Es cierto, mi vida, te corneo con todos... (6)

(Con foto) No me sosprendió cuando el nuevo amigo que hice en el cine, nos invitó a pasear en su coche, pero aunque vos no sabías de donde era, estuviste encantado.

Es cierto, mi vida, te corneo con todos... (6) Mujer Dominante 4

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El jueves, cuando mi nuevo amigo del cine me invitó a un paseo en su coche, insistió en que vos también vinieras, ángel mío. Te sorprendiste un poco, porque no sabías de ese amigo mío, y yo no te di explicaciones, porque no había mucho que explicar. Le había estado sobando la tranca al señor de la butaca de al lado, mientras vos veías la película, sin darte cuenta de nada. Y cuando esa gran poronga empezó a chorrear su catarata de semen yo fui recogiéndolo en el cuenco de la mano y me mandé varios traguitos. ¡No te imaginás lo rica que estaba! Algunos hombres tienen la leche más rica que otros, mi cielo, y la de este era para no desperdiciar ni un poquito. Pero en el cine sólo pude pajearlo, una paja sensacional sí, que lo dejó derrumbado en la butaca. Pero no se la pude chupar y me había quedado con las ganas. Así que cuando lo llame por teléfono y le conté, estuvo completamente de acuerdo en verme. Pero insistió en que vinieras. Creo que lo calentaba que le hubiera hecho la paja en presencia de mi marido y quería repetir la situación.

En un gesto de cortesía me invitó al asiento de adelante, vos en el de atrás, y arrancó el coche. Sabiendo lo que había pasado en el cine, el hombre pensaba que yo era la más puta de las esposas. Y vos el mas cornudo, mi cielo. Y yo estaba de acuerdo con él. Así que cuando comenzamos el viaje yo me sentía reputa y lo estaba disfrutando a lo loco.

Mi manita fue reptando hacia su pantalón, viendo como se le iba produciendo la erección. Le acaricié el muslo lentamente, mientras vos mirabas por la ventanilla y el hombre nos daba charla. Esteban, se llama, y se dedica a la venta domiciliaria. Lingeria femenina y artículos de belleza. Yo comprendí que este amigo iba a ser una buena adquisición. Pero, paso a paso, primero tenía que adquirir su polla, y mi mano iba por buen camino. Como a vos te gusta respaldarte en el asiento, no había nada que pudieras ver. Mejor, ojos que no ven...

Mientras manejaba, Esteban, abrió lo más que podía los muslos, para que yo pudiera alcanzar mejor su polla erecta bajo el pantalón. No sé como hacía para seguir hablando y manejando, ya que mi mano se aferró a su tranca con todas las ganas, y mi conchita estaba comenzando a desbordar.

Esteban desabrochó su bragueta y para mi solaz sacó su tremenda polla al aire. Se veía estupenda, mi cielo, y cuando se la agarré piel a piel, no pude evitar un suave gemido. Esa pija era un poema. Y vos estabas en el asiento de atrás sin enterarte. Es una suerte que seas tan boludo. Tuve ese pensamiento cuando con mis deditos lujuriosos le saqué también las bolas afuera del pantalón. Unas bolas peludas y bastante hinchadas, de esas por las que una mujer puede perderse. Bueno, tus bolas no son tan grandes, pero yo igual te considero el más grande de los boludos, aunque en otro sentido, amorcito.

De otro modo te hubieras alarmado cuando les pedí permiso para dormir un poquito en el asiento. Al fin de cuentas, el viaje era una invitación a pasear en coche con Esteban, y dormirme en el asiento de adelante podía parecer una descortesía. Pero sos tan pero tan boludo, mi cielo, que no hiciste ningún comentario. Ni siquiera cuando apareció mi mano detrás del respaldo del asiento delantero, con la remerita que acababa de sacarme. Pero hay que reconocer que Esteban es un genio de la charla y siguió hablando como si tal cosa, mientras yo me daba el gusto de olerle la trancota, dándole pequeñas lamiditas.

Entretanto vos estabas enzarzado en una interesante conversación sobre el trabajo de Esteban, que te daba toda la charla que podías pedir.

Al final no pude resistir más y comencé a mamársela, en el colmo de la calentura. A mi nuevo amigo le costó un poco más coordinar la charla dadas mis lamidas y chupada, pero vos estabas lanzado, ángel mío. Y ni sospechabas que tu amada esposa se la estaba mamando al hombre del asiento del conductor. Claro, no podías ver nada, y los ruidos de mi chupada, podían ser interpretados como ruidos del sueño.

"Debe estar soñando, la pobrecita" te escuché decir comprensivamente como para justificarme por los acuosos ruidos que me salían.

La verdad es que estaba en el paraíso chupándole la tranca a Esteban, y la mirada comenzó a nublárseme y sin siquiera tocarme, sentí venir los preludios de un tremendo orgasmo.

Esteban tuvo que interrumpir forzosamente su charla. Chorro a chorro fue entregándome su leche, mientras yo me corría, saboreando ese néctar de los dioses, sin saber ya nada de nada. En esos momentos los cuernos te deben de haber crecido dos centímetros mi cielo. Pero dos centímetros bien ganados, afanosamente ganados por tu mujercita, que no se resignaba a abandonar esa brotante fuente de placer. Así que se la seguí mamando hasta mucho después de que hubiera dejado de manar semen.

Finalmente me puse nuevamente la remerita, y seguí restregándole con la mano la polla pringosa. ¡Qué tranca, mi Dios! Qué buena fortuna tuvo tu mujercita con la butaca que tenía al lado.

Así que se la seguí manoseando hasta ponérsela nuevamente al palo. Y seguí y seguí. Vos atrás charlando y yo, dale que dale, manoseando esa hermosa pollota en una paja que expresaba toda la devoción que sentía. Con todo afuera, Esteban tuvo que taparse con un saco al detener el coche, para que no lo vieran por la ventanilla, y se negó a subir al departamento para continuar la conversación, pese a tu insistencia. Pero nos prometió que vendría otro día, de visita. Vos quedaste encantado.

Y yo también, cielito.

Estoy comprendiendo por qué una esposa bien puta, necesita tanto de un esposo bien cornudo. Si a una le gustan las trancas tanto como a mí, tener un esposo bien boludo es una bendición.

Escribime a mujerdominante4@yahoo.com.ar . Si querés mandarme tus fotos sabé que las veré con todas las ganas. Yo no soy de esas esposas que desprecian a sus admiradores, pero me gusta saber con qué cuentan, para evaluarlos. Adiosito.