Eres mío

Atado a la silla, eres mío. Cada centímetro de tu piel me pertenece. ¿Para qué negarlo? Soy tu dueño,y nada puedes hacer para evitarlo.

Eres Mío

Atado a la silla, eres mío. Cada centímetro de tu piel me pertenece. ¿Para qué negarlo? No puedes escapar si yo no te lo ordeno. Te deseo, hombre, con toda la lujuria que puede brotar de mi alma, ardiendo con la imagen de tu cuerpo desnudo. ¿Por qué tienes que ser tan hermoso y provocarme con tu sudor adolescente? Esto te lo buscaste por andar usando esas camisas apretadas que marcaban tus pectorales, tus brazos gruesos y tu espalda ancha; y ni hablar del bulto constante y tus pantorrillas que se adivinan fuertes. ¡Eres tan joven y perfecto! Mira nada más como me pones, chico, no puedo hablar contigo sin que la sangre encuentre su camino a través de mi pecho y de mi abdomen hasta despertar lo que tengo dormido entre las piernas. Te veo y me derrito, mi conciencia calla y el animal que llevo dentro toma el control.

Me acerco lentamente porque quiero prolongar el momento lo más que pueda, no quiero que termine nunca. Una vez que acabe contigo, tu cuerpo no podrá disfrutar con nadie más. ¡Vaya! Tu piel está más caliente que la mía, eso no me lo esperaba. Y tus músculos son más duros de lo que pensaba. No cabe duda que eres un sueño húmedo hecho realidad. Anda, déjame besarte, quiero saber si tus labios saben a lo que me imagino. Vamos, cariño, no tomes esa actitud que de nada te va a servir, voy a hacer contigo lo que yo quiera. No aprietes los labios, quiero entrar en tu boca y saborearla. ¡Eso es! Que tu lengua toque la mía, déjame acariciar tu paladar, sentir que tu aliento se confunde con el mío. Bésame, siénteme, mis manos recorren la piel de tu pecho, mi corazón se llena de vida, estoy a punto de reventar de placer y ni siquiera hemos empezado. ¿Ves como no fue tan difícil? Si hasta puedo ver lo mucho que te gusta, puedo sentirlo entre mis manos cuando apenas rozo la punta de tu sexo.

Como me gustaría que fueses tú el que me desnudara, pero si te desato podrías huir y no quiero eso, así que lo haré yo mismo, aquí, sentado en tus piernas. ¡Cómo adoro tus ojos cuanto te enojas! Guarda esa energía de lobo feroz para después, créeme que la vas a necesitar. ¿Te gusta como desabrocho mi camisa? Así, lo hago lentamente para que tú te excites conmigo, mi pecho surge para ti. No es tan fuerte como el tuyo, pero aprenderás a amarlo, ya lo verás. Sigue el cinturón de piel. Si te portas bien, no te azotaré con él. Por último, el pantalón que resbala por mis piernas. No llevo ningún tipo de ropa interior para estar más cómodo.

Ahora sí, estamos los dos desnudos, juntos, tal como siempre lo he fantaseado. ¿Tú no? Eso qué importa, vas a ver como soy un amante difícil de olvidar. Dame otro beso, quiero que no te olvides de mis labios, de mi celo, quiero que esta vez sea tu lengua la que tome el control, que explora mi boca con pasión. Así, hasta dentro, lo haces muy bien. Sólo déjate llevar y disfruta del momento. Siente mis caricias a lo largo de su brazos, manoseando tu pecho de piedra, tu cuello firme.

Me parece que estás listo para el placer, pero primero debo enseñarte cómo se hace para que luego tú puedas hacerlo. Empiezo lamiendo tu mejilla, y de ahí mi boca baja por tu manzana de Adán, tus pectorales que me permito morder porque son de mi propiedad, más abajo hasta el abdomen lampiño, bien definido. ¿A poco no te gusta? Acéptalo de una vez, yo hago florecer en ti lo que ninguna mujer ha podido. ¿Para qué lo niegas si tu cuerpo dice otra cosa? Ah, aquí quería llegar, a tu pelvis. Qué olor más delicioso, el de un verdadero macho derrochando sexualidad. Y tu amiguito ¡Qué decir amiguito si erecto es el más grande que he visto! Déjame probarlo, será como un niño que prueba por primera vez un dulce. Mira, empiezo lamiendo la punta con cierta delicadeza, sobretodo porque empieza a soltar ese líquido preseminal que me vuelve loco. Mi lengua lo rodea, lo siente, tienta su forma,, y una vez que ambos estamos listos engullo todo su cuerpo, el cilindro de carne, adivinando las venas que saltan a través de la piel. Adoro cómo echas la cabeza hacia atrás, arqueas la espalda y cierras los ojos. No te reprimas, abre la boca, eso es, libera los gemidos que se agolpan en tu garganta. Que se escuchen, que retumben graves por mis oídos. Así me gusta, siente el placer, que vibre tu cuerpo y no puedes haber nada. Siente como recorro tus muslos, aspiro tu esencia. Gime, gime para mí. No hay como el placer que le puede dar un hombre a otro, y tú eres el más delicioso de todos.

Mi boca se hunde en tu miembro erecto, lo presionan mis labios, es el prisionero de mi placer. Lo disfruto, lo succiono. No intentes liberarte de las cuerdas, no podrás. Sólo déjate llevar y disfruta, no quiero hacerte daño; quiero ese delicioso manjar que por primera vez me permito saborear. Eres mucho mejor amante de lo que pensé. Déjame manosear tu escroto, que cuando lo sostengo en mis manos me siento dueño de tu hombría y virilidad.

No rechaces eso que estás sintiendo, las oleadas de éxtasis te hacen perder la cabeza. Sí, así como lo haces, gime más fuerte, cada vez más fuerte. No puedes escapar a mis designios, serás mi amante mientras yo lo ordene. Ese mío… ¡Mío! ¡Eternamente mío! ¡Sí! ¡No lo reprimas! ¡Siente la explosión! ¡El placer! ¡Sí!...

Calma, no tiembles. No sientas vergüenza. ¿A poco no disfrutaste la mamada? ¿Y el orgasmo? Sentí tu alma vibrar debajo de tu piel, no puedes negar que lo disfrutaste. No hay como el sexo entre hombres para tocar el cielo. Además quiero felicitarte, porque has hecho que me relama los labios. Francamente tu sabor es delicioso, tu esencia en mi boca resultó mucho más deleitable de lo que yo había soñado. No me has decepcionado para nada. Escogí bien al hacerte mi amante.

Pero ¿qué hago perdiendo el tiempo? Me siento como un egoísta, tú no has tenido la oportunidad de probarme. No llores, te va a gustar, ya verás que no podrás vivir sin mí. No luches, no te voy a desatar, para eso te tengo en esta otra silla. Me voy a parar en ella, y me tomarás en tu boca. Espero que hayas prestado atención, porque tendrás que hacer lo mismo que yo te hice. Vamos, abre la boca, yo te di un orgasmo, es justo que tú me des uno. No seas necio, si no quieres que saque la navaja vas a tener que abrir la boca hacerlo bien, sin morder. Eso es, imagínate que eres un niño recién nacido que se alimenta de su madre. Para ser la primera vez no está tan mal, pero te hace falta más lengua. Imagina que es a tí a quién deben dar placer ¿Qué harías? Sí, muy bien, vas captando la idea, la cabeza es muy sensible y me gusta cuando juegas con ella sólo no te olvides del resto. ¡Oh sí! Tú sí sabes como darle placer a un hombre, tienes un talento innato. Cuidado con los dientes.

¿Ya ves? No está tan mal, si hasta parece que lo estás disfrutando. Deberías verte, el macho poderoso, el musculoso del gimnasio, el joven que todos desean por su cuerpo, su belleza y su inesperado éxito en los negocios, amarrado a una silla, disfrutando de otro hombre. ¿Y te decías heterosexual? Con práctica lo harás mucho mejor, serás el amante perfecto. No, ni siquiera pidas que te desate, ya te dije que eres mío. Seré tu hombre mientras vivas y aprenderás a amarme como debe ser. Ahora, cállate y regresa a lo que estabas haciendo. Concéntrate en darme placer que para eso estás aquí.

Así, usa tu lengua, saborea mi piel. Déjame que todo mi sexo acaricie tu paladar y entre completo en tu boca. Cuidado, no seas goloso que te vas a ahogar. Sólo siente su forma, su sabor. Me tiene excitado todo el día, por eso debes calmar mi calentura tal como lo estás haciendo. Sí, vas muy bien. De verdad tienes un don para excitar a los machos. Mi sangre hierve, mi corazón palpita aceleradamente en mi pecho y esto lo provocaste tú. Tu carita de ángel, tu abdomen definido, tu pecho lampiño. El mundo se pierde, mi cabeza da vueltas. Mi piernas empiezan a flaquear. Estoy cerca, muy cerca. No pares, ahora. Quiero marcarte como mío, porque eres de mi propiedad. No lo olvides. ¡Nunca lo olvides! Siento que la sensibilidad de la punta aumenta, cada vez más y más intensa. No podré retenerlo por mucho tiempo. ¡ Sí! ¡Oh, sí! Mira lo que las logrado. ¡ Oh, sí! Has dado placer a tu hombre.

¿Por qué lo escupiste? ¿No te gustó mi esencia? Ya te acostumbrarás a su sabor. No llores, aún no hemos terminado. ¡Falta lo mejor!

¿Penetrarte? No, jamás destrozaría tu trasero, es demasiado hermoso para tocarlo. Tú entrarás en mí. Te traigo ganas desde esa noche que llegué a la oficina por unos papeles y oí los gemidos de mi secretaria. Apenas me asomé a mi oficina ¡Qué imagen más deliciosa! Estabas metiéndole toda tu hombría a mi secretaria como un toro salvaje que, en celo, sacia sus terribles fantasías animales. Desde entonces empecé a desearte, a pensar en ti. Por noches enteras soñé contigo. Descubrí que íbamos al mismo gimnasio, y mi lujuria se disparó al verte trabajar sin camisa. ¿Pensaste que un becario podía follar a la secretaria del jefe sin que hubiera alguna consecuencia? Yo quiero eso que le diste, esa pasión salvaje que guardas en tu alma, quiero tenerte dentro de mí.

Chupa mi dedo, llénalo de tu saliva, que me estoy preparando para ti ¿Ves? Un dedo entra aquí, en mi culito que pronto harás tuyo. Lo describo como un sentimiento e dolor que se va cubriendo de placer. Siento haberte tenido que drogar para que vinieras a mi casa, pero de otro modo no hubieras aceptado. Eso es, ahora chupa estos dos dedos, con dulzura. Eres un joven extremadamente talentoso para el sexo, envidio la forma en cómo se ha desarrollado tu cuerpo, en la juventud que corre por tus venas. No te preocupes, te acostumbrarás a mi desnudez, a que me siente en tus piernas y me prepare para ti. Terminamos chupando estos tres dedos y ya casi estoy listo para probar de lo mismo que mi secretaria. Me gusta como el sudor se aperla en tu cuello. Tu sexo está erecto otra vez, esperando este momento grandioso. Desbordas sensualidad. Me imagino que los griegos imaginaban así a sus dioses, con esa perfección física que hoy tengo la oportunidad de acariciar, de gozar, de probar el sudor. ¡Cómo me excito! Déjame besarte, veo que ya no te tengo que dar órdenes. Tu resistencia va cediendo, tu lengua a aprendido a jugar con la mía.

Ya estás listo para mí.

Te pongo un condón nuevo, y me levanto un poco. Tengo que sentarme frente a ti, pero ahora de una manera diferente. Debo ensartarme con tu cuerpo, empalarme con tu hombría. Lo voy a sostener mientras va entrando en mí. ¡Uf! Estoy cerrado y tú muy grande. No sé si vaya a aguantar, pero por tú haré el sacrificio. Voy lentamente para no lastimarme. Vaya que si lo tienes largo y grueso, con razón gozaba tanto mi secretaria. Ahí está, todo adentro. Has entrado hasta lo más profundo de mi ser. Necesito un momento para acostumbrarme a ti. Eres increíble, Me siento como un vaquero, cabalgando a su semental. Mi cuerpo sube y baja, salta sin control para tu sexo pueda salir y entrar en mí. ¡Qué delicia de hombre y de sexo! ¿No te ha dicho nadie que haces las caras más hermosas cuando sientes placer? No reprimas tus gemidos, suéltalos que me excita oírlos. Subo y bajo, o meto hasta el fondo, me marcas como tuyo al mismo tiempo que te vuelves mío. No te voy a dejar escapar jamás, serás mi objeto sexual siempre. ¿Quieres besarme? Sí, mi amor, lo que tú digas. Ya no puedes vivir sin mí. Después de hoy estaremos unidos para toda la eternidad, y pasarás a ser mi esclavo. Harás lo que te ordene. Sí, así dame duro, fóllame rico. Libera la bestia que llevas dentro. Gime como un hombre, como un león que ruge.

Sé lo que viene, tu espalda se arquea cada vez más, tus músculos se tensan. El placer vibra en tu piel. Has llegado a tu segundo orgasmo. Déjame limpiar el sudor de tu pecho con mi lengua antes de desatarte. ¿Cómo lo hice, amor? ¿Te gustó que tomara una actitud dominante esta vez? Bueno, mañana que sea tu turno de escoger el juego puedes amarrarme a la cama y aprovecharte de mí. Hoy me tocó, por eso escogí la silla.

Eres un amante increíblemente delicioso. Gracias por ser mi novio, te amo. ¿Te parece si nos bañamos juntos?