Érica, la vampiresa Familia vampírica 4
Archivos personales de la vampira Érica.
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Si a mí me pasase algo, es decir si me asesina un cazador, Adrián, o sus herederos si los llega a tener o mis notarios (mi sire y la de Thais) tienen instrucciones para abrir este archivo.
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Bien, supongo que esto deja fuera del alcance de mis niños esta parte del archivo. Para empezar no estoy nada contenta con Cersei y creo que se va a llevar un buen correctivo. No solo ha vestido como una puta cuando yo la había ordenado llevar ropa decente, también ha contado sus andanzas incestuosas con su hermano a dos desconocidas, por mucho que pretenda que una de ellas pase a formar parte de la familia, lo que posiblemente me obligará a tomar cartas en el asunto. Y espero poder hacerlo antes que sea demasiado tarde. Sino que ha descubierto ante sus hermanos la existencia de mis implantes y los suyos.
En esta entrada me temo que no va a haber mucho sexo. No estoy de humor y tengo que poner muchas cuestiones de base, además de las que permanecerán selladas a menos que muera… o decida que pueden ser hechas públicas.
Lo cierto es que podría comenzar por muchos lugares, como por mi vida mortal. Lo mismo que su madre en el fondo soy una puta adicta al dolor. Sí, incluso ahora siendo vampiresa, que se supone que debería ser un ama dominante. De adolescente me corté muchas veces. Aún llevo las señales de la mayoría de cortes en los brazos. Decidí no «curármelas» con laser cuando sí eliminé las de piernas y otras partes del cuerpo. En cierto modo como recordatorio. Ahora no podría eliminarlas aunque quisiera. Aunque me cortase el brazo. Este se regeneraría en un periodo más o menos largo de trance, exactamente igual que como estaba cuando fui convertida.
Eso es un inconveniente, pero también tiene sus ventajas. Por decisión de mi Sire, que me seleccionó meses antes de convertirme, me fui dejando crecer mi ondulada melena pelirroja hasta que llegó a medio muslo en el momento de mi conversión. Como el pelo necesita menos tiempo y energía para regenerarse que un brazo puedo realizarme cualquier peinado, incluso cortarme el pelo al cero, y tras ocho horas de descanso en trace vuelvo a tener mi magnifica melena pelirroja. Y por supuesto, en ese tiempo puedo regenerar la mayora de heridas, incluso mucha que para un mortal serian letales. Cierto que para ello debo haber ingerido suficiente sangre, pero hoy día eso no es problema pues los vampiros nos hemos organizado en una especie de estado paralelo que controlamos miles de granjas en la que se extrae sangre de humanos más o menos voluntarios.
En realidad son voluntarios respecto a tratar de entrar en nuestra sociedad de elite, pero eso pocos lo conseguimos. La mayoría acaban como siervos nuestros, en el mejor de los casos, ligados a nosotros por sangre y orina (más adelante aclararé esto) y en el peor en granjas remotas (al menos para Madrid y el mundo occidental, que es dónde vivo) dónde son drenados de sangre, en muchos casos más de la que sería recomendable para su supervivencia. En cuanto a porqué remotas, es simple: es más fácil controlar a un tirano o un comité de tiranos que gobierne cuarenta años que a la pléyade de langostas llamadas políticos que cada cuatro años (o menos) se turnan en el poder en las llamadas democracias representativas.
La verdad es que muchas de las cosas que hoy acepto con naturalidad me habrían horrorizado en los primeros años tras mi conversión. Pero la vida es así.
Como decía soy una puta yonki del dolor. Eso me llevó a que en la época universitaria me hiciese sumisa del que durante varios años fue mi novio y Amo. Entonces no sabia nada de vampiros ni demonios. Era una médica que ejercía de forense, entre otras cosas porque sajar carne y ver manar la sangre, incluso cuando no fuese la mía me excitaba. Y no me atrevía a poner en riesgo la vida de pacientes vivos por un calentón. Entonces me llamaba Érica Carnicero. Que no os creáis que hacerme cirujana apellidándome así también llevó su coña en los estudios. Solo la presión de mi amo y compañero de estudios, Miguel, alias Amo Wilfred, recordándome que una buena sumisa debe aceptar la humillación cuando corresponde me salvó de pasar a mayores con más de un compañero de clase. Y no precisamente en el plano sexual.
Durante ese tiempo ya tuve varios alias. Seguía siendo Érica Carnicero para mis colegas y los demás miembros del instituto de medicina legal, así como los policías, jueces y demás. Pero para mis amigos y en la web habitualmente era magda de herdt {AW} , así en minúscula (por ser sumisa) y con el collar de mi amo, para que no hubiera duda de a quien pertenecía. A muchos les sonará el nombre pues es el de una protagonista de una historia BDSM de ficción. Y sí, lo elegí por ella. Ocasionalmente me convertía en Dómina Megan, un ama dominante, aunque no sádica. No me gustaba causar dolor. Ahora no me disgusta pero sigo sin encontrar placer en ello. Pero sí me gustaba controlar, dominar como juego, en ocasiones humillar. Curiosamente muchas de las practica que yo rechazaba como sumisa, por que las consideraba asquerosas en insalubres, como beber orina , comer heces o la zoofilia sí estaba dispuesto a realizarlas como Ama. ¿Os preguntáis cómo puede una realizar prácticas zoofílicas como ama? Simple: «obligando» al sumiso a realizarlas. Y pongo lo de obligar entre comillas porque las veces que lo hice fueron con guiones previamente pactados y siempre grabado como película. En realidad no ejercía de Domina por placer o porque «necesitase» cambiar en algún momento de rol. Simplemente mi amo y yo empezamos a tontear en algunas redes sociales y vimos que había negocio. Mucho negocio, aunque la mayoría de estar censuraban lo más fuerte. Establecimos nuestra propia plataforma y creamos varias identidades para distribuir los ingresos en varios países y sistemas fiscales. No solo pagábamos menos, sino que si no teníamos que ir de nuestra vida normal tendríamos dónde acudir.
Años después de acabar la carrera los vampiros crearon una organización BDSM como tapadera para reclutar gente. Solo realizan unas pocas conversiones al año, para equilibrar las cosas en su triple guerra con los cazadores, otras facciones y los accidentes (que también ocurren). Por determinadas circunstancias del azar Thais y yo coincidimos el mismo año y nuestros sires, es decir los vampiros que nos convirtieron, eran hermanos. Y dos de los antiguos. Pero eso fue más tarde. Tras la desaparición de algunos conocidos empezamos a investigar a esa organización.
Y mi novio/Amo fue asesinado. Así que me gaste parte de esos ahorros que oficialmente no tenía en un sistema de implante que me permitiera grabar y trasmitir lo que viera y oyese. De paso en la operación me estrecharon un poco la cintura y me pusieron esos músculos en el pecho, con lo que me lo aumentaron ligeramente (pasé de copa A a B y gané cuatro centímetros de perímetro hasta llegar a los 86) además de eliminarle la caída. Si os preguntáis cómo un pecho tan pequeño podía estar caído y como es que así le gustaba a mi novio la respuesta está en el maltrato que sufrían mis pechos: durante años cada día bien mi novio, bien otros o yo misma los golpeamos a diario y raro era el día que no tenia un hematoma o cardenal de los golpes anteriores. Además de estirarlos con todo tipo de juguetes desde el vacío a pinzas con pesos.
Y luego traté de infiltrarme en la organización. No me sirvió para capturar a los asesinos de mi novio/Amo porque no fueron ellos. Pero sí me ofertaron, una vez convertida, medios para localizarlos y vengarme. Eran una banda de trata de blancas, narcotráfico y lavado de dinero negro. Lo asesinaron porque como ginecólogo había llegado a detectar algo que no les convenía… Vale no es exacto, pero esta versión valdrá para mis hijos y demás si me pasa algo pues no está lejos de la verdad: sí fue por una paciente suya. Por alguien relacionada con su actividad vainilla como ginecólogo.
El caso es que los convertí en siervos y me vengué quedándome por el camino con un puñado de millones de euros de la banda. Gran parte de lo que les quité lo tuve que entregar. Había conseguido de mi sire, que también es miembro del consejo, autorización para hacer siervos secretos (que no entregan la mitad de sus ingresos a la organización y la otra mitad a mí) a cambio de que cuando acabase con ellos la mitad de lo que obtuviera debería entregarlo. Digamos que en la facción lo que entregas no solo contribuye a que todo funcione y a financiar a la guardia (como en cualquier estado humano) sino que además te da estauts. Por así decirlo el que más paga tiene derecho a mandar más. Y aunque no puedo competir con los negocios de los antiguos y un pago único no es lo mismo que pagos mantenidos me sirvió para empezar a poder aportar mis opiniones.
También estos hechos, y la venganza de Thais, que algún día narraré, me llevaron a considerar a los humanos como seres inferiores. Ganado o ratones de laboratorio, por decirlo suavemente, y en el mejor de los casos mascotas.
En esa situación se me entrego Marta, la madre de mis pequeños. Era una sumisa desequilibrada mental y no debí aprovecharme de ella… pero ya mi espíritu investigador pudo más que los restos de mi humanidad. Lo de desequilibrada no va porque fuese una puta adicta al dolor, que lo era, insatisfecha con su amo, que era dominante, pero no sádico. Además era una anoréxica que odiaba su cuerpo y su apariencia; quería vengarse de unos padres muertos, destruyendo su herencia; ser torturada hasta la muerte, bueno la muerte no la pedía pero muchas de las cosas que le gustaría hacer la llevarían a ello, y odiaba estar gorda con cuarenta kilos para una altura de metro sesenta y ocho, sin tacones. Al final convertí en siervo secreto a Jaime sin permiso de mi sire (por eso este documento debe estar sellado hasta después de mi muerte) y le pagué mucho dinero por la casa de los padres de Marta y la propia Marta. Dinero negro, en efectivo procedente de la banda de narcotraficantes. En realidad la compra de la casa figuró (en parte) como comprada por un fondo extranjero que operó desde un paraíso fiscal. El resto fue en efectivo que él, bajo mi control, empezó a usar para comprar a otras sumisas. Al menos al principio. Después, cuando comprobó que no tenia porqué probar la mercancía también pujó por otros sumisos y otres sumises , es decir travestis y toda variedad de genero dudoso, en multitud de clubes o reuniones privadas. Llegó un momento que daba igual si era voluntario o no, siempre que la voluntad estuviera lo suficiente rota como para firmar el papeleo y no dar problemas. Tampoco importaba si eran menores: o falsificábamos la documentación , como hacemos con las nuestras, o las dedicaba a otros usos, entre ellos mi propia granja de sangre, mientras crecían lo bastante como para convertirse en fugaces estrellas del porno tanto vainilla como BDSM. Algunas no tan fugaces, pero la mayoría sí, con lo que pasado su momento de gloria vuelven a sus orígenes: la granja de sangre.
Yo decidí que Marta quedase embarazada, al principio me daba igual de qué, como castigo por considerarse gorda. Ella eligió poner Jaime Eric a su hijo en honor a Jaime, su primer amo, y a mí, su actual y definitiva ama. Me pareció interesante poder desarrollar experimentos a lo largo de toda una vida y con apenas 3 días el pequeño Jaime vivió su primera masturbación por mi mano. Luego vendrían muchas más, de mano, boca y otros. A los tres años ya me lo follaba delante de su madre. Incluso me planteé que lo hiciera con ella.
Pese a que estaba amantando, días después del parto de Jaime, la hice probar unos medicamentos que aumentaban la fertilidad pero atacaban a los espermatozoides Y. En ese caso fue un éxito (en otros he comprobado que el 75 a 80% falla) y poco después nacía la pequeña Cersei. El nombre lo elegí yo, como fan de Martin que soy.
También fue masturbada por mi mano, lengua y otras partes del cuerpo desde los primeros días. Incluso por su madre, pues la obligaba a limpiar su orina y heces con la lengua, como una perra a su cachorro, cosa que nunca hice con Jaime. Quizá porque al ser Marta principalmente hetero consideraba que la humillaba más obligándola a hacer eso a su hija. Esperé hasta los tres años para desvirgarla. Quería que fuese un pene y hasta los cuatro Jaime no controló lo bastante su cuerpo como para hacerlo. También desde pequeña empecé a ponerle esteroides en los músculos pectorales, para que se desarrollasen, y a extraer grasa de muslos y brazos para rellenar su pecho. A los seis años ya hubiera necesitado un sujetador de copa A y a los ocho de copa C, pero nunca la he dejado usar esa prenda y ahora no se siente cómoda con ella.
Otro día me extenderé más sobre ella ahora voy a cerrar algunos flecos.
Tengo que explicar algunas cuestiones que he dejado abiertas en el cifrado anterior, pero que también me interesa que mis hijos conozcan y tengan presentes.
La conversión en vampiros implica cambios. Cambios que afectan a fluidos… y no tan fluidos. Para empezar el más llamativo: la sangre.
Convertirse en vampiro altera la sangre. Esta adquiere nuevas características. Entre otras la de ser una droga (en el sentido médico de droga) y un veneno letal por acumulación, para los humanos. También el medio por el que un vampiro puede, a conciencia o por error, convertir a un humano en vampiro.
La sangre de un vampiro que no ha bebido de un humano proporciona un chute revitalizante, energía y una elevación de las defensas de un mortal. Pero también es un veneno residual que va perdiendo efecto conforme se ingiere mas y que pasado un determinado límite altera el aparato digestivo de los humanos impidiéndoles absorber y metabolizar muchos compuestos que nosotros no absorbemos. Pero que en su caso les llevara a morir de inanición, por mucho que coman.
Si el vampiro ha bebido de él, por poco que haya bebido el vampiro o poco que haya bebido el mortal se disparará el proceso de conversión. No es una regla matemática. Y en algunos casos sale bien, pero, en general, cuanto más bebe el vampiro del mortal y más de su sangre entrega al mortal, más rápido es el proceso y mayores poderes tiene el vampiro resultante, llamado generalmente neófito.
Yo me alimento de mis tres hijos. Por eso es muy importante para mí que ellos no tomen mi sangre. Tampoco otros líquidos, pero eso lo veremos más adelante.
Morder a un mortal no solo nos proporciona alimentación. Tanto nosotros, los vampiros, como los mortales a los que mordemos, solemos tener orgasmos más fuertes con ese acto que con el sexo. Y si se realiza en medio de una interacción sexual ambos se potencian. Es por eso que bebo de mis tres hijos adoptivos.
Otro líquido que ve alterada su naturaleza con la conversión es la orina. Al convertirnos dejamos de necesitar mear, en realidad, por lo que no sé si es correcto seguir llamándolo así. En su lugar la vejiga y la uretra sirven para la producción de un icor dulce, ambarino y empalagoso que tiene varios efectos. Uno de ellos es reforzar el sistema inmune de los mortales. Tanto que los hace inmunes a la mayoría de enfermedades contagiosas e incluso puede curar algunas muy graves como el SIDA o VIH, peste, gripe, sífilis, casi todas las ETS, y por supuesto la plaga de coronavirus respiratorios que asola el mundo periódicamente desde hace más de treinta años. Es por eso que muchos vampiros pobres venden su orina a través de diversos medios a otros vampiros. Este efecto se mantiene por unos tres días, hasta veinte si se congela adecuadamente. De hecho toda la orina de vampiro que suministro a mis hijos es comprada a través de estos servicios. U ocasionalmente suministrada por Thais. Para mí es importante que ellos estén sanos.
Sin embargo, cuando el vampiro ha tomado más de un litro de sangre del mortal (y yo a lo largo de su vida he bebido ya mucho más de un litro de sangre de mis hijos) y el mortal bebe algo más de litro y medio de orina del vampiro se establece un vínculo irrompible entre ambos: el vampiro es capaz de percibir lo que percibe el mortal, comunicarse mentalmente con él e incluso tomar el control de su cuerpo. Además cualquier orden o instrucción que se le dé hace que sufra una compulsión por cumplirla a toda costa. Sí, serían los hijos obedientes idéales para muchos padres… pero yo prefiero que sigan siendo independientes y libres.
Entre ambos extremos, la ingesta de orina de vampiro fresca, no más de unas cinco o seis horas, por un mortal hace que temporalmente la voluntad de este se pliegue a los deseos y órdenes del vampiro. Incluso aunque este no haya bebido del mortal. Es eso y no un poder hipnótico, que algunos tienen pero no todos, porque nuestros poderes son diferentes, lo que hace que muchas veces la victima ceda a los requerimientos sexuales y de dejarse beber sangre del vampiro. Por así decirlo es como la ketamina pero indetectable.
Este es un texto de transición, una parte necesaria para entender algunos de los relatos que van a formar parte de la serie, que os puedo anticipar que será larga. No es un testo clasificable dentro de las categorías que tenemos para optar, a diferencia de mi otra saga (la de Jaime) que he decidido incluir íntegramente en Dominación , aquí opté por clasificar los relatos según su contenido, pero este no se adapta a ellas, por eso lo he puesto en Grandes series (ya que esta va a ser larga) aunque soy consciente de que otros autores sitúan toda la serie en la categoría cuando es así.