Erica y Samantha (Historia de una hermafrodita 3)

Las dos chicas vuelven a casa de Samantha ya de tarde-noche para cenar y al fin, perder la virginidad una con la otra. Una noche memorable.

Llegamos a casa de Sami. Ella ya se había recuperado por el camino. Dejé en lla mesa del salón la bolsa con los tallarines con pato a la salsa al curry que habíamos pedido para cenar. Sami suspiró al quitarse los zapatos:

  • Buf, estoy molida, vamos a ponernos cómodas. Llegamos a su habitación y nos desnudamos, quitándonos la ropa de todo el día y la ropa interior. Solté un suspiro de alivio al liberar mis huevos y mi pene. Estaba medio empalmado, pero mis huevos estaban bastante hinchados para haber descargado hacía horas. Me los estaba palpando para saber cuánto le quedarían hasta que me molestasen tanto como para tener que aliviarme. Era un truco que había aprendido pronto, lo fui perfeccionando hasta que con palparlos podía calcular las horas que me quedaban. Eso se ralentizaba por las noches, al dormir, más o menos la producción de semen se reducía a la mitad, por eso normalmente si cada cuatro o cinco horas como máximo tenía que aliviarme, de noche podría dormir ocho horas de un tirón y levantarme justo a tiempo para correrme por primera vez durante el día. Tal como otras le lavaban la cara y los dientes, yo me daba un poco de lubricante y me corría. Pero durante el día de hoy noté que eso no aplicaba del mismo modo, ya que hacía dos horas que me había corrido y no creía que aguantase otras tres más, más bien estaría entre una hora u hora y media. Supuse que era por la excitación de estar con Samantha.

Después de mi inspección levanté la vista y me encontré con Sami mirándome sorprendida.

  • Que haces? No te quise interrumpir, pero parecías absorta con tus huevos... - Nos miramos al espejo de cuerpo entero que tenía Sami en su habitación y nos empezamos a tronchar de risa. - Joder, tenías que verte... - Sami apenas podía tomar aire para seguir riéndose, rodando por su colchón de dos por dos metros, algo monstruosamente cómodo, con una manta igual de enorme que cubría toda la cama. Sami me había contado que la usaba así para poder tenderse sin deshacer la cama, el frío no era problema ya que la casa tenía calefacción con suelo radiante y podía incluso estar desnuda sin problema. Eso me había sacado una imagen muy sexy. - Concentrada en tus huevos, palpándolos con tus tetas colgando... Y eso que las tienes bastante firmes!

  • Cállate! - Le tiré un cojín mientras me partía de risa. Cuando nos calmamos más, se lo expliqué. - Entonces, así puedo saber cuánto me queda más o menos y planificarme mejor. Por ejemplo, no tendría sentido ir al baño en la casa de alguien o en el colegio para hacer pis y que luego, a la hora, tener que decir que voy otra vez al baño. Planifico para hacerlo todo a la vez y no andar yendo y viniendo con la gente preguntándose que qué coño hago yendo al baño tanto. - Aún nos duraba algo la risa. Estábamos tumbadas desnudas en su enorme cama. Era genial. En mi casa era inviable, aún con algo de calefacción tendría que estar con pijama y bata de casa...

  • Me dejas tocar a mí?

  • Pues claro. - La ví como se acercaba y me tocaba con cuidado los huevos. Apretaba muy poco para no hacerme daño. - Puedes apretar algo más... - Apretó algo más y notó cómo estaban. - Ves, cuando están así es que me quedan una o dos horas como máximo.

  • Qué pasada... - Mi pene no era indiferente a esas caricias, aunque no tuviesen nada de connotación sexual, así que empezó a despertar y a ponerse duro. No llegaba a tres cuartos de un buen empalme pero casi. Sami me miró. - Vaya, perdona por despertar a la bestia.

  • Por muy tentador que sea tenerte así, es mejor que no la sigas despertando del todo, mejor que se relaje... Se nos enfría la cena y además siempre es mejor que me alivie justo antes de dormir, pero aumentar al máximo las horas en las que duermo a pierna suelta antes de despertar y tener que vaciarme de nuevo... Imagina que hago algo de eso a las ocho de la tarde y no vuelvo a hacer nada más. Luego a las cuatro de la mañana me despertaré entre sueños y tendré que ir al baño. Y dormida es un engorro, ya que estimularme no es tan fácil. - No sabía cómo me salía tan natural explicarme así con Sami, ni siquiera yo me daba cuenta de lo mucho que necesitaba soltar esta información a alguien y no guardármela toda para mí. Sami me miraba perpleja pero asintiendo. - Perdona por darte la chapa con mis... cosas.

  • Que va, si es superinteresante! - Le dió un beso a mi pene en el tronco y me soltó los testículos. - No te das cuenta que lo tuyo es rarísimo, cuanta gente en el mundo sabrá esta clase de cosas? Comparada contigo soy mucho más aburrida. Vale, soy multiorgásmica, pero muchísimas mujeres lo son. Y lo único un poco peculiar que tengo es que me estimulo sin querer por diversos factores debido a que mi clitorís es enorme en área interna... O esas fueron las palabras del médico. Tania me lo explicó bastante mejor y sobre todo me dió unas pautas para que no se notase en el colegio.

  • Si, a mi me dió también unas pautas y consejos, como lo de planificarme para ir al baño y hacer todo a la vez. - Mi pene estaba duro, aunque no del todo. Una parte de mí quería hacer algo ya y correrme. No era algo vital, era las ganas de tener algo sexual que nos entra a todas cuando nos ponemos cachondas. - Ves, mira lo que has hecho, mejor vamos a cenar porque estoy casi empalmada del todo... Se enfría la comida y además... - Me callé, una vez más mi bocaza con Sami tenía miedo de estropear todo.

  • Además qué? - Nos habíamos levantado para coger los pijamas. Vió mi duda. - Vamos dilo, después de todo lo que pasamos aún tienes dudas de hablarme de lo que sea? - Levantó una ceja. Estaba muy sexy desnuda con esa mirada socarrona.

  • Además... decías que querías que "acumulase" una buena cantidad de semen... - Me quedé roja, pero ella más que yo. Pero aunque yo en momentos embarazosos me ponía roja e intentaba escabullirme, ella en esos momentos se crecía y se atrevía a todo.

  • Es cierto, dije eso en un momento de calentón, pero es cierto, quiero que acumules. - Se acercó a mi. Mi pene erecto apuntaba de frente. Sami me abrazó, quedando mi pene atrapado entre sus labios del coño y sus piernas. Estaba mojada, sentí en mi polla el calor de su coño. Me miró a los ojos directamente. - Quiero que me quites la virginidad. Quiero que, cuando tus huevos y polla no puedan más, me lo digas. Que me digas: Quiero follarte... Necesito follarte o explotaré. Entonces yo te traeré aquí y... - Sami empezó a mover sus caderas, enchopando mi polla en sus jugos... Dios, era como una paja, pero muchísimo mejor.- Y cuando estemos aquí, me penetrarás, me quitarás la virginidad. Me follarás bien follada y explotarás, pero dentro de mí. Te parece un buen plan? Merece la pena que sacrifiquemos este calentón para que después...

  • Sí... es un plan perfecto... - Yo había cerrado los ojos y me dejaba llevar. Sami paró su meneo. Se agachó y chupó toda mi polla para limpiarme sus flujos. Luego nos pusimos un pijama cómodo mientras nos reíamos de lo atrevidas que éramos entre nosotras. Sami se fijó en que mi pantalón tenía unos botones entre las piernas, tres botones como una petrina.

  • Y eso?

  • Ah, es para que sea más fácil de quitar y de poner por culpa del pene. Además, me viene bien, ya que a veces en casa me empalmo mientras estudio o hago cosas y puedo abrir un botón o dos, sacármela y seguir haciendo lo que estaba haciendo sin que me moleste la erección. Siempre con la puerta cerrada de mi habitación, claro está.

  • Ya veo, andas sacándo el rabo por ahí... Menuda guarra. - Nos reímos las dos mientras bajamos a cenar. Pusimos una peli en Netflix mientras comíamos los tallarines y bebíamos algo de vino. Sus padres tenían mucho dinero y se notaba en toda la casa. Todo era enorme, la tele, el sofá, las camas, los baños... Mi casa estaba bien, pero no era comparable. Hablamos poco mientras comíamos y atendíamos a la película, pero nos miramos y nos sonreímos muchas veces. Supongo que ella nunca había hecho algo así, o al menos no con esta edad, llevar a una amiga a dormir... Aunque yo no era una amiga cualquiera y, esperaba, que no solo fuésemos a dormir. Al acabar la película, mientras pasaban los créditos, nos miramos. Las dos sabíamos qué vendría ahora, y teníamos algo de miedo. Ella, supongo que miedo por si dolería... Yo, miedo de hacerle daño. Era mi primera vez y mi polla era bastante grande y gruesa, no sabía si tendría problemas... Yo pensaba todo esto, mientras Sami apagó la tele, me miró y vino hacia mí.

  • Vamos, es la hora. - Me cogió de la mano y me llevó a la habitación. Cogió una bolsa y puso en ella algo. Me dijo - Voy al otro baño a lavarme los dientes y prepararme. Tu tienes el baño de mi habitación... Tenía pensado ponerme el conjunto que me elegiste en la tienda de hoy por la tarde, pero como tú quieras... - Se la veía diferente, parecía como si parte de su carácter se hubiese esfumado. Supuse que sería por el miedo ante la situación. Yo me hice la fuerte por las dos.

  • Pues claro que quiero Sami, lo escogí para tí. Pero ven aquí. - Vino hacía mí. Estaba preciosa. - Te noto algo rara, si tienes miedo por algo no te preocupes, no me vas a decepcionar, tu veme diciendo, porque también es mi primera vez y también tengo algo de miedo. Tenemos toda la noche... Que tal si me pongo yo algo también, me lavo los dientes, voy al baño y espero a que estés lista para salir? Vamos paso por paso, sobre todo iremos a tu ritmo.

  • Tienes razón, soy una tonta por tener miedo justo antes de hacerlo contigo... Supongo que no pensé en que tu también tenías miedo. - Su mirada se hizo fuerte, como siempre. - Bien, ya pasó. Voy a ir al otro baño a hacer exactamente lo mismo que tú. Quiero estar perfecta para ti. Tardaré algo más creo pero mejor esperame en la habitación cuando acabe. Quieres que me ponga algo más que el conjunto? - Me susurró.

  • Bueno... - Cuando iba a decirle alguna cosa de sexo nunca la miraba a los ojos si podía. - Podrías ponerte algo por encima del conjunto. Como una bata o algo así, me gustaría destaparte. Que no entrases de repente con el conjunto e ir al lio, algo más... Lento... Pero lo que tú quieras! - Ella me miró y se rió.

  • Así que una bata... Lo tendré en cuenta cariño. Sé exactamente lo que ponerme. Y tú ponte esto - Me tendió la bolsa donde venía el conjunto. - Y esto - Me tendió una bata de seda roja que tenía Sami en una percha de su armario. Venga, ve ya.

Nos dimos un beso y cogí la bata, yéndome al baño. Me lavé los dientes, hice pis, me lavé todo a conciencia, tanto mi polla, como mis huevos y mi rajita. Me lavé todo lo bien que pude y cuando decidí que estaba bien, me puse la bata. La verdad es que la bata era muy bonita. Pero en mi caso llegaba algo más arriba que en el de Sami al ser mas alta y mi polla no permitía un efecto de cerrado bonito, ya que luchaba por salirse de los pliegues. Además, tenía los huevos hinchadísimos, solo que no me había dado cuenta porque no me dolía... Era la primera vez que no me dolía con ese tamaño. El caso es que si me agachase un poco a recoger algo, se verían los huevos colgando en todo su esplendor. Pero bueno, supongo que no iba llevar la bata puesta durante mucho tiempo... Me fui a la habitación y esperé a Sami. Ví que había enrollado un pañuelo rojo en su lamparita de noche, lo que daba una luz roja tenue a la habitación. También había encendido unas velas rojas preciosas. Antes de irnos a cenar había encendido la calefacción, por lo que la habitación tenía una temperatura ideal.

Pasaron unos minutos cuando ví que entraba. Me quedé sin aliento. Llevaba una bata como la mía, suave, como de seda, pero la suya era azul celeste, a juego con su color de ojos. Rubia, más alta que yo, con sus ojos azules mirándome, la bata celeste y, debajo, se veían bajar los ligeros y finalmente las medias blancas. Me senté en el borde de la cama con la boca abierta, parecía una diosa de hielo increíblemente sexy.

Nos miramos y me levanté de la cama. Nos acercamos y nos fundimos en un beso ardiente. Mis manos acariciaban su culo perfecto mientras ella me cogía con fuerza del pelo y aplastaba su boca contra la mía. Nuestras lenguas se peleaban, dentro de su boca y dentro de la mía, mientras nuestros cuerpos pegados vibraban con un vaivén apasionado. Sami me soltó y retrocedió un paso.

  • Cariño, ábrete la bata, pero no te la quites... - Me susurró Sami. Yo hice lo que me decía, me abrí la bata y mi pene totalmente erecto saltó como un resorte, por fin liberado. Ella me observó de arriba a abajo, mientras también se quitaba su bata, dejando ver todo el conjunto. El corsé le quedaba perfecto, dejando sus hombros, pecho y media espalda al aire, pero haciéndole unas tetas perfectas, pálidas y jugosas. El coulotte blanco era una delicia, aunque al ser una tela fina que transparentaba su piel y su coñito, ya se veía que estaba empapada de flujo. Debía estar muy mojada y excitada. Los ligueros agarraban a las medias que le llegaban a un poco más arriba de las rodillas. Mi bata no se había abierto del todo, ya que mis tetas lo impedían, sobre todo mis pezones.

Sami con delicadeza me recorrió las curvas de mis tetas. Apartó la bata, dejándome totalmente expuesta pero con la bata puesta. Me miró, mientras con las manos me recorría el cuerpo. Cada curva, por la espalda, por la cintura, la cadera y de nuevo a las tetas... Yo cerré los ojos, notaba como encajaba mi polla entre sus piernas. Notaba su coño caliente y mojado a través de la suave lencería. Con las llemas de los dedos me rodeaba los pezones, que se me pusieron durísimos. Ella lo notó y me los pellizcó suavemente.

  • Mantén los ojos cerrados... - Yo lo hice. Me besó, luego me besó el cuello. Apretó un poco sus piernas y me desencajó la polla que estaba atrapada en ellas. Dí un respingo. Fue bajando hasta chuparme un pezón. Se sentía genial. Luego se puso con el otro pezón. Siguió bajando hasta mi ombligo. Luego mi pubis, que no tiene ningún pelo, ya que no me crecen. Noté sus manos agarrando mi polla y empezó a pajearme lentamente mientras besaba mi glande. Lamía mi capullo y lo chupaba mientras me pajeaba mi tronco. Yo estaba en la gloria. Sin darme tiempo a suspirar, se la puso entera y empezó a chupar como una poseída, como en las películas porno, que se la metían entera hasta casi darle arcadas, pero esto era la realidad. Notaba como su boca me envolvía la polla y se la sacaba del todo. Con las manos me agarraba el culo por debajo de la bata, para ayudarse a darse impulso mientras me la chupaba. Si seguía así mucho tiempo iba a correrme, ya que mis huevos estaban hinchadísimos de corrida y mi polla palpitaba esperando descargar de una vez. Mis suspiros fueron en aumento, mientras mis manos agarraban el pelo rubio y suave de Sami siguiendo el ritmo de la mamada.

  • Sami... voy a correrme, ten cuidado.

  • Hmmmm.... - Asintió y se la quitó de la boca. - Puedes abrir los ojos. - Los abrí, estaba agachada, lamiendo lentamente mi polla mientras me miraba desde abajo. - Ya sabes, tienes que aguantar, porque quiero que lo descargues todo dentro de mí. - Su lengua fué hacia mis cojones. Los lamió con mucha delicadeza. Me abrí más de piernas. Ella me masajeó los huevos con una mano, levantándolos para dejar sitio a su otra mano, que acariciaba mi rajita. Normalmente no le hago mucho caso para masturbarme ya que la mayoría de terminaciones nerviosas de mis orgamos están en mi polla. Pero era igualmente plancentero. Insertó un dedo y mi cueva lo recibió agradecida, dilatándose, como dando la bienvenida a ese dedo inesperado. Un minuto así y puso otro dedo. Los metía y los sacaba suavemente mientras me lamía los huevos, cada recoveco de mi escroto. Sentí una excitación diferente y más completa que si sólo se ocupase de mi polla. Me sentida cien por cien cachonda, estaba a mil. Mi polla cabeceaba y palpitaba, deseando esa descarga que nunca llegaba. Entonces Samantha paró.

  • Túmbate en la cama. - Hice lo que me decía. Puso un pie en mis huevos, sin apretar, acariciandome la polla con los dedos de los pies envueltos en la suave media blanca. Llevó sus manos al liguero y lo quitó. Quitó su pierna e hizo lo mismo con la otra. Soltó los dos ligueros y mirándome, lentamente, se dió la vuelta y se bajó el coulotte, dejando desnudo su culo perfecto. Se volvió de nuevo. Su coño estaba chorreando flujo por sus ingles. Con destreza, se quitó el corsé, desatándoselo de la espalda, aflojándolo y dejándolo caer a sus pies. Con un movimiento del pie lo apartó. Lentamente se bajó, iba a bajarse la primera media. La interrumpí.

  • Sami... déjate las medias por favor. Me ponen muchísimo...

  • Quieres que lo hagamos con ellas puestas?

  • Sí... - Se volvió a colocar bien las medias.

  • Hecho. Súbete más a la cama y quitate la bata. - Eso hice, me arrimé más a la almohada y me quité la bata de paso. Gateó hasta que su coñito recorrió toda mi polla empalmada, mojándola con sus fluidos. Se restregó en mi polla, bañándome en flujo, mientras yo gozaba de ese masaje y notaba su clítoris duro recorriendo todo mi tronco mientras se frotaba. Entonces siguió subiendo, frotando su coño por todo mi vientre, ombligo y más arriba, hasta casi sentarse en mis tetas. Pero fue más allá, arrodillándose entre mi cabeza, dejándome su coño al alcance de mi boca. Se veía delicioso, rosadito, hinchado y goteante de flujo que caía en densas gotas en mi mentón y en mi cuello. - Venga... - Samantha quería que se lo comiese y con sus manos, se abrió los labios mayores y menores para que pudiese acceder mejor a su clítoris. Estaba muy hinchado, como la punta de un dedo meñique. Con dos dedos lo descapulló, dejándolo totalmente al descubierto, esperando palpitando a que yo se lo chupase y lo lamiese sin piedad. - Venga por favor... Quiero correrme por primera vez hoy... - Me susurró.

Yo no pude contenerme más. Le comí el coño como nunca antes, empapándome de sus jugos, saboreando hasta el más mínimo rincón de su cueva. Apenas podía respirar, pero me las apañaba para no bajar el ritmo. Mi lengua recorría los contornos del agujero de su coño, que estaba dilatándose. Tendría que dilatarse lo máximo posible para que mi polla gorda y empalmada entrase ahí... Luego subía por su raja hasta toparme con su clítoris, el cual, descapullado, se dejaba chupar con lujuria por mis labios y mi lengua. Lo succionaba, sacándolo todavía más de su protección y llevando a Sami al éxtasis. Ella movía sus caderas agarrándome del pelo, marcando el ritmo, como si se estuviese follando a mi boca.

  • AAAAAHHHHH... - Samantha se corrió, temblando mientras yo no dejaba escapar su clítoris. Se apartó de mi, temblando, mientras yo daba los últimos lengüetazos a su coño chorreante. Me había bañado toda la cara en flujos, pero no sabía que aún quedaba más. Sami, algo recuperada de su orgasmo, temblando, se cambió de postura, ofreciéndome su culo en mi cara, y se dejó caer sobre mí. Noté sus tetas y sus pezones erectos en mi abdomen. - Tu también... tu también tienes que disfrutar, cariño!

Sin pensárselo dos veces, se puso mi polla en su boca, e hicimos un sesenta y nueve increíble. Su coño tenía otra perspectiva, y su ano, limpio y apretadito, me invitaba a lamérselo... pero me centré en la entrada de su coño, que se expandía y se contraía como pidiendo que algo la penetrara. Yo la penetré con la lengua. La tengo bastante larga y gruesa, por lo que esforzándome, llegué bastante adentro. Sami se volvía loca, intentaba mover sus caderas, pero yo la tenía bien agarrada con las dos manos, casi clavándole las uñas, y no dejaba que me moviese, yo quería marcar mi propio ritmo. Y así fue como, lentamente, metía y sacaba mi lengua de su coño. Cuando la sacaba, recorría toda su raja hacia abajo, hasta toparme con su clítoris, el cual chupaba y lamía fugazmente, arrancando sonoros gemidos de Sami y haciendo temblar su cuerpo. Luego, subía de nuevo por su raja y al encontrarme con su agujero, le metía toda la lengua hasta el fondo.

Samantha no perdía el tiempo, yo lo notaba, estaba chupándome la polla como poseída, masajeándome los huevos con una mano mientras que con la otra se apoyaba en la cama para no perder el equilibrio. Sentía mi placer como algo lejano, aunque la ola del tsunami acabaría llegando, tarde o temprano. Pero yo no quería centrarme en mi placer, porque no quería correrme, quería aguantar lo máximo posible, aunque mi polla y huevos me suplicasen eyacular sin control. Me concentré en lo que le estaba haciendo a Sami, quería ese coño lo más dilatado y lubricado posible. Recorría toda la raja a una velocidad de vértigo, includo lamiendo el ano, haciendo círculos en su ano, luego de nuevo a dentro de su coño y luego lamidas al clítoris. Sami no pudo soportarlo, soltó mi polla y se corrió como una bestia. Su flujo me estaba duchando, chorreando por el pelo, cara, nariz, boca, cuello... Lo absorbía como un manjar, pero no daba a basto.

  • JODERRRRRRR. - Sami estaba temblando tanto que temí que se desmayase. Apretaba los dientes, roja del esfuerzo por soportar el orgasmo. Cayó rendida a mi lado, pero no se dejó vencer por ese orgasmo tan fuerte que le atravesó los nervios. Sin parar, volvió a ponerse encima de mí, con mi polla venosa y palpitante apuntando hacia ella. Se intentó poner dos dedos en su coño, al menos hasta la entrada. Le cabían. Intentó con el tercero, entró un poquito a duras penas, pero estaba claro que siendo virgen no iba a dilatar más. Se empezó a frotar con mi polla, anticipando lo que vendría. Yo la miraba, mojada y brillante de su corrida, mientras me la limpiaba de la cara con las manos y me las chupaba.

  • Es el momento. - Sami me susurró. Dejó de frotarse, se puso en cuclillas en la cama y cogiendo mi polla con sus manos la apuntó a su coño. Nunca había estado tanto sin correrme y nunca había estado tan empalmada. Se veían las venas de mi polla, hinchadas de tanta sangre. Yo pensaba que me iba a morir de deseo, quería enchufársela hasta el fondo y follármela rápido y con fuerza, como deseaba, pero debía esperar, ya que primero tendríamos que romper el hímen... Mojó bien mi capullo con su cueva, lo encajó en la entrada, me miró y empezó a bajar. Mi capullo entró en su coño hasta que encontró una resistencia. Sami me miró como reuniendo valor.

  • Vamos Sami... Déjate caer. Todo saldrá bien. - Le dije. Asintió. Sin dejar de mirarme, empujó con fuerza dejándose caer. Noté cómo se rompía el hímen, hubo menos resistencia de la que esperaba. Sami lanzó un grito y se mordió el labio inferior. Yo me incorporé y la abracé. Quedamos así, yo sentada empalando a Sami y ella de rodillas abrazándome con fuerza. La besé como una fiera, mientras la cogía del culo con fuerza. Quería que olvidase el dolor y disfrutase como yo estaba disfrutando. Mas tarde me diría que estaba dolorida. Supongo que mi pollón era demasiado para su primera vez y debió de dolerle el doble, pero lo hicimos juntas y eso era lo importante.

  • Ya... ah! ya va pasando... - Empezamos a follar. Ella marcaba el ritmo con sus caderas. Al principio suave, hasta que su coño se acostumbró a mi polla. Luego empezó a sacársela y volver a metérsela, cada vez más centímetros salían y entraban. Gemíamos, yo estaba en la puta gloria, quería más, quería destrozarla a pollazos, nunca me había sentido así... Estos pensamientos contrastaban con lo tímida que era con ella y en general en la vida real. Estaba descubriendo una faceta sexual de mí que no conocía, pero estaba despertando. De todos modos, seguiríamos a su ritmo, yo se lo había prometido. Samanta estaba controlando sus temblores, cerrando los ojos lo máximo posible, gimiendo como una condenada. Me miró y la sonreí, pero mi cara me debió delatar.

  • Ah... Dios, el dolor va pasando, pero me estas taladrando Eri... Te veo en la cara que quieres más, que quieres hacerme? Vamos, di... dímelo! - Se pellizcaba lentamente los pezones puntiagudos.

  • Quiero... quiero follarte rápido y fuerte, quiero destrozarte a pollazos, pero es tu primera vez... joder... ah... hmmm... Iremos a tu ritmo, pero una gran parte de mí, aunque sea mi primera vez, quiere penetrarte con más rápido y con todas las fuerzas con las que pueda...

  • Si... Es mi primera vez, pero estoy tan feliz de que hayas sido tu la que me haya estrenado... - Me miró con cara de viciosa. - No te preocupes, dame unos minutos, en cuanto esté lista, me destrozarás más todavía. Ahora cállate y déjate llevar, el puto dolor se está yendo poco a poco, tu polla es demasiado, no lo notaste pero me corrí ya otra vez... - Eso me puso a mil, hizo que moviese mis caderas, buscando una penetración más profunda. - Pero sólo fue el primer orgasmo con tu polla dentro. Quiero más y más fuertes, quiero volverme loca empotrada por ti. Lo quiero todo.

Empezó a sacársela del todo y a metérsela de un golpe, gritando a cada penetrada. Se estaba empalando con mi propio rabo, follándome sin compasión. Yo le agarraba el culo con fuerza, ayudándola con mis brazos a seguir el ritmo de las embestidas. Noté como su coño me envolvía completamente la polla, chorreando flujo por todas partes. Sentía calor, humedad y un placer como nunca antes. Si esto era follar, me parecía imposible que la gente no estuviese follando todos los días siempre que pudiese. Había momentos en que pensé que Sami se partiría en dos, parecía imposible que mi polla pudiese caber en su cueva recién estrenada, pero Sami aguantaba las embestidas, gritando sin contenerse, primero más de dolor, pero luego fueron gritos de placer que inundaron la casa.

  • Eri... me corro de nuevo! - Arqueó la espalda, mientras se enchufaba mi polla hasta lo más profundo de su cuerpo. Gritó, y se llevó una mano a la boca, que mordió con bastantes ganas. Yo le pellizqué los pezones, pero no tenía suficiente. Estaba alucinando, esto ya se pasaba de ser multiorgásmica, cuantas veces se había corrido ya, cuatro o cinco? No sabía que me pasaba, ya hacía tiempo que me tendría que haber corrido, pero noté algo muy diferente a cuando me pajeaba o me la chupaba Sami. Era como si mis orgamos hubiesen sido geisers hasta ahora, instantes increíbles de placer intenso, pero esta vez era distinto. Notaba cómo se gestaba un orgasmo como nunca antes había sentido, como cuando el mar se retira muy hacia afuera porque está cogiendo fuerza para el tsunami que va a venir. Crecía de lo más hondo de mis nervios, de mi polla, de mis huevos, de todo mi ser. Sami se corría chorreando por toda la cama, arqueando la espalda, apoyando sus manos en mis muslos, sin parar de temblar. - Dios... voy a volverme loca! . - Entonces, tomé las riendas. Cuando paró de temblar, aún con la polla totalmente ensartada en su coño, me la quité de encima. Sami dió un respingo cuando se la saqué del todo. Vi un poquito se grande entre sus muslos, pero menos de la que esperaba. Además, estaba diluida en flujo, chorreante por sus ingles. Sonreí.

  • Que quieres hacer, Eri? - Me preguntó curiosa. Yo me puse de rodillas en la cama. Me miré a un espejo de cuerpo entero que tenía Sami en su pared. Pelirroja, sudorosa, acalorada, con mis tetas con los pezones totalmente erectos, duros, mi culo con curvas y bien puesto, los huevos colgando, llenos de semen y con una erección de caballo con la que iba a taladrar sin piedad a Samantha, me vi como una diosa del sexo, aunque fuese mi primera vez. Sentí que había nacido para esto.

  • Samantha, ponte en cuatro, por favor. - Nos miramos, creo que vió en mis ojos y mi cuerpo lo que yo veía en el espejo y vió que iba en serio, el deseo era insoportable.

  • Hmmmm, sí, hazme tuya del todo esta noche! - Se puso a cuatro patas. Ví su cuerpo pálido estremeciéndose para lo que venía, con su coño mojado chorreando apuntado hacia mí. No pude más y se la ensarté de una embestida. Esto era otro nivel, la penetración fue más profunda si cabe. Notaba como mi capullo se abría paso por su interior. Esperaba no estarla desgarrando por dentro, suponía que no, porque con cada embestida, se escuchaba un chapoteo de tanto flujo que había en su interior. Sami lanzó un grito, pero me dió igual, estaba poseída. Empecé a follármela con furia, agarrando bien su culo para hacer fuerta y embestir hasta el fondo. Se la sacaba casi del todo, podía ver lo mojadas que estábamos, mi polla brillaba con sus jugos interminables, mientras yo, enferma de lujuria, ensartaba a mi chica sin piedad. El volumen de sus grito iba en aumento, pero eran de placer. Mordió su almohada con fuerza, aunque su casa estaba casi insonorizada, tenía miedo de que la oyese algún vecino que pasase por allí... o puede que mordiese para aguantar mis embestidas y mi pollón que la llenaba. La descarga venía sin remedio, notaba como creía esa oleada de placer, iba estallar en cualquier momento.

  • Samantha, frótate el clítoris, voy a correrme! - Ella hizo lo que yo le pedía, creo que no se había acordado de su botoncito del placer hasta que yo se lo dije. Miré de nuevo al espejo. Las tetas de Samantha se bamboleaban, aunque no eran grandes, tenían su movimiento hipnótico de mis embestidas. Vi que con una mano se frotaba el clítoris y eso multiplicó más si cabe sus gritos y su respiración, la vi que ponía los ojos en blanco, quizá se fuese a desmayar si seguíamos mucho más. - DIOS VOY A EXPLOTAR DENTRO DE TÍ, ME CORROOOOOOO!!!!! - Grité, empujando con todas mis fuerzas. El semen salió como un torrente, el orgasmo me traspasó como un relampago, desde mis huevos hasta mi cerebro, como una bala de diamante que atravesase mi cabeza. Pensé que perdería el sentido. Mi corrida descomunal pronto llenó el pobre coño de Samantha, que no podía contener tanto semen. Empezó a escurrirse por fuera de su cueva, entre mi polla y sus labios vaginales, goteando y fluyendo por nuestros muslos.

  • AAAAAHHHMMMM..... - Sami no podía articular palabra, estaba teniendo varios orgasmos encadenados y este era el mayor y último. Su cuerpo temblaba sin parar, mis manos la aguantaban agarrándola por sus caderas. Su coño soltó un chorro increíble de corrida que chocó contra mis cojones, como una manguera a presión. Mas tarde me explicaría que había hecho squirting, yo no conocía la expresión y no sabía que una tía podía correrse de esa manera. Inundó toda la manta sobre la que estábamos. Yo también temblaba con los últimos latigazos de mi orgasmo. Solté a Sami y le saqué mi polla, que ya estaba empezando a ponerse fláccida. Al sacársela, salió mi semen a borbotones de la cueva de Sami. No paraba de salir. Con una sensación increíble de placer y descarga, sentía mis huevos y mi polla totalmente satisfechos hasta lo más hondo de mi ser. Me desplomé a su lado, mientras mi polla soltaba aún un débil chorro de corrida.

Al verse privada de mis manos que la aguantaban, Sami se medio desmayó. Temblaba, suspiraba, sus ojos no enfocaban en nada. Vi en el espejo cómo su coño soltaba una mezcla de mi semen y su corrida. Se hizo un ovillo y me cogió una mano. Su mano me apretaba con fuerza mientras su cuerpo intentaba sobrellevar esa sobredosis de orgasmo. Empecé a preocuparme algo, ya que seguía temblando.

  • Sam... dime algo, estás bien?

  • Hmm... sí... pensé que me rompías a la mitad y que me volvería literalmente loca de placer, pero estoy mejor que nunca - Susurró casi sin fuerzas, asintió. La abracé, no recuerdo cuanto tiempo estuvimos así, pero nos quedamos dormidas, con los muslos y la manta encharcados en fluidos. Había sido demasiado para una primera vez. Recuerdo que pensé, entre la niebla del sueño que me vencía, que para ser nuestra primera vez, no lo habíamos hecho nada mal... Con ese pensamiento e imaginando que esto sólo era el principio, me dormí con una sonrisa.

Me desperté a la mañana siguiente, con una sensación de no saber donde estaba. Luego caí en la cuenta que estaba en casa de Samantha. Lentamente mi mente fue recordando el día anterior. Había sido increíble. Sentía pena porque hoy volverían los padres de Sami y ya no podríamos dormir de nuevo juntas y a saber cuando podríamos repetir algo así... Abrí los ojos. Estaba sola en cama, Sami ya se había levantado, Por lo que ví, había quitado la manta totalmente enchopada en fluidos de la noche anterior y me había tapado. Me levanté. La casa tenía calefacción de suelo radiante, que se mantenía a la misma temperatura siempre, hiciese más frío o más calor. Cuando hacía más calor el sistema se desconectaba y en verano el sistema tenía aire acondicionado. Era una maravilla. Sin bata ni nada, me paseé por la habitación. Mis huevos y mi polla estaban perfectamente satisfechos, una sensación de plenitud como nunca antes. Ví una nota en la puerta. "Cuando te levantes, dúchate, sécate, baja desnuda y dame un beso y los buenos días. El desayuno estará listo! Sami". Sonreí y me guardé la nota. Si estaba viviendo un sueño, no quería despertar. Me duché en diez minutos, aunque el pelo me llevó algo más. Le di algo de secador y bajé, desnuda tal como se me pedía en la nota. Deseaba dormir y levantarme así el resto de mi vida.

Vi a Sami en la cocina. También estaba desnuda y se había duchado. Estaba en plena faena, tenía un banquete de tostadas, zumo y café preparado, con dos o tres mermeladas, margarina, de todo. Estaba untando una tostada cuando de repente cogió el movil. Vi como dejaba de sonreír y fruncia el ceño con cara de precupación. Ella aún no me había visto. Entré como si nada.

  • Buenos días, cariño!!! Todo bien? - Ella se recompuso al instante, se giró hacia mí sobresaltada y me sonrió. Corrió a abrazarme. Notaba sus pezones duritos en mis pechos (siempre los tenía así según observé).

  • Ahora mucho mejor. Has dormido bien? - Era la misma de siempre. Me dejé querer, pero decidí preguntarle más tarde por esa cara de preocupación... Qué habría visto?