Eros vence a Tanatos
Eros vence a Tanatos, de Kenwood. Los placeres de la civilización se han perdido en el futuro hasta que un hombre decide redescubrirlos...
En 2186, tras la segunda guerra del carbón, provocada por el absoluto agotamiento de los combustibles fósiles, líquidos, sólidos y gaseosos, un gobierno mundial decidió poner fin a la superpoblación mundial del modo más expeditivo posible: prohibiendo el sexo, monopolizando y controlando la reproducción de la especie humana e inhibiendo, ya, en los neonatos cualquier deseo sexual gracias a semillas transgénicas diseñadas con este fin.
A finales del siglo XXIII no quedaba, ni siquiera en la tradición oral, memoria de la autentica función del aparato genital masculino o femenino que comenzaban a mostrar signos de hipotrofia en las últimas generaciones.
Andros 521, un joven de diecinueve años aficionado a la, oficialmente, prohibida arqueología, descubrió algo sorprendente: los antiguos se reproducían como los animales inferiores.
Llegó a tal insólita conclusión después de traducir y leer detenidamente los restos de un extraño objeto hecho de múltiples hojas de celulosa lleno de signos de lo que entre los eruditos se conocía como escritura y multitud de explicitas imágenes que no dejaban lugar a duda alguna.
A medida que Andros avanzaba en la traducción, su pequeño pene de diez centímetros comenzó a mostrar una preocupante (pero agradabilísima) hinchazón que desaparecía en cuanto abandonaba la labor. Sorprendido y asustado prosiguió en su empeño hasta que al llegar a cierta parte del texto, en que se mencionaban extraños tocamientos que culminaban en lo que se describía como "placentera penetración", sufrió una tremenda convulsión y se orinó (eso creyó él) en medio de un gran placer.
Ocultó el objeto de su estudio y temeroso de ser descubierto guardó silencio sobre lo ocurrido hasta que la visita de Gyne 654, una hembra de su misma edad hacía la notaba una extraña simpatía, volvió a provocarle aquella extraña hinchazón.
-Quiero mostrarte mi ultimo descubrimiento, pero debes asegurarme que nadie más que tú, ha de conocerlo. Sabes que en ello va mi vida.
-Debería denunciarte ahora mismo pero el brillo de tus ojos me hace creer que es algo importante. ¡Enséñamelo!-Dijo Gyne excitada-
Comenzó Andros a leer el texto mientras Gyne apoyaba su pecho contra la espalda del joven (que mantuvo erguida su espalda temeroso de que ella se separase) y seguía con la vista aquellos extraños signos que el traducía en dulces palabras como "besos","caricias","tocamientos","placer" y "orgasmo". Llevaban leídas siete u ocho paginas cuando Andros se detuvo, se bajó los pantalones y mostró a la chica su pene erecto.
- ¿Ves lo que me sucede cuando leo esto?
Ella lo miró, sorprendida e intrigada. Era el primer miccionador masculino que veía tan abultado.
-¿Puedo tocarlo?-Preguntó la joven-
-¡Si, si, claro! ¿No te parece extraño?
Con suma delicadeza ella comenzó a pasar sus dedos sobre la tirante y venosa piel. Apretó para ver su consistencia y descubrió la capa que cubría la morada cabeza.
De pronto un chorro de un líquido caliente, viscoso y blanquecino surgió de su extremo mientras el muchacho se retorcía gimiendo.
-¿Te he hecho mucho daño? Preguntó asustada Gyne-
- No, no se que me ha pasado,es la segunda vez que me sucede, pero es placentero.
-Es curioso pero el tacto de tu pene deformado también me ha resultado, en cierto modo, agradable. Y te confesaré que aunque yo no tengo pene, he sentido un dulce cosquilleo y noto una extraña humedad en mi orificio excretor anterior.
Durante varios días y ocultos a cualquier mirada, prosiguieron los jóvenes la lectura de aquellos textos que cada vez parecían menos esotéricos y que en sus mentes comenzaban a significar algo con sentido.
Andros, quiero que tu me toques la vagina, es posible que pueda sentir algo parecido a lo que a ti tanto parece gustarte.
-Quería decírtelo pero no se hasta que punto estas entendiendo los textos, déjame verte.
Gyne se deshizo de su traje termocompensado que le cubría todo el cuerpo y quedó desnuda ante el atónito muchacho que comprendió de golpe líneas y líneas del arcaico texto.
A pesar de la invitadora mirada de la muchacha, tocó temeroso los pezones de los bellos pechos de Gyne. Ya había leído que se sentía una placentera sensación pero no hubiese creído jamás que lo fuese en tal medida. Ella le miraba suplicante mientras el se entretenía tocando cada centímetro de piel hasta que llegó a la vulva.
-¡Toca, toca!, ¿no notas la humedad?. ¿Estaré enferma?
Los dedos del arqueólogo exploraban todos los rincones de aquel húmedo agujero hasta que toparon con un pequeño abultamiento: ¡el clítoris!, pensó Andros, y el clítoris se masajea, como dice el escrito.
No tardó Gyne en retorcerse y gemir, como hacía Andros, pero con mayor violencia si cabe.
-¡Sigue sigue!, no temas hacerme daño me gusta,¡me gusta mucho ..!
-Esto debe ser eso que llamaban brujería, ¡esto es algo sobrenatural!-Dijo entrecortadamente Gyne mientras se recuperaba de aquella explosión de placer-
-No, es algo mas sencillo,es ¡sexo! -Dijo Andros alborozado-
Durante muchos días no pudieron volver a verse ni a leer el extraño objeto, pero en sus mentes y en sus cuerpos algo había cambiado. Aprendieron a tocarse ellos mismos para proporcionarse el placer que se daban mutuamente pero, no era lo mismo. Andros se despertaba mojado a media noche después de haber soñado que él y Gyne se tocaban, ella alcanzó el virtuosismo introduciéndose objetos en la vagina y obteniendo inimaginables cotas de placer.
Cuando, tras dos meses de educación comunal a la que no prestaron ninguna atención, volvieron a verse, sus miradas estaban cargadas de deseo.
No fue preciso volver al viejo y didáctico texto, ya se sabían la lección y solo faltaba llevarla a la práctica.
Se citaron discretamente en el modulo habitable de ella y con suma excitación comenzaron a desvestirse iniciando sin dilación aquellos burdos pero placenteros tocamientos que tanto les habían excitado.
Provocó ella una nueva salida de aquel liquido blanquecino que se empeñó en probar y que le resultó tan delicioso como el mejor de los alimentos liofilizados de que se alimentaban y consiguió, él, aquella humectación de la vagina que a ella le trasportaba a regiones inimaginables del placer.
Pero..la penetración, la penetración resultó la piedra de toque de aquel maravilloso juego. Mucho habían leído sobre aquella fase definitiva y no les defraudó pues, a pesar de que en el primer intento parecía existir un obstáculo insalvable, su perseverancia, basada en la mutua excitación logró que el pene penetrase totalmente en ella y poco tardaron en alcanzar un paroxismo inimaginable. Repitieron y repitieron de una manera incansable hasta que les venció el agotamiento.
Siguieron practicando el juego hasta que pasados tres meses, el vientre de Gyne comenzó a abultarse. La visita al medico desató la tormenta.
El consejo local de próceres mantuvo el escándalo circunscrito a los más altos niveles de gobierno en donde se deliberó la forma de castigo más adecuada a aquella gravísima falta que podía tener fatales consecuencias si fuese conocida por el resto de la población.
Finalmente, se decidió desterrarles del planeta. Se buscó el lugar más lejano de la galaxia. Un pequeño planeta azul recién descubierto por los astrónomos fue el lugar escogido por poseer una atmósfera con mayor semejanza a la nuestra. Un teletrasportador de última generación se encargó de ejecutar la sentencia y quedaron abandonados, totalmente desnudos (ese problema de las máquinas se solucionó hace ya mucho tiempo) en medio de un recóndito vergel para que, benevolentemente, no murieran de inanición a pesar de la carencia de alimentos artificiales.
Han trascurrido diez mil años desde entonces y las informaciones recogidas por la sonda Lambda, en las proximidades del planeta azul confirman los peores augurios.
Aquellos dos degenerados lograron sobrevivir y han llenado su superficie de tarados descendientes que repiten y repiten sin descanso la enorme aberración que dio origen a su especie