derrama un chorro sobre la palma de su mano y la unta sobre mi ano introduciendo nuevamente el dedo dentro de mí. A diferencia de antes, entra con mucha más suavidad, casi sin esfuerzo, lo vuelve a deslizar de dentro a fuera durante un rato, luego, se atreve a meter un segundo dedo y entonces siento esa presión adicional, mi ojete se dilata pero sigue estando muy apretado.

Respiro hondo, procurando no pensar demasiado en lo que estoy haciendo, sigo opinando que esto es una locura, pero es inevitable dejarse llevar por la situación y las mágicas sensaciones que produce en cada una de mis terminaciones nerviosas con su solo contacto.

Mueve los dedos de forma circular sin descanso una y otra vez, trazando el recorrido con mucha lentitud, intentando expandirme un poco más con cada vuelta. Transcurrido un tiempo detiene el movimiento, percibo como esta vez juega con los dedos índices de ambas manos y a medida que los hunde en mi ano los separa hacia los lados, dibujando un círculo perfecto, dilatado.

La sensación es extraña, no puedo decir que me desagrade pero no acabo de excitarme debido al miedo que me ocasiona.

-Háblame... -Le ruego con el objetivo de que sus palabras logren desviar mis miedos-

-Tienes un culito precioso, -Sisea entre susurros- desde la primera vez que lo palpé he tenido ganas de poseerlo...

Sus palabras me avivan, cierro los ojos y suspiro mientras profiero un casi imperceptible "si...".

-Tengo ganas de sentirlo alrededor de mi pene, deleitarme con su presión y moverme lentamente mientras te retengo con fuerza.

-Sigue... -Susurro excitada al fin por la morbosidad que encierran sus palabras.-

-Quiero follarte el culo muy despacio mientras mis manos te frotan el clítoris con rudeza, penetrándote por cada orificio de tu cuerpo y presenciar como este se retuerce de placer por cada envestida...

Jadeo y coloco el culo un poco más en pompa, deseosa de hacer realidad esa fantasía que ahora se ha convertido en un eco de la mía.

-Oh, Anna, si pudieras ver lo que yo estoy viendo ahora... eres sencillamente perfecta, tu culo me tiene hipnotizado y no veo el momento de hacerlo mío...

-Hazlo... -Le susurro con un hilo de voz- hazlo ahora.

James retira despacio los dedos de mí, siento como el aceite impregna la piel de mis glúteos.

Entonces sus manos se aferran a mis caderas y su miembro se introduce en mi vagina pillándome completamente desprevenida. De un golpe fuerte me hace chillar por la impresión; es la primera vez que lo hago sin preservativo, que siento la piel dura, resbaladiza y caliente de un miembro dentro de mí y eso me ha puesto aún más cachonda. Se mueve con furia clavándose como si estuviera intentando hacerse un profundo hueco en mi interior. Mi cuerpo se tambalea dichoso mientras mis pechos botan y yo deseo, con todas mis fuerzas, que este momento no acabe nunca.

Emito un nuevo grito mientras acompaño sus movimientos con el incesante balanceo de mi cuerpo, incluso mi vagina le retiene succionándole el pene con una necesidad apremiante. Pero esto no termina ahí, vuelve a pillarme desprevenida cuando sale de mi vagina y se dirige con cautela hacia el agujero de mi ano, con su pene recubierto de flujo y restos de aceite. Siento como se frota, jugando por la obertura hasta que detiene la punta de su miembro justo encima del orificio, mi corazón empieza a bombear con fuerza, cauteloso, a la espera de su siguiente acción.

-Despacio... -Susurra y de pronto, su rígido pene introduce el cálido glande dentro de mí, emito un chillido de dolor pues es mucho más grueso que sus dedos, pero él me sujeta con firmeza para que no me escape y espera paciente a que me calme sin mover un solo músculo.- Así mi amor, con cuidado... -Dice y vuelve a profundizar un poco más-.

Poco a poco siento que pierdo el norte, todo esto es demasiado extraño, demasiado intenso y podría desfallecer en cualquier momento a causa de la impresión.

-Ah... -Jadea moviéndose levemente en mi interior, su palpitante miembro tiembla dentro de mí, percibo esa leve presión como si fuesen los latidos de su corazón con una intensidad increíble- estás muy apretada, la presión me está volviendo loco, necesito meterla un poco más... -Susurra al borde del colapso-.

Sus palabras me excitan, entonces es cuando empiezo a sentir verdadero placer. Su pene se clava un poco más, vuelvo a chillar pero esta vez parece que no duele tanto, mi ano se ciñe entorno a él, incluso desea que llegue aún más profundo, que me atraviese entera partiéndome en dos.

-Ya está Anna... queda solo un poco más. -Me susurra jadeante, no termina de decirlo cuando siento como entra en mí de una profunda estocada, grito y solo ahogo ese aullido al hundir mi rostro en la almohada- Tienes un culo increíble, -Continúa transcurridos unos segundos en los que ha permanecido completamente inmóvil- ¿cómo estás? ¿duele?

-No... -Digo conteniendo el aliento-

-Voy a moverme... -anuncia y entonces lo hace; la fricción de su pene agitándose con dulzura dentro de mí, lentamente, despertando con sus pequeñas acometidas un deseo desmedido, una urgente necesidad porqué me dé más fuerte, porqué me haga daño.-

En ese momento sus manos me buscan desviando parte de mi atención, sus dedos entran en mi vagina y los mueve con cuidado mientras frota con la palma el ya estimulado clítoris. Me retuerzo ante ese movimiento y él vuele a moverse desde atrás, ahora un poco más deprisa. Mi necesidad crece por momentos, su lenta tortura me excita de una manera inimaginable y sin poder refrenar esas fuertes emociones, me encuentro moviéndome con fuerza contra él, estimulando su pene con mi ano mientras sus manos me aprietan desesperadas el clítoris, siguiendo el ritmo frenético de mis movimientos.

Nos movemos entre desmedidos jadeos, él me habla, susurra deliciosas palabras envueltas de erotismo y sin poder refrenarlo más, mi cuerpo se deshace ante la pericia de este hombre y me corro, me corro sintiendo como todo mi cuerpo se sacude de forma espasmódica, se contrae y se derrite mientras James se mueve con fuerza por detrás hasta alcanzar el clímax entre guturales gemidos.

Nunca en mi vida había sentido algo igual, tampoco había presenciado un orgasmo de tamañas dimensiones en James, que tras correrse en mi interior colmándome por dentro, se ha hecho a un lado y ha caído derrotado sobre el colchón.

-Ya es oficial... -Declara con los ojos entrecerrados y los brazos extendidos- me has hipnotizado por completo, cautivado de tal manera que no sé qué sería de mí si llegaras a faltarme algún día.

Algo incómoda por el exceso de fluidos que corren todavía por mi cuerpo cansado, intento recobrar las fuerzas para levantarme e ir al baño, pero me siento exhausta, incapaz de poner un pie en el suelo por temor a marearme. Me giro hacia James y le sonrío con ternura, no tengo fuerzas para contestarle pese a que me siento inmensamente feliz.

-¿Estás bien? -Me pregunta al percatarse de mi poco común silencio-

-Perfectamente. -Respondo convencida-.

-¿Te ha gustado?

Ahora sí, su pregunta me provoca una pequeña carcajada.

-De sobras saber que sí...

Él cierra los ojos e inspira profundamente.

-Para mí esto ha sido increíble, toda tú: las reacciones de tu cuerpo, el tacto de tu piel, el sonido de tu voz... todo... es... es... alucinante. -Ladea el rostro para encontrarse conmigo- La mismísima  Afrodita tendría celos de ti.

-¡Anda! -Espeto sin  poder refrenar las carcajadas- No hace falta que me aludes, ya te has salido con la tuya. -Le recuerdo-.

Sonríe.

-No son adulaciones, son verdades como puños. Nunca he disfrutado con el sexo como lo hago contigo, no veo el momento de volver a repetirlo. -Coge mi mano y la sostiene para besarla- No puedo cansarme nunca de ti, eres mi felicidad, el motivo de todos mis desvelos, el centro de mis pensamientos, la causa de mi dicha y mi desdicha, -sonríe- eres la pura imagen del erotismo para mí, lo eres todo. Absolutamente todo.

Yo sonrío ante sus inesperadas revelaciones, mira por dónde cada vez le cuesta menos poner nombre a sus sentimientos y expresármelos, hace apenas unas semanas sería impensable. Mis pensamientos se interrumpen cuando él vuelve a reclamar mi atención tirándome suavemente del brazo:

-Estoy en tus manos Anna, ¿te has dado cuenta de ello? -Inclino la cabeza y niego con timidez- Pues es cierto. No sé en qué momento se ha producido pero dependo de ti, de tu persona y ¿sabes por qué? -Vuelvo a negar con la cabeza- Porque eres la única persona que conozco que no necesita nada de mí, por lo tanto eso no te impide irte cuando quieras y destrozar mi vida entera. Sé que pese al estar conmigo no eres cien por cien mía y aunque eso me genere cierto desconsuelo, a la vez me anima a esforzarme en seguir mostrándote motivos para que te quedes a mi lado.

Le miro con mucha atención, nunca antes se abría atrevido a decirme algo así y por extraño que parezca, sentir que tengo tantísimo poder sobre alguien me da miedo.

-Tengo todo lo que cualquiera podría desear, -continua acariciado el dorso de mi mano con las yemas de sus dedos- eso que tú solo has visto la mitad, -Sonríe con amargura- Sin embargo todo eso es secundario si algún día llegas a faltarme tú. Mi persona, mi felicidad está en tus manos Anna. Nadie ha conseguido eso de mí jamás, siempre han jugado en desventaja porque cada una de las personas que se han acercado a mí en el transcurso de mi vida me he sentido, en cierta manera, superior. Sabía que me necesitaban mucho más a mí que yo a ellas y eso me ofrecía mayor seguridad; yo era el que decidía, hacía y deshacía. Contigo eso no funciona, -sonríe con amargura- no necesitas dinero, ni seguridad laboral, ni atenciones, ni privilegios... no necesitas nada que yo pueda ofrecerte y eso me convierte a mí en débil.

-Solo necesito a alguien que me quiera. -Digo de improvisto, sus ojos acuden rápidamente a los míos para no perder detalle- Que me quiera de forma incondicional sin intentar cambiarme.

Mis palabras parecen haberle dejado momentáneamente mudo. James se levanta, sentándose a mi lado y acerca mi rostro para ofrecerme un suave beso en los labios.

-Yo te quiero. -Dice a dos centímetros de mi cara.-

Sonrío y le abrazo con fuerza, demostrándole que justo en este momentos los sentimientos son mutuos.

-Ahora será mejor que vaya a ducharme... -Digo apartándome un poco de él- Estoy que doy asco.

Sonríe y se pone en pie de un salto. Antes que pueda parpadear se ha colocado al otro lado de la cama, frente a mí.

-Voy a darte un baño. -Dice y se aproxima a mí para alzarme en volandas-

-¿Pero qué dices? -Digo sin parar de reír-

-Lo que oyes, eres mi linda muñequita y voy a cuidar de ti.

No puedo dejar de reír mientras se encamina conmigo en brazos hacia el baño y me deposita con cuidado sobre la taza del váter, se dirige a la bañera y empieza a llenarla, también espolvorea algunas sales de baño y gel suficiente como para lavar a un elefante. Sigo riéndome como una tonta al verle danzar con prisa de aquí para allá, mientras coge las toallas, mi pijama y crema hidratante para darme un masaje después, intuyo.

Niego divertida con la cabeza y le dejo hacer, dejándome cuidar por este hombre que no solo está loco por mí, además, lo tengo en mis manos.