Esa voz, es ella. 2

Estaba claro que desde que entró por la puerta del consultorio esta mujer tenía las reglas del juego puestas sobre la mesa, bastaba con que yo dijera que si para que la partida comenzara, estaba ganándome muy fácilmente, me conocía perfectamente y muy probablemente ya sabía que estaba apunto de caer en sus garras, un movimiento estratégico más y sería yo quien estuviera recostada en ese cama mientras ella me hiciera de mi lo que le placiera.

No es posible que después de seis años de haberse ido, de haberme abandonado aparezca en mi consultorio así sin más, como si nada, y que solo se atreva a elogiar mi fotografía, me debía mil explicaciones, esa maldita nota había destruido mi vida, me costó muchísimo volver a sonreír, y ahora viene aquí, cuando estoy tomando firmemente las riendas de mi vida y solo me dice que está bonita mi fotografía, esta mujer definitivamente no tiene vergüenza, no pienso entrar en su maldito juego, no volveré a ser su juguete, no sabrá lo mucho que sufrí mientras ella simplemente huía no sé a donde, no sé por qué y no sé con quién, solo digo lo más sensato que se me ocurre.

-Doctora Fernán, me puede explicar que hace usted en mi consultorio? No sé que pretende o a qué ha venido pero le pido que se retire porque tengo una paciente que atender.

-Vaya, veo que dejé de ser "Vero" para ti, y supongo que tampoco querrás llamarme "nena, mi amor o princesa"

-Le ruego por favor doctora, que deje de decir estupideces, no tiene ni el más mínimo derecho de venir a irrumpir en mis horas de trabajo para decirme tonterías, por favor retírese, ya le he dicho que tengo una paciente que atender.

-Me parece que no me has entendido Romi, yo soy tu paciente.

-Primeramente doctora, le pido de la manera más educada posible que no me tuteé, no le concedo ese privilegio, y en segunda, espero que no esté mintiendo o jugando con esto, yo me tomo muy seriamente mi trabajo.

-Ya veo, disculpe doctora, pensé que no le molestaría que la llamara como siempre lo he hecho, y permitame decirle que yo estoy siendo seria también, estoy aquí como su paciente, y requiero que me realice un chequeo general, sino me cree puede revisar la lista de su secretaria, y si aún así si usted no quiere atenderme solo basta que me lo diga, aunque me parece que eso no le enseñaron en sus clases de ética en la escuela de medicina.

En ese momento quisiera haber mandado mis clases de ética al carajo junto con ella, estaba sufriendo una revolución en mi cuerpo, estaba realmente sorprendida de verla, mi enojo evidentemente se había hecho protagonista, le guardaba rencor, una parte de mi quería decirle que se largara y que no volviera nunca más, y aunque me duela reconocerlo la otra parte de mi se habría lanzado a sus brazos, la hubiera besado con todas sus fuerzas, llorando le habría dicho que la había extrañado como no tenía una idea, que por favor se quedara, que no se fuera nunca más, que la seguía amando con toda mi alma, que seguía siendo el motivo de mi insomnio, de mi llanto, de mi soledad. Pero no me lo permitiría, estos seis años de dolor que me había causado su abandono no desaparecerían solo porque ella se encontraba frente a mi, más hermosa que nunca, no, le mostraré que yo sin ella puedo ser lo que siempre deseé que sería.

-No necesito que me recuerde mis clases de ética, yo sé muy bien cual es mi deber y lo cumplo con gusto, doctora Fernán tome asiento por favor, empecemos.

Quizá en ese momento me estaba metiendo en la boca del lobo, pero para mi no era una opción rechazar a un paciente, jamás, ni aunque fuera Verónica Fernán, seré su ginecóloga si ella así lo desea, y seré tan profesional como siempre. Después de que le pido que se siente ella solo me lanza una sonrisa, que denota canto de victoria, pero a la vez de felicidad y esperanza, de ternura y amor, y esto me dificulta aún más las cosas, ella me hace una petición:

-Se lo agradezco mucho doctora Valencia, nunca dudé de su moral, ética y deber como médico, solo una cosa le pido, por favor, yo entiendo y acepto perfectamente que usted pida que la llame de cierta manera, igual yo, me sentiría más cómoda si usted me llamara Vero, y me habla de tú, en este consultorio la única médico es usted, yo solo soy su paciente.

Esta mujer si que sabe ponerme las cosas difíciles, me conoce perfectamente, con esto solo ha logrado que mi piel se erice, no puedo creer que tan solo con eso logre alterar mis sentidos, no me queda otra opción que aceptar sus deseos.

-Como tu gustes Vero, comencemos, ¿cuándo fue la última vez que asististe con un ginecólogo?

-Hace poco más de seis años.

-Sabes que debes asistir por lo menos dos veces al año a revisiones, por qué no lo hiciste?

-Pues bien doctora, primero le diré que es mi deber ser completamente sincera con usted para que sea una consulta adecuada y completa, espero no le incomoden mis respuestas

-En lo absoluto, por favor continue, ¿por qué no ha asistido a chequeos ginecológicos desde hace tanto tiempo?

-Por que no soporto que me toque ningún ginecólogo que no sea usted.

Esto no me puede estar pasando, no solo me ha incomodado, ha hecho que una descarga eléctrica atraviese desde mi estómago hasta mi entrepierna.

-Me estás diciendo que la última consulta fue el chequeo que te hice yo?

-Así es doctora

-Pero estaba a mitad de la residencia, ni siquiera era formalmente ginecóloga, me estabas ayudando a practicar

-Era médico entonces, y aparte la mejor de su grupo en la residencia, para mi usted ya era especialista, y desde entonces usted se convirtió en mi ginecóloga.

-Bueno Vero, respeto y agradezco que me eligieras, pero es mi deber decirte que has hecho mal en no asistir a chequeos, pero bien, continuemos, has venido hoy por algún motivo en especial? Algún dolor, incomodidad, has encontrado algo inusual en tu cuerpo o algo que te inquiete?

-No doctora, he venido a un chequeo general, me siento sana, sin embargo sé que eso no es suficiente así que he venido con usted a que me lo confirme, o eso espero.

-Esperemos que así sea Vero, acompáñame por favor

Dicho esto me pongo de pie, y me dirijo a la puerta que comunica a la sala de exploración, la abro y me hago a un lado para que pase primero, inconscientemente dirijo la mirada a su trasero, ese que tantas veces fue mío, sin duda seguía tan bien como antes y seguía volviéndome loca. Ahora vendría lo más difícil, tener que explorarla para checar que todo estuviera bien, tan solo de pensar en volver a ver y tocar esos magníficos pechos que simplemente eran mi adicción ya estaba haciendo que mis bragas se mojaran. Dentro de la sala se encuentra la cama de exploración, un equipo para ultrasonidos, un monitor, y otras herramientas para revisiones más especializadas, así como un armario con batas para las pacientes, tomo una y me giro hacia ella.

-Muy bien Vero, te voy a pedir por favor que te quites tu ropa, y te coloques esta bata, y te recuestas sobre la cama, con tus pies estirados, primero revisaré tus pechos y posteriormente tus órganos sexuales externos e internos. Te daré privacidad para que te prepares, me llamas cuando estés lista.--Dicho esto salgo de la sala y me dirijo a mi sofá, me dejo caer y simplemente pienso en todo lo que está pasando, como es posible que la mujer con la que estuve por cinco años, la que me enseñó a amar de verdad, con la que viví tantas cosas, con la que compartí un hogar, planeé una familia, la mujer que me hacía llegar a lugares inimaginables cuando me hacía el amor, la mujer que me abandonó sin dar explicaciones esté en este momento en mi consultorio desnudándose para que yo la revise, justo ahora debería ser yo quien esté tirando al suelo ese vestido rojo y arrancando su ropa interior para hacerla mía, pero no, ella ya no es más mía, es mi paciente, debo respetarla y controlarme, por mi bien.

-Doctora Valencia, estoy lista para cuando usted guste.

La hora de la verdad, me pongo de pie, y me dirijo a la sala, entro y me encuentro a mi nena recostada en la cama, lista para que la revise, cada vez mi fuerza de voluntad se vencía más, solo quería lanzarme sobre ella y besarla con la intensidad que me he reservado estos seis años. Pero la poca cordura que me queda me lo impide y me limito a seguir con mi trabajo, tomo unos guantes de látex y me los pongo, con esto me dispongo a empezar con mi dulce y hermosa tortura de palpar el cuerpo de la que una vez fue mi mujer.

-Bueno Vero comencemos, por favor descúbrete ambos pechos, y primero colocarás tu mano derecha en tu nuca para revisar el seno derecho y posteriormente haremos lo mismo con el izquierdo.

Ella hace lo que le pido sin decir palabra alguna, tan solo cuando empieza a moverse siento como mi cara se ruboriza totalmente, no lo puedo evitar, muy probablemente parezca un jitomate a estas alturas, pero no puedo hacer nada al respecto solo continuar, cuando deja al descubierto sus pechos siento como los músculos de mi abdomen se contraen y mandan un pequeño recuerdito a mi entrepierna que responde lubricándose aún más de lo que ya estaba, ella pone su brazo como le indiqué y hago la exploración en su seno derecho, en la observación luce muy bien, perfecto diría yo, continuo con la palpación, al hacer contacto mis dedos con su piel puedo percibir como se eriza en repuesta al estímulo y ella cierra sus ojos, esa escena me brinda un sentimiento de indescriptible satisfacción, veo que ella tampoco ha olvidado como se sienten mis manos. Todo parece estar bien, hago lo mismo con el seno izquierdo y todo en orden.

-Todo perfecto con tus senos Vero, ya puedes cubrirte, ahora checaremos tus genitales, por favor pon cada una de tus piernas sobre los soportes para poder revisarte.

-Por supuesto doctora, pero por favor, no se apene, ese rubor le luce precioso pero no me siento digna de él.

Lo que me dijo simplemente me deja sin palabras, solo sonreí como una tonta adolescente enamorada y la miré a los ojos y después a sus labios, ella también me había regalado la más hermosa sonrisa, logré escapar de su encanto y me coloqué frente a su entrepierna, la cercanía me permitió llenar mis poros nasales con ese olor, inolvidable, mi fragancia favorita, el producto de mi vicio, mi perdición, era ella en toda su esencia, nadie como ella, era simplemente la mujer perfecta. se encontraba muy húmeda, otro punto más a mi favor, su vulva totalmente libre de vello, como si la había llevado, comencé por revisar su monte de Venus, al poner mis dedos sobre ella, dejó escapar un pequeño y casi inaudible gemido, y esto solo provocó en mi que me excitará como hacía mucho tiempo no me pasaba, la escena de causaba muchísimo morbo, ella tan vulnerable frente a mi, podría hacerle lo que me complaciera y podría jurar que ella no se negaría, pero no le daría ese gusto, continúe palpando sus labios mayores y menores, era increíble la alta temperatura a la que se encontraban, evidentemente ella también estaba muy excitada, separé sus labios con mis dedos para que me permitiera ver la entrada de su vagina, me encontré con una vagina muy lubricada, y su cuerpo continuaba emanando sus aclamados jugos, también me encontré con un clitoris tan hinchado que estaba listo para ser estimulado.

-Vero todo lo exterior parece estar en perfectas condiciones, si tú me lo permites procederé a hacer el tacto vaginal, para esto introduciré dos de mis dedos.

-Tiene mi permiso para hacer todo lo que usted requiera y guste doctora.

Estaba claro que desde que entró por la puerta del consultorio esta mujer tenía las reglas del juego puestas sobre la mesa, bastaba con que yo dijera que si para que la partida comenzara, estaba ganándome muy fácilmente, me conocía perfectamente y muy probablemente ya sabía que estaba apunto de caer en sus garras, un movimiento estratégico más y sería yo quien estuviera recostada en ese cama mientras ella me hiciera de mi lo que le placiera. Introduje mis dedos índice y medio lentamente, palpando sus paredes vaginales, recibieron mis dedos con una evidente necesidad, hacia tanto tiempo que no estaban juntos pero estaba claro que se extrañaban, al hundir completamente mis dedos en su vagina mi pulgar rozó su clitoris y escuché como ahogaba un gemido que me provocó un pequeño espasmo en mi vientre, simplemente saqué mis dedos rápida pero cuidadosamente.

-Todo perfecto con tu canal vaginal--dije esto poniéndome de pie y pude observar que su rostro se encontraba igual de ruborizado que el mío, sus ojos destellaban con un brillo hipnotizante y conservaba esa sonrisa encantadora.

-¿qué sigue doctora?

-Por favor baja tus piernas, por último haré un ultrasonido para revisar tu útero y tus ovarios-- ella así lo hace, y yo sin pedirle permiso subo un poco más su bata, descubriendo su vientre y un poco de su abdomen, su bien trabajado abdomen, estaba firme y se notaban ligeramente sus músculos, le esparzo un poco de gel y enciendo el monitor, comienzo a pasar el aparato por su vientre y en el monitor aparece la imagen, todo parece estar muy bien, mi niña se encuentra en perfectas condiciones, y eso me agrada. Con una toalla limpio delicadamente su vientre, y escucho como lanza un suspiro, volteo a ver su cara y ella se encuentra con los ojos cerrados, bajo su bata y le digo:

-Pues bien Vero, como tu lo dijiste, estás sana y en perfectas condiciones, hemos terminado, te dejo para que te vistas, estaré esperando afuera.

-Se lo agradezco doctora.

Salgo de la sala y me siento detrás de mi escritorio, inmersa en mis pensamientos y conflictos internos por tener a Verónica Fernán aquí, pongo mis codos sobre el escritorio y apoyo mi frente sobre mis manos, estoy tan ausente que no escucho cuando Vero sale, solo siento unas manos sobre mis hombros y levanto rápidamente mi cabeza, intento levantarme de la silla pero ella no me lo permite.

-Tranquila, por favor solo espera un poco, sé que es difícil para ti que yo solo me aparezca así después de seis años y te torture de esta manera, sé que piensas que soy una egoísta, pero créeme esto es aún más difícil para mi, desde que me fui no hay un solo día que no piense en ti, he llorado mucho también, dejarte fue lo más difícil que he tenido que hacer en mi vida, no te imaginas como te he extrañado, por favor dame una oportunidad para explicártelo todo, solo escúchame y si después decides no querer volver a verme yo me iré y no te molestaré más.

En ese momento solo tenía clara una cosa, sabía perfectamente como responderle a Vero, probablemente no era lo mejor o lo más sensato, pero después aceptaría las consecuencias.


Muchas gracias por sus comentarios, espero que les esté gustando, gracias por leer, ya viene lo bueno, lo prometo, besos.