Es Complicado: 4 - No te ralles

«"Jorge, por favor" me digo. "Has dormido con él, has estado desnudo con él, has hecho el amor con él. ¿Cómo puede darte vergüenza llamarle por teléfono?". Es cierto. No tiene sentido. Tengo que perder ya esta maldita timidez...»

No te ralles

Nada más irse Jorge, Adrián buscó su teléfono móvil. Abrió la aplicación WhatsApp y pulsó sobre la conversación grupal que mantenía con Isaac y Asier. No sabía muy bien cómo expresarlo en palabras, pero tenía que hablar con ellos acerca de eso . Tras escribir, borrar, reescribir y borrar de nuevo mil y un posibles mensajes, finalmente escribió: « Necesito contaros una cosa... Pero juradme por vuestras vidas que esto no va a salir de aquí.»

El primero en responder fue Asier: « Claro, tío, eso no hace falta ni que lo digas. ¿Qué pasa?»

Adrián dudaba, ya que tenía miedo de que sus amigos se ríeran de él, le rechazasen, o dejasen de hablarle... Pero se atrevió: « A ver... anoche quedé con Jorge, el marica de clase, ya os lo había dicho, ¿no? El caso es que...bueno, no sé cómo pasó, pero acabó comiéndomela polla. Y... y esta mañana me lo he follado en la ducha. » Adrián sintió que se ponía rojo. Le ardía la cara y el corazón le latía terriblemente fuerte. Esperó un interminable minuto hasta que Isaac respondió: «¿Que has hecho QUÉ? ¿Estás de coña? » Adrián respondió con un simple: « Que no, joder. Os lo digo en serio ».

« Pero » respondía Asier, « ¿qué pasa? ¿Ahora resulta queeres maricón? ». Adrián notó cómo empezaba a cabrearse. « Joder, no. Estaba borracho, y fumado... Me puse cachondo y... » Isaac intervino: « Pero, colega... ¿cómo se te ocurre? » « Ya os lo he dicho, hostias. Estaba borracho. »

Un par de minutos pasaron sin que nadie escribiese nada más. Después, Asier envió el siguiente mensaje: « ¿Pero te ponen los tíos sí o no? ». Adrián hizo un esfuerzo por no estrellar el móvil contra el suelo. « QUE NO, JODER. QUE. NO. » « Vale, fiera, tampoco hace falta que te me pongas así. Relax.

Entonces lo hiciste solo porque estabas borracho y cachondo perdido, y tenías almaricón esea mano, ¿no? » « Sí, supongo que sí » repuso Adrián. « Entonces solo te estabas desahogando.Y oye, siempre es mejor una boca y un ojete, aunque sean de un'tío', que una paja, ¿no?No te ralles » dijo Isaac. Adrián intentó, como le decían, no rallarse , pero es que no podía dejar de pensar en lo que había hecho... « Elbujarrafue la pasivatodo el rato, ¿no? » quiso saber Asier. « No me la metió ni se la chupé, si es eso lo que te interesa » dijo Adrián. « Pues entonces no hay problema. No pienses más en el tema y ya » contestó Asier.

Adrián dejó el móvil en la mesita de noche. Tras unos minutos de silencio, durante los cuales procuró no pensar en lo que había hecho con Jorge, recibió otro mensaje. Era de Asier, que le hablaba en una conversación aparte que mantenían solo los dos: « Eh,maricona, ahora estoy solo en casa.Ventey me la comes un rato,anda,que me aburro. » « Te puedes ir a la mierda, gilipollas. No sé para qué cojones os cuento nada si solo sabéis cachondearos » respondió Adrián, en verdad molesto. « Eh, tío, que era coña. Joder, no te pongas tan a la defensiva... Perdón si te ha molestado ». Adrián procuró calmarse. Sabía que Asier ni hablaba en serio ni pretendía herirle, pero en esos momentos bastante dilema tenía ya como para que encima sus mejores amigos se lo tomasen a guasa. Asier siguió escribiendo: « En serio, no te preocupes por eso. No significa que seas maricón, muchos tíos hemos hecho algo con otro tío alguna vez, y no pasa nada ». « ¿Te incluyes en ese grupo de tíos? » quiso saber Adrián, curioso. « Bueno, sí. Cuando tenía trece o catorce dejé que un chaval un par de años mayor me la comiese. Yno por eso me volví maricón ». Adrián quiso responder algo un tanto hiriente pero luego cayó en la cuenta de que él había hecho exactamente lo mismo que Asier.

En realidad, los padres de Adrián no volverían hasta el domingo por la tarde, así que podría decirse que sí que había echado a Jorge de casa. Pero es que necesitaba estar solo un rato, y pensar en todo aquello. Eran ya las seis de la tarde, y aún no lograba explicarse cómo había podido sentirse tan bien con Jorge. No entendía por qué se le había puesto la piel de gallina cada vez que se habían besado, por qué su corazón había latido de aquella manera cuando dormían juntos...

Adrián, sin quererlo, se preguntó si es que sería gay. Pero la sola idea le aterraba. Además, él sabía que no era así. Solo con mirar al póster de su habitación —el de la mujer desnuda de enormes tetas— se daba cuenta de que muy marica no podía ser. Le gustaban las mujeres. Le gustaban muchísimo. Eso era un hecho que había podido probar en incontables ocasiones. Así que no; no era mariquita .

Tan absorto como estaba en esos pensamientos, no se dio cuenta de que sus dedos se habían deslizado por la pantalla del teléfono hasta dar con una conversación de WhatsApp con Vanesa. Miró el último mensaje recibido, donde la chica le recordaba que unos calzoncillos suyos seguían en su casa. Tecleó entonces Adrián:

« Mis padres no están. Tengo la casa vacía... ¿quieres follar? » la respuesta no tardó en llegar. Por supuesto que Vanesa quería follar, aquella chica parecía que vivía por y para el sexo. Lo cierto es que no tenía muy buena fama en el instituto —y a Adrián le parecía que esa mala fama era hasta cierto punto merecida—. Solían llamarla cosas como puta o zorra . Y es que Vanesa se tiraba a todo lo que se movía, sin importar quién fuese. Todo el mundo sabía que incluso había llegado a follarse a la profesora sustituta de inglés que tuvieron todo el mes de febrero. Y no se trataba de un mero rumor, ya que, aunque de bastante mala calidad, había fotos. Aunque nadie sabe quién las hizo...

En todo caso, justo cuando Adrián recibió la respuesta de Vanesa (« Contigo siempre me apetece follar... En media hora estoy allí »), el chico se puso a recoger un poco la habitación y después se quitó la camiseta y los pantalones. Y, tras dudarlo unos segundos, también se bajó los calzoncillos. Así, tumbado en la cama completamente desnudo, esperó a que Vanesa hiciera acto de presencia. Su rabo se endurecía solo con pensar en la chica, en sus grandiosos pechos, su delicioso coño y sus redondeadas y tersas nalgas...

Adrián se llevó una mano a la polla, que ya estaba durísima, y se pajeó un poco. Lo hacía muy despacio, muy suavemente, porque no podía correrse en su mano si en unos minutos podría hacerlo en las tetas de Vanesa.

Sonó el timbre. Sin dejar su paja, Adrián recorrió el pasillo hasta llegar a la puerta. Eso sí, antes de abrir, echó un vistazo por la mirilla para asegurarse de que fuese Vanesa. Lo que vio en el rellano hizo que su paja acelerase momentáneamente: se trataba del escote de escándalo que llevaba Vanesa. No se le veían los pezones por puro milagro.

El chico, excitadísimo, abrió la puerta de un tirón. Sin dejar tiempo a que Vanesa reaccionara, la arrastró adentro. La puerta se cerró de un portazo mientras Adrián empujaba a la chica hacia abajo, la cual se dejó hacer. Él le agarró la cabeza con ambas manos y le penetró la boca rudamente, su rabo deslizándose por la garganta de ella.

Aunque Vanesa sentía arcadas, no pensó siquiera en apartarse de la polla de Adrián, el cual había comenzado a follarle la boca. Tenía los ojos cerrados y de sus labios escapaban incontables gemidos, suspiros y jadeos. « Esta zorra la chupa casi tan bien como Jorge... Es una pasada » Ese pensamiento involuntario ocupó su mente durante una fracción de segundo. El muchacho procuró dejar de pensar en Jorge y concentrarse en aquella puta arrodillada frente a él. Pero la imagen de Jorge chupándole la polla iba y venía de su mente y por más que él intentara apartar el rostro del chico de sus pensamientos, no lo lograba.

Ven —dijo, tirando suavemente del cabello de Vanesa para que dejara de comerle el rabo—. Vamos al dormitorio...


Son casi las seis de la tarde. Me he pasado el día entero pensando. Pensando en Adrián. Llevo mucho tiempo enamorado de él y, tras lo que pasó, ahora siento que le quiero más todavía.

Y precisamente por eso me duele cómo prácticamente me ha echado de su casa esta mañana. Ha sido casi como si Adrián me hubiese usado para desfogarse, para tener un par de orgasmos y ya está. Pero, al mismo tiempo, creo que Adrián que siente algo por mí. Solo con recordar cómo estaba él mientras lo hacíamos en la ducha me hace creer eso. Su actitud era tan... estaba siendo cariñoso. Esta mañana, Adrián no me ha follado; me ha hecho el amor, lo cual es algo muy distinto. No ha sido solo sexo. Eso lo tengo bastante claro. Creo.

Hace un rato he hablado con Laura y Carlos, y les he contado —sin entrar demasiado en detalles— lo de anoche y lo de esta mañana. Carlos no lo sé, pero Laura piensa como yo: algo tiene que sentir Adrián por mí. Si no, nada de eso hubiera pasado. Después de hablar acerca de Adrián, Carlos me ha recordado que esta noche vamos de fiesta... Ya no me acordaba de que hoy la entrada a Pacha está muy rebajada. Bueno, pues esta noche nos vamos de marcha...

Solo por si acaso, le pregunto a mi madre si puedo salir esta noche. Me dice que sí, con una sonrisa un tanto estúpida. Igual se cree que vuelvo a salir con «esa chica». Porque a ella, evidentemente, no le he dicho nada de lo de anoche. Si ni siquiera sabe que soy gay... Pero algún día tendré que decírselo. Y más vale que sea pronto, antes de que se entere a través de otros. Lo que no entiendo es cómo no ha sospechado nada, nunca. ¿No se supone que los padres notan esas cosas? Es decir, no es que yo tenga pluma, no es que se vea a la legua que no me gustan las mujeres, pero... Es mi madre: suponía que ella, más que cualquier otro, se daría cuenta de algo. Pero no.

Antes de echarme de casa, Adrián me pidió que le llamase más tarde, si quería. Y lo cierto es que quiero. Pero no termino de atreverme a hacerlo, no sé por qué. Cada vez que cojo el teléfono me pongo muy nervioso y no me atrevo a llamarle. Llevo así desde hace un buen rato.

« Jorge, por favor » me digo. « Has dormido con él, has estado desnudo con él, has hecho el amor con él. ¿Cómo puede darte vergüenza llamarle por teléfono? ». Es cierto. No tiene sentido. Tengo que perder ya esta maldita timidez.

Respiro hondo, busco su número en los contactos del móvil, y toco el icono de llamada en la pantalla. Me llevo el teléfono a la oreja. Se oyen unos pitidos... El corazón empieza a latirme más rápido, pero me impido a mí mismo interrumpir la llamada. Espero unos segundos y, por fin, oigo cómo responden al teléfono al otro lado:

¿Hola? —me quedo helado. No es Adrián. Pero no puede ser, no me he equivocado de número. Le he llamado a él—. ¿Hay alguien ahí?

¿Quién eres? —pregunto, aunque creo que ya conozco la respuesta.

Soy Vanesa, de clase. ¿Sabes?

Sí, sí... Hola. ¿Por qué tienes tú el teléfono de Adrián?

No tengo su teléfono. Es que él está en el baño y ha dejado el móvil aquí...

¿Estás en su casa? —pregunto, empezando a sudar.

Sí —oigo como Vanesa se ríe tontamente—. Es que... bueno, como sus padres no están... ya sabes —vuelve a reírse, y yo siento que me mareo. Me tiembla todo el cuerpo, pero no es por miedo, por nervios, o por vergüenza. Estoy cabreado—. En fin, ¿le digo a Adri que te llame cuando salga del baño?

Eh... sí. O, mira, ¿sabes qué? da igual. Que no me llame. Nos vemos en clase.

... Adiós... —responde Vanesa, algo confusa, y doy la llamada por terminada. Dejo caer el móvil en la cama, con tanta fuerza que rebota y cae al suelo con un desagradable ruido. Por suerte, tan solo se le ha salido la tapa, la pantalla no se ha dañado.

Me escuecen los ojos y siento que me arde la cara... ¿Qué coño le pasa a este tío? ¿Se acuesta conmigo y en cuanto me voy de su casa corre a llamar a la puta de Vanesa para follársela? ¿De qué va?

Mis ojos quieren llorar, pero yo no les dejo. Se me forma un nudo en la garganta y siento que algo me oprime el pecho. Pero no lloro. No lloro, aunque me muero de ganas... En lugar de eso, me meto en la ducha e intento dejar la mente en blanco. Aunque estar ahí, con el agua cayendo sobre mi piel, el vapor envolviéndolo todo, no puedo evitar acordarme de esta mañana e, irremediablemente, mi mente vuelve a centrarse en Adrián.

Me ducho tomándome mi tiempo, procurando no dejar que los sentimientos enfrentados que tengo ahora mismo me toquen demasiado la fibra, intentando relajarme y sentirme bien , aunque todavía tengo que luchar contra las lágrimas. Es que... ahora que me he dado cuenta de que Adrián no siente nada por mí, de que sí que me usó para satisfacer sus necesidades, hace que me sienta como una mierda. Pero ya no soy un niño. Así que no lloraré, aunque el dolor que siento en el pecho me tienta a hacerlo.


Adrián estaba tumbado en la cama, y Vanesa le montaba salvajemente, el rabo de él entrando y saliendo del coño de la chica. Así pasaron largos minutos, Adrián (que todavía pensaba en Jorge a intervalos irregulares) agarrando y chupando las enormes tetas de Vanesa, mientras esta chillaba sin parar.

Oh, Jor ... Joder, ¡sí! —Adrián había estado a punto de decir Jorge . Por suerte, fue capaz de rectificar a tiempo, y Vanesa no se dio cuenta—. Anda, déjame metértela por detrás... —Vanesa le miró con el ceño fruncido y, tras unos momentos, sin mediar palabra, la chica se colocó a cuatro patas en la cama, presentándole el culo a Adrián, al cual se le hacía la boca agua.

El chico pasó de prepararle el agujerito a Vanesa y la penetró hasta el fondo de golpe. Evidentemente, la muchacha soltó un agudo grito a modo de queja, pero no se apartó; dejó que Adrián le follase el culo.

El chico estaba fuera de sí. Su rabo entraba y salía tan rápido que apenas se veía, y tenía las manos cerradas con fuerza en las caderas de Vanesa. Pero, esa postura, donde no podía verle la cara, los senos o el coño a la chica, ayudó a que su mente pensase con más facilidad en Jorge... Y ahora Adrián era incapaz de alejar de su cabeza la idea de que se estaba follando al muchacho en lugar de a Vanesa. Y eso, muy a su pesar, le excitó tantísimo que en seguida notó que se corría.

Salió de la chica, se quitó el condón y se masturbó como un poseso entre los carnosos glúteos de Vanesa. El semen salió disparado junto con un profundo gemido de placer por parte de Adrián, que sentía escalofríos y espasmos por todo el cuerpo.

Joder cómo me has dejado la espalda, hijo de puta... —dijo la muchacha mientras se toqueteaba los senos ante Adrián, que la miraba embelesado, ausente y cansado ante el polvazo. El muchacho sonrió, y ambos se besaron tan solo durante dos segundos. Cuando recuperó el aliento tras aquella salvaje sesión de sexo, se levantó y se dispuso a salir de la habitación.

Voy a ducharme. ¿Quieres venir?

No... No, me quedo aquí —repuso la chica, que se estaba limpiando como podía toda la corrida de la espalda con un pañuelo de papel.

Si quieres cuando vuelva le damos otra vez... —propuso Adrián con una sonrisa pícara en la cara, acariciándose distraído el rabo, que colgaba alegremente entre sus piernas.

Adrián estuvo en la ducha unos minutos y, al salir, ya estaba con la polla otra vez lista para follarse a Vanesa. Se dirigió a la habitación, su rabo erecto balanceándose alegremente de un lado a otro con cada paso que daba.

Cuando entró se encontró a Vanesa de espaldas a él. Se acercó a ella y le restregó la polla por la espalda mientras sus manos le buscaban las tetas. Ella se dio la vuelta. Y, por segunda vez, follaron de un modo que casi se antojaba violento, agresivo... primitivo. Y Jorge ahora estaba constantemente en la cabeza de Adrián y él ya no quiso hacer nada por evitarlo.

Tras follar por segunda vez, agotados, ambos se tumbaron en la cama, Adrián con las manos detrás de la nuca, Vanesa apoyando su cabeza en el sudado pecho del chico. Guardaron silencio un rato, hasta que Vanesa recordó algo:

Ah, mientras estabas te estabas duchando te ha llamado Jorge.

¿Ah, sí? —dijo Adrián, intentando ocultar su sorpresa y su preocupación.

Sí. Pero me ha dicho que no hace falta que le llames... No sé. Ese chico es un poco raro, ¿no?

... Sí. Un poco... —respondió Adrián, que ahora tenía el corazón en un puño solo imaginando qué habrá pensado Jorge de él ahora que sabía que Vanesa estaba en su casa. Tenía que llamarle. Aunque él no quisiera. Tenía que hablar con él, aunque no sabía qué le diría. Pero tenía que hablar con él.

Bueno... —dijo Vanesa, mientras comenzaba a vestirse—. Como siempre, ha sido un placer follar contigo, pero ahora tengo que irme —y, sin que Adrián tuviera tiempo a reaccionar, le plantó un beso en los labios.

¿Sales esta noche? —preguntó Adrián.

Qué va, no puedo... —dijo mientras ponía los ojos en blanco—. Mi padre me tiene sin salir por la noche durante un mes, por aquello del porro... ¡Un mes! Bueno, guapísimo, nos vemos, ¿vale?

Sí... adiós —por fin Vanesa se fue, y Adrián quedó solo en casa, otra vez.

Llamó a Jorge. Pero no respondía... Le intentó llamar tres veces más, pero sin éxito. Seguramente tenía el teléfono apagado...

Al caer la noche, Adrián ya estaba listo para salir de fiesta. Estaba a punto de bajar a la calle a esperar a que Asier pasase a recogerle con la moto, cuando recibió un mensaje: « Espero que lo hayas pasado bien con esaguarra. » Era de Jorge, por supuesto. Adrián sintió como si una mano invisible le empujase hacia el suelo, hundiéndolo en sus remordimientos. Tecleó rápidamente una respuesta: « Jorge... de verdad que lo siento. Déjame explicártelo ». Pero Jorge no respondió.

Adrián, ya prácticamente sin ganas de fiesta, salió de casa. Nada más pisar la calle vio cómo la moto de Asier se acercaba a él. Su amigo se detuvo frente a él, y Adrián se subió a la moto, poniéndose el casco que Asier le entregaba, tras lo cual se alejaron de allí a toda velocidad, dirección a una discoteca que aquella noche, con toda certeza, estaría a rebosar de gente. Con un poco de suerte encontraría allí a Jorge, y podría intentar hablar con él.