Eros y Psique
La unión entre el Cuerpo y el Alma...
Eros y Psique
Eros, el hijo de Afrodita, era el dios griego del amor. En cientos de leyendas aparece representado por un niño, mas en la época de ésta historia ya había crecido y se había convertido en un joven de una extraordinaria belleza. Siempre iba armado con un arco y una aljaba llena de flechas y gozaba del poder de inocular el amor tanto a los hombres como a los mismísimos dioses... de tal suerte que, quienquiera que fuese rozado por alguna de sus flechas, se enamoraba inmediatamente de la primera persona que veía.
Un día su madre, Afrodita, le preguntó:
"Dime, Eros. ¿He envejecido? ¿Me han salido arrugas en la piel? ¿Hay hilos plateados en mi cabello?.
" ¿Cómo me podéis preguntar eso tú, que eres la diosa considerada como el símbolo mismo de la belleza? ¡Nadie es más hermosa que tú ni lo será jamás, madre!. Pero, ¿por qué me hacéis esa pregunta?".
"No dudaba de tu respuesta" respondió satisfecha la diosa -, "pero he oído que hay una mortal más hermosa que yo... dicen que es como la luna, mientras que yo a su lado sería como una estrella lejana que palidece ante el resplandor de sus rayos. Es adorada hasta tal punto que la gente prefiere tributar sus honores a la princesa antes que a mi. Hay que castigarla. Ve a buscarla y atraviesa su corazón con una de tus saetas, pero antes asegúrate de que cerca de ella haya algún ser horrible, monstruoso. Quiero que sufra por amor a la más abominable criatura del mundo. "
Y dicho esto, Afrodita bajó del Olimpo y se sumergió en el mar con su cortejo de nereidas y delfines... Así pues, Eros se dispuso a descender a la tierra desde el monte de los dioses a fin de buscar a la hermosa Psique...
Psique cuyo nombre en griego, significa alma, mente...- , hija de un rey, era la menor de tres bellas hermanas, aunque la belleza de Psique sobresalía del resto de cualquier ser mortal. No sería posible hallar palabras en el lenguaje humano para ensalzar su belleza. Tan hermosa era, que sus conciudadanos, y un buen número de extranjeros, acudían a admirarla. Incluso dieron en compararla a la propia Afrodita, y no advirtieron que estaban descuidando los ritos debidos a esta diosa, haciendo que sus templos quedaban desiertos porque la gente prefería tributar sus honores a la maravillosa Psique.
Con todo, Psique, con el correr del tiempo, fue conociendo el precio amargo de su hermosura. Sus hermanas mayores se habían casado ya, pero nadie se había atrevido a pedir su mano: los hombres la veían tan hermosa que la admiraban como solo se puede admirar a una obra de arte, como a una mujer inalcanzable, pues, irónicamente, su belleza los ahuyentaba... al fin y al cabo, la admiración es vecina del temor...
Preocupado por la situación, su padre fue a consultar al Oráculo y, éste le dio la respuesta:
"En una alta roca del monte deja a la doncella, pomposamente preparada para un tálamo de muerte; y no esperes descendencia salida de estirpe mortal, sino de un cruel, fiero y viperino monstruo; y éste, volando con sus plumas por el éter, todo lo inquieta y con fuego y hierro cada cosa abate; al que teme el mismo Júpiter; con el que se espantan las divinidades; del que se horrorizan las aguas de la tenebrosa Estigia..."
El corazón de los reyes se heló, pero, no teniendo otra alternativa que cumplir con la voluntad de los dioses, entre los gemidos y lamentos familiares, llevaron a Psique a la cima de la montaña que le había señalado el Oráculo y allí la dejaron sola, sobre un lecho de roca, muerta de miedo, en espera de que se cumpliera su fatal destino, mientras que el fúnebre cortejo nupcial se retiraba... y Psique cayó en un profundo sopor muy cercano al sueño.
Fue entonces cuando Eros la descubrió. Él sabía que la joven estaría allí porque él mismo lo había dispuesto todo a través de la voz del Oráculo. Pero, quedó tan impresionado ante la belleza de la hermosa Psique, que tropezó con una piedra y cayó junto a ella, de tal suerte que una de las flechas que portaba su aljaba le arañó una pierna y, aún antes de que comprendiera qué había pasado, descubrió que estaba perdidamente enamorado de ella... entonces decidió cambiar los designios de su madre. Procurando no despertar a la doncella, llamó a su lado a Céfiro (viento del Oeste y uno de los más fieles mensajeros de los dioses) para que, al atardecer, la condujera hasta un hermoso y profundo valle, en el que se levantaba un maravilloso palacio de oro y mármol. Céfiro así lo hizo. Al despertar, y ya una vez allí, en el palacio, sirvientes invisibles acompañaron a Psique y se encargaron de cumplir con todos sus caprichos. Psique quedó asombrada por la factura del edificio y sus estancias... no podía dar crédito a sus ojos.
"¿Dónde estoy?" , preguntó perpleja la dulce doncella al no distinguir a nadie ni en los jardines ni en las salas del palacio.
"En un lugar donde serás amada y tus deseos se verán satisfechos" - murmuró una voz a su oído , " Nuestro amor será el más grande que jamás haya existido. Ven... y seremos tan felices como no es posible imaginar."
... y su asombro creció cuando, de pronto, unas voces angélicas la invitaron a acostarse en un lecho... Eros sabía que tenía que tener mucho cuidado, ya que Afrodita no podía descubrir su amor hacia Psique, y así decidió esconder su verdadera identidad, incluso a Psique. Por ello solo se acercó a ella cuando solo reinaba la oscuridad.
Cayó entonces la oscura noche y, en la oscuridad, sintió Psique un rumor y una presencia a su lado. Pronto comprendió que su secreto marido se había deslizado junto a ella. Psique, aunque creía que su esposo era un monstruo, no percibió deformidades en él, sino todo lo contrario... aquel supuesto monstruo tenía unas formas perfectamente proporcionadas.
Psique pasó sus brazos alrededor del cuello de su amante mientras él, tímidamente al principio, exploró cada recoveco de su cálida boca con la lengua. Las manos del dios le pellizcaban dulcemente los pezones por encima de la ropa, pero ella no sintió temor alguno. Estaba decidida a entregarse por entero a aquel ser... Y Eros notó cómo la doncella se abandonaba poco a poco a su intromisión. Acercó los labios a su oreja y susurró quedamente su nombre... ella se pegó un poco más a él, lo justo para notar el considerable sexo del dios del amor, que nada debía de envidiar a la magnitud del miembro de Príapo... y Psique se abandonó al deseo...
Un gemido escapó de sus labios y Eros notó cómo se estremecía. Le tomó de la mano y se la condujo hacia su sexo enhiesto, fuerte, duro, el sexo de un dios.... Y la dulce Psique, que jamás había tenido miembro alguno entre sus manos, se asustó, pero no por ello lo soltó, temerosa de ofender a su dulce amante. Él, entonces, deslizó una mano hacia el escote de su amada y comenzó a desnudarla lentamente, gozando del suave tacto de la piel de la hermosa Psique.
Después excitado por las caricias que ella le brindaba a su pene, rozó ligeramente el vello púbico de ella y, despacio, tocando con su dedo índice su clítoris, trazó círculos, acariciándolo. Después bajó hacia sus pezones, lamiéndole por el camino la suave piel con la lengua, marcando un leve trazo, hasta llegar a la cumbre de uno de sus pechos que comenzó a besar alternativamente. Ella gimió y él le introdujo el dedo en su cálida y ansiada interioridad y comenzó a moverlo dentro de ella. Descendió más abajo, lamiendo su vientre y, bajando más, llegó a su sexo. Psique, comprendiendo sus intenciones, abrió sus piernas completamente, y el dios del amor hundió su cara en el sexo de ella, oliendo el seductor aroma, la esencia de su amada, lamiendo despacio toda su extensión para finalmente concentrarse en su clítoris, que succionó con avidez, moviendo la lengua rápidamente sobre él. Entonces oyó los sollozos de placer que emitía su doncella, al tiempo que su cuerpo temblaba a causa de un estremecedor orgasmo. Él siguió lamiendo, excitado por la propia excitación de ella, hasta que decidió que ya estaba lo suficientemente lubricada para recibir su néctar sagrado a través de su miembro...
Cuando Psique notó el sexo de su amante dentro de ella, un leve dolor le atravesó como una exhalación por la espalda, a pesar de lo despacio y lo delicadamente que él la había penetrado. Sorprendida al sentir sus propios jugos fluyendo de su interior, cubriendo por completo sus muslos, y al notar el cálido y abundante semen que colmaba su interior, una nube de exquisito placer nubló su entendimiento... y el dios supo que había desvirgado a la bella Psique... se unieron para siempre el Amor y el Alma.
Y en aquel momento, aunque los dos amantes lo desconocieran, se produjo la unión entre el cuerpo y los placeres sensoriales, representados en Eros, hijo de Afrodita, y la espiritualidad, la mente y el alma, representadas por la hermosa Psique...
Aliena del Valle.-