Es cierto, mi vida, te corneo con todos... (11)

(con fotos) ¡Estoy haciendo mi primera experiencia inter-racial, mi vida! ¡No sabés lo que te estás perdiendo! Bueno, mejor que no lo sepas, cielito...

ES CIERTO, MI VIDA, TE CORNEO CON TODOS (11)

Por Mujer Dominante 4

Mujerdominante4@yahoo.com.ar

Hola, mi cielo.

No te conté de John, el vecino negro de la otra cuadra. Me llamó la atención su altura y cuando me explicó que estaba en el equipo de básquet, enseguida comprendí: es un muchacho de grandes dones. Muy respetable, realmente.

Realmente generoso en todos sus aspectos. Y a mí, la gente así me enamora, vidita.

Un muchacho tan gentil, tan amable, que no pude menos que simpatizar con él. Y no es para menos, con la enorme simpatía que tiene.

Fue una amistad casi a primera vista, mi ángel. Digo "casi a primera vista", porque la verdad antes de entregarme a esta nueva amistad, toqué un poco. Y lo que toqué me dijo que estaba bien encaminada, que de esta amistad obtendría grandes cosas. Y eso fue lo que comprobé cuando le metí mano, como quien no quiere la cosa, en el zaguán de su casa. Es un muchacho tan alto que mi mano no tuvo que bajar mucho, cielito, para prendarme de él.

Seguramente John, comprendía la curiosidad que tenemos las argentinas por los extranjeros, y más en particular por los negros basquebolistas. Así que no tuvo inconveniente en dejarme comprobar su cordialidad en vivo y en directo. Pero como yo le dije: "John, yo para comprobar, primero debo de probar." Y él no se ofendió ni nada, por mi posible desconfianza a los extranjeros, que dicen tanto y a veces tienen tan poco, vidita. Así que me dio a probar.

¡Qué rico, mi cielo! No sólo me prendé, sino que inmediatamente me prendí. Y John no hizo nada por impedírmelo, gracias a Dios. Bueno, yo creo que en realidad la cosa no lo molestó en absoluto. Debía estar acostumbrado, con tanta argentina casada que habrá encontrado por aquí. Aunque creo que el negro se pavoneaba demasiado, y quería mostrarme como con su gran don levantaba minas. Vaya tonto, pensé. Si aquí todas las minas se vuelven locas por un buen pijazo.

Pero es que yo no había entendido, mi vida, él las levantaba de veras, con todo su peso. Y me hizo la demostración.

No me lo vas a querer creer, mi amor, pero con cada contracción de su enorme poronga, me levantaba en peso, separándome del piso. Y se puso a demostrármelo repetidamente, una y otra vez, como para impresionarme. ¡Tener ese enorme porongón entre mis nalgas, levantándome en peso, con cada contracción que le daba, verdaderamente me impresionó, mi cielo. Y si vos lo hubieras visto te habrías impresionado también. Aunque posiblemente, al ver a tu mujercita en esa situación, te habrías hecho una gran paja.

¡Que fue lo que estaba haciendo el negro, mi vida! ¡Se estaba frotando el porongón contra mi culo, a cada salto que le hacía dar! Para mí fue muy erótico, amor mío, tanto que al sentir esas fricciones cerca del canal de mis nalgas, fue tanta la insistencia que terminé corriéndome, pues cuando él se corrió, las pulsaciones y los saltos de su enorme don se hicieron tan locos, que acabé, dando gritos.

Me quedé muy excitada, pero un poco apenada, mi cielo, porque me había quedado con ganas de mas.

¡Pero John podía seguir ocupándose de tu mujercita!

Tuve que rendirme a la evidencia de que John tenía de qué pavonearse.

Así que todo el resto de la tarde, hasta bastante entrada la noche, me lo pasé con mi amigo. Mamándosela, pajeándolo, restregándome contra él, follándome por la conchita, mi cielo, que ya no podía llamarse con aquel diminutivo, de tan abierta que me la dejó. Hasta que le pedí por favor que me hiciera el orto, mi vida.

Por eso es que todas las tardes, cielito, me la paso en lo de John, haciendo amistad interracial, hasta que retorne a su país. Por las mañanas entrena, Pero no hay día que no me de dos o tres veces por el culo. Una pensaría que me iba a quedar ardiendo, y un poco sí, mi ángel, pero no te imaginás las suavidad con que entra y sale y vuelve a entrar, una polla negra. Y cómo te llena el culo de leche, que en cierto modo suaviza.

Cuando volvés del trabajo, por lo general todavía no he llegado, vidita. Pero cuando vez la cara de puta que traigo, te puede el amor por mí. Y aunque cuando me cojés al ir a la cama, casi no te siento de tan abierta que he quedado, igual dejo que me culees, porque yo soy de las que piensa que no hay que reuir los deberes maritales, mi cielo. Al fin de cuentas yo tengo un deber para contigo

Escríbeme a mujerdominante4@yahoo.com.ar , que estoy a tu disposición para lo que te quieras servir.