Es fácil hacer feliz a un hombre

Un detalle generoso por una sonrisa seductora.

Es fácil hacer feliz a un hombre.

Un detalle generoso por una sonrisa seductora.

Los calores del verano suelen afectarme mucho, mis hormonas se alteran y mi mente fantasea sin parar, sobre todo con el responsable de contabilidad, M, que me vuelve loca, noto que me mira, hay días que viene a mi departamento se coloca detrás de mi y pone sus manos en mis hombros mientras habla con mis compañeras, siento una emoción que me tiraría allí mismo a su cuello sin pensar en las consecuencias, pero se que le queda poco para casarse y me reprimo. Aunque también hay días que no para de criticarme, pedirme cosas y ponerme en evidencia sin motivo. Somos como el perro y el gato, ayayayaya.

Una tarde, que tomamos un café juntos hablamos del tiempo, de sus vacaciones, sentía que mi tanga se empapaba por momentos y las gotitas caían por mis piernas, solo podía mirarle a sus preciosos ojos y esa sonrisa tan particular. Se que se da cuenta, y en algunos momentos le hace gracia pero nunca me ha insinuado nada ni yo a él, ya me gustaría.

Me toco pasar esa tarde con un calentón y encima horas extra, salí del trabajo tarde sobre las 22, fui al baño y me quite el tanga, total con una falda no se nota nada, tardaría menos de 30 minutos en llegar a casa en metro.

Cuando me subí al metro, estaba deseando sentarme, los pies me dolían. Dos estaciones después empezó a bajar gente, suele pasar a esas horas casi nadie va en dirección norte, logre sentarme sin problemas ya que el vagón estaba casi vacio. No paraba de pensar en M, estaba embobada en mis pensamientos cuando me di cuenta que enfrente de mi y cerca de la puerta estaba un hombre de unos 40 años, canoso, ojos azules, muy atractivo, vestido con un traje, miraba al suelo, estaba serio, parecía preocupado, a los pocos minutos se dio cuenta de que le miraba, intente disimular enredando con mi MP4, pero notaba su mirada y eso me ponía a mil, por eso disimuladamente me subí algo la falda y abrí las piernas para que pudiera ver mi coño depilado, yo continuaba sin mirarle imaginando que me miraba y se sorprendía a la vez que se excitaba.

Me di cuenta que quedaban dos paradas para parar aquella locura y cuando pasamos la ultima estación antes de llegar a mi destino le mire a los ojos y contemple aquel desconocido mirándome, me sonrió con complicidad y deseo y yo le correspondí, y me levante y baje del vagón. Nunca más he vuelto a verle, pero se que le hice feliz por un momento.