Escalando con Dani I

Espero que os guste. Cuento la historia entre dos amigos que se van a la sierra a escalar y una de las noches sucede algo inesperado...

Antes de que empeceis a leer os quería agradecer a todos los que habeis leido y valorado mis relatos anteriores y sobretodo a los que han comentado. MUCHAS GRACIAS, he tomado nota. Espero que este que empiezo os guste. Por ahora tiene dos partes pero si gusta puede que lo continue...

¡Qué ganas de salir del curro! Y hoy directo a la sierra.¡Qué ganas de escalar! Después de este largo invierno, ¡ya era hora! El rocódromo me gusta, ver a la gente y eso, pero nada en comparación con escalar en la roca. Una ducha y cojo la mochila y el crash pad y ¡listo! A ver si Dani no tarda mucho y no se nos hace de noche, que las rutas con frontal molan pero... ¡con tanto peso es una putada!

Gayumbos, calcetines, un par de camisetas, los gatos, y el saco, ¡qué no se me olvide el saco!, que aunque por el día hace sol, las noches de abril todavía son frías, ¡ah! Y el frontal, que sino seguro que me escoño por ahí. Y para comer que llevo, voy a ver que tiene mamá en la despensa... Unas latas de atún, un paquete de chorizo, queso, pan de molde, unos plátanos ¡ah! frutos secos, para que no nos de el bajón. ¡umm! Una botellita de vino, venga para la mochila que para cenar seguro que nos viene bien.

Ya está, me voy para el roco y le espero allí que ya son casi las seis. Todavía no me ha dado un toque pero me dijo que sobre las cinco saldría del curro, así que tiene que estar al llamar. Espero que no tarde mucho.

  • Lucas, ¿qué pasa tío? Has esperado mucho.
  • No te preocupes, si he estado charlando con estos.
  • Pues venga sube a la furgo que son ya las seis y media que al final me han liado en el curro y se nos va a hacer de noche.

Tardamos en llegar una hora y media, el viaje es tranquilo, debido a nuestros trabajos, el suyo en una empresa de telecomunicaciones y el mio en un hospital, ambos tenemos turnos que nos dejan días libres entre semana y nos permiten ir al campo cuando menos gente hay. Pillamos un poco de tráfico a la salida de la ciudad pero pronto la carretera se queda casi vacía. Dani ha puesto la radio y ambos disfrutamos de la música, incluso canturreamos alguna de las canciones. No hablamos mucho, los dos somos bastante callados, los montañeros tenemos fama de taciturnos y soñadores, no lo sé, simplemente si no tienes nada que decir, mejor cerrar la boca.

  • Ya estamos aquí.
  • ¡Aire puro! Que ganas de salir de la puta ciudad.
  • Venga que te ayudo. Ponte la mochila por delante y el crash pad por detrás.
  • Gracias. ¿Y la garrafa de agua?
  • No te preocupes, ya la llevo yo.

Hemos dejado la furgoneta aparcada a la entrada del parque natural, tenemos por lo menos nueve kilómetros por delante primero de subida, luego de bajada y por último vuelta a subir hasta llegar a los bloques. Espero que la roca esté bien, esta semana a llovido un poco pero con el sol de los últimos días espero se haya secado.

  • ¡Estoy hasta los cojones del crash pad!
  • ¡Cómo pesa el cabrón!
  • Pero a ver que hacemos sin ellos.
  • Si, los necesitamos para no rompernos la crisma cuando nos falla un agarre.
  • Sino es por ellos ya nos habríamos roto más de un hueso.
  • Tienes razón, la verdad es que estas colchonetas te salvan de buenas hostias.
  • De todas formas ya estamos llegando. Por ahí sale la ruta hacia los bloques.
  • ¿Paramos un poco y cogemos aire?
  • Venga y aprovechamos y sacamos los frontales que ahora nos metemos entre los árboles y cada vez se ve menos.

Llegamos a la zona de bloques, Dani sabe donde hay un refugio natural en esta zona, yo he venido un par de veces pero siempre a pasar el día. Él lleva escalando más tiempo que yo y se conoce la zona como la palma de su mano. Es la primera vez que me quedo a dormir aquí arriba. Me sorprende al verlo. Yo me imaginaba una cabañita, pero no, es simplemente un saliente en la roca de dos por dos y poco más de un metro de alto. ¡Todo un lujo! Bueno, es lo que hay, después del madrugón para ir a currar y la caminata cualquier sitio me vale para dejarme caer.

  • Suelta las cosas por aquí. Vamos a poner los crash pad junto a la roca y a sacar algo de cenar.
  • Perfecto, ¡qué tengo un hambre que me muero!
  • ¡Ah! ¡Qué gusto soltar el peso!
  • Si, ahora parece que floto. Cuando te lo cargas no parece tanto, pero después de unos kilómetros...

Cenamos y nos colocamos bajo la roca. Los crash pad no son muy largos, pero la verdad es que es una gozada poderse tumbar en algo blandito. Ha refrescado así que agradezco meterme en el saco. Dani también se mete, pero parece que a él el frío no le afecta. ¡se ha quitado la ropa! Yo no soy tan valiente, paso de quedarme en gayumbos, ¡qué hace un frio que pela! Me cuesta dormir, el silencio de la noche está lleno de ruidos, se oyen animales por todos lados. ¡Menos mal que Dani me ha dejado el lado pegado a la pared!

¡MIERDA! ¡QUÉ PASA! ¡Estoy helado! ¡qué frio!, ¿dónde está el frontal?, ¡estoy empapado! Me muevo, el saco, mi ropa, ¡todo está empapado! Enciendo el frontal, con la luz Dani se despierta.

  • ¿Qué pasa tío?
  • No lo sé. ¡Estoy empapado!
  • Ha debido llover. Mira, alumbra hacia arriba. -Salgo del saco como puedo, intentando no pegarme en la cabeza con la roca, tengo toda la ropa mojada-.
  • La roca chorrea por esa grieta. ¡Joder! Y ahora, ¿qué hago?
  • No te preocupes, anda quítate la ropa mojada y métete en el saco conmigo.
  • No se, tío, espera que busque algo de ropa seca.
  • No te preocupes, que así es mejor, entrarás antes en calor, ¡qué estas tiritando! -No muy convencido me quito la ropa y me meto en el saco, es verdad se está muy calentito-
  • Venga, vale.
  • Un poco justos pero cabemos, ponte de lado, ¡estas helado!

Estamos muy pegados, noto su pecho en mi espalda, pero la verdad es que es agradable sentir su calor, ¡si que estaba helado! Me relajo y el sueño me envuelve, pero antes de perder por completo la conciencia noto como su paquete crece contra mi. No se si es el sueño o lo agustito que estoy pero no le doy importancia y me dejo llevar por Morfeo.

  • Vamos arriba que ha salido el sol.
  • ¡Mmmm! ¿Qué hora es?
  • No tengo reloj, pero ya hace bastante que amaneció.
  • ¿Podremos escalar?
  • Si, lo de ayer debió de ser un chaparrón, la roca está seca.

Desayunamos algo de fruta y en un momento nos ponemos a escalar. Los gatos nuevos son una gozada, hacen que mis pies se adhieran a la roca mucho mejor que los viejos, los que uso en el roco.

Dani me enseña cada paso y consigo llegar a lo más alto en varias ocasiones, pero estoy muerto, tengo las manos despellejadas y resecas del magnesio. ¡Ya no puedo más! Me siento y le observo, no es mucho más grande que yo, está muy delgado, no tiene ni un gramo de grasa pero todos sus músculos se marcan a través de su piel morena. Nos parecemos mucho, incluso en ocasiones han pensado que eramos hermanos. Pero el está más definido, se nota que lleva media vida escalando y su piel es más oscura que la mía, los días en el campo le han curtido, yo soy más blanquito, tengo que tener cuidado y echarme crema.

Estoy mirando sus piernas, menudos muslos tiene, son dignos de ver, me quedo embobado, hasta que con un grito se deja caer.

  • ¡Ahh! Mierda, hasta que no me salga este no paro.
  • Venga tío, inténtalo otra vez y luego comemos.
  • Vale, pero de aquí no me voy hasta que no suba.

Después de comer escalamos un rato más y antes de que se vaya el sol bajamos hasta el rio para darnos un chapuzón y quitarnos el sudor y el magnesio que a estas alturas nos impregna medio cuerpo. Nos secamos con los últimos rayos del sol y cuando se esconde tras las montañas nos abrigamos y subimos al refugio a cenar. Escalar todo el día me ha dejado roto, pero la verdad es que ha sido genial, me encanta el Boulder, es una modalidad de escalada que te permite entrenar todo el año, se puede hacer en rocodromo pero lo mejor es salir al campo, la naturaleza, la roca...

  • Mira lo que he traído para acompañar la cena. -Saco la botella de tinto de mi mochila-
  • Menudo cabrón que estás hecho.
  • Toma la suiza y ábrela.
  • Puff, tío, que fuerte está.
  • Es peleón el cabrón.

Después de cenar jugamos un rato a las cartas, y acabamos la botella de vino entre los dos. Nos echamos unas risas, ¡me lo estoy pasando genial!, no se si es el vinillo, pero todo lo que dice Dani me hace gracia.

  • Lucas has mirado como está tu saco.
  • Mierda, se me olvidó, con las ganas de escalar esta mañana lo he dejado hecho una bola junto a la pared.
  • ¡Puff! Pues seguro que no se te ha secado.
  • Mierda, tienes razón. ¿Y ahora que hacemos tío?
  • Yo, que sé. Tendremos que dormir otra vez en el mismo saco.
  • Tú lo que quieres es volver a dormir conmigo.
  • ¡Pero qué dices tío! -No lo había pensado, pero menos mal que no hay mucha luz porque seguro que estoy rojo como un tomate.

Nos quitamos la ropa dejando solo los gayumbos, y nos metemos en el saco. De nuevo estamos pegados, piel con piel. Pero esta vez espalda con espalda. Cierro los ojos y me vienen imágenes del día, la roca, Dani escalando, sus músculos... Se da la vuelta y me abraza, no se por que, pero me gusta. Nunca había pensado que esta situación podría agradarme, las pocas veces que he ligado ha sido con tías. No es que ligar sea una de mis prioridades, entre el curro y el roco no tengo mucho tiempo...

¡Qué hace! Se pega más a mí y noto como su polla se clava en mi culo a través de la tela. Sus ásperas manos acarician mi costado, bajan hasta mis gayumbos y tiran. ¡¿Qué hace?! Estoy flipando, quiero decir algo pero no me salen las palabras. Su mano se adelanta y me coge la polla, joder, pero si estoy todo empalmado, la aprieta, y comienza a hacerme una paja. Dios, no puedo pensar, pero esto... esto es espectacular, como siga así me voy a correr.

No se si será el vino, saber que estamos aquí los dos solos o ¿qué? Pero me dejo llevar. Con la otra mano sigue abrazándome lleva sus dedos a mi boca, yo los chupo en un acto reflejo, ¿por qué? Los saca y me quedo desconcertado hasta que noto que acaricia mis nalgas, pero se va acercando más al centro... ¡No! ¡Eso si qué no!... Pero siguen sin salirme las palabras... estoy muy cachondo y en el fondo estoy disfrutando. Sus manos son fuertes y sus dedos anchos a causa de la escalada. Uno de ellos intenta entrar en mi agujero... Duele un poco, pero la paja que me está haciendo se lleva toda mi atención. Está dentro, lo mueve muy despacio... ¡Mmm! Es raro, pero me gusta... Mete otro y lo hace girar en mi interior. Los saca, me siento vacío, pero eso dura poco. ¡No! Esta intentando meter su polla. No va a entrar. Es imposible. ¡Duele!

  • Para... -Es lo único que soy capaz de decir-.

No dice nada, pero se queda quieto, no se cuanto a logrado meter, pero yo me siento lleno, creo que me va a partir en dos. Con un brazo me rodea el cuerpo, con la otra mano sigue pajeandome, estoy atrapado contra el saco, la cabeza de mi polla esta rozando contra la tela. Comienza a presionar de nuevo muy despacio, hasta que noto como sus huevos se pegan a mi. Creo que no voy a aguantar, seguro que estoy sangrando, el dolor es casi insoportable. Pero se para, se que va a continuar, me lo ha demostrado escalando, cuando se fija un objetivo no se rinde. Así que intento relajarme y déjame hacer. Pese al dolor estoy disfrutando, no ha dejado de pajearme en todo este rato.

  • ¡Ahh! -Sale de su boca justo cuando consigue clavármela entera-.

Yo no digo nada, el dolor me paraliza, comienza a moverse muy despacio, hacia afuera, hasta que casi la saca por completo y de nuevo la mete hasta el fondo, varias veces, lentamente, es raro, muy raro, me duele un poco menos, pero a la vez siento algo que me hace estremecer, acelera... Al igual que el ritmo de su respiración, que noto justo en mi nuca, eso me pone aun más caliente... ¡joder me va a partir en dos! Pero... ¡umm! La punta de su polla esta tocando... ¡ahhh! No se donde estará tocando. Su mano libre acaricia mi pecho. Lo presiona con fuerza, pero con sus ágiles dedos encuentra uno de mis pezones, lo pellizca y tira de él, lo siento tan duro como mi polla.

Esto está siendo brutal, excitante, animal, pero en la vida había disfrutado tanto... Más rápido, sus caderas chocan contra mi culo y yo contra la tela del saco. Aún más rápido, me pajea siguiendo el mismo ritmo, aprieta mi polla entre sus dedos y noto como me inunda por dentro, caliente, húmedo, el dolor ya no es tan fuerte y sus últimas estocadas me llevan a un estado... ¡ME CORRO! Descargo toda mi lefa por el saco.

Sale de mi lentamente y me abraza, yo no se que pensar. En el fondo me ha gustado, me ha gustado mucho, nunca antes había sentido nada así. ¡Ha sido increíble! Me abraza fuertemente y su respiración se tranquiliza. Se ha dormido... ¡No me lo puedo creer! Pero con todos los esfuerzos de hoy rápidamente a mi también me llama el sueño y me quedo frito.

Al día siguiente cuando me despierto no está, miro cerca del refugio, pero no le veo. Decido desayunar un poco después de echar un meo, algo un poco complicado porque me he levantado con la tienda de campaña puesta. Cuando estoy terminado de desayunar oigo un jadeo... ¡puff! Me recuerda a anoche. ¡ANOCHE! No quiero ni pensarlo, voy hacia allí y está escalando. Me pongo los gatos y yo también le doy varios pegues a la roca.

Después de comer recogemos las cosas y volvemos a la furgoneta, rumbo a casa. Hacemos el viaje en silencio, demasiadas cosas en que pensar...