Esa tentación llamada prima.

Que fácil es caer en la tentación y pecar con primas así...

Primas, ese gran pecado....

Pregunta rápida y sencilla:

¿Quién no tiene una prima, la cual desearía que no lo fuera, digamos para "conocerla afondo"?

Y no, no lo neguéis, seria mentiros a vosotros mismos.

Ese es el punto de partida de mi historia. Soy Alex 21 años, pelo castaño, 1,84m, complexión atlética y he pecado.

Y es que mi perdición fueron mis 2 primas, Carla y Silvia, hermanas.

-Carla, la pequeña: 18 añitos recién cumplidos. Muy hermosa larga melena ondulada y                                castaña, ojos color miel y no más de 1,65m. Sus formas son rotundas, exuberantes, un trasero redondito y prominente, unas caderas marcadas y vientre plano, y unos pechos            que he visto crecer poco a poco hasta ser 2 prominencias (o eminencia) redondas, de los       cuales pienso mi mano no abarcaría.

-Silvia, la mayor: 23 años. Más guapa que su hermana, de piel tostada y ojos negros,    larga melena negra y lisa, más alta que Carla, 1,70m. Sus piernas y culo son de infarto,             casi siempre calza zapatos de tacón que le sientan divinamente. Sus tetas son de un            tamaño medio (como llegaría averiguar, del tamaño de mi mano).

Ahora que ya tenemos las descripciones vamos con la historia.

_________PRIMERO PARTE_________

Verano caluroso en la capital, casi 40 grados en la calle y yo muriendo en casa, tirado en calzones penando sobre la cama.

Sí, soy un exagerado. Pero mañana mis tíos por fin se instalaran de nuevo en ese “supermegachachi” (leer con voz pija) chalet que tienen en la afueras. La malo, aparte de aguantar a la mujer de mi tío y su repelente voz (si usara esa boquita para otras cosas, ya me entendéis), es aguantar 45min de bus para llegar.

Lo bueno, la piscina y mi prima Silvia. Ella es un verdadero pivón, un poco más mayor que yo, pero desde críos tenemos una muy buena amistad, siempre muy cercanos. Aunque desde la adolescencia la veo con otros ojos y más de una vez le he dedicado alguna paja, aunque eso de que sea mi prima siempre ha sido algo sagrado. Verla en bikini va ser casi una tortura. Pero hace casi un año que no veo Silvia y a su hermana Carla.

Por la mañana temprano madrugo para llegar pronto a casa de mis tíos, quien dice pronto dice a las 12. Toco el timbre de la verja exterior y me abren.

Y mi prima y su bikini amarillo, de esos con poca tela me reciben con un cálido abrazo en el jardín. Seguida de mi “majísima” tía y sus 2 besos a casi un metro de la mejilla (así es como besan las pijas). La sorpresa es mi prima Carla, como ha crecido o más bien que bien ha crecido y en bikini, más discreto que el de su hermana, pero madre mía.

  • Primo – Silvia vuelve a abrazarme – te he echado de menos.
  • y yo a vosotras – me deshago de su abrazo – bueno, donde esta esa piscina?

Entre risas y bromas, me llevan a la parte trasera de la casa, donde está la piscina. Una enorme piscina casi olímpica.

  • donde puedo cambiarme – pregunto.
  • Aquí mismo – bromea Silvia – como cuando éramos peques.
  • Tengo un poco de vergüenza para eso – creo que hasta me pongo rojo.
  • vergüenza tú? - mi tía entra en la conversación – si de pequeño andabas todo el día con el pilindrin al aire.

Todas ríen a carcajadas mientras yo me pongo rojo cual tomate. Después de las chanzas me indican donde está el baño exterior que usan como cambiador. Es un cuarto con solo una pequeña ventana en el techo, pero dentro hay un pequeño tesoro, un bikini rojo tirado en un cubo de ropa sucia. A juzgar por el tamaño de la braguita solo puede ser de Silvia, lo agarro y lo acerco a mi nariz. Ummmm huele a hembra y a sudor. Si, también soy un pervertido.

Al salir ya ataviado con mi bañador ajustadito, no de esos tipo slip, pero si ajustado como para marca ligeramente la entrepierna. Mis primas están en el agua nadando, me doy cuenta de que ambas echan alguna mirada por debajo de mi ombligo. Me doy una breve duchita y, me uno a ellas de un salto. Al agua patos.

Al principio procuro nadar de extremo a extremo de la piscina, sin hacer demasiado caso de mis primitas, las cuales cuchichean en una esquina donde hacen pie.

  • Aaaaalex – Carla me llama a gritos.

Me detengo y miro hacia ellas. O solo hacia ella, porque Silvia no está a su lado. Unas manos hunden mi cabeza, haciendo que trague agua. Cuando saco la cabeza del agua veo a Silvia reír, al igual que Carla. Entre toses me abalanzo sobre ella, y aunque intenta huir la agarro de un pie y la atraigo hacia mí.

  • No será tan fácil – me dice

Me rodeo con sus piernas la cintura y se agarra a mis hombros.

  • Si yo me hundo – dice sonriendo – tu vendrás conmigo.

Pero mi cuerpo reacciona por sí solo, y mi hombría destaca repentinamente clavándose contra su vientre. La sonrisa se le borra casi tan rápido como mi cara se torna de un rojo intenso. Su cara en un poema, pero no se suelta, así que aprovecho su confusión para zafarme de ella, hundirla y nadar hacia la esquina opuesta de la piscina, rezando para que a través del agua Carla no viera también el percal. Al emerger de las profundidades, Silvia mirar a los lados buscándome, lo que provoca la risa de Carla, y a mí también me hace sonreír. Ella también se da cuenta de lo cómico de la situación y sonríe.

Durante el resto de la mañana la evito dentro del agua, nuestros juegos de basan en escapar el uno del otro. Aunque no parece enojada, sé que me lo reprochara. Cuando salgo del agua (no sin cerciorarme de que mis partes nobles están bien relajadas) noto su mirada clavada justo en mi entrepierna, pero finjo no darme cuenta y con la excusa de hablar por teléfono, arrastro una de las tumbonas en lado opuesto de la piscina a que ellas están puestas.

  • Niñaaaaas – mi tía berrea desde la puerta – a comer!!

Mientras nos dirigimos a la casa, Silvia me hace señas como para hablar conmigo, pero de nuevo finjo no verlas y la evito. Una agradable comida en familia, mi tío, mi tía, Carla y Silvia (dirigiéndome miraditas toda la comida) y un montón de comida como para alimentar a un ejército.

Después de comer, mi tío marcha a “cerrar unos negocios importantes”, mi teoría es que se va tomar algo con los amigotes o de putas. Mi tía y las chicas se van dormir un poco, me ofrecen la habitación de invitados, pero prefiero el salón. Ese salón con televisión de pago y una tv enorme. El caso es que al final me quedo dormido viendo una de esas series policiacas y cuando despierto hay una nota en la mesa del salón:

“Alex; Carla y yo hemos ido de compras para

la cena, tus padres vendrán a cenar.Te quedas solo con Silvia,

No hagáis tonterías y tened cuidad

Besos, tía Susi”

Al leerlo me entro en pánico, ¿ahora cómo voy a hacer para evitarla?

Lo primero que se me ocurre es subir a comprobar si todavía duerme, me armo de todo mi sigilelo, a lo James Bond y subo las escaleras sin hacer ningún ruido. Busco su habitación, entre asomo la cabeza y la veo. Es como un ángel durmiendo, aun lleva las braguitas del bikini y una camiseta de tirantes, presumo que sin nada más debajo. Al verla así, no puedo evitar imaginarme cosas, me veo en la cama junto a ella, mi mano acaricia suavemente su pierna, mis labio se posas en su cuello. Casi puedo sentir la suavidad de su piel, suspiro y mi polla se despierta bruscamente situándose contra su culo……esto solo es una fantasía, pero la erección es muy real y viene acompañada de remordimientos.

Decido bajar a bañarme a la piscina para bajarme este problemilla y refrescarme, pues sigue haciendo un calor del demonio.

Con el fresquito del agua, un par minutos bastan para relajarme de nuevo. Aprovecho una colchoneta hinchable que hay en el borde de la piscina para tumbarme a flote en sobre ella y pensar en lo ocurrido.

  • Y ahora como vas a evitarme – dice antes de saltar al agua.

Me sobresalta, aunque ahora mismo solo veo el arremolinamiento del agua por donde ha entrado. Los siguiente segundo se pasan súper lentos, son como en la película tiburón, casi puedo escuchar esa melodía tan característica antes del feroz ataque.

Y chan chan chan!!

Vuelca la colchoneta desde abajo, acabando yo en el agua. Al volver a la superficie la veo reír alegremente y eso me calma un poco.

  • Menudo susto maja – le reprocho en broma.
  • Susto el que me diste tu esta mañana – recupero un semblante medianamente serio.

Mi cara de nuevo entro en modo tomate y yo también me pongo más serio.

  • Lo siento no puede evitarlo – sueno como un niño bueno sobreactuado.
  • Sé que es algo que no pudiste evitar, melón – dice muy comprensiva – llevo todo el día intentando decírtelo.
  • Menos mal que no te enfadas - sueno realmente aliviado.
  • Déjalo ya Alex – dice sonriendo y me salpica – y pasemos una buena tarde.
  • Oyee!! – contesto – aun ahora te debo una aguadilla vengativa.
  • Aguadilla vengativa – se mofa de mí – tendrá antes que pillarme.

Y comenzamos un juego de ratón y gato, entre risas, gritos y provocaciones. Yo la persigo la hundo y ella hace lo propio conmigo, al principio solo nos hundimos sin más, pero cada vez nos acercamos un poco más. Yo la agarro por detrás y siento su trasero antes de ahogarla. Ella me agarra una pierna a la altura de muslo y me roza el paquete y así un sin fin mas de encuentros cada vez más atrevidos. Hasta que nos quedamos parados uno frente el otro, nuestros ojos fijos en los del otro y agarrados ya ni sé por dónde.

Y la beso. Beso sus labios tiernamente, siento su calidez y su dulzura, es algo indescriptible.

Cuando separo mis labio, ella continua con sus ojos cerrados como esperando más. Pero no, los abre y se separa de mí. Esta confusa y comienza a salir de la piscina. Yo, ahora que la he probado, aunque mínimamente, tengo claro que quiero más, que la quiero entera para mí.

  • Silvia espera – la llamo mientras salgo de tras de ellas – espera!!
  • Déjalo Alex – dice sin parar
  • esto está mal.
  • A mí me ha gustado – le digo – dime que a ti no.
  • No es eso – se para – no sabes lo bien que me sentí con el beso.
  • Cuál es el problema entonces? – preguntó.
  • Que soy tu prima, encima la mayor – dice seriamente – y soy yo la tengo que ponerle algo de cordura.

Ambos estamos en el salón. Junto a la mesa de comedor grande aun mojados y goteando todo el suelo. Una situación que es difícil de imaginar, en la que si no fuerzo un poco no me volveré a encontrar.

  • Es como cuando éramos pequeños – pretendo picarla – siempre fuiste poco atrevida.
  • como cuando éramos pequeños? – pregunta – eso ya no es como cuando éramos pequeños.

Su dedo índice señala mi entrepierna, la cual sin darme cuenta aun, estaba en plena demostración de poderío. El hecho de que la mire así, me da algunas esperanzas.

  • Ese no es el problema – replico – tú también has crecido, y muy bien además.

Yo miro descaradamente a sus tetas, ellas se pone un poco colorada. Pero sin cortarse un pelo se las agarra y bambolea.

  • Esto es lo que quieres – dice – las tetas a tu prima.
  • No solo eso – la miro a los ojos de nuevo – quiero acariciarte, besar, follarte y hacerte disfrutar.

A la ya lo he soltado, que a gusto me he quedado. Ahora mismo está como para sacarle una foto, aun agarra sus tetas y tiene una cara de sorpresa increíble. Aprovecho que esta así para acercarme. Una de mis manos se posa en su cintera y la otra en su mejilla, por fin noto su delicada piel.

  • Empezare por besarte – y cumplo mi palabra.

La beso de nuevo como en la piscina, como 2 enamorados en su primer beso, inseguro pero sincero. Cuando separo mis labios de ella, está igual que la piscina, como esperando más. Cuando abre los ojos, sonríe brevemente y esta vez es ella quien inicia el beso. Ahora yo no somos 2 adolescentes en su primer beso. Somos 2 adultos que se desean profundamente y se devoran las bocas mutuamente. El sabor de labios solo es superado por el de su lengua cuando se cruza con la mía y juegas locamente cambiando de boca.

Ya no tengo vergüenza de nada y la levanto por su trasero haciendo que sus piernas se crucen alrededor de mi cintura. La llevo a la mesa, sus piernas cuelgan por el borde y yo estoy en medio de ellas, presionando mi nabo contra su coño. Nuestro labios no se han separado para nada, ni siquiera cuando su mano baja mi bañador dejando al aire mi polla.

  • Espera – digo mientras me bajo del todo mi bañador – tienes condones?

Aun la miro desde abajo mientras saco el bañador por mis pies y quedo completamente desnudo.

  • No son necesario, tengo puesto un DIU – dice mientras me mira con deseo.

Más tranquilo, comienzo a incorpórame  de nuevo, besando cada centímetro de sus piernas, dejando que mis labios disfruten de su tez morena.

Cuando llego al centro de mi deseo aprecio un dulce olor a hembra, que me atrae sin remedio. Acerco mi nariz y aspiro profundamente llenándome de su esencia. Su braguita es de esa que tiene lazadas a los lados, lo que me facilita la tarea. Las desato y de un tirón hago correr su bikini bajo su culo y lo arrojó al suelo junto al mío. Pego un lametón a su depiladita vagina, ella me corresponde con un gemido y saboreó ese manjar.

Mis besos continúan ascendiendo por su vientre y ombligo. Me separo para desabrochar la parte de arriba y dejar a la vista esas maravillas, las cuales agarro torpemente y comienzo a masajear. Pretendo besarla, pero rehúye mis labios.

  • Sabes donde ha estado esa lengua – Explica- me da reparo .
  • No seas remilgada – uso una de mis manos para agarrar su cara – no pasa nada.

Y le doy un pico para comprobar su reacción, y aunque no se aparta aun esta reticente. La vuelvo a besar esta vez de verdad, y le cuesta pero me devuelve el beso.

  • No ha sido tan malo? – pregunto
  • No, no lo ha sido – dice ya tranquila – aunque sí que sabes raro.

Ríe tranquilamente mientras mi labios bajan a sus pechos y devoran su pezón izquierdo, parece que tiene cosquillas ahí pue se estremece y aparta.

  • Para – dice – eso me hace muchas cosquillas.
  • Vale vale – digo apenado – usare mi boca para otra cosa.

Poniéndome de rodillas, me acerco a su coño, ella se tumba sobre la mesa, permitiendo un mejor acceso a su tesoro. Sus piernas sobre mis hombros me dan calor sorprendente, aunque ambos ya estábamos sudando desde hace un rato. Mis dedos separan sus otros labios para permitir un acceso mejor. Y mi lengua se deleita recorriendo todos sus pliegues, saboreando su intimidad. Sus gemidos son casi gritos, música para mis oídos. Esta increíblemente mojada, y mi dedo casi se quema al entrar en ella. Comienzo a masturbarla frenéticamente con un dedo y después con 2. Mientras tanto mis labios aprisionan su clítoris mientras mi legua juguete con él. Ellas se viene arriba, está fuera de sí, grita mi nombre locamente y sus piernas y espalda comienzan a tener espasmos.

Se corre abundantemente en mis manos y boca quedándose en silencio, solamente se la oye respirar fuertemente.

  • Te ha gustado – pregunto agachándome sobre su vientre.

Ella solo me responde con un larguísimo y apasionado beso.

  • Al final me gustara este sabor – me guiña un ojo y sonríe.

Volvemos a la posición inicial, ella sentada y yo de pie entre sus piernas. Y por primera vez su mano rodea mi miembro, duro como el acero, comenzando un delicioso vaivén.

  • Ya me pareció antes, que esto ya no era ese “pilindrin” como decía tu tía – sonríe pícaramente.

Supongo que al mencionar a su madre ambos nos damos cuenta de lo que estamos haciendo.

  • Mira silvi…. – me tapa la boca con su mano libre.
  • Sé que esto está mal – dice seriamente
  • pero hemos ido demasiado lejos para dejarlo, así qué acaba lo que empezaste.

Ella acerca mi pene a su entrada, introduce solo la cabecita, pero con eso basta para sentir lo húmedo y caliente de su interior, y de un solo empujón la meto entera, arrancándole un gemido que es casi una queja. Mis huevos golpean en el borde de la mesa, duele. Será el Karma, por clavársela de golpe jaja.

Estamos quitos, mi miembro dentro de ella abrasándose, mientras nos miramos fijamente. Solo somos puro deseo en este momento. Comienzo a sacarla, para volver a golpear su chichi otra vez, pero esta vez sin detenerme. Repito ese movimiento una y otra vez, cada vez más rápido haciendo que nos llenemos de placer. El ruido que hacen sus muslos al chocar con los míos es genial, sus gemidos, mis jadeos. Todo junto es como una sinfonía perfecta. Ella es mi solista y yo el director de orquesta con la batuta entre sus piernas (toma burrada).

Seguimos haciendo “música” al compás de nuestros cuerpos, disfrutando de este dulce pecado. Yo casi estoy apunto y a juzgar por sus uñas en mi espalda y sus temblores ella va por el mismo camino.

No puedo más, me corro dando un último empuje bestial, chocando mis huevos de nuevo con la mesa, esta vez sin darme mucha cuenta y llenándola de semen. Ellas no se queda atrás y dejándose caer sobre la mesa gime fuertemente entre los espasmo de su espalda. Cuando las cosas se calman un poco, se incorpora de nuevo y me rodea con sus brazos.

  • De esta forma si – dice muy segura – así si está bien hacer algo malo.

Y nos besamos tiernamente y pausadamente, recreándonos con nuestros labios. Retiro mi miembro y procuro limpiar su entrepierna y la mía con la parte de abajo de su bikini, quedando esta inservible. Me reprocha brevemente por hacer eso, pero acallo sus protestas con otro beso…

Hay dios, escuchamos voces en el jardín y creo que también la llave en la cerradura. Asustados los dos por lo que pasara si nos ven así nos separamos rápidamente. Ella coge mi bañador y limpia a prisa los rastros de sudor sobre la mesa. Yo recojo su parte de arriba y sus braguitas empapadas. Se las entrego.

  • Al jardín rápido – corre hacia la puerta.

Yo la sigo sin pensar que ambos estamos aún en pelotas corriendo como locos. Al salir respiramos un poco.

  • Al agua patos – dice mientras me empuja dentro del agua.

Ella corre hacia la caseta que usan como cambiador, lo suficientemente rápido para que mientras ella cierra  la puerta, la otra se abre saliendo mi madre por ella.

  • Hola cariño – saluda mi madre – aun en el agua.

Acalorado y rojo por lo complicado del momento solo asiento.

  • Porque están rojo? – pregunta.
  • Nade mucho mami – digo – estoy un poco sofocado
  • Está bien – dice – no te demores en salir que tu tía y ya vamos a preparar la cena ya.

Cuando creo que está a punto de pasar lo peor mi tía sale enojada de la casa, me temo lo peor. Va acompañada de Carla.

  • Donde está tu prima? – me dice enfurecida .
  • Aquí mama – sale Silvia con el bikini rojo que estaba en el cubo de la ropa – que ocurre.

Su voz suena tan atemorizada que se me hiela la sangre.

  • Cuantas veces te dije que no entres con la ropa mojada en casa – grita mi tía – estropearas el suelo de jatoba tan caro y bonito.

Silvia se disculpa diciendo que sonó el teléfono. Creo que en ese momento ambos respiramos aliviados, a pesar de los gritos y barbaries que mi tía profiere con su aguda voz mientras entra en la casa acompañada de mi madre.

  • Por qué llevas puesto mi bikini? – Pregunta Carla .

Anda la leche, asique ese olor tan rico que tenía la braguita no era de Silvia.

  • No tenía otro seco, enana – se justifica Silvia.
  • Que sea la última vez – dice Carla fingiendo enfado e imitando a su madre.

Los 3 reímos tranquilamente.

  • Me voy a ayudar a las viejas a preparar la cena – dice Carla – cambiaros y entrad a preparar la mesa.

Ella entra en casa y Silvia se acerca a la escalera, lleva algo escondido a su espalda. Se sienta en las escaleras de la piscina.

  • Toma para ti – dice mientras me acerca mi bañador .

En ese momento agradezco que ninguna de las 3 se diera cuenta de mi desnudez debajo del agua. Sonríe agradablemente mientras aun dentro del agua maniobro para conseguir ponerme el bañador.

  • Si me permites – intento subir por las escalerillas .
  • A no – dice mientras me detiene – para salir debes descubrir la clave.

Esta tan guapa cuando sonríe así y por suerte se dé más que clave es.

La beso tiernamente, un beso rápido, no podemos arriesgar demasiado y ella se retira de mi camino. Al apartarse ella creo ver a alguien que estaba asomado a la puerta y se esconde rápidamente, pero solo lo veo fugazmente y creo que no es más que una ilusión.

Ya cambiados y en la casa, cenamos todos juntos, entre charlas y risas. Debido al calor tanto yo como mi padre y tío, estamos sin camiseta.

  • Alex, que son esos arañazos en tu espalda? – pregunta Carla .

Silvia y yo nos miramos serios.

  • Tu hermana que no sabe jugar – me excuso – es algo bruta.
  • Te lo merecías por lo que hiciste – dice Silvia, evidentemente con segundas – es culpa tuya.

Y la cena continua tranquilamente entre las miradas de complicidad que Silvia y yo nos dedicamos. No puedo evitar sonreír cuando mi tía levanta el mantel para presumir de lo bonito de la madera de la mesa.

Me rio porque ahí es justo donde peque follándome a su hija.

_________FIN DE LA PRIMERA PARTE_________

Este es mi primer relato con temática de amor filial y como siempre pido vuestras opiniones y correcciones. Volveré con una segunda parte, pero los que me leéis sabéis que soy un poco lento para escribir, mis disculpas por adelantado y muchas gracias por tomaros las molestias de leerme.

Alfred.