Es fiesta… son días para ayudar al prójimo

Noto la calidez de la mano de ese desconocido rodear mi miembro, mano de tacto áspera y rugosa, mano cálida y llena de arrugas. Mano de desconocido que por su mismo tono de voz me da la razón, extraño que me dice... "Venga orina... no te cortes por mí, no pasa nada... seguro que tú en un momento dado, lo harías por mí".

Es fiesta… son días para ayudar al prójimo

Son días de fiestas muy señalados, días que aprovechas para comprar, días como este 26 que aprovecha para ir de compras, compras que me dirigí hacia unos centros comerciales nuevos que pusieron, donde habría cientos de tiendas, bueno espero que no tantas. Bueno, pues eso, me encaminé hacía varios centros comerciales, buscando una serie de regalos para familia... esposa, padres, hermanos, suegros, cuñados, etc., ya sabéis buscas un regalo que encaje, ya sea en la persona o al menos en el hogar.

Entre en una infinidad de tienda y salgo sin nada, pero poco a poco veo algo que encaja o puede encajar, algo que gusta o al menos pueda ser útil. Compras y poco a poco te das cuenta de que vas cargado, y no solo al querer mirar la hora al levantar el brazo, pues joder te cuesta. Pero bueno, aparte te das cuenta de que va llegando la hora de almorzar, pero aun así quiero continuar, deseando que me quedé esos pequeños eslabones. Además, es el mejor momento para comprar, cuando apenas hay gente, ya que estos se han detenido a picar o comer algo. Momentos en que me suena el estómago al cual ignoro, eso por no decir mi vejiga, la cual lleva horas recordándome que desea vaciarse. Recordatorio que lo sé, tanto como lo cargado que voy, mirando mis manos cuyas cuatro o cinco bolsas llevo en cada mano, aun así, me dirijo finalmente hacia los aseos. Al final de un pasillo divisó los servicios, voy y me tengo que quedar en la puerta pues está ocupado, desde la entrada echo una leve ojeada y veo que hay cuatro cabinas y solo dos abiertas, no pudiendo ver más por mi ángulo muerto.

Espero mi turno, miro de reojo hacia la entrada, fijándome en las dos señoras y al caballero que la acompaña, señoras que entran finalmente en los aseos de señoras, quedándose el caballero a la espera. Caballero que me quedo mirando más por qué no tengo nada más que hacer, hombre de poca estatura no pasando del metro sesenta y cinco, no pudiendo fijarme en su complexión por ese chaquetón que lleva, pero que por sus cabellos blancos y rostro echo unos sesenta y pico de años. Caballero que finalmente me devuelve la mirada, mirada desafiante como si le hubiera molestado la mía, acabando por retirar mis ojos de él al escuchar la cisterna. Fijando nuevamente mi mirada hacia el interior de los servicios, viendo cómo sale finalmente un chico de uno de ellos, soltándome este…

  • “Podrías haber entrado en el otro servicio que estaba vacío”.

Viéndome vacilar, continua…

  • “No te recomiendo entrar ahora en este, te aseguro que es intranspirable’”.

Dándome cuenta entonces que he esperado para nada, pues como bien ha dicho este chico, que el aseo del fondo no había nadie, aseo que voy ataviado. Aseo que entro con dificultad, observando como los urinarios que están en las paredes están precintados, ignoro que si es por la falta de espacio debido al ‘Covid’ o por no estropearlo. El presentimiento de ser observado me hace girarme, descubriendo a ese hombre mayor de pequeña estatura, apoyado en el marco de la puerta de entrada. Pienso que quizás me está devolviendo la mirada, mirada de repaso que minutos antes le había dado, persona a la cual finalmente ignoro, girándome y ante las dudas del aseo, finalmente me decido por entrar, no porque no haya otros abiertos, cosa que hay, sino por el ‘olorcillo’ que me han mencionado.

Pues eso, entro y aunque intento dejar la puerta entornada, cosa que no logro al abrirse está sola, dejo está finalmente abrirse. Pienso en la poca utilidad a veces de los aseos, pues podrían poner unos soportes tras las puertas para colgar las cosas, pensamientos debido a las bolsas de mis manos. Pues aún está el dilema de como abrirme la bragueta, podría ayudarme con la izquierda mientras bajo la cremallera con la derecha, pero está la cosa que tengo que pensar que las bolsas estarán encima del wáter, bolsas que, si un asa por el movimiento se rompe, ese regalo va dentro, siendo muy ‘asqueroso’ como molesto el cogerlo del fondo del wáter, bueno eso como regalarlo después.

No deseando perder más tiempo, finalmente, me paso dos de las bolsas de mi mano derecha hacia la izquierda, dejando en la izquierda seis bolsas y en la derecha dos, dejando la derecha algo más utilizable. Levantando cómo puedo la tapa del WC con la punta del pie, me situó, dejo resbalar las asas de las bolsas de la palma de la mano hacia la muñeca, asas que se detienen por el puño de la chaqueta. Mano que baja mi cremallera e intento introducir, no llegando ni a sacar mi miembro debido a las bolsas, miembro flácido por las circunstancias y por el mismo frío, pues hace un día de frío como para estar en la cama. La dificultad hace que los nervios poco a poco se adueñan de mí, dando golpes a los regalos de forma involuntaria. Incluso viendo que me podría orinar encima, pasándome algo impensable, digo esto pues de la nada... que digo nada. Pues desde detrás de mí, una mano ha aparecido y en segundos ha desaparecido… que digo desaparecido, pues esta se ha introducido dentro de mi bragueta. Mientras balbuceaba yo...

  • “¿Como... cómo?".

Pues no me esperaba precisamente esto, no es el momento, ni lugar, menos estas fechas. Pregunté por quién era…

  • “¿Qui… quién es?”.

Pero no obtuve respuesta, pero mientras buscaba respuestas en mi cabeza, la mano de este desconocido saco del interior de mi bragueta, aquello que no pude sacar yo por estar impedido por las bolsas. Mano de desconocido que finalmente me suelta...

  • “Te he visto ataviado y de necesitar ayuda”.

Dice y continua…

  • “No me lo he pensado dos veces, viniendo en tú ayuda… y al ser navidad, me he dicho… es tiempo de ayudar al prójimo".

Torpemente le intente preguntar...

  • “Pero... pero".

Pero mientras intento sacar de mis labios una pregunta coherente, noto la calidez de su mano áspera, mano de tacto tibia y rugosa, mano llena de arruga. Mano de desconocido que por su mismo tono de voz me da la razón, extraño que me dice...

  • “Venga orina... no te cortes por mí, no pasa nada... seguro que tú, en un momento dado… lo harías por mí".

Pensando para mis adentros… ‘Ni de coña’, diciéndole algo más sosegado, le respondo...

  • “No oiga... no”.

Queriéndole argumentar más calmado, y claro está… más en mis cabales, suelto…

  • “No… no puede usted entrar donde quiera, no puede entrar y sin permiso sacármela… no es correcto, no puede hacerlo así sin más, no lo conozco de nada para darle esta confianza".

Doy por hecho que este se lo toma a risas… solo es un pensamiento, pues para nada este me ha soltado mi miembro, aunque debo confesaros que también es cierto que yo tampoco le he apartado su mano. Ni tan siquiera he hecho la intención de apartársela, quizás este hecho le haya dado pie para que este continúe. Pensando que quizás haya tomado mí falta de resistencia u oposición, como un gesto de permiso y conformidad por mi parte, aunque de mi boca salga otra cosa, persona que me vuelve a soltar como si mis palabras, hayan entrado por un oído y hayan salido por el otro. Extraño que suelta...

  • “Vale... me imagino que es cortante que un extraño te ayude, pero esto no suelo hacerlo... al menos a un extraño”.

Dice y sin titubeos, continua…

  • “Perdona si te estoy molestando, solo he actuado por inercia, te he visto ajetreado y no me lo he pensado dos veces, pero imagina que es tu mano y no la de otro".

Desconocido que viendo que no orino, me suelta...

  • “A vale... comprendo, quizás es por la puerta abierta y lo que pueda pensar otros que nos vea así”.

  • “Vale... vale, ya lo he cogido".

Dando por hecho y por la misma inercia en su brazo que este se ha girado, pero lo ha hecho sin llegar a soltar mi miembro, escuchando el ruido de la puerta cerrarse, ruido de maderas chocar y acto seguido, ese mismo sonido del pestillo echarse. Volviéndome a decir...

  • “Vale, ahora mejor... verdad, ahora estamos oculto a miradas y cuchicheos, ahora estamos más íntimos".

Cayendo ahora… en esa presión en mis nalgas, reparando ahora en esa presión de algo duro contra mis nalgas, presión que quizás en otros momentos podría haberlo evitado tanto por mi cartera como el móvil al tenerlo en mis bolsillos traseros, pero tales objetos los llevo hoy en mi chaqueta. Este ante mí falta de orina, suelta...

  • “Vamos orina ya… a vale, quizás eres de esos que necesitan de pequeña ‘ayudita’".

Palabras que ignoro a que se refiere, pero cuando siento como la yema de dos de sus dedos deslizar mi prepucio hacia atrás. Yemas de sus dedos que descubre mi glande... uuummm!!, deslizando la yema de su pulgar por mi glande... uuuffff!!. Movimientos que hace que mi flácido comience a despertar, saliendo de ese letargo por el frio y la falta de atención… uuummm!!. Sintiendo como en minutos deja de ayudarme con dos de sus dedos, pues ha sustituido estos por su mano envejecida, mano seca y arrugada que siento como se aferra a mi tronco entre la palma y sus dedos... ooohhh!!. Mano de desconocido que no deja de sorprenderme, quizás cuando este por sus movimientos doy por sentado que me está pajeando más que esa ‘ayudita’... uuuffff!!, soltando sin poderlo evitar un sonido de satisfacción... ooohhh!!.

Sonido que, si antes sentía la presión de eso duro en mis nalgas, ahora siento como eso crece de tamaño y dureza, dando por sentado que este desea más otra cosa que ayudarme a orinar... uuummm!!. Siento la respiración de este extraño ajetreada, respiración agitada y de pulso nervioso, mano tan nerviosa como la otra. Esa que suelta la hebilla de mi cinturón, desabotona el botón y deja caer mi pantalón, tirando de mi bóxer que cae por inercia... uuummm!!. Justificándose con…

  • “Creo que quizás tus ganas de orinar se vean impedida por la presión del cinturón y algunas prendas, vamos a ver si ahora te da al menos por soltar un chorreón”.

Dice una vez que mis prendas permanecen en mis tobillos, acabando este por soltar con su mano libre una palmada en mis nalgas. Volviendo a dedicarse a intentar ‘ayudarme’ a orinar, ayuda que siento como las yemas de sus dedos roza mi glande y no solo me arranca un escalofrió, sino que me vuelve a arrancar un gemido por mi parte… aaahhh!!. Sonido de satisfacción que toma este como una conformidad, consentimiento que le da por acariciar mis nalgas ahora desnuda con su mano izquierda, mientras con la derecha continua por deslizarla por mi tronco en sentido hacia mi ingle... ooohhh!!.  Cuyo desconocido me suelta...

  • “Uuuffff!!... que tersa tienes la polla, me recuerda a cuando ayudo a mi chaval a orinar”.

Volviendo a soltar…

  • “Y este culito que suave lo tienes… uuummm!!, me he dado cuenta que no tienes pelos, pero ni aquí en el culo… ni en la polla… uuummm!!, me gusta esta sensación".

Caricia que poco a poco me abandono a estas, me abandono a esa mano tosca que abandona mis nalgas y asciende por mi costado hacia mi vientre, subiendo por mi barriga peluda hacia mi pecho, soltando un sonido de satisfacción nuevamente, deteniéndose en mis pezones... ooohhh!!. Pezones endurecidos y como pitones que este juguetea con las yemas de sus dedos, ¡pellizca y tira de estos... ooohhh!!, mientras siento como desliza su mano derecha desde mi tronco hacia mi perineo… uuummm!!. Soltando de una forma sorpresiva...

  • “Ostias cojones… y tus huevos, no me digas que eres de esos modernos que no tienes ni genitales".

Ríe y continua su andadura, cuyos dedos acaricia en forma circular por unos segundos por mi perineo… uuuffff!!, continuando hacia mi orificio anal... aaahhh!!. Caricia que me hace inclinarme levemente y de forma casual, echar mis nalgas hacia atrás… como algo fortuito, movimiento que esté toma mal por lo que no es, pues esa no era mi intención, volviéndome a soltar...

  • “Uuummm!!... veo que te va gustando la cosa".

Dedos que presiona al mismo tiempo, pues mientras con unos presiona mis pezones con el dedo de su otra, ¡presiona mi orificio... ooohhh!!, volviéndome a inclinar y este soltar otra vez...

  • “Eeehhh!!... menudo calentón vas teniendo, pero tranquilo el calentón es reciproco… uuummm!!".

Volviendo a decirme…

  • “Creo que a este paso vas a recibir otro tipo de satisfacción… uuummm!!, pero no es el momento ni el lugar para ello, pero conozco un sitio aquí cerca y debajo de un puente que te haría aullar de placer… uuuffff!!”.

Viéndose interrumpido, cuando en esos momentos escuchamos una voz tosca femenina, voz proveniente de la entrada que decía…

  • “Manolo, estas…”.

  • “Dime, contesta… te queda mucho”.

Respondiendo esta persona al cual ya conozco su nombre…

  • “Me falta poco, perdona me he indispuesto un poco, iros para Cortefiel… ya os alcanzo yo, vale…”

Escuchando esa voz responderle…

  • “Vale, pero no me tardes”.

Este me hace girar y es cuando reconozco a este desconocido, extraño que no era otra persona que ese caballero de la entrada, ese hombre canoso mayor que nos habíamos intercambiado una mirada desafiante. Hombre que me dice…

  • “Joder con las prisas, sabes que de esto las culpas son tuya… yo había entrado para ayudarte, te he visto ataviado y sin solución posible, viendo como dice el señor… ‘Hay que ayudar al prójimo’”.

Suelta y continua…

  • “Coño… que he entrado a ayudarte, siendo una buena obra del día, pero se me ha ido de las manos, pues en vez de ayudarte… te he quitado las ganas, mala cosa pues cuando se te vaya el calentón volverás a tener el mismo problema”.

Dice y continua…

  • “Mira vamos a hacer una cosa, te voy a ayuda a orinar, te voy a hacer una cosa que me es muy efectiva, ya que yo… tras follar a mi mujer y correrme, me entran unas enormes ganas de mear, mira tú por donde…”.

Sonríe y suelta…

  • “Vamos a hornear un poco más la carne, vamos a calentarte tanto que apenas te tengas que tocar”.

Dice y sin poder hacer nada, pues no olvidemos que aun mantengo en mis manos las bolsas de las compras, coge este y me hace pegarme la pared de ese aseo. Comenzando a bajarme la cremallera de mi suéter, continuar con desabotonar los botones de mi camisa, abriéndola y dejando mi pecho descubierto desnudo. Se me acerca y comienza a besármelo, lamerlo, pellizcando mi pecho en dirección a mis pezones, no dejando de masturbarme y magrear mis nalgas… aaahhh!!. Inclinándose hasta quedarse en cuclillas, tomar mi miembro con dos de sus dedos, comenzando a pasar su lengua por mi glande… uuummm!!, lamer y frotar sus labios… aaahhh!!. Introduciéndosela dentro de su boca, sacándola e introduciéndosela con rapidez, como si me la estuviera follando con su boca… ooohhh!!, mientras frota mi perineo con una mano izquierda y de vez en cuando, frota con sus dedos sobre mi orificio… ooohhh!!.

Llevo apenas cinco minutos quizás algo más, aunque en verdad para mí me parecía mucho más tiempo, cuando le hago saber que me voy a correr, persona que no se detiene y menos se aparta, no pudiendo soportarlo más y descargando en su boca… aaahhh!!. Tragando este en su totalidad, ¡absorbiendo y lamiendo para que no me quede ni una sola gota… ooohhh!!, apartándose y levantarse. Comenzando a abotonar los botones de mi camisa, subir la cremallera de mi suéter, subirme el bóxer y mis pantalones, vistiéndome como a un chiquillo. Girarme y volverme a ayudar, tonando mi flácido miembro entre sus dedos, ¡y comenzar a orinar… aaahhh!!, persona que sonriente me suelta…

  • “Por fin lo hemos logrado, bueno me tengo que marchar”.

No se marcha sin antes haberme introducido mi miembro dentro de mi pantalón, subido la cremallera de la bragueta, y tras magrear mis nalgas me suelta…

  • “Que pena dejarte de esta manera con lo facilón que estas… uuuffff!!, estas para metértela de un tirón hasta los huevos y vaciarme en tus intestinos… uuummm!!”.

Saliendo este primero del baño, lavándose las manos y enjuagado la boca, saliendo de los aseos en busca de su mujer y acompañante. Y es cuando me toca marcharme, encontrándomelo nuevamente en una de las tiendas, callo al verlo acompañado y por no quererlo molestar. Cosa que para mi sorpresa este me saluda, presentándome a su mujer y acompañante como un amigo, sorpresa que para mí es mayor, pues la verdad no sé a qué venia ese rollo. Pero un gesto por su parte me dejo de lo más cortado, gesto que no es otro como con disimulo… este comienza a magrear mis nalgas… uuummm!!. Magreo que me da mientras su mujer me hablaba, soltándome este eso de…

  • “Porque no te vas a tu coche, dejas las bolsas y vuelves a entrar, me buscas y acabamos lo que hemos comenzado, no te imaginas como me tienes a mí”.

Dice y continua…

  • “No te preocupes por mi mujer, recuerda que tengo el estómago indispuesto, excusa nos daría un tiempo al menos de un cuarto de hora, tiempo más que suficiente para que me la chupes si quieres o follar, aunque no lleve encima condones”.

  • “Tú me dices, yo de momento iré tirando hacia los aseos, no me tardes…”.

Pero como os he dicho, no es tiempo para esto, además tenía un hambre atroz y aun me quedaba algunos regalos por comprar, cosa que si… sí que me marche al coche. Pero no… no deje las cosas para volver a entrar, pues deje las cosas para marcharme y continuar con las compras. Bueno, pues muchas gracias por vuestros comentarios, no es una excusa, pero antes de ser publicado es corregido hasta por dos correctores ortográficos y gramaticales, pero que supongo que quizás tiene fallos como un ser humano. Dicho esto, y por deseando alargarlo mucho más, os dejo y espero que os haya gustado, deseando recibir vuestros comentarios, ya sea a este portal como a mi correo. Claro está, mi email es: jhosua 1974 @ gmail. com (obviamente… todo junto).