¿Es que acaso estas corazón?
Puede pasar mucho tiempo en la inminente busqueda del amor, sel otro, de si mismo.
¿Dónde estás Corazón?
Por estos días me tope con las páginas de un periódico y me di cuenta la cantidad de mensajes sobre clarividentes, curaciones milagrosas, invitaciones a las famosas líneas caliente, majases, y un largo etc., y por curiosidad leí los anuncios del corazón, donde se solicitan y se ofrecen personas para conformar pareja, amigos o quizás la posibilidad -yo lo denomino así- en tener un resuelve para las noches de libre placer.
Indudablemente motivado a mis propios procesos de desencanto en el amor, me dió curiosidad y el deseo a la aventura y mas a lo desconocido se apodero de mí, con mucho interés realicé la llamada respectiva, en este caso de un sujeto que necesitaba encontrar según aviso explicito en la prensa- un amor verdadero, con desinterés a solo lo sexual, aparentemente quería que eso ocurriese de forma pronta u oportuna en su vida. Pues al primer repicar escuche una voz amable, algo tímida o triste, quien de forma inmediata dejó fluir su identidad con el nombre de pila, por lo que comenzó un conversación espontánea e inusitada por teléfono sobre temas variados, pasando por datos personales, día de nacimiento, temas generales de política, globalización, cambio climático, desde donde luego pasado unos minutos se llego a definir el día y la hora de c la cita a ciegas tan esperada.
Es asi como al transcurrir los días y de sortear algunas vicisitudes cotidianas, y reprogramar y cancelar varias veces por ambas partes el encuentro, concluimos de forma improvisada a ultima hora la cita tan esperada por mi parte, inspirada por mi espíritu de curiosidad, de revisar y comprender lo que se busca a través del corazón, ya sea para conocer mi propio proceso de desarraigo en el amor de pareja o de conocer como otras personas abordan y manejan el desamor; el abandono, el despecho, su sexo, y quizás alguna otra cosa mas que yo no deletree de forma espacial en otro tipo de encuentros casuales.
Emperifollada con mi mejor atuendo, anunciando mi mejor disposición al encuentro de la cita, me dispuse a apresurar mi paso entre el bullicio de la ciudad, la conglomeración de las personas caminando, el sin fin de los permisos por aquí y por allá entre las pocas aceras de la calle abarrotada de tarantines que me hacen acordar de la creación por Gabriel García Márquez del pueblo de Macondo y su decadente Circo, provisto casi de una visión fantasmal de la alegría. Asi pues, llegué al lugar y hora señalada, signado por el retardo y el apremio del tiempo.
Allí lo encontré a él con el pantalón negro y la camisa azul según lo pautado por los acuerdos anteriores de nuestra conversación. Como soy experta en romper los hielos y las situaciones incómodas, me decidí a brindar una gran sonrisa y dar con mi mirada la aprobación de un: -¡Hola!, ¿Cómo estas?- Muy común en estas tierras del sur, donde la fraternidad brilla por su propio color y forma. En unos minutos de conversación dentro de un bar, decidimos ir a un lugar mas discreto, para profundizar mas en la conversa como si fuéramos los grandes amigos que tenían años sin verse, simulando posiblemente el cariño a priori que no se siente, que se reemplaza por la simpatía o la postura agradable de quien no se conoce.
Siempre he creído que el alcohol tiene grandes potencialidades de deshinbidoras, mas por su proceso socializante que por sus grados, nos involucra a su consumo y nos adentra a una especie de ritual urbano. Con ello y para afianzar la confianza en la tertulia entre copa y copa, comencé a indagar datos precisos y contrastar con lo conversado por teléfono: edad, ocupación definida, motivaciones, posibles metas, etc. Unas ves transcurrido este primer abordaje en el encuentro, y según las señales en el lenguaje nos fuimos del lugar, para ir a un sitio más común entre jóvenes deseosos de seguir bebiendo un día Viernes, como las pautas sociales nos han enseñado.
Es así como nos instalamos y decidimos de forma mas abierta la tertulia, ya desbordada a través de chistes, cuentos, relatos de la vida pasada; transformándose luego en esas confidencias que estamos dispuesto a develar a aquellos que no comparten nuestros espacios cotidianos, por lo cual no nos afectaría de ninguna manera. Al pasar de las horas y aunque el cansancio del día a veces produce el famoso letargo madrugador, decidimos marcharnos del lugar, sin antes dejar en claro: ¡cada cual para su casa!. Situación que no sucede, motivado a la presunción del otro a continuar con otras posibilidades no expresadas de forma clara, y sin mayor trascendencia.
En eso el discurso se tornó algo lastimero, y con presumible manipulación a las que estamos sujetas muchas mujeres cuando vivimos solas, en este tipo de encuentro. Por lo cual entra en escena las excusas típicas en estos casos, señalando a la oscuridad de la noche y desalentador panorama de la soledad. En mi tono más sutil resuelvo no ceder un milímetro de las letanías de esa noche, encontrándome a un ser trasmutado ya no como la noble persona en busca del amor perdido entre sus posibilidades, sino a un amasijo de decadentes argumentos sobre la hombría y de la motivación del deseo de lo sexual en ámbitos de lo genital.
La escena por demás dantesca, patética y carente de sentido entre dos, se levanta en el contexto de una mascara bien definida, donde el enganche es establecer una posibilidad de sintonía falsa. Pero yo ya había visitado esos lugares comunes, conocidos como dije anteriormente a través de otras experiencias burdas, y legitimadoras de una doble agenda en la conducta sexual condicionada a procesos manipuladores de la palabra y de la acción. Sin lugar a titubeos y de forma muy elegante me levanté y esgrimí mi notoria expresión artística de sorpresa, junto con mi amable sonrisa, deseándole muchos éxitos en la búsqueda de un adorable corazón o victima- que lo comprendiera y ayudara a su loable corazón.
Salí a pulso de soldado después de una noche en vela, convencida de que desamor existe porque nosotros lo creamos, sin la menor duda. Sirva mi propia curiosidad y aprendizaje para otros en la búsqueda del corazón o del amor, que siempre habita dentro de nuestro ser... si buscamos a ese corazón que dentro esta