Es Cuestión del Destino. Capítulo 1
= CAPÍTULO PILOTO = Este es el nuevo comienzo de una pareja ya conocida, sabrán que ha sucedido a lo largo de estos años, todo comienza en la boda de Miren y Mateo, disfrútenla, ojala les guste y opinen de esta secuela de una historia muy rockera... Gracias.
Saludos a todos los lectores... Antes que nada pido una disculpa por mi larga ausencia, pero he tenido muchos problemas para concentrarme y poder escribir, espero sepan esperar y sepan entender que mi intención no es hacerlos desesperar ni mucho menos hacerlos creer que no continuará más la historia que he dejado inconclusa (Sacrilegio) pronto habrá más de ellos, solo que quiero hacer público este capítulo piloto que no me atrevía a subir por cuestiones de edición y concordancia.
Regreso pues, para cumplir después de un año de haber publicado mi primer historia original de temática gay, para los que hayan leído "Rockeando Al Destino" sabrán de lo que trata está secuela, para los que no; ¿Qué esperan para leerla?
Sin hacerla más de emoción, pues les dejo este capítulo piloto, espero les agrade y comenten sus observaciones, así como sus opiniones y me digan si continuó con esta secuela o no.
Es Cuestión del Destino.
CAPÍTULO 1
UN NUEVO COMIENZO, CON DUDAS Y EMOCIONES.
23:30 horas, viernes por la noche y un público ansioso esperando a que comenzara el show para animar aún más la ceremonia de la boda; tras una tonada leve de un piano, una voz suave femenina comenzaba a emitir la letra de la canción, abriendo paso a que poco a poco, las guitarras eléctricas, el bajo y la batería comenzaban a sonar, y esa voz aumentaba más su intensidad, justo entrando al coro Cristián cantando, acompañaba a esa voz femenina; “Lipotimia” se presentaba con una nueva integrante, Miranda, prima de Mateo, que justamente se hacía presente en la boda de su primo y de Miren, la mejor amiga de Sebastián; cantando el cover a versión un poco más intensa y rockera de “Bring Me To life”, “Lipotimia” ponía ambiente y hacía cimbrar al público y los invitados.
Miranda había pasado semanas atrás ensayando para esa presentación de esa tan esperada noche de la ceremonia; muy acoplados en su interpretación, Miranda y Cristián cantaban y se miraban directo a los ojos, disfrutando del momento y con mucha pasión en dicha canción.
Miren feliz y emocionada disfrutaba parte del show brindado por la banda para amenizar el festejo de su unión matrimonial; por otro lado, Sebastián, quien estaba cargando al pequeño Adonaí; hijo adoptivo de él y su amado Cristián.
Él se percataba que el pequeño necesitaba de un cambio urgente de pañal, así pues agarrando la pañalera, se iba directo al baño, apartándose de la gente diciendo. – Con permiso, con permiso, llevo prisa, bebé necesita cambio urgente de pañal.
– Metiéndose al baño, Sebastián comenzaba a preparar a su pequeño hijo para el cambio de pañal.
Mientras Cristián desde el escenario, observaba con mucha atención y cuidado a su amado yéndose al baño con el bebé en brazos; Miranda quién feliz recibía los aplausos, se sentía agradecida y soñada, pero al girar su cabeza, se daba cuenta de que Cristián estaba muy atento y de que no dejaba de mirar la entrada del baño.
Así que ella con cierta incomodidad, se le acercaba diciéndole discretamente. – Van a estar bien, cantemos otra, mira como los tenemos.
– Cristián sin dejar de mirar la entrada del baño, le decía. – Sí, sí, tienes razón, cantemos, ellos estarán bien.
– Miranda sonreía y le daba un beso en la mejilla a Cristián, ella con micrófono en mano decía. - ¡Esta canción es dedicada a la feliz pareja!
– Mientras Cristian era besado nuevamente por Miranda en la mejilla; Miren movía la cabeza con cierta incomodidad ante lo sucedido, pero se percataba de que Cristián no se preparaba para cantar, ya que seguía con su mirada fija a la entrada del baño.
Así que ella, al darse cuenta de lo que pasaba, se abrió paso entre los invitados, agarrándose la cola del vestido de novia, caminó directo al baño de hombres, haciéndole señas a Cristián le decía. – Vamos, canta, yo veré que ellos estén bien.
– Cristián al ver esas señas e interpretar lo que Miren le daba a entender, suspirando sonreía diciendo. – ¡Vamos a Rockear!
– Miren sonrió y entró al baño de hombres, percatándose que Sebastián estaba algo tenso.
Ella pregunto temerosa. – ¿Sucede algo Sebas?
– Sebastián poniéndole talco al pequeño, le respondía un tanto desesperado. – ¡Sí! ¡Sucede que soy un mal padre, somos malos padres!
– Miren le puso la mano en el hombro de él y le dijo tratando de calmarlo. – Sebas no digas eso, tú y Cristián han sabido criar al pequeño Adonaí, han sabido ser buenos padres, me consta mucho.
– Sebastián poniéndole de nuevo su pantalón al pequeño, le respondía alterado. – ¡Te consta lo que has visto cuando estamos en público! ¡Pero no lo que sucede cuando estamos en casa! ¡Se supone que deberíamos entre los dos ayudar a que Adonaí deje el pañal, pero ha sido todo lo contrario!
– Sebastián se volteó, con los ojos llorosos cargo con mucho amor al pequeño y le decía a su amiga. – Te quiero mucho, no tienes idea de que sería mi vida sin ti.
– Miren sonriendo, derramó una lagrima y le dijo. – Amigo, siempre estaremos en las buenas y en las malas.
– Ella extendió sus brazos y sonriendo decía. – Ven Adonaí, ven con tu tía Miren.
– El pequeño sonriéndole, se le abalanzó a sus brazos y ella tiernamente lo cargo mientras le decía a Sebastián. – Amigo, eres psicólogo, más o menos debes entender por qué Adonaí no ha dejado el pañal aún.
– Sebastián limpiándose con una toalla de bebé la nariz y la cara, le respondía. – ¡Sí, lo sé! ¡Debería saber! ¡Pero sacando mis propias conclusiones, creo y pienso que entre homosexuales no debemos criar y adoptar bebés! ¡Va en contra de la naturaleza, así como se crea una confusión en la mente del pequeño! ¡Le haremos acreedor a un trauma infantil, que lo desarrollará en su niñez, lo volverá violento en la adolescencia y lo convertirá en un psicópata cuando sea adulto!
– Miren tratando de cubrirle los oídos al pequeño, le decía. – Más trauma le vas a crear si te ve haciéndole de padre paranoico.
– Sebastián comenzó a llorar y le decía. – Amiga, en verdad, es muy difícil criar a un hijo, mucho muy difícil.
– Miren le sonreía y alcanzado otra toalla de bebé, se la daba diciéndole. – ¡Pues sí es difícil! Cristián y tú están haciendo muy bien su trabajo de cuidar y criar a este pequeño que fue abandonado de recién nacido, ustedes han sido para él unos Ángeles y aunque no sea hijo biológico, han sabido cuidarlo, quererlo y mimarlo como debe de ser; por mi parte yo a ustedes los admiro mucho, tanto que no tienen idea, si es difícil, ustedes han hecho parecer lo contrario, amigo eres un excelente papá, al igual que Cristián.
– Sebastián sonriendo, se limpiaba nuevamente, cuando la puerta del baño se abría de forma rápida.
Era Cristián que entraba un poco presuroso, preocupado y angustiado por lo que fuera a pasar con su hijo; un poco serio pregunto. – ¿Ocurre algo con Adonaí? ¿Otra vez se hizo del baño?
– Sebastián respirando, se calmó y le respondió. – Sí, le gano, por fortuna fue pipi, traía su pañal, le acabo de poner su calzón entrenador.
– Cristian un poco molesto, exclamó. – ¡Con esa actitud mi hijo jamás dejará de usar pañal! ¡Lo consientes demasiado! ¡Necesita de regaños!
– Sebastián enojado metía las toallas en la pañalera y le respondía de igual forma. – ¡Pues si tuvieras tiempo para regañar a NUESTRO hijo esto no estaría pasando! ¡Claro, pero aquí el señor prefiere ensayar con su banda y trabajar por las noches, en vez de estar al cuidado de su hijo!
– Miren un tanto abrumada, al darse cuenta que las cosas se estaban poniendo muy tensas, abrazaba al pequeño Adonaí que estaba haciendo pucheros pues quería llorar, ella salía diciéndoles en tono quedito. – Por favor, no discutan, hablen como dos personas adultas y que el niño no los escuche, arreglen sus diferencias aquí, yo saldré a entretener al pequeño.
– Miren agarrando la pañalera, salía del baño diciendo. – Vamos Adonaí, vamos a ver si ya partimos el pastel.
– Miren salía del baño, un tanto sería y preocupada.
Mateo al verla así se le acercaba y preguntaba curioso. – ¿Sucede algo amor?
– Miren suspirando le respondía. – Amor, pasa que Sebastián y Cristián están en una crisis de pareja, espero pronto se arreglen las cosas y piensen en este angelito que no tiene la culpa de nada.
– Mateo sonriéndole al pequeño, le decía. – Pues esperemos sea así, aunque debemos tener distancia en sus problemas, de vez en cuando tenemos que brindarles apoyo a ambos.
– Miren y Mateo se daban un beso, se sonreían y el pequeño Adonaí entre sus balbuceos les decía. – Besho, besho.
– Mateo y Miren sonreían de felicidad, al escuchar los balbuceos del pequeño.
Mientras Miranda con una copa buscaba entre la gente a Cristián y al no percatarse de su presencia.
Ella al ver a su primo Mateo con Miren y el niño, se les acerco preguntando curiosa. – Hola, hola pequeñín, ¿Saben dónde está Cristián? Ya quiero cantar.
– Mateo le respondía un tanto distraído con el pequeño. – Se encuentra en el baño.
– Miranda sonriendo le decía. – Perfecto, gracias.
– Ella se dirigía para buscarlo, cuando Miren entregándole a Adonaí en brazos a Mateo, ella de forma inesperada y rápida le sujetaba del brazo a Miranda diciéndole. – Esta en un asunto personal con su esposo, no creo que sea momento.
– Mirando un poco sería y molesta le decía. – Pues yo creo que es momento, si están en un asunto personal, creo que alguien debe interrumpir si se trata de… Pues ya sabes de eso.
– Miren apretó un poco más el brazo de Miranda y le dijo seria. – No interrumpas, no intervengas, ¡No vayas! ¿Quedo claro?
– Miranda sería y molesta, se soltaba de Miren y le decía de manera golpeada. – ¡Voy por otra copa de vino!
– Miranda molesta se iba por otra copa a la barra de cocteles del salón.
Mientras que Mateo un tanto serio se le acercaba diciéndole. – Creo que fuiste un poco dura con mi prima.
– Miren se volteaba y levantándole la ceja le decía. – Y yo creo que estás siendo muy protector con tu prima, a leguas se nota que le gusta Cristián.
– Mateo riéndose le decía. – ¡Cómo crees! ¡Perfectamente sabe que Cristián es gay y que tiene una relación con Sebastián desde hace ya más de 10 años!
– Miren moviendo la cabeza decía. – No cabe duda que los hombres son muy distraídos con lo que sucede enfrente, una mujer siempre acierta en lo que deduce, por algo tenemos un sexto sentido.
– Mateo le sonreía diciéndole. – Loca.
– Miren le sonreía y le decía. – Tonto, vamos a atender a los invitados.
– Ambos caminaron para cerciorarse de que todo marchara bien en la recepción matrimonial.
Cristián y Sebastián en el baño, discutían por la falta de atención de Cristián a Adonaí y sobre la supuesta forma de crianza del pequeño.
Cristián le decía un tanto alterado. – ¡Es que tú lo mimas mucho, lo proteges, le celebras sus berrinches, lo estás volviendo un niño caprichoso!
– Sebastián con lágrimas en los ojos le respondía alterado. – ¡Simplemente lleno el vació que tú como su padre ha dejado desde que trabajas en esa constructora y que dediques tus tiempos libres a ensayar con la banda!
– Cristian moviendo la cabeza, muy molesto le respondía. – ¡Carajo, esa constructora me paga casi lo cuádruple que en donde trabajaba! ¡Es por el futuro nuestro y de nuestro hijo! ¡Y si tanto te molestaba que ensayara, me pudiste haber dicho!
– Sebastián respirando muy agitado le decía. - ¡Ya sé que lo haces por dinero y por solvencia de la casa, como yo no gano más que un mísero sueldo en el hospital psiquiátrico, pues me debo callar! ¡Cómo dicen quién paga manda y tú haces eso! ¡Ahora si te hubiera dicho que me molestaba que ensayaras tantas horas con la banda, hubiera arruinado la sorpresa que Mateo le tenía a Miren para la boda, ella es mi amiga y no le hubiera hecho eso!
– Cristian se agarraba la cara y apretando la otra mano decía. – ¡No lo hago con ese afán de trabajar mucho, lo hago por nosotros, porque quiero que seamos una familia sin carencias! ¡No quiero que pienses eso de que por ganar más dinero te haré menos, eso nunca lo haría, te amo mucho, te respeto y te quiero como a nadie! ¡Y tienes razón, arruinaríamos la sorpresa de Mateo a Miren! ¿Pero sabes amor? Estamos arruinando su noche de bodas aquí discutiendo, en vez de estar con ellos celebrando su unión matrimonial, perdóname chaparro.
– Sebastián y Cristián comenzaron a calmarse.
Sebastián suspirando agachaba la cabeza y le decía en tono triste. – A veces pienso y siento que nuestra relación se está acabando, que el amor se está enfriando, que todo lo que hemos labrado en estos ya casi trece años de relación se está yendo por la borda, trato de ser paciente, pero lo que necesitamos Adonaí y yo es de tu presencia más tiempo en la casa, solo eso queremos.
– Cristian al ver que Sebastián comenzaba a llorar, recordaba que durante estas últimas semanas se la ha pasado más tiempo ensayando y trabajando, que con su hijo y su esposo, se daba cuenta que Sebastián tenía razón.
Es por eso que él de forma tierna, dulce y muy amorosa lo abrazaba fuertemente y le decía un poco triste. – Mi amor, mi chaparro hermoso, discúlpame por ser así, perdóname por lo que dije, eres mi único amor, son mis únicos amores, tú y nuestro hijo los amo con locura, de verdad perdóname por favor.
– Sebastián suspirando, alzando su mirada, fijándola en la arrepentida mirada de Cristián, le decía. – Son lo mejor que me ha pasado en mi vida, Adonaí y tú, no hay nada que perdonar amor, te amo.
– Mirándose se besaban dulcemente, entrelazando sus lenguas, moviendo lentamente sus cabezas, sujetando suavemente Sebastián el cuello de Cristián, mientras que él con ambas manos lo abrazaba amorosamente; después de ese beso de mucho amor, ambos se sonreían y se limpiaban las lágrimas, al paso de unos minutos, ellos desatascaban la puerta y salían como si nada hubiera pasado, sonriendo y muy contentos de nueva cuenta se integraban con los invitados a la ceremonia.
En el escenario, Mateo y su prima comenzarían a afinarse para cantar nuevamente.
Miren le pasaba a Adonaí a Sebastián, quién sonriendo cargando al pequeño le decía a Cristián. – Mi amor, creo que deberías estar ahí.
– Cristián agarrándole la mejilla a su hijo le respondía. – No amor, esta canción es solo de Miranda, ella pidió cantarla, así que estaré aquí con ustedes mirándolos.
– Miren sonriéndoles les decía. – Me alegra que arreglen sus diferencias, no me gusta que discutan, son una pareja demasiado linda, tierna y muy hermosa para estar enojados, me encanta verlos juntos y con este pequeño niño que los adora.
– La pareja sonreía, Cristián le decía. – Miren eres y haz sido una excelente amiga/hermana para mi chaparro, gracias por siempre apoyarlo/apoyarnos en todo.
– Miren suspiraba y sonreía con más alegría.
Mientras que en el escenario, con cierta envidia, Miranda observaba a Cristián y Sebastián felices, ella un tanto incomoda, hacía señas para interrumpir a la pareja, pero Mateo le sujetaba los hombros y le decía al oído de forma discreta. – No seas impertinente y deja a ellos en paz, en esta canción no necesitas de Cristián a tu lado.
– Miranda respiró y haciendo mueca de inconformidad tomaba el micrófono y decía. - ¡Bien, esta canción me gusta mucho y decidí cantarla esta noche, en esta hermosa ceremonia, pues espero les guste!
– Comenzando a escucharse un ligero tono de piano, Miranda comenzaba a cantar “My Inmortal”, de una forma tan suave y tan delicada, con esa voz que emanaba de ella.
Sebastián decía en voz baja. – Pues debo decir que canta muy bien, joven, bonita y con talento.
– Miren sonreía diciéndole. – Y algo impertinente.
– Ambos se miraban y lanzaban una ligera carcajada, a lo que Cristián un poco incómodo ante dicho comentario, les decía. – Esa canción Miranda la ha cantado con mucho sentimiento, pues le paso algo similar.
– Miren se volteaba y mirándolo le preguntaba curiosa. - ¿Cómo sabes eso?
– Cristián nervioso respondía. – Pues se abrió con nosotros cuando comenzábamos a ensayar la rola, nos contó algunas cosas y motivos por el cual quería cantar dicha canción.
– Sebastián suspiraba y decía. – Esperemos su corazón pronto sane y encuentre el amor.
– A lo que Miren decía de forma sarcástica. – ¡Que encuentre el amor en una persona soltera y no casada!
– Sebastián la miraba desconcertado y Cristian con Adonaí cargando la miraba de forma rara e incómoda, ellos sin decir más continuaban escuchando y viendo la interpretación tan entregada de Miranda en el escenario; al finalizar la presentación del grupo, la ceremonia y el festejo continúo hasta muy de madrugada, disfrutando de bocadillos, bebidas y un ambiente muy alegre que se presenciaba esa noche.
Siendo ya las 4:20 de la madrugada, Adonaí en brazos de Sebastián se quedaba profundamente dormido después de estar despierto por mucho rato; Cristian bailaba muy feliz teniendo de pareja a Miranda, ambos parecían llevarse muy bien ya que se sonreían a cada instante, siendo observados por Sebastián que estaba sentado cargando al pequeño y él solo demostraba un poco de cansancio en su mirada y unas ganas profundas de dormir, pues estuvo toda la semana previa a la boda en preparativos junto con Miren para el momento de la ceremonia del gran día; mientras que Mateo y Miren disfrutaban su noche ya convertidos en marido y mujer bailando al compás de los ritmos de cumbia y salsa.
Sebastián decidió con un poco de pena, acercarse con el niño en brazos e interrumpir el baile entre su marido y Miranda, diciendo. – Amor, ya está profundamente dormido nuestro hijo, es momento de irnos ya.
– Cristian volteando miraba a su hijo dormido y le decía apenado a Miranda. – Miranda una disculpa, mi deber como padre es primero, disculpa.
– Miranda en estado de ebriedad se reía diciendo. – Adelante, veré como me regreso al hotel.
– Cristián pidiendo a Sebastián al pequeño Adonaí en brazos, decía. – Amor, dame al niño, manejas tú, suficiente tiempo tuviste cargando al pequeño.
– Sebastián entregándole al niño en brazos, decía preocupado. – Sí amor, cárgalo y yo manejo.
– Sebastián al escuchar que Miranda vería como regresarse al hotel, exclamaba dirigiéndose a ella. – ¡No como crees! ¡Vente con nosotros, te pasamos a dejar al hotel! ¿No hay problema verdad amor?
– Sebastián cuestionaba a Cristián, quién sin preocupaciones respondía. – No, para nada en absoluto amor, vente con nosotros Miranda.
– Miranda sonriendo y bastante ebria decía. – Perfecto, pues vámonos, me siento mal y muy mareada.
– Tambaleándose al caminar, Miranda era sujetada por Sebastián, mientras que Cristián cargando al niño se adelantaba a la salida del salón para abrir el carro y poderse acomodar con el pequeño Adonaí.
En tanto Sebastián le decía a Miranda en tono preocupado. – Miranda, por favor con mucho cuidado adelántate junto con Cristián, me despido de Miren y Mateo y enseguida los alcanzo.
– Miranda le sonreía de una forma diferente a la habitual y le decía. – Descuida, cuidaré de tu marido.
– Sebastián con rapidez se iba a despedir de sus amigos, mientras que Miranda salía caminando tambaleándose como si fuese a caer.
Miren y Mateo quienes se encontraban bailando entre una multitud de invitados, eran interrumpidos por Sebastián que apenado les decía. – Chicos, lamento interrumpirlos, pero vengo a despedirme.
– Miren asombrada un tanto ebria le decía. – ¡¿Cómo que se van?!
– Mateo algo ebrio exclamaba. – ¡Tan rápido!
– Sebastián sonriendo les decía. – Lo siento, pero con un hijo dormido nos es imposible quedarnos, pero bueno estuvimos acompañándolos en este gran momento, los queremos mucho, Cristián se adelantó con Adonaí, disculpen por no venir a despedirse, les deseo lo mejor en su luna de miel y ojala la pasen de maravilla.
– Sebastián sonriéndoles los abrazaba con mucho cariño.
Miren sonriente le agradecía diciendo. – Amigo, no sé qué hubiera hecho sin tu apoyo, en verdad eres un excelente y gran amigo, eres mi hermano, ¡Te adoro mucho Sebas!
– Mateo colocando su mano sobre el hombro de Sebastián le decía. – En verdad mil gracias por tu apoyo, gracias, Cristián tiene a un gran chavo, me alegra que sigan juntos, ¡Muchas gracias a ustedes por su amistad de años!
– Sebastián sonriendo suspiraba y decía. – Nada que agradecer, por algo somos amigos y estamos para apoyarnos.
– Sebastián se despedía por última vez y daba media vuelta, dando unos pasos, recordaba algo y daba vuelta volviéndose con ellos y les decía sonriente. – ¡Por cierto! Se me olvidaba no se preocupen por Miranda, nosotros la pasaremos a dejar al hotel, está bastante ebria, así que está en buenas manos.
– Miren y Mateo se miraron entre sí y cuestionaron a Sebastián. – ¿Seguro que quieren hacer eso?
– Sebastián sin preocupaciones respondía. – Claro que sí, despreocúpense y disfruten de la noche, que es de ustedes.
– Miren y Mateo se sentían un poco incomodos, pues notaban que Sebastián no se percataba de que Miranda coqueteaba mucho a Cristián.
En lo que Sebastián se despedía, a fuera del salón de fiestas, Cristián trataba de maniobrarse para poder abrir el carro, sosteniendo a Adonaí decía un tanto incómodo. – Creo que debería regresar al gym, puesto que no tengo tanta fuerza en los brazos para cargarte hijo.
– Intentando abrir una vez más Cristián se comenzaba a desesperar.
Presurosa y aprovechándose de que Sebastián no salía, Miranda al ver a Cristián haciendo maniobras para abrir se le acerca diciendo. – Esta es mi oportunidad.
– Miranda apresuró el paso, casi tambaleándose, al darse cuenta que no podía caminar bien por los altos tacones que llevaba, decidió quitárselos y caminando con más comodidad le decía casi a gritos. – ¡Veo que necesitas ayuda! ¡Déjame ayudarte Cris!
– Cristián sudado y un poco enojado, se volteaba y al ver a Miranda le decía un poco más aliviado. – Gracias, me vendría bien una ayudadita, pero ¿Y Sebastián?
– Miranda acercándose sonriendo respondía. – Pues se iba a despedir de mi primo Mateo y de Miren, no debe tardar.
– Miranda al ver a Cristián sudar de la frente se mordía el labio y le decía en tono seductor. – A ver déjame abrir a mí, quieres.
– Cristián un tanto nervioso, se hacía a un lado dándole paso a Miranda, quién apropósito rosó su mano con la de él y ligeramente sus nalgas le rosaron la parte del muslo de Cristián.
Ella sosteniendo con una mano sus tacones y con la otra abriendo, le sonreía diciéndole. – ¡Listo, puedes subirte!
– Miranda abriéndole la puerta a Cristián quién subiéndose al asiento del copiloto con mucho cuidado, le decía. – Gracias Miranda, eres muy amable.
– Miranda bajaba el cristal de la ventana y cerrando la puerta, se recargaba en la ventana del coche y le decía. – Hay algo que no te he dicho.
– Cristián acomodando a su hijo entre sus brazos, se ponía algo nervioso por la forma en que Miranda lo comenzaba a tocar.
Ella sonriendo le dijo, mientras su mano libre tocaba el interior del pecho de Cristián. – Desde atrás tiempo he comenzado a sentir algo por ti, me gustas mucho.
– Cristian nervioso comenzaba a sudar, su corazón palpitaba un poco más acelerado y lentamente comenzaba a tener una erección, cuando a lo lejos se escuchó. – ¡¿Por qué no te has subido al carro Miranda?!
– Miranda nerviosa sacaba la mano del interior de la camisa de Cristián y él nervioso se acomodaba.
Sebastián hablando se acercaba diciendo. – Ya deberías de estar arriba Miranda, ¿Por qué no te has subido?
– Miranda notando el nerviosismo de Cristián le sonreía dándole la espalda a Sebastián, respondiendo con sonrisa coqueta. – Me estaba quitando los tacones, ya no los aguanto, me subiré atrás y en lo que llegamos al hotel donde me hospedo, me doy un suave y rico masaje.
– Sin dar la cara a Sebastián, Miranda le dejaba las llaves pegadas en la puerta de carro y subiéndose al carro pensaba. – Logre que se pusiera nervioso, quiere decir que yo para él no le soy indiferente.
– Miranda dentro del coche, fingía sobarse los pies, mientras que Cristian nervioso trataba de calmarse ante la mirada de Sebastián que le preguntaba. – ¿Sucede algo amor?
– Sebastián despegando las llaves del carro, notaba que Cristián estaba un poco sudado, él moviendo la cabeza le respondía. – Creo es mejor que nos vayamos, me siento mareado y quiero darme un baño.
– Sebastián sonriéndole metía la cabeza a través de la ventana y le daba un cálido beso a Cristián, siendo observados con un poco de celos Miranda.
Sebastián apenado decía. – Disculpa Miranda, pero fue el impulso amoroso.
– Miranda haciendo una sonrisa fingida le respondía. – Descuida, es normal, se nota a leguas el amor que se tienen.
– Cristián se acomodaba un poco más y Sebastián le daba vuelta al carro para así poder salir del estacionamiento del salón y dirigirse al hotel para que Miranda descansará a gusto.
En el trayecto al hotel, Cristián con Adonaí en brazos durmiendo, iba muy serio y pensativo en lo que Miranda le había dicho minutos antes de salir del estacionamiento del salón de fiestas; Sebastián le platicaba lo feliz y a gusto que se había sentido en la boda de su amiga, sin darse cuenta que su esposo no le ponía la más mínima atención en nada de lo que había comentado; Miranda solo estaba fingiendo ponerle atención, cuando en realidad en su mente estaba imaginándose a Cristián desnudo.
A unas diez calles de llegar al hotel donde Miranda se estaba hospedando, Adonaí se despertó llorando inconsolablemente, siendo así que Sebastián frenara de forma sorpresiva y que Cristián reaccionará de forma cariñosa con el niño, al cual lo abrazaba con ternura y le besaba la frente para consolarlo.
Cristián tratando de calmarlo decía. – Duerme mi precioso angelito, ya mero llegamos a casa a dormir.
– Sebastián un tanto preocupado, dijo. – Creo que es su calzón entrenador.
– Cristián con mucho cuidado toco la parte trasera de Adonaí y se percató que era el pañal, el cuál haciendo mueca de inconformidad, dijo. – Sí, es el calzón entrenador, estaciónate y lo cambio.
– Sebastián haciendo gesto de preocupación exclamó. – ¡No traje más pañales, ni mucho menos calzones!
– Miranda queriendo ayudar dijo. – Vayan a cambiarlo, yo me bajo aquí y camino las calles que me faltan.
– Cristián exclamando decía. - ¡No, puede ser peligroso y más a esta hora de la madrugada!
– Sebastián haciendo apoyo a lo dicho por Cristián le decía. – Efectivamente, mejor vamos a la casa, me quedo cambiándolo y Cristián que te venga a dejar.
– Miranda sonrió exclamando. - ¡¿En verdad?!
– A lo que Cristián dijo un tanto inconforme. – Sebas, amor, mejor vamos a dejar rápido a Miranda y nos vamos de inmediato a la casa.
– Sebastián en desacuerdo decía. – Amor, Adonaí no deja de llorar, necesita su cambio de calzón, de ropa y dormir en su cama, vamos a la casa primero, total estamos más cerca de la casa que del hotel.
– Miranda apoyando a Sebastián en beneficio de ella decía. – Claro, el angelito de Adonaí necesita que lo atiendan primero, así que no seré egoísta y vamos a su casa.
– Sebastián doblando a la izquierda de la calle, tomaba rumbo a su casa, mientras que Cristián veía por el espejo a Miranda que estaba sonriendo a gusto con la propuesta que Sebastián había realizado.
Al llegar a la casa, Sebastián se estacionaba y volteaba a ver a Cristián y su hijo, que nuevamente se había quedado dormido, así que Sebastián se bajaba para abrirle la puerta a su amado, con mucho cuidado Cristián se bajaba procurando que el aire no le diera al niño en su carita; Miranda los miraba con cierto recelo y un poco incomoda; en ese instante Adonaí despertó llorando y al ver a Sebastián pidió los brazos de él, quién sin dudar lo cargo diciendo. – Ven mi amor, ven con tu papi, Cristián amor, creo que es mejor que vayas a dejar a Miranda, cambiaré a Adonaí y lo acostaré.
– Cristián algo nervioso le dijo. – Bien amor, iré rápido.
– Cristián se acercó a darle un beso a su hijo en la frente y un suave y cálido beso en los labios a su esposo; Miranda apretaba los puños y se molestaba más, sus celos eran evidentes.
Cristián subiéndose de nuevo al carro, le dijo amablemente a Miranda. – Podrías pasarte adelante, no me gusta parecer chofer y mucho menos de una mujer.
– Miranda sonriente le respondía. – Si fuera Sebastián sería otra cosa.
– Aventando sus zapatos al asiento del copiloto, ella se bajaba y se volvía a subir diciendo. – Sebastián gracias por todo, eres un amor, te mando muchos besos y descansen, sueñen con los angelitos.
– Sebastián se despedía de ella con una sonrisa y se metía a la casa mientras que Cristián tomaba camino al hotel.
Durante el trayecto, Miranda ya no tan ebria le preguntaba. – ¿Alguna vez has estado con una mujer?
– Cristián incomodo no respondía y apretaba el volante, acelerando un poco más, mientras que Miranda se reía y solo se mordía el labio muy provocativamente.
Una vez estando ya en el hotel, Cristián incomodo le decía. – Bien, pues llegamos.
– Miranda un poco enojada decía. – Gracias pero, ¿No piensas abrirme la puerta?
– Cristián nervioso y presuroso le decía. – Lo siento, disculpa.
– Cristián se bajaba y rodeaba el carro, abriéndole la puerta a Miranda, ella le decía. – Permíteme un momento, deja saco la tarjeta y me pongo mis tacones.
– Miranda luciéndose ante la mirada de Cristián, se acomodaba su busto y le decía sonriendo. – Estas son naturales.
– Cristián nervioso bajaba la mirada y le decía. – Disculpa, no fue mi intensión.
– Miranda se bajaba del carro y le decía sonriendo. – Acompáñame a mi habitación.
– Cristián sabiendo por donde iba el asunto le dijo nervioso. – Debo irme, estoy cansado.
– Miranda colocaba sus manos sobre el pecho de él y le decía. – No pasará nada que tú no quieras, además Sebastián no se va a enterar, ¿O sí?
– Cristian al sentir a Miranda tan cerca de él, comenzó su corazón a latir más rápido y una erección comenzaba a hacerse prominente.
Miranda deslizaba sus manos y sujetaba el cinturón de Cristián; él cual le sujetaba las manos exclamando. – ¡Miranda por favor!
– Miranda sonreía y le decía. – No seas tonto, no haré nada en la calle y mucho menos ahorita que esta por amanecer.
– Cristián nervioso miraba fijamente los ojos grises de Miranda, ella al sentir que él estaba excitado, sin pensarlo dos veces, se le abalanzaba a besarlo, Cristián correspondía el beso de una forma apasionante, la sujetaba de la espalda y la volteaba contra el carro, Miranda disfrutaba de los besos que Cristián le propiciaba en el cuello.
Ella lo sujetaba del cabello y le decía. – Vamos a mi habitación, sé que tienes ganas de hacerme el amor, lo sé.
– Cristián reaccionaba al tener una imagen en su mente de Sebastián y de su hijo, de forma algo brusca se alejaba de Miranda diciéndole muy apenado. – Esto no debió pasar, no debe, nunca, ¡Nunca me oyes, nunca!
– Cristián se daba vuelta al carro, abriendo la puerta se metía de forma presuroso y encendiendo el carro.
Miranda exclamaba. – ¡Me deseas! ¡No te soy indiferente, deseas de mí!
– Cristián sin responderle arrancaba y dejaba una nube de humo rodeando a Miranda, que enojada se daba media vuelta y se metía al hotel tosiendo.
Cristián no podía creer lo que había hecho, su impulso lo llevo a besar tan apasionadamente a Miranda, en el trayecto él se percataba de la prominente erección que tenía y se decía así mismo. - ¡Es increíble que me ponga así de excitado con una mujer! ¡Yo amo a Sebastián lo amo mucho! ¡¿Qué mierda me pasa?!
– Cristián desesperado manejaba de regreso a casa a toda prisa y al cabo de unos minutos ya estando en casa, metía el carro al garaje, y mirando al cielo que poco a poco se comenzaba a iluminar por el sol decía. - ¡Juro que no volverá a pasar, lo juro!
– Cristián entraba a la casa, y subía las escaleras, dándose cuenta que su hijo estaba ya dormido, él sonriendo decía en voz baja. – Duerme mi niño, sueña con los angelitos.
– Dejando la puerta entre abierta.
Cristián se dirigía a la habitación suya, dónde ahí Sebastián lo estaba esperando en bóxer y sonriéndole le decía. – Amor, quiero que me hagas el amor.
– Cristián entusiasmado, comenzó a quitarse la ropa y pensaba. – Al fin después de varios meses sin sexo, podré disfrutar a mi chaparro en la cama, le voy hacer el amor como si fuera un loco.
– Ya en bóxer, Cristián se abalanzaba a besar a Sebastián que estaba sentado en la cama, entre abrazos y ligeras mordidas poco a poco Cristián lo tocaba suavemente, le decía que lo amaba al oído, lo abrazaba más fuerte y le hacía sentir su deseo hacía él; Sebas comenzaba a tener una erección, su pene comenzaba a derramar el precum y a humedecer el bóxer, cosa que provocaba aún más al acto sexual, pero Cristián apenas y su pene pasaba de flácido a semi erecto, él pensando en lo que había pasado con Miranda y sintiéndose un tanto culpable, continuaba besando a Sebastián, le besaba cada parte de él y lo hacía sentir estremecer y Cristián seguía sin poder alcanzar una erección firme.
Sebastián dándose cuenta de eso se volteaba hacía él y le decía con tono de voz dulce. – Mi amor, estás cansado, bebiste, es lógico que esto pasé, es la primera vez que pasa, tranquilo.
– Cristián apenado, lo miraba a los ojos y le decía. – Mi amor, no sé qué me pasa, pero yo a ti te amo como nunca.
– Sebastián no entendía y teniendo sobre él a su amado, lo abrazaba y le decía al oído. – Mi amor, yo estoy enamoradísimo de ti como no tienes idea, me encantas, todo tú me gusta.
– Cristián sobre Sebas acostados le decía. – Amor, eres lo máximo, te amo, nunca lo dudes.
– Cristián mirando a su esposo nuevamente lo besaba apasionadamente y se abrazaban dando medio giro en la cama, quedando Sebastián sobre Cristián, ambos se miraron, se sonrieron y suspiraron al mismo tiempo.
Cristián se acomodaba sobre el edredón color azul cielo y Sebastián sobre el pecho de su amado, acariciándolo, le decía contento. – Me alegra mucho que en la ceremonia de la iglesia, así como en la recepción no nos hayan mirado raro por ser un matrimonio homosexual y por tener un hijo.
– Cristián lo abrazaba fuertemente a su pecho y le decía sonriendo. – Pues es que tenemos un hijo muy guapo, bastante guapo, a parte que estamos en otros tiempos, poco a poco los homosexuales hemos logrado la aceptación y sobre todo que nos respeten como somos.
– Sebastián besando el pecho de su amado sonriendo, decía. – Y eso me hace feliz, muy feliz, hemos logrado entre tú y yo nuestros logros y metas, hemos formado una bonita familia, aunque hemos tenido nuestros problemas, pero siempre nos levantamos y nos apoyamos.
– Cristián suspirando besaba la frente de Sebastián y pensativo se quedaba mirando a la ventana, que poco a poco iban entrando los primeros rayos del sol.
Cristián entrelazaba su mano con la de Sebas y decía. – Sí amor, una muy bonita familia que seguirá así por siempre.
– Sebastián al ver los rayos del sol exclamaba. - ¡Amor vamos ya a dormir, al rato estaremos como zombies! ¡Sólo que acomódate un poco amor, para que pueda dormir a gusto sobre ti, mi amor!
– Cristián ya un poco adormilado, se acomodaba para que Sebastián durmiera cómodamente sobre él y en cuestión de instantes, ambos cerraban los ojos y poco a poco quedaban profundamente dormidos.
Es Cuestión del Destino.
Espero les haya gustado este primer capítulo piloto, espero comentarios, sugerencias, observaciones y votaciones sobre esta historia, muchas gracias en verdad y deseo de todo corazón que tengan un día excelente; por cierto si no han leído la primera parte de esta historia, lean "Rockeando al Destino", para que más o menos sepan como se conocieron los personajes protagonistas.
También los espero en FB y el mail... Ahora sí, saludos y se les quiere.
Atte: Jesús.