Eres de mi propiedad.
Laura es una chica normal, hasta que encuentra una extraña nota en una servilleta, entonces su vida cambia para siempre.
Cuando alguien se pone a contar una historia de su vida, suele ser muy difícil saber elegir el momento por el cual empezar, saber cual es el origen de todo lo que se va a relatar después. Por una vez, este no es mi caso. Dado que tengo que elegir mi punto de partida este es, sin duda, un día de febrero de este año. Había acabado el examen de Literatura Comparada antes que el resto de la clase.
Después de cinco días con sus noches leyendo lo que me parecían estupideces sobre comparación de géneros literarios lo único que me apetecía era no pensar más en ello. Al menos por un tiempo.
Tenía que hacer tiempo hasta que empezara la siguiente clase, así que decidí ir a tomar un café al bar de mi facultad
El capuchino estaba rancio, como todos los días, pero era más soportable que un simple cortado. Me lo acabé pronto y permanecí alerta por si alguien de clase seguía mi ejemplo y venía al bar después del examen.
En el reflejo del cristal me di cuenta de que todavía no me había limpiado el bigotito del café
Tuve que ahogar una sonrisa al pensar en que llevaba con él como cinco minutos, pero es que reír sola no suele dar muy buena imagen a la salud mental de la gente.
Cogí una servilleta del expendedor de servilletas y me limpié con una de ellas
Al acabar, la convertí en una bola de papel y la dejé sobre la mesa
Entonces me di cuenta de que había algo escrito en la servilleta, por el lado contrario al que había utilizado
Desdoblé la pelota de papel y leí lo que ponía
El pulso se me aceleró al descubrir como una letra casi ininteligible, escrita con boli azul, permitía leer las siguientes palabras: "Prepárate, porque antes de una semana serás de mi propiedad” Al principio pensé que se trataba de una broma. Miré a mi alrededor, buscando alguna cara conocida riéndose de mi ingenuidad,
sospechaba de Marta, una amiga desde hacía meses, la única que conocía mi gran secreto y se atrevería a gastarme una broma semejante. Fui casi corriendo a la puerta de clase, a esperar que acabase el examen, ella salió con esos aires de diva, los de siempre... y una cara de asco increíble, esta vez, su plan de liarse con el profesor no había dado resultado.
- Laura – me saludó. - vaya mierda, ese viejo ni siquiera me ha mirado el escote.
La miré de arriba abajo, Marta era el típico bomboncito que todos querían probar, éramos muy diferentes, ella era alta, rubia, una carita de niña buena, con unos labios carnosos, tenía los pechos grandes y en su sitio, un cuerpo delgado y un culo respingón, siempre conseguía todo lo que se proponía con su cuerpo y sus... artes sexuales, pero por alguna razón, el viejo Juan había pasado de ella y eso la ponía furiosa, de repente recordé que hacía yo ahí.
- ¡Cállate Marta! - le lancé el papelito. - ¿Qué es esto?
- ¿Qué es que? - dijo mientras lo leía y su cara se iba tornando lasciva por momentos. - uh nena... ¿Quién te ha dejado esta nota?
- Tú, eres la única que sabe... - bajé el tono de voz. - lo de mi virginidad.
- ¡Te aseguro que yo no quiero follarte!
- Baja la voz, joder, si no ha sido una broma tuya, entonces ¿Quién dejó esto en el servilletero?
- Laura, creías que iba a saber en que mesa exacta te sentarías, por Dios, piensa un poco hija, bueno, me voy al piso, nos vemos luego... y cuida tu tesorito que hay un lobito suelto. - guiñó un ojo y se fue, la muy zorra.
La miró de arriba abajo y se rió por lo bajo viendo como meneaba el culo de un lado a otro y a medida que pasaba por el pasillo todos se giraban para verla.
Laura se dio media vuelta y decidió no preocuparse por la nota, su amiga tenía razón, era imposible que alguien supiese quien se iba a sentar ahí, pero no podía dejar de pensar en ello, sin darse cuenta estaba en la puerta de su piso, buscó las llaves y empujó suavemente la puerta y alguien la golpeo por detrás.
Se despertó atada y amordazada en su cama, el pánico la invadió, en esos momentos deseó tener compañeros de piso, pero aún no había tenido tiempo de buscarlos.
Miró por todas partes y reconoció su habitación, estaba sola, desesperada empezó a hacer ruidos inútilmente hasta que sucedió lo que más temía, la puerta se abrió.
Una pareja reía, encendieron la luz y la miraron con furia.
- vaya, vaya – dijo él. - pero si es una cría... tal vez deberíamos dejarla marchar.
- Ni hablar... me pone muy cachonda la zorra esta. - dijo ella.
Él se acercó despacio y le enseñó el papelito de la cafetería mientras lamia una lágrima que le caía por la mejilla.
- mmm está salada y está... asustada. - rió exageradamente. - huuuum criatura, vamos a pasar un buen rato juntos ¿no crees?
Al ver que no contestaba su compañera se acercó y le cruzó la cara, Laura dio un alarido.
- te han preguntado algo zorra, contesta.
- Tranquila nena, ¿no ves que está amordazada? Quitale eso de la cara.
La chica volvió, despacio le quitó el pañuelo de la boca y gimió cuando pudo verla más, le cogió la mandíbula y la besó con fuerza, obligandola a abrir la boca, Laura finalmente cedió, eso la estaba poniendo demasiado, ella abrió los ojos y sonrió, bajó sus manos despacio por el menudo cuerpo, arrancó todos los botones de su camisa y desabrochó su sujetador, le lamió el cuello y fue descendiendo, hasta que cuando estuvo a punto de meterse su pezón en la boca, se apartó, Laura gimió en protesta y consiguió otra bofetada y una leve lamida que no hizo otra cosa que aumentar sus ansias. * Ya esta cachonda, hemos tenido suerte... oh nena, no estás tan buena como tu amiga... pero no tienes porque ocultarte. * Bueno Laura, ¿quieres respuestas? Puedo imaginar que estás pensando “¿por qué yo? No merezco esto, no he sido mala” pues por eso estamos aquí, somos tu premio y te voy a follar, primero me follaré esta boquita de fresa que tienes, después me correré en tus tetas y me suplicarás que te la meta, porque todas sois iguales. * ¡no! - gritó. - no puedes, tu no... yo no... soy virgen. * Huuum zorrita, eso me pone más aún, pero visto que no puedes estar calladita, creo que Paula debería amordazarte de nuevo, y castigarte por hablar.
Mientras esa tal Paula se quitaba el cinturón y la miraba maliciosamente el tipo volvió a reír, le hizo un gesto y esta le dio un azote.
- cuando yo hable, tu callas, esa es la primera norma, cada vez que te diga una norma, Paula te dará un azote para que las recuerdes ¿entendido? Muy bien, Nunca nos mirarás directamente a los ojos – Zas. - a mi me tratarás de usted y me llamarás Amo o Señor. - Zas. - a ella igual. - Zas. - harás todo lo que te digamos – Zas. - serás obediente y buena o te castigaremos – Zas. - tu cuerpo es mío, por lo tanto, haré lo que quiera con el, te follare cuando y donde me de la santa gana y tu, zorrita, tu lo agradecerás. - Zas, la miró y lloraba desconsolada, el pañuelo estaba húmedo, se acercó y le acarició la mejilla. - ah cariño, te gustará esto tanto como a Paula, te lo aseguro... toda tuya.
- Gracias.
Laura la miraba con odio, ¿Qué sería lo siguiente? Su opresora se acercó y le quito la falda, después lentamente le bajo las medias y por último arrancó sus braguitas de un fuerte tirón, las olió y gimió. * Están empapadas... puta, vamos a pasarlo muy bien, ya verás.
La olió el pelo.
- mmm lavanda.
Paula se alejó un poco, lo suficiente para que la chica la viera bien, se soltó el pelo, la cascada morena le llegaba casi por debajo del culo, encendió la radió y chasqueó la lengua al descubrir que sonaba una balada, pero no le importó, volvió a ponerse en su sitio y empezó a desabrocharse la camisa mientras meneaba las caderas, la diminuta camisa blanca, que apenas contenía sus pechos se fue aflojando hasta que por fin dejó a la vista unas enormes tetas, Paula se relamió mientras se las manoseaba, revoloteaba por toda la habitación haciendo movimientos sensuales, Laura la miraba boquiabierta, se estaba poniendo muy cachonda y es que su captora era preciosa, no era muy alta pero tenía todo lo que una chica deseaba, tetas, el vientre plano, las caderas anchas y un culo de esos que no se olvidan, tenía unos enormes ojos castaños, con una expresión hambrienta y no dejaba de mostrar sus blancos dientes.
Se quitó la falda, tampoco llevaba bragas, entonces se agachó poniendo en pompa su culo, desde donde estaba Laura podía ver también su coñito, perfectamente depilado, volvió a menear las caderas y saltó encima de ella, la miró y lamió la cara, mientras jugaba frotándose las tetas con las de ella, ató sus piernas separadas para que no las pudiera cerrar y se colocó ahí para lamerle suave, un escalofrío le recorrió el cuerpo, se estremeció y se dio por vencida, al notar su consentimiento Paula, se lo empezó a comer con más fuerza, ansiosa, le encantaba su sabor, metió un dedo para ayudarla a tener un orgasmo y este no tardo en llegar, sacudió la cabeza en la almohada mientras gemía como una posesa, finalmente... paz, se preguntó como había podido vivir tanto tiempo sin eso y pensó en Marta, no pudo descansar mucho, pues la chica se había sentado a horcajadas sobre su boca obligandola a devolverle el favor, la rozó con la punta de la lengua y enseguida la retiró, no le gustaba nada ese sabor, pero Paula le pellizco un pezón con fuerza y se lo retorció hasta que sintió de nuevo su lengua. * Buena chica, haz que me corra, zorra.
Laura empezó a lamer despacio, entonces pensó que si lo hacía con fuerza, tal y como había echo ella, acabaría antes y se libraría de ese sabor, empezó a meter la lengua hacia dentro y a lamer con ansiedad, Paula empezó a restregar su sexo por la cara de ella riendo y gimiendo tardó más en correrse pero la chiquilla no lo hacía nada mal, una vez hubo terminado, lamió los restos de su cara y la besó con pasión, mezclando los sabores de ambas.
El chico, que las miraba desde una esquina, se estaba masturbando, se acercó despacio hasta la cama y Paula se metió su polla en la boca, el miró a su nueva esclava y sonrió al ver que se retorcía de placer, le gustaba esa imagen. Cuando notó que estaba apunto de correrse, la sacó de su boca y señaló hacía la cama, donde Paula se estiró, y él se corrió encima de ellas. * Ahora lameros la una a la otra y dejar esto bien limpio, pronto, serás mía del todo.
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