Erla y su familia (01: Mi primera vez)
Siempre me llamó la atención mi hermano, desde muy pequeña lo veia con otros ojos y dentro de mi inoscencia, no tenía idea de las consecuencias que eso me traería...
Mi Primera vez
Un sueño hecho realidad
Me encanta poder relatar, todas las cosa que al final contaron para establecer lazos tan especiales con algunos miembros de mi familia. Al principio me costaba un poco hablar sobre el tema, pero con el tiempo aprendí a entender lo bien que me hacia hablar de ello.
Siempre me llamó la atención mi hermano, desde pequeña lo veía con otros ojos; y dentro de mi inocencia no tenia idea de las consecuencias que eso me traería. Somos tres hermanos: El mayor, la mayor y yo. Mi preferido para todo siempre fue mi hermano, siempre estaba conmigo. Pero jamás me vio con otros ojos; siempre como mi hermano. Cuando tenia 13 años muchas cosas en mi cambiaron. Vino mi desarrollo, mi avance a la secundaria y mi interés por los chicos. Solo que el que me llamaba la atención era mi hermano. Siempre estaba pensando en él y me molestaba el hecho de que fuéramos familiares. Y es que fue, él quien de tanto pensarlo me inspiró para mi primera masturbación.
a con esa herramienta, me refiero a la masturbación , las cosas cambiaron; porque el interés que sentía, ahora era otro, ya era deseo. Durante las noches no hacia otra cosa que acariciar mi cuquita masturbándome pensando en él. Recuerdo esa primera vez cuando, inconsciente de lo que hacia, sumida en temores conocí los primeros espasmos de un orgasmo. Una noche en mi cuarto, una de esas en que la inquietud y el deseo por mi hermano atormentaba mis sueños, de manera involuntaria baje mi manita hasta mi vientre acariciándolo; una sensación extraña comenzaba a sentirse a medida que mis caricias se alejaban de mi vientre llegando a mi pubis.
Para ese entonces, aun cuando ya tenia un cuerpecito bastante bien formado, apenas una pequeña capa de suaves vellos comenzaba a cubrir mi conchita; allí, se entretenían mis deditos jugando con aquellos pelitos y fue cuando sin darme cuenta, con mi dedito del medio recorría la rajita de mi cuquita de arriba hacia abajo continuamente.
No pude evitar que un leve suspiro escapara de mi ser; inmediatamente aparté la cobija con que me arropaba y bajé mis pantaletitas hasta quitármelas por completo, buscando con ello poder abrir mis piernas improvisando colocarlas en alto; con mi mano izquierda separaba mis labios vaginales y con la derecha colocando un dedito dentro de mi pequeña hendidura, me dedicaba a moverlo suavemente. Podía sentir como desde mi entrepierna hasta mi garganta una pequeña cosquillita circulaba indetenible haciendo que involuntariamente arqueara mi espalda y moviera mis caderas al ritmo de esas caricias. Sentía además, como de mi rajita abierta manaban pequeñas cantidades de un flujo viscoso que divinamente lubricaban mi cavidad para hacer más placentero aquel momento.
Imaginaba entre tanto que era mi hermano que, con ávidas manos me acariciaba. En ningún instante llegué a introducir mi dedo en mi vaginita, solo, con movimientos ahora circulares con toda la extensión de mi mano masajeaba mi sexo; notando como al inicio de mi cuquita, se asomaba prominente el botoncito de mi clítoris, el cual comencé también a acariciar obteniendo un placer casi indescriptible. A medida que iba conociendo mi cuerpo, sus partes sus emanaciones, sus olores, su textura, su humedad; por otra parte una sensación de temor se hacía presente.
Los senos me dolían, mucho más en la parte de mis pezones que asombrada podía ver como sobresalían erectos; y sin saber como, comencé a acariciarlos y apretarlos tratando de disminuir esa molestia que poco a poco se transformaba en un mayor placer. Mi hermano me está tocando, mi hermano me está provocando todo este placer que siento; era lo que pensaba entonces. Parecía una serpiente ondulante mientras me contorneaba deleitada por todas las caricias que recorrían electrizante mi cuerpo por completo. Por un instante quedé paralizada al sentir como una ola de espasmos comenzaba a originarse desde en interior de mi vaginita llegando hasta mi cabeza que parecía desvanecerse. Si, estaba viniéndome en aquel mi primer orgasmo; y es que además, era la primera sensación gratificante que recibía de mi hermano, aunque de manera indirecta. Toda mi mano quedó impregnada de mis jugos, estaba temblando y sudada; las sábanas, la cobija, toda la cama y yo olíamos a sexo, era divino.
Sin embargo, las cosas con él siempre fueron iguales; aunque cuando tenia oportunidad para insinuármele lo hacia sin ningún pudor; pero no me servia de mucho debido a la confianza y la unión que había entre nosotros. A veces pasaba para su cuarto o lo llamaba al mío estando yo en ropa interior. Una vez hasta llegué a pasar delante de él desnuda saliendo del baño a mi cuarto, sabiendo que estaba en el pasillo de la casa; pero él como si nada; aunque yo pienso que en el fondo esta vez sí sé fijó un poquito.
Pasó el tiempo, pero no así mis deseos hacia mi hermano. Para esos días yo contaba con 14 años y el 18. Mi hermana mayor ya estaba casada y no vivía con nosotros. Un día, Martes, eso no se me olvida, yo sabia que mi mamá viajaría con mi papá para Caracas y se iban temprano. Ese día hice que iba para clases pero no asistí. Así que luego llegué a la casa explicándole a mi hermano que me sentía un poco mal. Me fui directo a mi cuarto y me puse la ropa mas cómoda que conseguí, una camiseta holgadita (solamente); Me acosté en la cama, me arropé y encendí mi televisor.
En ese momento el corazón parecía como si se me fuera a salir, pues sabia que era lo que estaba buscando que pasara con todo eso. Y ya con esto, me dispuse a llamarlo pidiéndole que me acompañara para ver juntos la televisión. Él acostumbraba a recostar su cabeza en mi regazo sobre mis piernas mientras yo jugaba con su cabello. Después de un rato y aprovechando un juego que teníamos, le reclamé diciéndole que me tenia botadita y no me quería porque ya no me consentía. Lo acostumbrado en esos casos era que él me volteaba de espalda y me daba de nalgaditas por malcriada para luego hacerme cariños.
Esta vez las cosas fueron diferentes; porque al voltearme se consiguió no solo con mis nalguitas, sino con todito mi culito al aire libre. Se quedó completamente en silencio, sin moverse, no pronunció palabra alguna, solo veía mi trasero en silencio. Lentamente me volteé estirando todo mi cuerpo como cuando una se acaba de despertar; la expresión que tenia en sus ojos era como si se hubiese congelado. Fue cuando le dije: ¿Que te pasa hermanito, nunca habías visto una de estas?, Señalándole mi cuquita.
Lo menos que se imaginaba era que yo estaba desnudita de la cintura para abajo. No aguanté, así que lentamente y con cuidado tome su mano y la acerqué a mi conejito, la dejé reposar allí sin que él opusiera resistencia. ¡Cielos! , se sentía tibia, el corazón se me iba a salir. En ese momento afín volteó a mirarme a la cara con intención de reprocharme, así que antes de que dijera algo puse mi mano sobre su boca, me incorporé a él y nos quedamos así un rato solo viéndonos, sin que él quitara su mano de mi conejito. Y otra vez no aguante mas y acerqué mi boca a la suya. Debo decir que jamás había besado a alguien a excepción de una amiga en el liceo que pretendía enseñarme como era. Pero esto fue totalmente diferente y único; pero luego se separó de mí diciendo que estábamos locos, que eso no podía estar pasando; y viendo que la cosa se estaba poniendo difícil tomé medidas de emergencia, así que le dije: pues si esta pasando, Mira; tomando nuevamente su mano y colocándola entre mis piernas haciendo que tocara con su dedo la entrada de mi vaginita, que para ese momento ya estaba bastante húmeda. En ese momento sonrió y me dijo: definitivamente eres una diablilla ; acostándose a mi lado para comenzar a besarme tiernamente. Me besaba toda, desde el cuello hasta los pies. Me estremecía sentir sus manos agarrando mis senos y su boca besándolos y chupándolos. No pronunciábamos palabra alguna, solo nos amábamos. Se dedicó a tocarme por todas partes hasta que llegó a mi cuquita besándola, lamiéndola, metiendo su lengua.
Mordía mis labios vaginales con sus labios, era tan diestro con su lengua que me volvía loca; su lengua se detenía en el botoncito de mi clítoris presionándolo y moviéndolo alrededor haciendo que mi espalda se arqueara y moviera mis caderas de manera incontrolable. Al principio me sentí un poquito extraña porque no me imaginaba que esas cosas se podían sentir; después solo deseaba que se quedara allí por siempre. Pero eso no pasó, porque en un momento comencé a sentirme rara, recordé de inmediato las veces en que me masturbaba pensando en mi hermano; empecé a temblar, a gritar y apretar su cara contra mi conejito.
Si, me estaba viniendo; era mi primer orgasmo no masturbándome y qué orgasmo; llegué a pensar que me estaba orinando, pero no era eso, simplemente estaba acabando a chorros, porque eso era lo que salía de mi vagina; y él seguía allí pasando su lengua suavemente relamiéndose y viéndome con una sonrisa maliciosa. Se incorporó recostándose a mi lado y me volvió a besar, suave y tierno; aunque suene extraño, era la primera vez que probaba el sabor de mi sexo y esto lo sentía mientras pasaba su lengua por mi paladar, cosa que me estremecía. Luego fue él quien tomó mi mano indicándome que agarrara su miembro, que sentí tan suave, duro, caliente; tiernamente me indicó que bajara y lo besara, pero no me parecía. Así que esta vez fue él quien se puso malcriado diciéndome que no lo quería ya que no lo consentía.
Me pareció gracioso y tierno a la vez; así que decidí hacerlo. Suavemente lo pasé por mis labios, suavemente fui pasando mi lengua notando como en la puntita se asomaba una gotita cristalina la cual tomé con la punta de mi lengua para luego saborearlo y notar un sabor un poco salado que no me pareció desagradable, todo lo contrario y poco a poco lo fui metiendo en mi boca. Pero no me cabía allí, así que me dedique a chupar y besar la punta de su verga que estaba hinchada y dura. Era una sensación extrañamente divina tener su glande recorriendo mi paladar casi hasta mi garganta, por momentos sentía que me ahogaba pues me despreocupaba por respirar concentrándome en saborear aquella verga tan sabrosa que me ofrecía mi hermano. Luego me pidió que parara y seguidamente me preguntó que si ya había hecho el amor antes. A lo que con un poco de pena, no sé por qué, le respondí que no.
Así que tiernamente volvió a besarme colocándose sobre mí. Luego, suavemente separo mis piernitas y colocó la punta de su verga sobre mi cuquita acariciándola y jugueteando con ella y poco a poco fue metiendolo; al principio molestó un poco, pero estaba demasiado excitada en ese momento como para estar pensando en dolor, aunque debo decir que si lo hubo, y bastante, pero como dije antes, no era el momento de pensar en ello. Al principio lo metía y sacaba suave, lento y no tan profundo, pero luego los dos estábamos como locos gimiendo, jadeando y sudando. Ninguno de los dos aguantamos; yo volví a temblar y gritar en otro orgasmo pero más fuerte mientras que él rápidamente sacaba su verga de mi cuca y apretándolo vi como salía de él todo ese líquido que caía sobre mí vientre hasta mis senitos. A pesar de que estábamos agitados, sudados y acalorados su semen se sentía caliente, muy caliente.
Acerqué mi mano y acaricié su péne preguntándole si no le molestaba que lo agarrara, a lo que me dijo que no había problema; no sé si fue por instinto o por curiosidad, pero mientras acariciaba su péne y sentía como me impregnaba de su semen y mis jugos, me provocó hacer algo, así que arrodillándome en la cama acerque mi boca hasta él lamiéndolo y metiendolo en mi boca. La sensación fue indescriptible, ya que era la primera vez que probaba semen, su sabor era extraño, seguramente debido a la sangre despedida por la rotura de mi virginidad pero aun así no me resultaba desagradable. Esta vez si me cabía pues la erección era menor. Sentí el sabor de su semen entre salado y dulce. Me dediqué a chupárselo todo tragándome lo que quedaba a su alrededor y me di cuenta que se ponía más pequeño; así que dejé de hacerlo. Allí nos quedamos acostados un rato. Fue cuando le dije que lo amaba y que no quería a nadie mas que a él. Me miró y sonrió, pero no dijo nada.
Desde aquel momento fueron muchas las veces que estuvimos juntos haciendo el amor. Convirtiéndose en algo natural entre nosotros. Pero cuidándonos mucho de que nadie se enterara de nada, pues es de imaginarse el escándalo. A veces, en la noche, mientras mis padres dormían, nos pasábamos de los cuartos para estar juntos. Lo único malo de eso es que teníamos que hacerlo calladitos y evitando hacer cualquier ruido para no despertar a nadie. Pero jamás ha dejado de ser algo maravillosa y hermosamente divino.
Fue con mi prima Zuly que no pude evitar se enterara que algo raro estaba pasando entre mi hermano y yo. Pero esa ya es parte de otra de mis experiencias de incesto, que no se quedaron en ese entonces, en mi hermano únicamente; y que hasta el momento se han extendido a otras muchas experiencias con miembros de mi familia.
Espero no te hayas aburrido; y que tampoco te haya causado algún tipo de incomodidad. Para muchos es difícil aceptar que estas cosas pasan, quedándose en la oscuridad de un tabú.
Para mí, resulta todo lo contrario, me encanta contar mis experiencias. Y si esto puede ayudar a alguien a reconocer, comprender y aceptar lo que pasa y adoptar su identidad con respecto a este tipo de relaciones; pues, me gusta mas seguir haciéndolo.
Gracias por interesarte en mis experiencias.
Besos...... de Erla