Escapada improvisada a la playa
Un inocente paseo por la playa acabó como nunca habría imaginado (Experiencia real de una amiga)
Lo que os voy a contar es una experiencia totalmente real que me pasó hace 5 años en una playa del Maresme, para poneros en antecedentes decideros que en ese momento tenía 24 años y estaba soltera desde hacía pocos meses. Sobre mí, pues soy una chica normal, estudiante de filosofía inglesa, creo que soy resultona, delgada, mis pechos son pequeños (pero firmes), rubia y no muy alta. Hasta la fecha nunca me había pasado algo así, había tenido 3 relaciones serias y pocos rollos. Por eso, cada vez que pienso en ese día creo que perdí la cabeza de manera transitoria. Ojalá que el hombre con el que tuve la experiencia lea mi relato J
Estábamos a finales de septiembre, hacía un calor muy agradable, tenía un par de días de fiesta extra en el trabajo y todavía faltaban días para empezar la uni, me encontraba con dos días de fiesta pero sin nadie con quien compartirlos, así que aproveché para ir a ver a mis padres que viven en un apartamento en la costa a las afueras de la ciudad, después de comer, volviendo a casa y viendo el día que hacía pensé que ir a la playa a leer un rato y pasear podría ser una buena idea, no llevaba bañador pero en el coche llevaba un pareo, con eso ya podría al menos sentarme en la arena y disfrutar de los últimos rallos de sol de septiembre.
Aparqué el coche en el mismo paseo marítimo, algo imposible de hacer en agosto, la playa del paseo que normalmente está abarrotada estaba prácticamente vacía. Cogí el pareo, el libro y mis gafas de sol, me quité las sandalias, fui hasta la orilla y me puse a caminar, eran las tres de la tarde, el sol apretaba fuerte todavía, pero el agua fresca en mis pies y alguna ola que me salpicaba más de la cuenta y mojaba el vestido ayudaba a superar el calor. Llegué al final del paseo y empezaba una zona menos poblada, continué con mi agradable paseo hasta llegar a una zona de rocas, las salté y llegué a una minúscula playita que quedaba protegida, en verano ese rincón solía ser una zona nudista. Aprovechando que el lugar era encantador y que estaba sola decidí quedarme, puse mi pareo, me estiré y abrí mi libro.
Ya estirada y disfrutando de ese lugar que normalmente estaba lleno de gente maldije no llevar el bañador, hacía calor y daban ganas de darse un baño. Llevaba un vestido veraniego, bajé un poco los tirantes para que me diera el sol en los hombros y subí la falda para que descubrir las piernas. No pasaron ni 2 minutos que el sol apretaba y el mar me llamaba, en los minutos que había estado allí no había pasado nadie, miré la ropa interior que llevaba puesta, un tanga blanco bastante simple y un sujetador también blanco muy discreto.
¿Y si me daba un baño rápido? Pensé… La ropa interior tampoco era tan diferente al bikini, estuve dudando unos segundos, ¿me bañaba? ¿no me bañaba? hasta que decidí hacer una locura por una vez en mi vida, noté una extraña sensación de nervios y excitación. Me quité el vestido y me quedé en ropa interior. Respiré hondo, me levanté, caminé hasta la orilla, me quedé unos segundos mirando al mar, era un placer poder estar, sola en esa playa. Salí corriendo y me lancé de cabeza para zambullirme, el agua todavía estaba a buena temperatura después del caluroso verano, notaba como mis blancas tetas se salieron del sujetador, pero como no había nadie no me importó. Disfruté del baño unos minutos y salí del agua, al salir el sujetador mojado ya no hacía su función como antes, intenté recolocarlo y poner mis tetas a salvo, al llegar a la toalla vi que tenía otro pequeño problema, mi tanga podríamos decir que tapaba más bien poco, la fina tela mojada transparentaba mi poblado vello púbico que ya no estaba muy bien depilado por estar a final de verano. Como estaba sola no le di importancia, me estiré, me relajé y me centré en la lectura de mi libro. Sin darme cuenta me quedé dormida.
¡Me desperté de un sobresalto! miré el reloj, solo me había quedado dormía un cuarto de hora, mi libro estaba tirado en la arena, lo recogí y al levantar a vista vi algo inesperado. Un hombre un poco puretilla para mí, de unos cuarenta años, fuerte y fibrado estaba en el agua, justo en ese momento salió y casi me da algo. ¡Estaba totalmente desnudo! Vino hacia mí, yo no sabía dónde mirar, pero claro fue inevitable mirarle la cosita, que de cosita nada, era enorme. Pasó justo por mi lado, me sonrió y se estiró en una toalla que había puesto a escasos 2 metros de mí. No sabía que hacer, estaba en ropa interior con un tío en bolas a mi lado, pensé en irme, pero algo hizo quedarme, controlé los nervios y cogí de nuevo mi libro, me puse las gafas e intenté centrarme en la lectura. Pero no podía concentrarme, los ojos se me iban hacia la derecha sin poder evitarlo. Dejé la lectura y me estiré de cara para tomar el sol, a ver si así podía dejar de pensar en ello, me estiré, pero al hacerlo me di cuenta que estirada mis tetas asomaban por encima del sujetador y peor aún, el tanga todavía mojado seguía transparentando, me di la vuela, pensé que mejor enseñar mi culo blanco que mis tetas Las gafas me protegían y en esa posición podía mirarlo de manera discreta, no pude evitar quedarme mirando esa cosita tan grande, nunca había visto una igual en directo, el hombre iba totalmente depilado y lucía un perfecto y uniforme bronceado, se notaba que era un asiduo de las playas nudistas. Pensé que quizás sería gay, había oído que muchos gays iban a playas nudistas a lucirse, y depilado y cuidado como iba podría no ir desencaminada… estaba nerviosa por la extraña situación, algo desconocido hacía que no me fuera de ese lugar, intenté de nuevo volver a la lectura, cogí el libro, me apoyé en mis brazos para estar más cómoda e intenté de nuevo leer la página 124 pero no había manera, los ojos se me iban de nuevo hacia la cosita de aquel hombre. Tenía que ir con cuidado porque al final se daría cuenta, aunque tenía la sensación de que no le importaba mucho, seguía allí sentado con sus gafas de sol que no me permitían ver hacia donde miraba, ¿me miraría a mí?
En ese instante me di cuenta de que el maldito sujetador volvió a jugármela, mis rebeldes pezones volvían a asomar quedando a la vista, intenté sin mucho éxito protegerlos, tener unas tetas no muy grandes que no llenaban el sujetador con copa es lo que tenía. Me estiré e intenté seguir leyendo, pero era una posición incómoda y poco lógica, por no decir ridícula, ¿qué podía hacer? Al final ese hombre se pensaría que estaba loca, así que decidí volver a la posición anterior aunque mis pezones asomaran, total él iba en pelotas y quizás no se había dado cuenta y eran todo paranoias mías, fingí leer un rato pero el calor y nervios me estaba haciendo sudar como un pollo, necesitaba un baño, eso seguro que me tranquilizaría.
Me levanté sin pensarlo y me metí en agua. Intenté relajarme nadando unos minutos, iba mirando hacia la playa, allí seguía mi amigo, sentado tranquilamente con su cosita y sus gafas de sol puestas impasible como si nada, quizás yo debería hacer lo mismo y dejarme de tantas tonterías y nervios.
Salí de agua, de nuevo tuve que recolocar el sujetador y el tanga, pero el problema esta vez es que tenía a un invitado que no me quitaba ojo. Salí todo lo digna que pude, a ritmo tranquilo, pero sin pausa fui hacia mi pareo, justo cuando pasé por su lado no sé qué narices hice que me tropecé y me caí, por suerte la arena amortiguó mi caída pero el ridículo que sentí me hizo más daño en mi orgullo, me levanté lo más rápido que pude, el hombre al verme se levantó rápidamente y vino en mi ayuda.
- ¿Estar bien?
- Si, si, gracias, no ha sido nada.
- Torcido pie, ¿verdad? Arena y piedra peligrosa.
- Bueno un poco pero no es nada.
Estaba claro que era extranjero, hablaba un poco de español, pero no mucho creo. Me ayudó a levantarme, al notar las manos de ese hombre desnudo en mi espalda me quedé medio paralizada pero el pobre fue muy amable. Una vez en pie se agachó y me cogió el pie.
- ¿Dolor?
- No, no, no se preocupe, estoy bien gracias.
Puse el pie en el suelo rápidamente y me senté en mi pareo. El hombre se sentó a mi lado en la arena y siguió dándome conversación.
- ¿Usted es de aquí?
- Si, bueno, mis padres. Yo vivo en Barcelona.
- Que bien, yo de Alemania, aquí venir mucho por trabajo y vacaciones.
- Ahh..
- Me gusta playa mucho. ¿Hace mucho que estás?
- ¿Aquí? No bueno.. hace poco que he llegado.
El hombre, que en todo momento fue muy amable y educado se emperraba en darme conversación, a veces no se le entendía muy bien y mis nervios me tenían medio paralizada sin conseguir decir una frase completa.
Me siguió hablando y yo contestando con poco más que monosílabos hasta que al final tuvo la confianza de proponerme sentarse conmigo.
- Importa si me siento con usted.
- ¿Cómo?
- Yo aquí usted.
- Eh... Bueno.
No me atreví a decirle que no, se levantó, cogió su toalla y la puso junto a mi pareo y se sentó a mi lado. No me lo podía creer, de repente tenía a ese hombre con su “cosita inmensa” justo a mi lado. Me puse las gafas de sol para intentar que no me viese como se me iba la mirada hacia su cosita. Por fin el hombre se cansó de hablar, se estiró a tomar el sol dejando su enorme cosa por encima de su barriga, decidí hacer lo mismo, me estiré y cerré los ojos para tranquilizarme. Estuvimos unos minutos en silencio, levanté un momento la vista y vi como de nuevo mis pezones asomaban, aprovechando que el hombre seguía tomando el sol intenté recolocar con disimulo el sujetador. No conseguía tranquilizarme, estaba sudando de nuevo, creo que era más por los nervios que por el calor, me levanté de nuevo para darme un baño. Sin decir nada a mi nuevo amigo me metí en el agua, el frescor del agua me ayudó momentáneamente a relajarme hasta que llegó el momento de volver, el hombre estaba ahora sentado mirando hacia el horizonte lo que significaba que me veía, cuando el agua empezó a dejar de protegerme volví a colocar mi sujetador y mi tanga, salí del agua hacia mi pareo, intenté no respirar ni moverme mucho a pesar de mi cojera para que mis tetas rebeldes no se me salieran de nuevo del sujetador, con las transparencias del tanga ya poco podía hacer.
Al llegar el hombre me saludó con una gran sonrisa, le devolví el saludo de manera seca, estaba más preocupada con mi ropa interior que en saludar. Me senté, respiré hondo, el hombre me volvió a hablar.
- ¿Cuál tu nombre?
- ¿Cómo me llamo?
- Si perdona, me llamo Claudia.
- Ah, Claudia, bonito nombre, yo Franz.
- Aahh. Franz, encantada.
- Yo también, voy a agua.
- Vale.
El hombre se levantó y se fue hacia el agua momento que aproveché para intentar pensar. ¿Y si aprovechaba el momento y me iba de esa locura? No sé por qué no lo hice, me estiré y me puse a leer nuevamente. Al poco rato por el rabillo del ojo vi llegar a Franz con su cosa entre las piernas llegar. Me volvió a sonreír sin decirme nada y sentó a mi lado. Estuvimos de nuevo unos minutos en silencio, yo hacía ver que leía y el miraba el horizonte hasta que vi que cogió algo de la mochila. Un bote de aceite protector, se lo empezó a esparcir por el cuerpo, era un aceite de esos que queda brillante en contacto con la piel, fuerte y moreno como estaba todavía resaltaba más su cuerpo. Se puso crema en los brazos, el torso, hombros, piernas, culo, la cosita…. Hasta que llegó a la espalda y no podía, en ese momento me di cuenta de que lo estaba mirando de manera demasiado descarada cuando se suponía que estaba leyendo y que se habría dado cuenta y vaya si se dio cuenta que se dirigió a mí de nuevo:
- ¿Querer crema?
- ¿Crema?
- Si, crema para ti.
- Aah! Bueno, vale, si vale…
Al verme mirarlo debió pensar que le quería pedir crema y muy amable me la ofreció, no pude decirle que no, de hecho, me iba a ir muy bien porque yo no llevaba.
Me la dio, me quedé sentada y empecé a ponerla por las piernas, el culo, seguí por la barriga y torso, brazos, hombros y hasta donde mis manos llegaron por la espalda que no era muy lejos, en ese momento volvió a hablarme:
- Disculpa, ¿pongo crema espalda?
- ¿Cómo?
- ¿Crema espalda?
Me dijo señalándome la espalda. ¿Me estaba diciendo que si me ponía crema en la espalda? Me quedé sin saber reaccionar nuevamente, dudando si lo había entendido bien y mirándolo con incredibilidad, se lo debió tomar como un sí, se levantó con su cosita, me cogió el aceite, se puso de rodillas detrás de mí y empezó a embadurnarme la espalda, no me lo podía creer, ¡ese hombre en bolas me estaba poniendo crema! Me quedé inmóvil sin saber que decir mientras sentía sus grandes manos por mi espalda esparcir el aceite, tengo que reconocer que al hombre no se le daba mal, pensé que en su país eso sería normal y que simplemente estaba siendo un acto de amabilidad, todo lo contrario que estaba siendo yo. Noté sus manos entre las costuras del sujetador, le deberían molestar a la hora de esparcir la crema porque me bajó los tirantes de los hombros y me dijo:
- ¿Puedo abrir?
- ¿Abrir?
De nuevo no entendí que me quiso decir, mientras pensaba a que se refería con eso de “abrir”, sin tiempo a contestarle, noté como me desabrochó el sujetador que se deslizó entre mis brazos dejando mis tetas blancas como la leche a la vista, al verme desprotegida mi reacción fue la de taparme rápidamente con mis manos. El corazón se me aceleró todavía más pero no dije nada, sin el impedimento del sujetador continuó con esa especie de masaje improvisado por mi espalda haciendo comentarios un poco íntimos, pero de una manera tan natural que no sabía que responderle:
- Disculpe, molestaba para crema. Ahora mejor
- Si claro. Bueno ya está.
- ¿Usted no topless en playa?
- Bueno, ¿yo? Normalmente no
- Aquí todas mujeres topless. Así poner pechos morenos
- Si muchas.
- ¿Usted vergüenza?
- Bueno, ejem.. no ese eso.. bueno.
- Pero esta playa ser nudista
- ¿Ah sí? Yo no sabía.
Toda esa situación me superaba, pero yo allí seguía, contestando a sus preguntas indiscretas, con el sujetador abierto y notando sus dedos entre mis brazos y espalda introducirse por los costados llegando al contorno de mis pechos que tapaba con mis manos, luego desde los hombros bajó mucho más de lo que posiblemente era necesario, si no llega a ser por mis manos no quiero pensar donde habría sido capaz de llegar:
- Tu lista. ¿estar bien?
- Si gracias. Buen masaje.
- ¿Tu gustar?
- Si gracias.
- Si tu querer luego otro.
Con mi sujetador medio caído y con mis manos intentando tapar mis pechos me vi en la obligación de ofrecerme a ponerle crema yo.
- ¿Quiere que le ponga crema yo?
- Si claro, gracias. Sol mal para piel.
- Si muy malo.
El hombre se giró dándome la espalda, se sentó y me ofreció la crema, en ese momento tuve un momento de incertidumbre, tenía que cerrar el sujetador, a la vez coger la crema que me estaba ofreciendo Franz y taparme las tetas. Con los nervios lo hice todo mal, me intenté poner de rodillas detrás Franz, le cogí la crema, pero al hacerlo y ver mi teta destapada quise subirme el sujetador al mismo tiempo, la crema se me cayó, Franz se giró para ver qué pasaba, intenté coger la crema, pero al ver a Franz y a su cosita me bloqueé de nuevo por los nervios y me quedé con la crema en una mano, con la otra me apoyé en la arena para no caerme, el sujetador volvió a bajar dejando mis dos tetas al aire y me quedé con ese alemán mirándome a escasos centímetros de mis tetas:
- ¿Estar bien?
- Si si. Es que se me ha caído la crema, pero ya la tengo.
- Claro.. el aceite deslizar mucho
Dios, que ridículo estaba haciendo, Franz se giró y dejó de mirarme, eso me tranquilizó momentáneamente, al ver mis tetas desnudas noté una extraña sensación. Como ya me las había visto y en esa posición no podía verme no me tapé, no podía volver a hacer otra tontería y decidí ponerle la crema cuanto antes, luego ya me preocuparía del sujetador.
Volví a ponerme de rodillas, con mis blancas tetas al aire empecé a ponerle el aceite, tenía una fuerte espalda, estaba muy nerviosa, era la primera vez que hacía topless y ponía crema a un desconocido, pero la rareza del momento hizo que no pudiera evitar recrearme un poco, mientras le iba mirando la cosita desde mi ángulo privilegiado, al verla vi algo raro, ¿la cosita se había hecho más grande? Primero me asusté, luego me sentí rara y más nerviosa, continué unos segundos más sin poder dejar de mirarla hasta que la cordura y miedo me hizo parar para que no pensase nada raro:
- Bueno, pues ya estás.
- Oh! Muchas gracias Claudia
- De nada.
Se giró con una gran sonrisa, creo que me miró las tetas descaradamente, en esa posición sentado y yo de rodillas las tenía justo a la altura de su cara. Otro miedo repentino me hizo taparme con el brazo y levantarme, ¿pero para qué? Cuando me vi allí de pie, el sujetador cayó al suelo, no supe que hacer y lo único que se me ocurrió fue decir que me iba al agua otra vez:
- Estoy llena de arena por el aceite, voy a darme un baño.
Mientras iba al agua sin el sujetador primero pensé que había sido una buena excusa, luego que estaba loca, pero en el agua experimenté por primera vez la sensación de bañarme casi desnuda, era un placer sentir el agua por mis pechos desnudos. Pero no podía distraerme, tenía que pensar que hacer, el hombre estaba claro que ya me había visto las tetas. Tenía que dejarme de tonterías, si ahora me ponía el sujetador de nuevo quedaría como una tonta de remate. Pero por otro, mi timidez y vergüenza extrema hacía que no fuera fácil. ¿Y si venía alguien más? Pero desde que había llegado no había pasado nadie. Al final decidí armarme de valor, el quizás me había mirado las tetas, pero yo llevaba todo el día mirándole la cosita. Así que salí del agua, cuando dejó de cubrirme conseguí no taparme y fui caminando (todavía cojeando un poco) hacia las toallas con mis tetas libres, notaba como se movían al ritmo de mis pasos. Franz estaba sentado mirando como llegaba con su eterna sonrisa. Me senté en mi pareo orgullosa por haberlo conseguido, me miré las tetas, estaban todavía firmes y con una bonita forma, aunque no eran muy grandes, estaban un poco separadas y blancas por no haberles dado nunca el sol, ese día era la primera vez. Después de mirarme las tetas con orgullo miré mi tanga y lo que vi no me gustó tanto, mojado y con el aceite solar era como llevar papel de fumar, el vello púbico se me transparentaba perfectamente, con lo mal depilada que iba se podía ver hasta que era rubia natural y todo. En medido de esa situación tan extraña noté como la brisa del mar acariciaba mis pequeños pezones mojados, se me pusieron duros y me sentía un poco excitada y nerviosa a la vez. Mientras yo estaba con mis pensamientos Franz se fue a bañar. Al verlo volver me quedé mirándolo, estaba fuerte y moreno, pero lo más espectacular era su “cosita” aun acabando de salir del agua era muy grande, se le movía de un lado a otro con sus pasos. Cuando llegó volvió a sonreírme y me dijo:
- Veo que usted topless.
- Ehh.. jiji.. Bueno. Si.
- Muy bien, muy bien. Muy guapa usted.
- Gracias.
- Bonita tetas.
- JaJaja.. bueno gracias.
- Usted también, quiero decir que es muy fuerte.
- Yo GYM, mucho. ¿usted también?
- Ya se le nota. Si también voy, pero creo que no tanto como usted.
No sabía si era un descarado o quizás era tema del idioma, pero antes nunca un desconocido me había dicho algo así. Normalmente me habría ido corriendo, pero hablaba con tanta naturalidad que conseguía que no me importase. Me habría gustado decirle que a mí también me gustaba su cosita, pero claro, tampoco era plan y tuve que rectificar al vuelo. Después de esa conversación surrealista volvió el silencio, yo estaba mucho más relajada, ya no me importaba tanto estar en topless, poco a poco me iba acostumbrando. Al rato Franz me preguntó por mi pie:
- ¿Cómo estar pie? Antes ver caminar mal.
- No es nada, gracias, me duele un poco, pero nada grave.
- Yo ser médico, si me deja ver.
- ¿Usted es médico? Pero no hace falta.
- Yo insistir.
Franz se puso a mi lado, a la altura de mis pies. Levantó mi pierna derecha, la que me dolía, se la puso encima de sus muslos casi rozando su cosita, me cogió el tobillo y empezó a palparlo y moverlo:
- ¿Doler ahora?
- Un poco
- ¿Y ahora?
- Un poco más
Fue haciendo diferentes movimientos y me iba preguntado. Creo que sabía lo que hacía. Me apoyé contra mis codos para estar un poco más erguida y ver a Franz, mientras me inspeccionaba el tobillo me di cuenta que estaba con las piernas bastante abiertas y una levantada encima de sus muslos, eso hacía que le estuviera enseñado medio coño al dr. Franz, el tanga ya pequeño de por sí, estando húmedo, aceitoso y yo sin depilar provocaba que se transparentara todo. Eso al dr. Franz era imposible que se le hubiera pasado por alto, intenté juntar la otra pierna para no estar tan expuesta. Estar allí con las tetas al aire y ahora con mis piernas medio abiertas ya era demasiado. Por suerte Franz dio finalizada la inspección de mi tobillo y ya pude ponerme en una posición más digna. Su pronóstico fue que no era nada grave. Se volvió a estirar a mi lado y volvió el silencio.
Los dos estuvimos un rato tomando el sol de cara sin hablarnos. En un momento que abrí un ojo miré hacia Franz y vi algo que no me esperaba, estaba tomando el sol, pero a la vez se estaba acariciando su cosita que había vuelto a aumentar de tamaño. Cerré los ojos por si habían sido imaginaciones, los volví a abrir y no, allí seguía, acariciando muy lentamente su cosita que aumentaba de tamaño cada segundo. Volví a cerrar los ojos para pensar.
¿Se estaba tocando? Si, ¿Eso podía ser normal? Creo que ni aquí ni en Alemania. ¿Y por qué no me iba corriendo? No lo sé. Volví a abrir los ojos y seguía igual, ahora se acariciaba los huevos con mucha delicadeza. Eso no me podía estar pasando a mí, pero no podía dejar de mirar esa cosa tan inmensa en su máximo esplendor. No sabía qué hacer, me quedé estirada y de vez en cuando habría un ojo para ir viendo la evolución, Franz seguía con los ojos cerrados. Instintivamente mientras miraba ese pollón empecé a acariciarme el pezón izquierdo, quería no hacerlo, pero no podía evitarlo. De repente noté que algo me acariciaba por la cintura, abrí un ojo y vi que era Franz. Dios, con una mano me estaba acariciando la cintura y con la otra se estaba acariciando su cosita. Dejé de jugar con mi pezón y me quedé inmóvil sin reaccionar. Pasaron los segundos, quizás minutos, las caricias de Franz habían cambiado mi cintura por mi barriga, yo no sé qué fuerza sobrenatural me hacía permanecer inmóvil. Eso debió de dar confianza a Franz, las caricias a su cosita ya no eran tan suaves y su otra mano fue subiendo desde la barriga hasta el contorno de mi pecho. Hasta ahora no lo quería reconocer, pero por una parte me estaba excitada como nunca y por otra estaba muerta de miedo. Abrí de nuevo un ojo y pude ver la cosita de Franz mirando hacia el cielo mientras se masturbaba, Dios era la polla más grande que había visto nunca eso no podía ser real, noté como su mano llegó a mi pecho, primero me lo acarició suavemente, jugó con mi pezón hasta que noté su mano aplastarse contra mi pecho con fuerza una y otra vez. Dios, me estaba olvidando del miedo, la excitación era cada vez más grande, empecé a acariciarme de nuevo mi otro pecho mientras Franz jugaba con el otro, nuestras manos se rozaron repetidas veces, notaba como estaba muy y mojada, baje mi mano por mi cuerpo, llegué hasta el tanga, la introduje dentro, jugué con mi vello púbico hasta llegar a la vagina la abrí con mis dedos para llegar a mi clítoris, era la primera vez que me tocaba delante de alguien pero me daba igual, la mano de Franz dejó mis pechos, bajó por mi cuerpo hasta que se encontró con la mía, me ayudó a darme placer y lo dejé hacer, Dios que gusto, como sabía tocar ese hombre, pero yo en realidad quería otra cosa que llevaba todo el día deseando en secreto, la tenía allí muy cerca de mí y en todo su esplendor, la busqué y la encontré, mi pequeña maño no daba para cubrir ni un tercio de esa enorme polla, nos masturbamos un rato mutuamente hasta que Franz pasó a la acción, se incorporó y empezó a chuparme las tetas para seguir bajando poco a poco y llegar de nuevo a mi vello púbico pero esta vez con su lengua, me rompió el tanga con facilidad, puso su cabeza entre mis piernas, empezó jugando con mi poblado vello y a chuparme y dios como chupaba el condenado del alemán, nunca antes nadie lo había hecho como ese hombre, yo normalmente no era muy amiga de chupar las cositas a mis novios pero ese día haría una excepción, nos pusimos de lado, abrí todo lo pude mis piernas, Franz hizo lo mismo y por fin pude meter en mi pequeña boca la polla más grande que nunca había visto, era gorda, grande, hermosa como no había visto ninguna. Yo no podía más y llegué al orgasmo gracias a la juguetona lengua de Franz. En mi locura transitoria cogí por un momento la iniciativa.
- Franz por favor, sigue…
Dicho y hecho, Franz sin decirme nada me entendió a la perfección, me cogió, abrió mis piernas y con cuidado y lentitud fue introduciendo su gran polla dentro de mí. Se notaba que sabía cómo hacerlo, una vez dentro empezó a moverse como los ángeles, o eso me pareció a mí en ese momento, esa polla sí que daba placer, no como las de mi ex, para que luego digan que el tamaño no importa. Dios sí importa, nunca habría imaginado que algo tan grande pudiera estar dentro de mí, ya no podré follar nunca más después de haber estado en el cielo. Seguimos follando, Franz quiso cambiar de posición y me puso a cuatro patas, me ponía mirando a Cuenca o como me le pidiera. Volvió a cambiar de posición, yo iba a llegar otra vez, si, si, si, ¡siiiiiiii! No era muy dada a gritar, pero esta vez no pude evitarlo y grité sin complejos como nunca lo había hecho sin importarme, notaba que Franz también iba a llegar, empezó a gemir suavemente y a respirar con fuerza, aceleró los movimientos, sacó su enorme polla y un gran chorro de semen salió disparado contra mi cara y cuerpo. Esparció su semen por mis tetas, normalmente me habría dado asco, pero esta vez no, todo lo contrario, incluso probé un poco que me había caído en los labios y lo ayude a esparcirlo bien.
Me dio un beso en los labios, no nos habíamos besado todavía, se estiró a mi lado. Cogió un cigarrillo de su mochila y se lo encendió, yo no fumaba, pero ese día me apetecía, le cogí el cigarrillo de la boca y me lo fumé yo. Se encendió otro y estuvimos fumando desnudos, mirando al cielo en silencio. Terminé mi cigarrillo, estaba asqueroso, el semen de Franz se me estaba quedando enganchado a la piel:
- Voy a darme un baño.
- Vale.
Me levanté, vi mi tanga roto tirado en la arena, ya daba igual. Desnuda y en shock me fui al agua, me limpié de los fluidos de Franz, nadé ahora si totalmente desnuda por primera vez en mi vida. Realmente entendí a la gente que dice que es un placer, cuánta razón y cuantos años sin saberlo.
Mire hacia la orilla, Franz estaba estirado tan tranquilo. Millones de pensamientos pasaron por mi cabeza, ¿Qué acababa de pasar? ¿Cómo me podía haber pasado algo así a mí? ¿y ahora? Salí del agua, ya no me importaba estar desnuda delante de ese hombre, llegué al pareo, Franz abrió un ojo y me sonrió sin decirme nada.
Me estiré sin saber muy bien que tenía que hacer o decir. Me puse a tomar el sol, todavía me sentía extraña y excitada, era la primera vez que estaba desnuda en un lugar público. Pero mi increíble día todavía me guardaba una sorpresa de última hora. De repente escuché voces, miré y vi pasar por delante nuestro a 3 chicos que iban a pescar a las rocas, pasaron por delante de nuestro comiéndome con la mirada entre risas, dios que vergüenza, me habían visto pero bien. Me puse de espaldas, los chicos se quedaron arriba de unas rocas donde podían vernos perfectamente, Franz seguía tranquilamente tomando el sol ajeno a todos mis problemas.
Todo se me había ido de las manos, Acababa de follar con un desconocido en la playa, estaba en pelotas delante de unos adolescentes, había llegado el momento de irme. Me levanté ante las miradas y risas de los chicos. La situación era humillante, me puse el vestido directamente dejando el tanga y sujetador en la arena, cogí mi pareo, mi libro y me despedí de Franz:
- Bueno Franz, encantada. Me voy.
- Placer mío Claudia. Tengas buen día. Das teléfono.
- ¿Mi teléfono?
En ese momento no me apetecía hablar, pensé que sería más rápido dárselo e irme lo antes posible.
- Bueno, es el 555.55.55
- Gracias, te llamaré. Gran placer
- Bueno. Adiós.
Empecé a caminar por la playa en busca de mi coche todavía en shock por todo lo sucedido.