Erika y Samantha (Historia de una hermafrodita 4)
Después de esa noche inolvidable, siguen los planes del fin de semana tan especial. Después de un desayuno ligero, toca relajarse en un spa.
He dormido fenomenal, tu cama es enorme!
Sí, y aun así, la ocupabas casi toda, durmiendo a pierna suelta! - Se rió, dándome una cachetada en el culo. Verla desnuda, después de toda la noche sin aliviarme y con esa cachetada, hizo revivir a mi pene, que se erguía imponente con mis huevos colgando. A Sam no le pasó inadvertido. - Qué tenemos por aquí? Así me gusta, siempre lista para el combate! - Me encantaba su pícara sonrisa. Entonces, miró hacia el café negro recién hecho y quedó pensativa. Luego me miró y dijo. - Quiero probar algo, pero temo que pienses que esa una pervertida o algo así...
No te preocupes, todo lo que me sugieras en... ese aspecto, estará bien para mí. Sabes que soy tímida... - Miré hacia abajo – Pero por alguna razón en ese tema siento ganas de probar de todo, mientras lo hagamos juntas... porqué no?
Me alegro de oír eso porque alguna idea que otra sí que tengo... Pero la principal es que... - Su mano recorrió mi polla, lentamente, acariciándola con las llemas de los dedos. - Tu semen... es delicioso. Va en serio, es muy dulce, como una miel muy suave. - Me miró a los ojos. - Supongo que porque no es "semen" de verdad y no tiene lo que tienen los tíos. Yo el de los tíos no sé como sabe, pero he oido historias de que sabe mal o al menos en el mejor de los casos que es salado... Pero el tuyo no. El realmente delicioso.
Vaya... gracias... Jamás pensé que nadie fuese a hacerme esa clase de cumplido! - Nos miramos. Rompimos a reír. Cuando se nos pasó, Sam propuso.
Te importaría sí... Te ordeño? - La miré interrogante. - Sí, quiero ponerte a cuatro patas y ordeñarte, que descargues tu deliciosa leche en mi café. - Mientras me hablaba de esa forma tan obscena, me pajeaba lentamente y me besaba el cuello. Atrapó un pezón con su boca y empezó a lamérmelo. - Total, tu tienes que liberarte... Y mientras yo esté por aquí no quiero que te lo hagas tú. Ni desaprovechar ese manjar. Qué dices, serás mi proveedora de leche matutina?
Eso sería genial... tanto te gusta?
MUCHÍSIMO! - Exclamó. - Entonces, no te importa?
Para nada, quiero que lo disfrutes... tu biberón... - Nos miramos.
Nunca pensé que ni yo ni tu seríamos tan atrevidas en temas sexuales... pero teniendo en cuenta lo que hemos pasado por ser como somos... nos merecemos disfrutarlo. - Asentí con un suspiro, mientras Samantha me acariciaba. Me pajeaba muy lentamente, mientras con la otra mano me masejaba mis grandes testículos. Empezó a besarme en el interior de los muslos, estando de cuclillas, mientras yo apenas podía tenerme en pie de la excitación.
Esperé con los ojos cerrados, sintiendo cada beso, sintiendo como se aproximaba a mi polla. Lentamente, me besó mis huevos medio hinchados, pasando la punta de la lengua suavemente, acercándose a mi pene palpitante, que ya soltaba sus primeras gotas de liquido preseminal...
Pronto sus labios recorrieron mi tronco, y al llegar a la punta, separó mi piel hacia atrás y comenzó a lamer todo mi capullo. Su boca tragó mi polla sin pensárselo, mamándomela sin prisa pero sin pausa, lubricándola muy bien hasta el último rincón con su saliva. Sentía cada recoveco de la boca de Sam, ella chupaba con todos sus rincones y desde todos los ángulos. Yo miraba hacia abajo, verla chupármela me encantaba. La veía en cuclillas, con sus tetas que parecían no verse afectadas por la gravedad. Mis manos acariciaban su pelo y se aferraban a su nuca, empujándola sin querer más hacia mí, para sentir que mi polla entraba bien profunda en su boca y garganta... Mis piernas ya casi no me sostenían cuando Sam me susurró. - Ponte en cuatro...
Así lo hice. Yo apenas podía articular palabra por la increíble mamada que me estaba haciendo, pero Sam entendió por mis temblores que podría corrrerme en cualquier momento y me mandó ponerme a gatas antes de que llegara lo que yo más ansiaba... Gracias a la calefacción del suelo radiante, las baldosas estaban a una agradable temperatura. Notaba como mis tetas y mis huevos colgaban, cuando sentí una mano que cogía mi polla por la base y la apuntaba contra el suelo, perpendicular a él, y empezó a hacer movimientos como de ordeñar. Yo estaba en el cielo, casi babeando por el placer incontrolable que surgía de lo más profundo de mi ser.
Escuché un ruido como de porcelana y miré, con la cara casi pegada al suelo, entre mis tetas. Ví mi polla, enorme y colgando, mientras Samantha la ordeñaba literalmente e intentaba apuntar a una taza que había puesto en el suelo. Su mano atrapaba mi pene por su base, y arrastraba hacia abajo hasta casi llegar a la punta, donde soltaba el tronco y lo volvía a atrapar por su base. Sus manos me ordeñaban con cuidado pero firmes, mientras que notaba su lengua recorriendo mis huevos y mi pequeña raja... Yo me iba a correr en cualquier momento, era una sensación que no había probado nunca en mis pajas. Siempre lo había hecho del modo normal, agarrando casi por arriba, entre arriba y el medio y recorriendo arriba y abajo. A veces incluso probé a dos manos... Pero esto era diferente, sólo había una dirección, desde la base a la punta. Me estaba volviendo loca.
Sam...
Vamos cariño, suéltalo para mí. - Me corrí, los espasmos recorrían mi cuerpo, un orgamos distinto a todos los demás que había tenido. Es algo que no se puede explicar hasta que no lo experimentas. No oculté mis gemidos. Con la cabeza y mis tetas tocando el suelo, Samantha me ordeñaba como una verdadera granjera ordeñaría a su vaca, haciendo que todo mi líquido cayera con sonoros chorros en su taza. Luego aplicó su boca a mi punta y chupó los restos, dándome las últimas oleadas de placer. Tardé medio minuto en recobrarme y me levanté, ayudada por Sam. Había llenado la taza hasta más alla de la mitad, y chupado el resto directamente con su boca. En el suelo se veían todas las salpicaduras que no habían caido en la taza o que directamente habían salpicado por todas partes con la presión de mi eyaculación.
Es... perfecto. - Sam miraba orgullosa la taza mientras terminaba de llenarla de café. Al revolverlo parecía totalmente café con leche. Me miró y no pudimos más que reirnos. Lágrimas de risa nos caían por la cara. Cuando nos calmamos me preguntó con una sonrisa pícara. - Te gustó cómo te ordeñé? - Le sonreí.
Me encantó... Nunca había tenido un orgasmo así. Fué distinto a todos los demás. Tenemos que... probarlo más veces. - Dije con timidez. Por un lado me daba vergüenza esa postura, toda expuesta... Por unos segundos pensé en qué pasaría si alguien, como los padres de Sam, nos encontrase haciendo algo así... Directamente me moriría de vergüenza.
Por supuesto! Si tenemos la oportunidad, no te vas a librar de darme mi desayuno.
Y tu qué... - Me acerqué a ella. - Supongo que tendré que devolverte el favor...
Sí? - Su intensa mirada me traspasaba. - Y en qué estabas pensando? - Dió un largo sorbo a su café con "leche" y se relamió. - Está delicioso...
Que te apetecería? Pídeme lo que quieras...
Apuró lo que le quedaba del café con mi leche de un sorbo, relamiéndose, y dejándolo sobre la taza empezó a hablar.
Pues... esto es lo que pensé para hoy mientras hacía el desayuno. Primero, me voy a aguantar las ganas de hacerlo ahora mismo, porque ambas nos hemos duchado y no quiero ponerme perdida de mis fluidos y tener también que limpiar el suelo. Lo que quiero es que... - Se acercó a mí. - Mira, estos dos días han sido maravillosos y me han descubierto algo: me encanta que me hagas correrme en sitios públicos... Aquel baño del cine, aquel sitio en el autobús... No puedo quitármelos de la cabeza, no pensaba que sacarías estos instintos en mí...
A decir verdad... – Contesté devolviéndole la mirada – Me excitó muchísimo que me hiciese aquello en el cine. Supongo que hemos descubierto que nos gusta en los lugares públicos... - Ella sonrió tímida. Creo que oir esas cosas de mí la hacía ver lo atrevido que sonaba todo lo que decíamos sobre sexo.
Pero tengo un problema. Que me corro muchísimo y mi flujo sale a borbotones sin control, dejando todo perdido. Y eso quita de que pueda hacerlo en muchos lugares... Llevo pensando desde que empecé a preparar el desayuno algún lugar donde pudiesemos... ya sabes, hacer cosas en público, pero que a la vez no tuviésemos que manchar nada... Y se me ocurrió. Y luego todo un planning que espero que te guste.
Dispara. - La sola idea de que hubiese tenido un plan para todo el día, me excitaba. Quería aprovechar al máximo todo el día de hoy, porque a saber cuándo podríamos tener tanta libertad para estar juntas... En nuestras casas estarían nuestros padres, y aunque tuviésemos los sitios públicos, la cantidad e fluidos que salían de las dos al corrernos era demasiado como para hacerlo de una forma más o menos segura y anónima... También, una parte de mí, pequeña pero insistente repetía que este finde había sido un sueño muy bonito, pero el lunes la realidad imperaría. Se iría con sus amigas, seguramente dejándome de lado. Suponía que me miraría y compartiríamos nuestro secreto, y que luego me hablaría a solas, pero en el colegio, sus amigas seguro que la censurarían por ir conmigo. No era de lejos tan guai como ellas, y aunque mi familia tenía dinero, no se comparaba a sus fortunas. Todo eso me bullía por la mente pero lo acallaba a base de sentir el amor de Samantha y todo lo que habíamos hecho en estos dos días...
Te pasa algo? Te noto ensimismada en tus pensamientos... - Me miró con preocupación. - Qué piensas?
En nada. - Mentí. - Quiero que me cuentas tu plan y pasar un día genial. - Sonreí y la abracé.
Pueeees.... - Siguió, no desconfió en que le ocultase ningún pensamiento importante, o eso parecía. - Se me ha ocurrido que en un spa, mis fluidos y los tuyos pasarían bastante más desapercibidos... He visto que tu semen se diluye en el agua y mis flujos ni se notarían, así que... - Acercó la boca a mi oreja. Sentía su aliento cálido que me hacía estremecer. - Que te parece sí nos vamos ahora de mañana a un spa que conozco... Vamos a la sauna, vamos a los circuitos de agua, nos damos un masaje de burbujas y luego, en algún rincón de alguna piscina de burbujas, cuando no mire nadie... - Acarició lentamente mi pene. - Luego, iremos de compras, porque quiero comprar alguna que otra cosita cerca del spa, pero no puedes saber lo que es... Y luego compramos algo de ropa y nos venimos a casa. - Su dedo recorría lentamente mi cuerpo mientras me contaba todo su plan, haciendo que se me erizaran los pezones al pasar por encima de ellos. - Pedimos comida india, recibimos al repartidor en bata, desnudas, mostrando lo justo para ponerlo muy nervioso, cogemos la comida, comemos... Luego descansamos un poquillo, y cuando estés lista, me das un masaje y lo que surja? Nos duchamos juntas y ya nos vestimos, porque prometiste a tu madre que estarías de vuelta a la tarde-noche y mis padres también llegarán sobre las once o así... Te gusta mi plan?
Muchisimo! - Estaba realmente ilusionada en hacer todo eso, pero no pude evitar hacer un mohín de tristeza, pensando en que este finde tenía un final y ese miedo a lo que pudiese pasar. Por desgracia, Sam no lo pasó por alto. Era astuta, se daba cuenta de todo lo que me pasaba por la cabeza, como si fuese un libro abierto. Con cuidado me cogió de la mano.
Sé que te ilusiona, pero también sé que me ocultas algo. No se que coño me pasa contigo, aunque nos conozcamos de hace unos días parece que llevemos juntas muchísimo más tiempo y no me chupo el dedo. Erica, lo nuestro fue un flechazo y por mucho que me flipe lo rápido que ha pasado todo, estoy más feliz que nunca antes en mi vida. Pero también quiero hacer las cosas bien y no puedo ignorar cuando algo no te va bien. Me gustaría que me contases lo que te ronda por la cabeza, como lo hicimos en aquellos columpios. No me había abierto así con nadie nunca, y quiero que tú también te abras así para mí. No te voy a presionar, pero llevo todo el finde con la sensación vaga de que tienes miedo de algo y no se de qué, por eso si quieres, mejor dímelo y lo hablamos. Te quiero feliz y disfrutando de todo mi plan, no me gustaría que no lo pasaras tan bien como te gustaría por que estés pensando algo que no has hablado conmigo antes.
Todo el tiempo que ella me hablaba, sus ojos iban del suelo hacia mis ojos. Notaba que a ella también le costaba decir todo eso, y que a pesar de haberme notado algo durante el finde, no lo dijo porque no quería romper la magia. Pero ahora era el momento. Lo sentí. Era mejor comentárselo todo y luego... Mientras yo dudaba mordiéndome el labio, ella me llevó de la mano hasta el salón. Me senté. Era comodísimo. Sam cogió un puf enorme que tenía en una esquina del gran salón y lo arrastró hasta ponerlo frente a mí. Se sentó con las piernas cruzadas, al estilo buda y su mirada fué tierna, dándome ánimos para empezar. Decidí soltarlo todo.
Estoy disfrutando este fin de semana a tope. Todo está siendo perfecto... el problema es que una parte pequeña de mi piensa que es demasiado perfecto. Tu tienes tu vida, tus amigas, tus padres, tus conocidos... Y tengo miedo de que cuando acabe este fin de semana, y mañana volvamos a la escuela... - Miré hacia abajo.- Tengo miedo ver que yo no encajo en tu vida y que acabe este cuento de hadas. Que tus amigas al verme contigo me rechacen y te veas entre dos fuegos. No quiero que tengas que decidir entre tu mundo y yo... Además... - Sam iba a abrir la boca. Podía sentir su furia. - No, espera. No te estoy subestimando ni pensando nada de ti malo. Pero sé que eres combativa. Una parte de mí teme que tengas que pelearte con tu mundo por mí. Que tengas problemas o algo.... y eso me pone triste. Por eso también disfruto cada segundo de este sueño. - Sam estaba roja de ira, lo sentía. Pero callaba para oirme hablar. Y respiraba hondo, cerrando los ojos para calmarse. - Qué diran en la escuela si nos ven juntas? Qué dirán tus amigas? Y en medio de todo esto, está el tema de lo que soy. Algún día alguien se enterará. Se preguntarán, por ejemplo tus padres, porqué no voy a la playa, o no me pongo bikini. O siempre llevo ropa holgada. Y si luego descubren lo que soy y te convencen o lo intentan de que me dejes? Todos esos pensamientos me cruzan como relámpagos y hacen que notes de vez en cuando ese miedo latente. - Escuché una risita. Miré a Sam y me asusté. Su cara era un rictus de furia, pero en forma de sonrisa. Levantó una mano, parecía que me iba a dar una bofetada, pero al momento la bajó. Con los dientes cerrados susurró:
Ya has hablado. Te doy las gracias por tu sinceridad. Ahora, déjame asimilar todo eso y relajarme lo suficiente como para poder contestarte, porque ahora mismo te cruzaría la cara con ganas, cariño. Podrías mientras fregar lo del desayuno? Así vamos ahorrando tiempo para irnos. Cuando acabes, te espero en la habitación. - Se levantó, me besó en la frente y se fué. Yo no podría estar mas triste. La había enfadado muchísimo. Estaba nerviosa por cómo me recibiría en la habitación. Fuí a la cocina y recogí las tazas, el platito y los cuchillos de untar. Lo fregué todo y me dirigí a la habitación. Estaba en medio de la cama, desnuda, sentada como los indios. Había ropa a su alrededor.
Sam... Ya he terminado. - Dije mirando al suelo.
Anda, ven aquí y siéntate. - Así lo hice. Me cogió de las manos. Estábamos frente a frente. Me miró fijamente y empezó a hablar. - Quiero que me escuches. Quiero que me escuches atentamente porque todo esto sólo lo voy a decir una vez y quiero que te entre en la cabecita dura y preciosa que tienes. Abajo casi te cruzo la cara porque bueno, como comprenderas, que tengas esos pensamientos de mí, pensar que te puedo abandonar a la mínima de cambio al acabarse este finde, pensar que me voy a ir con mis amigas y pasar de tí, etc, me sienta directamente como si me hubieses gritado estafadora, mentirosa, traidora, cruel, y muchos más epítetos que no voy a decir para no cabrearme, porque sólo alguien tan ruin y horrible podría hacer lo que tu tienes miedo que haga yo. - Yo estaba al borde del llanto. No lo había visto así, solo había expresado mis miedos, nunca pensé en cómo se sentiría ella al escucharme. - No me llores, atiendeme bien porque tendremos esta charla una sola vez.
Cuando antes dije que soy más feliz ahora que en toda mi vida, era la verdad. Igual a tu dura cabeza de idiota le cuesta trabajo entenderlo. Así que lo achacaré a que te infravaloras muchísimo, y eso también me da rabia, aporrearía esa cabeza tuya hasta hacerte querete más, pero no puedo hacerlo así asi que ya te irá entrando con paciencia. -Suspiró.- No cambiaría esto por nada en el mundo. Mis amigas pueden irse a la mierda. Mis padres no son como piensas. Quizá se sorprendan al presentarte y decirles que soy lesbiana. Nunca me han preguntado ni me vi en la necesidad de decirlo, pero seguro que algo se imaginan, mis padres no se chupan el dedo. Saben lo que es tener una hija con peculiaridades, si descubren o les decides que les contemos lo tuyo seguro que lo entienden así que no te preocupes por ellos. Quiero que entiendas de una vez que te quiero muchísimo y que siento que he encontrado mi alma gemela. Y las almas gemelas no piensan "vaya, seguro que me vende a la mínima de cambio". Eso duele. - Mis lágrimas eran incontenibles. Pero aguantaba lo que podía por no llorar en alto. - Veo que te culpas por lo que dijiste, y algo deberías, sí, pero has sido sincera, seguro que no fue facil casi insultarme a la cara. - Ahora ya lloraba. - Así que, vas a volver a dudar de mí? Porque yo no dudo de tí. - Negué con la cabeza mientras cerraba los ojos llenos de lágrimas. Noté que su mano me acariciaba la cara y me limpiaba las lágrimas. - Abre los ojos y no llores. - Lo hice. Me calmé. - Si tengo problemas en mi vida, no son culpa tuya. Es culpa de los demás que se montan sus películas. Pero no pienso venderte por nada del mundo. Si necesitabas escucharlo, ahí te queda dicho. Pero quiero que te lo creas. Sé que tu falta de autoestima te lo impide de alguna forma, pero inténtalo. - Asentí.
Yo... Te creo Samantha... Y siento tanto haberte insultado dudando de tí... - Quería llorar de nuevo pero me mantuve firme.
Entonces, no más vacilaciones? Ni dudas? Vamos con todo contra viento y marea?
Sí! - Me abrazó.
Perfecto. Ahora lávate los dientes, vístete y sigamos con mi plan todo el día. Pagarás por dudar de mí, voy a prohibirte aliviarte todo el día y voy a tardar muuuucho en aliviarte yo. Vas a suplicarme muuuuuchas veces, ya lo creo! - Se puso de pie en cama y empezó a dar toquecitos con el pie en mi pene flácido. - Pobre amiguito tuyo, negándole mis atenciones... Pero algún castigo tienes que llevar.
Oh... vamos... todo menos eso... sabes que es por mi bien, castígame de otra forma, pero no me hagas suplicarte durante el resto del día... Si en unas horas ya me molestará seguro...
No estás para pedir. Anda, a prepararte! - Gateando por la cama, me dió un beso y se puso en pie de un salto, mientras yo escogía qué ponerme entre la ropa de mi maleta. En media hora estábamos listas para salir. Yo llevaba mi braga contenedora y una falda larga hasta las rodillas y ella llevaba un precioso vestido rojo por encima de las rodillas y unas rechamantes medias de rombos rojos y negros, pero junto al vestido y los zapatos le hacía un efecto increíble. Tenía un gusto brutal para la ropa! Evité tocar el tema que más me preocupaba... Cómo disimularía mi paquete en el spa? Esperaba que no hubiese nadie... Nerviosa, salí de casa de Sam y ella cerró la puerta. Me cogió de la mano y nos fuimos a la parada del bus.
Hacía un día estupendo. Ibamos andando hacia la parada del bus, con el sol brillando entre los frondosos árboles que estaban por doquier. Su urbanización era muy verde, tenía mucha vegetación, con árboles, setos, sistemas de riego... Era como vivir en un paraíso. Llegó el bus y nos subimos. No pude evitar ver que al conductor se le escapaba una mirada a las piernas de Sam. Lo entendía. Esas medias no dejaban indiferente a nadie, tenía muy buen tipo y se hacía ver con su desparpajo. Nos fuimos a la parte de atrás del autobús, casi vacío de nuevo. Así se lo hice ver.
Sí, suele subir poca gente porque este es un barrio de gente rica y suelen tener sus varios coches y sus chóferes. Mis padres nunca quisieron chófer ni tampoco muchos coches. Sólo uno para mi padre y otro para mi madre, ya que ambos trabajan en lugares diferentes y les hace falta independencia. Yo me tengo que tragar el bus y que me lleven mis padres a los sitios ya que aún no tengo coche ni puedo tener carnet. - Hizo un mohín de enfado. Sonreí. Me hacía gracia verla enfurruñada.
Viste la mirada que te echó el conductor del autobús? - dije en un susurro. - Te recorrió de abajo a arriba, empezando por esas medias tan preciosas que tienes. La verdad es que no enseñas nada, pero estás de infarto... - Ella alzó una ceja sonriéndome socarrona.
Será guarro...
Bueno, puede ser, pero no puedo culparlo demasiado... es que estás de escándalo. Yo también te miraría de arriba a abajo. Ya lo pensé antes de salir de tu casa, tienes un gusto para la ropa increíble.
Ah, así que sí. Eres una pervertida, que lo sepas.- Nos reímos la dos. - Pues tu tampoco vistes nada mal, aunque haría un par de retoques... Si me dejas ser tu estilista personal creo que te iría de lujo, que me dices?
Por mi encantada! Nunca supe muy bien valorarme como para pensar que podría comprar ropa atrevida o rechamante! Pero si tu me dijeses que me queda bien, me lo compraría con confianza...
Hecho entonces. He estado pensando y te propongo algo. Que te parece si el fin de semana que viene, duermo en tu casa? - La miré atenta. - Mis padres van a dar una especie de cena fiesta con sus amigos, ya sabes, cena, velas, algo de alcohol... en fin. Como yo preferiría estar en Madagascar antes de que en mi casa ese día... Me harías un gran favor, y a cambio, prometo ser tu personal shopper durante el fin de semana y ser encantadora con tu madre. Que te parece? - Se mordió el labio. Temía ir demasiado rápido y yo lo noté. Pero por supuesto, yo estaba encantada, aunque decidí pensármelo para hacerla sufrir un poquito. - Bueno, si no te parece correcto pues nada, era una idea...
Claro que sí, boba! - Me reí a carcajadas. - Creo que si le digo que una "amiga" mía va a venir a dormir a mi casa, va a montar una fiesta... Estaré encantada de que vengas. - Me dió un empujoncito en el brazo, pero se quedó enganchada al ganchillo.
Oye, qué alivio... Estaba preocupada por que pensara que ibamos demasiado rápido pero eres mala, vas de tontita pero mira como me las sabes colar, eres demasiado! . - Me besó en la mejilla.
Bueno, tengo mis momentos. - Sonreí satisfecha.
No puedo dejar que ganes ventaja, así que creo que contratacaré. - Se acercó a mí y me susurró. - Dijiste que el conductor me había mirado de arriba a abajo... seguro que si supiese que... no llevo nada debajo... se pondría como un burro en celo... Verdad? - La miré con la boca abierta.
No llevas...
No! Nerviosa? - Mi mente volaba de excitación. La miraba entre excitada e incrédula.- Así me gusta... parece que vuelvo a tener la sartén por el mango... - Yo no articulaba palabra. - Quieres que te explique? - Asentí. Ella se pegó todo lo posible a la esquina del final de autobús, y me atrajo hacia sí. Sus labios me susurraban al oído con su aliento caliente. - Pues resulta que... bueno... me gusta mucho ir así, sin nada... También me ayuda, ya que al no tener el roce de la ropa interior y estar más... fresca... puedo aguantar más sin tener orgasmos... Que te parece, quieres comprobarlo? - Me miró intensamente, con una sonrisa de medio lado, provocativa y seductora. No podía resistirme.
Si... - Lentamente, abrió las piernas para darme acceso, mientras yo con mi mano recorría esas preciosas medias de rombos rojos y negros. Eran muy suaves. Mi mano seguía subiendo hasta encontrarse con el final de las medias, en la cara interna de su muslo... Ví que Sam cerraba los ojos, deleitándose con mi tacto. Su piel, caliente y suave, me invitaba a llegar más arriba. Entonces topé con su ingle y ví que era cierto. No llevaba nada debajo. Acaricié con las puntas de los dedos su coñito, perfectamente depilado (no entendía como lo hacía, luego descubrí que se había hecho el láser). Me agarró la mano.
No sigas... me vas a poner a mil, no quiero llenar todo de fluidos y que mi clítoris pida guerra. - Lentamente sacó mi mano de entre sus piernas. - Y tú qué? - Me susurró. - Hoy por la mañana te ordeñé a base de bien eh... pero seguro que ya empiezas a despertar de nuevo. Que esconde esa falda tan larga...? - Sonreí y me acerqué a su oído.
Lamento desilusionarte pero llevo la braga contenedora, no quiero que se note ningún bulto sospechoso bajo la falda... Aunque sí... Algo ya ha despertado y ahora me molesta un poquillo, ya que busca su sitio en la braga. - Ella hizo un mohín de disgusto.
Tenemos que hacer algo con esa braga... no puede ser que la lleves siempre por la calle.
No me queda más remedio! Algunas veces no la pongo, depende del pantalón vaquero que lleve. Algunos aprietan menos y disimulan más. Pero llevando falda, al ponerme de pié se notaría al momento y no quiero que la gente me mire.
Te entiendo. Me dan ganas de decirte que qué más dá que la gente mire, pero supongo que la sociedad está a años luz de ver eso normal y que te dé vergüenza... Y no puedes soltarla nunca o bajártela cuando no hay nadie para que eso no esté tan comprimido?
Ahora que lo dices, sí. Tiene una abertura pensada para eso, sacar y meter. Haciéndolo de una determinada forma, puedo sacarme el paquete sin sacarme la braga. Luego vuelves a ponerlo en su sitio y la braga queda nuevamente ajustada.
En serio? - Su mirada me traspasaba interrogadora. - Y cuándo lo haces? Ahora podrías?
Pues justamente iba a comentarte, lo hago en los desplazamientos largos en bus o tren, cuando veo que no me ven, me lo hago y mi paquete queda entre mis piernas. Al ir de falda, es lo más liberador que hay. También cuando voy al baño a mear es muy cómodo hacer eso y no tener que quitarte toda la braga si llevo falda y mucho mejor si llevo pantalón. Prácticamente hago como los tíos. Cuando estoy en casa y viene visita inesperada o llaman a la puerta, muchas veces estoy con el paquete fuera. Me lo coloco y voy a abrir sin problema ni hacer esperar mucho al que llama. Es muy útil, aunque es como dices, me gustaría no llevarla nunca y que diese igual, pero la gente fliparía demasiado y seguro que me dirían burradas... Me da mucho miedo eso. Y tampoco es tanto incordio. - Ví que su mano me subía un poco la falda por encima de la rodilla. Me sonrió de esa forma tan pícara que tiene, de saber de sobra que vamos a hacer algo prohibido, cuando de repente su mano paró de subir.
Oh... ya vamos a llegar a la parada, no voy a poder verlo... Me lo enseñas en el spa? Por cierto, este spa tiene una sorpresa. Ya te contaré.
Bajamos del autobús y Samantha me llevó un par de calles más abajo, donde encontramos una especie de gimnasio spa, con circuitos con cristales al exterior. Se veía gente desde fuera, en bañador, haciendo ejercicios en el agua mientras una monitora les motivaba. Sonaba música, debía estar bastante alta para que se oyese desde donde estábamos. Entramos al hall y esperamos un minuto mientras la recepcionista, una chica muy guapa, atendía a una pareja. Sam me explicaba.
Lo que viste es parte de su gimnasio, tienen muchas actividades relacionadas con el agua, además del spa. Clases de natación, yoga, pilates, gimnasia, todo en el agua o relacionado con agua. Es caro, pero mis padres no tienen muchos más placeres. A mí me pagan el abono cada año y puedo venir cuando quiera y apuntarme a lo que quiera, así como usar cualquier rincón de la instalación. Mientras no haya colas o esté ya pillado. Hoy seguro que hay gente, pero esperemos tener algo de suerte y que no seamos muchos. - Yo iba a abrir la boca, ya que obviamente yo no tenía abono y tendría que pagar el día. Estaba dispuesta a sacar la cartera, pero Sam debió leerme el pensamiento – Ni si te ocurra, hoy invito yo. - Y sin dejarme hablar, se adelantó y empezó a hablar con la recepcionista, la cual ya había despachado a la pareja.
Hola! Bienvenidas, en qué les puedo ayudar?
Buenas, veníamos para una sesión, tengo pase mensual. Para ella quería ver si se le podría dar un pase de invitada y cargarlo a mayores en mi cuenta.
Perfecto. Deme su carnet. Un momento... - La recepcionista estaba comprobando algo en su ordenador. Miré alrededor, había otra pareja que estaba abandonando el spa, con el pelo mojado, charlando animadamente. - Según veo, su abono mensual es premium. Esto implica que podría usar pases para un invitado dos veces al mes y no le cobraríamos nada a mayores ni a usted ni a su invitado. Esos dos días, su invitado tendría derecho, durante 24 horas desde su inicio de sesión, a disfrutar de nuestros servicios. Al finalizar esas 24 horas, el pase de invitado quedaría agotado. Esto es válido para los dos pases mensuales de invitado anexos a su carnet premium. Querría usar un pase de invitado ahora?
Genial! No sabía q ue tenía este servicio. La tarjeta me la regalaron mis padres... Sí, active un pase de invitado por favor. - La recepcionista se puso a ello. - Una pregunta. Esas 24 horas de invitado, incluyen poder salir y entrar cuando queramos?
Exactamente, dentro de esas 24 horas su invitada podría entrar y salir cuanto quisiese, teniendo los mismos derechos y deberes que su propio carnet premium. - La recepcionista activó el pase y nos dió dos pulseras. - Pueden pasar cuando deseen. Muchas gracias.
No había casi nadie. Desde el pasillo por el que íbamos, se veía casi medio complejo. Había piscinas de diversos tamaños y temperaturas, duchas, jacuzzis (en uno de ellos se estaban bañando relajadamente dos chicas), una piscina enorme donde había sitios donde era bastante profundo, tumbonas... Giramos varias esquinas hasta llegar al vestuario de mujeres. Había taquillas y bancos como en los gimnasios, sólo que estos eran más cómodos y algunos tenían separadores, para ganar algo de intimidad. Samantha siguió hasta el fondo de los vestuarios y me dijo:
- Nosotras vamos a los vestuarios vip, son como probadores de una tienda de ropa. Entras y cierras la puerta, no te pueden ver, tienen privacidad total. - Eso me tranquilizó mucho, ya que podría cambiarme sin problemas de miradas ni comentarios. Aunque en ese momento no había nadie en el vestuario, nunca se sabía cuando podría entar alguien en el momento menos adecuado. Samantha acercó su tarjeta a una plaquita al lado de la puerta del cambiador. Se oyó un clic y Samantha abrió la puerta. Yo me disponía hacer lo mismo cuando Sam me cogió del brazo y me llevó dentro. Cerró la puerta e hizo otro clic. Yo la miraba con la boca abierta. - No te preocupes, tiene un sensor que detecta si hay alguien dentro. Así desde fuera se ve una luz roja y se sabe que está ocupado. No nos molestarán – Me sonrió de forma lasciva mientras dejaba su bolsa de deporte en el suelo.
Empezó a desnudarse del todo, y una vez hubo terminado, me desnudó a mí. Mi pene erecto saltó de repente al quitarme mi parte de abajo. Sam se puso en cuclillas y lo acarició satisfecha, mientras con su otra mano se acariciaba entre las piernas, sacando la mano llena de flujo que empezó a embadunarme mi glande palpitante. Me miraba sonriendo desde abajo, dando pequeñas lamidas y besos a la punta de mi polla.
Entonces, cuando mi pene estaba totalmente empalmado debido a la paja que me estaba haciendo Sam, se levantó, hizo que mi espalda chocase contra la puerta y encajó mi polla en el hueco de sus piernas. Podía notar su coñito chorreante. Me besó en silencio y empezó a restregar sus labios y clítoris por mi tronco. Cada vez respiraba más rápido y se movía más aprisa hasta que por fin, hundiendo su boca en mi cuello, casi mordiéndome para no gritar, se corrió. Cayeron unos chorros de fluido de la corrida de Sam, pero se confundían con lo mojado que estaba el suelo. También nos chorreaban las piernas. Sam se dejó caer abrazándose a mí y me susurró.
Vamos... vamos, ponte el bañador y vamos rápido al spa. Allí te tocará a tí...
Vamos a...
No protestes.
Rapidamente se puso su biquini y yo me puse mi bañador. Iba a volver a ponerme mi braga, pero Sam me lo impidió.
No. Si miran que miren.
No se si estoy preparada... - Sam me miró con comprensión. -
Ya se como te sientes, pero por algún sitio has de empezar. Esto es un spa de confianza, cuesta dinero, los miembros son discretos y nunca van a crear problemas. Además, seguro que se ve de todo.
Bien... Pero... - Me puse el bañador. Era un bañador azul oscuro muy bonito. Me quedaba realmente bien, si no se consideraba la tremenda erección que tenía mi pene en esos momentos y que luchaba por salir de la tela del bañador. Sin la braga, se notaba horrores. - Incluso un hombre daría el cante con una erección así...
Sam puso cara de sorpresa y se rió. Abrió la puerta de repente y me empujó fuera. No había nadie, pero me moría de verguenza. Cogió las dos toallas y dijo.
- Venga, rapido! - Cerró con la tarjeta el cambiador y corrió a la zona de las piscinas.
Aterrada, fui corriendo detrás de ella, con mi paquete marcándose de forma notoria en el bañador, con mi pene apuntando hacia un lado y totalmente erecto, estirando la tela del bañador. Me moría de vergüenza, pero parecía que no había nadie. Sam se sumergió en una de las piscinas, la que tenía agua más tibia. Yo hice lo mismo.
Ah, que bien... Ves, no era para tanto.
Bueno, porque no hay casi nadie...
Pues por eso, mejor aún. Así aunque haya alguien igual ni se fija o se fija pero le da igual. Además, no eres la única que se le ven cosas... - Estaba sumergida hasta la barbilla. Se impulsó con los brazos y efectivamente sus pezones luchaban contra la tela. Estaba totalmente empitonada y se veía a leguas. - A mí me suele pasar esto y es normal que de vez en cuando la gente se fije, pero me da lo mismo. Al principio me moría de vergüenza e intentaba tapármelos, o los presionaba para que no se marcaran, pero al final me dió igual. Y, ahora que estás tú... - Miró y vió que no había nadie. Entonces, con una mano empezó a pellizcárselos. Aumentaron su tamaño, que ya era bastante grande. Ahora ya se notaban muchísimo. Mi polla palpitaba en el bañador. - ...no me importa que se me noten. - Bajó la voz y se acercó a mí – Me encantaría que me los chuparas... - Bajo el agua, su mano acariciaba mi pene por encima del bañador. Recorría suavemente su contorno con las yemas de los dedos. - ... y yo chuparte otra cosa.
Sam... Puede venir alguien... Además, ya la tengo totalmente empalmada, ahora me da a dar mucho palo salir de la piscina!
Ven conmigo, ahora no hay nadie. Te voy a enseñar uno de mis secretos. - Me levantó de la mano y subimos los escalones de la piscina. Me llevó a un rincón del spa. Menos mal que llevabamos toallas, así pude tapar la tremenda erección que tenía. Había algunas personas, unas tres o cuatro, dos chicos jóvenes y otra pareja que tendrían unos cincuenta años. Todos tenían cuerpazos. Yo estaba ruborizada intentando que con la toalla no se me notara el paquete. Sam entró en una piscina bastante apartada que soltaba burbujas sin parar. Tenía chorros por todas partes. Entré con ella. El agua estaba calentita. - Esta es mi piscina favorita. - Se acercó a mí, pegándose. Noté como su mano acariciaba mi paquete y de repente, lo liberaba del bañador. Me hizo señas para que me callase y empezó a masturbarme lentamente. - Aquí, con tantas burbujas no se ve absolutamente nada... Y además, solo se puede acceder por un lado, que justo es el lado de la piscina donde sale un chorro... adivinas donde me golpea el chorro cuando me apoyo en el borde de la piscina?
Me cogió de la polla con la mano y me llevó a un lado de la piscina. En ese lado salía un chorro que obviamente por la altura solo podía golpear a la altura del clítoris. Sam se apoyó en el borde, asomando la cabeza y los brazos. Bajó un brazo y entendí que se había bajado las bragas. Desde nuestra posición se veía todo el pasillo que tenías que andar para llegar a la piscina. Era muy fácil ver a alguien y tener todo el tiempo del mundo para que no te descubrieran.
- Venga, fóllame. -Me cogió la polla y me la metió en su coño. Se sentía genial, muy caliente... - Abrázame y empieza, Eri, pero vigila al mismo tiempo. Yo no voy a poder. - Efectivamente, ella cerró los ojos y se centró en mantenerse con los brazos en el borde. La abracé por detras y empecé a bombear mi polla en su coño ya dilatado. Desde fuera solo se verían burbujas y una chica abrazando la espalda de la otra y gozando del baño. Entonces Sam empezó a convulsionar. Se estaba corriendo como una perra con el chorro que nos daba de frente. Yo lo notaba en los testículos, un agradable cosquilleo que colaboró para que me corriese copiosamente en el interior de Samantha. No venía nadie y me dejé llevar por la corrida, agarrando a Sam por las tetas y empujando mi polla hasta el fondo de su coño. Sam se había mordido un brazo para no gemir ni gritar.
Saqué mi pene y nuestros fluidos se mezclaron con las burbujas, yendo al sistema de reciclaje del agua del spa. Nada que limpiar, el polvo perfecto... Sam se seguía recuperando, apartándose del chorro y besándome en la boca.
Dios, no sabes cómo me corrí...
Sí que lo sé, temblabas muchísimo...
Tenemos que repetirlo...
Lo haremos, lo estoy deseando.
Seguimos difrutando del baño, estaba vez sin calentón. Salimos de la piscina charlando animadamente cuando nos encontramos de frente con otra pareja de señores mayores. Los saludamos por cortesía, pero no se me escapó la mirada que la mujer le echó a mi paquete, bastante más pequeño que antes por mi pene fláccido y mis testículos vacios. No me importó. Agarré a Sam de la mano y siguió enseñándome el spa.