Erica y Samanta (Historia de una hermafrodita 6)

Las dos chicas chatean sobre el fin de semana y al día siguiente en el colegio y Sam le enseña que la vida en el colegio puede ser interesante... Si se sabe a dónde ir.

Al día siguiente me desperté con la alarma del móvil, después de aplazarla varias veces. Durante varios minutos estuve remoloneando en cama, pensando en que realmente todo ese fin de semana no había sido un sueño. Todavía me costaba digerir todo lo que había ocurrido y, sobre todo, todo lo que el futuro nos deparaba a Samantha y a mí. Ví que Sam ya me había mandado un Buenos días!!! con muchos besos en el wass. Sonriendo, le contesté, y releí la conversación de wassap que tuvimos justo antes de dormir y todo en lo que derivó:

-

Eriiiii, ya llegaron mis padres, todo ok! Menos mal que dimos recogido todo… Al irte eché un último vistazo general y toda la casa estaba perfecta, así que no hay pruebas de nuestros… “delitos”. - Ya me parecía ver su sonrisa pícara a través del móvil. -

De todos modos me preguntaron que tal el fin de semana y tuve que contarles que vino una amiga a dormir. Más que nada por los vecinos, ya que no fuese a ser que algún vecino te viese entrar o salir con tu maleta. Pero no te preocupes, mis padres son bastante confiados con esas cosas y al ver que la casa estaba perfecta dijeron que les parecía genial pero que a la próxima vez avisase…

  • Uf… Bueno, menos mal que dejamos todo como estaba! Me alegro que no tuvieses ningún problema… Y eso de la próxima vez suena muy bien!

  • Pues claro! Aunque ya sabes, la próxima será en tu casa… No? -

Cara sonriente.

  • Sí! Tengo que contárselo a mi madre… Durante esta semana le iré hablando de ti y le soltaré lo de que te vienes a dormir como quien no quiere la cosa. Aunque no te creas que no estoy nerviosa… Tengo muchas ganas!

  • Que me vas a contar! Yo también tengo muchísimas ganas. Sobre todo de caerle bien a tu madre…

  • Ya verás como le caes genial.

  • Eso espero! Por cierto, que aburrida estoy sin ti… Todo este fin de semana fue tan genial e hicimos tantas cosas que ahora solo estoy tirada en cama aburrida sin ti y …

  • Y?

  • Y muy excitada! - Muchas caritas sonrojadas. Sonreí en la oscuridad de mi habitación, mi cara iluminada con la luz de la pantalla del móvil.

  • Ah sí? Parece ser que no te llegó todo lo que hicimos…?

  • Al contrario! Ese es el problema, todo lo que hicimos, Eri! Voy al baño, me acuerdo de lo que hicimos. El jacuzzi? Lo mismo. Y mi cama, dios, todo lo que me hiciste. Y lo peor, que acabo de volver de la cocina. Fui a pillar un vaso de agua y adivina. Me quedé mirando el sitio donde esta mañana estabas en cuatro, desnuda y yo te ordeñaba para mi café con leche!!! Tuve que irme rápido a la habitación porque como siguiese allí rememorando me hubiese encharcado… -

Mientras leía sus palabras,

recordaba ese momento…

M

i mano derecha empezó a masajear mi pene y mis huevos. Estaban un poco hinchaditos de las horas que habían pasado y pronto tendría que vaciarlos para poder dormir tranquilamente. -

Ahora mi casa ya no va a ser la misma… La has pervertido! - Se me escapó una carcajada sin poder evitarlo. Le respondí.

-

Bueno… Me gusta que me recuerdes cuando recorras tu casa… Tenemos que hacerlo en mas sitios, así tendrás más recuerdos incómodos jajajajaja

  • Que capulla… Pues que sepas que pienso ser muy mala cuando vaya a tu casa… Siempre que no esté tu madre delante, claro está, pero yo también pienso pervertir tu habitación y todo lo que pueda! - Pensé en la idea de estar las dos en la misma cama tocándonos sin que mi madre oyese me daba un morbo enorme. Empecé a tocarme, tenía la polla muy erecta de todo lo que mi mente se estaba imaginando. Puse un poco de música para disimular y me puse bajo las sábanas. Mientras mi mano derecha recorría arriba y abajo la suave piel de mi pene y testículos, con la otra mano le dí al botón de audio. Bajando la voz para que no se escuchase, susurré:

  • Va un audio, te doy unos segundos para que le des a pausa y lo escuches tú sola! … Ahora? Espero que estés lista. Te reto a ser capaz de pervertir toda mi casa con mi madre delante y rondando. No creo que seas capaz… Aunque ahora mismo te dejaría pervertirme la cama… Estoy desnuda, apretando mis huevos suavemente con una mano mientras con la otra te mando este audio… Ahora me agarro con fuerza la polla y me la recorro arriba y abajo. Está muy suave… - Puse la voz más traviesa que pude. Normalmente con Sam era bastante tímida… Pero con temas sexuales no sé de donde sacaba tanta confianza, pero me volvía realmente muy fuerte y pervertida.

Sam había disparado mi deseo sexual. - Creo que voy a acelerar un poco el ritmo… Te reto a que hagas lo mismo y lleguemos juntas antes de dormir. Piensa que yo tengo que vaciarme antes de ir a dormir… Ayúdame cariño. - Acabé con un susurro y un medio gemido mientras sonreía. Dejé tiempo para que contestase y mientras, pille mi juguete sexual favorito. Era un onahole, una vagina en lata. Un tubo hueco de latex transparente con un depósito de semen al final. Le puse lubricante, pensando en que era el coño de Sam, empujé mi polla hasta el final. Me sentí en la gloria. Cerré los ojos para disfrutarlo más… El poder correrme sin manchar nada, contorsionándome en la cama, era mi forma favorita de masturbarme. Al fin llegó el audio de Sam. Bajé el volumen del movil al mínimo y me lo pegué en el oído, mientras que con la otra mano me follaba lentamente, arriba y abajo, mi vagina de látex. Escuché cerrando los ojos y concentrándome en la voz de Sam y en mis sensaciones ahí abajo…

  • … Dios…

Que pervertida eres… Con lo modosita que parecías. Hice lo que me dijiste, estaba en mi habitación y ahora puse algo de música, aunque mis padres están en su habitación y queda en la otra punta y seguro que no me oyen…

Me acabas de poner a mil, no puedo más, ya estaba medio mojada, pero ahora ya lo estoy del todo…

Dime que quieres que haga por favor.

  • Pues yo estoy bajo las sábanas, con una vagina de látex atravesada por mi polla, subiéndola y bajándola, imaginándome que es la tuya… Hubo algo ayer que me faltó. Era verte la cara mientras nos corríamos… Pero ya llegará. Ahora solo quiero oírte. Cuando escuches esto, llámame. No quiero más audios… - Dejé el móvil en vibración y me pellizqué los pezones mientras me follaba mi onahole lentamente, sacando mi polla casi del todo y luego metiéndola hasta el fondo. Mi cuerpo me pedía ir cada vez más rápido, pero decidí esperar a la llamada de Sam. Finalmente llegó.

  • Ho… Hola cariño… - Susurré resoplando de placer. Escuchaba a mi madre haciendo ruido con los cacharros de la cena. Era genial, ya que la cocina quedaba lejos y con el agua y los platos no escucharía nada de nada. - Como estás? Yo cachondísima follándome mi onahole…

-

Onahole?

  • Como una vagina en lata, flexible, suave, transparente… con ella puedo hacérmelo donde quiera y correrme dentro sin manchar la cama ni nada…

-

Que cabrona…

Calla por favor, que me voy a correr en cualquier momento… Tuve que venir al baño de mi habitación

y sentarme en el asiento de mi bañera… Pus

e el audio varias veces

tocándome

y estoy encharcada…

  • Eso me gusta… pero porqué tuviste que ir al baño, cariño?

  • Es que… (sus suspiros eran evidentes, gemía en bajito mientras hablaba y eso me ponía muchísimo) estoy muy mojada, no quiero mojar toda la cama… Pero la calefacción también está en este suelo, así que no es frío para nada… Pero dame un minuto. - Escuché como dejaba el móvil en algún lugar, mientras escuchaba ru

idos suaves. Relajé algo más el ritmo, mientras me acariciaba los pezones. Me gustaba pellizcármelos para luego masajearlos y ver cómo sobresalían empitonados. De repente se me ocurrió cómo debía ser que te pasasen un hielo alrededor… Decidí pedírselo a Sam para que me lo hiciese la próxima vez que pudiésemos. De pronto, Sam volvió.

  • Disculpa… pero ya estoy lista… Me desnudé y puse unas velas y algo de música… Así es mucho mejor.

  • Que bien te lo montas, yo también quiero bañarme contigo con velitas y toda a pesca. - Me la imaginaba sentada, abierta de piernas, chorreando mientras se masajeaba suavemente. Volví a aumentar el ritmo de la paja. - Por cierto, la próxima vez, quiero que usemos hielos en… en los pezones. - Una parte de mí se sonrojaba por hablarle de esta forma, pero ella me había pedido que lo hiciese así y yo estaba descubriendo que me gustaba superar mi timidez… Al menos en este tema.

  • Pues cr

é

eme que te harán falta, sobre todo cuando te pongas los piercings en ellos! Pero no te preocupes, que estaré contigo… y te daré las curas que hagan falta, mi amor…

  • Bueno… algo de miedo me da, pero contigo a mi lado seguro que puedo. Y espero que en cuanto curen del todo y esten perfectos, les des un buen tratamiento especial.

  • Eso, ni lo dudes cariño…

Por cierto, me decías que estabas pajeándote con una vagina de látex?!

-

Sí… bien lubricada y apretadita, como a mí me gusta… Aunque la tuya es insuperable.

  • Ahora… ahora tengo celos… Estaba con un vibrador pequeño que tengo con forma de llavero, pero dame medio minuto, porque si tu te follas tu vagina de látex, yo me voy a follar uno de mis consoladores también! - Escuché como se iba, sus tenues pisadas de sus pies descalzo alejándose del móvil… Volvió muy pronto. - Ahora sí… Dios, esto es mucho mejor, esto me llena por dentro…

Ahora vamos a hacer una cosa… Ambas vamos a cerrar los ojos y nos vamos a follar. Yo imagino que me estás follando tú con tu polla y tu vas a imaginar que esa vagina encharcada de lubricante es la mía… Yo estoy acelerando el ritmo… Haz tú lo mismo.

  • Dios… cariño… yo…

  • Calla! - Me exigió en un susurro plagado de amor y sexo – Mientras lo hacemos, no se habla, solo quiero oir tus gemidos y mi nombre cuando te vayas a correr… A mi no me falta mucho, me estoy follando muy duro… Vamos!

Escuché como gemía Sam, con los ojos cerrados, mientras yo me follaba furiosamente ese coño que deseaba que fuese el de ella. Me la imaginaba, cabalgándome, moviéndose encima de mi con habilidad, mientras me miraba, desafiante, desde las alturas. Ella mandaba y yo obedecía. Mi polla parecía que iba a estallar, mis gemidos iban en aumento mientras arqueaba mi pelvis hacia lo alto.

El orgasmo venía, desde abajo, desde el interior, con toda su fuerza. Se me escapó un gemido más alto, pero pude contenerme mordiéndome el labio y susurrando….

  • Samantha cariño, no aguanto más, me corro! - Sus gemidos eran algo más audibles que los mios y me llenaban la cabeza de deseo.

  • Eri… yo también, vamos Erica cariño, lléname con tu leche!!!

  • Tómala toda, ya sale!!!… Oh sí… Siento como te lleno hasta el tope! - Gemí reprimiéndome, mientras me corría. Sam gemía mucho más descontrolada en mi oído. Grandes chorros de semen brotaron de mi polla, llenando el final de mi vagina donde había un depósito para contenerlo. Pero era demasiado, notaba cómo se llenaba, tuve que retirar mi pene palpitante en los estertores del orgasmo hacia la mitad, para seguir llenándola de semen y no mancharlo todo.

-

Dios… parece que puedo sentirlaaaaaaa. Me corro muchísimo…. - Sus palabras sal

í

an entrecortadas mientras ella también disfrutaba de su orgasmo. Yo caí, rendida, con la vagina ya apoyada en mi barriga, mientras mi polla expulsaba los últimos estertores de semen al interior de la misma. La saqué del todo. Estaba lleno de semen casi hasta la mitad. Lo agarré para que no cayese nada y temblando un poco, me levanté, caminé tambaleante al baño, con el móvil en una mano y la vagina en la otra. Sam me habló:

  • Cariño, ha sido estupendo, pena que no estuviesemos en persona pero ha sido muy guai… otro día podemos repetirlo, quizá si padres que puedan escuchar y con videollamada? - Se rió de esa forma pícara que tango me gustaba. Dios, cuanto la amaba.

  • No lo dudes… Voy a lavar todo esto y lavarme yo, que doy asquito.

  • Pues no veas la que monté en la bañera… Ahora me daré una ducha rápida y si eso luego te escribo.

  • Ya imagino como debes estar… sexy y llena de flujos hmmmmm. - Susurré. Mi madre acababa de dejar de hacer ruido y apagar el agua caliente. - Sam, por si me quedo dormida antes de que

me wassapes, buenas noches cariño.

  • Te me duermes?

  • Sí… es que… en fin, al hacer esto de noche me entra un sueño increíble, y hoy fue tan… intenso… Estoy molida.

  • Yo también lo estoy y luego de la ducha no veas, me voy a dormir al momento, así que sí, mejor despedirnos ya en la llamada. Mañana te wassapeo para darte lo buenos días, eso si!

  • A ver quien es más rápida! - Nos reímos. - Que descanses mi amor.

  • Igualmente cariño, que duermas bien… y… bueno… Te quiero Erica…

  • Y yo a tí, Sam… Un beso – Dí un beso sonoro al micrófono y colgé con una sonrisa. Mientras me limpiaba mi pene suavemente con agua y jabón en el bidé, pensaba en como sería hacerlo por videollamada.

R

ememoraba todo esto sin poder creérmelo del todo. Al final había ganado Sam al darme los buenos días antes que yo a ella,

gracias a mi manía de aplazar la alarma siempre cinco minutos más. No sabía como sería el día en el colegio después de todo el fin de semana, estaba nerviosa por cómo sería nuestra relación dentro con las clases, sus amigas, etc. Todos esos pensamientos se mezclaban mientras me sentía muy cachonda al haber leído la conversación… Fu

i

al baño corriendo y me duché, enjabonando mi cuerpo, pensando que Sam me lo recorría con

sus

manos y finalmente,

me masturbé,

pajeando mi polla llena de espuma de jabón,

casi de forma furiosa, imaginándome que Sam me susurraba que me corriese y recordando su cuerpo perfecto

. No tardé en correrme, soltando chorros de semen que se iban con el jabón y el agua de la ducha, temblando un poco

con la boca entreabierta y los ojos cerrados

mientras me pellizcaba suavemente un pezón.

Al salir de la ducha y después de secarme, leí el wass. Sam me contaba que no podría quedar para ir juntas hoy al colegio porque tenía asuntos que tratar de primera hora, pero que durante el día haría por verme.

Me decía que me echaría de menos y me mandaba miles de besos y corazones.

Yo sentí un poco de decepción, ya que pensaba que al vivir relativamente cerca, podríamos ir juntas, pero me fijé en que decía que no podía venir conmigo “hoy”, así que, recordando sus palabras y promesas, pensé que mañana sería diferente y que no tenía que dudar de ella.

Dejándome halagar por sus besos y corazones, le respondí de la misma forma, esperando que durante el día pudiésemos vernos aunque sea en público como dos amigas… No sabía realmente cómo querría llevar la relación en la escuela.

Efectivamente, durante la entrada y las primeras horas, no dio señales de vida, pero era normal, no íbamos en la misma clase y el colegio era bastante estricto con los cambios de clase. Al comiendo de la tercera hora, salí un segundo a la puerta y entonces al fondo del pasillo vi que ella hacia lo mismo. Me miró y una sonrisa tremenda iluminó su cara. Supongo que la cara de idiota enamorada que se me quedó debió ser antológica, porque se rió y me mandó un beso que sopló de su palma abierta. Me guiñó un ojo y con un gesto entendí que nos veríamos al acabar esta hora, en el recreo. La sonrisa me duró el resto de la hora, que sin embargo, pareció durar un siglo…

Al fin acabó, y salí casi corriendo. Al salir, vi que ella ya esperaba en mi puerta, me cogió por sorpresa de la mano y nos fuimos corriendo por los pasillos mientras los alumnos iban abriendo las puertas para salir de clase y disfrutar del recreo de una hora que teníamos. Sam dijo: corre, me sé un sitio!

Casi arrastrándome por el brazo, me guió por el gran colegio al que íbamos. Era un edificio enorme y antiguo, totalmente hecho de piedra, donde se habían adaptado y rehabilitado continuamente zonas dañadas y construido muchas instalaciones adicionales al edificio principal, tales como

polideportivos,

un complejo de piscinas, pistas de tenis, pádel y diversos deportes, etc.

Aquel edificio,

tras casi un siglo haciendo correcciones, refuerzos y

ampliaciones, era realmente laberíntico…

Pero Sam me llevaba con toda confianza por sus pasillos y recovecos.

Bajó unas escaleras muy alejadas de las aulas principales, de las risas, de los gritos. Allí no iba nadie, estaba cerca del límite de los terrenos de la escuela,

y a no ser que alguna pelota de las pistas algo más cercanas, volase cerca, nadie pasaría por aquí. Nunca me había dado curiosidad por pasearme por esa parte del complejo, pero Sam parecía saber exactamente a dónde iba. Doblamos la esquina y, bajo unas escaleras de cemento, había una puerta de metal.

De repente, nos paramos ante ella. Sam se apoyó como si nada, mirando alrededor. Sintiéndose segura, se giró y sacó un llavero con varias llaves y un adorno colgado. Cogió una de esas llaves y rápidamente, abrió la puerta, me dijo que entrase, entramos las dos y la cerró de nuevo con llave. Había como una especie de buhardilla, con un lado inclinado. Al fondo figuraban algunas taquillas y un armario. Contra las paredes, había material de gimnasia de todo tipo, pero todo estaba roto. Un potro sin una pata, espalderas con los maderos rotos, aros rotos también, muebles, algunas sillas… Parecía literalmente un trastero o un desván de cosas rotas. Sam rompió el silencio:

-

Este sitio está prácticamente abandonado, es un trastero, como puedes ver, pero antes se usaba más. Algún día te contaré la historia, pero es aburrida. Digamos que un día tuve acceso a la llave y durante el recreo, corrí a hacer una copia. Los sitios abandonados me parecen fascinantes, a veces me gusta estar sola. - Hablaba con voz baja, para no ser escuchadas fuera, aunque seguro que no había nadie. No quise interrumpirla. Sonrió mientras pasaba un dedo por encima de el típico aparato de gimnasia que son varios cajones de madera uno encima de otro hasta llegar al último, que acababa en un acolchado de color marrón. - Llevo en este sitio más tiempo que tú, tú llegaste después de una de las renovaciones, que fué cuando esto quedó medio olvidado. Cuando me estreso mucho o sencillamente no quiero hablar con nadie, vengo aquí. También me sirvió

muchas

ve

ces

para… aliviarme, ya sabes.

Quería enseñártelo a tí, ya que nadie lo sabe. Siempre siempre siempre tuve mucho cuidado cuando venía aquí, no quería que nadie más lo supiese. - Se sentó con las piernas abiertas encima del acolchado del aparato de gimnasia. Le dio una palmada. - Una vez, mientras estaba aquí escuché ruidos fuera. Dos hombres hablando.

Me quedé aterrorizada. Escuchaba tintinear las llaves en la mano del hombre, cuando se me ocurrió levantar esta tapa, meterme dentro y bajarla justo a tiempo de que la puerta se abriese.

Me tapé la boca y respiré lo mínimo posible. Por una rendija pude ver cómo traían ese potro al que le falta una pata. Sin más, el hombre salió y cerró la puerta de nuevo con llave. Recuerdo que empecé a transpirar, a respirar rapidísimo. Estuve allí como diez minutos que me parecieron diez años. Por fin, me animé a salir. Era más joven y más tonta. Me sentía poco menos que una allanadora de moradas. Pasaron casi semanas sin volver aquí, hasta que la necesidad me empujó un día a aliviarme. No pasó nada.

Desde entonces, vengo aquí de vez en cuando. Otra vez me pasó lo mismo,

pasados un par de años,

pero ya no tenía miedo y solamente me escondí. Trajeron unos aros rotos y una caja de pelotas desinfladas. Allí escuché al hombre de la otra vez que decía que no sabía para que guardaban cosas aquí desde hacía años, si total algún día, solo eran cosas que valdrían para tirar todo. Escuché que una mujer, ya fuera, le decía que en alguna ampliación del colegio, quizá sirviese de algo, pero que no pensaban tocarlo en años. Me tranquilicé. Y bueno – Ahora sí sonreía feliz. Saltó del aparato y me cogió de la mano – ahora ya lo sabes. Qué te parece?!

-

Como escondite es genial! Aunque es una pena que esté todo tan roto… - La luz entraba por una ventana alta, pequeña y vieja de metal gris. Hacía sol, y un haz de luz concentrado entraba por la ventana y daba en la pared contraria, donde una pila de colchonetas delgadas, encima de una muy gorda, todas con parches y roturas.

Había un poco de polvo en el aire, que se veía por el haz de luz, pero el sitio se veía limpio. - Además se ve bastante limpio.

-

Sí, supongo que de mes en mes le darán unha limpieza así por encima, pero nunca se decidieron a tirar todos estos trastos… - Parecía que su mirada tenía un deje de desilusión. Me dí cuenta rápidamente de que seguro que esperaba que yo reaccionara con más alegría. La verdad es que el sitio empezaba a gustarme. Lo recorrí dando una vuelta grande y me planté ante ella.

  • Pero me encanta! - Ella sonrió y me hizo con la mano sonido de silencio. Me había olvidado de que no podíamos hablar con normalidad. La cogí de la mano y fuimos a la esquina opuesta de la puerta, a las colchonetas, al lado del aparato donde Sam se había escondido en su día. La colchoneta no tenía polvo y tiré a Sam en ella, tumbándome a su lado. Le susurré – Me encanta… Disculpa, tengo que acostumbrarme a hablar bajito para que no nos descubran. - Nos besamos con cariño. - Te quiero, mi caja de sorpresas.

  • Y yo a ti – Dijo, susurrándome y mirándome a los ojos.

Estábamos muy juntas, con las piernas entrelazadas. Notaba su rodilla rozando mi paquete. Notaba que me estaba excitando, tanto por el secretismo, por lo público del lugar y porque Sam me ponía muchísimo. No sabía si Sam quería proximidad sexual, así que me contenté con empalmarme lentamente dentro de mi braga reforzada, disfrutando del momento de cariño.

Sam se me pegó más y me abrazó fuerte.

  • No te voy a mentir, Eri. Les conté a mis “amigas” (hizo el gesto de las comillas, podía notarlo en la espalda)

que estaba conociéndote y que me gustabas y que seguramente quedaría contigo mucho más

. A dos de ellas no les import

ó

, de hecho se alegraban, pero

Valeria

… Lo llevó muy mal por sus celos.

Me dijo que hiciera lo que quisiera,

mientras no te llevase con ellas

y se fue. Una de ellas, Laura, me miró con compasión, pero se deja llevar por Valeria muchísimo, y, debo reconocerlo, muchas veces por mi propia personalidad de como era con ellas. La tercera, Sofía, es más independiente… Ella me abrazó fugazmente y me di

o

un beso en la mejilla susurrándome que

se alegraba mucho y que

a Valeria se le pasaría… Y se fu

e

también. Me sentí muy sola la verdad. Necesitaba verte como nunca antes. Ya te dije que son “amigas”, pero aun así me afectó. Me sentí sola. Al momento recordé que te tengo a ti y corrí en el recreo para tocarte y traerte aquí y ver que todo esto es real y que estarás siempre para mí.

  • Pues claro que sí Sam, cariño…

Esper

o

que tus amigas con el tiempo lo aceptarán…

Sobre todo siendo que dos de ellas parecen… menos temperamentales que la otra.

Siento que hayas pasado por eso por mi culpa. -

Me entristeció que hubieran reaccionado así, pero me alegró muchísimo

de que

Sam

fuera con la verdad por delante desde el día uno...

levantó la vista rápidamente.

  • No digas eso nunca. Nunca. No es tu culpa. Es GRACIAS a ti, eres una bendición increíble para mí. De culpa nada. - Su mirada se suavizó y de nuevo volvió a ser la Sam fuerte. Me di

o

un sonoro beso y me volvió a abrazar.

-

Está bien entonces… Dios, te quiero muchísimo. Nos quedamos así un par de minutos. Entonces se me ocurrió. - Oye, pero si se lo dijiste a tus amigas,

ellas no se lo dirán a tus padres o algo?

  • No lo creo. De todos modos tengo pensado decírselo también a mis padres, pero quería hablarlo antes contigo…

  • Por mí genial… Yo también quería comentárselo a mi madre, ya que también quería que vinieras a la consulta del viernes… Si quieres claro!

  • Pues claro que quiero! Es muy importante, ya te lo dije! Además, dijimos de celebrar tu decisión este fin de semana… Ibamos a dormir en tu casa, no?! -Sam me miró, buscando signos de si me había olvidado de todo eso… Como para olvidarme de lo más emocionante que me pasaba en la vida!

-Intentas ver si me había olvidado, no? - Nos reímos las dos. - Como me voy a olvidar! Por eso quería hablarlo con mi madre cuanto antes… El problema es que yo sí que voy a decir que no es que esté conociendo a una chica que me gusta… Si no de una chica de la que me he enamorado perdidamente de ella y ella me corresponde y por eso querría que me acompañases. Fijo que mi madre lo entiende, aunque supongo que querrá conocerte

antes de ir a la consulta…

  • Entiendo. Mira que eres… pensabas que iba a hablarles de ti a mis padres en plan, tengo una nueva amiga? - Me miró y supo que eso era lo que pensaba. Cerró los ojos y suspiró. - Que voy a hacer contigo… Pues claro que le voy a decir que fue un flechazo y que eres la mejor! Mira, lo planteamos a nuestros padres durante esta semana y el viernes si quieres voy al acabar de comer ya con la maleta para el finde (si tu madre le parece bien) y os invito a un café y hablo con tu madre y luego ya vamos a la consulta. Si eso me quedo fuera y espero a que salgáis, como tu madre prefiera…

-

Yo quiero que entres. Si el doctor nos deja, entramos las tres. Eso lo tengo clarísimo. Y esta vez monto yo los planes para este finde, de acuerdo? - La acaricié. Sam sonrió y cerró los ojos, asintiendo y acurrucándose en mi pecho. Estuvimos así un

buen rato

. Era lo mejor del recreo de una hora, que era largo, no teníamos prisa…

Aunque cuando me di cuenta, ya quince minutos para terminar.

Entonces Sam me besó en el cuello, sentí sus labios rodando hasta alcanzar mi oreja y susurró.

  • No creas que no noté como andas ahí abajo… - Movió su rodilla restregando su muslo en mi paquete. Estaba casi empalmada, casi no cabía en la braga y ni me había dado cuenta.

Al hacerme consciente, y con los susurros de Samantha, sí que se puso erecta del todo.

Noté la mano de samanta subirme por las piernas, por el interior del muslo. -

Te apetece que te haga algo rapidito…?

  • Uf… Sam… quedan sólo quince minutos…

  • No puedes ir así a clase… Te apetece? - Me miró de forma inocente, mientras recorría con su mano mi polla por encima de la braga. Sólo pude asentir y morderme el labio. - Sam sonrió de satisfacción… - Perfecto, cierra los ojos y déjate llevar por el placer… - Cerré los ojos.-

Noté cómo las manos de Sam bajaban rebuscaban por la tela de la braga, quedándose en cómo estaba colocados mi polla y testículos, para sacarlos sin hacerme daño ni hacerse un lío con la braga. Noté de repente una liberación, mis huevos y polla salieron disparados fuera como si tuviesen un resorte. Sam no perdió el tiempo y directamente se tragó mi polla hasta donde pudo.

La salivó en abundancia, mientras con una mano me masajeaba los huevos delicadamente… Entonces fue subiendo el ritmo de la mamada, mientras apretaba algo más mis algo hinchaditos huevos. De repente, se la sacó de la boca, y con una mano, empezó a pajearme con energía, de abajo hacia arriba, tal como me ordeñó en su cocina, pero ahora estando yo tumbada boca arriba. La sensación era genial, hasta que de repente, noté como su lengua lamía mis huevos, con rapidez, recorriendo todo su contorno, lametazos sin tregua que me llevaban al cielo, mientras su mano no dejada de castigar mi polla, apretándola abajo y subiendo hacia arriba, como queriendo sacarme el semen de lo más hondo de mi interior.

Notaba como su boca succionaba cada uno de mis huevos, y dentro de su boca los masajeaba con la lengua. Luego, pasaba al siguiente. Yo ya casi no podía más, empezaron a temblarme las piernas. Al notar esto último, Sam liberó de su boca mi huevo derecho y se chupo a chuparme la punta del pene, todo el glande, mientras con la mano seguía con su movimiento de abajo hacia arriba, y la otra, masajeaba mi paquete. No aguantaba más, iba a explotar de placer, cada vez temblaba más.

  • Sam… - Por toda respuesta, ella aumentó el ritmo, pude notar el orgasmo brotar de lo mas profundo de mí, arqueé instintivamente la espalda y me corrí como una loca en la boca de Sam. Ella seguía haciendo su movimiento de mano de abajo a arriba, pero iba perfectamente acompasada con mis oleadas de placer y chupaba con su boca hasta la última gota de mi semen. Cuando terminé de correrme, casi me derrumbé en la colchoneta, mientras Sam lamía lentamente todo mi tronco y chupaba las gotitas que iban saliendo por la punta.

Mientras me recuperaba, Sam cogió un kleenex de un bolsillo y me limpió toda la

saliva que tenía en mi paquete y a lo largo del tronco, que ya iba disminuyendo de tamaño. Sam acabó y se incorporó, mirándome con una sonrisa de oreja a ojera.

  • Así me gusta… buena chica… Se nota que te aliviaste por la mañana, porque te corriste una cantidad que pude tragarme sin problema… - Me senté en las colchonetas y me puse de pie, mientras me colocaba el paquete en la braga y terminaba de ponerme presentable. - Te gustó?

  • Ha sido… increíble. - Nos sonreímos. - Eres increíble!

  • Gracias! Y ahora vámonos, que vamos a llegar en punto! - Me cogió de la mano y repetimos a la inversa el camino de vuelta, después de asegurarse por el sonido que no había nadie en el exterior. Nada podía apagar la sonrisa de satisfacción que iluminaba nuestras caras mientras corríamos por los pasillos. Este era el comienzo de una semana muy importante.