¿Es raro? (III)

Estoy a punto de irme a la Universidad. Lo que pasó ese día.

¿Es raro III?

Después de algunos jueguecillos telefónicos y noches de rollete más, sin pasar a mayores, salvo por alguna caricia demasiado intencionada y algún bocadito en el pecho, mi virgo intacto y yo nos fuimos a la Universidad algunos años después.

No ha mucho que destacar de mi paso por BUP y COU salvo lo ya contado, y eso que pensando ahora en ello, hay que ver lo que prometía. El caso es que mis citas con amigas y amigos no cuajaban en nada destacable pero hacían que perdiera tiempo en mis estudios, así que mis padres me encerraron en una especie de espiral de estudio y sacrificio de la que no salí hasta el mes de septiembre de mis 18 años, en que me subí a un autobús rumbo a Bilbao, donde pasaría los siguientes dos años estudiando.

Los primeros días no hacía más que acordarme de Carol, Chepa y otros amigos y amigas que había dejado atrás, pero poco a poco fui perdiendo esa necesidad de que fueran ellos los que ocuparan mi mente y apenas un par de semanas después apenas me acordaba de nadie, sólo y a veces Carol ocupaba algunos de mis pensamientos.

El día antes de partir para Bilbao, Carol y yo quedamos, nos habíamos hecho muy muy amigas, y el episodio del dedo telefónico lo repetimos cada vez que quedábamos y ella se acostaba con alguien nuevo, ya que lo suyo con Chepa no cuajó. En realidad, se puede decir que lo hicimos cuatro veces más, y era divertido saber por la mirada al despedirnos o las primeras palabras al levantar el teléfono, que eso significaba "Despeja la sala, enciérrate donde sea desnúdate y vamos a hacerlo". La tarde de la despedida quedamos en un garito algo grunge y oscuro, nos gustaba ir por ahí a beber calimocho, así que nos sentamos en una mesa de madera tremenda y comenzamos a recordar capítulo por capítulo los últimos años. La conversación parecía eludir temas relacionados con el sexo hasta que el calimocho empezó a hacer su efecto y ambas, borrachas como cubas comenzamos a rememorar nuestras andanzas telefónicas.

Salimos del garito a eso de las doce de la noche y yo estaba preocupada porque había quedado con mi padre en salir por la mañana temprano. Aceleramos el paso hasta llegar a casa de Carol, que era la que quedaba más cerca, nos mirábamos con lágrimas en los ojos, por la inminente despedida, apenas podíamos articular palabra, así que nos fundimos en un abrazo. Notaba sus lágrimas mezclarse con las mías y al apartar nuestras caras ninguna de las dos pudimos evitar besar a la otra. Fue extraño, sus lágrimas, las mías, su saliva, el ardor del sofocón por la marcha, la conversación que mantuvimos hasta hacía un rato, todo se mezclaba y hacía del beso algo excitante y rocambolesco. Ahí estábamos, las inseparables Carol y Elena en el portal de su casa fundidas en un beso que cada vez se ponía más húmedo e interesante. Carol comenzó a moverse en torno a mi cuello mientras abría y cerraba la boca dándome minúsculos bocaditos en los labios, yo estaba debatiéndome entre la excitación que en mi provocaba esta escena con la que tantas veces había fantaseado al teléfono y el miedo a ser descubiertas por algún vecino.

Ella parecía estar ausente de todo y comenzó a utilizar nuevas partes de su cuerpo para darme definitivamente a entender que deseaba enrollarse conmigo. Primero enredó sus piernas entre las mías sin parar de besarme, seguidamente soltó mi coleta y revolvió mi pelo mientras sus dedos se introducían en mis orejas, mi boca y se dejaban deslizar sobre mi lengua. Yo estaba literalmente babeando, se me caían todos los líquidos que un cuerpo humano pueda segregar de forma incontrolada, sudaba, lloraba, babeaba y mi coño empezaba a estar tremendamente húmedo. Era extraño, porque lo agradable de su beso jamás creí que pudiera volverse excitante, de hecho este era uno de los motivos por los que la dejé seguir, aunque era evidente que de mis primeras intenciones ya no quedaba ni el recuerdo.

Incomprensiblemente me dejé llevar en aquel oscuro portal un domingo de septiembre a media noche, dejé que Carol me besara, acariciara e incluso lamiera. Estaba tan cachonda que yo misma dirigí su mano entre mis pechos, la ayudé a desabrochar mi camisa, a pasar mis pechos bajo el sujetador y orienté su boca sobre mis pezones puntiagudos para que los mordiera suavemente. A borbotones, me venia a la mente la imagen de un vecino aparecer y descubrirnos, así que la tome de la mano y la subí al ascensor, pulsé el último piso y con eso firmé mi aceptación y deseo de lo que esa noche pasara.

Carol no perdió tiempo y me despojó de la camisa, paso previo para deshacerse de mi sujetador y dejar mis pechos al aire. Ella seguía vestida, como si fuera espectadora, y yo no quería tocarla, salvo para facilitarla el trabajo.

El ascensor acababa de llegar al último piso, Carol sacó unas llaves y abrió la puerta del ático, era una terraza, una especie de tendedero de apenas cuatro o cinco metros con una pequeña valla de un metro de altura que rodeaba todo el perímetro. A mi paso ella volvió a cerrar la puerta.

Desde la terraza se veía todo y la oscuridad que allí reinaba te hacia presagiar que nadie te veía. Despreocupada, con los pechos al aire, me pasee por todo el perímetro en busca de miradas furtivas en alguna ventana, pero ahí no había nadie, estábamos solas Carol y yo. Carol me miraba, impaciente y deseosa, como fuera de si.

¿QUÉ TE PASA CAROL?

NO SE QUE HACERTE, PERO NECESITO HACERTE ALGO, SI NO VOY A REVENTAR.

¿ESTAS CACHONDA CAROL?

MUCHO, PERO NO ES ESO

¿ENTONCES?

ES EXTRAÑO, NO SE EXPLICARLO

SI QUIERES ALGO DÍMELO

¿QUIERES QUE NOS MASTURBEMOS COMO POR TELÉFONO?

NO, NO QUIERO, QUIERO TOCARTE

BUENO, TU ME LO HACES A MI Y YO TE LO HAGO A TI

NO, ES UNA MEZCLA DE SENTIMIENTOS, ESTOY TRISTE POR TU MARCHA Y DESPUÉS DE LO DE ESTA NOCHE TE DESEO Y NO SÉ COMO SATISFACER MIS PENSAMIENTOS.

¿QUE PIENSAS?

TE IMAGINO, TE VEO SOBRE MÍ RESTREGANDO TU CUERPO SOBRE EL MIO, PERO NO SÉ HAY ALGO QUE NO ME CUADRA, ME DA COSA. PERO QUIERO OIRTE GRITAR, TENER UN ORGASMO, Y YO QUIERO QUE SEA GRACIAS A MI.

Me acerqué a ella y terminé de recostarla sobre el suelo en el que estaba sentada, la eché el pelo hacia atrás y la miré a los ojos para decirla:

SABES QUE NO ME VAN LAS TÍAS, SALVO TU Y POR TELÉFONO, HEMOS PASADO DE TODO JUNTAS, Y ESTA NOCHE ME HAS PUESTO A MIL. LAS FANTASÍAS DE LAS QUE HABLÁBAMOS POR TELÉFONO HAN PASADO UNA A UNA POR MI CABEZA, DESEANDO QUE SE HAGAN REALIDAD ESTA NOCHE, SABES QUE NO HE ESTADO NI CON CHICOS NI CON CHICAS EN SERIO, QUE LO MÁS QUE LE HE HECHO A UN TÍO ES UN PAJOTE SIN SACÁRSELA DEL PANTALÓN Y ESTABA BORRACHA, Y SABES QUE ESTA NOCHE VA A SER LA ÚNICA OPORTUNIDAD DE ESTAR JUNTAS, PORQUE MAÑANA, CUANDO NOS LEVANTEMOS VAMOS A PENSAR QUE TODO ESTO ES UN ERROR, ASÍ QUE ME VOY A DAR LA VUELTA, Y DE ESPALDAS A TI VOY A CONTAR DIEZ Y VOY A HACER TODO AQUELLO QUE EL CUERPO ME PIDA SIN TAPUJOS NI VERGÜENZAS.

La planté un lindo beso, me levanté del suelo y la di la espalda. Apoyé mis manos en la barandilla y comencé a recordar todo lo que había pasado a fin de recoger el valor necesario para dejar volar mi imaginación. Transcurridos unos segundos me quité las zapatillas de deporte y los calcetines, siempre de espaldas a Carol y manteniendo si no era imprescindible las manos sobre la barandilla. Desabroché los botones de mis vaqueros, de igual manera que lo anterior, corvada y con las manos en la barandilla, lo hacía lentamente, intentando oír lo que Carol hacía e incluso tentada a mirarla. Descalza y con el vaquero sostenido por mis caderas, comencé a pasear la palma de mi mano alrededor de mi pubis, y las cachitas de mi culo. El pantalón me molestaba, así que decidí deshacerme de el, dejándolo caer sobre mis rodillas. Así que ahí estaba yo, de espaldas a Carol, vestida con unas braguitas de algodón blanco y apoyada sobre el brazo en una barandilla que además de incómoda debía permitir ver todo un espectáculo de carne a Carol.

La cosa estaba empezando a enfriarse, cando de repente Carol me bajó las bragas, con su pierna se deshizo de pantalones y braguitas y me dejó completamente desnuda. Comenzó a esgrimir su lengua sin preguntar, lo que me sorprendió, ya que yo esperaba notar sus manos y era su cara y su lengua lo que acariciaba y lamía la parte baja de mi culo en piel de gallina.

Las luces de emergencia volvieron a encenderse de inmediato, ella mordía y lamía partes de mi cuerpo que llevaban años sin que nadie las tocara (desde los bañitos de bebe). En un rato, la primera vez que usó sus manos fue para apartar las cachitas de mi culo y enterrar su lengua en el. Era delicioso, así que me incliné aún más para facilitarla la tarea, con lo que ella accedió a mi coño, estaba chorreando, y ella lo lamía de arriba abajo una y otra vez, mientras se ayudaba de vez en cuando con algún dedo para aclara el tema. Mientras me lamía me cantaba infinidad de cerdadas, que me excitaban aún más como que la primera vez que lo hiciera sería con un negro con una tranca enorme, que Chepa estaba esperándome en el ascensor y que luego iba a tener otra sesión, que la llamara cuando tuviera novio que lo cataríamos juntos... cosas así. Apenas recuerdo nada más, aunque me veo a mi misma, con Carol entre mis piernas y yo teniendo un terrible orgasmo por fascículos, con la respiración entrecortada y sin poder moverme, ahogada en mi propio placer y sin poder dar tan siquiera un grito, las piernas me fallaron, me railaban mientras un calambre atravesaba mi coño, así que me desplomé sobre Carol, la sonreí y la besé, había sido fantástico y apenas había durado cinco minutos.

Me tendí sobre el suelo boca arriba y estirada, mientras ella se puso delante mio, apoyada en la barandilla, me miró a los ojos y me dijo:

NECESITO HACER ESTO, ¿TE IMPORTA?

NO, la dije

Ella se desnudó medio en el suelo, tomó mi pié y con el dedo gordo del mismo comenzó a masturbarse, estaba chorreando, y en sus labios se podía leer "me muero por correrme ahora mismo". Con una mano se introducía el dedo mientras usaba la otra para acariciarse siguió así hasta correrse, aunque no pareció ser nada espectacular.

Permanecimos desnudas, acariciándonos un par de horas más, jugamos a alguna que otra cosilla, nos divertimos, e incluso volvimos a corrernos nuevamente. Me despedí con un beso en sus labios, aquellos que más húmedos tenia y me fui a casa a dormir.