¿Es una adicción escribir Relatos Eróticos?

Tengo un problema y lo tengo que admitir. Estoy en el confesionario, desnudándome interiormente...

¿ES UNA ADICCIÓN ESCRIBIR RELATOS ERÓTICOS?

RR69

Lo recuerdo como si hubiera sucedido ayer. Hurgaba en un viejo cajón repleto de revistas, la mayoría historietas. Había desarrollado un gusto por el ritual de internarme por un camino secreto que me permitía filtrarme a ese cuarto sellado, donde solía pasarme horas y horas devorando aquella literatura barata. Me fui familiarizando con títulos como Kalimán, Los Super Sabios, Hermelinda Linda, Chanoc, Rolando el Rabioso, Viruta y Capulina, amén de títulos más melodramáticos como Lágrimas y Risas, Memín Pingüín, Fuego, El Libro Semanal, Islas Marías, Cárcel de Mujeres, Los Trágicos Veintes, entre otros.

Pero no todo eran historietas en aquella biblioteca singular, había algunas otras publicaciones un tanto más picantes, como una revista llamada “Ja-ja” y otra que se llamaba “Diversión”, que además de chistes gráficos, crucigramas, sopas de letras y alguna que otra nota de la farándula; solían incluir chicas en poca ropa. También había una “sección” de libros más serios (sic), es decir, “de puras letras”, sin fotos, ni monitos. Entre estos estaban las novelas de vaqueros al puro estilo de “Estefanía” (Marcial La Fuente, pues) y las novelas del corazón como “Jazmín” o “Barbara Carland”.

Entre estas últimas había una “novela” que se hacía notar como un negrito en el arroz, cuyo título era “Princesita” y que en la portada mostraba una chica con el cabello alborotado que medio le cubría el rostro, a la vez que con sus brazos ejercía presión sobre sus pechos, haciéndolos lucir como la cosa más voluptuosa sobre la faz de la tierra. La abrí y leí un par de líneas al azar, lo que leí fue el acabóse, salí de ahí con premura, llevando oculta entre mis ropas tan pecaminosa lectura, misma que estuve devorando por las noches, en la soledad de mi habitación, debajo de las cobijas e iluminándome con una linterna de baterías.

Aquello dejó honda huella en mí, haciendo de la literatura el medio más excitante para mi persona, por encima de las más explícitas imágenes. Tal recuerdo quedó aletargado en mis adentros y no eclosionó sino hasta que apareció internet y me topé en este medio con las páginas de relatos eróticos. Eran tres las webs que recuerdo de aquellos momentos: Marqueze.net, abc-sex (o algo así) y por supuesto, todorelatos.com . Ahí fue donde redescubrí lo que tanto me había impactado en el momento que les acabo de compartir. Y también fue ahí, cuando sentí una nueva necesidad: “Escribir sobre dicha temática, no sólo leer”... Ya alguna vez había hecho mis ejercicios, mismos que así como los escribía furtivamente en papel, los acababa por quemar o destruir al poco tiempo; una costumbre que de algún modo me sigue persiguiendo, como les compartiré más adelante.

Se me abría la posibilidad de poder compartir lo que escribía y no sólo hacerlo para mí y luego desecharlo como algo pecaminoso que no merece trascender más allá de las íntimas fantasías. Luego de mucho pensarlo, me decidí a escribir mi primer relato, que firmé como Reriva : “Néctar de Venus”, un relato de corte lésbico, inspirado a partes iguales en la pecaminosa lectura de “Princesita” y en las novelas rosas de aquel viejo cajón. Fue un arrebato, algo que hice casi por instinto, aún me recuerdo como en un trance creando la cuenta de correo desde la que mandé el archivo .doc para ser revisado y posiblemente publicado en todorelatos. Unos días después me llegó la notificación de que mi relato había sido revisado y aprobado para su publicación. La verdad, añoro esos días en los que había filtros para publicar.

El relato recibió muchos comentarios positivos. Pese a ello, no me atreví a continuar la historia inmediatamente. Algo en mi interior me lo impedía, les confieso que fue una lucha interna. Acabé por publicar las otras partes del relato incluso con años de diferencia entre ellas, no sin antes recibir constantes reproches por mi tardanza en continuar y culminar la historia.

Luego de una larga pausa se me ocurrió volver a publicar, esta vez usando el seudónimo de DMonyAK con el que publiqué un par de relatos que todavía permanecen en la web aunque muchas veces he intentado hacer que los borren ya que me bloquearon dicha cuenta porque me porté mal en algunos comentarios que le hice a otro autor. Si sienten curiosidad, les dejo los links de tales relatos: “Entre el amor y el deseo: Don Claudio”. https://todorelatos.com/relato/134264/ y “Entre el ímpetu y la prudencia: Don Claudio”. https://todorelatos.com/relato/135949/

Vino otro letargo y creí que ya dejaría por la paz este asunto de los relatos eróticos, pero entonces vino la dichosa pandemia, y recaí... Esta vez con mayor gravedad y haciéndome llamar Valentyina (Calientyina) . Sinceramente, fue una etapa que disfruté mucho, pues el encierro creó un ambiente muy agradable y llegué a hacer muy buenas migas con algunos lectores y compañeros autores. Vinieron series como “Soy una pervertida y punto”, “Puta por accidente”, y algunas otras, entre las que se incluyó un experimento que escribí a la par con una de mis autoras preferidas de TR, la legendaria “ Xio ”, ni más, ni menos. ¡Ah, que tiempos! (¿Qué habrá sido de ella?).

Les confieso que me costó mucho trabajo deshacerme de Valentyina , yo también le tomé mucho cariño y las muestras de aprecio de los lectores fueron verdaderamente sentidas. Todavía leo algunos de aquellos mensajes que me llegaron cuando me despedí y no puedo evitar que se forme un nudo en la garganta.

Me despedí como Valentyina , jurando de dientes para afuera no volver. Pero tenía una asignatura pendiente. Quería hacer un experimento, un acto de travestismo virtual. Quería saber qué se sentiría publicar relatos eróticos fingiendo ser hombre. ¿Qué tan diferente sería la acogida? Entonces me creé un nuevo personaje, un nuevo seudónimo. Encarné a un ancianito que tenía aventuras con mujeres jóvenes. Primero me hice llamar Pacho ID Zelta , posteriormente cambié el nombre por Charlosela y publiqué algunas series como “Conociendo a Elenita”, “Era alta y delgadita”, entre otras.

Debo decir que la experiencia de escribir como hombre tiene sus pros y sus contras. Primero, la gran ventaja es que no te acosan ni te coquetean como cuando eres mujer, no te llegan esos correos basura del tipo “Hola, mami, escríbeme”... Aunque nunca falta el despistado que te sigue mandando las fotos de sus miserias hasta que le explicas con pelos y señales que eres hombre y que no bateas por ese lado. Hay un par de tipos verdaderamente enfermos que siempre me han mandado sus fotos, ya sea que yo escriba como hombre o como mujer. Supongo que a cada dirección de mail visible en esta web se las han de haber mandado. Sin embargo, en mi faceta masculina, sí se apareció alguna fan con intención de acoso, aunque a la fecha sigo sospechando que era más bien alguna especie de broma. Aunque con conocimiento de causa puedo decir que el “acoso” es mil veces mayor como mujer.

Otra cosa que es muy distinta, estriba en los comentarios. Cuando se trata de un autor masculino hay muy pocos cometarios y los lectores suelen ser más críticos; en cambio, cuando eres mujer, suelen ser más abundantes y son más condescendientes. En lo que a trolls se refiere, esos te caen encima, seas hombre o seas mujer. Es muy curiosa y todavía más sospechosa la forma en que te golpean en las evaluaciones de los relatos. Lo he visto claramente en un par de categorías, me sucedió en Infidelidad y en Amor Filial, y no solamente a mí, le pasaba a varios autores al mismo tiempo. Si tu relato estaba recibiendo muy buenas calificaciones; casualmente, al poco tiempo se te aparecía algún Terrible o algún Malo y una serie de cinco o seis Normales al mismo tiempo, dejando entrever que el objetivo de dichos trolls no era otro que evitar que tu relato sobrepasara determinado promedio. No dudo que tras dicha acción esté la mano negra de seguidores de determinados autores o hasta algunos de los propios autores. Esto se refleja bastante, ya que la gente no evalúa los relatos. Por ejemplo, mi último relato tiene un poco más de veinte mil accesos, pero no tiene ni 30 evaluaciones y de ellas, hay nueve “Normales”, los primeros seis se aparecieron de manera espontánea y el resto se han ido apareciendo para no permitir que el promedio del mismo supere el “8.5”. Este comportamiento lo he visto como una constante y no sólo en mis relatos, le sucede a muchos autores. Por lo tanto, es inútil e irrelevante la evaluación, que sería distinta si estuviera condicionada por la inclusión de un comentario y no lo digo sólo por los cobardes que arrojan las piedras y esconden la mano o salen corriendo tras poner sus malos y terribles sin explicación alguna. También sería bueno en el caso de las calificaciones positivas, así no habría tantos excelentes gratuitos otorgados a textos que dan pena.

Siguiendo con lo que les estaba contando. Al mismo tiempo que tenía mi experiencia como “autor masculino”, me dio por retomar la pluma como fémina. Esta vez me hice llamar Eugenyia e incursioné principalmente en las categorías de infidelidad y amor filial, aunque noté que el camino que seguía mi pluma llevaba un rumbo desbocado que me haría llegar a extremos a los que mi pudor me impedía llegar. Al final, acabé por matar a Eugenyia , así como antes lo hice con Valentyina . Antes de que me encariñara más con ella, de nueva cuenta borré mis cuentas y mis relatos, diciéndome que no volvería por aquí.

Pero esto es una adicción a final de cuentas y las recaídas nos acechan continuamente. Hace poco tuve otra recaída y simplemente se me ocurrió reabrir la cuenta original, con la que yo había iniciado en esto de los relatos eróticos: Reriva , aunque el sistema me decía que el nombre ya estaba ocupado, por eso decidí usarlo modificado: Reriva69 . Sabía, por experiencia, que probablemente, la cuenta me aparecería con la opción de publicar bloqueada. En tal caso, como otras veces, simplemente borraría esa cuenta estéril y seguiría mi camino, pero no fue así, contra lo esperado, me permitió publicar; así que tomé uno de los muchos esbozos de relatos que tengo por ahí y lo publiqué. Su nombre: “Diario de un puberto”... Y ahora me encuentro como cuando escribí y publiqué mi ópera prima: “Néctar de Venus”, sin saber si tardaré dos o tres días en publicar la siguiente parte o si esos días se tornarán semanas, meses o años... O si de un momento a otro me acometerá otro arrebato que me haga borrar mi cuenta y desaparecerme de nuevo llevando mis tiliches conmigo... Definitivamente, tengo un problema.