Es cierto, mi vida, te corneo con todos... (13)

(Con foto) ¡Buenas noticias, mi cielo! ¡El señor del cuarto piso, no es tan impotente como pensábamos!

ES CIERTO, MI VIDA, TE CORNEO CON TODOS (13)

Por Mujer Dominante 4

Mujerdominante4@yahoo.com.ar

Jamás me creerías, mi cielo, que yo podía cornearte con el señor del cuarto piso, que es impotente. Bueno, yo en realidad no sabía que era impotente, pero su timidez y ese aire un poco esquivo que tiene, me olían un poco raro. Y me picaba la curiosidad, vidita. Bueno, vos sabés que siempre me pica.

La cuestión es que le hice el entre. Usé toda mi simpatía y procuré actuar de un modo asexuado, para no asustarlo. Era un verdadero desafío para mi´.

Y al final conseguí entrar en su departamento.

Para que entrara en confianza, continué con mis gestos afables y mi charla convencional. El señor terminó por tranquilizarse, había entrado en confianza.

Entonces pasé a la siguiente etapa. Le confesé con mucha timidez que yo usaba los deditos para satisfacerme, porque las pollas no me gustaban. Una mujer necesita más delicadeza, le dije. El hombre era todo oído, se interesó totalmente en mi charla.

Le dije que no mantenía relaciones con mi marido, ni con ningún otro hombre (una mentirita blanca, mi cielo), porque yo necesitaba ser tratada con suavidad, con el cariño que toda vagina femenina necesita. "Pero" y aquí puse una voz un poco lastimera "los hombres no me entienden…" "¿Puede usted creerme que no he conocido ningún hombre que se contente con sólo usar sus dedos con suavidad, sin pretender meterme su cosota?"

"¡Qué barbaridad!" coincidió el hombre, con voz comprensiva y apesadumbrada. Pero a mi no se me escapó que sus pupilas se estaban dilatando. Realmente me estaba mirando con mucho gusto, mi cielo. Ya lo tenía, ahora era sólo cuestión de seguir ajustando la tela-araña

"Con usted me siento en confianza" le dije con voz dulce. "Siento que no corro ningún peligro, y que puedo hacerle confidencias…" Y después de aparentar una breve vacilación, proseguí.

"¡Mi problema es que ando con ganas de tocarme todo el día…!"

Y mientras tanto había ido levantando mi faldita hasta bien arriba de mis muslotes, como si no me diera cuenta, por el fervor de la charla. El buen hombre estaba completamente en mis redes, cielito. Y mi vagina se estaba humedeciendo. Así que, como a la distraída, mientras continuaba absorbiendo su atención con mis confesiones, fui bajando mi mano a la entrepierna.

"Es muy bueno contar con un amigo que la comprenda a una. No sabía que usted era una persona tan agradable…" Y con mis deditos comencé a acariciarme la conchita a través de la braguita. Como lo tenía atrapado con mi charla amigable, el tipo tuvo que mancarse la tocada de concha que yo me estaba dando. Se veía que no sabía muy bien qué decir, pero se estaba poniendo un poco más colorado, La irrigación sanguínea debía estarle llegando también a su zona baja, porque mi ojo sagaz detectó un leve crecimiento bajo su pantalón, y lo vi. tragar saliva.

"¡Oh, discúlpeme!" fingí, "¡no me di cuenta de que me estaba acariciando, delante suyo!" Pero no interrumpí la fregada que me estaba dando con mi mano. "Es que usted me inspira tanta confianza…" Y abrí ampliamente los muslos para que el pobre pudiera tener una buena vista de la paja que me estaba haciendo.

Yo seguía con la restregada a través de la braguita, que se estaba empapando a ojos vistas.

Usando mi mejor sonrisa, la de gran putona, continué mirándolo a los ojos, mientras dejaba que escuchara mis jadeos.

Y así lo tuve como hipnotizado, con la visión de mi espectacular paja. Cuando acabé, entre alaridos y golpes de pelvis, debajo de su pantalón posiblemente no hubiera una buena erección, pero tampoco estaba como al principio, chico.

Cuando me fui, le dejé la habitación llena del olor de mi concha y una mirada alucinada. Le agradecí vivamente la comprensión que me había brindado, y le pedí permiso para darle un abrazo de agradecimiento. Se lo di muy tiernito y apretado, como para que sintiera bien la suavidad y tibieza de mi cálido cuerpo. Entre nosotros, vidita, le sentí su semi-erección, y me la restregué un poco. Le di un beso mus caliente, con la boca abierta, y acariciando sus labios con mi lengua. Y después me despedí, dejándolo en un estado difícil de concebir, mi cielo, a mitad de camino entre la subyugación más absoluta y el delirio. Lo dejé desesperado, mi cielo. Pero era la primera parte del trabajito que le estaba haciendo, nomás.

Como quedé bastante caliente me fui a lo de mi novio para que me ayudara a calmarme. Un novio calma mejor que un esposo, ángel mío, especialmente si tiene una poronga así de gorda

La cuestión es que al señor del cuarto, lo dejé medio loco.

Al día siguiente le toqué el timbre, y cuando me hizo pasar me despatarré cómodamente en el sofá frente a él. Le dije que me había hecho muy bien la charla de ayer, que me había sentido "muy en confianza". Y ya que estaba roto el hielo, comencé a meterme mano en la concha. Ya lo tenía nuevamente donde quería.

¿Hay mucho olor a sexo?" le pregunté desfachatadamente. "Tal vez desde ahí no se aprecie. Venga, acérquese…" Y el hombre se acercó a mi entrepierna, andando en cuatro patas. Había perdido el control social, el pobre. Qué es exactamente lo que yo quería.

"A usted le tengo tanta confianza que le pediría algo que a ningún hombre le he pedido… ¿No quisiera ponerme un dedo ahí abajo…?"

Con un poco de timidez, el hombre, de rodillas entre mis muslos abiertos, avanzó un dedo hasta tocar la braguita húmeda. Yo lancé un hermoso suspiro y avancé mi concha para hacer más fuerte el encuentro con su dedo. "¡Ayyyhhh…!" gemí, restregándome contra su dedo, para animarlo.

El hombre estaba en el cielo, restregándome la concha con el dedo.

"¡Así… así…!" le decía con la voz ronca.

Corrí el frente de la braguita, para que su dedo entrara en mi conchita. Tal vez no me lo creas vidita, pero fue un momento muy excitante

Y más aún cuando le pedí que me oliera la concha. Mis olores lo habían atrapado completamente. Y tenerlo así, oliéndome la concha tan cerquita que podía sentir su respiración, fue demasiado para tu mujercita, y me eché un polvo intensísimo mientras le enterraba la cara en mi concha. Le hice sentir todas las pulsiones de mi acabada en su rostro. Y luego su lengua, lamiendo apasionadamente mis jugos, mientras yo le restregaba la concha en la cara.

Después, mientras le agradecía su comprensión, lo fui poniendo de espaldas y le monté el rostro. Dicho sea de paso, bajo el pantalón se notaba algo muy parecido a una considerable erección. Pero yo no quería forzarlo, cielito, capaz que si le pedía que me la pusiera, el hombre podía ponerse nervioso, arruinándosenos la diversión.

Así que me hice varias pajas con su cara, que le quedó completamente empapada de mis jugos y llena de pendejos esparcidos por aquí y por allí. Debo haber estado más de media hora en eso, vidita, ya sabés cuanto me gusta jugar ese juego. Así que nuestro amable vecino se comió varios orgasmos míos muy apasionados, igual que me pasa con mi novio y con vos, mi santo.

El hombre no paraba de gemir, comerme la conchita y jadear cada vez más fuerte.

Cuando me puse en pié, tuve el placer de ver como continuaba retorciendo su cuerpo, mientras un manchón de semen crecía, enorme, en su pantalón.

Le dije que no se molestara en acompañarme hasta la puerta, pero le agradecí "la comprensión" que tan generosamente me había brindado. Y le comenté que una fantasía que jamás me había atrevido a contar era que me lamieran el culo. Y le planté la idea para la próxima vez.

Después lo llamé a Edgardo para citarlo en el baño de hombres, del bar, porque no tenía ya mucho tiempo, pero deseaba mamarme una buena pija, antes de volver a nuestro hogar, cielito.

Gracias por las fotos, chicos y chicas, son muy calientes. Y sigan con las confidencias. A mi vecino del cuarto piso le han hecho muy bien "mis confidencias". Así que ya saben: mujerdominante4@yahoo.com.ar